lunes, 4 de marzo de 2013

Capítulo 10: Sentimientos ocultos.

-Sigrid-
Era martes por la mañana y yo había dormido lo suficiente para seguir teniendo cara de zombie.
Cris ya se había levantado, antes que yo, y eso era raro en ella.
Si se despertaba antes que yo significaba dos cosas:
1. Qué estaba preocupada por algo.
2. Qué al estar preocupada por ese algo ella no pudo dormir.
Y eso me preocupaba a mi.
Si no fuese tan complicada, descubriría en un momento lo que le ocurría, pero no tenía esa capacidad. (Por desgracia)
Preparé la mochila y cogí mi estuche de One Direction (¡Me gustan! A Cris, Justin y a mi, One Direction).
Fui a la cocina y ahí estaba Cris. Con una taza de Cola Cao mirando a un punto fijo.
-Cris, ¿de verdad que no te pasa nada?
Ella se sobresaltó y me miró.
-Si, si, de verdad.
Yo me encogí de hombros. Si esta niña te dice que si, no hay que intentar sacarle nada, aunque sepas que es mentira.
Me puse el Cola Cao y cogí un vaso de zumo.
Me lo tomé y, cuando Cris se lo terminó, nos encaminamos a la puerta.
-¡Espera!
Yo la miré. Siempre se olvidaba algo.
Al momento vino con un sombrero en la cabeza.
-Ya podemos ir.
Abrí la puerta y nos aseguramos varias veces de que las dos teníamos todo.
Nos fuimos a la universidad y justo a la hora, cuando sonaba el timbre.
Cada una nos fuimos corriendo a nuestra clase, pero yo aún seguía pensando en lo que le pasaba a Cris.
Me senté al lado de Ashley.
Le tenía un asco inmenso a esa chica. Era de las de “Mira que guapa soy y que tipo tengo” y odiaba ese tipo de chicas. Esa es una de las muchas cosas que Cris y yo teníamos en común. (Y mira que hay muchas...)
-¿No viene el profesor?-dije.
-¿Ves que aquí esta el profesor?-me dijo Ashley.-Pues entonces no ha venido todavía.
-Tranquila, rubia, eh.
-¡QUÉ NO ME LLAMES RUBIA!
-Vale, Ash, vale.
Ella me taladró con la mirada.
No le gustaba nada que yo la llamase así.
Entonces, justo cuando me iba a pegar otro gritó, vino un profesor de guardia para darnos una noticia fatal.
-El profesor ha tenido un accidente de tráfico y esta en el hospital. Le están operando de una pequeña fractura, que, aunque sea pequeña, es muy grave, y estará en el hospital el resto del curso. Mientras tanto, el profesor que lo sustituya será el profesor Malaspulgas.
Entró por la puerta un hombre que parecía un armario empotrado, como el que me comentó Cris que se encontraron ella y Carlos en el ascensor del hotel.
-Adiós chicos.-se despidió el otro profesor.
Armario Empotrado, digo, el señor Malaspulgas, dio un golpe en la mesa.
-¡Muy bien!-dijo.-Todo el mundo sentado en su sitio. No quiero oír una palabra.
Se que teníais una obra con el profesor, el señor Delgado, pero, conmigo, no haréis ninguna obra. Haréis un examen semestral.
No me lo podía creer.
Me sumí en la tristeza, casi me muero. (Bueno, tal vez este exagerando)
¿Qué tal le iría a Cris? Seguramente seguiría sumida en sus pensamientos.
-Cris-
Miré el reloj con impaciencia.
Nada, el tiempo no avanzaba.
No sabía a ciencia cierta a qué exactamente estaba esperando. Si era para que las clases acabaran, quedaba no demasiado tiempo. Si era al viernes, quedaba demasiado.
Suspiré y me cubrí la cara con las manos.
¿Por cuánto tiempo podría seguir mintiéndole a Sigrid? Si es que a lo que yo hago le podemos llamar mentir... No, quizá sería mejor decir, ¿por cuánto tiempo podía evitar el contárselo? Pero, ¿contarle el qué? Aún no sabía lo que me pasaba. Sí, vale, tenía que ver con el vídeo, pero, ¿qué era exactamente? Quizá tendría que volver a verlo para... Ni en sueños. No quería acabar mal otra vez, no importa el motivo que fuera. 
Ya lo descubriría con el tiempo, dándole vueltas.
Sonó el timbre, recogí mis cosas y me encaminé rápidamente a la clase de fotografía. Había mucha gente por los pasillos y no me apetecía ir esquivándolos, así que me puse a empujar sin control para hacerme un espacio por el cuál poder pasar.
Cuando me entristecía y no sabía el motivo, por lo general, me entraba muy mala leche, aparte de la que ya tenía.
A mi paso, mucha gente me decía "¡Eh! ¿Qué haces? ¡Oye ten más cuidado! Payasa..." pero yo les ignoraba. Me hallaba sumida en mi mundo, debatiendo el qué sería aquello que me hacía encontrarme de esta manera.
Entré en la clase de fotografía y el profesor me saludó llamándome por mi apellido.
Genial, vamos.
Me senté al lado de Pedro, el cual miraba a la pared.
Estábamos esperando a que vinieran nuestros demás compañeros (en realidad al profesor seguro que no le daba la gana de empezar todavía la clase) cuando Pedro me quitó el sombrero de la cabeza.
-¿Por qué llevas esto?
-Trae, dámelo.
-¿No sabes que no se pueden traer gorros a clase?-dijo, poniéndoselo en la cara.
-¿Y a ti nadie te ha dicho que robar y ser un pesado es delito? Dámelo.
-¿Qué pretendes con el sombrero en clase? Si aquí dentro no hace sol.
-Pretendo lo que me de la gana pretender, dámelo.
-¿Me queda bien?
En ese momento me acordé de aquel primer día en París, cuando el coche se nos rompió y los chicos nos recogieron. Cuando me probé el gorro de Carlos y dije "¿Me queda bien?".
Y entonces le solté a Pedro un puñetazo en la cara, le quité el gorro y me lo puse de nuevo en la cabeza.
-¡Ah!-gritó él.
-¿Qué ha pasado?-dijo el profesor Peinado.
-Me ha pegado un puñetazo.-dijo, acusándome.
-¿Yo? ¿No eres un poco mayor para ir acusando en falso?
-Pero...
-¿Te callas?
Peinado fue a decir algo, seguramente que le diera otro puñetazo, pero el resto de los compañeros entró y se le olvidó.
-Tocas el gorro otra vez y mueres. ¡Y no me robes las cosas!
Pedro asintió, aunque sin mirarme.
Me desmoroné mentalmente cuando Peinado anunció que tenía los resultados de los trabajos de ayer. Genial, fantástico, divino. Un suspenso bien grande para rematar mi día.
-Vila, notable alto.
-¿Eh?
-Dije notable alto.
-Ah, vale.
-Gaes-dijo el chico que estaba sentado delante.
Cuando Peinado no miró, le pegué una colleja.
Luego, caí en la cuenta.
Notable alto. Había sacado una buena nota aún con las fotos de los chicos en el trabajo y, encima, era de las mejores notas (Pedro suspendió, no era para menos).
Y entonces me eché a reír, hasta que recordé el vídeo y la risa se me apagó de repente.
-End-
Sonó el timbre pero nadie se movió de su sitio.
El profesor Malaspulgas dijo que nos teníamos que quedar diez minutos más para que nos diese las nuevas normas de la clase.
Avisé a Cris por WA.
“Tía, espérame en la salida diez minutos.”
“¿Qué? ¿Por qué?” dijo.
“El nuevo profesor, el señor Malaspulgas, no nos deja salir hasta que nos dé las nuevas normas.”
“Joder... vale, hasta ahora.”
-¿Lo ha entendido todo Gutiérrez?
Yo me sobresalté.
-Claro, si si.
-Está bien. Os podéis ir.
Menos mal que había tardado menos.
Iba por los pasillos hasta la salida refunfuñando y maldiciendo por lo bajo al señor Malaspulgas y el maldito día en el que nació.
Salí afuera, aún refunfuñando.
-¿Y esa cara?-dijo mi amiga.
-La que tengo siempre.
-No me jodas Sigrid.-dijo Cris.-En serio, dime que te pasa.
Yo suspiré.
-Nada.
Ella me miró.
-Pues que a mi profesor le ha pasado no sé qué en la espalda, vamos, es que no me interesa, y entonces viene un profesor con una mala ostia impresionante y nos dice que no va a haber obra. ¡Olé sus huevos!
Mi amiga me miraba raro.
-Tía, cada vez que te pones de mala leche, sueltas todo lo que piensas eh.
-Lo sé.
-¡EGOOOOOOOOOOO!-gritó Cris.
Nos encaminamos a casa.
Ya se me había pasado la mala leche así que Cris empezó a hablarme de nuevo.
Era una de nuestras normas.
Sí nos cabreábamos, no nos hablábamos hasta tranquilizarnos, aunque no se si era una norma.
-¿Qué nos pondremos el viernes?
-No lo sé. No tenemos nada, y eso que tenemos ropa...
Nos miramos.
-¡TARDE DE COMPRAS!
Las dos reímos.
Era guay ser la mejor amiga de Cris, porque cuando estabas muy, muy mal, ella siempre estaba ahí para consolarte, aunque estuvieses cabreada.
Llegamos a casa y nos pusimos a comer.
-Comida hecha, que bien.
-Si quieres cocinas tú.-dije riéndome.
-¡BIEN, COMIDA HECHA!
Yo me reí.
Se podía decir, y puedo decir ahora, que la comida hecha era y es la mejor amiga de Cris. (Aunque a mi me quiere mas)
Después de comer nos vestimos lo más rápido que pudimos.
-¿Dónde vas con eso?-le dije.
-¿Qué? ¿No te gusta?-dijo, mirándose sus leggins de leopardo.
-No, no, yo no digo nada. Digo que no es normal en ti.
Salimos a la calle y nos dirigimos al centro comercial andando, porque Cris todavía no tenía coche.
-Yo no sé porque no te compras un coche.-dije.
-¿Por qué no hay dinero?
-Se lo puedes pedir al señor Mateo, seguro que te lo da por tu cara bonita.
-Ala lo que me ha dicho.-dijo.
Llegamos al centro comercial.
-¿Qué buscamos?
-Em... un conjunto cómodo y formal.-dijo mi amiga.
-Vale. Tú ve a esa tienda y compra un conjunto por piezas y otro de vestido. Yo haré lo mismo en esa tienda.
-¿Para qué dos?
-Porque así, el que mas nos guste de los cuatro elegimos. Si cogemos un vestido cada una y uno por piezas cada una, mejor, así, no hay problema.
-Ah, vale.
Fui a la tienda de ropa mas cercana y empecé a elegir ropa.
-Este puede valer... Y este es muy bonito... Y esta de aquí quedará bien por encima. Estos conjuntarán bien con lo demás. Genial, tengo el primer conjunto. Vamos por el segundo.
Fui a la zona de los vestidos.
-Este es bonito... con esta... y este... y esto... y esta... Ya esta.
Pagué lo que había comprado y al mismo tiempo que salía yo, salía Cris.
-¿Lo tienes?-dijo.
-Sep. Vamos.
Salimos del centro comercial.
-Tengo hambre. Vamos a comer algo, por fa.-dijo Cris poniéndome ojitos.
Yo la miré.
-Venga, valee...
Fuimos al Starbucks más cercano que había.
Nos pusimos en la cola. Bueno, me puse yo, porque Cris pilló mesa.
-¿Qué desea?-dijo el dependiente.
-Dos frapuchinnos.
Esperé un rato y al momento, me los dio.
-Gracias.-dije mientras le pagaba.
Me salí de la cola y me dirigí a la mesa, donde esta Cris.
-¡Oh, gracias!-dijo.
-A ver, es martes, nos quedan tres días escasos para prepararnos.
-Si, prepararnos... Si ya tenemos la ropa.-dijo Cris.-Con eso basta.
-Ya lo sé. Pero quiero que vayamos bien.
-Uhhh, ¿por qué?
-Por que... si y punto.-dije.
Nos tomamos el frapuchinno y nos quedamos hablando un rato.
-Anda, vámonos de aquí, que me agobio.
Nos levantamos y nos fuimos, pero no queríamos ir a casa, así que nos pusimos a jugar por la calle y al rato nos encontramos a Álvaro y Dani.
-¡Hombre! ¿Cómo vosotras por aquí?
-En todo caso sería “¡Mujer!”, eh Dani, no nos cambies el sexo.-dije.
-JAJAJAJA
-¿Qué tal, chicos?- dijo mi amiga.
-Oh, bien bien. Hemos salido a dar una vuelta, estamos muy aburridos en casa.
-Ya, y nosotras.
Se fijaron en nuestras bolsas.
-¿Qué lleváis ahí?-dijo Dani.
-Oh,-dije.-nada nada. Tranquilo.
-¡Déjame verlo Sigrid!-dijo Dani haciéndome pucheros.
-No, no.-dije.-Hasta el viernes nada.
-Jo.
-Tío, nos aburrimos mucho y no queremos ir a casa, ¿qué hacemos?-dijo mi amiga.
Dani y Álvaro se miraron con una cara maliciosa.
-Si no tenéis vergüenza, podemos hacer un juego.-dijo Álvaro.
-Nosotras no hemos conocido la vergüenza.-dije.
-Eso.-me secundó mi amiga.
-Bueno, el juego trata de que tenéis que ir por la calle e imitar a la gente. Da igual si no les conocéis, pero tenéis que hacer lo que ellos hagan.
-Venga, va.-dije.-Empiezo yo.
Vi a un hombre en una caja de ahorros así que me dirigí a él.
Estaba sacando dinero, dando a los botones, así que yo hice lo mismo.
Me miraba como si estuviese loca, como si no tuviese remedio y razones no le faltaban.
Después de un rato volví con los demás.
-¿Qué, bien?
-Oh si. Me miraba como si estuviese loca, pero me da igual, ah.
-Tu famoso “ah” al final de la frase.-dijo Álvaro.
-Seeeeeeep. Pero en realidad es de Cris, yo solo se lo he robado.
Todos nos reímos de eso.
Después le tocó a Cris.
-¿Y yo que hago?
-Ve dónde ese señor con Dani que esta sacando la foto a otro chico y hacéis lo mismo.-dijo Álvaro.
-Vale.
Al parecer eran dos chinos. (O eso parecía, que podían ser coreanos o japoneses...)
Uno estaba posando (que ese es del que hacía Cris) y otro tomando la foto (que ese era Dani)
El chino no se lo tomó nada bien. Mas que nada, se fueron de ahí, perseguidos por Cris y Dani.
-JAJAJAJA POBRES CHINOS JAJAJAJAJA-nos reíamos yo y Álvaro.-JAJAJAJA
Después de pasar la tarde de risa en risa, se ofrecieron a acompañarnos a casa.
-Oh, gracias chicos.-dijo mi amiga.
Subimos en el ascensor, mirándonos y riéndonos, porque nos acordábamos de lo de los señores.
-Vamos a ver...-dije.-Saca los conjuntos y ponlos encima de la cama, quiero verlos.
-Jo, que prisas.
-Es que quiero verlos, me hace ilu.-dije dando palmaditas.
Los sacó y los puso encima de la cama.

Ya decidiríamos esa misma noche.
Los siguientes tres días no hicimos nada importante, era lo que todos los días, levantarse, universidad, profesores...
Cris seguía rayada, y seguía sin querer contármelo.
Estaba muy mal. Lo sé porque quería cocinar y casi quema la cocina.
Un día la reñí.
“-Cris, no puedes estar para siempre deprimida y abatida. Tienes que quitar eso de la cabeza que no me quieres contar. Comprendo que no me lo quieras contar, pero si no, no podré ayudarte.
-Déjame. Quiero pensar.
-Muy bien Cris, haz lo que quieras. Siempre estaré a tu lado, pero llegará un momento en el que yo no te pueda ayudar porque no me dices lo que te pasa.”
Los días siguientes no mostró cambió alguno.
Y yo cada día me preocupaba más.
Llegó el viernes y bueno, Cris mejoró algo, pero no todo lo que yo quería.
-¡Vamos! Último día, ¡yuju!
Yo me reí. Esta chica estaba muy ilusionada con el concierto.
Nos fuimos a la universidad.
Y en clase, me llevé la alegría de mi vida.
-El profesor Delgado volverá en unas semanas.-dijo el profesor Malaspulgas.-Pero igualmente no hay obra.
Me daba igual que no hubiese obra, lo importante es que volvía.
Las horas siguientes se me pasaron volando.
Adivinad quién me habló por WA.
“Tengo hambreeeeeeeeeeeeeeeeeee.”
“Tú siempre tienes hambre, Carlos.” le dijo Cris.
“Y si no ya sabes.” le dije.
“NOOOOOOOOO, LOS CODOOOOOOS NOOOOOOOO.”
“Siii, los codos sii.” dijo Cris.
“¿Te callas?”
“JAJAJAJAJAJAJA” nos reímos Cris y yo.
“Te dejamos, Carlos, nos tenemos que preparar. Byee!”
“Byee.” le dijo Cris.
Y le dejamos ahí, hablando solo. Lo sabíamos porque nos vibraban los teléfonos.
Llego la tarde, las cuatro y media, mas o menos, y Cris y yo ya estábamos en casa.
-¡Vamos a prepararnos! ¿Ya has elegido vestido?-dije.
-Bueno, vestido... He elegido el azul por piezas. ¿Y tú?
-Yo el vestido rosa, me encantó.
-Pues vamos a vestirnos.-dijo mi amiga.
-CHST. ¡ESPERA!
-¿Quéeeeeeeeee?-dijo ella vacilona.
-Primero nos duchamos.
Ella ahogo un grito y me pegó una colleja.
-¡Y LUEGO DICES DE MÍ! ¡CASI ME MATAS!
Ella se fue riendo a la ducha mientras esquivaba un zapato que le lanzaba.
Al rato salió.
-Ala, ya lo tienes libre.-dijo.
-Gracias.
Me metí en la ducha y con tranquilidad (porque eran las cinco, el concierto no empezaba hasta las siete).
Entonces Cris empezó a aporrear la puerta.
-¡SIGRID! ¡SAL YA! ¡YAAAAAAAAAAAAAAAA!
Amigas gritonas.
Hazte fan.
-¡Pero si no llevo ni quince minutos y tú has estado media hora!
-¡Pero que se hace tarde!
-¿Por qué tienes tú tanta prisa ahora, eh, eh?-le dije desde dentro del baño.
-Eh... esto... ¡tú date prisa, venga!
Uiuiuiuiui Esta quería ver a los chicos.
O a Carlos para lanzarle impresoras sin tinta.
Un día nos comento que si le lanzábamos algo, que fuesen impresoras, pero sin tinta, que así el dolor era menos.
Salí enrollada en una toalla y Cris ya estaba preparada.
-¡Dios Cris, estas genial! Es perfecto.
-Oh, gracias. Ponte el tuyo, anda.
Me lo puse, como ella me dijo.
-Te queda mejor de lo que me imaginaba. Vamos.
Fuimos a la parada del autobús.
Todos sabéis ya que a Cris no le gustaba nada de nada andar.
En el autobús, no paramos de fangilear.
-¡AURYN, VAMOS A VERLES, A VERLES!-saltaba Cris.
Yo me reí, pero la seguí.
-¡VIVA AURYN, YUJU!
La gente del autobús nos miraba raro.
Pues que se fastidien, oye.
Por fin, llegamos al esperado local dónde tocaban.
Cris y yo nos dimos los brazos.
-¿Vamos?-dije.
-Vamos.
Y entramos al local esperando ver a nuestros amigos.


1 comentario:

  1. No me dejeeiis con la intriga k seguro k criis y blas tienen tema. No te digo yo xD
    PD: soy mariluz en el tuenti =3

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