domingo, 3 de noviembre de 2013

Capítulo 38: Que la distancia no sea el olvido.

-Cris-
Pasé toda la noche con S y, aunque ella se pensaba que yo estaba dormida, en verdad en algunos momentos de la noche no lo estaba y supe que se levantaba de la cama.
No la seguí en ninguna de las veces en las que se levantó, supongo que para ir al salón, a la terraza, quizá al baño.
A la mañana siguiente, cuando me desperté (por me desperté entendamos que Choco me chupó una oreja) ella no estaba.
La encontré en la cocina, desayunando.
-¿Qué tal?-dije, aclarándome un poco la garganta ya que tenía la voz seca.
-Bien.
-¿De verdad?
-Sí, claro.
-¿Qué tal has dormido?
-Bien.
Mentira, pensé para mis adentros. Pero no iba a ser yo quién se lo discutiera.
-¿Y tú?-preguntó.
-Oh, yo divinamente. Ni tus ronquidos ni tus patadas consiguieron despertarme.
-Me imagino, acostumbrada a los de Carlos...
-Carlos no ronca. Pero sí da patadas. Incluso habla en sueños y se ríe.
-¿Ah sí? ¿Y qué dice?
-Sí, el otro día dijo que no le dijera a Dani lo de la nevera.
-¿Y qué significa?
-Ni idea. Al despertarse, le pregunté y ni él mismo lo sabía.
Ambas nos reímos.
Era agradable volver a oír la risa de mi amiga.
-He pensando que podíamos pasar la mañana juntas.
-Ya estamos juntas-replicó mi amiga.
-Ya, claro. Muy agudo, Sherlock. Pero decía pasar la mañana fuera de aquí, las dos juntas.
-¿Qué? No...
-¿Qué? Síiiii... He pensando que podíamos ir a la plaza de sol y...
-Cris, no me apetece.
-No te vas a quedar aquí encerrada en casa. No lo voy a permitir.
Fue a replicar, pero mi mirada envuelta en llamas (en verdad no tenía fuego en los ojos, sino se me hubieran quemado las pestañas, ¡qué horror!) la disuadió de hacerlo y fue a cambiarse mientras Choco me lamía una pierna.
- ¿Estás muy pesadito tú con eso, no?
Dejando a Choco por un caso imposible, al igual que su padre, me fui a vestir.
Estaba preocupada por mi amiga.
Ella jamás se había negado a salir conmigo.
-S, ¿te estás vistiendo?
-Siiiii-se oyó desde el cuarto de mi amiga.
-No me hagas ir a vestirte yo, ¿eh?
-Eso de momento lo puedo hacer yo, gracias.
Estaba sentada en la cama, pensando mentalmente qué me iba a poner, cuando me sonó el móvil.
-¡Cielo mío!
-Em, me da que no, eh.
-¿Y tú qué coño haces con el móvil de Carlos?-dije, al reconocer la voz del merluzo de mi hermano.
Les oí reírse a los dos.
-Esa boca, que te la voy a lavar con jabón.
-Sí, ¿tú y cuántos más?
-Seguro que Carlos me echa una mano, ¿verdad?
-¡No os compinchéis contra mí!
-Tarde. Bueno, te paso con el cabezón, que por algo es su teléfono.
-Sí. Muchas gracias.
-De nada hermanita. Ya nos veremos.
-Mm.
Le pasó el teléfono.
-¡Buenos días!
-Buenos días.
-¿Qué? ¿Para mí no hay "cielo mío?"
-No te gustan esas cosas y, además, ya lo dije antes. Iba para ti, pero ah, mi bro llegó antes.
-Jo.
-Ni jo ni ja.
Se rió.
- ¿Qué tal está la del corazón roto?
-¡Carlos!
-¿Qué?
-¡Qué poco tacto! Ten algo más de corazón en esto.
-No puedo, tú me lo robaste.
-Eres imbécil.
-Me lo dices como si antes aún tuvieras dudas.
-En serio, cómo eres. Pues bueno...-la vi aparecer por la puerta- Me voy con ella. Estaremos desaparecidas toda la mañana. Hablamos más tarde. Adiós, te quiero.
-¡Pero qué...!
No supe lo que quería decirme, ya que le colgué.
-Creo que voy a tener que vestirte yo a ti.
-Cállate, llamó para preguntar por ti. Ya me visto.
Cogí los primeros pantalones cortos que pillé y la primera camiseta, agarré el bolso, me calcé y salimos.
Fuimos a Sol y la arrastré hasta el Fnac.
-En verdad sólo querías sacarme de casa para ver discos. Confiesa.
-Qué noooo S. Qué noooo.
Pasé ante un estante y vi que el disco de Falete que Carlos quería regalarme seguía en oferta.
Una bombilla se encendió en mente.
-¿Qué haces comprando eso?
-Nada S. Nada.
Me miró raro, pero no dijo nada más.
Pasamos el resto de la mañana de aquí a allá, mirando tiendas y haciendo fotos. Paramos en un Starbucks para tomarnos algo y luego seguimos con nuestra ruta.
-Oye, ¿no tenemos que sacar al perro?-dijo S.
-Ahí vaaaaa, es verdaaaaad.
-Qué pésima madre eres.
-Tranquila, lo tengo asumido.
Volvimos a casa.
-¿Qué tal estás?
-Bien... No. No estaré bien hasta que no hable con él.
- Tiene su lógica.
Cogimos a Choco y fuimos a dar una vuelta y, de paso, comprar el pan. Cumplido nuestro cometido, volvimos a casa.
Cómo estaría mi amiga que no le apetecía cocinar, ni tan si quiera comer.
-Pues no te vas a matar de hambre en mi presencia.
-Vale, iré dónde no me veas.
Mi mirada bastó para que no se moviera de donde estaba.
-Ya cocinaré algo yo.
-Entonces estamos perdidas.
-¡Me ofendes! He aprendido un poco con Carlos.
-¿A qué? ¿A hacer un sandwich?
-¿Qué insinuas con eso?
-Nada, nada. Dios me libre.
Nos apañamos con unos huevos fritos y beicon.
Choco no le quitaba los ojos al beicon. Parecía como hipnotizado por él.
-S, no le des.
-Jo, ¿por qué? Él quiere...
-Luego se pone gordo y no. Hazlo por su salud.
-Vale.
Pero aún así Choco se las ingenió para robarle a S un trozo y huir con él.
-Se parece a Carlos.-observó mi amiga.
La taladré con la mirada antes de ir a regañar al perro.
Fregué y me puse a fregar los baños ya que mi amiga no estaba de humor (y no es que fregar los baños ayudara mucho a no deprimirse)
-Brillan como los chorros de loro.
-Nunca entendí esa frase-le confesé a mi amiga.
-Bah, yo tampoco. Pero quedaba bien.
-Divina.
Fuimos al salón y S cogió su blog de dibujo y se puso a hacer trazos. Siempre la decía que hiciera algo que valiera la pena y nos sacara de pobres.
Yo en cambio me tiré cual larga era en el sillón y agarré el móvil.
"¡Estás aquíiiii!", dijo Carlos, al verme en línea.
"Nunca me fui"
"¿Por qué te quedaste?"
"Por si me necesitabas"
"Ay, qué rica eres conmigo ;")"
"Sí, y tú que tonto conmigo"
"De tantas veces que lo dices va a parecer que es verdad..."
"xP"
":D"

Suspiré.
Menudo niño.
"Quiero verte", leí.
Riendo, me hice una foto y se la envié.
"Mírame"
"Awwww, muy guapa. Pero yo quiero verte físicamente y sentirte cerca mío, tan cerca que..."
"¡Carlos!"
"... Que sienta tu corazón latir sobre el mío. ¿Qué? Que era eso, jo. ¿Qué te pensabas?"
"¿Desde cuándo eres tan empalagoso?"
"¿No te gusta? Lo pensé para los dos :( :( :( :("

Empezó a petarme el wa a ":(".
"Es muy bonito", le concedí.
"No, no, ahora me enfado y lloro..."
"Nooooo :( ¿Puedo hacer algo para evitar eso?"
"Mm, no sé... Mi corazón está tan afligido... Siento tanto dolor en mí... Qué agonía más grande siento... Ah..."
"Nooooo, haré lo que quieras"
"Quiero verte"

Reí negando con la cabeza.
A cabezota (y cabezón) a Carlos no le ganaba nadie.
"Está bien"
":DDDD"
"¿Ya no lloras?"
"Sí. De la felicidad"
"Imbécil"
"Cuando me lo dices tú suena tan bien... ;") Bueno, ¿cuándo nos vemos? ¿Ya? ¿Ahora? ¿O quizás... Ya?"

"Jajajajajaja ¿qué te parece dentro de media hora?"
"¿Quéeeee? No. No me parece nada bien"
"Pues lo siento, porque tengo que arreglarme. Si no estás en casa en media hora, me iré sin ti"
"Nooo, porque te seguiré. No podrás librarte de mí"
"Tampoco quiero. Te veo en media hora ;)"

Iba a ir hacia el baño a ducharme cuando me acordé de S.
Me la quedé mirando en el pasillo.
-Has quedado con Carlos ¿no?-dijo ella.
Asentí.
-Es que sino lloraba.
-Pues ve con él, que no queremos eso.
-Pero ¿y tú?
-Yo estaré bien.
-Pero no puedo irme y dejarte a ti así...
-Yo estoy bien. Vete.
La sostuve la mirada un tiempo hasta que me tiró una zapatilla (era suya) y entendí eso como un "vete o te echo".
Me duché y después me puse un vestido blanco con un bonito cinturón fino marrón en la cintura.
Tras secarme un poco el pelo, me calcé, cogí el bolso y miré la hora.
A Carlos aún le quedaban dos minutos.
-Le esperaré abajo, ¿hablamos luego?
-Claro.
-Cualquier cosa, llámame, por favor.
-Lo dices como si me fuera a dar por hacer alguna tontería.
Enarqué una ceja.
-Un tonto hace tonterías. Ahí lo dejo.
-¡Oye!
Me reí, le saqué la lengua, me despedí y bajé al portal.
No acababa de salir por la puerta cuando me choqué con Carlos.
-¿Así es cómo me saludas después de casi un día sin verme?
-Lo siento-dijo él- No te había visto. Iba con prisa, se me acababa el tiempo y te ibas a ir sin mí. Y no seas exagerada. No hace tanto que no nos vemos.
-Ay, pues para mí lo ha sido. Para mí ha pasado toda una semana.
Me agarró y me besó.
-Para que te compense esa semana.
-Tonto.
-Eres tan romántica...
-Calla y ayúdame a buscar el coche.
Su cara reflejó sorpresa.
-¿Es que vamos a alguna parte?
-Es obvio que sí.
-¿Adónde me llevas? ¿A ver a tus padres?
-¿Por qué piensas eso?
-Tu bro me dijo que tarde o temprano lo harías. Y yo debo convertirme en el yerno perfecto.
-Pues la verdad, no se me había ocurrido. Ya iremos, tengo que ir a verles. Pero no, vamos a otra parte. Y además tengo una sorpresa para ti.
-Tú ya eres una sorpresa para mí. La mejor que me podías dar.
Me sonrojé involuntariamente y él rió.
-Allí está.
Nos subimos al coche y le llevé al centro comercial.
Cuando aparqué, me miró raro.
-¿Me traes de compras?
-Me dijiste que serías mi estilista.
-Sí, me acuerdo.
-Tranquilo, no venimos de compras. Venimos al cine.
-Weeeeeeeee.
Me dio un beso en la mejilla.
-¿Y qué vamos a ver?
-No sé, lo que quieras. Yo sólo quiero ver algo contigo. No me importa el qué.
-Doble weeeeeeee. ¿Dónde has estado toda mi vida?
-Yo aquí, en Madrid. El que estabas lejos eras tú.
-Cierto.
Le dejé que mirara la cartelera a su gusto y que eligiera la peli que quisiera.
Después de elegida la película, me arrastró hasta el puesto de chuches.
-Mm, cuántos dulces. Pero no hay nada más dulce que tú.
Le puse la mano en la frente.
-¿No estarás enfermo?
-Sí, de amor por ti.
-¡Carlos!
Se rió.
Disfrutaba haciéndome enrojecer.
-La vida contigo es una risa.
-Calla y vamos, que va a empezar la peli y tengo que ir al baño.
-Pues ve, ve.
-Tiene peligro dejarte aquí solo...
-Seré bueno-dijo, dibujándose una aureola en la cabeza.
-Lo dudo.
Y con su risa en mis oídos fui al baño.
Al salir, me extrañó no verle en la puerta.
Pregunté al de las chuches (un chaval con cara de Beagle) si le había visto, pero me dijo que no.
-¿No es ese?-me dijo un señor mayor calvo señalando un grupo atrás mía.
-Ah, sí. Debí de haberlo visto.
Me mantuve apartada, riéndome interiormente al verle haciendo malabares con las chuches mientras unas chicas se hacían fotos con él.
Le dejaron marcharse y vino.
-Así que me voy y esto es lo que me encuentro al volver...
-Yo estaba siendo un niño bueno. Te lo juro.
-Si ya lo sé-dije, tirándole del moflete.
Quiso morderme la mano, pero la retiré a tiempo.
-Anda, vamos. Que como me haya perdido los anuncios, te mato.
-Violenta.
Por suerte para él, no me había perdido nada.
Fue sentarnos y apagaron las luces.
-La primera vez que vine contigo al cine, no parabas de hablar.
-¿Y cuándo me callo?-dijo, dándome una fresa (de chuche, obviamente)
-También es verdad. Aunque aquí podías hacer un esfuerzo.
-No puedo impedir que las palabras broten de mi boca.
-Qué poético.
-Es que tú eres poesía y me inspiras.
-Carlos, ya en serio. ¿Qué te pasa? ¿Cómo dices todo eso?
-Porque es verdad. ¡Oh! Los anuncios. No te los pierdas que mi vida depende de ellos.
Le miré enarcando una ceja aunque rápidamente dirigí la mirada a la pantalla.
Carlos se mantuvo más o menos callado.
Bueno. Más o menos.
-Ese va a morir.
-¡Calla!
-Pero es que es malo.
-Ya, pero calla.
-Pero si él es el culpable de que...
Le di un beso.
-Y ahora cállate.
-Ahora que me sé el truco, creo que lo usaré más veces.
-Te mato.
-Mientras que sea a amor...
-¡Para ya con esas cosas!
Y mientras la pantalla se teñía de sangre, él se partía de risa.
Cuando acabó, salimos de allí criticando a la película, a su argumento y a sus actores (nos gustaba criticar)
-Bueno, ¿y ahora dónde me vas a llevar?-dijo, metiendo las manos en los bolsillos.
-¿Qué te parece a cenar?
-Me parece perfecto.
-¿Pero tienes hambre con la de chucherías que has comido?
-Yo siempre.
-Ah, sí. Lo olvidaba. Bueno, pues te dejo elegir a ti.
-¡Bien!
Y canturreando (él) empezamos a andar.
-¿Qué tal estará S? La dejé sola en casa.
-Qué mala amiga eres.
-¡La dejé sola por ir a verte a ti, tonto! Además, ella me echó.
-Qué buena amiga es.
Gruñí.
-¿Y qué es de David?
-Ah, pues ahí está.
-¿Dónde es ahí?
-En su casa.
-¿Has ido a verlo?
-No, pero he hablado con él.
-¿Y?
Se encogió de hombros.
-Imagínate.
-Prefiero que no. Pensarte bailando con Josefina no es agradable.
Se rió mucho con eso.
-Cómo eres, de verdad.
-Anda, saca una mano del bolsillo y dámela.
-Buenooo-dijo, haciéndolo-Pero luego me la devuelves.
-A ver para qué voy a querer yo una de tus pedazo manos...
-Sólo imagina.
-Carlos, vete muy lejos.
-Si lo hago, ¿me seguirás?
Me reí, sorprendida.
-Sí, claro. Hasta donde haga falta.
-Entonces sígueme al McDonald's.
-¿Por qué siempre acabamos cenando allí?
-A mí me gusta. Y sé que a ti también.
Negué con la cabeza.
Mientras cenábamos, le mensajeé a mi amiga para ver qué tal estaba.
-Está con Sara. Y ha estado toda la tarde con ella.
-Genial. Y tú sufriendo pensando que estaría sola...
-Me preocupo por mi amiga. Eso es todo.
-Qué bonito.
-¡Ah!-dije, buscando algo en el bolso- Tengo algo para ti.
Saqué algo envuelto.
-Pero ¿qué es?
-Un regalo.
-No te tenías que haber molestado, mujer.
-Tú ábrelo.
-Jo, ni que fuera mi cumple. Cine, cena, regalos... Qué felicidad.
Felicidad la que sentí yo al verle la cara que se le quedó al ver el cd de Falete.
Bueno, más que felicidad, sentí una potente risa.
- ¿Te lo esperabas?
-Para nada. Pero, ¿cómo...?
-Vi en tu mirada que lo deseabas con toda tu alma y no podía permitir que no lo tuvieras. A la siguiente, va una entrada para uno de sus conciertos.
-¡Ahhh, noo!
-Pues ve a por unos helados.
El pobre echó a correr como alma que lleva el diablo, pero volvió corriendo (cuando digo que corría, digo que iba andando rápido. Carlos corriendo es algo que raramente se ve)
-Gracias. Que se me olvidó decírtelo.
Y se fue.
Le envié un wa para decirle que no había sido nada y que, cuando quisiera la discografía completa, me lo dijera.
Casi le hago llorar.
-En castigo a tu crueldad, ahora te vienes conmigo a casa.
-¿Eso es un castigo?
-Soy muy benévolo.
-No, si ya. Pero debería ir a casa. S estará sola y...
-Estás castigada. Lo siento. Si haces algo, atente a tus consecuencias.
-Pero...
-Trae tu móvil, yo hablaré con S.
-En verdad quieres cuidarme al Pou. Sé que a veces lo haces en secreto.
-¿Quién te lo ha dicho?
-Yo lo sé. Lo dejo hecho un desastre y luego aparece divino, justamente cuando estás tu cerca. Mucha casualidad.
-Ah y yo que pensaba que nunca te darías cuenta...
-Como que tonta no soy por mucho que tú lo dudes.
-No eres tonta.
-Agradable es oírtelo decir.
Mientras él andaba con mi móvil de acá para allá fuimos al coche.
Una vez en este, me lo devolvió.
-Ya puedes cumplir con tu castigo.
Me reí y arranqué.
-Así que rumbo a tu casa, ¿eh?
-Sí, señorita.
Fuimos cantando grandes éxitos de la radio hasta que llegamos.
Subimos echando una carrera hasta su puerta y, como no llegaba, me preocupé y resultó que yo me había equivocado de puerta.
-¿Seguro que no has cambiado de casa para confundirme?
-Jajajaja pues claro que no.
-Si me dierais ya mi GPS estas cosas no pasarían.
-Tu cumple es dentro de poco, Cris.
-No es tu cumple y yo te hice un regalo.
Gruñó al recordar el cd de Falete y yo reí.
Vimos unos cuantos capítulos de Sobrenatural, acabando con la primera temporada.
-¿Y si empezamos con la segunda?
-Mm, ¿y si no?
-¿Qué sugieres?
Le recorrí el brazo con pequeños besos, en ocasiones sólo rozándole con los labios, subí por el cuello hasta acabar encontrándome con los suyos.
-Vas a ser mío-dije, contra sus labios.
-Pero si ya lo soy.
-Pues más aún.
Le besé, acariciándole la cara y él metió las manos por debajo del vestido.
-Ey-protesté con una sonrisa, retirando sus manos-Pero en plan bien.
-¿Y en plan mal cómo sería?
Volví a sonreír y me saqué el vestido por la cabeza.
-Oh, vale, creo que me hago una idea.

-Sigrid-
Cris se fue con Carlos.
¿Y ahora que hacía yo?
Me senté en el sofá, dispuesta a ver la tele pero decidí coger el portátil.
Cuando se encendió, me puse a ver las fotos (que no eran pocas) que tenía con David. Cientas de ellas y, en un noche, en una, todo se había torcido.
He de decir, que ya en la semana de vacaciones las cosas estaban mal, tal vez antes, supongo.
Y tampoco era muy inteligente matarme por dentro viendo fotos nuestras, pero necesitaba verle. Dejar las cosas claras, para que todo estuviese bien. Ser amigos, al menos. Además de que se había convertido en alguien tan importante para mí, que sufría si no lo tenía.
Me levanté y fui a la cocina, a por algo de beber y después, volví al salón.
-Tengo que hablar con él.
Sabía que al wa no me iba a responder, así que intenté llamarle. Pero de las quince veces que le llamé, no me contestó ni una. Dejaba que dieran los tonos, para que diese como que no estaba,hubo alguna que directamente, me colgaba.
Y no era para menos.
Estaba apagando el ordenador, cuando llamaron al timbre.
-¡Ya voy!
Abrí y me sorprendí al ver a mi prima en la puerta.
-Hola, S. ¿Qué tal estás? ¿Cris?
-Pasa. No estoy para tirar cohetes, que quieres que te diga. Se ha ido con Carlos.
-Estás sola, entonces.
-Básicamente.
Le dije que se sentará mientras yo iba a por unas coca-colas.
-¿Y cual es la razón de tu visita?
-He pensando que podemos ir  dar un paseo o algo.
-Mm.
-S, no puedes quedarte aquí para siempre.
-Si puedo.
Me miró.
-Vale, si puedes, pero yo no te dejo. Vete a vestirte.
-Vale, vale. Jo, si las miradas matasen, yo ya estaba muerta.-susurré.
-¡TE HE OÍDO!
Me reí.
Me puse unos vaqueros, una camiseta, una chaqueta fina y mis manoletinas.
Cogí mi bolso, metí las llaves, la cartera y el teléfono.
-Anda, vamos prima. ¡Adiós, Choco!
Saludamos a Carmen (que estaba mas amable que nunca) y fuimos a una heladería. (Yo seguía a mi prima)
-¿Este era tu plan? ¿En serio?
-Siempre te han gustado los helados.
-Ya, lo sé.
Pedimos un par de helados (de chocolate)
-¿Y que tal estás?
-Bueno...
-Tenéis que hablar.
-Lo sé. Le he llamado y no me coge.
-S, entiéndele, esta dolído.
-No me lo recuerdes, ya estoy yo para eso.
Sonrió.
-¿Qué tal con Álvaro? ¿Se porta bien?
-Es un cielo, ya lo sabes.
-Eso solo lo sabes tú, pero si, eso parece.
Se rió.
-Mira que eres tonta.
-Pero eso ya lo sabías cuando me compraste.
Se me quedó mirando raro.
No levantamos, pagó (que no me dejó, jo) y fuimos dando un paseo, aún con los helados.
Me paré en medio de la acera.
-Sara, tienes algo aquí.-dije, señalándome la nariz.
-¿Dónde?
-Si, mira, aquí.
Y le puse helado en la nariz.
Me reí.
-S, ya puedes correr.
Empezamos a correr como tontas (lo que eramos) por todo el parque.
Hasta que se cansó, porque vio que no me daba caza.
-Vale. Me rindo.
-Weeeeee.
Fuimos a casa y, nada mas entrar, Choco nos empezó a ladrar.
No sabemos decir si era ladridos de felicidad porque habíamos vuelto o una bronca porque no le habíamos llevado nada.
Mi prima entró corriendo a la sala y cogió unos álbumes de fotos.
-¿Qué haces con eso?
-¿Quieres verlos conmigo?
Me reí y fui con ella a sentarme.
Nos reímos bastante con una foto de ambas, cuando teníamos unos seis años, con una tarta de Pikachu y todos los morros amarillos.
-DIOS JAJAJA ¿DE QUÉ TIENES TÚ ESTA FOTO?-me dijo.
-Mi madre, que le encanta sacar fotos a todos, ya sabes.-dije, riéndome.
¿Cuanto estuvimos viendo las fotos? Tal vez toda la tarde, hasta que Choco vino corriendo con la correa en la boca.
-Quiere que le saquemos.-observó Sara.
-Ya veo. ¿Me acompañas?
-Ni lo dudes.
Le pusimos la correa y ale, otra vez a la calle.
-Te echaba de menos. Hacía tanto tiempo qué no te veía...
-Fuiste tú la que se vino a Madrid, no yo.
La miré mal.
Llegamos al parque y soltamos a Choco.
Venía y volvía. Una vez, le vimos jugando con unos niños pequeños a la pelota y al palo.
Estuvieron jugando todo lo que quisieron y mas.
-Vamos, Choco, a casa.-le grité.
-Ohhhhhh.-dijeron los niños.
-¿No nos lo podemos quedar un poco mas?-dijo un niño.
-Es que me lo tengo que llevar ya, pequeños.
Suspiraron, decepcionados.
Se despidieron del perro.
-Adiós, Choco.
El perro les ladró, a modo de despedida (suponemos)
Volvimos a casa y se presentó la pregunta del millón:
-¿Qué cenamos?
Sara sugirió que pizza, mientras veíamos una peli.
-Por mi, vale.
Llamó al Telepizza (creo, vamos, que no me acuerdo) mientras yo elegía peli.
-¿Qué te parece si vemos Cars?
Me miró, como si no se creyese lo que le estaba preguntando.
-¿Es en serio?
-Totalmente.
Se lo pensó unos segundos.
-Venga, va. Pero a la próxima, elijo yo.
-Claro.
Llegó la pizza y al momento, nos pusimos a ver la peli.
Nos echamos muchas risas, mientras comentábamos la peli.
Terminó y nos quedamos viendo los subtítulos.
Ella se desesperezó, al igual que yo.
Se levantó.
-Creo que es hora de que me vaya ya. Tengo que dormir.
-Yo también me iré a dormir-dije, mientras la acompañaba a la puerta-A ver si repetimos esto.
-Cuando quieras.
Nos abrazamos, y ella se fue a su casa.
Tenía mucho sueño, así que  cogí la caja de la pizza, me puse el pijama y fui a dormir, pensando en lo que le diría a David cuando hablasemos.
Si es que llegábamos a hablar.
Me levanté y, nada mas ponerme de pie, fui a la habitación de mi amiga, a ver si estaba, pero la puerta estaba abierta, señal de que no había venido a dormir.
Ya me dijo Carlos que la había castigado.
Fui a la cocina y me puse el desayuno.
Estaba tomándomelo cuando llamaron al timbre.
Abrí la puerta.
-¡Hola!
-Dani, ¿qué haces aquí a las...?-miré el reloj-¡Las diez de la mañana! ¿No crees que es un poco pronto?
-¿Y? No pasa nada. ¿Haces algo hoy?
-Vivir. A parte de eso, nada. Bueno, tengo que sacar al perro.
-¿Y Cris?
-Con Carlos.
-Ah.
-Aunque tú también, a buenas horas te acuerdas de ella.
Se rió.
-Espero que pueda perdonarme.
-Seguro que lo hace. Pasa, que me visto y sacamos al perro, si quieres.
-Claro.
Oí como llamaba al perro, vete tú a saber para qué.
Me puse unos vaqueros, mis Vans y una camiseta que dejaba mi ombligo al descubierto.
-Vamos. Y gracias por ponerle la correa al perro. Ahora ya sé porque le llamabas.
-Ah, qué se me oía.
-Solo un poco.
Fuimos al parque y dejamos que el perro corriese cuanto quisiese,como hacía desde siempre.
-¿Vas ha hablar con David?
-Tengo que hablar con él, ¿no crees?
Asintió.
-Ve a su casa.
Le miré.
-Si no me ha contestado a las llamadas, dudo que me abra la puerta.
-Es una opción.
-Sí. Puede que vaya esta tarde.
-Bien.
Llamé a Choco (a gritos, literalmente) y volvimos a casa. (Con un helado, pues Dani se había acercado a la heladería a por un par)
Llegamos a casa y estuvimos hablando sobre qué hacer.
Al final nos decantamos por una peli.
No recuerdo cuál era la peli, solo que estuve pensando qué hacer cuando fuera a ver a David.
Y es que ni sabia por dónde empezar.
Porque, ¿qué le dices a alguien que sabes que en parte tiene razón? No sabía que decirle.
Terminó la peli y estuvimos hablando hasta que llegó Cris.
-Cris-
A la mañana siguiente me despertaron unos ruidos terribles.
-¡Carlos!-le llamé, puesto que no estaba a mi lado-¡Carlos!
-¡Dime!
-¿Qué es ese ruido infernal?
-El disco de Falete. Me pareció una manera ideal de despertarte.
-¡Quítalo!
-¡Voy volando!
Al momento dejé de oírlo y él volvió a aparecer.
-¡Qué ideas más locas tienes, sólo a ti se te ocurre hacer eso!
-Digo yo que mejor que echarte un cubo de agua fría encima.
-No te creas.
-¿Empezamos la segunda temporada? Tengo el desayuno preparado.
-¡Sí!
Él rió.
-¿Sabes? Podría acostumbrarme a esto. Tú, yo, comida, Sobrenatural...
Vi algo en su mirada que me puso sobre aviso.
-Sí, yo también. Venga, vamos. ¡Y ponte algo, no vayas por mi casa de esa manera que no responderé de mis actos!-dijo mientras iba por el pasillo.
Estuvimos los dos viendo la serie (él dijo que quería llegar a la tercera temporada y yo le dije qué se debían tantas prisas) pero quise volver a casa para comer.
-¿Es que no confías en mi? Te alimenté bien allí-dijo, poniéndome ojitos.
-No es eso, cosi, es que quiero ir con S. Necesita apoyo ahora.
-¿Cosi?
-Es que eres mi cosita.
Me abrazó.
-Menuda eres tú. Bueno, pero nos vemos esta tarde, ¿no?
-Claro. Hablamos y nos vemos luego.
Volví a casa y me sorprendí al encontrar a Dani allí.
-¡Danieloooo! ¿Qué haces en mi casa?
-Se te pega lo malo de Carlos. Te lo juro.
Le saqué la lengua.
-Al menos por el momento no me meto con tu nevera. ¿Qué tal, S?
-Bien, aquí Dani me estaba haciendo algo de compañía y hablábamos, ya que alguien no estaba...
-Será posible. Carlos me castigó.
-Lo sé, me lo dijo.
-Bueno, ya que estás aquí, Cris y S no está sola yo me voy ya.
Dani se fue (Choco le escoltó hasta la puerta del portal) y S me estuvo contando lo que había hablado con él.
-Voy a ir a hablar con David está tarde.
-Eso me parece genial. ¿Quieres que te lleve?
-No, no te preocupes. Voy yo y así voy pensando qué le diré y cómo lo haré.
-Muy bien.
Hicimos las dos la comida y yo me eché la siesta en el sillón mientras ella hacía que veía la tele, pero en realidad estaba perdida en sus pensamientos.
Me despertó porque según ella estaba babeando en los cojines (yo sé que era una sucia mentira para despertarme)
-Creo que me voy a ir yendo ya.
-Como tú veas, S.
-¿Y tú qué harás?
-No sé-dije, estirándome-Le prometí a Carlos que le vería, pero quizá quede con Sara algo y le vea luego.
-Eso está bien.
Se fue a arreglar mientras yo cogía el móvil y me ponía a hablar por el wa.
Cuando salió arreglada de su cuarto, le conté mi plan.
-Me voy con Sara y Rebe a tomar algo.
-Genial entonces, no cotilleis mucho.
-No somos Carmen. Suerte.
-Gracias.

-Sigrid-
A unos diez minutos de la casa de David, aún ni si quiera sabía que hacer, o que decir.
Porqué la cuestión era esa.
Qué decir.
Y lo mas importante, si iba a escucharme. Que lo dudaba enormemente.
Tuve suerte de que, al llegar a su portal, no tuve que llamar a su interfóno (entonces si que no me abriría) gracias a una viejecita que no podía sujetar la puerta.
Entré y me quedé parada en la puerta de David, diciéndome mentalmente que yo podía.
Que podía hablar con él.
Al fin, (como cosa de cinco minutos después), llamé al timbre.
La cara que se le quedó al verme allí era épica.
Igual que la mía.
-Tenemos que hablar.
Asintió, serio (nunca le había visto así antes, cosa que me asustó un poco) y me dejó pasar.
-Habla.
Tardé unos minutos en hablar, pues estaba pensando que decirle.
-Todo esto que ha pasado no ha sido solo por lo del "rubio de la discoteca." Esto ya... creo que ya viene de atrás. De incluso antes de las vacaciones, quizás. Y pienso que no estábamos hechos para ser pareja. Simplemente lo pensábamos. Con esto no quiero decir que no me hayas gustado. Me has gustado mucho, pero con el tiempo me he dado cuenta de que no te quería como tú parecías quererme a mí.
Paré, esperando a que dijese algo, pero como se mantenía en silencio, seguí.
-Tengo un hermano de tu misma edad, ya lo sabes. Te veo como un hermano mayor, no como pareja. El haber tenido a mi hermano aquí unos días me hizo darme cuenta de ciertas cosas. Yo lo siento mucho, David. Si alguna vez, en todo este tiempo que hemos salido, te hice daño, no era mi intención. Eso era lo que menos quería. Y aún ahora, si te hago daño, no quiero eso. Para ninguno. Te quiero mucho, pero no de 'esa' manera.
No contestaba.
Por favor, di algo, di algo.
-Pienso que esto no iba bien desde hacía tiempo.
Y con eso, no dijo mas.
-Me voy a ir ya. No creo que podamos llevar la relación de amigos como antes, eso solo el tiempo lo dirá. Ya nos veremos, si eso.
Me levanté y, antes de irme, me dijo:
-No sé si a Cris se lo habrán dicho ya pero... nos vamos de gira. Todo el verano.
Le miré.
-¿Y cuando os vais?
-En una semana.
No dije nada.
-Aunque pasaremos bastante por Madrid, así que será como si no nos hubiésemos ido.
-Que bien.-dije, intentando sonar alegre.-Espero que os lo paséis genial.
Y, habiendo dicho eso, me fui.
¿Qué se iban? ¿Y no nos habían dicho nada? Encima, se iban en una semana.
¡Habían tenido tiempo para decirlo!
No estaba cabreada, solamente molesta.
Y me puse a pensar, mientras llegaba a mi portal y llegaba a casa.
¿Qué iba ha hacer yo sin ellos, después de haberme acostumbrado a su presencia?
Entré en casa, y me senté en el sofá.
Hubo otra cosa que me molesto enormemente.
Y no sabía el por qué.
Al rato, llegó Cris.
-Cris-
Y se fue.
Miré a Choco, que lloriqueaba porque se le había colado una zapatilla mía mordisqueada debajo del sillón.
Por pena, se la saqué y me fui a vestir.
Tras eso, subí a casa de Sara y las dos nos fuimos a donde habíamos quedado con Rebe.
-Así que se ha ido a hablar con David.
-Esperemos que la escuche.
-Esperemos.
Vislumbramos a Rebe y nos acercamos a ella.
Se le antojó un helado, por lo que fuimos a la heladería más cercana (a ver si os pensáis que yo iba a andar mucho) y nos sentamos en la terraza a tomárnoslos.
Le hice una foto al mío y se la envié a Carlos, cuya respuesta fue inmediata. "¿Por qué no tengo yo uno? ¿Sales y a mí no llevas? Serás malvada. Te echo de menos, déjame un poco de helado :( ..."
-Mira que eres mala, cómo le haces de rabiar al pobre.-observó Sara.
-Él ya sabía lo que había cuando decidió comprarme.
-Y al pobre no le dieron ticket de descambio.
-Una lástima.
Estuvimos hablando por bastante rato, tratando temas muy interesantes, algunos incluso filosóficos.
Acababan de servirme el batido de chocolate (hablamos tanto que me apeteció uno) cuando vimos aparecer por el final de la calle a Carlos, Blas, Álvaro y Dani.
-Mirad quiénes vienen por ahí-dijo Rebe, ya que Sara y yo no nos habíamos percatado.
-¿Y estos qué hacen aquí?
-Menudos son.
Llegaron hasta nosotras y se sentaron.
-¿Se puede saber cómo sabíais que estábamos aquí?-pregunté mientras veía cómo Carlos alargaba el brazo para coger mi batido.
Lo dí por perdido (a mi batido, digo)
-La foto que me mandaste. En la servilleta de al lado venía el nombre y la dirección del sitio.
-Fue algo muy inteligente-dijo Dani.
-Por supuesto. Qué te pensabas.
Se tomó mi batido (compartir con él algo de chocolate era igual a salir perdiendo) y los demás también se tomaron algo.
Comentamos cómo le iría a David y a S y Blas dijo que, si aún no habíamos tenido noticias de ellos, es que les iba bien.
Dimos una vuelta hasta que me acordé de que yo tenía un perro y que este necesitaba salir a la calle.
Fue mencionarlo y Carlos nos llevó a todos arrastrando a casa.
Sacamos a Choco y le llevamos al parque (si le gustaba ese sitio, el pobre para unas veces que salía al día a la calle, cómo para no llevarle)
Parece ser que tenía amigos allí (me refiero a amigos humanos, no perrunos) ya que, nada más verlo, unos niños con un balón corrieron hacia él y empezaron a jugar.
-Mírarlo, es mejor jugando al fútbol que Álvaro.
-Dani, ¿por qué no te callas la boca?
-No puedo callarme verdades.
Y empezaron a discutir como hacían siempre hasta que apostaron otra vez por algo que no entendimos y se fueron con los niños y el perro a jugar.
-Pero qué patéticos son.
Sara miró mal a Carlos.
-Iré a decirles que dejen de hacer el imbécil.
Carlos fue y no volvió, se puso a jugar también.
Sara,Rebe y yo miramos a Blas.
-Ni voy a ir a decirles nada ni me voy a poner a jugar a tal cosa.
-Chico listo.-dije.
No tardaron mucho en venir y no comentamos nada acerca de lo que acabábamos de vivir.
-Quiero ver a Paco, ¿podemos ir a tu casa?-le pregunté a Sara.
-¡Claro! Él está deseando verte.
Álvaro y Carlos pusieron mala cara, pero les ignoramos.
Nada más entrar por la puerta Paco vino volando, saludó a Sara y vino a mí.
-Ay, qué mono.
Carlos refunfuñaba por lo bajo.
-Eso me lo dice a mí y a un pájaro zarrapastroso...
-¡Capullo!
-¡Paco!-le regañó Sara.
Estuvimos allí hablando y estando con Paco (sobre todo yo, que le daba besitos) mientras Carlos trataba de recuperar mi atención dándome cabezazos en el brazo (sabía que odiaba eso con toda mi alma y ya sabéis lo que ama hacerme de rabiar)
Al final me cansé, le dejé a Paco a Álvaro (cosa que no le hizo ninguna gracia, pero en aquel momento no me acordaba de lo mal que se llevaban) y abracé a Carlos.
-¿Y en esta casa no se cena?-dijo.
-¿Y esa manera de pedir las cosas?-le respondió Sara.
-Por favor.
-Jajajajaja veré a ver qué tengo.
Blas y Rebe fueron con ella a a la cocina mientras Álvaro seguía peléandose con Paco y yo estaba aplastada en el sillón por Carlos (es que del abrazo había pasado prácticamente a echarse encima mía)
Le tocaba el pelo y le hablaba al oído.
-Estáis para foto-dijo Rebe, que pasaba por allí.
-Pues echanosla-dije, tirándole mi móvil.
- Pero dejad de hacer el tonto-dijo, tras unas cuantas fotos.
-Pero si estamos normales.-le respondió Carlos.
-Ah.
-¡A cenar!
-¡Cena, cena!
Carlos se levantó corriendo para ir a la cocina y Paco le siguió, echándose sobre él.
-¡Ah, no, suéltame, déjame, maldito!
Rebe, Dani,Álvaro y yo veíamos la pelea riéndonos hasta que salió Sara.
-¿Qué es tanto alboroto? ¡Ah!
Le pegó a Carlos con lo que llevaba en la mano y Paco se posó en su hombro.
-¡Deja a Paco en paz!
-¡Pero si se ha sido él!
-¡Qué va a ser él con lo bueno que es!
-¡Pues tengo testigos!-dijo, señalándonos a nosotros cuatro.
-Es cierto lo que dice-dije yo.
-¡Cabrones!-dijo Paco.
-Y esa es la defensa del acusado.
Nos reímos del comentario de Álvaro.
Cenamos en paz y armonía y Carlos y Dani quitaron la mesa mientras nosotros veíamos como Paco le picoteaba los rizos a Rebe.
-Jo, por qué no habéis subido a Choco-dijo Sara.
Fue decir eso y Carlos tirarse encima mía, rebuscar en mis bolsillos, cogerme las llaves e irse corriendo a por el perro.
Pasados unos minutos, Choco ya estaba dando saltos para alcanzar a Paco, que revoloteaba en círculos alrededor de su cabeza.
Álvaro le dio un golpe a Blas y este a su vez a Dani, que le tiró a Carlos un cojín que, desgraciadamente (y cómo no) me dio a mí.
-Perdón.
-Disculpa aceptada.
-Creo que hay algo que debemos decir-dijo Blas, siempre tan claro él.
-Bueno, pues adelante.
Se miraron entre ellos, como si no supieran quién de ellos debería hablar.
-Nos vamos de gira-dijo Blas, al fin.
Yo, que hasta entonces tenía a Carlos cogido de la mano, le solté al momento.
-¿Cuánto tiempo?
-Todo el verano-completó Dani.
-Aunque vendremos por Madrid bastante a menudo. Casi no parecerá que nos hemos ido.
Sin embargo, aunque el comentario de Álvaro era para animarnos, no lo hizo en absoluto.
Me quedé mirando la pared, intentando aceptar que Carlos se iba de mi lado por todo el verano. Si en aquel momento alguien me arrancara un brazo, no me dolería tanto como aquella noticia.
Se quedaron esperando una respuesta que no llegó.
-No esperábamos una fiesta, pero tampoco un funeral...-bromeó Dani.
No podía aguantar más allí.
-Me... Me voy a casa. Mañana hablamos gente. ¿Cuándo os vais?
-La semana que viene-me contestó Álvaro.
-La semana que viene-repetí.
Me despedí y tiré hacia la puerta.

Choco me siguió, obediente.
Carlos se despidió apresuradamente y corrió tras de mí justo cuando atravesaba la puerta y me encontraba frente al ascensor.
-¡Ah, espera!
Fue en el mismo instante, en aquel mismo instante en el que me agarró el brazo, cuando volví a la realidad. Y esta me golpeó dolorosamente.
Moví el brazo, haciendo que me soltara.
Me miró con sorpresa, como si no se esperara eso.
-¿No te ibas de gira? Pues corre, vete.
Su cara de sorpresa aumentó más.
-Pero si aún me quedan unos días...
-Bueno, pero, ¿para qué retrasar lo inevitable? Te acabarás yendo ¿no?
-Sabes que no puedo evitarlo.
-¿Y sabes qué no puedo evitar yo? Echarte de menos. No sabes lo que es echar tanto de menos a alguien... Que aún no se ha ido.
-Ey-dijo, acercándose-Aún sigo aquí.
Retrocedí.
-Pero no por mucho tiempo.
-Pero, ¿qué es lo que tanto te molesta? Vendré a verte a menudo.
-A menudo no será cuando yo quiera verte. A menudo no será cuando piense en ti y sólo tenga que cruzar la calle para encontrarme contigo. A menudo no será cuando esté en la cama, extienda el brazo y no te encuentre. ¿Que qué me molesta? Que me has acostumbrado a tu presencia en mi vida y ahora se me hace imposible vivir sin ti. No sé cómo voy a respirar sin que tú me recuerdes cómo se hace.
-Te lo recordaré.
-¿Cómo? ¿Por teléfono?
-Por teléfono y cuando esté aquí.
-Ah.
-Suenas egoísta.
-Nunca se me dio bien compartir.
-Para decir eso, bien que te compartiste conmigo cuando estabas con Blas.
Le di una bofetada.
No se la esperaba, así que no hizo por evitarla.
Sin decir nada más, giré y bajé corriendo las escaleras, dejándole allí plantado.
Abrí la puerta y Choco entró como una exalación.
Le ignoré y pasé volando el salón, donde estaba S.
-¿Cris?
-Ah, hola S. Mañana hablamos, me voy a dormir, ya me cuentas mañana.
No le di tiempo a decir nada más, pues fui a mi cuarto, cerré la puerta y me tiré sobre la cama a llorar.
No era un comportamiento muy maduro, pero era el único que podía tener en aquel momento.
Carlos se iba.
Me dejaba sola aquí en Madrid. Porque así es como me sentía sin él. Sola. Como si no hubiera nadie más conmigo, aunque no fuera así.
No le escucharía reír todo el rato, con aquella risa suya que parecía que se iba a ahogar, ni su voz a todas horas ininterrumpida, lo que a veces podría provocar dolores de cabeza, tampoco recibiría esos cabezazos que me daba en plan bien para llamar mi atención y, lo que era peor, sus brazos no me rodearían tanto como solían y sus labios no me besarían tanto como yo quería.
Y aquello me mataba, rápidamente, aún a falta de una semana para su marcha.
Y su frase. Su última frase.
Menudo imbécil.
O acaso la imbécil era yo, dividida como estaba entre subir a buscarlo a darle un abrazo o a darle una patada en donde más le doliera.
Pero él ya se habría marchado y yo no estaba como para ir detrás suya.

-Sara-
Después de irse Cris y Carlos, el ambiente en mi salón se volvió muy tenso. Blas, Dani y Rebe se miraban entre ellos sin saber bien que hacer, ya que Álvaro tenia la mirada puesta en mi intentando que yo lo mirase, cosa que no ocurrió porque yo evitaba a toda costa el encuentro de nuestras miradas.
Rebe, Blas y Dani decidieron irse a sus respectivas casas. Tras despedirnos en la puerta del piso, yo me puse a recoger las cosas de la mesa mientras Álvaro intentaba que yo parase de hacer lo que estaba haciendo sin ningún éxito.
En una de las veces que regresaba de la cocina para recoger lo que quedaba de la mesa, Álvaro se interpuso en mi camino.
- Dime algo, lo que sea, pero no te quedes callada todo el tiempo, por favor.
- ¿Qué quieres que te diga? Me alegro mucho por vosotros, os lo merecéis.
- Entonces, ¿por qué lloras?- me preguntó mientras con un dedo me limpiaba una lágrima.
- No estoy llorando. Se me ha metido algo en el ojo- intenté sonar segura.
- Ya claro. Se te ha metido una de las plumas que pierde Paco.
- ¿Qué dices? ¡Paco no pierde plumas!- dije gritando- Sabía que iba a pasar esto tarde o temprano, lo sabía.
- ¿El qué sabías?- me preguntó preocupado.
- Que nos tendríamos que separar después de estar tan bien en las vacaciones - me marché llorando hacia mi habitación. 
Una vez allí me acosté en la cama y seguí llorando desconsoladamente.
Álvaro se sentó en el sofá con las manos en la cabeza, se apoyó en el respaldo de éste y pensando en todo lo que había vivido conmigo, se terminó durmiendo.
A mitad noche, me desperté con sed y me levanté para beber agua. Después de ponerme un vaso de agua, me iba a dirigir hacia mi habitación, pero me asomé al salón y vi a Álvaro durmiendo en el sofá, y no pude evitar acercarme para despertarlo y decirle que se fuera a una de las camas de invitados.
- Eii. Álvaro, despierta, venga arriba- le dije mientras le daba pequeños golpecitos en el brazo y me sentaba en un lado del sofá.
- Mm. ¿Qué pasa? ¿Estás bien?- me contestó medio adormilado.
- No me pasa nada, tranquilo. Solo me levanté a por un vaso de agua,me asomé al salón y te vi aquí durmiendo y sobrando camas, no entiendo porqué te acostaste aquí.
- Ah, vale. No quise dormir en ninguna otra cama, porque tú no estás conmigo.
- Pero... -le intenté contestar, pero me puso un dedo en los labios para que me callase.
- Escúchame, tuve que decirte yo antes lo de la gira. Sé que ahora estamos muy bien y que separarnos no será nada fácil para ninguno de los dos, pero te prometo que te llamaré todos los días porque necesito oír tu voz. Esto no va a ser ningún impedimento para nuestra relación, no tienes que preocuparte por nada.
- Tienes razón. No entiendo que me pasó antes. Supongo que el miedo a que lo nuestro se enfriase se apoderó de mi. Lo siento mucho- le contesté, mientras me limpiaba con la mano un par de lágrimas que salían de mis ojos.
- Te prometo que todo estará bien entre nosotros y que cada vez que vengamos por pocos días a Madrid, me vendré a verte todo el tiempo.
- Está bien.- le dije sonriendo y acercándome para darle un beso.
Después de haber solucionado nuestros problemas, Álvaro me sentó sobre sus piernas y sus manos abrazaban mi cintura. Por mi parte, le puse mis manos por su cuello y  le besé con todas mis ganas.
- Venga, vamos a dormir- dije después de separarnos. 
Me levanté y le tendí la mano a Álvaro, que no tardó en darme su mano y levantarse.
Él  me abrazó por la espalda y no me soltó hasta que llegamos a mi habitación. Una vez en ésta, me metí en el baño a buscar una goma del pelo para hacerme una coleta. Esa noche hacía mucha calor.
Al regresar a la habitación, vi Álvaro de brazos cruzados de pie al lado de la cama en boxers.
- ¿Qué haces así?- le pregunté.
- Estamos en verano y no tengo pijama. ¿No pretenderás que duerma en vaqueros, no?
- No, no tranquilo- me empecé a reír.
- ¿Te estás riendo de mí?- me preguntó Álvaro.
- ¿Yo? No- no podía parar de reírme y tuve que esconderme la cara con las manos
- ¿Te estás poniendo roja?-dijo acercándose.
Negué con la cabeza, a pesar de que sí me estaba sonrojando.
Él ya estaba delante de mí, me cogió, me tumbó en la cama y empezó a hacerme cosquillas. Ahora sí que ya no podía dejar de reír e intentaba que parase, sin ningún éxito. Cuando Álvaro se cansó, se tumbó a mi lado. 
Me giré hacia él y lo besé, ahora que sabía que en una semana se iba a marchar tendría que aprovechar cada minuto para estar con él.  
-Cris-
A la mañana siguiente, S me preguntó qué me pasaba y por qué me encontraba tirada en el suelo como si me hubiera caído de un décimo piso.
-¿Por qué no me dejas morir?
-¡Pero qué chorrada más grande es esa! ¿Se puede saber qué te pasa?
Y se lo acabé contando.
-Él no debió decir eso.
-Yo no debí de haberle dicho todo lo que le dije.
-Sólo le dijiste lo que sentías.
-En ocasiones, es mejor callarse lo que uno siente.
-Si eso es lo que crees...
Lloriqueé en el suelo como un perrito.
-Si vas a estar todo el día así...
Volví a lloriquear y puso los ojos en blanco.
-Lo que me espera. ¿Sabes? Si no sabes vivir sin él, no le pierdas. Me voy a sacar al perro, Choco, vamos.
Este dejó de intentar chuparme una oreja y fue tras ella.
Sus palabras siguieron rondando en mi mente por bastante tiempo.
-¿Ahora estás tumbada en el sillón?
-Es que me duele el cuerpo de estar en el suelo...
-Anda que... Voy a hacer la comida.
-Está bien.
Miré el teléfono.
Nada de él. Ni un mensaje, ni una señal de vida.
Estaba muy preocupada. Y mi preocupación era mayor que mi enfado, pero no que mi orgullo. O, al menos, de momento.
Comimos y después me eché la siesta en el suelo (se estaba más fresquito) donde Choco no hacía más que apoyar su cabeza en donde podía y me chupeteaba las orejas.
-¿Vas a hacer algo más que estar ahí todo el día?
-No tengo nada planeado.
-Podrías salir, ir a buscarlo y a recuperarle.
Volví a lloriquear.
-Vale, vale. No volveré a sacar el tema.
-¿A ti no te da pena que se vayan?
No se esperaba esa pregunta.
-Claro que me da pena. Pero no por ello voy a...
En ese momento llamaron al timbre.
-¿Vas tú?
Se respondió a sí misma viendo que no movía un sólo dedo.
-Va, ya voy yo.
Oí la voz de Sara allá por el rellano.
Por un momento, conservé la inútil esperanza de que fuera él, Carlos. Pero claro, sería demasido bueno para ser cierto.
-Sí y entonces... Pero ¿qué hace Cris ahí?
-Hola-saludé desde el suelo.
-Se peleó con Carlos ayer. Lleva así todo el día.
-¿Os peleásteis?
-¡Es que es un bocas!
Y se lo conté.
-Vaya.
-Ya.
Miré de nuevo el móvil.
Ni rastro de él.
Sara y S se miraron.
-¿Y si vemos una peli?
-O podemos hacer algo de merienda.
-O podemos hacer las dos cosas, ¿para qué elegir?
-¿Tú qué opinas, Cris? ¿Qué prefieres?
Me encogí de hombros desde el suelo.
-¿Sinceramente? Me da igual. Los chicos se seguirán yendo y Carlos... Él también y...
Sara se inclinó y me zarandeó.
-Cris, no vas a estar sola. S estará contigo, este perro tan pesado-(se refería a Choco, que intentaba chuparme un ojo)- También estará contigo y yo también lo estaré que, aunque no seamos Carlos, hacemos bulto. Y Paco. Él también hace bulto.
Consiguió sacarme una sonrisa.
-Y ahora levanta del suelo.
-O te levantamos.
Suspiré y me incorporé, más que nada, porque tenía el cuerpo dolorido.
S se puso a decir que quería hacer un pastel, que tenía los ingredientes ahí desde Dios sabía cuándo y que se le iban a caducar.
-Venga, lo hacemos y nos lo comemos viendo una peli.
-Siiii.
Ella y Sara se pusieron a aplaudir.
Qué alegría llevaban en el cuerpo. ¿Podría volver yo a sentirme así o parecido? Lo dudaba.
-¿De qué lo vamos a hacer?-pregunté mientras íbamos a la cocina y S se lanzaba a sacar ingredientes y cacharros.
-De chocolate.
-Ah.
Me miró, dándose cuenta de a lo que acababa de recordarme (o a quién)
-No importa, a ver, dime qué hay que hacer para cocinar uno de estos. Que yo siempre me los como, no los hago.
Nos pusimos manos a la obra, y al menos, estuve entretenida por un rato.
Luego, al meterlo al horno, me mandaron al salón para que buscase alguna peli de risa que tuviéramos por ahí.
Refunfuñando, fui. Recordé quién era el máximo refunfuñeador y dejé de hacerlo.
Busqué y encontré Top Secret, alguna de Scary Movie y alguna tonta película más, por lo que volví a la cocina para informar y el olor al pastel, el inconfundible olor del chocolate, me golpeó como una bofetada en la cara y gimoteé al recordar.
Elegimos una aleatoria (en realidad una que a Choco le dio por oler) y, repartiendo pedazos de pastel (el perro reclamó para sí un trozo, pero tan solo consiguió unas míseras miguitas) nos dispusimos a verla.
Yo no toqué mi trozo.
Abracé al perro y me limité a acariciarle con una mano.
Cuando acabó, S se empeñó en seguir con las risas, puso el ordenador y estuvimos viendo vídeos de caídas de personas, bebés y animales por Dios sabe cuánto tiempo.
Anocheció.
Charlábamos en el salón, aunque yo no participaba mucho en la conversación.
Choco me chupaba las mejillas, lloriqueando.
-Sí, debería sacarte.
Me arreglé y las tres nos fuimos a sacarle.
Suspiré.
Me sentaba bien un poco de aire fresco, me ayudaba a despejarme un poco la mente, aunque no a olvidar.
No, eso nada ni nadie podría hacerlo.
Tras el paseo, volvimos a casa.
S y Sara fueron a la cocina, debatiendo qué podrían hacer de cenar.
Me senté en el sillón, totalmente falta de interés por el tema de la conversación de mis amigas.
Oía risas desde la cocina.
Al menos me alegraba de que ellas estuvieran bien.
Llevaba en el sillón sentada un rato cuando empezó a sonarme el teléfono.
Sin muchas esperanzas, lo cogí.
-¿Diga?
-Hola, soy yo.
El móvil casi se me resbaló de la mano.
-Ah, sí. Eres tú.
- ¿Sorprendida?
-Sí. Podría decirse así.
Le oí suspirar.
-¿Sabes? Hoy hay una luna muy bonita.
-¿Si? No sé, no la he visto.
-Deberías hacerlo. Está como a ti te gusta, llena.
-¿Y cómo sabes que a mí me gusta así?
-Tú me lo has dicho muchas veces.
-Ah, cierto-dije, saliendo a la terraza para contemplarla.-Está preciosa.
-Sí, pero no tanto como tú. La luna debe de envidiarte.
-¿Y cómo sabes que yo estoy preciosa?
-Porque te estoy viendo ahora mismo.
Miré hacia abajo y le vi ahí, de pie, en medio de la calle, con el móvil pegado a la oreja.
Hice ademán de darme la vuelta, quería bajar, quería estar con él.
-No, no te muevas. Quería verte, déjame hacerlo. No merezco que bajes aquí conmigo.
-¿Por qué dices eso?-dije, inclinándome por el balcón.
-Ayer te dije algo que no estuvo nada bien.
-Lo que me dijiste no era ninguna mentira.
-Pero hay veces que es mejor callarse. Debo aprender a hacerlo. Tienes razón. Soy un bocas.
-No me importa. Todos nos equivocamos, todos cometemos errores. Pero aprendemos de ellos.
Le vi asentir.
-Siento lo que te dije ayer.
-No, lo siento yo. Soy una egoísta, estabas en lo cierto. Perdóname por no saber vivir sin ti.
-No puedo perdonarte por algo de lo que yo también soy culpable.
-Entonces discúlpame por querer tenerte todo el tiempo a mi lado y, aunque sepa que eso no es posible, aún así seguir queriéndolo.
-Culpable soy de eso, también.
-Que me quiten el sol, que me quiten el aire, pero que tú nunca me faltes.
-Quien hacía poesía a partir de ti, era yo, no al revés.
-Parece que tú también me inspiras a mí, oh, Romeo.
-Me llamo Carlos. ¿Ya se te ha olvidado? Jo.
Me reí y desaparecí por la terraza mientras oía una protesta en el teléfono.
Bajé las escaleras corriendo, salí a la calle,atravesé corriendo la calle y me tiré sobre él para abrazarle.
Él se iba a ir. Eso no iba a poder evitarlo. Pero para ello aún quedaba una semana.
Cuando se fuera, ya sufriría, mientras tanto, él no tenía que verlo. Lo llevaría como pudiera.
Sara y S oyeron la puerta cerrarse y unas risas.
Justo en el mismo momento en el que se giraron, nosotros dos entramos en la cocina.
-¿Tenéis cena para uno más?
-¡AHHH! ¡Pero si habéis hecho tartaaaaaaa!
Ellas se rieron mientras se avalanzaba sobre el pastel.
Yo también sonreí, detrás suya.
Aunque quizá no sonreiría tanto si pudiera mirar hacia adelante y saber lo que pasaría en poco tiempo.
No, creo que nadie reiría.
Y él, menos.




Hi! @CrisSombrerita is here. Lamento el retraso, pero una serie de circunstancias me han impedido subir antes. Sorry. Bueno, a lo que iba. Gracias por, a pesar de la tardanza, seguir ahí, esperando, sin meter presión (eso es un detallazo de vuestra parte) y, bueno, que espero que, ya que habéis esperado por él, que os guste (si no me haréis llorar)
Besitos grandes.
(Espero no tardar tanto para el próximo *guiño,guiño*)
PD: Feliz cumpleaños, princesa.