miércoles, 22 de mayo de 2013

Capítulo 23: Crimen y castigo.

-Cris-
Me lo estaba pasando bien, recordando viejas tonterías con mi amigo, entre otras cosas.
-¿Te acuerdas lo mal que traducías latín?-dijo Adri.
-Mal se queda corto... Era penosa.
-Pues sí, no sé cómo aprobaste.
-Eh, saqué un 5´9 en el último examen, si aprobaba ese, lo aprobaba todo.
-No sé cómo lo hiciste.
-Porque soy muy lista.
Ambos nos reímos.
Nos tomamos un par de algos, no sé el nombre, lo pedía él.
Estábamos hablando con Dani y Álvaro cuando me sonó el teléfono.
Era mi hermano.
Me dirigí a los baños a hablar.
-¿Qué quieres, pesado? ¿Para qué me llamas un sábado por la noche?
-¿Es que estabas haciendo algo muy importante con Blas?
-¡Vete a la mierda!
Se rió.
-¿Es que acaso no puedo llamar a mi hermanita?
-Sí puedes, pero más vale que tengas una razón de peso.
-Pues no, no la tengo, sólo te llamaba para ver si seguías viva.
-¿Y a qué se debe esa preocupación?
-Cosas de hermanos mayores. ¿Va todo bien?
¿Mi hermano no sabría nada de lo de Carlos, no? ¿Él no habría sido tan melón de decirle nada a mi hermano? Porque como lo hubiera hecho, lo mataba con mis propias manos.
-Sí, ¿por qué?
-Nada, ya digo, cosas mías entonces...
-Si quieres hablar, te llamo mañana o algo, ¿vale?
-Está bien, de todas maneras, me pasaré pronto por casa. Quiero ver a ese bicho que tienes por perro.
-Con Choco no te metas, ah.
Nos despedimos, le colgué y me miré en el espejo.
¿Qué estaba pasando con mi vida?
Suspiré y salí de allí, para sorprenderme al ver a Carlos en el pasillo.
Era como los jueves, siempre en medio.
-¿Qué haces aquí?-pregunté.
-Me perdí.
-¿Te perdíste?
-Sí, me perdí buscándote.
-Pues yo te encontré, así que tira para allá, vamos.
-Espera-dijo, extendiendo el brazo, impidiéndome pasar.-Quiero hablar.
-¿No es lo que haces siempre?
Sonrió.
-Sí, bueno...
-¿Y de qué quieres hablar?
Viendo que aquello iba para rato, me apoyé en la pared con los brazos cruzados.
-Sobre tú y yo.
-Ah, vale, pues habla. Te escucho.
Se me quedó mirando.
-¿No querías hablar?
-Es que no sé qué decir.
-¡He dejado sin palabras al gran Carlos Marco!-dije, levantando las  manos al cielo y poniendo los ojos en blanco.
Pasó una chica y, para dejarle paso, se acercó a mí, aunque respetando una distancia, poniendo su mano contra la pared al lado de mi cabeza.
-No te acerques tanto-le dije, poniéndole una mano en el pecho.
-¿Por qué?-dijo él, haciendo caso omiso a mi aviso y acercándose-¿Te pongo nerviosa?
No me había dado cuenta, pero, al estar tan próximo a mí, mi respiración, traidora de ella, se había acelerado.
-Sí lo haces, sí.
Intenté echarle hacia atrás, pero no dio muestras de querer retroceder.
Debo confesar que tampoco puse mucho empeño en empujarlo.
Aparté la vista, no sabía adónde mirar. No quería verle, no directamente, no tan cerca.
Empújale. Apártale. Vete de ahí. Huye.
Alcé los ojos y me sorprendí al encontrarme con los suyos a escasa distancia.
Le coloqué el flequillo con la mano que tenía libre, después, al querer bajarla, le rocé con la yema de los dedos la mejilla en la que le golpeé el día anterior.
Seguro que le había dolido, aunque no me lo hubiera querido decir.
Bajó la cabeza, hasta apoyarse en mi frente.
Mi mano dejó de pasearse por su mejilla y se trasladó a la nuca.
¡APÁRTALO!
Al oír la orden que me gritaba mi mente, desobedecí, puesto que tiré de él hacia mí, justo en el mismo momento en el que él se agachaba para lo mismo.
Nuestros labios se buscaron y, al igual que nosotros antes, se encontraron.
Le atrapé el labio inferior y retrocedí hasta apoyarme de nuevo en la pared, con él tras de mí, donde le liberé para volver a atraparlo.
¡¿Qué haces, condenada?! ¡PARA! ¡ESTATE QUIETA! ¡DETENTE INMEDIATAMENTE!
Debí de haber escuchado a la voz de mi cabeza, que me gritaba con fuerza dentro de esta, pero mi cuerpo no obedecía ninguna orden. Actuaba por mandato propio.
Entonces, sentí que alguien nos observaba y abrí un ojo, para descubrir a Sigrid allí plantada, mirándonos con una cara imposible de descifrar.
Carlos también la vio.
Ella, sin decir nada, se dio la vuelta para irse.
La agarramos, intentando explicárselo. (Aunque cómo demonios explicas eso)
Bueno, la agarré yo.
La mirada que le echó a Carlos le dio a entender que, como la tocara, caería al suelo fulminado (aunque a mí me miró igual).
-¡Sigrid, no es lo que parece!
-¡¿Qué no es lo que parece?! ¿Me lo decís en serio? ¡No puedo creer que lo hayáis hecho... Por segunda vez!
Se soltó de mi agarre.
-Dar gracias a que no se lo voy a decir a nadie porque no soy así, pero no quiero que me volváis a hablar.
Se dio la vuelta y se fue, dejándonos a los dos ahí.
Ella tenía razón.
Había vuelto a pasar. Otra vez. En menos de 24 horas.
Bien, Cris, bien (inserten aquí sonido de aplausos)
Se supone que la primera vez había sido un accidente. Los accidentes ocurren sin las personas quererlo. Pero esto ya no había sido un accidente, aquí ya no había excusa.
Carlos fue a decir algo.
-No, no digas nada. Será mejor.
Se me quedó mirando.
Sin decirle palabra, fui a dónde estaban nuestros amigos.
Faltaban Sigrid y David.
-¿Sabéis qué le ha pasado a Sigrid?-preguntó Álvaro-Ha salido de aquí sin decir nada prácticamente corriendo.
Me encogí de hombros.
-Necesitaría que le diera el aire, no sé. Si ha bebido algo más de la cuenta...
Mentir. Estaba pasando de no haberlo hecho hecho nunca a convertirme en una experta. Y lo odiaba.
Miré a Carlos de reojo.
Gran parte de culpa de que me estuviera volviendo una pequeña mentirosa (ahora de seguro que ya me dejaban participar en la serie esa con el mismo nombre) era suya.
-Vámonos-dijo Blas.
Y a Dios gracias que lo dijo, no aguantaba más allí.
Al salir, estaba mi amiga con un brazo sobre los hombros de David.
Esta no nos miró ni a Carlos ni a mí.
-¿Te pasa algo?-preguntó Adri.
-No, nada, sólo me duele un poco la cabeza.-mintió mi amiga (aunque quizá también le doliera, quién sabe, eso culpa mía y de Carlos no era)
Como estábamos cansados (al menos ellos lo estaban) cogimos un bus para "casa" (digo casa porque nos dejaba en la nuestra, los demás tenían que buscarse la vida)
Adri dijo que era muy tarde, que pasaba de irse a su casa y se quedaba en la nuestra.
Blas le miró raro, pero no le dije a él que se quedara.
En aquellos momentos, no quería trato con nadie, ni siquiera, conmigo misma.
Le instalamos en el mismo sofá cama que a Carlos y ahí le dejamos.
Mi amiga no me habló y yo no tenía ganas de hablar, por lo que la voz de Adri reinaba en el ambiente.
-Bueno, ya que nadie me responde, hasta mañana.
Nos encerramos cada una en su habitación.
No podía con esto. Superaba mis fuerzas.
Jamás nos había peleado ni nos habíamos retirado la palabra la una a la otra (a no ser que fuera un juego o algo) Y, por supuesto, siempre nos habíamos apoyado en todo.
Ahora estaba más confundida que nunca y no contaba ni con la palabra, ni con el apoyo de mi mejor amiga. Y para más inri, no podía hablar de esto con nadie.
Pues cojonudo.
Pensé tanto sobre el tema que me rallé y me dolió la cabeza, así que me fui a acostar, pero con pésimos resultados.
Menudos dos días que llevaba, madre santa.
Me desperté al día siguiente de peor manera de la que me acosté, así que cogí, me vestí, me arreglé y salí.
-¿Adónde vas?-dijo Adri, ya despierto.
-Con Dani.
-¿Y eso?
-No, cemento.
-En serio, odio tus chistes.
-Pero yo te amo a ti.
Cogí las llaves del coche, bajé y me introduje en este (tuve que estar diez minutos buscándolo porque no recordaba dónde lo dejé aparcado)
Antes de nada, cogí el móvil e introduje la dirección de Dani. Había descubierto esa aplicación esa noche, dado que, como no podía dormir, me puse a trastear con el móvil.
Memoricé las calles por las que debería pasar y cerré la aplicación, justo cuando comenzó a sonarme el teléfono.
Carlos.
Lancé el móvil al asiento de al lado.
No pensaba hablar con él. Al menos, hasta que las cosas se aclararan y dejáramos de gritarnos en público y besarnos en secreto.
Si no podíamos hablar o estar a solas, simplemente, no se haría o no se estaría y punto. Había pasado demasiado ya. No pensaba poner mi relación con Blas en peligro por culpa de esto.
Ni siquiera sabía por qué iba a ver a Dani.
No podía decirle nada, no podía ayudarme de ninguna de las maneras.
Pero David ya sospechaba de que algo pasaba, Carlos no era la persona más indicada para hablar del problema, Blas no podía saber nada y Álvaro me pillaba más lejos.
Dani era el último que me quedaba.
Se sorprendió mucho cuando llamé al telefonillo y le dije quién era. Sé que se sorprendió porque tenía cara de sorprendido cuando me abrió la puerta.
-¿Tú por aquí? ¿Seguro que no te has equivocado? Blas vive por allí-dijo, señalando otra dirección.
-No, no me he equivocado, he venido aquí conscientemente.
Se rió.
-Bien entonces, pasa.
-Aquí me iba a quedar.
Entré.
-¿Y Breaker?
-Perdido.
-¿Perdido en dónde?
-En la infinidad de mi casa. Lo estaba buscando cuando llamaste.
-Ya me dijo Sigrid que no era un gatito muy bueno...
-Pues no, la verdad. Es muy travieso.
-Es un gato bebé, qué quieres. Bueno, te ayudo a buscarlo.
-Vale, mira por allí.
-¡Vale!-dije, animada por tener algo que hacer.
-¿Lo encuentras?-dijo la voz de Dani desde la otra punta de la casa.
-Nada, aquí no está-dije, mirando hacia abajo por la ventana.
La cerré y me dirigí al salón.
Miré entre los cojines y algo oscuro salió dentro ellos, asustándome.
-¡Su padre en bragas!-dije, del susto.
-¡Breaker! ¡Así que ahí estabas!
Se dieron un bonito abrazo de reencuentro.
Me recordaban a Choco y Carlos.
Carlos.
Entrecerré los ojos y recordé el motivo de mi visita.
-No quiero decirte nada, Dani, pero no jueges al escondite con el gato. Te ganará.
Me miró raro, pero nos reímos.
-Y dime, ¿qué te ha traido por aquí?-preguntó cuando nos sentamos en el salón.
-¿Puedo cogerlo?
-¿Choco no lo considerará traición?
-A mí lo que Choco considere me da igual, quiero coger al gato.
Se rió y me lo dio.
Acuné dulcemente a Breaker.
-Necesitaba hablar con alguien, eso es todo.
-¿Sigrid?
-No me habla.
-¿Por qué?
Ay, Dani. Si te lo dijera, tú tampoco me hablarías.
Me encogí de hombros.
De nuevo, me tocaba volver a mentir.
-No lo sé, jamás nos había pasado.
-¿Blas?
-A veces, necesito un amigo, no un...
-Entiendo. ¿Y Carlos? Con ese sí que puedes hablar.
Fruncí el ceño.
Había ido a dar con el meollo del asunto.
-Con Carlos a veces, es imposible hablar. Hace monólogos y se responde solo y esas cosas.
Se rió.
-Tienes mucha razón. ¿Y de qué quieres hablar?
-No lo sé, sólo quiero hablar. No puedo vivir sin hacerlo.
-Como uno que yo me sé.
-No tengo la cabeza tan grande.
Nos reímos los dos.
-Si hicieras una cosa que sabes que está mal, y la vuelves a hacer, ¿qué harías?
Dejó de reírse al oír mi pregunta.
-¿Por qué me preguntas eso?
-Por saber, nada más.
-Mm... Supongo que no volvería a hacerlo una tercera vez.
No volver a repetirlo. Estaba claro.
-Pero el mal ya está hecho y dos veces, además. ¿Cómo lo remedias? ¿Y si además no puedes decírselo a nadie?
-Me estás liando. ¿Por qué preguntas todo eso?
Sonreí, negando con la cabeza.
-Tienes razón, no sé por qué pregunto.
-¿Es que algo va mal? ¿O has hecho algo?
-No, claro que no.
Mentira.
Dani me miraba, inquisitivo.
Breaker me salvó porque se tiró contra Dani y desvió el tema.
Salvada, de nuevo.
Pasé allí el resto de la mañana, jugando con Breaker, hablando con Dani y así.
Carlos volvió a llamarme un par de veces, pero pasé de cogérselo.
A ver cuándo diantres se daba cuenta de que no quería, de momento, cuentas con él.
-Será mejor que me vaya ya, he dejado a Sigrid y Adri solos en casa y me dan miedo.
-¿Por?
-Esos dos ven demasiado la televisión. Mucho Telecinco.
Se rió.
-¿Nos veremos esta tarde?-preguntó.
-Claro, supongo que quedaremos todos, ¿no? Ya hablamos.
Le despedí de un beso a la mejilla, le di otro a Breaker (que maulló en mi cara, ni Dani ni yo supimos cómo interpretar eso) y me fui a casa, para, en efecto, descubrir a Adri y a Sigrid viendo la tele.
Carlos volvió a llamar un par de veces más. En todas las llamadas, obtuvo el mismo resultado y, como no se lo cogía, optó por petarme el WA.
"Sé que estás ahí, ¿por qué me ignoras? XQ? XQ? XQ? ¿Por qué me haces esto? ¡Secuestraré a Choco como no digas nada! ¿Hay alguien en casa, McFly?..."
No le respondí tampoco, aunque varias veces estuve por hacerlo.
Esto resultaría más difícil de lo que pensaba.
-Carlos te ha estado llamando al fijo-dijo Adri, viendo que mi amiga no decía nada sobre el tema.
-Ah.
-¿Piensas llamarle?
-Que se fastidie.
-Vaya dos patas para un banco.
Enfadada mi amiga o no, no nos iba a dejar sin comer, así que me hizo bajar a comprar un pollo asado. Hoy no le daba la gana de cocinar nada.
Por la tarde, yo estuve leyendo Ghostgirl mientras ellos dos veían la tele y Choco se dormía en el suelo.
La verdad, no era la tarde más divertida de nuestras vidas.
Y más si Carlos estaba constantemente llamando a móviles y fijos.
Inclusó llamó a Adri, quien me pasó el móvil.
-No estoy.
-Pero si sabe que est...
-No estoy para él.
Tras eso, dejó de llamar.
Al fin.
Canté victoria demasiado pronto, pues volvió a sonar el teléfono.
-Como sea Carlos, le cojo y no sé qué le hago...
-Es Dani-dijo mi amiga, antes de cogerlo.
-¡Dani! Qué gran chaval.
Habló con él unos minutos.
-Dice que si vamos a su casa, que se aburre.
Adri fangileó y las dos le miramos.
-Sí-dije, suspirando-Como ya fui esta mañana, al menos ya sé ir.
-Ah.
Dejamos a Choco en casa para evitar posibles problemas entre él y Breaker (y Carlos en caso de que estuviera allí), nos subimos al coche y, conmigo al volante, pusimos rumbo a casa de Dani.
Los niños ya estaban allí, pero nos sorprendimos al entrar en su casa y ver algo que, esa mañana, no estaba allí.
-Dani, por favor, qué es esto.
Todos se rieron de mi cara.
-Son niños, Cris. ¿No decías que tenía cara de que me gustaban?
Le miré entrecerrando los ojos.
-Ya, aburrido en tu casa, ya... Tú lo que quieres es que hagamos de canguro.
-Es que no quiero hacerlo solo.
En fin.
Eran tres niños.
El más mayor tenía el pelo rizado y castaño, luego había dos más pequeños que vestían la misma camiseta.
-¿De dónde los has sacado?-le preguntó Sigrid.
-Larga historia, la cosa es que están aquí.
-¿Y Breaker?
-Perdido.
-Ya toca volver a buscarlo...
Mientras Dani, Sigrid y Adri se ponían manos a la obra en busca de Breaker y los niños miraban atentamente la televisión (de hecho, desde que llegamos, no habían apartado la vista de ella), fui hacia Blas y le abracé.
-Cuánto tiempo sin verte.
-Demasiado.
Y le besé.
-¡Qué hay niños delante!-dijo David, dándonos a los dos con un cojín.
-No les importa, están mirando la tele.
Entonces volvieron las tres causas perdidas que tenía por amigos junto con Breaker.
Se ve que lo habían encontrado.
Nos pusimos todos a hablar (bueno, Sigrid no nos hablaba ni a Carlos ni a mí y yo no le hablaba a Carlos), por lo que Dani dejó a Breaker en el suelo para que fuera libre.
David, como se la tenía jurada, esperó a que se tumbara y se quedara tranquilo, para asustarle.
El pobre Breaker, del susto, dio un salto que pareció que había echado a volar.
Tras aterrizar, le echó una profunda mirada de odio a David.
Se vengaría, de eso podía estar seguro.
Los niños, ajenos a todo, veían la tele.
Y Adri, sentado junto con ellos, pues también.
-Daviiiid, deja a Breaker-le dijo Sigrid cuando este le estaba robando los juguetes al gato mientras este le maullaba como diciendo "¡Maldito! ¡Dame mis juguetes! ¡Son míos! ¡Si te gustan, te los compras!"
David se rió y, como no paraba, mi amiga fue para quitarle los juguetes y acabaron tirados en el suelo partidos de risa mientras Breaker huía a toda pastilla con su pelota azul preferida, seguramente, para esconderla por si David volvía a intentar robarle otra vez.
Les miramos tirados en el suelo y les dejamos ahí, riéndose y esas cosas, siguiendo a nuestro rollo.
-Chst, bajad la voz, que no se oye-dijo el niño de los pelos rizados.
Me recordaba a Harry Styles, sólo que era enano. Y diferente. Pero tenía rizos.
-Ni reírse ya se puede-dijo Sigrid, antes de que David le cogiera el móvil y empezara a sacar fotos.
Qué tío, le había dado fuerte lo de las fotos, aunque recuerdo que Blas me había comentado que él siempre había tenido un gran interés por las fotos. Sobre todo, por las fotos de sí mismo.
Reparé entonces en que Carlos me estaba mirando desde que llegué. No era por lo bella que yo era, en absoluto (supongo que no era eso) sino porque estaba al acecho de ver cuándo podía cazarme para hablar. Sabía que no le gustaba que le ignoraran. ¿A quién le gustaba?
Quizá debiera de haber hablado con él por teléfono, así, al menos, no había peligro de... Nada.
O quizá ignorarle no era la mejor técnica y debiéramos tratar el tema directamente. Arg, yo qué sé. ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado?
Los niños empezaron a decir que era hora de merendar, así que Dani dejó de hacerles fotos a David y Sigrid (ellos se lo pidieron, porque querían salir los dos en las fotos haciendo tonterías y para eso necesitaban ambas manos) y se fue a la cocina seguido de la manada de los niños.
Al rato, aparecieron los tres con onzas de chocolate metidas en pan.
Carlos les miró con envidia.
-No, Carlos, lo siento. No hay más chocolate.-le dijo Dani, adivinando lo que estaba pensando.
-¡¿POR QUÉ?! ¿POR QUÉEEE?
Haciendo uso de unas artes dramáticas las cuales sólo pensé que poseía Álvaro, hizo que lloraba y se enfadaba con el mundo. Pobre chico.
-Bueno, Carlos, porque no haya chocolate no quiere decir que se acabe el mundo...
La mirada que Carlos le echó a Álvaro nos asustó a todos y pensamos, por un momento, que lo iba a matar, pero no, todo quedó en un susto.
-Toma-dijo el chiquitino con el pelo liso tendiéndole unos cachos de chocolate-Para ti, no llores.
-Ohhhh-dijimos todos, conmovidos por el gesto del niño.
Carlos se rió.
-Nah, hijo, cómetelo tú.-dijo, revolviéndole el pelo con la mano.
-Vale-dijo el niño, timidillo, volviendo al sillón.
Todos nos quedamos mirando a Carlos.
Carlos rechazando chocolate.
El mundo se había vuelto loco.
-¿Qué?-dijo este-Jo, que no le voy a quitar la merienda al niño...
-Tú eres capaz de eso y de mucho más.-le dije, recordando cómo le robamos las bolas a los niños esos en la bolera.
-Y más si se trata de chocolate-me respaldó Álvaro.
-Ya, claro, pero no con él. Es familia de Dani.
-Como si a ti te importara eso-le dijo Dani.
-Pues también es verdad.
Nos reímos y fui un momento al baño.
Debí de haber esperado que, cuando abriera la puerta, Carlos estaría ahí, apoyado en la pared.
-¿Vas a pasar?
-No.
-Vale.
Fui a pasar, pero él se apoyó contra la otra pared, impidiéndomelo.
Intenté bordearle, pero repitió la misma acción.
Ya me había cazado, maldita sea.
Y él lo sabía.
-Carlos, Cris, ¿os estáis matando en el pasillo?-dijo Adri-Veniros, que nos vamos con los niños al parque.
-¡Ya vamos!-dije, viendo el cielo abierto.
Le pasé por el lado y fui al salón.
Él me siguió.
Bajamos todos al parque que había detrás de la casa de Dani, el cual era bastante más pequeño que al que solíamos llevar a Choco, pero no importa, Dani dijo que era para que los niños no vieran tanto la tele.
David y Sigrid se fueron con los niños a los columpios y secuestraron a Álvaro, que tuvo que hacer fotos de todo, Adri, como mantenía una interesante conversación con este, se fue también y nos quedamos Carlos, Blas, Dani y yo ahí, sentandos en un banco, pero como no había sitio para todos, me tumbé sobre los tres.
-Esto es una especie de versión de los Serrano-dijo Carlos y nos reímos.
Miramos cómo todos se tiraban por el tobogán (no sólo los niños, David y Sigrid incluidos, incluso Álvaro), se subían a otros columpios y hacían el cabra.
Ese era sobre todo David.
Me fijé en que él y mi amiga raramente se separaban últimamente.
Fruncí el ceño.
Seguro que había algo que no me había dicho.
Estábamos creando muchas grietas entre nosotras con todo esto.
Dani me movió, sacándome de mis pensamientos.
-¿Y tú por qué no vas a los columpios?
-Porque soy una vaga-dije, con total sinceridad, por lo que se rió.
-Pues venga, vamos-dijo, levantándose.
-Jo, por qué yo, Blas, Carlos, acompañádle vosotros.
-Veeeeenga.
Como de encima de Carlos y de Blas no me levantaba, porque estaba muy agusto tumbada, pasó los brazos por debajo y me aupó.
-¡Ah!
-Ahora la traigo.
-Sin prisa-dijo Blas.
Le miré traiciona.
Oficialmente, todo el mundo me había traicionado.
Bueno, habría de vivir con ello.
Me agarré a Dani, no fuera a ser que me cayera y este se dirigió hasta donde estaban los demás.
Sigrid me dirigió una mirada nada amigable, pero yo no sé si era por lo de Carlos, o por lo de Dani. Vamos, razones para esto último no tenía, ¿no? ¡Vamos hombre, encima! ¡Si esto tampoco era culpa mía! Lo que me faltaba.
Ella ya tenía bastante con los abracitos, las foticos y las risitas con David que se traía.
Dani me dejó montada en un caballito, donde me sentí algo ridícula, pero en fin. El caballito molaba, después de todo y me lo pasé en grande imaginándome que estaba en una carrera, hasta que me di cuenta de que Blas lo estaba grabando con el móvil y casi me dio algo.
Recordé entonces que les había dejado a los dos, a Carlos y a Blas, solos en el banco. 
¿Y si a Carlos le daba por hablar y decía más de lo que tenía que decir? No, pero él me había dicho que no le diría nada. Bueno, también me dijo que no le diría nada a nadie y se lo dijo a Sigrid.
Me asusté.
No, él no iba a decirle nada a Blas.
No era lo mismo decírselo a Sigrid que a él. Dios, me moriría.
Y Carlos moriría conmigo. Oh, sí, ya me aseguraría yo de que eso ocurriera.
Fui a empujarme con David por el tobogán y acabamos haciendo todos un trenecito, hasta que Dani, que estaba el primero, se dio de bruces contra el suelo y nos reímos de él.
Incluso Carlos y Blas se acercaron para verle de cerca tirado en suelo.
Pobre, siempre se caía. Primero Choco y ahora esto.
-Es que el suelo necesitaba un abrazo.
-Claro, y yo otro-dijo Sigrid, con sarcasmo.
Dani la abrazó y nos reímos.
-¡Eh! ¿Se regalan abrazos y a mí nadie me da ninguno?
-Ah, ¿qué quieres?-dijeron todos, mirándome.
Salí corriendo y me siguieron por un par de metros, luego, se cansaron y me dejaron corriendo sola. Bueno, no.
El rizado de los enanos (otro que me recordaba a Harry) me agarró de la pierna.
-¡Pillada! ¡Tú la llevas!
Y salió corriendo mientras yo le miraba con cara de no entender nada.
Fui hasta donde estaban mis amigos.
-¿Qué ha pasado?
Le di a Álvaro en el hombro.
-¡Tú la llevas!
Niños pequeños y no tanto (es decir, nosotros) echamos a correr por todo el parque.
Yo, para que no me pillara, me subí a una casita y luego no podía bajar.
Blas y Dani tuvieron que poner bastante de su parte para ayudarme. Pobres.
Álvaro pilló a David, este a Sigrid (debimos de haberlo supuesto, estaba con él en el momento en que le pillaron) esta pilló al niño pelo liso que le ofreció a Carlos el chocolate y este, debió de ser que le guardaba rencor a Carlos por no habérselo querido coger, le cogió a él.
No sé por qué me dio que sería inútil tratar de correr, porque Carlos me cazaría de igual manera. Eso se le daba bien, otra cosa, no sé.
Decidí que me sentaría en el caballito a esperarle, pero cuando apareció con su cara de loco me dio miedo así que eché a correr, fue a cogerme, giré a la izquierda y el Harry Styles de pega (es decir, el niño más mayor) estaba ahí, misteriosamente, así que le pilló a él y este alargó el brazo y me cogió a mí.
Triste destino.
-Bueno, ya se acabó el juego-dije, cansada.
-Pues juguemos al escondite.
-O a polis y cacos.
-O a Slender.
-No, no y NO.
Se rieron de mí.
Como se hacía tarde, nos despedimos y dije de acercar a Adri con el coche a la estación.
-¿Me llevas?-preguntó Carlos.
-Mm... Bueno, está bien.
Era la primera vez en el día que le respondía directamente y que le dirigía la palabra.
Nos despedimos y nos subimos al coche.
Sigrid no se quiso sentar delante y atrás tampoco quiso a Carlos (lo supimos por su mirada), así que ella y Adri se pusieron atrás y Carlos y yo alante, qué remedio.
Me pregunto cuándo acabaría esto.
Sigrid y Carlos se llevaban muy bien antes de que... Pasara lo que pasó. Y ella y yo siempre habíamos sido mejores amigas. Esto no tenía sentido.
Llevé a Adri a la estación y nos despedimos con él, con la promesa de que volvería pronto.
Tras eso, en un trayecto incómodo y lleno de silencio, pues nadie habló, recordemos que Sigrid no nos hablaba a ninguno de los dos y entre nosotros no nos hablábamos, dejamos a Carlos en casa y volvimos a la nuestra.
Saqué a Choco mientras Sigrid nos hacía ensalda de cena.
Vimos la tele en silencio mientras me comía unos cereales y viendo que esa noche no saldría ninguna conversación, le di las buenas noches y me fui a mi cuarto a leer.
Al día siguiente, la cosa tampoco mejoró.
De camino a la facultad, intenté hablarle con naturalidad, pero su mirada me callaba en el acto.
Aún era demasiado pronto como para que olvidara, tendría que esperar más.
Durante la vuelta a casa, tampoco me habló.
Esto estaba siendo una auténtica tortura.
Comimos, repasé un poco mis apuntes del día y me puse a leer, a ver si me terminaba ya "Loca por amor". Que me gustaba, pero no había quién lo acabara.
Sigrid veía la tele sin decirme nada y yo al rato me puse a jugar con Choco y a punto de estuve de dormirme la siesta con él.
Llamaron a la puerta y, ya que estaba cerca, fui a abrir, no sin antes mirar por la mirilla.
Oh, mierda.
Abrí la puerta, me apoyé en esta y puse una mano en la cintura.
- ¿Y bien? ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres?
-Quiero hablar, ya que me ignoras.
-Si lo hago, será por algo, ¿no crees?
Se me quedó mirando, así que le cerré la puerta en las narices y me fui.
Apenas había dado un par de pasos cuando volvió a llamar al timbre.
Volví a abrirle.
-Tú tienes un problema cogiendo mis indirectas.
-¿Si?
-Normalmente, si te cierran una puerta en las narices, signfica que esa persona no tienes ganas de verte.
-No me importa.
Puse los ojos en blanco.
-Qué quieres, en serio.
-Ya te lo dije, hablar.
-Pero si luego no dices nada.-le recordé.
-Pero al menos estoy contigo.
-Claro, como si eso te importara.
-Me importa.
-¿Y si yo no quiero hablar?
-Pues no me voy de aquí.
-¿Acamparías en mi puerta?
-Si es necesario...
Me lo imaginé por un momento y sí, le creí capaz de hacerlo.
Lo pensé por un momento y él ya estaba haciendo uso de sus trucos, poniendo pucheros, caritas y ojitos.
Ese chaval era demasiado.
Choco se coló por la puerta y fue a saludar a su tío.
Qué felices eran el uno con el otro, leñe.
Ambos me miraron con sus mayores caras de pena.
-¡Oh, está bien! ¡Tú ganas! Tienes lo que dure el paseo del perro para hablarme. Y más te vale que pienses algo bueno que decirme y no te quedes callado.
Entré, cogí la correa del perro, me calcé, me puse una chaqueta, cogí el móvil, las llaves y salí, sin decirle nada a Sigrid.
Total, decirle que me iba con Carlos quizá sólo la enfadara más. Que se hiciera ideas ella.
Choco se puso loco de contento.
Maldito perro eufórico.
Salimos a la calle y miré al cielo.
Quizá debí de haber cogido un paraguas.
Negras nubes poblaban el cielo, pero el del tiempo no dijo nada de que fuera a llover.
Hombres del tiempo que mentían más que hablaban. Hazte fan.
-¿De qué quieres hablar? Así, cuando antes acabes, antes me vuelvo a mi casa.
Me miró como si eso le hubiera herido.
Bueno, y qué si lo había hecho.
-Ayer me ignoraste completamente.
-¿Y qué si lo hice?
-Te llamé, te wasapé, te intenté hablar en casa de Dani... Y pasaste de mí.
-¿Y por qué te importa tanto que lo haga?
-No lo sé. Pero me importa.
-Carlos, estoy cansada, cansada de estar discutiendo contigo cuando miran y que luego pase... Lo que pase, cuando nadie mira. Es algo que no entiendo y, como no lo entiendo, pienso sobre ello, no encuentro respuesta y me canso de buscarla. No sé qué pasa entre nosotros, pero tampoco sé si quiero saberlo.
Andamos unos segundos sin pronunciar palabra.
-Además, no hemos sido nada justos con nuestros amigos. Sigrid nos está guardando un secreto que no le corresponde y al resto, les estamos mintiendo.
Seguimos andando.
-¿Ves? Dices que quieres hablar, pero luego te callas y sólo hablo yo. Esto es genial.
-Prefiero oír todo lo que tienes que decir antes de decir nada, luego me llamas bocas. Ya voy aprendiendo cómo funcionas.
-Ya era hora.
Choco se puso a ladrarle a unas abuelas, pero Carlos le dijo que se comportara.
-Uh, qué muchacho más atento.
-Y qué guapo.
-¡Atrás señoras, yo le vi antes!-y las espanté agitando los brazos como quién espanta palomas.
Qué lagartas.
Carlos se reía.
-Tú y tu extraño sex appeal que atrae a las señoras mayores.
-¿Y a ti no te atrae?
-¿Me estás llamando señora mayor?
-¿Por qué respondiste a mi pregunta con otra pregunta?
-¿Por qué te interesa mi respuesta?
-Touché.
-Anda, mira, otro que sabe francés.
Nos reímos.
Pasado el momento de echarnos en cara lo sucedido entre los dos, habíamos vuelto a ser los de siempre. A ver cuánto nos duraba eso.
-Imbécil.
-Anormala.
-En mi escudo rebota y en tu culo explota.
-¿Qué?
Nos dio un ataque de risa ahí en medio y Choco nos miró mal.
Normal, nos habíamos detenido justo enfrente de su amado parque y él quería ir.
-No sé cuánto nos vamos a quedar Choco, así que más te vale portarte bien.
-Y deja en paz a los abuelos-le dijo Carlos.
-Eso.
Choco nos ignoró y se fue a perseguir a un dálmata.
Le vimos jugar y tal, hasta que el dálmata se cansó de Choco (quizá en su idioma hablaba mucho como Carlos y acabó hasta el hocico), le miró mal y le gruñó y Choco vino escopetado a que le salváramos.
En ese momento, empezó a llover.
Ya se podía haber esperado.
Cuando Carlos fue a ponerle la correa a Choco, se oyó un potente trueno, yo grité y de puro pánico me abracé a Carlos.
Choco, asustado, echó a correr en la distancia, abandonándos, algo así como "¡Ahí os quedáis!".
Carlos me miró, divertido.
-¿Cris? ¿Estás bien?
-No. Me da miedo.
-¿La tormenta?
-Sí. Mucho.
-Ni que fuera a comerte.
-O sí, tú qué sab...
Un rayo iluminó el cielo y yo escondí la cabeza en su pecho, por lo que no pudo oír lo que restaba de mi respuesta.
Le oí reírse, verme así le divertía.
Sería cruel.
-Vamos a buscar a Choco, que, como empiece a llover de verdad, se nos va a empapar.
Asentí, pero no dije nada.
Como así no podíamos andar, me agarré a su brazo, mortalmente asustada. No podía evitarlo, las tormentas me aterraban desde pequeña. Eso, junto a las arañas, representaba mi kriptonita, mi mayor debilidad y mi punto débil.
Mientras buscábamos al perro estuvo hablando para tranquilizarme (o quizá hablaba por el simple placer de hablar, ya no lo sé)
Encontramos a Choco escondido bajo un banco, muerto de miedo.
A Carlos le costó bastante convencerlo para que saliera, pero, cuando lo hizo, le puso la correa y ya no pudo huir.
-Bien, ahor...
Trueno.
-¡AHH!
Me aferré más fuerte a su brazo.
-Cris, no es por nada, pero me estás clavando las uñas...
-Ah, perdón, lo siento mucho, tengo miedo.
Empezó entonces a llover a cántaros, cayendo una densa cortina de lluvia.
Choco tiró, quería huir de allí.
Le comprendía.
-¡Vamos!
Me cogió de la mano y echó a correr, siguiendo al perro, por lo que tiró de mí.
Me limité a dejar que tirara y a seguirle, sin rechistar.
Aunque llegamos a su portal en apenas unos minutos, estábamos empapados hasta los huesos, incluso Choco.
Subimos y me quedé en el hall, empapada, abrazándome a mí misma, tiritando.
Carlos fue rápido y me trajo una toalla.
-Sécate.
-Seca al perro.
-Deja al perro y sécate tú.
Me puso la toalla sobre los hombros y me enrolló en ella.
Me quedé embelesada mirándole.
Jamás se había comportado así, le veía mucho más... ¿Cuál sería una buena palabra para describirlo?
Tiritaba, por lo que me rodeó con sus brazos, puso sus manos tras mi espalda y las subió y bajó repetidamente, para darme calor.
-Carlos, déjalo, sécate, te vas a poner malo.
-Ahora.-dijo, siguiendo.
-No, ahora no, ya. Estoy bien, ya no tengo tanto frío.
-Te daré algo para que te cambies, así de empapada no puedes estar.
-Lo que quieras, pero sécate, por favor.
Me quité la toalla y se la puse, como él hizo antes conmigo, sobre los hombros, pasando mis manos, imitándole, por estos, arriba y abajo, repetidas veces. Él también estaba helado.
Vi entonces una toalla más pequeña que había traído y dejado sobre el sillón, la cogí, se la puse en la cabeza e intenté secarle el pelo.
La retiré y me reí.
Menudos pelos le había dejado.
-A saber qué me has hecho en la cabeza...
-Yo sólo quería ayudarte.
Él rió mientras yo me secaba el pelo con la toalla.
-Voy a buscarte algo para que te cambies.
-Vale, pero cámbiate tú antes. No quiero que te pongas malo.
-Está bien, si así eres feliz...-Me tendió la toalla-Puedes secar a Choco con ella mientras tanto.
-Vale.
Me hice un turbante con la toalla en la cabeza y me arrodillé ante Choco para secarlo a conciencia.
A los minutos, Carlos apareció con el pijama que llevaba puesto el viernes y se arrodilló a mi lado.
-Trae, ya sigo yo-dijo, cogiéndome la toalla-Te he dejado la ropa en mi cama, a ver si te sirve.
-Vale. ¿Dónde dejo la mojada?
-Donde más rabia te dé.
-Veré dónde queda eso.
Fui a su cuarto y cambié mi empadada ropa, la cual se me pegaba al cuerpo de lo mojada que estaba por una camiseta gris que no me quedaba demasiado ancha, aunque sí larga y unos pantalones de chándal negros, los cuales me tuve que remangar varias veces para no pisármelos y atármelos con un par de nudos porque se me caían.
Mucho mejor, más calentita, adónde iba a ir a parar.
Volví al salón, donde Carlos se levantaba del suelo después de haber secado a Choco.
-¿Tienes un secador? No sentiré tanto frío si me seco el pelo.
-Claro, en el baño, en el mueble de abajo, a la derecha.
-Gracias.
Me estaba secando el pelo, canturreando, cuando se fue la luz y se oyó un trueno.
-¡Carlos, Carlos! ¿Dónde estás? ¡Tengo miedo!
Salí del baño y me choqué con él.
-Eh, estoy aquí-dijo, iluminándome con el móvil.-No pasa nada, sólo se ha ido la luz.
-Cuando se va durante una tormenta, me da aún más miedo.
-Ven, vamos al salón hasta que vuelva.
Me guió hasta el salón, donde nos sentamos en el sillón, a oscuras.
-¿Quieres que encienda una vela?
-¿Quieres hacer esto más romántico?
Se rió mientras se levantaba a buscar una.
-Me alegra saber que la tormenta no se ha comido tu sentido del humor.
-Ja, ja, ja, ja.
Encendió una vela, la dejó sobre la mesita, y se volvió a sentar a mi lado en el sillón.
Sonó otro trueno, por lo que me sobresalté y resbalé hasta quedarme apoyada en él.
-Estás helada.-dijo, puesto que nuestros brazos se habían rozado.
-Qué quieres, acabo de darme una ducha bajo la lluvia. Una no puede elegir la temperatura a la que ese agua está.
Se rió y estiró un brazo, para ponerlo sobre mis hombros, pero pidió permiso antes de seguir.
-¿Puedo?
-Por favor.
En aquellos momentos, en los que estaba helada y asustada, poco me importaba nada y menos de dónde proviniera el calor.
Nos quedamos así, en medio de la oscuridad de la casa, únicamente iluminados por la vela y con el sonido de la lluvia golpeando los cristales y los truenos.
Apoyó la mejilla en mi cabeza y me pregunté si se habría dormido, puesto que hacía rato que no hablaba.
-Tenías razón-dije entonces.
-¿En qué?
-Cuando dijiste que, si llegase el momento, nos protegerías a los dos. Tenías razón. Yo en ese momento no te creí, pero... Ahora me siento protegida.
-Tampoco es que la tormenta suponga una gran amenaza.
-Pero a mí me da mucho miedo.
-¿Puedo preguntar la razón?
-No lo sé... Sólo me asusta.
Se rió.
-Me hace gracia verte tan vulnerable, normalmente, no eres así.
-¿Ah, si? Será porque hoy no estoy normal...
-Lástima, si lo estuvieras, saldrías y le meterías una paliza.
-¿A la tormenta, dices? Dios, estás fatal. No se puede hacer eso.
-Ya, pero así, serías tú.
-¿Y ese es el concepto que tienes de mí?
-Bueno, es el que tú misma te has creado.
Le di un codazo y se rió.
-Ah, ¿ves? Ya no estás tan asustada.
-Si me tocas las narices, pues no.
Me liberé de su brazo y me senté en la otra punta del sillón, dándole la espalda, agarrándome las rodillas y escondiendo la cabeza entre las piernas.
-Cris.
-Mm.
-Cris, lo siento.
-Mmm.
-¿Te has enfadado?
-MMM.
Me di la vuelta y me tiré sobre él como antes.
-Estaba en ello, pero tengo más frío.
Se rió.
-Te lo juro, tienes grandes dotes de actriz. Deberías pensártelo.
Le saqué la lengua y me respondió igual.
Choco, al que hacía tiempo que ignorábamos, vino y empezó a reclamarnos atención, hasta que le atrapé la cabeza y empecé a darle besos.
-¿Quién es el perro más guapo del mundo, eh? ¡Si es que te como, peque, te como!
Carlos me miró con miedo. O quizá fuera envidia. Ya quién sabe.
-Si sigues teniendo frío, puedo buscarte una chaqueta.
-Por favor, te lo agradecería.
-Te dejo aquí con la vela. No la toques, que quema.
-Carlos, puede que me de miedo la tormenta, pero no tengo tres años.
-Ya de ti, me espero cualquier cosa-dijo, yéndose a la habitación con Choco tras de él.
Pues sí, la verdad es que tenía razón.
Volvió al cabo de un par de minutos y me tendió una chaqueta roja con capucha.
Me la puse.
Me quedaba grande, como era previsible y las mangas me colgaban.
-¿Qué tal me queda?-dije, posando.
-Bueno...-dijo, no sabiendo si decirme la verdad y arriesgarse a que me enfadara o si mentirme y que me enfadara de igual manera.
-Sinceramente, creo que me falta la gorra y ponerme a rapear.
-Yeah.
Riendo, me dirigí a la ventana y miré a través de ella, apoyándome en esta.
Carlos no tardó en acudir a mi lado y mirar, también.
-Llueve.-dijo.
-Muy agudo, Sherlock.
-¿Sabes? Creo que te prefería muerta de miedo.
-No estoy hecha a los gustos de nadie, sino al mío.
Sonrió, negando con la cabeza.
-¿Sigrid ya te habla?-preguntó, cambiando totalmente de tema.
-Qué va, muy poco... Lo necesario. ¿Y a ti?
-A mí ni me mira, ya lo sabes.
-Pero eso es porque eres díficil de mirar.
Me reí al ver su cara.
-No te enfades, no puedo evitar meterme contigo.
-Ya es tarde.
-No, venga, no te enfades-dije, hundiendo un dedo en su mejilla.
Como no decía nada, seguí haciéndolo.
Continué hasta que sonrió e intentó moderme, como hacía siempre, pero yo me lo esperaba y retiré la mano.
En ese momento, la luz volvió.
-Bueno, al menos, ya vemos-dije, soplando para apagar la vela.
-Pero sigue lloviendo. ¿Qué vas a hacer?
-Me da miedo ir a casa.
-¿Quieres que te acompañe?
-Nos empaparíamos de nuevo.
-Bueno, así puedes dejarme tú algo de tu ropa.
Enaqué una ceja, imaginándome a Carlos por un momento con mis pantalones cortos y alguna de mis camisetas cortas que te enseñaban el ombligo y parte del hombro.
Desde luego, sería muy interesante verlo.
Se rió imaginando sobre qué cavilaba.
-Es broma, no sabía cómo decírtelo, pero, si quieres, puedes quedarte aquí. Pero si no quieres, no quieres.
Reí.
-Si no quieres, no quieres. Tiene sentido. ¿Y por qué no iba a querer?
-Porque tú misma hoy me has dejado claro que no querías cuentas conmigo y...
-Olvídalo, no sabía lo que decía. No deberías creerte todo lo que digo, a veces, hablo sin pensar. Lo siento. Quiero quedarme. Y Choco también. Ahora la pregunta es si quieres, en verdad, acogernos en tu casa o echarnos a la tormenta...
-Ni hablar, os protegeré a los dos-dijo, hinchando el pecho, orgulloso.
Me reí.
-Debería llamar a Sigrid para decírselo, aunque no me hable, o me cuelgue.
-Wasapéala.
-Sí, mejor.
Le mandé un WA a Sigrid informando de mis intenciones mientras recogía el secador que antes dejé en el baño.
Volví al salón.
-¿Qué te pareció mi amigo Adri?
-Habla mucho.
-Ah, qué curioso que lo digas tú, jajajaja.
-Pero quitando eso, parece majo.
-Oh, lo es. Yo me rodeo de buena gente, ya sabes.
Me sonó el móvil y lo miré.
-¿Sigrid?-dijo Carlos.
-No, es Blas.
-Ah.
-Solemos tener largas conversaciones por WA.-Miré la hora-Mm, hoy me retrasé. Bueno, no importa. Pregunta dónde estoy.
-No le digas que aquí o es capaz de presentarse.
-Carlos, te va a crecer la nariz como a Pinocho. Di no a las mentiras.
Me reí ante su cara.
-Le he dicho la verdad, que estoy aquí porque fuimos a sacar a Choco y nos pilló la tormenta. Dice que le extraña que no nos hayamos matado ya.
-Pero es porque no sabe que te da miedo la tormenta.
-Cierto, no se lo he dicho. Ah, ya sí. Dice que aún así sigue sin comprenderlo.
-Pobre ignorante.
Miró el reloj.
-Si vas a quedarte, voy a tener que ir pensando qué hacer de cenar. Esta vez, no podemos recurrir al McDonal´s.
-Sabes que no te dejaría bajar y yo no salgo con la que está cayendo.
-A veces me pegas y otras te preocupas por mí. No te entiendo.
-No estoy hecha para que me entiendan.
Se rió.
-Voy a la cocina a ver qué tengo.
-Valep.
Choco fue tras él.
Estaba hablando con Blas por WA cuando el móvil se me bloqueó, me enfadé, me puse a darle puñetazos y a apretar la pantalla con los dedos hasta que me di cuenta de que el móvil había vuelto a la vida y estaba llamando a Álvaro.
Ya que el móvil lo había querido así, estuve hablando un ratejo con él, mientras oía a Carlos trastear en la cocina y preguntarle al perro que qué demonios hacía de cena.
-Álvaro, te dejo. Voy a echarle una mano a Carlos en la cocina.
-Si quieres colgarme, ponme otra excusa, esa no me vale. ¿Ayudar a Carlos en la cocina? ¿Tú? Bromeas.
Nos reímos los dos.
-Te valga o no, es la verdad. Mañana hablamos.
Nos despedimos, me guardé el móvil en el bolsillo del pantalón del chándal de Carlos (aunque lo llevaba puesto yo, ah) y me dirigí a la cocina.
-¿Se te puede ayudar en algo?
-Sólo respóndeme. ¿Te valen unos huevos fritos?
Me reí.
-Me valen.
-¿Ves?-dijo, mirando a Choco-Y tú decías que no.
Choco nos miró a los dos y se fue de la cocina, como diciendo "Ahí os dejo con vuestras paranoias mentales".
Me quedé apoyada en el marco de la puenta, viéndole en acción.
-¿Qué vamos a ver hoy mientras cenamos?-pregunté.
-Me da miedo decirte que busques tú algo, tienes un peligro con la tele...
-¿Qué yo qué?
-Acuérdate de lo que pasó la última vez.
-Jo, pero Grease molaba mucho. Si hasta a ti te gustó, no intentes ocultarlo.
-Sí, pero... Quién sabe qué nos pones hoy.
-¿Has visto Sobrenatural?
-¿Eso qué es? ¿Una película de amor entre fantasmas o algo?
-No es una película y no, no trata de amor. Te dije que a mí eso no me gustaba.
-¿Entonces?
-Es una serie de dos hermanos que son cazadores de cosas sobrenaturales.
-Tiene sentido.
-Suele dar miedo y esas cosas. A mí, personalmente, me gusta mucho.
-Suena bien.
-¿Tienes ordena? Podemos verla online.
-Por quién me tomas, claro que tengo. Dame un minuto y te lo doy.
-Los que quieras.
Volví al salón a esperarle.
Al sentarme, se me subió la chaqueta y, sin querer, la olí.
Craso error.
Olía exactamente como él. ¿La habría llevado puesta ratos antes de dejármela?
-Toma, aquí lo tienes.
Me sobresalté y se me quedó mirando.
-¿Estás bien?
-¿Emm? Si, dame, lo buscaré mientras tanto.
Mientras buscaba la página donde solía verlo antes de que me regalaran las temporadas en DVD, Carlos me gritó desde la cocina.
-¿Y a este perro qué le damos de cena?
-¡Y yo qué sé! ¡Tú eres el experto en perros, algo se te ocurrirá!
Creo recordar que le dio alguna salchicha.
Cenamos viendo el primer capítulo de Sobrenatural y conseguí engancharlo.
-Venga, va, pon otro.
-Si ya sabía yo que te iba a gustar, ya...
-Sí.
-Si amor no hay, le matan a la novia en el primer capítulo.
-Ahí va, qué cruel.
-¡Pero no te preocupes, se lía con una mujer lobo después!
-¿Qué de qué?
-Pero eso es en la segunda temporada.
-Ah, vale.
-Aquí en el capítulo trece...
-Pero no me lo cuentes, ya lo veremos.
Me reí.
Durante el segundo capítulo volvió a irse la luz y sufrimos porque la batería casi muere sin que el capítulo terminara.
El capítulo acabó y la batería murió.
Y nos quedamos mirando la pantalla en la oscuridad, esperando que volviera a la vida.
-¿Dónde pusiste la vela?
-¿Otra vez te ha dado la vena romántica?
Se rió.
-Está ahí, en la mesa.
Volvió a encenderla.
-Pues la serie no está mal, no.
-¿Verdad? Además Sam y Dean están muy foll... Bueno, ya me entiendes.
-Jajajaja ya, te sigo, sí.
-Es que Sam tiene tu pelo y Dean es muy hombre, ah. No puedo elegir.
-¿Y si tuvieras que hacerlo?
-Ninguno me protege de tormentas.
Tardó unos segundos en darse cuenta de lo que quise decir.
-Oh, vaya...
-¡Qué mono cuando te pones timidillo, ah!
Y me reí.
-Cuando la luz vuelva, ¿vemos otro y a dormir? Mañana tengo que levantarme pronto para ir a casa, coger las cosas e ir con Sigrid a la uni.
-Claro.
La luz no se hizo mucho de rogar y vimos otro capítulo.
Carlos no hacía más que hablar de la serie y le dije que ya quedaríamos para ver más capítulos, que en mi casa los tenía en DVD.
-¿Vas a dormir conmigo?
-O en el felpudo, donde tú quieras. Aunque quizá este no me proteja si tengo miedo.
Se rió.
-Vale, sólo tenía dudas.
Para dormir, me quité la chaqueta, aunque la eché de menos.
Olía muy bien y daba calor.
-¿A qué hora quieres que te despierte mañana?
-No te molestes, ya pongo el despertador.
-Veremos quién te despierta antes.-dijo, mirando mal a mi móvil.
Me reí.
-Está bien, ya lo veremos.
Apagó la luz y nos acostamos.
Yo me puse en una esquina y él en otra.
Desde donde estaba, veía la ventana, pues me pillaba de frente y vi como seguía lloviendo.
Puff, menudo diluvio.
Rayo. Trueno. Susto.
Retrocedí y me di la vuelta para acercarme a Carlos, que se reía.
-La tormenta viene a comerte.
-Pues dile que se vaya, que me da miedo.
Volvió a reírse y apoyó de nuevo su mejilla contra mi cabeza.
Me gustaba cuando hacía eso, no sabía por qué.
La pena es que no seguía así cuando el despertador empezó a sonar.
Lo apagué rápidamente y comprobé que no se había despertado.
Me estiré y me levanté con pena.
Odiaba madrugar, con lo agusto que estaba una en la cama...
Miré por la ventana.
Estaba todo encharcado, pero al menos no llovía. Había nubes, pero no como ayer.
Busqué mi ropa, la cual había dejado por ahí (yo siempre era un desastre, ya me conocéis) y comprobé que, si bien no estaba empapada, aún seguía húmeda.
Bueno, iría a casa con su ropa y ya se la daría por la tarde, si venía a sacar a Choco o se la acercaba yo en un momento cuando le sacara.
Dudo mucho que fuera a necesitar esa ropa expresamente ese día, ya que jamás se la había visto puesta.
Me lavé un poco la cara y me peiné como pude, tras eso, vi que todavía tenía tiempo y, como esa también era mi casa (según las palabras de Carlos) fui a la cocina y me puse un vaso de leche.
Estaba sacando la taza del microondas cuando un Carlos somnoliento y restregándose un ojo con la mano, apareció en la cocina.
-¿Quién te ha despertado antes? ¿He ganado?
Me reí.
-No, no has ganado, pero no importa. ¿Qué haces aquí? Creí que estabas dormido. Vete a la cama, vamos. Aún es muy pronto.
-Pero yo...
-No, venga.
Fui hacia él, le giré y le di empujoncitos hasta que se metió en la cama de nuevo.
Le tapé y Choco se subió a la cama, ocupando mi sitio.
Como Carlos no le dijo nada, ahí se quedó.
Les dejé a los dos así y me fui a la cocina.
Miré el móvil.
Mm, Sigrid no me había respondido a mi WA. ¿Tan enfadada estaba conmigo que no era capaz de respondenderme siquiera un triste "Ok"?
Me bebí la leche, aclaré la taza y busqué una bolsa para mi ropa. Curioso me resultaba encontrar las cosas en casa de Carlos con más facilidad que en mi propia casa.
Ale, ya estaba lista.
Fui a buscar a Choco, el cuál no se había movido de sitio.
-Choco-dije, susurrándole-Vámonos.
Al oírme, levantó la cabeza, me miró y se bajó de la cama, viniendo hacia mí.
-Adiós, Carlos-dije, por si estaba despierto-Luego nos vemos.
-Adiós-dijo este, más dormido que despierto.
Cogí su chaqueta roja, la cuál deje sobre una silla y me la puse.
Ya se la devolvería también.
Le puse la correa a Choco y nos fuimos los dos.
Toda la calle estaba plagada de charcos.
-Choco, no te acerques a uno no vaya a ser que te caigas y te ahogues.
Mi perro me miró como si estuviera loca o quizá me miró raro por cómo iba vestida.
-Oye, que no me queda tan mal.
Mientras volvía a casa con Choco, fui pensando en el día anterior. Al final me lo había pasado muy bien con Carlos. Era buen chico cuando no era tan... Como era algunas veces.
Carmen me miró muy raro.
-Buenos días.
-Para ti también, hija.
Mientras esperaba el ascensor, me giré y vi que miraba el reloj.
Sí, ya sabía lo que estaba pensando. ¿Qué horas son estas de aparecer por casa y con esas ropas de chico? Sí, también me hacía una idea de lo que estaba pensando. Y sí, era consciente de que iba a cotillear sobre ello después.
Subimos a casa y abrí la puerta.
Sigrid ya tenía que estar despierta.
-Sigrid, estoy aquí-dije, pasando.
-¡Hola!
Me quedé a cuadros al ver a David, con un pijama de mi hermano, saliendo de la habitación de mi amiga.
-¿Da-David? ¿Qué haces aquí?
-Buenos días a ti también, eh-dijo, dándome un abrazo (junto con Blas, era otro de Auryn de los que daba más abrazos. Debía de ser contagioso)
-Eh, sí, buenos días.
-¿Y esa ropa? ¿Cómo vas así vestida? Ah, pero si es de Carlos.
Mi amiga apareció, saliendo de la cocina.
-Puedo explicarlo-dije.-Aunque creo que aquí también hay cosas que me debéis explicar.


¡Hola, Endless Lovers! Aquí @Cris_Jbieber, que os traigo el capítulo 23 ;) Ya sabéis que me podéis seguiren Twitter (@Cris_Jbieber ) pero no sólo eso, sino que podéis seguir a Choco @ChocoOfficiall , también a Adri @12_puche (es un gran chaval, él fue el que me hizo auryner a mí, bueno... No todo el mérito es suyo) y también podéis seguir al Twitter oficial de la novela, @Fans_ERN
Quería preguntar quiénes de vosotras iréis a MCA porque yo, @Cris_Jbieber también estaré, así que sería una muy buena ocasión para conocernos, ¿no créeis?
Nada más que decir, salvo que deseo que este capítulo y, en especial, toda la novela, os esté gustando :)
Muchos besitos.
¡Ah! No olvidéis que podéis seguirnos en el blog, justo debajo de la fotico de Blas :D
Os quiero, en serio.