domingo, 28 de julio de 2013

Capítulo 31: A 3 meses sin chocolate.

-Cris-
Aunque habían pasado varias semanas, muy ajetreadas estas, no podía sacar de mi cabeza la última conversación que había tenido con Carlos.
Para empezar, habíamos tenido los exámenes finales.
Apenas veíamos a los chicos, e incluso a Sara.
Ellos estaban inmersos en su disco, nosotras, en los estudios.
Por lo que respecta a Sigrid, pasaba bastante tiempo con Dani (el tiempo que no pasaba estudiando) en su casa, con el gato y eso (supongo), así que cuando David venía a buscarla, charlaba un rato conmigo y luego se iba.
De Sara apenas supe nada, pero creo que vio poco a los chicos. Bueno, creo que oí comentar a Sigrid que había quedado alguna que otra vez con Martín.
Blas y yo también nos vimos poco esa temporada.
Nos llamábamos y a veces se pasaba por casa para verme o echarme una mano con el francés (mis progresos en esta materia eran notables), pero poco más.
En lo que concierne a Carlos, no le vi en ese período.
Y eso, quizás (seguro) fue lo que más me dolió en esos días.
Pero finalmente, como todo, ese perído estresante llegó a su fin, por lo que nos despedimos de tener que ir a la uni todos los días y demás, hasta que de nuevo volviera a empezar (que Dios quiera que no se diera prisa)
Decidimos celebrarlo de alguna manera y quedamos todos en casa de Carlos.
Me puse unos vaqueros rosas, una camisa blanca y mis fieles Converse negras.
-¿Estás lista, S?
-¡Sí, ya voy!
-¿Por qué siempre eres tan lenta?
-¡Si tantas ganas tienes de ver a Blas ve corriendo y ya te alcanzaré yo!
-¡Uy! Yo correr, dice...
-Vamos, que ya estoy.
Nos despedimos de Choco, agarré el bolso y nos fuimos.
"Aunque sepa que eres la persona equivocada, estoy enamorado de ti."
-Cuesta creer que ya hayamos terminado nuestro primer año, ¿no crees?-dijo S, sacándome de mis pensamientos.
-Pues... Sí, la verdad. Se me ha pasado bastante rápido.
-Y encima tenemos novios. Tú siempre decías cuando éramos pequeñas que de mayores seríamos unas viejas solteronas con miles de gatos.
-No lo digas muy alto, que aún estamos a tiempo de serlo. Aunque no me imagino rodeada de miles de Breakers...
Sigrid se rió.
-Sara viene ahora cuando salga de trabajar, ¿no?
-Sí, Cris, sí.
-Vale, mujer, solo preguntaba. Sabes que últimamente no estoy muy centrada.
-Ya te he visto, ya. ¿Te pasa algo?
¿Se lo debía contar?
Verdaderamente no me pasaba nada, sólo se me iba el tiempo... Entre recuerdos.
Íbamos caminando por la acera, a sólo un par de calles de la casa de Carlos y, entonces, me atropelló un abuelo en bicicleta, el cual andaba distraído mirando la calle.
El abuelo y la bici me cayeron encima.
Sigrid se asustó y se puso a gritar como si me hubieran matado mientras yo luchaba por quitarme al abuelo y a la bici de encima.
-S, cálmate, estoy bien.
-Lo siento mucho hija mía, ¿estás bien?-dijo el abuelo, incorporándose-Lo siento mucho, iba mirando la calle y no te vi.
-Está bien, no se preocupe. No creo que me vaya a morir por esto.
Me quitó la bici de encima y, tras unos cuantos perdones más, se fue.
-Estos abuelos de hoy en día son un peligro-dijo S, agachándose para ayudarme a levantarme.
-Y que lo digas-dije, frunciendo el ceño ya que me dolía la cabeza.
Al caer, me había golpeado con el suelo.
Pues nada, un chichón.
-Ah, espera, S. Me duele al caminar.
-¿Qué? ¿Y si te has roto la pierna? ¿Y si te la tienen que cortar? ¡Por Dios!
-S, no me seas exagerada.
-No soy exagerada, soy muy realista. Vuelvéte a sentar.
Me dejó en el suelo y se puso a rebuscar en el bolso.
-¿Qué haces?
-Voy a llamar a los chicos para decirles lo que ha pasado.
-¿Qué? ¡No S, no! Les vas a asustar para nada. Además, que ya estamos ahí, a dos calles. Vayamos a casa de Carlos y olvidemos este incidente. Quiero ir, hace mucho que no voy. Por fa, no les llames.
Ella me ignoró y cogió el móvil.
-Que además la pierna ya no me duele, mira-intenté incorporarme.
No pude.
-Oh, sí, ya lo veo.
-¡A Blas para esto no le llames, eh!
-Uh, tarde.
Unos minutos después, ya estaban los chicos allí.
Blas se agachó a cogerme del suelo.
-Que estoy bien, por favor, no pongáis esas caras. ¿No me véis?
-Dani, ¿tu coche?-dije Blas.
-Ah, claro. Voy por él.
-¡No! Pero, ¿adónde vamos?
-A urgencias. Estaremos mejor si sabemos que no te pasa nada.
Protesté, pero no sirvió de nada.
En el coche de Dani fuimos este, David, Sigrid, Blas y yo y Carlos y Álvaro se pasaron por Sara antes de ir.
Nos reunimos todos en la sala de urgencias antes de que me pasaran.
Dije de pasar sola, no quería ver la cara de preocupación de nadie para que luego no fuera nada.
Le conté al doctor, un hombre joven, que se parecía a Robert Pattirson lo que había pasado y, mientras este me examinaba, la enfermera, que parecía muy amigable, se puso a hablarme y a decir que los abuelos no tenían ningún cuidado ya por los jovencitas.
-Ahora en vez de mirarles el escote se dedican a atropellarlas.
-De verdad, mira que son desconsiderados.
-No sé qué es peor.
-Lo del escote, por supuesto.
Ella se rió.
En la cabeza, aparte de un chichón, no tenía nada y en la pierna decidió hacerme una radiografía.
Yo seguía hablando con Rebeca, la enfermera.
Descubrí que éramos muy parecidas y fácilmente conectamos.
Fíjate a los lugares que tenías que ir para hacerte nuevas amigas.
Finalmente, me dijeron que tenía una esguince, me vendaron y me dijeron que tenía que estar en reposo una semana y tener el pie en alto.
-Y si quieres andar, a muletas. Nada de apoyar el pie.
Rebeca se rió al ver mi cara.
Sin duda alguna, estaba maldiciendo por dentro al abuelo que me atropelló.
Maldita de mi suerte.
Me dieron alguna que otra cosa para que me tomara por la esguince y, antes de irme, le pedí a Rebeca el número para poder quedar otro día y eso.
-No quisiera que, para tener que hablar contigo, me tuviera que atropellar otro abuelo.
Ella se rió e intercambiamos los números.
Una vez en casa, me hicieron sentarme en el sillón y poner el pie en la mesa con un cojín.
-No era así como yo quería celebrar el fin de los exámenes...
-Ah, pues no haberte dejado atropellar por un abuelo.-me dijo Carlos.
Le miré mal.
Me dolía un poco todavía que no se hubiera dejado caer por casa durante aquel período de tiempo.
-Pues ahora te espera una temporada de nuevo encerrada en casa-dijo Dani.
-Joder ahora que podía salir... El mundo me odia.
Pasamos el resto de la tarde en casa, qué remedio nos quedó, mientras yo seguía haciéndome a la idea de que, ya que era libre para salir después de la paliza a estudiar que me había dado, no podía hacerlo debido al pie.
Cuando quería ir al baño, iba a saltos, cojeando, siempre con alguien detrás, ya que no se fiaban un pelo de mí y decían que no les apetecía que me cayera, me abriera la cabeza y tuvieran que volver al hospital ese día.
Choco no se apartó de mí en toda la tarde.
Estaba en el sillón, medio tumbado encima de mí y yo había estado medio tumbada sobre Blas asi que el pobre había tenido que soportar el peso de los dos.
-¿Sabéis lo bueno de esto?-dije.
-¿El qué?
-Que así no tengo que cocinar.
-¡Como si aunque tuvieras el pie bueno lo harías!
-S, gracias por quererme tanto.
-Para eso está Blas ya.
-Te dejó planchá-dijo Dani.
Cenaron en casa y, a la hora de irse, Blas dijo que se quedaba y, al final, David se quedó también.
Álvaro y yo le estuvimos diciendo endivioso un rato, hasta que nos miró mal y le dije a Álvaro que huyera que yo así con el pie no podía.
Estuvimos los cuatro en el salón hasta tarde, viendo películas (esta vez no le dejamos elegir a S, por lo que no vimos pelis de amor exageradamente romántico) y, cuando nos íbamos a ir a dormir, Blas cargó conmigo y me llevó hasta la cama.
-Podría acostumbrarme a esto.
Él se rió.
-Tú con tal de no andar... 
-Qué bien me conoces.
Choco nos siguió hasta la habitación y se tumbó a mi lado en la cama mientras me cambiaba.
-Choco, fuera. Ese sitio no es tuyo.
Conseguí quitarle de la cama y Blas le echó de la habitación.
A ver, si es que era un pesado.
Como su padre.
-¿Es necesario que vuelva a dejarte un pijama de mi hermano? No sé cómo de cómodo estarás con un pijama de invierno cuando ya prácticamente estamos en verano...
-No, no es necesario. Dormiré bien así.-dijo, quitándose la ropa.
-Oh, yo también.
Apagó la luz y se tumbó a mi lado.
Le abracé.
-Han pasado unas semanas desde la última vez que estuvimos así.-le dije.
-Mucho tiempo.
-Sí, y encima, ahora... Estúpido abuelo.
-Jajajaja bueno, no te preocupes. Es sólo una semana.
-Sabes lo impaciente que soy.
-También es cierto.
Le besé y en ello estaba cuando Choco se puso a lloriquear y a arañar la puerta.
Como le ignoramos, al final vino David a abrirle.
-No séais crueles con el perro, que quiere estar con vosotros.
-¿Y por qué no te lo llevas con vosotros?
-Estaba, pero se ha venido aquí. Ocupa mucho espacio en la cama. Bueno, que con vosotros se queda, eh. Hasta mañana.
Cerró para que Choco no escapara y este vino corriendo a tirarse encima.
-Choco, la pierna, por favor. No me la pises. ¡La tripa tampoco, bruto!
Al final se hizo un hueco entre nosotros y tuvimos que dormirnos.
A la mañana siguiente, David y Blas se fueron al estudio y Sigrid se entretuvo limpiando la casa mientras que a mí no me quedó otro remedio que quedarme sentada en el sillón, donde Blas me había dejado con órdenes muy claras de que no me moviera.
Mi madre y mi hermano vinieron a verme, para gran sorpresa mía, pero entonces me enteré que Blas había llamado a mi hermano para contarle lo que me había pasado.
Este chico estaba en todo, yo de mi familia ni me había acordado.
-Toma enana, te traje mis muletas.
-Ah, sí, de cuando te partiste la pierna con el skate.
-Al menos a mí no me atropelló un...
-Sí, vale, soy ridícula, pero eso ya lo sabía.
Alberto se rió.
-¿Por qué no me dijiste que Blas y tú estáis juntos otra vez?
-¿Me informas tú acaso de tus novias, ah?
-No, porque no tengo.
-Aún así, no me contarías nada.
-No me cambies de tema.
-Pues no sé, se me olvidó. Estas semanas han sido... Raras. Y estresantes.
-Jajajaja vale. En todo caso, me alegro. Es buen chico.
-Es mejor que eso.
-No sé cómo pudiste...
-Por favor, no me vuelvas a sacar ese tema ahora.
-Está bien.
Me puse a andar con las muletas por la casa, aburrida, mientras mi madre hablaba, Sigrid respondía y Alberto se fue a sacar a Choco.
Quise ir, pero no me dejaron.
Jopelines.
Se quedaron a comer (había poco en la nevera, así que S y mi madre fueron a comprar algo. Habría ido con ellas, pero tampoco me dejaron. De seguir así, me escapaba) y se fueron entrada ya la tarde, un poco antes de que los chicos aparecieran.
-Ah, qué lástima. Mi madre y mi hermano se acaban de ir. Tenían ganas de veros.
Eso estaba diciendo cuando llamaron al timbre.
-Vaya, parece que me han oído. Ya voy yo.-dije, echando mano a las muletas, pero David me las alejó.
-Tú ahí quieta.
Hice un puchero, pero nada.
Fue S y al minuto teníamos a Adri en el salón.
-¡Hombre, Adri, cuánto tiempo! 
-¿Cómo tú por aquí?
-Oí que había una accidentada y tuve que venir. Cris, ¿de verdad? ¿Atropellada por un abuelo?
-Riéte lo que quieras, pero fue así.
De nuevo, pasamos toda la tarde allí en casa.
Yo insistí varias veces que allí no podíamos estar siempre y que nos fuéramos por ahí que yo iría con las muletas o sentada en la cabeza de Carlos, pero no les convencí.
Adri, cuando se fue, prometió que se pasaría más a menudo por aquí.
-¡A ver si es verdad, eh!
Blas también se quedó esa noche.
-Mañana por la tarde no podré venir.
-Blas, sólo tengo una esguince, nada más. Voy a estar bien.
-Si lo decía porque no puede pasar un día sin que te vea.
-Oh. No pasa nada. Te enviaré una foto.
-Jajajaja cómo eres. ¿Y seguro que estarás bien?
-Sí, no te preocupes. Estará S.
O al menos eso pensaba yo, porque la vi vestida yéndose hacia la puerta.
-¡Eh, S! ¿Adónde vas?
-Ah, ¿no sabías que me iba?
-¿Es que acaso me lo dijiste?
-Te lo dije, pero estabas haciéndote mimitos con Blas en el sillón y veo que ninguno me escucháteis.
-S, sabes que cuando estamos con los mimos, no se nos puede hablar.
-Jajajaja en fin. Me voy.
-¿Y quién cuidará de mí, dime?
-¿No viene Blas?
-No puede.
-Bueno, ya eres mayorcita y eso no es nada grave. Te las apañarás.
-Amigas que huyen con los novios cuando sus amigas más las necesitan en momentos de extrema urgencia. No te hagas fan.
-No seas así, Cris. Quizá te sorprendas. Y además, tienes a Choco.
-Qué bien, que grata compañía.
-Y además, me voy con Dani.
-Qué raro.
-Si te pasa algo, me llamas y ya está.
-Mm, vale.
Y se fue.
-Sigrid-
Dani me llamó y me dijo que si quedábamos por la tarde al día siguiente.
-Claro, ven a casa a las cinco.
 Aproveché para ducharme mientras Dani venía.
Terminé de ducharme y me vestí.
Llamaron al telefonillo y fui corriendo intentando no matarme mientras me ponía mis Converse azules.
-¿Si?
-Sigrid, ¿bajas?
-Dame dos minutos.
-Valep.
Fui al baño y me peiné.
Cogí el bolso, metiendo el móvil, la cartera y mil cosas mas.
Bajé las escaleras y Dani estaba esperando ahí.
-Hey.
Se giró, puesto que estaba de espaldas, me saludó y me dio un abrazo que yo correspondí.
Vi que el coche estaba ahí.
-¿A donde vamos a ir?
-He pensado que, bueno, podríamos ver una peli en mi casa.
-Oh, chupy.-dije, con visible entusiasmo.
Nos montamos en el coche y fuimos a su casa.
Notaba que algo no estaba bien con él, algo le pasaba.
Llegamos a su casa y bajamos del coche.
Casi se me olvida el bolso en él.
Subimos a su casa.
-Puedes mirar ahí-dijo, señalando una estantería-a ver que peliculas hay.
Asentí.
Dios, ¿qué peli podíamos ver? Si es que tenía tantas.
Encontré una que me gustó.
-¿Elegiste?
-Si, esta.-y le enseñé la carátula.
-Uh, la llamada perdida. Ne gusta.
Reí.
-Pero pensé que te gustaban las pelis de amor.
-Nah, es solo para fastidiar a Cris.
Nos reímos.
Cogimos palomitas y pusimos la peli.
Daba miedo de verdad.
En una escena, nos asustamos tanto que tiramos las palomitas y cayeron al sofá.
Nos importó poco pues nos las comimos igual.
Me sonó el teléfono y me asusté.
¿Qué pasa si era como en la peli?
Contesté.
-¿Si?
Nada. Nadie respondía.
Noté como mi amigo se partía de risa con el movil en la mano.
Le miré terriblemente mal, pero me reí también.
Terminó la peli.
No quería irme.
-¿Breaker donde está?
-Perdido.
Me reí.
-Busquémosle entonces.
Al final, después de llamarle veinte veces y poner la casa patas arribas, le encontramos.
Debió de ser que me echaba de menos o algo, porque paso olímpicamente de Dani y fue directo donde mí.
-Ten mascotas para esto.-dijo Dani, con gran dramatismo.
-Oh, déjale, es normal qje quiera estar con su madre.
Me miró.
-¿Su madre?
-Ajá.
-¿Eso quiere decir que yo soy su padre?
Levanté la cabeza, pues estaba mirando al gato y estaba haciendo el gamba en el suelo.
-Eso creo.
Nos miramos y reímos.
-Menudos somos. Luego dices de Cris y Carlos con Choco pero nosotros con Breaker no nos quedamos atrás.
Esta vez el que se rió fue él.
Estuvimos jugando con Breaker hasta que le pregunté.
-¿Qué tal con la chica que crees que te gusta?
No me había gustado decirlo.
-Oh, bueno... bien, creo.
No me había gustado esa respuesta. Para nada.
Estuvimos hablando de mas cosas hasta que le dije que me tenía que ir.
No quieres irte.
-Espero que quedemos mas a menudo.
-Cuando quieras.
Se ofreció a llevarme a casa, alegando que era tarde y que no iba a dejarme ir sola.
Llegamos a casa y nos despedimos como la otra vez, con un abrazo y un par de besos en la mejilla.
Le despedí con la mano.
Subí a casa.
-Cris-
Miré al perro.
-S se va, me deja sola y encima me deja el mierdas de canal de Telecinco que no me gusta. Y deja el mando en la mesa. Choco, cógelo.
El perro me miró.
-Coge. El. Mando.
No hizo nada.
-¡Maldita sea Choco cogiste mi bolso para Carlos coge el mando!
Choco ladró y se puso a perseguirse el rabo.
-No me hagas levantarme a mí, maldito perro...
Oí la llave de la puerta y supuse que sería S, pero me sorprendí al ver ahí a Carlos.
-¡Carlos, gracias a Dios! ¡Eres mi salvación!
-¿Ah, sí?
-Por favor, dame el mando de la tele.
Se rió, me lo dio y la apagué.
-¿Qué haces aquí?
-Vine a ver qué tal estabas.
-Qué bien que hayas venido, me esperaba una tarde de soledad eterna. Blas no podía venir, S se ha ido con Dani y Sara está trabajando.
-Bueno, pues ya me tienes a mí aquí.
-¿Por qué no viniste durante los exámenes? No te vi en ese tiempo.
-Estabas estudiando.
-Hubiera encontrado un hueco para ti.
-Esos huecos eran para Blas.
-Hubiera encontrado otros para ti.
-Ah.
-¿Por qué no viniste?
-Pensé que quizá estaría bien que no nos viéramos en unos días.
-Pues no estuvo bien. Para nada. A veces, es mejor que no pienses, porque si lo haces, malo. Prométeme que no me volverás a hacer eso. Como hiciste cuando te fuiste a Barcelona. No te vayas sin avisar.
Y, aunque avises, no te vayas.
-Está bien, como tú quieras.
-Gracias.
Choco, que hasta entonces no había hecho más que darle besitos, se relajó y se tumbó encima de los dos. Como si pesara poco.
Algo no iba bien conmigo.
Sólo quería apartar al perro de en medio y abrazar a Carlos.
Abrazarlo por horas, meses, años.
-Habláme-me pidió-No me dices nada.
-Mm, es que no sé qué decir...
-Oh, ¿te dejé sin palabras? Es la primera vez que lo hago.
Sonreí, mientras acariciaba a Choco.
-Sí, la verdad. Es la primera vez.
-Jajajajaja. Puedes empezar diciéndome qué tal te va.
-Oh, ya me ves-dije, señalando el pie- Poca acción puedo tener con eso.
-Te atropelló un abuelo, eso es toda una hazaña.
-Será algo que le pueda contar a mis hijos, sí. Y estarían orgullosos.
-Y tanto.
Nos reímos.
Me sentía mejor.
Por alguna razón que desconocía, me había sentido algo nerviosa al principio, pero ahora ya me sentía un poco más relajada.
-¿Y los exámenes y eso bien?
-Sí, ¿acaso tenías dudas? ¿Con lo inteligente y espléndida que soy yo?
-Bueno, es que eso de inteligente... A veces nos haces dudar...
-¿Qué dices?
Se rió.
-Es broma, mujer, pero hacía mucho tiempo que no veía esa cara.
-¿Qué cara?
-La que pones cuando te molestas.
Le pellizqué el brazo.
-¡Ah!
-Si es que si no me molestas no eres feliz.
-Ya, ya lo sé.
Hablamos por un rato, contándonos lo que se nos ocurría.
-¿Vemos una película o algo?
-Vale. Ahí en la estantería tenemos unas cuantas, si quieres echarlas un vistazo.
-Mm, vale.
Se levantó a mirarlas.
-¿A ti te gusta esta?-preguntó, con cara rara.
-¿Cuál?
Me enseñó la portada.
Era 3 metros sobre el cielo.
-¿Por qué lo preguntas?
-Porque como me dijiste que no te gustaban las películas de amor con mucho amor... Aquí sólo veo de eso.
-¿Y tú crees que esa a mí me gusta?
-Hombre, es típica de chicas.
-¿Y yo soy típica?
-No, la verdad.
-Entonces te acabas de responder tú solo. No, no me gusta. A ver, si la tengo que ver y eso, pues vale, pero... Es empalagosa.
Él se rió.
-Pues yo pensaba que si estas pelis no os gustan por la historia, os gustan por el chico.
-¿Mario Casas? ¿En serio?
-¿No te gusta?
-No es mi tipo.
-Es verdad, en qué se parecerá Blas a Mario Casas...
-¡Eh, Blas es mejor!
-Jajajajaja si tú lo dices, te creo.
-Pero mira que eres malo.
-Ah. Pero mírame. Yo soy más guapo que Mario Casas.
-Claro y si tú y yo protagonizáramos la película no estaríamos a 3 metros sobre el cielo, sino a 3 meses sin chocolate.
-JAJAJAJAJAJAJAJA ESA FUE BUENA, EH.
-Como todo lo que yo digo, ah.
-Entonces esta no la vemos.
-No, no.
-A ver qué más hay... Entonces, según lo que me has dicho, Crepúsculo tampoco, ¿no?
-¡Sí! ¡Pon esa, pon esa!
-¿Eh? ¿Pero no me dijiste que...?
-Carlos, por Dios, el amor da igual. Salen vampiros.
-Pero es una historia de amor.
-Vampiros.
-Nada de lo que diga te va a hacer cambiar de opinión, ¿verdad?
Negué con la cabeza.
-Sea, entonces.-dijo, poniéndo la película.
Se sentó después en el sillón, dejando una distancia.
Miré el hueco, queriendo que este no existiera, pero yo no podía moverme.
Carlos se dio cuenta y se acercó, sentándose a mi lado.
-Me sentaré aquí, por si sale un vampiro feo y te da miedo.
-Aquí lo único que puede darme miedo es tu cara y, para tu información, los vampiros que salen en esta película son muy guapos.
-Osea, que fácilmente me pondrían haber dado a mí un papel.
-Pero qué creído te lo tienes.
-A mí lo que tú me dices, si me dices que soy más guapo que Mario Casas pues me vengo arriba.
-No te vayas tan arriba a ver si luego no te voy a poder alcanzar, tonto.
-Pero eso es porque eres una pitufa.
-Cállate y ve la peli, a ver si así aprendes algo.
-¿Cómo qué?
-A ser un Edward, por ejemplo.
-Pero si yo soy mejor que él.
-Ve la película y cuando acabe, hablamos.
Como era de esperar, Carlos no cerró la boca durante la peli, pero eso era algo a lo que me había habituado viendo cosas con él.
-Ese tiene el pelo muy largo. Que se lo corte.
-Es Jacob. Se lo corta en la segunda película.
-Ah. Bella es una patosa. Se parece a ti.
-Ya.
-Vaya vampiros. No muerden a gente.
-Son vegetarianos, Carlos. No quieren hacerle daño a nadie.
-Ya, cuentos chinos.
-No, vampiros modernos.
-Y tan modernos que salen al sol y no se queman. ¿Qué peli me has hecho poner?
-Chst, cállate, que me encanta esta parte.
"-Y así el león se enamoró de la oveja.
-Qué oveja tan estúpida.
-Qué león tan morboso y masoquista".
Para cuando la película acabó, él estaba pensativo y yo estaba completamente echada sobre él.
-Veo que la película te ha hecho pensar.
-Oh, sí, estaba pensando en cuándo vería las siguientes partes.
-Vaya uso del sarcasmo. Entiendo que no te gustara. 
-La película no ha estado mal y no me importa ver contigo este tipo de películas si son las que te gustan. Me gustan estas sesiones de cine contigo.
-No lo sabía.
-Bueno, pues ahora sí lo sabes.
-Me alegra oír eso. De verdad. Porque a partir de ahora vamos a tener muchas sesiones de estas. Pero Carlos, ya no aguanto más en casa. Sácame.
-Si Blas se entera, me mata. Sabes que tienes que estar en reposo y...
-Pues o me llevas o me voy sola, pero aquí en casa ya no estoy más.
-Pues te ato.
-Pues me desato.
-Pues te encadeno.
-Pues no me dejo encadenar.
Nos aguantamos la mirada por unos segundos hasta que él se rió.
-No eres cabezota ni nada. Está bien, vamos. Así sacamos al perro.
-¡Sí! Gracias.
Agarré las muletas y le esperé en el ascensor.
Él vino con Choco.
-Pero ni al parque ni a nada, ¿eh? Solo una vuelta pequeña para que os de a los dos el aire.
-Que sí, Carlos, no te preocupes tanto. Por Dios, qué agonía con Blas y tú. No estoy hecha de cristal, no soy tan frágil.
-Para nosotros, como si lo fueras. Y vamos, antes de que me arrepienta y te deje en casa.
Choco no hacía más que tirar, queriendo ir a su parque, pero Carlos le llevó por otro sitio y Choco no hacía más que mirarle cómo diciendo "¿Qué haces? Pero que no, pero que por aquí no es. ¿Estás tonto?"
-Choco, que no tires, que Cris no puede ir más rápido.
-Déjale, estoy más que acostumbrada a sus traiciones.
Carlos se rió.
-Bueno, entonces, ahora que has visto la película, ¿sigues sosteniendo que eres mejor que Edward Cullen?
-Desde luego, soy bastante más hablador que él.
-Cierto.
-¿Y tú qué opinas?
-No te voy a decir nada, que luego te vienes arriba y yo me quedo abajo.
-Jajajaja es decir, que tú piensas que sí.
-Yo no dije eso.
-Pero lo insinuaste.
-Ah, me pillaste.
-A mí me querías engañar, como que no lo sabía.
Llegamos al portal.
-¿Ya hemos llegado?
-Ya oíste, no debes hacer esfuerzos.
-Pero...
-Me dijiste que te sacara y eso hice. Así que ahora no protestes y arriba, vamos. 
-Vale.
Se quedó conmigo en casa otro rato, discutiendo sobre posibles películas que podríamos ver hasta que vino Sigrid.
-Bueno, me marcho ya, que ya te dejo con alguien responsable.
-¿S responsable? ¿Cómo puedes mentir tanto?
-¡Será posible! Ahora en cuanto me cambie de ropa, te vas a enterar.
-Aquí te espero, si del sillón no me puedo mover...
-¡JA! Es cierto. Ahora vengo.
Se fue a su cuarto seguida de Choco, que ladraba, contento.
-¿Te vas entonces?-le pregunté a Carlos, viendo que se levantaba del sillón.
-Sí, será lo mejor.
-¿Cuándo vas a volver otra vez?
-Mm, creo que vendremos todos mañana por la tarde a...
-Te he preguntando cuándo vas a volver tú, no los demás.
-Ah, yo.
-Sí, tú.
-Mm, no lo sé. Para cuando tú quieras llamarme. Sólo dime "ven" y vendré.
-Así lo haré. Pero ven, eh.
-En cuanto tú lo digas.
-Pero por la ventana no se te ocurra, usa mejor la puerta.
Él se rió.
-Intentaré recordarlo, pero no prometo nada.
-Qué loco. Agáchate, anda. Yo no puedo levantarme.
-¿Y qué me vas a hacer?-dijo, mientras lo hacía y ponía los brazos en el sillón, uno a cada lado, sin permitirme huida.
-Besarte la mejilla.
-¿Es así ahora como lo hacen los vampiros modernos? ¿En la mejilla?
Me reí.
-No, tonto. Así es como se despiden.
-Vaya.
Su frente estaba sobre la mía y mis manos sólo querían agarrarlo para acercarlo más, pero sólo le permití a una que le acariciara la mejilla.
Choco ladró y me despertó como en el sueño en el que estaba, le besé en la mejilla y él se incorporó.
-¡S, me voy, ya nos veremos!
-¡Vale!- gritó esta desde el cuarto.
Se dirigió hacia el hall y, antes de desaparecer por este, se dio la vuelta, me sonrió y me despidió con la mano. 
Yo sonreí enormemente e hice lo mismo.
Tras eso, se marchó y, nada más oír cerrarse la puerta, sentí como un enorme peso en el pecho. 
No acababa de irse y ya le estaba echando de menos. Le necesitaba ahí, en el sillón, a mi lado, hablando, haciéndome olvidarme del resto del mundo, riéndonos. Y aún me había quedado con las ganas de abrazarlo. Eso no era normal, ¿no?
-Cris, ¿estás bien?
Volví al mundo y vi que S estaba sentada a mi lado en el salón.
 -No... No lo sé.
Me eché sobre mi amiga y esta me abrazó.
-¿Ha pasado algo con Carlos? Pero si os he visto muy bien a los dos...
-Ah, no, no ha pasado nada. Ha sido muy bueno conmigo, hemos visto una peli y luego hemos ido a dar una vuelta... 
-¿Qué? ¿Con el pie así? 
-Yo prácticamente le obligué a ello y él accedió pero sólo si era un paseo breve y ha sido corto. Sólo necesitaba que me diera un poco el aire. 
-Oh, está bien. ¿Y qué película visteis? 
-Crepúsculo.
 -Jajajajaja ¿y le gustó? 
-Dijo que no podía esperar a ver las siguientes partes. 
-Menudo es él. 
-¿Y tú con Dani?
 -Pues lo mismo, ahí en su casa, con Breaker y alguna peli. 
-¿Qué tal el gato? Hace mucho que no le veo, a ver si me puedo acercar a casa de Dani uno de estos días. 
-Si eso a la próxima, te vienes conmigo. 
-Vale. ¿Y cuándo vas a ver a David? 
-Ah, sí. Vendrá ahora con Blas. He hablado con él por WA hace unos minutos. 
-Qué bien. 
Intenté sonar convencida de mi entusiasmo, pero no lo conseguí y S me miró.
-Bueno, tendré que ir haciendo la cena para cuando estos dos vengan.
-Vale. 
Llevaba unos diez minutos Sigrid en la cocina cuando llamaron al timbre. Choco fue corriendo a la puerta, ladrando. 
-¡Ya voy!- dijo S, yendo corriendo. 
Oí las voces de David y Blas y la voz sorprendida de S. 
-Pero, ¿qué es eso? 
-Ahora verás. 
Pasaron al salón y les saludé. 
Fue entonces cuando me fijé en que Blas tenía algo entre las manos. 
-Toma, esto es para ti. 
-¿Esto qué es? Ah, pero... Si es una tortuga. 
-Por si otro día no puedo venir, para que no te aburras. 
-Me has regalado una tortuga para que no me aburra en tu ausencia.
-Sí. 
Empezó a darme la risa y David y S se rieron por lo absurdo de la habitación. 
-Cómo eres, Blas. 
-Me dijiste que te gustaban las tortugas. 
-Porque no podrían ganarme en una carrera, pero no pensé que me regalarías una. 
-Eso es lo que tienen las sorpresas, que no te las esperas. 
Mientras David se fue a ayudar a S en la cocina (supongo que fue a eso, quién sabe) Blas se quedó conmigo en el salón viendo a la tortuga haciendo el tonto en su acuario que tenía dos palmeritas. Qué cuco. 
-¿Cómo la vas a llamar?-me preguntó Blas.
-Tomás.
-¿Tomás? 
-Tomás, la tortuga. Me gusta. 
Él se rió. 
-Está bien el nombre.
 Choco metía la cabeza en el acuario, olisqueando a Tomás. 
-Choco, Tomás no es comida. Es un amigo. 
-¿Qué has hecho esta tarde? 
-He estado con Carlos aquí. Vimos Crepúsculo. 
-Jajajajaja. 
De nuevo los dos se quedaron a dormir y por la mañana se marcharon, con la promesa de que por la tarde vendrían a vernos. S se fue a comprar por la mañana y yo me quedé durmiendo en el sillón. 
Por la tarde, como prometieron, vinieron todos a casa. 
Sara se pasó después, al salir del trabajo y tenía un regalito para mi. 
-Para la accidentada, un Franpucchino. 
-¡Bieeeen! Gracias. 
Carlos me miraba con envidia. 
-No me mires así, si quieres, bebe-dije, tendiéndole el vaso.
Se rió y lo cogió. 
-Entonces te quedas sin bebida-dijo Dani. 
-Que va, verás cómo no se lo bebe todo. Sabe compartir.
-¿Qué es eso?-dijo Sara, acercándose a la mesa y mirando lo que casi todos miraban. 
-Es Tomás. 
-Oh, pero si es una tortuga. 
-Blas pensó que Tomás me ayudaría a no aburrirme. 
Aquella tarde Adri también pasó por allí y fangileó junto a los demás con Tomás. 
-Es mi tortuga, aparta tus manos de ella-dije, viéndole a Adri las intenciones de quitármela.
-Que va, yo sólo quería tocarla.
-Ah, bueno. Más te vale. Te estaré vigilando.
Mientras estaban todos ahí pendientes de la tortuga (Carlos estaba tendiéndole la pajita del Franpuchinno a Tomás y, cuando este intentaba morderla, la quitaba, hasta que finalmente Tomás la mordió y se comió la mitad) Rebe me llamó al móvil.
-Quiero hablar por teléfono, que alguien me lleve a mi cuarto.
-Que yo sepa, tienes una esguince, no las piernas rotas. Ve tú-dijo Adri, que, como siempre, era un ser cruel conmigo.
Al final fue Álvaro, que tuvo un detalle y me dejó sentada en mi cama.
Hablamos cerca de un cuarto de hora.
Me llamaba para preguntarme qué tal llevaba la esguince y eso.
Cuando terminé de hablar, volví al salón cojeando, vi que Adri se había sentado en mi sitio del sillón y le eché pegándole con las muletas.
La mañana siguiente fue aburrida, aunque la tarde se presentó mejor.
Blas tampoco podía venir aquella tarde, al menos, no a la hora habitual y Sigrid se iba con David.
Era un buen momento para llamar a Carlos.
-Meloncito.
-¡Pitufina!
-¿Pitufina?
-Sí, bueno, es que eres rubia y enana, como ella.
-¡Oye! ¡Vete al carajo!
-JAJAJAJAJAJAJA.
Me reí también.
-Quería decirte algo.
-Dime.
-¿No lo adivinas?
-Mm.
-Venga, que es sólo una palabra. Y tiene una sílaba.
-Emm... Si no lo dices tú, no tiene efecto.
-Jajajajaja está bien. Ven.
-¡Voy! ¿No me ves allí ya?
-¡No eres Edward, no eres tan rápido!
-Buah, yo a ese le dejo atrás. Ya mismo voy.
-Aquí te espero sin moverme.
-¿Qué película veremos hoy?
-Lo decidiremos cuando vengas.
-Jajaja ya voy. Adiós.
-Hasta ahora mismo, melón.
Le colgué y en ese mismo momento llamaron al timbre.
-Joder, pues sí que es rápido, sí.
Fui cojeando a abrir la puerta.
-Carlos sí que eres ráp... Dani. Pero si eres tú.
-¿Esperabas a otro rubio?
-Sí, pero dudo mucho que Bart Simpson llame a mi puerta.
Se rió.
-¿Buscabas a S? Digo, porque se fue con David.
-En realidad venía a hablar contigo.
-¿Conmigo?
-Sí. ¿Puedo pasar?
-Ah, sí, claro, discúlpame. En tu casa estás, ya sabes.
Pasó, cerré, preguntándome cuánto tardaría Carlos y nos encaminamos al salón.
-¿Te ayudo?-preguntó, viéndome cojear.
-Con que me des la mano para no matarme saltando es suficiente.
Le solté cuando nos sentamos en el sillón.
-Bueno, tú dirás, Danielo.
Choco vino corriendo y Dani le acarició.
-Puff, a ver por dónde empiezo.
-¿Por el principio?
-Es que no sé si esto lo tiene.
-Madre, sí que es complicado.
-Jajajaja un poco, sí.
Le dejé que organizara las ideas.
-Hay una chica.
-Ajá.
-Y hay un problema con ella.
-¿Tiene novio?
-Sí.
-Ya veo.
-Y aparte, estoy algo confundido porque ella antes me hacía caso, luego empezó a salir, bueno, con su novio y me dejó olvidado por un tiempo y ahora vuelve a hacerme caso. Bastante más caso que antes, a decir verdad.
-¿A quién ve más de los dos? ¿A él o a ti?
-A mí.
-¿Y ella sabe que tú...?
-No, no lo sabe. Y no sé qué hacer, porque su novio, bueno, es alguien con quién me llevo bien y no quiero que, bueno... Que pase algo parecido a...
-Blas, Carlos y yo. Ya.
-No quería molestarte.
-Tranquilo, no lo has hecho. Está bien.
-Y eso. No sé qué hacer, no sé si pasa tanto tiempo conmigo porque... Ya sabes o porque me ve como su mejor amigo.
-Es complicado sí, porque podría ser lo que tú dices.
-¿Qué puedo hacer?
-¿Tú no se lo quieres decir a ella?
-Es que si se lo digo y no... Eso podría ser una situación entre los tres bastante incómoda.
-Pero Dani, quién no arriesga, no gana. Con lo competitivo que eres tú, ¿y no sabías eso? Mira, lo que yo haría seguiría quedando con ella. Si ella te busca, es por algo. Quizá en una de esas conversaciones te suelte algo que te indique por dónde va la cosa, como "ains, si es que eres tan buen amigo..."
-¿Y si no lo dice?
-Si no lo hace, que lo dudo porque solemos decir esas cosas, deja que pase el tiempo, queda más veces y díselo. Fácil no es, lo sé, pero no puedes hacer otra cosa en esta situación. Siento no poder serte de más ayuda.
-No, está bien. Lo que me has dicho me ha servido.
-Me alegro. Pero esa chica debe ser muy tonta, ¿no? ¿Qué novio puede tener que compita contigo?
Dani se rió.
-Ay, si tú supieras...
-Pues dime. ¿La conozco?
Llamaron al timbre y me olvidé de todo.
-¿Quieres que vaya yo?-preguntó Dani.
-No te preocupes, así me doy un paseo.
-Jajajaja.
-¿Quién es?
-Carlos, ¿quién si no? Usé la puerta.
Me reí.
-Enseña la patita por debajo de la puerta para que sepa que eres tú.
-Pero si no me cabe.
-Solo tú darías esa respuesta-dije, abriéndole-Anda, pasa. ¿Y por qué no abres con las llaves?
-Porque así te hacía levantar y pasearte.
-Qué mono eres.
-Lo sé. Anda, Dani. ¿Cómo tú por aquí?
-Pues nada, a darle algo de compañía a la muchacha, pero si ahora estás tú, está bien.
-¿No quieres quedarte?-le pregunté.
-No, tengo cosas que hacer. Ya seguiremos con el tema.
-Claro, a ver si se me cura esto-dije, señalándome la pierna-Y puedo pasarme a ver a Breaker.
Se despidió de los dos y se fue.
-¿De que hablábais Dani y tú?-preguntó Carlos mientras nos sentábamos en el sofá.
-Pues de nuestras cosas. ¿Es que tienes que saberlo todo? No seas cotillo.
-Jo, venga, dímelo.
-Buenooo, hablábamos de ti.
-¿De mí? ¿Y qué decíais?
-Que calladito estás muy sexy. Así que ya sabes.
-Oh, qué mentirosa, no decíais eso.
-Jajajaja ya lo sé.
Mientras tanto, el turno de Sara en el Starbucks ya había acabado y esta pensaba en si venir a casa a hacerme una visita.
Iba a salir del establecimiento cuando se topó con Álvaro, que entraba.
-Ah, vaya. No sabía que estabas aquí.
-Sí, mi turno acaba de terminar.
-Pues si me esperas unos minutos, hablamos. Hace días que quiero hablar contigo.
-Está bien, me sentaré por ahí.
Se sentó en una mesa apartada de las demás y Álvaro no tardó en reunirse con ella.
Al principio, no hablaron, después, él tomó la palabra.
-¿Has pensando sobre lo que pasó ese día en tu casa?
-Mm, no, no lo hice.
-Pues yo sí he pensando sobre ello.
-¿Y qué has pensando?
-Pues que eso sucedió porque tú me ibas buscando a mí, ya que estás totalmente pillada por mí.
Sara se quedó bastante sorprendida con cara de "¿y este tío qué está diciendo?".
-Eso no te lo crees ni tú. Eres un creído y un imbécil.
Se levantó de la mesa y sin mirar atrás se marchó.
Álvaro la miró marcharse y no dijo nada, roto como se había quedado.
(...)
-No me vas a decir lo que hablásteis, ¿no?
-Carlos, es que eso te lo tiene que contar él, yo sobre eso no puedo decir nada.
-Vale, no te insisto más.
-Gracias.
-¿Qué tal está Tomás?-dijo, asomándose al acuario de este.
-Oh, le va muy bien. A veces temo por su vida porque cada vez que me descuido Choco tiene la cabeza metida dentro, pero ahí está, siendo todo un superviviente.
-Jajajaja pero Choco hace eso porque siente curiosidad.
-Sienta lo que sienta, que no se coma a Tomás.
-Ya oíste, Choco. Bueno, ¿qué película vemos hoy?
-¿Quieres ver alguna especial?
-¿Me vas a dejar elegir a mí?
-Eh, no te equivoques, yo te dije si querías ver alguna, no que vayamos a ver esa.
-Pero qué mala eres conmigo, de verdad.
-¿Y lo que te gusta que sea así, qué?
Me sacó la lengua.
-¿Y bien? ¿Película?-le dije.
-No sé, no se me ocurre nada.
-De amor no quieres, ¿no?
-Si me la quieres poner... La veré.
-No, ya viste Crepúsculo, vamos a cambiar.
-Miedo me dan tus cambios.
-Quiero ver Los Juegos del Hambre. Y a la próxima nos vemos Harry Potter.
-¡Sí!
-Pues ale, búscame la película entre esas.
-Está bien.
La puso y me dio el mando.
-¿Vas a la cocina a por algo de comer? Tengo hambre.
-¿Y qué te traigo?
-No sé, lo que pilles, o lo que haya. Últimamente es S la que va a comprar, así que a saber qué te encuentras.
-Vale, voy.
Choco fue detrás de él.
-He encontrado esto-dijo él, enseñándome una tableta de chocolate-Y está sin abrir.
-Tú lo que quieres es que engorde.
-Sí, para luego comerte. Me pillaste.
-Caníbal.
-Jajajajaja.
Se sentó a mi lado, abriendo el chocolate y yo le di al play.
Tras eso, empezamos a ver la película y a comer chocolate.
-Me dijiste que aquí no había amor.
-Carlos, amor hay en todas partes. Pero aquí no es el tema principal.
-Más vale.
-Sólo hay un beso. No te angusties.
-Pues sí que hay poco amor, sí.
-Hay más entre tú y Choco que en esta película.
-Guay. Espera, ¿qué?
Me reí de su cara.
-Mírales-dijo, ya que, como siempre, no podía estarse callado ni para ver una película. Como para llevarle al cine-Ellos allí muriéndose de hambre y nosotros aquí, comiendo.
-Que, por cierto, nos hemos comido más de la mitad de la tableta. Dios mío.
-Esto es algo muy normal en mí.
-Y no engordas nada. Ya me dirás tu secreto.
-Ah, cuando tú me digas qué hablaste con Dani.
-Entonces olvídalo. ¿Sabes? Habrías sido un buen Peeta. Al chico tuvieron que teñirle para que llevara esos pelos y el personaje tiene los ojos azules, pero el chico debió de pasar de ponerse lentillas. Podrías haberlo hecho tú.
-¿Y qué sentido hubiera tenido si la protagonista no fueras tú?
-Pues me hubieran cogido, también. Con nuestros grandes dotes de actores que tenemos, eso no es problema.
Ambos nos reímos.
Cuando la película se acabó, la estuvimos comentando.
-¿Te has leído los libros?-le pregunté.
-No.
-Ay, eres un caso. Te los dejaré para que te los leas.
-Vale.
Tras eso, sacamos a Tomás de su acuario.
-Ah, no me pongas a Tomás en la pierna.-protesté.
-Déjale,a ver qué hace.
Tomás subía para arriba.
La cogí y se la puse a él en el brazo.
-Que te suba a ti, no te digo.
-Ah, araña.
-No Carlos, Tomás es una tortuga.
-JAJAJA DIOS EN SERIO ¿CÓMO PUEDES DECIR CHISTES TAN MALOS? JAJAJAJA
Tomás se cayó del brazo de Carlos y se nos perdió en el sillón.
-Dios, que se ha perdido.
-Joder con Tomás. Como para jugar al escondite con él.
Al final lo encontramos detrás de una silla.
No pudimos explicar cómo llegó hasta allí.
Choco nos miraba como diciendo "¡Me habéis remplazado, malditos!".
Miré la hora.
-¿Quién se ofrece para sacar a Choco?
-¡Me presento voluntario! ¡Voluntario como tributo!
-Qué grande eres, Carlos. En serio.
-Seh.
-¿Puedo ir contigo?
-Ah, ya sé por dónde vas. Buenoooo, vale. Pero otro paseo corto.
-Sí.
Y como bien dijo, fue breve pero intenso.
-Mm, esta gente estará al caer. Me deberé ir yendo.
-Oh, no te vayas. Me quedaría sola.
-Tienes a Tomás y a Choco. ¿Qué mejor compañía que eso?
-La tuya.
-Me quedaré si es lo que quieres.
-Vamos a mi cuarto, te daré los libros.
-Si quieres ir dándomelos uno a uno, quizá tarde en leérmelos, ya sabes, el disco y eso.
-No tengo ninguna prisa, me los sé de memoria y, si no me los devuelves, sé dónde vives.
-Uh, eso sonó a amenaza.
-Era una amenaza.
Se rió.
Fuimos a mi cuarto y busqué en mi estantería.
Era algo difícil, ya que daba saltitos, intentando no apoyar el pie.
-Te vas a caer-observó Carlos.
-Mm, no.
Ya rozaba el libro con los dedos.
-Te sujetaré.
Al sentir sus manos sobre mi cintura me sobresalté, agarré el libro y este me cayó en la cabeza.
-Eres demasiado patosa.
-Soy un peligro para mí misma, lo sé. Menos mal que era de tapa blanda.
Se rió.
-Ya me agacho yo, no te preocupes.
-Sí y será mejor que cojas los demás tú.
-Si es que eres una cabezota.
-Lo sé. Es uno de los defectos que me hacen perfecta.
Me miró enarcando una ceja, como si no entendiera, pero no quisiera preguntar por temor a la respuesta.
-¿Me das una bolsa?
-Ah, claro. Tiene que haber en la cocina.
-Pues vamos, flamenco-dijo, tendiéndome una mano.
-¿Flamenco?-pregunté, cogiéndola.
-Sí, porque vas como ellos, con un pie.
-Carlos, de todo lo que has dicho desde que nos conoces esto es, sin duda, lo peor. En serio. Y luego dices de mis chistes.
Se rió y me soltó de la mano para buscar donde le dije que encontraría una bolsa para los libros.
No quería que se marchara, pero no podía decírselo.
Me sentía bien a su lado, ¿qué demonios? Me hacía sentir condenadamente bien.
Cada vez que venía, una parte de mí sufría sabiendo que se marcharía y que debería esperar para volver a verlo, pero que debía de ser así, solos, sin nadie delante, puesto que, frente a los demás, él no era el mismo, ni, por supuesto decía las mismas cosas.
-¿Y esa cara de pena, penita, pena? ¿Temes por tus libros? Me conoces y sabes que soy un poco desastre, pero cuidaré tus libros.
-No, no es eso.
-¿Entonces qué te pasa? ¿Te duele la pierna?
-No, tampoco.
-¿Y entonces?-dijo, dejando la bolsa en la encimera-¿Qué te pasa?
¿Debería decírselo? No, las cosas volverían a liarse. Me miraba, esperando mi respuesta, pensando en las posibles opciones que serían mi problema.
Supongo que podía pensar mil y una opciones y no daría con la respuesta.
Él.
-¿Me lo vas a decir?
Avancé de unos saltitos la distancia que había entre nosotros y le abracé.
Le abracé con todas mis ganas, como si fuera mi hijo perdido hace veinte años y nos viéramos ahora de nuevo.
Él al principio no reaccionó, sorprendido como estaba, pero luego me abrazó también.
Y no sé cuánto tiempo más pasó hasta que oímos la llave de la puerta.
Me separé y sin decirle nada fui al salón saltando.
Él cogió la bolsa y me siguió.
Como siempre, eran David, S y Blas.
-¿Qué haces de pie?-preguntó Blas.
-Ay, Blas, que me dan calambres de estar sentada.
-¡Eh, Carlos! ¿Qué tal?-le dijo David.
-Aquí estoy, vine a por algo de lectura-dijo, enseñando la bolsa.
-Viniste al lugar indicado-dijo Sigrid-Cris tiene una especie de biblioteca.
Se pusieron a hacer comentarios sobre mí (a los que no le di nada de importancia), hasta que Carlos dijo que se marchaba, por lo que se me encogió el corazón, pero no dije nada.
Un par de días después me quitaron la venda y quedé como nueva.
Sigrid y Sara me acompañaron.
Tomás quiso venir, pero no pudo salir del acuario.
Tan feliz estaba que lo primero que hice nada más librarme de la venda fue echar a correr.
-¡No corras tanto a ver si te van a atropellar otra vez!-me gritó Sigrid.
La simple idea me hizo detenerme en seco.
Ese mismo día cenamos todos juntos.
No celebrábamos nada (bueno, Dani decía que celebrábamos que ya no teníamos una coja en el grupo), pero hacía tiempo que no cenábamos juntos y nos apeteció.
Como novedad, había llamado a Adri y a Rebeca (a la que a partir de ahora llamaremos Rebe por los recortes)
El primero vino encantado, contento de ver a los chicos con los que tan rápido había conectado y ella tuvo algo de dudas, diciendo que no les conocía y no quería estorbar, pero al final conseguí convencerla y en seguida fue como una más.
La verdad, esa chica me recordaba mucho a mí. Entonces no podía ser de otra manera que aceptada rápidamente.
Aunque también estaba Martín, cosa que nos había sorprendido a todos, menos a S, que era quién le había dicho a su prima que él también podía venir.
En resumen, en la cena estábamos ciento y la madre.
David, Rebe y Blas charlaban animadamente, Dani estaba perdido en su mundo, Carlos estaba con el móvil, Álvaro le cotilleba, a ver qué hacía, distraído, aunque Adri le hablaba y Sara, Sigrid y yo hablábamos, aunque Martín de vez en cuando se metía en la conversación.
Yo no había vuelto a hablar con Carlos desde la última vez que estuvo en casa, desde el abrazo.
Y aquello no me gustaba.
Tras la cena, fuimos a tomarnos algo.
La gente hablaba entre sí.
Yo estaba con Blas, agarrada a él, hablando con Dani y a la conversación se unieron Rebe y Adri, pero, aunque hablaban y yo también, no sabía de qué iba la conversación, no sabía qué decían, estaba totalmente perdida en mi mundo, mirando al rubio de mi amigo Carlos, que vete a saber qué estaría haciendo todo el rato con el móvil.
Entonces ocurrió algo que nos calló a todos y me sacó de mis ensoñaciones.
Martín, que hasta ese momento había estado hablando con Sara, cogió a esta y la besó.
Ella, como respuesta, le apartó bruscamente y le cruzó la cara de un bofetón.
Martín se la quedó mirando, como si no se lo esperara y ella, dándose la vuelta, se marchó, visiblemente enfadada.
Todos nos quedamos en silencio, intentando asimilar lo que había ocurrido cuando Carlos se levantó y fue tras ella.
Clavé la mirada en su espalda, viendo cómo se iba y esperando que no se marchara, que había pasado toda la noche queriendo hablar con él, queriendo acercarme y, ahora que iba a hacerlo, se iba.
Y me enfadé, me enfadé bastante.
Me enfadé porque no me había hecho caso en toda la noche, había estado con el dichoso móvil, apenas me había mirado y luego era el primero en decirme bonitas palabras cómo "Sólo dime ven y vendré" y cosas así y, encima de que iba a acercarme yo, se marchaba.
Suspiré e intenté relajarme.
No podía dejar que me vieran enfadada. Y menos por esa razón.
Blas me besó la mejilla.
-¿Estás bien? Estás muy callada.
-Ah, sí, es que lo que acaba de pasar y eso... Me ha dejado... Rota.
-Sí, la verdad.
-QUE NO PARE LA FIESTA DON´T STOP THE PARTYYYYY!-dijo Adri, tratando de devolvernos a la normalidad, pero, ¿cómo iba a hacerlo si Sara se había ido de esa manera y Carlos no estaba?
-¿Sabes si algo va mal con Álvaro?
-¿Por qué dices eso?
-Lleva unos días raro... Y míralo.
-¿Quieres que hable con él?
-Si me haces ese favor... Quizá a ti te diga algo.
-Eso no es un favor, Blas, lo hago gustosa.
Me besó de nuevo en la mejilla y me dirigí hacia Álvaro, ocultando mi enfado tras una sonrisa.
-Paisano, ¿algo está mal contigo?
-Ah, hola, Cris.
-No me has respondido.
-Ah, pues...
-Mejor salgamos fuera. Ven, anda.
Le agarré del brazo y lo saqué al exterior.
El aire fresco de la noche me dio en la cara y me revolvió el pelo, pero aquello no disipó mi enfado.
Sin ese niño cerca de mí, algo sí iba mal conmigo.
Dicho niño hacía rato que había alcanzado a Sara, y, aunque no sabía muy bien qué decir, trataba de animarla de la mejor manera posible.
-Si Martín antes me parecía un tío majo, pero, ¿sabes lo malo de él?
-Mm.
-Que respira.
Consiguió sacarle una sonrisa.
-¿Y ahora qué vas a hacer respecto a él?
-No lo sé, de momento, no quiero ni verlo.
-Cosa muy normal y comprensible.
-Ya.
-¿Y ese bofetón que le diste? Digno de Rocky Balboa, eh.
-Qué exagerado eres.
Él se rió.
-De quién se me habrá pegado.... ¿Y si vuelve a llamarte?
-No le responderé.
-¿Y si se presenta en tu casa?
-Le echo.
-Ah.
-¿Por qué has venido?
-Sabes que soy un caballero y con lo que ha pasado y tal, no podía dejarte ir sola.
-Menudo eres tú.
-Ya, me lo dicen mucho.
Volviendo a Álvaro y yo, estábamos fuera, aún sin haber empezado a hablar.
-¿Qué te ocurre?
-¿Cómo sabes si algo me pasa?
-Tenía algunas sospechas pero ha sido Blas el que me pidió que hablara contigo. Yo lo habría hecho de todas maneras.
-Ah.
-¿Vas a decirlo?
-Es...Complicado.
-Y dime qué no lo es.
Sonrió.
-Alguien lo está pasando mal por mi culpa.
-Y te sientes culpable.
-Bastante. Porque lo soy.
-¿Metiste la pata?
-Hasta el fondo.
-Y yo que pensaba que el metepatas del grupo era Carlos...
-Jajajaja.
-Pues yo que tú, hablaría con esa persona lo antes posible. No hay nada que, hablando, no se pueda arreglar.
-Está bien.
-Pecaré de cotilla, pero, ¿conozco a esa persona?
Él sonrió de nuevo.
-Es Sara.
-Cómo lo sabía. Tenía mis sospechas de que pasaba algo entre vosotros. Y me dijiste que no. ¡Me mentiste!-dije, con gran drama.
Pero mira que me gustaba ser dramática, de verdad.
En ese momento, le sonó el teléfono.
-Es Carlos-me dijo.
Ah, genial. Ahora no es ni capaz de llamarme a mí. Genial.
Enfado en aumento.
-No, creo que ya nos vamos para casa, así que si te quieres ir ya... Ah, sí, es que estoy fuera, hablando con Cris. Ajá, vale.
Me tendió el teléfono.-Quiere hablar contigo. Me voy dentro, ¿vale? Ahora hablamos. Y gracias.
Aún sorprendida, le cogí el teléfono y le guiñé un ojo sonriéndole antes de que entrara.
-¿Si?-dije.
Así que ahora sí quería hablar conmigo.
-Lo siento. Me fui de esa manera y no me dio tiempo a despedirme.
-¿Y por qué te fuiste así? ¿Sabes que quería hablar contigo?
-Porque Sara... Espera, ¿estás enfadada? ¿Querías hablar?
-Sí, estoy enfadada y sí, quería hablar.
Se empezó a reír.
-¿Qué te hace risa?
-No recordaba lo mal que llevas que te ignoren.
Le gruñí.
-Lo siento.
-Tú siempre estás sintiéndolo todo.
-Sí, pero... Tuve que ir tras ella. Mira lo que pasó. ¿Cómo iba a dejar que se fuera sola a casa así? Soy un caballero.
-Ya, de la mesa redonda.
-Oh, vamos. ¿Por qué estás enfadada?
-Porque quería hablar contigo y tú has estado todo el día como ausente, con el móvil y apenas me has mirado.
-¿Tengo que comerte todos los días con los ojos o qué?
-Deja de pensar en comer.
Volvió a reírse.
-¿Y qué querías que hiciera?
-No sé...Que me hablaras... O que me hicieras caso... O algo. No me gusta sentirme cómo que un día soy todo para ti y los otros dos días siguientes no existo.
-¿Quieres que vuelva y hablemos?
-No, mejor que no. Ya hablaremos en otro momento.
-Cuando tú quieras.
-¿Qué tal Sara?
-Oh, bien, bueno. Confundida, sorprendida... Ya sabes.
-Ya.
-¿Vienes mañana a casa y hablamos? Me has dejado con la intriga de qué me querías decir.
-La última vez que quise ir a tu casa, me atropellaron. ¿No te dice eso algo?
-Sí, que tienes que ir con más cuidado. Si quieres yo te voy a buscar y te escolto.
-Pues menudo guardaespaldas.
-¡Eh!
-Jajajajajaja.
-¿Vienes entonces?
-Bueno, ya veré. Mañana te llamo y te confirmo.
-Bien. ¿Qué hablabas con Álvaro? ¿Qué hacías con él, ah?
-¡Pero mira que eres cotillo!
-¿Eso tampoco me lo vas a decir?
-No lo sé. Ya veré.
-Vale.
Nos despedimos y tal y le obligué a colgar, porque no quería.
Entré y le devolví el móvil a Álvaro, que se había unido a la conversación de Blas, David, Rebe y Sigrid.
Vi a Dani, tragándose un rollazo impresionante de Adri sobre Gran Hermano o algo similar, seguro, así que acudí en tu rescate.
-¿Sabes, Adri? Álvaro dijo que se necesitaba tu sabiduría por allí.
-¿Eso dijo? Pues allá que voy.
Y se fue, dejándonos solos.
-Gracias por salvarme.
-Un placer, Dani. Han sido muchos años a su lado. Sé cómo funciona este hombre ya. ¿Qué tal estás?
Se encogió de hombros.
-¿Has vuelto a quedar con esa chica?
-Un poco.
-¿Y?
Volvió a encogerse de hombros.
-Nada, ¿no?
-No.
-Vaya. Y...
David se nos acercó y nos puso a cada uno un brazo en el hombro.
-Rubios, que nos vamos.
Aunque no seguimos con aquella conversación, supe que algo con Dani no iba bien. Pero, ¿qué estaba pasando con todos últimamente?
Fui con Blas a su casa y pasé la noche con él.
Me desperté antes que él por la mañana, me vestí y le dejé una nota.
Tras eso, me marché a casa.
Algo no había sido igual esa noche.
Y creo que, la que estaba fallando, era yo.
Nada más llegar a casa, llamé a Carlos para que confirmarle que iba y, cuando me disponía a ir por la tarde, al bajar el portal, me lo encontré ahí, en la puerta.
-¿Por qué me miras así, no te dije que te escoltaría?
-Eres un loco.
-Soy un caballero, ya te lo dije.
-Tú me dices muchas cosas, anda, vamos.
El entrar de nuevo en su casa me trajo varios recuerdos.
Grease, la tormenta, Sobrenatural, las velas... Besos.
-Hacía tiempo que no venía por aquí.
-Cierto es. ¿De qué querías hablar?-dijo, sentándose en el sillón y ofreciéndome un sitio.
-Te sorprenderá, pero... No tenían ningún tema. Sólo quería hablar y...
Me callé antes de decir demasiado.
-¿Y?-me apremió.
-Y estar contigo.
-Ains, qué mona.
Miré para otro lado para que no me viera sonreír como una estúpida.
-¿Me vas a decir lo que hablaste con Dani y Álvaro?
Puse los ojos en blanco.
-Eres pesado, eh.
-Pero eso ya lo sabías.
-Ya.
-¿Y bien? Son mis amigos, estoy preocupado.
-Pues vete preocupando por tu apuesta, porque Álvaro y Sara se enfadaron.
-¿Qué? ¡Dios santo!
-¿Sigue en pie la apuesta entonces?
-Por supuesto. Y voy a ganarte.
-¿Ganarme? ¿A mí? Está por verse.
-Lo verás. ¿Y respecto a Dani? ¿Qué le pasa a ese chaval?
-Asuntos del corazón.
-Si me los explicas, quizá los entienda.
-La chica tiene novio y queda mucho con Dani, entonces este está confundido porque no sabe si es su mejor amigo o algo más. Lo de siempre, vamos.
-Ya.
En ese momento en el que le vi la cara me di cuenta de que, básicamente, había repetido nuestra historia y que lo había dicho como si nada.
-Y ayer en la cena y eso estaba un poco de bajón.
-Pues hagamos algo para animarlo.
-¿Cómo qué?
-Pues qué sé yo, lo más tonto que se te ocurra.
-Eso es muy peligroso.
-Lo sé. Me gusta el peligro.
-¡Ah! Ya tengo algo.
-A ver, dime.
Se lo dije al oído y se empezó a reír.
-Desde luego, es una idea muy tonta. Te hace justicia.
-¡Eh!
-Pero es tan tonta que podría funcionar. Vale, ¿cómo lo hacemos?
Acordamos todos los detalles y quedamos conformes con el plan.
-¿Avisamos a los demás de lo que vamos a hacer?
-Mm-dije, pensándolo-No lo sé. Si lo quieres decir, adelante.
-Bien.
-Ya sabes, te vendré a buscar mañana. No te olvides de llamar a Dani esta noche.
-No se me olvida, tranquila.
-Bien, pues, eh...
No sabía cómo despedirme de él, si otro abrazo o qué.
-¿Qué te pasa?
-Mm, pues...
-¿Eh?
-Nada, joder, que me abraces.
Se rió.
-Qué genio te gastas, mujer.
Y tras el abrazo, me fui a casa, a pensar en el día siguiente y en la tonta idea.
Joder, pues sí que era tonta.
Me empecé a reír sola en casa.
A la mañana siguiente me levanté temprano (temprano para mí era antes de las once), cogí uno de mis bolsos grandes y metí en él algo de comida, la cámara y lo que creí necesario.
Tras eso, me duché, me sequé un poco el pelo pero me lo dejé algo húmedo para refrescarme y me puse unos pantalones vaqueros cortos altos de cintura y a los que se le veían los bolsillos y una camiseta blanca con una cruz grande negra, con mis Vans negras.
Le escribí una nota a Sigrid informándole de mis intenciones y se la pegué en el corcho.
Desayuné algo, me despedí de Choco que ese día le había dado por querer chuparme las piernas, cogí las llaves del coche y me fui.
Mi primera parada fue la casa de Carlos.
Ya me estaba esperando en el portal cuando me detuve frente a este.
Miré el reloj.
Aún faltaban minutos para la hora que acordamos.
Se sentó delante.
-¡Buenos días!
-Jajaja buenos días. 
Fuimos hablando todo el camino a casa de Dani, comentando la tan genial idea.
Este también estaba esperando en el portal, con una cara de incertidumbre que no podía con ella.
Se sentó detrás y nos evaluó con la mirada.
-¿Adónde me lleváis?
-Ah-dijimos los dos a la vez-Es un secreto.
Entrecerró los ojos.
-Lo descubrirás enseguida-le dije yo.
Y vaya que si lo descubrió.
-¿Me habéis traído al zoo?-dijo, mirándonos como si no se lo creyera.
Carlos y yo a duras penas conseguíamos aguantarnos la risa.
-Cris dijo que estabas un poco de bajón, así que queríamos hacer algo para animarte.
-Y se nos ocurrió esto.
-Vaya dos que sois, de verdad. Siempre sois los mismos.
Tras eso, se empezó a reír.
Normal, es que era para partirse.
Una vez dentro nos hicieron pasar por un puentecillo raro y al final un hombre dijo de que nos quedáramos quietos para echarnos una foto.
Posamos porque sino se iba a poner a llorar.
-Bueno, vosotros dos me habéis traído aquí, guiadme-dijo Dani-Aunque con vosotros estoy más que perdido...
-Fue su idea-dijo Carlos, señalándome.
-Como os guíe yo, vais listos.
-Toma, he sido previsor y he cogido esto.
Carlos me tendió un mapa del zoo.
Lo abrí quinientas veces y descubrí que casi tenía mi tamaño de lo grande que era.
-Mm, yo creo que es mejor que caminemos sin rumbo y ya veremos qué nos encontramos.
-Estamos conformes.
Saqué la cámara y fui haciendo fotos a todo.
No a los animales, por supuesto, sino a Carlos y a Dani que juntos eran un caso.
Una de las fotos con la que nos partimos de risa fue con la de Carlos saludando a un oso, el cual también le saluda a él con la pata en alto.
Dani y yo apenas podíamos caminar recordando eso y Carlos decía que para una vez que había sido amable, vamos y nos reímos de él.
Caminando, nos salió un pelícano al paso, ya que había algunos animales que se iban dando paseítos por ahí y yo me asusté.
-Este seguro que muerde, como los patos.
-No creo, Cris.
-Carlos, la última vez que discutimos sobre si algo mordía o no, te acabó mordiendo.
Al final me acabé echando una foto con el pelícano y luego otra de Dani y yo y el pelícano en medio, que posó de una manera muy sensual.
Tardábamos bastante en ver los animales porque a cada paso solíamos echarnos fotos.
Hasta que se me acabaron las pilas.
-No importa, traje más por si acaso.-dije, cambiándolas.
Carlos y Dani me miraron raro, pero no comentaron nada.
Fuimos a ver a los tíos de Breaker (los tigres) y a los de Choco (lobos).
Yo me quería llevar uno de esos a casa pero Carlos me dijo que con Choco ya tenía bastante y me sacó a rastras de donde estaban los lobos.
Yo quería uno.
También había tortugas y le dije a Dani que me ayudara a buscar una novia para Tomás y así estuvimos entretenidos un rato, hasta que Carlos dijo que Tomás era muy pequeño para novias y nos sacó arrastrando de allí a los dos.
Pero quién sería él para decidir por Tomás, vamos a ver.
Le dije a Dani que nos echara a Carlos y a mí una foto con los elefantes detrás y, al pulsar para hacer la foto, el elefante nos troleó y nos echó agua de su estanque con la trompa (alomejor no lo hizo a posta, pero darnos, nos dio)
Dani se partió de risa mientras yo gritaba que tenía mocos de elefante y le decía a Carlos "¡Quitámelos, quitámelos, quitámelos!" y Carlos intentaba colocarse el flequillo.
Dani se rió de eso por lo menos un cuarto de hora.
-Al menos, si queríamos animarle, parece que lo estamos consiguiendo.
-Nuestro objetivo, cumplido.
Nos encontramos con alguna que otra fangileante y se hicieron fotos, en las que también salí yo y una avestruz por detrás (jodefotos podríamos llamarla)
Cuando me cansé de andar, los dos, haciendo el tonto, como siempre, me auparon y empezaron a cantar la canción esa de "La sillita de la reina que nunca se peina..." hasta que me mosqueé, me bajé, busqué el peine en el bolso y me peiné a conciencia.
Antes de irnos a comer (Carlos desde que entramos no había hecho más que decir que tenía hambre) fuimos a ver a los ponys y uno de ellos casi le mete un mordisco a la gorra de Dani.
Después de comer quise echarme la siesta, pero no me dejaron y me llevaron a ver los monos.
-Bueno Dani, tú te quedas aquí, ¿no?-dijo Carlos.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Para que estés con los tuyos.
-¿Eh?
-Carlos tiene razón, Dani. Eres muy mono. Pero no de esta clase.-dije yo.
Carlos se quedó chafado, Dani se rió y me revolvió el pelo, por lo que me volví a peinar.
Viendo a los gorilas había uno chiquitillo que no hacía más que mirarme y golpear el cristal.
-Lo quiero. Lo adoptaré y será mi hijo.
-Y así todos te podremos decir "Vaya, qué hijo más mono tienes".
Dani y yo nos reímos.
-En serio, Carlos, qué malo.
Aguanté sin problemas las serpientes, murciélagos y demás, pero me asusté mortalmente al ver las arañas y demás bichos.
De hecho, les dejé a ellos dentro y yo salí corriendo (andando deprisa) hasta la salida, donde les esperé.
Se rieron los dos de mí un rato.
Vimos también los pájaros y Dani y yo nos pusimos a buscar (hoy nos había dado por emparejar mascotas) una novia para Paco y la encontramos, era ideal, te decía "¡Bienvenidos!" nada más entrar.
Eso sí, el nombre no lo descubrimos, pero la llamamos Pepa.
Finalmente fuimos al acuario y Carlos nos lo dejó muy claro.
-Nada de buscarle novias a nadie más.
Qué autoritario se había vuelto, en fin.
Hemos de decir que perdimos a Carlos en el acuario.
-Como un niño pequeño, ya se perdió. Qué caso de niño es, de verdad.
Lo encontramos viendo a los tiburones.
Los vimos un rato, hasta que nos cansamos y llamé a S para preguntarle dónde estaban.
-Están todos en casa de David, ¿vamos?
Ellos asintieron.
Al salir del zoo, compré la foto de los tres que nos hicieron al principio.
Es que quedó bien y me gustaba.
-Sigrid-
Me desperté y me levanté mientras me desperezaba.
Fui a la cocina y en uno de los armarios había croissants, así que cogí eso.
Fui al salón y puse la tele, la Mtv, porque estaba el vídeo del verano y yo eso nunca me lo perdía.
Miré el corcho de las "cosas importantes" y vi que Cris había dejado una nota diciendo que ella y Carlos iban al zoo con Dani.
Lo dejé pasar.
Al rato vino Choco con la correa en la boca y sentándose delante mío.
-Ah, ahh. Ya entiendo. ¿Quien te ha enseñado eso? ¿Carlos?
Y fue decir Carlos y empezó a mover la cola y saltar de felicidad.
En la mayoría de esos saltos me pisó el pie.
Le dije que esperase sentado a que me visitiese.
Fui a mi cuarto y me pusr unos pantalones cortos rojos, una camiseta blanca con rayas azules y unas vans.
Si, estilo Louis Tomlinson.
Fui al baño y me peiné a conciencia.
Volví a mi cuarto de nuevo y cogí el bolso metiendo el móvil y la cartera.
Le puse a Choco la correa y salimos, dirigiéndonos al parque de siempre.
Le solté la correa y le dejé corretear por ahí.
No me encontraba bien. Estaba fatal.
El que era no lo sabía.
Choco se cansó del parque y me ladró para que volviésemos a casa.
Volvimos y me quedé sin saber que hacer.
Limpié la casa.
Pasaron las horas y estos no volvían.
David me llamó y me dijo que si iba a comer con él.
Yo acepté, claro.
Me volví a peinar y salí para allá.
Llegué a su casa y llamé.
-Hey.
Entré y me dio un beso y un abrazo.
Comimos mientras le contaba que Cris y Carlos e habían ido con Dani al zoo.
-Sí, Carlos me lo dijo ayer. Pero mira que son raros los tres rubios.
Estuvimos viendo alguna que otra película hasta que llegaron Sara, Álvaro y Blas.
Estos dos se salieron fuera a la terraza, para ser que a hablar porque algo no iba bien con Álvaro.
Creo que Cris había hablado con él, debería preguntarle.
Sara se quedó viendo el final de la película con nosotros, y, tras eso, nos pusimos a comentar cómo le iría a los rubios en el zoo.
-Alguna habrán liado, seguro. Si nos llaman desde comisaría, que no nos extrañe.
Nos reímos del comentario de David.
Blas vino pidiendo toallas, que se quería bañar, decía y Sara fue también.
Nos quedamos hablando con Álvaro, contándonos esto y lo otro, hasta que nos salimos afuera, mientras Blas y Sara nadaban de un lado a otro.
Oí que me sonaba el teléfono y que me lo había dejado dentro, así que fui a buscarle.
Era Cris, que me llamaba para ver dónde estaba y le dije que estaba en casa de David y que se viniesen para acá.
Todo el tiempo que estuvimos esperando a que viniesen estuvimos haciendo el imbécil (y cuando no lo hacíamos).
Nos fuimos al salón y al rato sonó el timbre de nuevo.
Abrimos (abrió David, nosotros nos quedamos en el sofá del salón) y vi como Cris entraba y, sin pensárselo dos veces se sentó (tiró) en el sillón.
-Cris-
-Todos saben adónde fuimos, ¿no? ¿Y la razón también?
-Sí, yo me encargué de avisarles a todos.
-Bien.
Nada más entrar en casa de David y saludarles a todos, me tumbé cual larga era (que no es mucho) en un sillón, reventada.
-¿Estás bien?-me preguntó S.
-¿Tú sabes lo que me han hecho andar esos dos?
-Con lo poco que te gusta a ti andar...
-Pero si te llevamos un rato a la sillita de la reina-dijo Dani.
-Sí, esa que nunca se peina.-dijo Carlos.
-¡Qué mi pelo siempre está divino!
Buscamos un cable para la cámara (llevaba en el bolso) y se pusieron a ver las fotos en la tele.
La de mojados por el elefante triunfó.
Mi cara de asco y la expresión de Carlos de "¿qué coño está pasando?" era un show.
Cenamos algo también en casa de David (las fotos no se acababan nunca) y, después, llevé a Dani, S y Carlos a casa y yo me fui con Blas.
Álvaro llevó a casa a Sara en un incómodo silencio y, cuando quiso decir algo, esta ya había salido del coche y había entrado al portal.
Suspiró, repasó mentalmente lo que quería decirle y salió del coche.
Subió y, dudando de si le iba a abrir, llamó al timbre.
Sara abrió.
-Sara, escucha, yo...
No pudo continuar, le dio con la puerta en las narices.
Como bien había dicho yo, ¿qué estaba pasando con todo el mundo?


Jelou Endless Lovers! ¿Qué tal vamos? Aquí @Cris_Jbieber , para variar, subiendo este cap. Poco tengo que decir, salvo lo de siempre, que podéis seguirme en Twitter (@Cris_Jbieber , así como al Twitter oficial de la novela @Fans_ERN), preguntarme cualquier cosa en ask (CrisBieberHoranStyles) y que podéis seguir al blog bajo la foto taaaaaaaaaaaaaaaaan cuqui del taaaaaaaaaaaaaaaan cuqui de Blas :3
Sin más que decir, hasta el próximo cap y, sinceramente vuestra (?
@Cris_Jbieber