viernes, 12 de julio de 2013

Capítulo 29: Cenas sorpresa.

-Cris-
Blas y Carlos se miraron por un espacio de unos minutos, durante los cuales nadie dijo nada, hasta que David se cansó de esperar.
-Creo que será mejor que nos sentemos.
Se sentaron en una mesa que había cercana, por suerte, no había mucha gente, pero la poca que había o no habían reparado en ellos o no les apetecía prestarles atención.
Tomaron asiento, Blas en una esquina y Carlos en otra, entre Sara y Álvaro que parece que eran los que le habían indicado un poco cómo seguir con esto, asesorado, más bien podría decirse.
-Bueno, empieza a hablar. Era lo que querías, ¿no?-dijo Blas, en un tono que nadie le había oído hasta entonces. Salvo yo, tras que encontrara la foto.
Este miró a todos antes de empezar, clavando su mirada en Blas.
-Lo que voy a decirte tú ya lo sabes, pero, aún así, lo diré. Lo siento, siento lo que he hecho y lo que ha pasado. No sé por qué lo hice, sólo sé que no podía evitarlo.
-Sigo queriendo saber por qué lo hiciste. Siempre estáis con el "no sé". Sabes que las cosas ocurren por una razón.
-Porque la q..
Carlos recibió una patada de Sara por debajo de la mesa.
Ya habían comentado que decirle a Blas eso no ayudaría mucho pero él, en sus trece, había insistido.
-Se le hizo un lío la cabeza-dijo esta, ayudándole, ya que Carlos intentaba reorganizar sus ideas-Con esa relación tan rara que tienen los dos. Por lo poco que yo he podido ver en los dos días o así en los que les conocí antes de que pasara esto, tan pronto estaban hablando normal como a los dos minutos tirándose los trastos a la cabeza. Eso puede llegar a confundir.
-Por lo poco que has podido ver y lo que hemos visto todos desde que se conocen-recalcó Dani, apoyando lo dicho por Sara.
-Sé cómo es eso-dijo Blas-Yo también he estado con ellos.
-Y son muy tontos-dijo Sigrid- Pero se han equivocado.
-La cosa es, Blas-dijo Carlos, retomando la palabra- Que jamás quise que pasara esto ni hacerte a ti daño. No pensábamos cuando ocurría, era cosa de un solo instante... Simplemente pasaba, pero siempre era un momento. Nunca fue a más.
-Lo sé-dijo este, solamente.
-Era todo lo que quería decirte. Que lo siento mucho, que no debí haberlo hecho blablabla, todo lo que ya sabías, pero tenía que decírtelo a la cara.
Los dos se miraron por un tiempo prolongado.
-Vale, está bien-dijo Blas finalmente.
-¿Eh, qué?
-Que sí, que vale.
-¿El qué vale?
-Que te perdono, pero que sep...
-¡OH GRACIAS BLAS!
Se fue derecho a abrazarle y casi lo tira de la silla.
-Quita, a ver si me lo voy a pensar...
-¡Qué no te lo piensas, si yo sé que echabas de menos esto, anda!
Todos se rieron.
Carlos volvió a sentarse en su silla.
-Bueno, pues no sé vosotros, pero yo tengo hambre.
-Y cuándo no, es la pregunta-dijo Álvaro.
-Pues pidamos algo-dijo David.
-No sé si debería ir a casa, la ha dejado sin la comida hecha...-dijo S, refiriéndose, obviamente, a mí.
-Ya es mayorcita para hacerse algo si tiene hambre-dijo David,
pasándole un brazo por los hombros.
-Y sino, por un día que no coma, no le pasa nada.-dijo Dani.
Se rieron de mí sin estar yo presente (qué crueldad) y Blas solamente sonrió, como si hubiera escuchado algo lejano que le traía recuerdos.
-Sí, pero antes quiero que hagáis algo-dijo Carlos.
Por mi parte, esperaba en casa con impaciencia el resultado de esa charla con Blas. Yo quería haber estado, por supuesto, pero no sabíamos si querría ver a Carlos, como para vernos a los dos juntos. No, era demasiado. Yo tendría mi oportunidad cuando el concierto, pero, aún así, no era fácil.
Como S y David ya habían sacado al perro cuando me desperté (sin darme cuenta, dormí hasta tarde) ni me molesté en desayunar, aunque me duché (por hacer algo) y me puse unos pantalones cortos cómodos y una de mis camisetas a las que adoraba que era gris, bastante corta, larga hasta los codos y te dejaba un hombro al aire.
No tenía pensando salir, aunque recordé que tenía que ir a comprar el album para Blas. Mm.
Comí sola (pues si que se estaba prolongando la charla con Blas, vaya, esperaba que todo estuviera saliendo bien) lo primero que pillé por ahí, zapeé un poco para ver qué echaban en la tele, vi un episidio repetido de "The Following" y fui a mi cama, a sentarme en ella y esparcir todas las fotos que había seleccionado (que eran bastantes, por no decir exagaradamente muchas).
Choco me siguió y se tumbó al lado de la cama, gruñendo.
Hay que ver, qué perro, no podía callarse nunca, siempre ladrando o gruñendo.
Llevaba un rato con las fotos cuando oí la puerta que se cerraba y voces.
Carlos no tardó en aparecer por la puerta.
Lucía una gran sonrisa, por lo que supuse que todo había ido bien.
-¡Hola, Carlos!
Choco fue hacia él ladrando mas él le intentó esquivar, ya que venía hacía mí, se tropezó, cayó encima mía y las fotos salieron volando.
-¿Quieres matarme?-dije, mientras trataba de quitármelo de encima.
-No, no era la idea que yo tenía, la verdad.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan feliz? ¿Te ha tocado la lotería?
Él se rió mientras se incorporaba.
-No, mejor.
-¿Nos a tocado a los dos?
-¡Qué no!
-Ah, vaya.
-Blas me ha perdonado.
-¿De verdad?
-¡Sí!
Reí al ver la felicidad de mi amigo.
-Cuánto me alegro de que toda fuera bien.
-Sí, yo también. Luego te lo cuento todo, si quieres.
-Claro.
-Si me ha perdonado, a ti también.
Me mordí el labio.
-No estés tan seguro de eso.
-Estoy muy seguro por cómo le he visto hoy.
-Bueno... Ya lo comprobaré, ahora no quiero pensar en eso.
-Vale. ¿Qué te he tirado al suelo?
-Oh, nada...
La escena de alguien agachándose a coger una foto y poniendo una cara que no podía leer me resultó extraña y dolorosamente familiar. Muy dolorosa y extrañamente familiar.
-Ah, pero si sois vosotros dos.
-Sí, somos nosotros.
-¿Qué haces con tantas fotos vuestras? ¿Otro trabajo?
-Ah, no, no, le voy a hacer un album.
-¿A él? Pero... ¿Crees que es buena idea?
-Me lo preguntáis tantas veces que ya no sé qué pensar.
-Hombre, es bonito.
-Si quieres te hago uno a ti de Choco y tú.
Se partió de risa mientras recogía las últimas fotos.
Hay que decir que apenas las miró.
Mientras me ayudaba a esparcirlas por la cama, David y Sigrid se dejaron caer por mi cuarto.
-¿Ya sois amiguitos otra vez?-preguntó este.
-Pero si siempre hemos sido amigos.-dije yo, sin enterarme de nada.
-Ah, es verdad.
-Ni caso-me dijo Carlos-Es la edad, le pasa factura...
-¡Eh!-se quejó.
-Bueno que nosotros nos vamos, ¿eh? Sed buenos. Por favor-nos pidió S.
-Qué sí S, que sí. Qué desconfianza, de verdad.-dije yo.
-Creo que nos habéis dado motivos suficientes como para desconfiar.
-Anda, S, hazme un favor y vete a la porra. David, si eres tan amable, acómpañala.
Los dos se rieron, se despidieron y se fueron.

-Sigrid-
-Cris nos ha mandado a la porra, ¿tú sabes donde queda eso?-dije.
Se rió.
-Anda, calla y vamos a un Starbucks.
Entramos y pedimos un Frapuccino.
-Al final ha salido bien.
-La idea era de mi prima, ¿qué esperabas? Siempre ha sido la que tenía las buenas ideas, que se le va ha hacer.
Mi bebida estaba por la mitad.
-¿Qué vamos a hacer en el resto de la tarde?
-No sé. Podemos ver una peli y vivir o quedarnos aquí y morir de aburrimiento.
-Me quedo con la primera, gracias-dijo.
Pagamos las bebidas y salimos.
-Oye.
-Dime.
-¿Has visto a Breaker? ¿Cómo esta?
-¿Breaker? ¿El gato de Dani?
-Eh, esto... si.
-Esta más grande.-dijo, molesto.
-Oh, eso esta bien. Le diré a Dani que si puedo verlo algún día.
-Como quieras.
Noté un cambio de humor en ese instante.
Me encogí de hombros y le seguí hasta su casa.
Subimos.
¿Qué le pasaba? ¿Había dicho algo que le molestó?
-¿Qué peli quieres ver?-dijo, cuando habíamos entrado en casa.
-La que sea estará bien, lo importante es que estoy contigo.
Se rió y me dio un beso.
Echaba de menos eso.
Puse la primera peli que pillé, era de dibujos.
-¿Esto has puesto?-dijo, cuando vino.
-Seh, me encantan los Pokémon.
-Eres una infantil.
-Pero, como puedes ver, vivo con ello.
Pasamos la mayoría de la peli con besos.
Dejamos pasar un tiempo y le besé.
Fue un beso largo, uno que él no se esperaba pero que siguió.
El teléfono me sonó y me separé de él, tomando aire.
-Maldito teléfono...
Descolgué.
-¿Si? ¿Quién es?
-¿Qué es esto de no reconocer a tu propio hermano? Me ofendes enana.
-¿Eres imbécil o te chutas fairy?
Se rió.
-Dime a ver, ¿para que llamabas?
-Para hacerte saber que me voy hoy.
La realidad me pegó en la cara. ¡Ni siquiera me acordaba!
-Vale, ¿Dónde vas a estar? Te voy a despedir.
-Pues en la calle ____, con el coche de Emilio.
-Valep.
Colgué y miré a David.
-¿Qué pasa?
-Mi hermano se va hoy, ¿me llevas a la calle ____?
-Claro.
Cogí mis cosas y nos fuimos.
¡Mira que olvidar que mi hermano se iba hoy! Menuda estaba hecha.
Llegamos por fin y vi ahí a mi hermano con Emilio y el resto.
-Espérame aquí-le dije a David.
Me acerqué a mi hermano y amigos.
-Ey, ¿qué andas enana?-me dijo Emilio.
-Emilio, sabes que no me gusta que me llames esas cosas.-dije, mirándole mal.
-Uy, vale, vale. Perdone usted.
Me reí y le di dos besos.
-¡Nuno, majo, cuanto tiempo!
-¡Yo genial! ¿Y tú? Te veo mas alta.
-Se llama crecer.
Se rió.
-¿Entonces te vas?-dije, dirigiéndome a mi hermano-¿Y no te volveré a ver?
Como podéis ver, yo era muy dramática.
-Ala, tú. Podrías venir algún día.
-Si yo fui hace poco, con Cris y Blas.
-¿Ah si? ¿Y no me dices nada?
Me dio una colleja, costumbres y eso.
-¡No me pegues!
-¡Enana!
-¡Payaso!
Estuvimos así diez minutos.
-¿Bueno, ya no? Si seguís así no nos iremos nunca.
-Cállate Nuno.
Se rió.
Me despedí de ellos por enésima vez y se fueron, diciendo que si no iba, me pegarían.
-Oh, si, vale, adiós.
Fui donde David.
-¿Ya?
-Si, nos podemos ir-dije.
Le pedí que me llevase a casa y me encontré con medio salón lleno.
-Cris-
-No te enfades, ya sabes, después de...-empezó Carlos, nada más irse David y S.
-No me enfado, Carlos, ya les conozco.
-Para que se te pase el enfado, te he traído algo.
-No estoy enfadada y no tendrías por qué haberte molestado. Tu sola presencia en mi vida ya es un regalo que me das todos los días.
-Creo... Creo que voy a llorar. Qué profundo.
-¡Anda, no seas tonto, eh!-dijo, riéndome y dándole un abrazo.-Y bueno, ¿qué decías que tenías?
-Ah, sí, es que con esa frase que me has dicho, se me ha olvidado todo.
-A veces puedo ser muy profunda, que lo sepas.
-Ya lo veo, ya. Toma.
Me tendió lo que parecía ser un disco envuelto en papel morado con cosas azules.
-No me fastidies que es el disco ese de Falete que querías que tuviera.
-¿Eh? ¡Ah, no! Tranquila que eso no es, no. De hecho, ya se me había olvidado. Para la próxima ya sé lo que te voy a regalar.
-Te mato como lo hagas.
-Voy a morir de todas maneras, qué más da.
-Como te mueras, te mato. Que lo sepas.
Se rió.
-Vale, lo tendré en cuenta. Pero ábrelo.
-Está bien.
Así lo hice.
-Pero... Si este es vuestro disco. Y me lo has firmado.
-Yo solo no, todos. Me parecía una vergüenza que fueras tan amiga nuestra y... Ya sabes y que no tuvieras nuestro disco.
-Tienes razón, soy un desastre, de verdad. Oh, pero si incluso está firmado por Blas...
-Claro, ya te dije que por todos.
-¿Él sabía que esto era para mí?
-Viene dedicado a ti, lo sabía.
-Y aún así, lo firmó.
-Te dije que te va a perdonar. Y lo mantengo.
Suspiré.
-Pero aquí no viene dedicado a S.
-Este es tu disco, a S que se lo dedique David o quién quiera, pero esto qué es.
Me reí.
-¿Y esta letra es la tuya? ¿Has escrito la dedicatoria tú?
-Sí, así es, pero no lo leas ahora.
-Como quieras. ¿Puedo ponerlo? Ah, no, primero debería ir a comprar un album.
-Puedes ponerlo cuando volvamos.
-¿Volvamos?
-Iré contigo.
-Ah, ahh, vale, sí, claro, perdona, no sé qué tengo en la cabeza... Me cambio y nos vamos.
-Vale. Vamos, Choco.
Se fue al salón con el perro y, cuando me hube cambiado de ropa, salí y vi que guardaba el teléfono.
-¿Nos vamos?
-Claro.
Le guié hasta una tienda no muy lejana donde solía comprar cosas para la cámara y demás.
-¡Cris, mírame!
Me giré y le vi apuntándome con una cámara de mentira, apretó el botón y después la miró.
-Uh, muy buena foto.
-Anda ya, si es de juguete.
Se rió.
Acabé comprando el album que a mí me dio la gana y tiramos para casa.
-¿Crees que S y David habrán llegado bien a la porra?-le pregunté.
-Sin duda que sí.
Una vez de nuevo en casa, él se tumbó en mi cama y le puse las fotos encima, yo me senté al lado con el album entre las piernas y un boli, para anotar cosas y me contó la conversación con Blas mientras teníamos el sonido del cd de ruido de fondo.
-¿Y tú qué le vas a decir?-preguntó.
Me encogí de hombros.
-Aún no lo sé. La verdad, pero tengo que plantearme cómo hacerlo.
-Si quieres te ayudo.
-Jajajaja mejor que en el tema Blas no te metas más. Puedes salir escaldado.
-Pues no sé cómo, la verdad.
-Quién sabe. Las cosas siempre pueden sorprenderte.
-Nada de vosotros dos puede sorprenderme ya.
-Nunca digas nunca, pequeño duendecillo.
-Jajajaja ¿qué tal el album?
-Oh, yo creo que me está quedando bien.
-Eso está bien.
-¿Se le veía bien? A Blas, digo.
-Sí, yo diría que sí.
-Hum, quiero verle. Hace mucho tiempo que no le veo.
-¿Quieres verle? Aquí le tienes, toma-dijo, cogiendo una foto de Blas y mía y poniéndomela en la cara.
-Eres tonto, en serio-dije, riéndome y apartando la foto de mi cara.
Las horas pasaban y ninguno nos movíamos de mi cuarto, yo seguía colocando fotos y él hablaba, le contestaba, reíamos y así.
Llamaron al timbre.
-JAJAJAJA CARLOS SUÉLTAME JAJAJAJAJA ¡Carlos que han llamado al timbre, suéltame! JAJAJAJAJA
Le di con el album en la cabeza para que me soltara.
-Te dije que en mi casa nada de cosquillas.
-¿Y en la mía?
Le amenacé con el album antes de cruzar el salón para ir a abrir la puerta.
Él me siguió, con una mano en la cabeza.
Abrí.
-Oh, hola Sara.
-¡Cris, hola! ¿No está mi prima?
-No, qué va. David la ha acompañado a la porra.
Se me quedó mirando raro.
-Bueno, da igual. Quería pedirte si podías dejarme algo de maquillaje.
-Claro mujer, pasa y vamos a ver qué tengo por ahí. ¿Es que vas a alguna parte?
Pero mira que a veces podía llegar a ser cotilla, y luego decía de Carmen.
Cruzamos el salón y ni rastro de Carlos.
Pero, ¿y este chaval dónde había metido?
-Sí, eh... Voy de cena con un antiguo amigo.
-Uhh, amigo, ¿eh?
-Sí, jajajaja.
-Eso está bien.
-¿No sales tú hoy?
-Nah, estoy haciendo el album, ya sabes. A tope. En el baño tengo las cosas, ¿si? Ahora voy.
-Claro.
Me puse a buscar a Carlos, que se me había perdido dentro de casa.
No estaba en ningún lado.
Al final lo encontré detrás del sillón. Al verme, se llevó un dedo a los labios como si indicara que guardara silencio.
¿Qué mosca le habría picado a este chaval? Pero mira que era raro, Álvaro tenía razón cuando lo decía.
Fui al baño con Sara.
-Me llevo esto, ¿vale? Te lo bajaré en cuanto pueda.
-Sin prisa, mujer, ¿no ves lo desastrosa que voy siempre? Nunca me pinto.
Ella se rió.
-Gracias, Cris.
-De nada, Sara. Para eso estamos. Pásatelo bien. Ah, si puedes, ¿podrías traérme una bolsa de chuches?
-¿Chuches?
-Es que me apetecen mucho y me da pereza bajar por ellas...
Se rió.
-Vale, te las traeré por ese mapa que Álvaro y yo no pudimos hacerte porque nos perdimos.
-Consideraré la deuda saldada, gracias.
Cuando le cerré la puerta pensé que había algo raro en todo aquello, aunque luego me encogí de hombros.
Bah, impresiones mías.
-Si nunca te pintas, es porque no te hace falta. Y no vas hecha un desastre.-dijo Carlos, saliendo de detrás del sillón.
-No me intentes halagar para distraer el tema. ¿Qué hacías escondido ahí?
-Pero si sólo decía la verdad...
-Que qué hacías escondido ahí.
-No quería que Sara me viera tan pronto contigo solos, imagínate que se lo dice a Blas o algo... Quiero que te perdone, no darle más razones para no hacerlo.
-Ah. Ah, entiendo. Has estado muy listo ahí. Gracias. ¿Volvemos a lo del album?
-¿Cuándo vas a terminarlo?
-Cuando esté acabado.
-Tiene sentido.
Mientras terminaba los últimos retoques, Carlos se lo pasaba en grande en Choco, pero en un determinado momento miró el reloj y se echó a reír, solo.
Me dio miedo pero el sonido de su risa me hizo reírme a mí.
-¿Cuál es el chiste, Carlos?
-Oh, nada, nada.
Mientras, en el 40 Café, Álvaro miraba el reloj y gruñía.
¿Dónde demonios se había metido Carlos? Se supone que habían quedado allí hacía ya casi veinte minutos.
Lo había llamado ya varias veces pero el muy idiota tenía el teléfono apagado.
Pensaba que, la próxima vez que lo viera, lo mataría.
Cavilaba sobre la mejor manera de matarlo cuando Sara llegó allí.
Ambos se miraron, sorprendidos.
Ninguno de ellos era la persona que esperaban encontrar allí.
-Eh, hola-dijo Álvaro, un poco descolocado.
-¡Hola! ¿Has visto a Carlos?
-¿Carlos, dices?
-Sí, he quedado aquí con él.
Álvaro resopló.
-No puede ser verdad...
-¿Qué pasa?-inquirió Sara.
-Yo también había quedado aquí con él, bueno, exactamente, hace veinte minutos que él debería haber llegado.
-Oh.
-Me da que nos la ha jugado a los dos. Será cabrón.
-Es decir, que quería que los dos nos viéramos.
-Pero este chaval es tonto, si quisiéramos vernos los dos, quedaríamos. ¿Qué gana él juntándonos? ¿Con qué fin?
-No lo sé.
-En fin... Ya le preguntaremos por qué es tan tonto. Ya que estamos aquí, ¿nos tomamos algo?
-Claro.
Después de sentarse en una mesa y de pedir algo, iniciaron una conversación.
-La idea de la encerrona en tu casa fue tuya, ¿verdad?-preguntó Álvaro.
-Sí. Carlos y Cris vinieron al Starbucks donde trabajo, hablé con ellos y se me ocurrió esa idea para ayudarlos.
-Fue algo bastante inteligente.
-Oh, gracias.
Recordaron con todo detalle lo que sucedió en la encerrona hasta que pidieron algo para cenar.
-Y cuando no nos querías dar las llaves... Jajajajaja Juro que pensé en tirarme por la ventana.
-Eres un exagerado.
-Yo qué va.
Durante la cena, un joven se acercó a ellos y le dio a Sara un golpecito en el hombro para que esta se girara.
Ella le miró sorprendida.
-¿Martín?
-¡Sara! Qué sorpresa encontrarte aquí.
Ella se levantó, le saludó y hablaron por unos minutos hasta que se dió cuenta que Álvaro les miraba un poco descolocado.
-Ay, Álvaro, perdona, se me ha ido. Os presento. Este es Martín, es mi ex. Martín, Álvaro.
-Un placer-dijo este, extendiendo la mano.
-El placer es mío.
Hablaron por un breve rato y se despidieron.
-Jesús-dijo Sara, sentándose-Pensé que no se iría nunca.
Álvaro se rió.
-Anda que cuentas nada, ¿eh?
-No hay mucho que contar sobre Martín y no quiero aburrirte.
-Eso nunca. Ya que el destino, digo, perdón, Carlos, nos ha juntado aquí, hablemos.
Sara sonrió.
-Pues salimos durante un año y medio y le acabé dejándole por celoso.
-Vaya con Martín, quién lo diría.
Siguieron conversando durante toda la cena, hasta que, al final de esta, tocaron el tema que, hasta entonces, había sido muy espinoso, pero ya parecía casi resuelto.
-¿Entonces vendréis al concierto?-quiso saber Álvaro.
-Sí. Cris quiere aprovechar para hablar con Blas tras este.
-Hace bien.
-Le di una idea, a ver si le sirve. Espero que la perdone, yo creo que lo hará.
-Y yo, pero, ¿siempre tienes ideas para todo?
Ella se rió.
-No lo sé.
-Si esta idea le funciona, algún día, cuando necesite una idea, serás la primera a la que te pregunte.
-Espero poder serte de ayuda si llega ese día.
-Claro que sí. ¿Y en qué consiste la idea?
-Le dije que hiciera un album de los dos.
-Sí, yo creo que funcionará. Si la encerrona funcionó, ¿por qué esto no?
-Espero que sí, de verdad.
-También yo.
Al salir del 40 Café, aún seguían dándole vueltas a por qué Carlos se la había jugado a los dos de esa manera.
-Llámale-dijo Sara.
-Es que no coge el teléfono, lo tiene apagado. Mm, supuestamente se fue con David y S a la casa de esta.
-¿A ver a Cris?
-Lo más probable.
-Bajé a su casa y estaba Cris sola, o al menos a él no le vi y ella no me dijo que estuviera.
-Quizá no quería que supieras que estaban solos o algo.
-Me suena raro.
-Llamaré a David mientras te acompaño a ver si sabe dónde está.
David confirmó lo que ellos se habían pensando.
-¿Carlos, dices? Sí, lo dejamos en casa con Cris, ¿por qué?
-Ah, nada, gracias David, es que quiero decirle algo pero no me coge el teléfono, se le habrá quedado en casa o algo.
-Qué desastre es, bueno, ya hablamos.
-Bueno-dijo Sara cuando Álvaro colgó-Puede que cuando yo fui, Carlos ya se hubiera ido.
-Permíteme dudarlo. Dudo mucho que la dejara sola y con el perro. Estaba allí con ella, estoy seguro.
-Tardé unos minutos más en llegar porque me paré a comprarle una bolsa de chuches que Cris me pidió. Podemos ir a dársela y ver si Carlos sigue allí o preguntarla.
-Venga, vamos.
En lo que a mí respecta, seguía con Carlos en casa, con el album acabado hacía rato.
-Anda que pedirle chuches a la chica...
-Es que me apetecen.
-Pudiste comprarlas cuando fuimos por el album.
-Es que en ese momento no me apetecían...
-Eh, ¿qué es esto?
-¡Carlos! ¿Por qué cotilleas en mis cosas?
-Ah, pero si es Sobrenatural en dvd.
-Te dije que la tenía.
Me miró poniendo ojitos y tendiéndome el dvd.
-Está bien, veremos algún capítulo.
-¡Sí!
Puse el dvd.
-Espera, ¿nos hacemos palomitas?
-¡Sí!
Corrimos a la cocina (nos divertía ir corriendo).
-Tú busca algo que beber en la nevera mientras caliento esto.
-¿Tú y un microondas? ¿Quieres que salgamos ardiendo?
-Carlos, eres tan gracioso que deberías ser humorista. Piénsalo, de verdad.
Él se rió.
Hicimos las palomitas, agarramos Coca Colas y fuimos al salón.
Nos sentamos juntos en el sillón y entonces Choco empezó a empujarnos y a querer meterse en medio de los dos, pero Carlos no le dejaba meterse entre nosotros, así que Choco le gruñía.
Yo me reí al verles a los dos pegarse por estar en medio, es decir, al lado mía.
-Choco joder que no, que tú ahí en la esquina.-le dijo Carlos.
Choco le ignoró.
-Choco haz caso de lo que te dice tu padre-le dije al perro, pero este me miró, ladeando la cabeza y se metió finalmente en medio de los dos.
Carlos estiró el brazo para coger palomitas, aceptando su derrota, me rozó el brazo y Choco le gruñó.
-Choco no me hagas esto.
Me partí de risa.
-No sé qué le pasa, nunca había hecho esto.
-Bueno ya está bien de tonterías, Choco, fuera.
Empujé al perro y este se lanzó al suelo.
Me miró mortalmente mal antes de tumbarse cual largo era en el suelo.
-Ale Carlos, dale al play.
-Ya me tengo que levantar yo...
-Date prisa que Choco te quita el sitio.
-Nooooooo.
Fue corriendo, le dio (no quise decirle que tenía el mando, porque verle así era más divertido) y se tiró sobre el sillón, a punto de aterrizar encima mía.
Vimos un par de capítulos (recordemos que cada capítulo duraba 40 minutos) mientras Choco intentaba mordernos los pies, yo creo que en venganza por lo ocurrido.
Pero qué rencoroso, oye.
-¿Cuándo crees que vendrá Sara con las chuches?-le pregunté cuando estaba recogiendo las cosas.
-Pero mira que eres, la pobre muchacha se va de cena y tú le pides chuches...
-¿Y tú cómo sabes que se iba de cena?
-Ah, pues, uh, lo oí. Estaba detrás del sillón, no sordo.
-Ah, cierto.
-¿Me repites la frase de antes? Es que no la recuerdo.
-¿Frase de antes? ¿Cuál?
-Esa de la presencia en tu vida era un regalo de todos los días.
Me reí.
-¿En verdad no te acuerdas o sólo quieres que vuelva a decírtela?
-Tengo mala cabeza, no me acuerdo.
-Vale pues yo tampoco.
-¿Qué?
-Que no me acuerdo ahora, cuando la recuerde, te lo diré.
-Jajajaja, está bien.
-Hay que sacar al perro loco este-dije, señalando a Choco con la cabeza-Pero no me apetece.
-Ahora lo haré yo antes de irme, aunque no se haya portado hoy bien conmigo.
-Está loco, Carlos, no le hagas caso.
-Salió a ti en eso entonces.
Llamaron al timbre.
-Se habrá dejado S las llaves o algo, no será la primera vez.
Como Carlos le dio a Choco con el pie para moverlo del sitio, este se revolvió,se tiró encima y se pusieron los dos de nuevo a luchar, así que fui a abrir preguntándome por qué no podía tener un perro y un amigo normales.
Me sorprendí al ver sobre mi felpudo a Sara y Álvaro.
-¡Anda, pero si sois vosotros! Qué sorpresa.
-Te traigo las chuches-dijo Sara, tendiéndome una bolsa.
-¡OHHH! Mil gracias, yo pensé que te lo habrías tomado a broma y no las traerías...
-Cómo no hacerlo.
-¿Está Carlos dentro?-preguntó Álvaro.
Se oyó a Choco ladrar dentro.
-¿Carlos? Pues... Si queréis pasar y comprobarlo...
Entraron los dos mientras yo fangileaba con mis chuches.
De verdad, a veces no sé qué pasaba con mi vida.
Choco vino a saludarles.
-Choco anda, busca a Carlos.-le pidió Álvaro.
Miré al perro pensando que, como estaba enfadado hoy con el niño, no le dolería nada delatarle.
Choco se puso a correr en círculos alrededor del sillón.
-Carlos, anda, sabemos que estás por aquí, no seas crío, no te vamos a hacer nada.-dijo Sara.
-¿Y cómo lo sabéis?-dije yo.
-Tiene su móvil sobre la mesa.-observó Álvaro.
-Oh.
Al final, Álvaro le encontró detrás del sillón.
-¿Qué hacías escondido, so melón?
Antes de que Carlos pudiera responder, le dio una colleja.
-¡Eh!-dije, metiéndome en medio-¿Se puede saber por qué le has pegado?
-¿Tú sabes lo que ha hecho?
-No, pero tampoco creo que sea para darle una colleja, ¿verdad que no?
Carlos me estaba mirando con ojitos de perrito, exagerando.
De verdad, este tío le echaba cuento a todo.
Iba a ser verdad lo de sus dotes de actor y eso.
-Quedó con los dos-dijo Álvaro, refiriéndose obviamente a Sara y a él-En cierto lugar a cierta hora para no presentarse luego y que estuviéramos los dos.
En ese momento recordé que Carlos se rió mirando el reloj. Debió de ser a la hora en que acordó quedar con ellos.
Empecé a darle yo a Carlos y este, sorprendido por mi reacción, al principio no intentó defenderse, pero Álvaro, aunque le había collejeado, aún no quería verle morir y me apartó.
-¿Y ahora por qué le das tú?
-Porque se puso a reír mirando el reloj y dijo que no era nada. Seguro que era la hora en que quedásteis. Odio que me mientan.
No era solo eso, sino que tenía razones para creer que Carlos lo había hecho por la apuesta que hicimos los dos, pero claro, no se lo iba a decir a Sara y Álvaro... Podríamos morir los dos esa noche.
Nos sentamos todos en el salón para que las cosas se calmaran, Carlos dijo que lo sentía y que sólo quería que hablarán más y yo le di con la bolsa de chuches, él me empujó y Álvaro nos tuvo que separar porque las cosas podían llegar a peor.
-¿Qué tal llevas el album, Cris?-me preguntó Sara para desviar el tema.
-¿Eh? ¡Ah! Ya lo he terminado.
-¿Puedo verlo? O si no quieres lo entendería...
-¡Claro, mujer! Te lo traigo, espera.
Fui a buscarlo a mi cuarto y se lo di.
-¿Puedo verlo yo también?-preguntó Álvaro.
-Claro que sí, paisano del alma.
-¿Y puedo sentarme a verlo con ella en ese sillón con la certeza de que cuando me levante vosotros dos-obvio Carlos y yo-no os mataréis?
-Por supuesto.
-Bien.
Álvarro y Sara se pusieron a ver las fotos y yo intenté abrir la bolsa de chuches, lo conseguí y me las comía, con Carlos mirándome con ojitos del Gato con Botas de Sherk para que le diera, pero a mi no me daba la gana, estaba enfadada con él.
Finalmente no pude resistirlo y le acabé dando unas cuantas.
-¿Y qué tal la cena?-preguntó Carlos.
Sara y Álvaro le taladraron con la mirada y él se calló, y se puso a quitarme la bolsa para cogerme más chuches, pero aún así, Álvaro le contestó.
-Nos lo hemos pasado muy bien, aparte de que nos hemos conocido un poco más tal y como tú querías y ahora sé a quién debo pedir consejo si lo necesito.
-Cuánto me alegro.
-¿Estas son fotos de París?-preguntó Sara.
-Sí-dijo Álvaro-Recuerdo esa tarde. Cuando Carlos se perdió en el bosque y luego jugamos al fútbol.
-Me hubiera gustado ir con vosotras a ese viaje, pero mi prima no me lo dijo...
-No te preocupes-le dije yo-Ya haremos más viajes.
Sara asintió.
-Me gusta mucho, y creo que a él también le gustará.
-Te perdonará-dijo Álvaro.
-Eso ya lo he dicho yo, ah.-dijo Carlos.
Todos nos lo quedamos mirando.
Quiso quitarme mi bolsa de chuches (ya quedaban tres tristes chuches... Si es que se las había comido todas él) y yo intentaba protegerla con mi vida mientras Sara le decía a Álvaro si podría ayudarla a enseñarle a Paco a hablar correctamente, que era más difícil de lo que pensaba.
Oímos cerrarse la puerta y Sigrid apareció por el salón.
-¡Anda! ¿Tanta gente por aquí?
-Somos un aquelarre-dije yo.
-Sí, de brujos pirujos.
-Bueno, nos vamos yendo ya-dijo Álvaro.
-Sí, yo también me voy.
-Eh, Carlos. Recuerda, el perro antes de irte-le dije.
-Ah, sí.
Sara y Álvaro se fueron, Carlos paseó al perro, lo trajo, se despidió y se marchó.
-¿Qué ha pasado aquí?-preguntó S.
-Si yo te contara... Carlos, que es un metepatas.
-¿Qué ha hecho ahora?
-Jugar a ser la Celestina, pero no debería hacerlo, si sabe cómo acabó esta. Muerta, ya sabes.
-Dios Cris, qué exagerada eres.
Le conté lo que pasó, le pregunté por David y, alegando que estaba cansada, me fui a la cama, aunque antes de acostarme, recordé que Carlos había puesto algo en el disco que quería que leyera después, por lo que lo cogí y lo miré.
"De tus secuestradores favoritos que no te abandonarán nunca"
Me reí.
¿Y por qué no pude leer eso en el momento?
Cogí el móvil.
"Bonita dedicatoria, jajaja. ¿Por qué no pude leerla delante tuya?"
"No sé, a lo mejor te reías, soy muy pavo para estas cosas :c"
"Anda ya"
"Que es verdad, eh D: Jajajaja"
"En fin... jajaja Me voy a dormir, ya hablamos :)"
"Vale, buenas noches :D"

Ya estaba totalmente acostada y espachurrada por culpa de Choco (mis intentos de echarle de la cama eran en vano, tendría que encerrarle con Sigrid en su cuarto) cuando cogí el móvil de nuevo.
"Tu sola presencia en mi vida ya es un regalo que me das todos los días."
Sin ver la respuesta, dejé el móvil y me dormí.
Pasó la semana y, con ella, los días.

Por una parte, tenía unas ganas enormes de que llegara el sábado, con él el concierto y así pudiera hablar con Blas, pero por otra parte, esa sola idea me aterraba, necesitaba más tiempo...
Finalmente, llegó el viernes, y estaba hecha un manojo de nervios.
En casa me ahogaba, necesitaba salir y hablar con alguien, pero, ¿con quién?
Una bombilla se iluminó en mi cabeza.
¡Pues claro, el paisano!
"Paisano míooooooooo :3 ¿Podemos quedar hoy? Así nos tomamos algo y hablamos, que te tengo muy descuidado D:"
La respuesta no se hizo esperar.
"¡Paisana! :) ¡Claro! Sí, y hablamos, que me tienes abandonado, no me quieres...;´("
"No seas dramático, anda, eh."

Acordamos la hora y el lugar al que iríamos y luego seguimos hablando hasta que dije que ya, que luego nos íbamos a quedar sin conversación.
Cuando se acercó la hora, me vestí, poniéndome un vestido blanco corto con un pequeño cinturón marrón en la cintura, mi chaqueta vaquera, unos tacones marrones y cogí un bolso.
-¿Adónde vas?-me preguntó S mientras me miraba el pelo en el espejo del hall.
-Nah, con Álvaro.
-Anda.
Me reí y le di un beso en la mejilla.
-¿Nos vemos luego, vale?
-Claro.
-Dale besitos de mi parte a David.
-Oh, claro que se los daré.
Le revolví el pelo y me fui.
Al bajar, Álvaro ya me estaba esperando en el portal.
Miré el reloj.
-Pero si aún no es la hora.-dije.
-Puntualidad. Aún tampoco es la hora.
-Puntualidad de paisanos.
Carmen asomó la cabeza por la portería.
La ignoramos y nos fuimos.
Dimos una vuelta y, cuando nos cansamos de andar por ahí (ambos temíamos serio miedo a perdernos) nos dirigimos hacia el bar donde habíamos quedado en ir porque era un sitio que pillaba no muy lejos de casa y Sigrid y yo solíamos ir. Al menos, antes.
Nos sentamos los dos juntos en una mesa y le conté mi principal preocupación, es decir, Blas.
Mientras, un poco antes, Carlos llamaba a casa de Sara.
-Oh, Carlos, ¿qué...?
-Vamos Sara, tienes una media hora para vestirte.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Ah, nada, te quiero invitar a cenar por lo de ayer con Álvaro. Lo siento mucho.
-Mm, bueno, está bien. Pasa mientras tanto.
-Vale, en el salón me quedo con Paco.
Los dos charlaron animadamente (Paco le insultaba y Carlos le insultaba más) mientras Sara se preparaba, hasta que esta entró en el salón, ya vestida.
-¿Ya estás? ¡Pues vámonos pues!
Parecía ser que Carlos tenía algún tipo de prisa, porque mientras andaban no hacía más que mirar el reloj y apretar el paso.
-Carlos, ¿adónde vamos, por qué corres tanto, adónde me llevas, es necesario correr? ¡Llevo tacones!
-Anda, ven-dijo, cogiéndole de la mano, tirando de ella-Que ya casi estamos.
-¿Pero adónde vamos?
-Ahora lo verás.
Mientras tanto, Álvaro y yo seguíamos hablando.
-Que sí mujer, ya lo verás. Lo haremos así y ya está.
-Ojalá funcione porque no quiero estar así siem...
Me quedé callada al ver aparecer por la puerta a Carlos y Sara.
Ya de por sí, aquello me mosqueó un poquillo por razones desconocidas, pero lo que me encendió por dentro fue ver que iban de la mano.
Estaban cogidos de la mano.
Me faltó poco para no darle un golpe a la mesa y volcara, pero Álvaro no tenía la culpa de aquello.
Este, dándose cuenta de mi mirada y la expresión de cabreo mortal que había en mi rostro, se giró y les vio.
No pude verle la cara, pero me hubiera gustado.
Sara, al verme, sonrió, pero cuando vio a Álvaro se quedó profundamente descolocada, miró a Carlos y pude oír cómo le decía "Otra vez, lo has hecho otra vez".
Carlos sólo sonreía.
Se dirigió hacia nosotros, aún llevándola de la mano y se detuvieron a nuestro lado.
Viendo que yo no decía nada (sabía que, si abría la boca, de ella no saldría nada bueno) Álvaro decidió decir algo.
-Bueno, ¿y qué hacéis aquí?
-Oh, nada-dijo Carlos- Pasábamos por aquí, os vimos y...
-¡Pero serás mentiroso!-le dijo Sara, soltándole-¡Tú has ido a buscarme a casa diciéndome que iríamos a cenar para disculparte por lo del otro día y vas y lo repites!
Me estaban entrando unos instintos asesinos que no sabía que yo pudiera llegar a sentir.
-Bueno, en cierta medida no he mentido, ¿no? Así estamos los cuatro. Os enfadásteis vosotros tres, por lo que estamos todos.
Yo seguía sin decir nada, me limitaba a estar furiosa por una parte y por otra a intentar controlarme. Además, intentaba convencerme que el motivo de mi enfado era que Carlos hubiera interrumpido cuando estaba con Álvaro, pero sabía que no era del todo por eso.
-Ya que estáis aquí, sentáos-dijo Álvaro.
Sara se sentó a mi lado y Carlos con Álvaro, aunque todos le mirábamos mal.
Qué metepatas que era, de verdad.
Se puso a hablar (solo, podríamos decir) porque nosotros le contestábamos con algún monosílabo o gruñido, bueno, le contestaban, porque yo le ignoraba completamente.
-Está bien, ¿lo siento, vale?-dijo en un arrebato de sinceridad-Siento todo lo que he hecho, pero no lo hice con mala intención.
Tras eso, Álvaro y Sara le hablaron y siguieron como si nada hubiera pasado, pero yo seguía enfadada y, cuando trataba de hablarme, o le ignoraba completamente o hablaba con Sara o Álvaro.
Me sonó el móvil y lo miré.
"¿Por qué me ignoras? XQ? XQ? XQ?"
Guardé el móvil, pero Carlos no desistió y este vibraba y vibraba, hasta que me cansé y respondí.
"Te ignoro porque me da la gana, ¿vale? Pues oc".
Se me quedó mirando desde el otro lado de la mesa.
-¿Podemos hablar?-dijo, finalmente.
Suspiré.
-Está bien.
Nos levantamos de la mesa.
-Ahora volvemos, nos os vayais, ¿eh?
-No, Carlos, tranquilo, no nos moveremos.
Los dos salimos fuera, a la entrada del bar.
Yo le miraba con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados.
-¿Qué te pasa?-preguntó-Dime.
-¿A ti qué te crees que me pasa, eh? Quedo con Álvaro, que me da igual con quién quedo, pero hoy ha sido él, estoy con él y de repente apareces tú con Sara y cogidos de la mano y...
-Ah, que estás celosa.
-...Pues claro yo estab...¿Qué?
Él sonreía.
-Es eso lo que te ha molestado, no que haya ido con Sara mientras estabas con Álvaro, sino que fuéramos cogidos de la mano.
Premio, él había acertado.

Mierda, odiaba ser previsible.
-No, eso no es verdad.
-¿Y por qué te tiembla la voz al decirlo?
Porque es verdad.
-Déjame, ¿vale? Me vuelvo dentro.
Dentro, Álvaro estaba bastante confundido por la situación.

-¿Crees que esos dos lo arreglarán?-dijo Sara.
-Quién sabe, se pasan así toda la vida. Si no lo hacen, siempre pueden pedirte a ti una idea. Seguro que les funcionará.
Ella se rió.
-¿Sabes? No sé por qué tiene Carlos tanto empeño en juntarnos.-dijo Álvaro, cavilando.
-Pues... No sé.
Sara enrojeció, pero en ese momento entré yo echa una furia y me dejé caer a su lado.
-Por el buen humor que llevas, deduzco que ya estáis bien los dos, ¿no?-dijo Álvaro.
Mi mirada de muerte súbita le hizo reírse.
Carlos tardó un minuto más en entrar.
Ninguno de los dos decíamos nada y todo el peso de la conversación recaía en Sara y Álvaro, hasta que este se cansó.
-Estoy cansado de esas caras largas y tonterías de este tipo, os vais fuera, habláis y volvéis.
No tuvimos otro remedio que salir.
-Oye, lo siento, ¿vale? No debí decirte lo de antes.-empezó él.
-Ah, al menos lo reconoces.
-Ya sabes que a veces soy muy tonto y sé que no debería haber venido hoy tampoco, pero sabía que si te llamaba, no querrías quedar solo conmigo.
-¿Ah, no? ¿Y tú qué sabes?
-¿Hubieras querido?
-Haberlo intentando. Quizá te hubieras sorprendido.
Él sonrió.
-Tengo otra cosa para ti. Pero esta es más personal.
Sacó lo que parecía ser otro disco envuelto.
-Ahora sí que es el disco de Falete. Estoy perdida.
Se rió.
-No, eso no es, mujer.
Lo cogí.
-Pero no lo abras hasta que estés en casa.
-¿Qué te tengo dicho de los regalos?
-Mm, lo único que sé es que mi presencia en tu vida ya es un regalo que te doy todos los días.
-Veo que te has aprendido la frase.
-Me gustó mucho.
-Como a mí el detalle del disco.
-Ah, entonces sé que este te gustará.
-¿Viene dedicado?
-Por supuesto.
-No puedo esperar a verlo.
-Ah, me has dicho que hasta casa nada.
-Jajajaja, está bien, te lo prometo.
Le di un abrazo, por lo que se sorprendió y, la verdad, me sorprendí yo misma también.
Mientras, Álvaro y Sara seguían en la mesa.
-Tengo ganas del concierto de mañana-le dijo esta.
-¿Ah, si?
-Sí. Será la primera vez que os escuche en directo.
-Entonces tendremos que hacerlo muy bien para no defraudarte.
-Seguro que si lo hacéis como siempre no lo hacéis.
Él se rió y en ese momento aparecimos nosotros.
-¿Ya todo arreglado?-dijo Álvaro.
-Ajá-dije yo, guardando el disco en el bolso.
Cenamos allí y pasamos el resto de la cena muy bien, hablando, riendo y, sobre todo, de muy buen rollo.
Nos acompañaron a casa, con la promesa de vernos al día siguiente.
-Pero venir, ¡eh!
-¡Qué sí Carlos, que sí! Qué cansino. La cosa está en que no sé dónde tengo las entradas...
-¡¿QUÉ?!
-Es broma. Están en el corcho pegadas, jajajaja. Te engañé.

Antes de despedirme de Sara y entrar en casa, acordé una hora con ella para mañana.
Una vez en casa, le conté a Sigrid lo que había pasado y, cuando tiré el bolso sobre la cama, recordé el regalo de Carlos.
Cogí y lo desenvolví.
Era un disco, pero sólo era de Carlos.
Uh, qué cosas más modernas.
Como bien había dicho, venía firmado.
"Porque te quiero"
Lo leí otra vez, pero, aparte de mi nombre, eso era lo que decían las tres palabras más que había.
Qué heavy me parecía.
Mañana tras el concierto y, que en teoría, Blas me hubiera perdonado, se lo agradecería.
Cuando desperté estaba muy nerviosa, los nervios de ayer, que se me habían olvidado, habían vuelto a mí hoy.
Tras mucho sin verle, por fin iba a volver a ver a Blas.
No cabía en mí de nerviosismo.
Conforme se acercaba la hora, me duché y le pedí a S que me alisara el pelo.
-¿Y eso?
-No lo sé, me apetece.
-Bueno, vale, si a mí no me cuesta nada y me gusta.
Con el pelo alisado, parecía el doble de largo.
Me enfundé en un vestido palabra de honor negro con falda corta amarilla, me puse mi caqueta de cuero negra y unos tacones negros.
También cogí un bolso de un tamaño apropiado para meter el album.
-S, ¿ya estás lista?
-¡Sí, ya voy!
-Te espero fuera.
Había quedado con Sara en el portal y, como no odía estarme quieta, bajé.
Iba vestida con un mono de pantalón corto y cuñas.
Esperamos a S y, cuando estuvo, nos fuimos las tres juntas.
Volvía a ser una sala no muy lejana, pero cuando entramos vimos que esta vez no había sillas y que había que quedarse de pie.
-Bueno, si me canso, vosotras dos os tunáis para cogerme en brazos, ¿si?-les dije a mis amigas.
Me daba que era que no.
-Cris, ¿tú crees que nos reconocerán?
-A ti no sé S, pero yo me alisé el pelo.
-Hala.
-De todas maneras, no lo creo.
Me equivoqué.
Lo que se hubiera reído Blas de verme rodeada de fangileantes.
Nos hicimos fotos y eso.
Una niña me pidió que le pidera una carta a Blas y yo le dije que claro que lo haría, mientras pensaba, para mis adentros, que ojalá luego todo saliera bien.
El concierto empezó y yo me emocioné especialmente al ver a Blas ahí, tan cerca, pero a la vez tan lejos de mí.
No podía dejar de desear que todo fuera bien después de esto.
Sigrid me dio un codazo.
-¡Ya te preocuparás por eso después, ahora disfruta!
Asentí y las tres bailamos, cantamos, hicimos fotos (creo yo que estaba perdiendo la vocación, tenía que recuperarla) y demás.
Cuando se acabó, seguimos el plan y esperamos la indicación de David, hasta que pudimos ir a verles.
-¿Qué tal?-le preguntó Álvaro a Sara.
-Como bien te dije, no me habéis defraudado.
-¡Bien!-dijo Carlos con los brazos al aire.
Más contento y explotaba de la felicidad, os lo digo yo.
Me quedé totalmente congelada cuando entré y vi a Blas ahí, sobre todo cuando nuestros ojos se encontraron.
Él no me dijo nada y yo a él, tampoco.
Pero, aún así, no podía dejar de mirarle.
Había pasado demasiado tiempo, o al menos así lo sentía yo y demasiadas cosas habían cambiado.
-Vámonos a tomar algo, aquí dentro más ya no aguanto-dijo Dani.
Blas alegó que no le apetecía, pero tras mucho insistir (Carlos y Dani a veces podían ser muy pesados cuando querían. ¿Dije a veces? Quise decir la mayor parte del tiempo) dijo que vale, que iría en un rato.
-Está bien, ¡pues vámonos!-dijo Carlos.
Salimos todos y yo me quedé en la puerta.
Después de muchos "ánimo, you can, que la fuerza te acompañe" y demás chorradas de mis amigos, se fueron, no sin antes Carlos enseñarme el pulgar hacia arriba y guiñarme un ojo.
Cuando se fueron, dejé pasar unos minutos, suspiré, y abrí la puerta.
Blas se sorprendió al verme allí.
-Hola. Sé que me dejaste muy claro que no querías volver a verme, pero no puedo desaparecer de tu vida así como así y es que tampoco quiero hacerlo.
Él sólo me miró.
-Quiero que me des una oportunidad para explicarme, aunque ya no sé qué decir, Carlos ya dijo bastante el otro día, por no decir todo, pero aún así, yo quería dar la cara. Además, antes una chica me pidió que te diera esto.
Le tendí la carta y él se acercó a mí para cogerla.
La observó y volvió a mirarme.
-Sabes que lo siento, estoy verdaderamente arrepentida. Nunca debió suceder, pero ahora tampoco puedo cambiarlo. Sabes que jamás quise hacerte daño. No... No puedo creerlo, llevo preparándome una semana para esto, pensando lo que debería decirte... Y ahora no me salen las palabras. Preferiría-dije, sacando el album-Que esto hablara por mí.
Dejó la carta, cogió el album y lo abrió.
No pensé que ocurriría lo que pasó cuando terminó de verlo.


Hello people! Aquí @Cris_Jbieber con el 29. En primer lugar, muchas gracias a todas las que me habéis felicitado por mi cumpleaños, como véis, yo escribo hasta este día y que me felictáis, os subo el capítulo este día también jajajaja. Lo segundo que espero que os guste y en tercer lugar sabéis que podéis seguirme en Twitter (@Cris_Jbieber ), seguir el Twitter oficial de la novela @FANS_ERN y que podéis seguir el blog bajo la foto del guapísimo de Blas, como así preguntarme en Ask cualquier cosa (CrisBieberHoranStyles)

Muchos besos :D
@Cris_Jbieber


















3 comentarios:

  1. Pero, por que me dejais con la intriga esta? No puede ser, yo hasta el proximo muero. Jajajajaj. Me ha encantado este capitulo, bueno como todos. Ya os habreis cansado de mi y de mis comentarios! Jajajaj Bueno, seguid asi que esta genial. Me ha encantado.

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  2. Madre mia pero que bien escribis, este capitulo me ha encantado, estare esperando el proximo con mucha ilusionn ;-)

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  3. Dios !! Que capitulazoo!! Porque me dejáis con esta intriga :'( . Seguir así chicas sois geniales me encanta!!Bueno y deciros que espero el próximo capitulo ansiosa.Un besazoo enorme.

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