miércoles, 6 de marzo de 2013

Capítulo 11: Un brindis por París.

-Cris-
Entramos las dos en el local.
Movía la cabeza de un lado a otro, tratando de verlo todo a la vez y localizar a los chicos, pero esto último sin resultado.
Estaba tan nerviosa que, sin querer, le apreté a Sigrid el brazo más de la cuenta.
-¡Ah, Cris!
-Discúlpame, te lo ruego.
Ella me miró, ceñuda.
Un vocabulario tan formal no era frecuente en mí.
Un chico alto, delgado, pero fuerte y calvo nos salió al encuentro.
-¿Entradas?
Yo pensé que entradas, él no tenía ninguna, pues era calvo.
Creo que algo muy gordo me pasaba, porque esto ya no era normal.
Sigrid le tendió las entradas, este las examinó y después se las devolvió.
-Es por allí-dijo, señalando unas sillas colocadas frente a una tarima.
Vaya, sin su ayuda, ni su indicación tan precisa, puede que nunca hubiera llegado a saber dónde se realizaba el concierto (por supuesto, esto es sarcasmo).
Las sillas no estaban numeradas y, como habíamos venido pronto, conseguimos sentarnos en dos sillas de la primera fila, al lado de un grupo de chicas que gritaban (aunque no había a nadie a quién gritar, seguro que sólo era por destrozar tímpanos ajenos) y agitaban pancartas con fotos.
Me percaté entonces de algo y le di un codazo a Sigrid.
-Eh, mira esa pancarta-dije, señalándosela.
-¿Cuál?
-Esa, la rosa.
-Si la chica dejara de agitarla, a lo mejor la vería... Ah, ya paró.
-Mira la foto de arriba a la izquierda.
-Pero... ¡Si esa foto la echaste tú!
-Exacto.
Y nos empezamos a reír.
Era una foto de todos los chicos bajo la torre Eiffel.
-Me siento importante, Sigrid. Una de mis fotos está siendo agitada en una pancarta por una niña fangileante.
-¿Si? Yo no.
Y eso me hizo reír.
-Al menos, ya vuelves a reírte. Hace días que no te oía reírte en serio.-comentó mi amiga.
-Sí, bueno, hace días que no dices cosas tan divertidas.
Me pegó en el brazo.
-¡Será posible...!
La gente empezó a llegar (gente, llámalo x, la mayoría eran chicas, pero, para nuestra sorpresa, también descubrimos algún que otro chico. De hecho, muchos agitaban pancartas con más fervor que algunas chicas) y las sillas a ocuparse.
-¿Ves, Sigrid? Teníamos que venir pronto para conseguir buen sitio. Y tú te querías quedarte ahí tres horas duchándote...
-Tú estás pidiendo colleja y yo, como te quiero, te la voy a conceder.
-Guárdatelo para Carlos. Lo valorará más.
Fue decir "Carlos" y la niña de al lado se puso a gritar más fuerte y a agitar su pancarta con más entusiasmo. Con tanto, que casi me mete el palo en el ojo.
Empecé a tener calor, así que me quité el sombrero y me abaniqué con él.
-Me gusta el conjunto que me he puesto, fue el que elegiste tú.-le dije a Sigrid.
-Ya te voy conociendo.
-Incluiste, además, el detalle del sombrero.
-Me he dado cuenta de que ya, prácticamente, no vives sin uno en la cabeza.
-Y los tacones son perfectos. Así ahora ya no podrán llamarnos enanas.
-Pues no, se tendrán que buscar otra cosa.
Reímos y me puse de nuevo el sombrero en la cabeza.
Me cansé de tanto abanicar.
-Sombrerita, ¿verdad?-me dijo la niña fangileante que antes casi me saca un ojo.
-Eh, ¿qué?
Ella me señaló el sombrero.
-Ah, sí. Claro.
Supongo que me había preguntado si me gustaban los sombreros, aunque, qué pregunta, de verdad, ¿no veía que llevaba uno puesto?
-Ah, qué bien. De mis amigas, yo era la única.
-Bueno, pues ya no estás sola en esto.
Pobre, tener amigas que no le gustasen los sombreros.
No le deseo ese mal a nadie.
Sigrid comentó que había chicas que tenían cosas pintadas en la cara y brazos tales como "Pastelita" o "Blue Heart" y yo le dije que no intentara entender, que el mundo estaba loco.
Entonces, como salidos de la nada, los cinco chicos se plantaron en el escenario.
Todo el mundo chilló y, cuando me quise dar cuenta, Sigrid y yo estábamos chillando también.
-Cuánto ha cambiado Carlos-comentó mi amiga, cuando ellos comenzaron a hablar y agradecernos que estuviéramos allí.
-Ya ves, ha sustituido su gorro normal por uno de lana.
-¿Eso quiere decir que te vas a pasar ahora a los gorros de lana?
Por toda respuesta se llevó una colleja que la calló por unos quince minutos.
La verdad es que no nos conocíamos las canciones, porque no les habíamos escuchado, pero decidimos que eso tenía que cambiar, aunque igual disfrutábamos con la música y sus voces.
Se oían muchos gritos durante las canciones, y Sigrid y yo no íbamos a ser menos y nos metimos en nuestro papel de niñas fangileantes.
-¡Dani, hermoso!
-¡BLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!
-¡Álvaro, guapo!
-¡David tío sexy!
-¡Carlos! ¡Melóooooooon!
Ellos, que yo creo que se habían percatado de nuestra presencia desde un principio, posaron la vista en nosotras, alterando a toda la gente sentada en un radio de veinte sillas alrededor nuestra que gritaron más alto y dieron pancartazos a diestro y siniestro.
En una de esas, en una canción lenta, creo recordar que David dijo que se llamaba "Para derribar los recuerdos", salté yo y grité.
-¡LA BLASA!
Entonces Carlos se empezó a reír y ya no hubo quien le parara.
La canción terminó y se seguía riendo (la verdad, cuando lo dije, tampoco quedaba mucho de la canción...) Todos le miraban, riéndose también.
Carlos había escondido la cara tras las manos, tratando de parar, pero ya me conocía yo esos ataques de risa (bien que los habíamos sufrido en París) y sabía lo peligrosos que eran.
-Bueno... Disculpad a Carlos, que no sabemos qué le pasa, pero... Bueno él es así-dijo Dani.
Lo malo fue que me contagió la risa a mí también y no podía parar de reírme en la primera fila.
-Sigrid ayuda que JAJAJAJAJAJA Por favor que JAJAJAJAJAJA Me estoy ahogando JAJAJAJAJAJA
Pero ella estaba igual que yo, riéndose.
Si es que La Blasa... Te hace reír aunque no estés viendo José Mota.
Decidieron seguir sin Carlos y las primeras notas de la siguiente canción me hicieron que parara de reírme al momento, nada más reconocerlas.
Era 1900.
Para cuando le llegó a Carlos el turno de su solo, ya se había recuperado del ataque de risa, aunque la cara roja no se la quitaba nadie.
-¡Venga Cris! ¡Canta! ¡Qué esta si nos la sabemos!-dijo Sigrid, dándome en el brazo mientras retomaba la canción, la cual cantaba.
Negué con la cabeza.
Ya no me apetecía cantar.
Me volvió a dar otro golpe.
-Mira, Blas nos saluda.
Levanté la cabeza del suelo.
Era cierto, agitaba la mano en nuestra dirección.
Repetí el gesto antes de volver a mirar al suelo.
Luego tomé aire para cantar el último estribillo.
"Esta obsesión, toma un sentido tan inmortal.
Jugando a destrozar el honor, las sombras que hacen de mi mitad,
una tragedia más"
Tras esa canción, anunciaron la última, que fue una tal "Don´t give up my game",en la que incluso nos levantamos de las sillas para bailar.
No solo nosotras dos, sino todo el mundo.
Incluso el calvo de la entrada estaba bailando, saltando como si estuviera poseído.
Una vez que se acabó, ellos se despidieron e, igual que aparecieron, desaparecieron de la tarima. Serían buenos magos, si no fueran cantantes.
La gente empezó a salir del lugar, supongo que para esperarles fuera, eso es lo que se hacía siempre, ¿no?
-Bueno, ¿y ahora qué?-dije.
No acababa de decirlo, cuando a ambas nos sonó el teléfono.
Mensaje de Blas en el grupo.
"No os vayáis, ¿eh?"
"Vaya, justo lo que íbamos a hacer" dijo Sigrid.
"NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO" dijo Carlos.
"Bueno, si insistes así, Carlos, no nos iremos..." dije yo, que por una vez, una mísera vez, me apiadaba de su alma.
"¿Quedamos en algún sitio? :)" Ese era Dani.
"¡Claro! ¿Dónde?"
"¿Qué os parece en el Starbucks de un par de calles más allá?" Sugirió Blas.
"STARBUCKS, STARBUCKS, STARBUCKS"
Adivinad quién fue esa.
En efecto, fui yo.
"JAJAJAJAJAJAJAJA"
Adivinad quién fue ese.
En efecto, fue Carlos.
"Vale, pues quedamos ahí" acordó Sigrid.
"Lo que no sabemos es cuánto tardaremos, ya sabéis, no sabemos cuánta gente habrá fuera... Pero iremos" Dijo David.
"Tranquilos, no nos asusta esperar, esperaremos lo que haga falta" les dije.
"Vamos para allá, luego nos vemos xx"
Salimos del local y vimos que todos estaban esperando a que ellos salieran.
Nosotras nos cogimos del brazo y nos fuimos saltando como Heidi, hasta que me tropecé con el tacón y casi nos matamos las dos. 
Después de eso, nos soltamos y fuimos andando normal.
Íbamos hablando de esa gente que esperaba para echarse una foto con ellos y nosotras habíamos quedado con ellos. No sé, nos parecía raro. Pero teníamos suerte. Mucha suerte, sin duda alguna.
Llegamos al Starbucks.
-¿Les esperamos fuera o dentro?-pregunté.
-Aquí fuera se está bien.
-Vale pues entro un momento.
-¿A?
-A dos cosas. Una, al baño. Dos, necesito mi dosis diaria de Franpuchinno.
-Eres una adicta a esta bebida.
-Sólo intento parecerme a Eleanor Calder.
Al final, Sigrid acabó pasando, ya que también quería ir al baño y se acabó comprando otro Franpuchinno. Y luego la adicta era yo, ¿sabéis?
-Parece que ya estás de mejor humor-comentó mi amiga, una vez que salimos fuera y nos apoyamos en el cristal del exterior del Starbucks.
-Sí, bueno... Hacerle reír a Carlos hasta casi morir anima a cualquiera.
-JAJAJAJAJAJAJAAJAJAJA. Dios, eres cruel.
-Soy Cris, es distinto.
Hablamos durante un rato, hasta que les vimos aparecer por el principio de la calle.
Nos dirigimos hacia ellos, sin esperar a que ellos llegaran.
-¡ABRAZO DE GRUPO!-dijo Blas, abriendo los brazos para abarcarnos a todos.
Y los siete nos fundimos en un gran abrazo de oso (o de Blas, que viene siendo lo mismo).
Luego recurrimos a los abrazos y dos besos individuales.
-¡Pero qué ven mis ojos! ¡Si es el marginado en Alicante!-dije, mirando a Carlos.
Álvaro se río con eso.
-Ja.Ja.Ja.-dijo Carlos.
-Oye que ha tenido gracia.
-Oh, sí, mucha. Por eso estoy tirado en el suelo, retorciéndome de la risa.
-A lo mejor prefieres retorcerte del dolor por el pago del secuestro...
-No os matéis y daros un abrazo, anda-dijo Sigrid, intentando poner paz en una lucha sin tregua.
-Bueno, venga, vale.
Así lo hicimos y luego pasé a Álvaro, que era el único que me faltaba.
-¿Qué os ha parecido el concierto?-nos preguntó este.
Antes de que pudiéramos contestar, alguien habló antes que nosotras.
-Tengo hambre.
Cómo no, era Carlos, fiel a su naturaleza.
-Qué raro se me hacía no escuchar eso a todas horas...-dije yo.
-Perdona, pero tú eres igual, siempre diciéndome "¡Sigrid, la cena!" y así.
Amigas que te traicionan delante de amigos a los que tú pretendes traicionar.
No te hagas fan.
Decidimos echar a andar para buscar un sitio donde cenar y, durante la cena, les contaríamos sobre el concierto y demás.
-Oye, una cosa...-dije- Antes una chica me preguntó si era sombrerita, ¿qué significa eso? ¿Tenéis vuestro propio idioma?
Los cinco se rieron.
Sigrid y yo no, claro, no sabíamos de qué iba la broma.
-¿Y tú qué le dijiste?-preguntó Carlos.
-¿Yo? Pues que sí, claro. Me gustan los sombreros.
Y entonces se empezó a reír en mi cara (y en la de Sigrid y, bueno, de todos los que estábamos allí).
-¿De qué te ríes? ¿Qué pasa? ¿Me ha insultado? ¡HABLA MALDITA SEA CON LO QUE TÚ HABLAS!
-Lo que le acabas de decir a la chica-me tradujo Álvaro- Es que te gusta Carlos.
Me di la vuelta y comencé a andar.
-¿Adónde vas?-preguntó Blas.
-Voy a buscar a esa chica y a decirle que le mentí, que de sombrerita sólo tengo el sombrero.
-JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJA.
Ese, el de la risa escandalosa, fue Dani.
Al final me convencieron para volver, después de que se creyeran que lo de sombrerita lo dije por pura ignorancia.
Seguimos andando.
-Entonces... ¿Qué eres? ¿Chiquitita?-dijo Carlos.
-Bueno, sí, soy pequeña...
-¡BLAS, ES CHIQUITITA!-dijo, señalándome.
-¿Qué? ¿Cómo? ¿Ahora que he dicho? Álvaro, traduce.
-Chiquititas se hacen llamar las que les gusta Blas, Blue hearts Dani, sombreritas Carlos, David pastelitas y Álvaro smilers.-dijo Sigrid.
Me quedé mirando a mi amiga con la mayor cara de traición jamás cometida que se puede poner.
-¿Qué? Lo he buscado-dijo, enseñándole el móvil.
Entonces me volví hacia Carlos y le empujé.
No se fue muy lejos.
-¡Deja de insinuar cosas que en verdad no estoy insinuando!
-¿Por qué?
-¡Porque no es cierto! Cállate y vete a reírte por ahí.
-Pero entonces no estaría callado.
La lógica de sus palabras me aplastó completamente.
Apreté el paso y me puse a caminar al lado de Dani e inicié una conversación con él.
-Carlos es tonto.-le dije.
-Dime algo que no sepa.
-No sé qué no sabes.
-¿Eh?
Y nos empezamos a reír.
-Acabo de caer en algo-dijo Álvaro.
-¿Si?-dijimos todos, deseosos de saber en lo que habría caído.
-¿Cómo es que no llevas la cámara?-me preguntó, mirándome.
-¡ES EL FIN DEL MUNDO!-gritó Carlos, allá por detrás, ya que hablaba con Sigrid.
Sería el fin de su vida como no se callara.
-Ah, no sé. No me apetecía echar fotos.
-Últimamente está muy rara-dijo Sigrid, mientras yo hacía gestos indicando que callara-No es la misma de siempre.
-¿Y eso por qué?-preguntó Blas.
-No es importante, no me pasa nada, estoy bien, Sigrid exagera.
-Cris, intentaste cocinar y casi nos quemas la casa.
-¡Yo te dije que vigilaras el fuego!
-¿Para hacer unas tostadas?
-¡Eso fue después!
Los chicos nos miraban como si estuviéramos locas y seguro que se les pasó por la cabeza parar a un taxi, subirse y marcharse sin mirar atrás, pero no lo hicieron. Básicamente, porque se lo estaban pasando bien.
-Además que alguna foto sí que hice. Con el móvil.
-Ah, bueno, entonces vale.
Y seguimos andando.
Le dejamos a Carlos que eligiera dónde quería cenar, pero como estaba indeciso entre tres sitios, cogimos el que a nosotros nos dio la gana y punto.
Era un italiano al que Sigrid y yo habíamos venido alguna vez (de esas veces que me tocaba cocinar a mí y no quería.)
Un camarero nos indicó una mesa del fondo y nosotros nos dirigimos hacia allí mientras me dedicaba a mirar las paredes por si habían cambiado las fotos, pero no, las mismas fotos desenfocadas y sin vida de Roma seguían allí, molestándome a la vista.
Me senté entre Sigrid y Álvaro, enfrente tenía a Dani y Carlos, David estaba en la otra esquina.
-Se llama José.-le dije a David.
-¿Quién?
-El camarero, a este sí me lo conozco.
Nos reímos de eso.
José vino, nos dio la carta y le pedimos las bebidas.
-¿Tú qué vas a pedir?-le pregunté a mi amiga.
-Ah, no sé...¿Tú?
-Te preguntaba porque no lo sé.
-¿Y si pedimos algo para las dos?
-Adelante-dije, cerrando la carta-Cualquier cosa que pidas, pues, estará bien.
José volvió con las bebidas, apuntó lo que le dijimos y se marchó con viento fresco.
-A ver, el concierto entonces-dije, recordando la promesa hecha a Álvaro.
-Tú me las vas a pagar-dijo Carlos, señalándome.
-¿Yo? Mal día, no llevo el monedero encima.
-Sí que lo llevas-dijo mi amiga.
-Sigrid, si me pagaran cada vez que me traicionas, sería más rica que Bill Gates.
Nos reímos.
-¿Y se puede saber por qué tengo que pagarte?
-Por lo de la Blasa de antes.
-No es mi culpa que te rieras. Pero bueno, vale, te pago. Sigrid, ¿cuándo demonios vas a darle el guantazo? Llevo esperando desde esta tarde.
-Más tarde, ahora hay testigos.
-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!-dijo Carlos, con una profunda cara de miedo intenso.
Tras dejarle traumatizado, seguimos comentando el concierto.
-Y en general muy bien, quitando los momentos de angustia en los que pensábamos que íbamos a perder un ojo por las pancartas.
-Esa eras tú, Cris.
-Sí, sobre todo yo.
Seguimos hablando de esto y lo otro.
Incluso volví a relatar lo sucedido en clase de fotografía con el trabajo y que saqué un notable alto.
Carlos se reía a más no poder.
-Y Cris pegó a un compañero-dijo Sigrid mientras relatábamos los sucesos de la semana.
-Ala-dijeron todos.
-No te veo yo usando la violencia-dijo Blas.
-Es que Pedro me quitó el sombrero. Vale que me robe bolis y gomas, pero el sombrero ni mirarlo. Le pegué un puñetazo en la cara.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJA.
Mientras José nos traía la comida, Álvaro recordaba lo sucedido cuando nos encontramos.
-¿Os acordais de los chinos esos? JAJAJAJAJAJA.
-Dios, fue buenísimo. Tenemos que hacerlo otra vez.
Sigrid había pedido una pizza para las dos, así que dejé que ella la cortara y después procedimos a cenar.
Yo tomé un trozo, lo puse en un plato y procedí a comérmelo con cuchillo y tenedor.
Los chicos me miraban.
-¿Qué?-dije al rato-¿Tengo monos en la cara?
-No, David está sentado al lado mío-dijo Dani, por lo que se llevó un trozo de pan en la cara (el que David le arrojó).
-La pizza se come con la mano-me dijo Carlos.
-Así os la coméis vosotros, yo no.
David estornudó, todos le dijimos "Jesús" y seguimos cenando.
Pasado un rato, alguien me dio una patada bajo la mesa.
Y otra.
-Carlos, ¿te estás quieto ya con las piernas?-dije, molesta.
-Es que no sé cómo ponerlas.
-Bueno, pues te las cortas, pero para ya.
A Dani le entró la risa con eso.
Una vez que acabamos, Dani se puso a hacer otra torre con los cubiertos (parece ser que no había aprendido la lección de lo sucedido en París) pero estaba vez contaba con la ayuda de Sigrid, que yo no sé aún cómo la engañó para que participara en tan arriesgada empresa.
Los demás nos quedamos mirando embobados cómo construían la torre, hasta que me sonó el móvil.
"Pásame el bolso, quiero chocolate".
Levanté la cabeza y me quedé mirando a Carlos.
"Ven tú a buscarlo".
"Está muy lejos, no alcanzo"
"Ah, se siente."
"Pásamelo :("
"Lo vienes tú a buscar. Yo no te voy a dar nada."
"¿Y qué paso? ¿Por encima de Álvaro?"
"O por debajo de la mesa, tú verás"
"Entonces me pisas"
"Oh, vaya, te has dado cuenta de mis intenciones..."
":( :( :("
"No me vas a dar pena, ¿sabes?"
"XQ? XQ? XQ?"
"Porque estoy enfadada contigo"
"¿Otra vez? ¿Cuántas van ya? ¿3787755576575 veces?"

En ese momento se les cayó la torre a Sigrid y a Dani (hay que decir que fue todo un mérito que aguantara tanto) mientras Blas le echaba una foto y todos emitieron un "ohhhhhh" de lástima.

"Las que vayan, me da igual"

"¿Y por qué?"
"Por..."
¿Y por qué estaba enfada con él? En realidad, estaba enfadada con el mundo.
"Por... Bueno, da igual, no importa. Ya no estoy enfadada :)"
"¿Entonces me das chocolate? :D"
"NO :) xx"
-Esto... Podéis hablar normal o si queréis secretismo nosotros nos cambiamos de mesa-dijo David, mirándonos a los dos.
La verdad, tenía su cosa vernos hablar por el teléfono cuando estábamos sentados enfrente.
-¿Qué? ¡No!-dije- Me está pidiendo el bolso. Las chocolatinas, ya sabéis.
-Pero no me da-dijo Carlos.
-No te las merecerás-dijo Álvaro.
-Pero yo sé algo que sí te mereces. ¿Sigrid?
-No, vale, no chocolatinas, lo entiendo.
Tras eso, ninguno queríamos nada de postre, así que llamamos a José, pagamos y salimos de allí.
Ver caminar a Carlos con las manos en los bolsillos y la mirada perdida me reblandeció el alma, así que busqué en el bolso, atrapé una de mis chocolatinas y apreté el paso para ponerme a su altura.
-Eh-le dije.
Él me miró y yo le tendí la chocolatina.
-Para ti.
Se me quedó mirando.
-¿De verdad?
-Sí, corre, antes de que cambie de opinión, ya sabes...
Se rió y la cogió.
La verdad, me sentía un poco mal por haberle dicho algunas cosas que le dije antes. Estaba enfadada con el mundo por algún motivo que  desconocía y lo estaba pagando con él porque... Porque era fácil.
-Siento lo de antes, ¿vale? Estoy... Algo rara últimamente y...
-Antes dijiste que no-dijo, mientras se peleaba con el envoltorio, tratando de abrir el chocolate.
-Sí, bueno, qué más da, el caso es que aunque esté enfadada no tengo por qué pagarlo contigo, ni con nadie, pero...
-Deja ya de disculparte conmigo, cada vez que me hablas es para pedirme perdón.
Le miré, recordando que eso fue lo que yo le dije en París.
Después le pegué en el hombro.
-¡Te dije que no me copiaras las frases!
De nuevo se rió, porque intenté sonar autoritaria, pero fallé.
-Bueno, te perdono. ¿Un trozo?-dijo, partiendo un trozo de la chocolatina.
-Mm, sí, gracias.
Cogí el trozo que me tendía y empecé a comérmelo.
-¿Sabes?-dijo él, mirando hacia delante, ya que nos habíamos quedado los últimos(es que le costó lo suyo abrir la chocolatina)-Somos los dos únicos con sombrero.
-Sí, pero tú me has traicionado, no llevas los que sueles llevar.
Se rió.
-Bueno, es que voy cambiando. ¿Nos los cambiamos?
-Este gorro tiene una cinta azul.
-Bueno, ¿y qué? Mi color favorito es el amarillo, pero no le hago ascos al azul.
-Tú verás...
Nos los cambiamos.
Me puse el gorro de lana, el cuál me tapó toda la cabeza y no vi nada.
-Tu gorro me ha comido la cabeza.
-JAJAJAJAJA Pero mujer, colócatelo. Así.
Y él me lo colocó y dobló para dejármelo más o menos decente, aunque me faltaba cabeza para llenar la parte de atrás del gorro y a él el sombrero no le terminaba de ajustar, pero en fin, yo ya le avisé y él decidió no escucharme.
Con la tontería esta de los gorros, nos habíamos quedado más atrás incluso y llegó un momento en que los perdimos.
-Ah, Dios mío, ¿dónde están?
-Se perdieron.
-A ver, tú que eres de aquí, llévame.-dijo él.
-¿Yo? A ver, sí, soy de aquí, pero mi sentido de la orientación... Es pésimo.
-¿No sabes dónde estamos?
-Me hago una ligera idea, pero...
Nos echamos a reír.
-¿No son esos de allí?-dije, señalando una mancha en la distancia.
-Pues... Sí.
-Venga, vamos.
Echamos a correr un trecho, pero estuve a punto de matarme con los tacones y el trozo que nos faltaba lo hicimos él muriéndose de la risa y yo con una cara de odio mortal.
-¿Qué pasó?-dijo Álvaro.
-Deja el pasado atrás y sigamos-dije, echando a andar.
Todos se miraron entre ellos, se encogieron de hombros y seguimos.
Decidimos jugar otra vez al juego de imitar a la gente que había por la calle.
Primero, Dani, para enseñar en qué consistía el juego, se puso a imitar a un señor que echaba fotos a diestro y siniestro.
David y Carlos se pusieron a imitar a dos señoras marujas muy bien vestidas que, al hablar, hacían gestos raros, Álvaro imitó a una chica que estaba sentada en una terraza de un bar leyendo un libro y Sigrid y yo imitamos a dos chicas chonis que se estaban peleando en la calle.
Tras eso, seguimos a lo nuestro.
-¿Queréis subir un rato a casa?-preguntó Sigrid.
-¡Sí!-dijo Carlos.
Nos dirigimos pues a casa.
-Hola, Carmen.-saludamos a la portera al pasar al portal.
Ella se nos quedó mirando más raro aún que el primer día (normal, estaba vez no nos faltaba ningún chico). Seguro que mañana todo el portal sabría de esto. 
Subimos a casa y Sigrid le hizo un tour guiado a Carlos por esta mientras los demás nos tirábamos encima del sofá del salón.
Les escuchamos hablar mientras tanto.
-Y este es... Mira que le dije a Cris que recogiera antes de irnos... El cuarto de Cris. Es un desastre, pero ella es así.
-JAJAJAJAJA.
Sigrid ya había desvelado otro de mis secretos mejor guardados, ah.
-Y este es el baño, la cocina... Una cosa. Si vives en Alicante, ¿dónde estás cuando vienes a Madrid?
-Ah, pues me quedo en casa de Dani. Ahí donde le ves es un ser hospitalario.
-¡A ver si vas a dormir esta noche en la calle!-le dijo este desde el salón, por lo que nos reímos.
Tras el tour, ambos vinieron al salón.
-¿Las fotos?-dijo Carlos.-Que yo no las he visto.
-Mm, vale. ¿Nos tomamos algo mientras?
-Vale pero nada de Franpuchinnos-me dijo mi amiga.
-Tranquila, Sigrid. Por desgracia, el Starbucks ya cerró.
Puse el pendrive que contenía las fotos en la tele, le di el mando a Carlos para que pasara las fotos a su gusto, ayudé a Sigrid a repartir Coca Colas y después me senté en el brazo del sillón, al lado de Blas, ya que no había más sitio en el sillón, pero tampoco pasaba nada.
Como nosotros ya habíamos visto las fotos, nos pusimos a hablar entre nosotros, mientras Carlos se partía de risa. Algún día, se iba a hacer daño en la mandíbula de tanto reírse, en serio.
Blas me pidió más detalles acerca de ese tal Pedro, y yo le conté lo ladrón y cansino que era.
Una vez que se acabaron las fotos, seguimos hablando y hablando, hasta que se hizo algo tarde.
-Oh, será mejor que nos vayamos. Debemos dejaros dormir-dijo Blas, tan considerado como siempre.
-Noooooooooooooooooo-dijimos las dos.
-Tranquilas, nos veremos pronto.-nos aseguró David.
-¿Y a ti?-dijimos, mirando a Carlos.
-A mí también, por supuesto.
-Ah, Sigrid, le debes algo a Carlos-recordé-No le dejes con su deuda.
-Oh, es cierto.
Y le dio un golpecillo que ni fue guantazo ni fue nada.
-¿Y eso? ¿Me quieres decir que llevo toda la tarde esperando para esto?
Todos nos reímos.
Nos despedimos en nuestra puerta, con dos besos y un abrazo individual.
Incluso a Carlos.
Tras eso, cerramos la puerta y Sigrid y yo volvíamos al salón cuando llamaron al timbre.
Fuimos a abrir y vimos que era Carlos.
-Que luego pasa lo que pasa-dijo, quitándose el sombrero de la cabeza y tendiéndomelo.
-Oh, cierto.
Le tendí el suyo, cogí el mío, se despidió de nuevo y se fue.
Ahora sí, volvimos al salón sin que nadie llamara a la puerta y nos dejamos caer sobre el sillón.
-¿Ya estás mejor de lo que quiera que te pasase?-me preguntó mi amiga.
Me lo pensé un momento.
-No. Pero no tiene importancia. Se me pasará. Será la regla.
-Claro.
Por supuesto, la respuesta de mi amiga era sarcasmo.
Recogimos un poco el salón y nos pusimos los pijamas.
Fui a la habitación de mi amiga mientras esta se metía en la cama y me senté en una esquina de esta.
-¿Crees que volveremos a verlos pronto?
-Ellos han dicho que sí, incluído Carlos, así que... ¿Por qué iban a mentirnos?
-Ah, no sé, pregunto... Me lo he pasado muy bien hoy.
-Y yo.
Suspiré y me levanté de la cama.
-Bueno, será mejor que durmamos. Veremos qué pasa mañana.
-Tienes razón. Hasta mañana.
-¡Hasta mañana!
Me fui a mi cuarto y me tumbé en la cama, pensando en hoy.
Y, aunque estaba mortalmente cansada y no sólo físicamente, tardé en dormirme.
Desperté al sonido del timbre de la puerta.
Me incorporé y miré el reloj.
Eran más de las once.
El timbre volvió a sonar.
Me levanté de la cama y caminé por el pasillo en dirección a la puerta, pero antes paré y me miré en el espejo del hall.
Qué pelos, Dios mío.
¿Con quién me había peleado yo?
El timbre volvió a sonar.
-¡Ya va, ya va!
Abrí la puerta, esperando encontrarme a Carmen, alguna vecina o incluso al cartero o mi hermano cuando me llevé la sorpresa de mi vida al ver a Auryn en mi felpudo.
-¿Vosotros?-dije, intentando arreglarme con la mano el pelo, aunque con frustrantes resultados.
-¡Traemos el desayuno!-dijo Carlos, mostrándome una bandeja que tenía bebidas que identifiqué como provenientes del Starbucks.
-Dios, os quiero a todos.
Se rieron.
-Bueno, pasad...-dije, haciéndome a un lado-Perdonad mi aspecto, pero me acabo de despertar.
-¿Y Sigrid?-preguntó David, mientras cerraba la puerta tras él.
-Pues... Supongo que no despertó todavía. ¿Queréis despertarla vosotros? Quizá a vosotros no os pegue como a mí si lo hacéis.
-¡Ya voy yo!-dijo Carlos, dándome la bandeja con las bebidas y yendo volando al cuarto de Sigrid.
Este chico, culo inquieto.
Siempre tan dispuesto a todo.
-¡Yo voy también!-dijo David.
Los demás pasamos al salón y dejé la bandeja en la mesa.
Blas también dejó otra bandeja, la cual estaba envuelta.
-¿Y esto qué es?-pregunté, con curiosidad.
-Míralo tú misma.-me dijo.
Así lo hice.
-¡Oh! ¡Son croissants! Oh, Dios, ¿dije que os quería?
Dani y Blas se rieron mientras Álvaro intentaba atacar los croissants.
-¡ABRAZO!-dije y los abracé a los tres.
En ese momento vimos como Carlos y David sacaban en volandas a Sigrid de la habitación y la dejaban en el sillón.
-No tenía intención de levantarse-explicó David.
-Así que le ayudamos-dijo Carlos.
Todos nos reímos mientras Sigrid se desperezaba.
-Qué buena forma de empezar el día, ¿eh?-dije, tendiéndole un Franpuchinno a mi amiga.
Ella se rió mientras lo cogía.
-¡Hagamos un brindis!-dijo Carlos.
-¿Un brindis por qué?-preguntó Álvaro.
-Por mí mismo, qué importa eso, lo importante es brindar.
Todos nos reímos del comentario de Carlos.
Yo me lo pensé un momento.
-Brindemos por París. Después de todo, allí nos conocimos.
A todos les agradó mi idea.
-¡Por Paris!-brindamos con las bebidas del Starbuscks.
Y eso me recordó a una frase de 1900: "Y aunque París se apagó, sigue latente esta historia de dos".


¡Hola! Aquí @CrisSombrerita :) ¿Os gustó el capítulo? ¿Qué tal la novela? 
Si sois nuevas lectoras ya sabéis que podéis decirme que os avisemos cuando suba,que, de verdad, no me supone ninguna molestia. Y, bueno... ¿Qué decir más? Que me pongo a hablar como @CarlosAuryn y no hay quién me calle, ah, sí, una última cosa, os agradeceríamos mucho que pasárais la novela a más auryners que conozcáis :)


3 comentarios:

  1. Me encantaa esta geniial! Es que no puedo parar de leerla! Que le pasara a Cris? Se lo dira a Sigrid? Como reaccionara Sigrid al saberlo? Dioos son muchaas preguntaas ! Ahhh \! Por cierto me encanta la novela esta geniaaaal. Con muchas ganas del siguiente. Seguid asi :D 1bsoo @DeeaGabriela699

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  2. Perdón. Perdón. Perdón y perdón por no comentaros en el anterior cap. Mi amante el examen de Hsitoria del Arte me quitó todo el tiempo...
    Pero... AQUÍ ESTOY OTRA VEZ PARA MOLESTAR <3
    Bueno bueno, yo queriendo ser Sigrig y Cris para estar en un concierto de los chicos. alksdnslajsnfjksdf *_* http://25.media.tumblr.com/tumblr_m7tevamsIY1r45egno1_500.gif
    OH gosh, me he reído hasta yo en el momento de LA BLASAAAAAAAAAAAAA JAJAJAJAJAJAJA. Lo bueno es que me siento identificada con esos ataques de risa tan largos porque a mi me pasa igual siempre. Es mortal... Ay, las drogas.. OOOOOOK no.
    Sigrid en este capítulo es la ídola, me hago fan por ser amiga traidora, en serio, ma' matao'.
    Lo que me gustaría a mi que esta novela se hiciera realidad y yo fuera Sigrid o Cris para quedar con los chicos después de un concierto, es como: BITCH PLS, SOY AMIGA DE AURYN. JAJAJAJAJA.
    Ah, debo avisaros, de que como en el próximo capítulo no se averigüe nada de lo que le pasa a Cris volarán cabezas, con amor, pero volarán. Yo tengo teorias ya pensadas, pero son eso, teorias, y necesito saber ya la respuesta ssdlkjsdnfjksdnf.
    Sois crueles.
    Y ah, yo también quiero que los chicos me traigan el desayuno a casa. Así en plan bonito todo *_*
    Resumiendo: ¿Quieres una vida perfecta? PON UNOS AURYN EN ELLA (????????)
    Se nota que son las 23:30 pasadas de la noche y el sueño se apodera de mi ser cruelmente, si no se nota yo lo hago...
    Dicho esto, debo irme yendo because mañana hay que ir a la cárcel (más conocido como instituto :3)
    Otro capítulo perfecto, pero bueno, como de costumbre.
    Os haceis querer chicas.
    Espero el siguiente con ansias (Inserte Carlos deseoso de chocolate aquí)

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    1. Jajajajaj Estoy con Lauraa! Sois cruelees nos dejais con la intrigaa! Jajajaj! :D

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