jueves, 28 de marzo de 2013

Capítulo 14: Compras peligrosas.

-Sigrid-
Bajamos al supermercado. (Con los chicos también, en casa los íbamos a dejar, que luego, nos encontrábamos sin felpudo).
-Venga, coged un carro.-dije.
-Si, mamá.-dijo Carlos.
-JAJAJAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJA
Esa fue Cris.
Fuimos por los enormes pasillos del Mercadona, que tanto amaba, (yo sí, Cris no porque se perdía).
-¿Podemos coger eso?-dijo Cris, señalando a unos cereales de ositos de chocolate.
Por si no lo dije antes, Cris amaba el chocolate.
-No Cris, tienes en casa.
-Ya no tengo...-dijo ella.
-¿Cómo que “ya no tengo”? ¿Qué quieres decir con eso?
Ella me miraba.
-¿Te lo has comido a escondidas?
-Es que no lo escondes bien...-se justificó ella.
-¿Le escondes los ositos de chocolate?-dijo Blas.
-Eso intento.-dije.-Cada vez que compró los tengo que esconder en un sitio diferente, pero siempre me los encuentra...
-Con Carlos es así también.-dijo Dani.
-Si, cada vez que compramos tabletas de chocolate, las escondemos, pero casi nunca nos las encuentra.
-Que suerte, debéis esconderlas bien...
Dani llevaba el carro, porque, mientras hablábamos, nos habíamos metido por bastantes pasillos en los que no habíamos cogido absolutamente nada.
-¿Entonces puedo coger el chocolate?-dijo Cris.
-Coge, por favor, por faaaaaaaaaaaaaaaa.-dijo Carlos.
Ya sabiendo lo del chocolate y Carlos, su famosa relación con éste, cogí unas tabletas.
-¡O SEA, QUE TE LAS PIDE CARLOS Y SE LAS DAS Y TE LAS PIDO YO Y NO!
-Las voy a seguir escondiendo igual, si es por eso por lo que gritas. Os daré dos filas de chocolate a cada uno, hasta que dure.
-Joooooooooo.
Estaba delante, cogiendo cosas y metiéndolas al carro, vamos, lo necesario, cuando oí que Cris se quejaba.
-¡AU!
-¿Qué coñ...?
Me callé cuando vi porque se había echo daño.
Miré a David, que era el que llevaba el carro ahora.
Cris estaba sentada en la cosa rara de los carros en las que se ponen los bebés y, claro, al lanzar yo las patatas fritas, le había dado a ella.
-¿Qué querías que hiciese?-me dijo David.
-¿Decirla que se bajase? Bah, ya da igual, estoy acostumbrada.
-¿Sí?-me dijo Carlos.
-Oh, y tanto que sí. Antes lo hacía mucho, pero después la dije que tenía ya una edad y que no podía hacer ciertas cosas.
-Oh.
Éramos cinco chicos y dos chicas y la gente nos miraba.
Creo que mas que a nosotros miraban a Cris, por lo del carro.
En un momento, me giré a coger un par de cosas, y cuando me giré, Cris no estaba.
-Dónde. Esta. Cris.-dije.
-¿Qué pasa ahora, Sigrid?-dijo Blas, girándose.
Estaban todos girados al contra del carro, así como dato.
-¿DÓNDE ESTA?-gritaron todos, asustando a una dependienta que había por ahí.
Fuimos en su busca.
Bueno, Blas fue más rápido que los demás.
Me dijeron que era muy atlético, pero no me lo creía.
Al rato, me llego un WA. (A mí y a los demás)
“Cris esta conmigo, en la zona de las frutas” nos dijo eso Blas.
Nos encontramos en esa zona justo cuando Cris era alejada de la fruta a fuerza de Blas.
Dios, ese niño tenía demasiada fuerza.
Pasó una cosa en el super que debe ser mencionada.
Yendo hacía la caja, porque ya teníamos todo lo que necesitábamos y una señora se nos quedó mirando a mi y a Carlos (es que se turnaban el carro, porque se cansaban)
-¿No es un poco grande vuestra hija para ir en el carro?
Carlos y yo nos miramos, flipando vamos.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA-se rieron los demás.
-No es nuestra hija, ni si quiera un matrimonio, somos amigos que hemos venido a comprar.-dije.
Los demás no hacían más que reírse.
-Además,-proseguí.-en el caso de que fuese mi hija, ¿qué más le da a usted que vaya en el carro? ¿Le ha hecho algo, le ha pegado o gritado? ¿No, verdad? Pues eso.
La señora se fue refunfuñando, de cómo podía haber una juventud así, tan maleducada.
Pero que me daba igual, sinceramente.
-Guau, pobre señora.
-De pobre nada, Álvaro.
-JAJAJAJAJAJAJA-se rieron los demás.
Salimos del supermercado, aún riéndonos del tema de la señora.
Fuimos a casa, comentando la relación entre Cris y el chocolate y Carlos y el chocolate.
Interesantísimo, vamos.
Llegamos a casa, (llevando yo y Blas las bolsas. Los demás eran unos vagos y dijeron “qué eso ellos no lo hacían”)
-¿Dónde quedaron esos “hombres hechos y derechos” de París?
-Se los comió Carlos.-comentó Cris.
-JAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
-Ya estamos... siempre yo, siempre yo.-dijo el aludido.
Fuimos en el ascensor, y la tontería con la cabeza de Carlos (por parte de Cris) comenzó.
-Carlos, cuidado.
-¿Qué? ¿Por qué?-dijo éste, asustado.
-Porque igual no te entra la cabeza en el ascensor.
-JAAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
Eso fue cruel, pero incluso Carlos se rió.
Ya en casa, empecé a guardar las cosas.
Guardé todo... excepto el chocolate.
-¿¡DÓNDE ESTA EL CHOCOLATE!?
Fui al salón, que era donde estaban Cris y Carlos.
Estaban comiendo el chocolate.
-¡Dadme el chocolate!
Empezaron a correr por la casa, conmigo detrás.
-Si es que siempre son los mismos, lo que yo os diga.-dijo Dani.
Al final les conseguí atrapar, tirándome encima de ellos.
-Y no tendréis chocolate hasta que a mi me de la gana.
Ellos se echaron en el sofá, haciendo pucheros.
Me daba igual.
Me fui a mi habitación, la cual estaba llena de frases o proverbios.
En clase de artes, en el libro ponía una frase que me había gustado:
“La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad.”
Lo puse en la pared.
Me gustaba porque me sentía identificada.
“La amistad” era Cris en persona, te alegraba cuando estabas triste y te quitaba todo el peso de encima que te molestaba.
Luego estaban los chicos, ellos te alegraban solo con verles.
De repente se abrió la puerta y me asusté tanto que me caí de la cama.
-Pero mujer, no te mates.
-No, Carlos, tranquilo. Si me muero, ¿quién te defiende de esos burros?
Ambos reímos.
-¿Querías algo?-pregunté.
-Si, que quieren que vayas para ver que hacemos esta tarde-noche.
-Oh, voy.
Fuimos al salón, para ver que querían.
-¿Qué hacemos hoy?-dijo Blas.
-Tú estudiar.-le dije a Cris.-Que tienes examen de francés.
-¿Qué? ¡Eso no es verdad!
-Lo sé, era por hacerte rabiar.
Me pegó una colleja.
Los chicos se reían de la estúpida situación.
-Ya... claro.-dijo David.
-¿Sois así siempre?-dijo Blas.
-Casi siempre si.
-Habíamos pensado...-empezó Álvaro.
-No pienses que me acojonas.-salté yo.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJA
-Habíamos pensado.-se paró un momento, a ver si yo decía algo.-Habíamos pensado que podíamos ir a mi casa.-dijo Dani.
-Oh.-dijo Cris.-Guay.
-Si, vale.
-Allí por lo menos no habrá razones para las que alguien-dijo recalcando el alguien.-revelé mis secretos.
-JAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJA.
Todos aceptamos la idea de Dani, que era muy buena.
-¡Pero la he pensado yo!-saltó Carlos.
-Que vas a saber pensar tú...-le dijo Cris.
Todos nos reímos de eso.
Nos montamos en el metro.
Carlos y yo no hacíamos más que el idiota, molestando a todo el que podíamos.
El caso es que Cris estaba hablando con Dani de no sé que cosa, pero se veía interesante, así que Carlos y yo nos levantamos de nuestros asientos y nos sentamos en el suelo, justo delante de ellos.
Ellos se percataron de nuestra presencia y, cada vez que intentaban hablar, no podían porque les incomodaba nuestra mirada. (Y nuestra presencia, que yo lo sé)
Así que nos pusimos a hablar los cuatro.
-Y fue bueno cuando Sigrid y yo nos conocimos.-dijo Cris riéndose.
-Es verdad.-dijo Blas. (Todos habían venido ya)-Nunca nos habéis contado como os conocisteis.
-Vosotras sabéis de nosotros pero... no nosotros de vosotras.-dijo Álvaro.
-Bueno,-dije.-pues os lo contamos ahora.
Ellos se pusieron alrededor de nosotras.
-Teníamos tres años.-dijo Cris.-Era una tarde bastante calurosa, todo el mundo estaba con sus madres y sus padres en el parque. Yo era una niña muy cabezona y me bajé al parque los cubos pero tenía un problema... se me habían olvidado las palas en casa.
Los chicos se rieron, incluso yo.
-Entonces vi a una niña en el arenero, con unas palas, pero sin cubos... Entonces pensé “A ella se le han olvidado las palas” y me acerqué a ella.
Los chicos nos miraban interesados.
-Ahora sigue contando tú, Sigrid, que me he cansado.
-JAJAJAJAAAAAAJAJAJAJA-se rieron los chicos.
-Vaaaaaaaaaaaaaaaaale. Bueno, el caso, es que cuando Cris se acercó a mi, la miré durante unos segundos y me acerqué las palas a mi, porque eran mías.-dije recalcando el mías.-Y no me las iba a quitar nadie. Comprenderme, era mi primera semana en Madrid y mi primer día de parque, jo.
-Espera, espera.-dijo Carlos.-¿No eres de Madrid?
-No, claro que no.-dije.-Soy de La Rioja.
-Nunca he estado allí.-dijo Dani.
-Es precioso.-dijo Cris.
Yo me la quedé mirando.
-Pero si nunca has ido.
-Ya, pero he buscado muchas veces fotos.
-Ella tiene suerte.-dije.-Tiene a su madre aquí y la puede ver cuando quiera, en cambio, mi madre se fue a La Rioja de vuelta hace mucho.
-Si, la dejó con mi madre, porque eran buenas amigas. Pero bueno, continua la historia.
-Eso, jo.-dije, haciendo que todos se rieran.-Cris se acercó a mi y me dijo “¿Podemos jugar juntas? Es que no tengo palas...” y bueno... eso. Se nos pasó la tarde volando, y ninguna nos queríamos ir. Desde ese día, nunca nos separamos y nuestras madres hablan siempre.
-Sep.-dijo Cris.
-Dios, que bonito.-dijo Álvaro haciendo que lloraba en el hombro de Carlos.
-Es muy emotivo.-aclaro David.
-Ya veo, ya.-dijimos Cris y yo a la vez.
Todavía faltaba un cacho de trayecto, pero, ¿qué mas daba? Se podían hacer muchas cosas.
Yo me agarré a la pierna de Blas, haciendo que este se asustase y corriese por todo el metro.
-Que juventud esta...-dijo un abuelo.-No se saben comportar en ningún lado...
-O igual es que usted es muy soso...-dije.
-¿Dijo usted algo, señorita?
-¿Yo? Dios me libre.
Todos nos reímos de eso.
Después de varias chorradas más (que no contaré, no habría tiempo) llegamos por fin a casa de Dani. (Después de una larga caminata)
-Pasad.-dijo.
-Oh, tienes el felpudo.-dijo Cris, mirando a Carlos.
-Si JAJAJA
Entramos a su casa, la cuál era muy, pero que muy grande. (Quizás este exagerando)
-¿Tienes comida?-dijo Carlos.
-No, me como los mocos, no te fastidia.-dijo Dani.
Todos nos reímos de eso.
Nos hizo un tour guiado por la casa (como lo hicimos nosotras)
Pasamos por delante de la cocina.
-Esta es la cocina.-dijo Dani.
Fuimos un poco más adelante.
-Un baño.
Y en el pasillo, tres habitaciones.
-Y estas las habitaciones.
Vi una que estaba bastante demasiado desordenada.
-Esta es de Carlos, seguro vamos.
-¿Cómo lo sabes?-dijo David.
-Por los sombreros-dije señalándolos.-y por el desorden.
-¡EH!-se quejó Carlos.
-Estate orgulloso, eres casi tan desordenado como Cris.
-¡EH!
-Y pensáis igual, perfecto.
-¡EH!-dijeron a la vez.
Fuimos a la cocina, pero perdimos a Blas y a Cris.
Cogimos patatas, palomitas, chocolate...
-Me vais a pagar la comida del resto de la semana.
Nos reímos bastante rato del comentario de Dani.
Nos sentamos en el sofá, dónde estaban Cris y Blas.
-Pensaba que os habíais perdido.-dije.
-No nos perderás tan rápido de vista.-dijo Blas.
Estuvimos viendo la tele, una peli de miedo.
Decían que era de miedo, pero más que miedo, yo sentía asco.
En cambio los chicos eran unos miedícas, a la mínima saltaban del susto.
Cuando acabo la peli, en la que Cris y yo estábamos tan tranquilas mientras los chicos estaban muertos de miedo.
-Que barba más... barba.-dijo Cris tocando la barba de Blas.
Todos nos la quedamos mirando.
-¿Gracias?
-JAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJA
Nos estuvimos riendo un rato, pero les dimos la mala noticia de que nos teníamos que ir.
-Jooooooooooooooooooooooooo. Pero, ¿por qué?
-Pues porque mañana tenemos uni Álvaro.
Nos despedimos de ellos (¡Tardamos 10 minutos en ello!)
Nos fuimos al metro y nos montamos, esta vez sin hacer ninguna tontería, porque los chicos no estaban y sino, no tenía sentido.
Nos bajamos del metro y salimos a la calle, pero, desafortunadamente, estaba lloviendo.
-Mierda, y yo sin capucha ni paraguas.
Después de decir eso, vi como Cris se estaba poniendo la capucha.
-¿Cómo es que llevas capucha tú, Cris?
-El hombre del tiempo dijo que llovería.
-¡Pero si nunca crees en el hombre del tiempo!-protesté.
Ella se encogió de hombros.
Fuimos lo más rápido posible a casa y cuando llegamos al portal, Cris no hacía mas que reírse de mí.
-No te rías, que esto es culpa tuya.-dije.
Subimos a casa. (Estábamos hambrientas y yo, a parte de eso, empapada)
-Cómo te sigas riendo me sé de una que se va a tener que hacer la cena.-dije.
-¿Quieres que queme la casa?-me dijo mi amiga.
Yo la miré.
-No, mejor hago yo la cena, que no importa.
Ella se quedó riendo en el sofá.
Yo fui a mi habitación, a ponerme algo que no estuviese mojado (y fuese algo más cómodo)
Cuando terminé de vestirme, fui a la cocina, a hacer la cena.
No me apetecía hacer mucho, así que hice... un sándwich.
A ver, hambre había, pero también había vagueza, y yo de esa tenía mucha.
Llevé al salón los sándwiches con un par de vasos de coca-cola.
-Cris, la cena ya está.-dije desganada.
-¿Qué te pasa? ¿Sigues enfadada?-dijo preocupada.
-¿De verdad crees que si estuviese enfadada te haría la cena?
-Tienes razón. Igual te pasa algo, a mi no me puedes engañar, te conozco cómo a la palma de mi mano.
-Pues que mal conoces a la palma de tu mano.-dije riéndome.
Ella me fulminó con la mirada.
-De verdad no me ocurre nada. Si me pasa algo te diré, ¿si?
Ella asintió.
-Igual gracias por preocuparte.
-De nada.
Yo sonreí.
-Ah. Una cosa.-dijo mi amiga.
-¿Qué?-dije mirándola.
-No hables así, ¿vale? Me recuerdas a los argentinos.
-¿Qué tienes en contra de ellos?
-No me gustan, sin más.
Yo la miré raro.
-Pues vale, chica.-dije riéndome.
Nada más terminé de cenar, me fui a  la habitación.
No estaba de humor para nada.
Cris empezó a aporrear la puerta.
-¡Sigrid, Sigrid!
-¿Quéeeeeeeeeeeeeeeeee?
-¿De verdad que no te pasa nada?
Yo no la contesté.
Estuvo aporreando la puerta un rato, hasta que se cansó y se fue.
Lo peor de todo ¡es que ni yo misma sabía lo que mierdas me pasaba!
Era frustrante.
Yo al completo era frustrante.
Puse la alarma en el móvil y me dormí.
Si dormía, seguro que se me olvidaba el tema.


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