-¿En serio?
-De verdad.
Me tapé la boca con las manos para ahogar la risa que me entró, aunque con frustrantes resultados.
Carlos suspiró por abajo.
Normal, estaba en el suelo.
-¿Os vais a callar o esperáis que nos durmamos con vuestras voces de ruido de fondo?
-Siéntete ahora como nos sentimos a todas horas contigo-le dijo Blas, haciéndome reír de nuevo.
Lo que supuse sería una almohada, ya que estábamos a oscuras y no veíamos prácticamente nada, voló y aterrizó en mi cara.
-¿Te di?-preguntó Carlos.
-A mí no.-dijo Blas.
-No, me has dado a mí.-dije, quitándome la almohada de la cara.
-Ahí va, lo siento. Es que estáis arriba y no veo.
-Sí, eso, y que la puntería no es lo tuyo...-le dijo Blas.
-Lo próximo soy yo y no una almohada lo que va a subir ahí, eh.
-Por favor a mi cara no.-dije, tirando la almohada por el suelo.
Eso nos hizo reír a los tres.
-¿Qué hacéis vosotros?-dijo Sigrid, medio dormida, medio viva.
-Carlos, que le dan cosas raras por la noche y me tira almohadas-le dije, intentando buscar a mi amiga, ya que Blas le había cambiado el sitio para que pudiéramos hablar sin molestarla a ella, que estaba en medio, pero no la vi entre tanta oscuridad.
-¡Qué ha sido sin querer!-dijo el otro, desde el suelo.
-¡Ya, claro! ¡A ver qué me vas a decir!
-Bueno, si os queréis matar, mataros, pero dejad dormir-dijo ella.
Lo dicho.
Amigas traidoras.
Hazte del fanclub.
-Eso, vosotros, los de arriba. Os calláis.
-Y tú deja de tirar almohadas.-le dije.
-Yo no tiraría almohadas si no hablárais.
-Osea, ¿quieres decirme que cuándo tú no te calles, voy a tener que tirarte una almohada?
-O dos-dijo Blas.
Sigrid gruñó.
-Bueno, venga, ya nos dormimos.-dijo Blas, para no despertar la furia de mi amiga.
Mucho diría ella de mí, que si me despiertas o algo podías morir, pero como no la dejaras dormir a ella, era mortal. Ahí sí que podías morir y parecía ser que Blas se había dado cuenta.
David y Dani ya hacía tiempo que se habían dormido, ellos los primeros. Estaban en la parte derecha de la cama, luego estaba Sigrid, que había estado hablando con Dani (David era el que primero que se había dormido. Tocó la almohada y le perdimos ipso facto), Blas y yo, que estaba en, prácticamente, el borde de la cama.
Si por algún casual rodaba y me caía, mataría a Carlos o a Álvaro, dependiendo de quién tuviera la mala suerte de dormir debajo.
Para prevenir eso, me acerqué un poco más a Blas.
-Que me caigo-le susurré.
-Nooo.
Me reí otra vez y Carlos carraspeó.
-Lo siento, lo siento, ya.-susurré.
Me llevó algo de tiempo dormirme, ya que no estaba acostumbrada a dormir con tanto chico en una habitación. Y más si a estos les había conocido unos días atrás, pero al final me acabé durmiendo.
Desperté.
Aunque todo estaba oscuro, sabía que aún no era por la mañana. Tenía que ir al baño. Como tantas otras noches, me despertaba para eso.
Suspiré.
¿Qué hora sería?
Seguro que las cuatro o cinco de la mañana, no me sentía como si llevara mucho tiempo dormida.
Me di cuenta entonces de que tenía un brazo sobre Blas, que me daba la espalda. Procedí a retirarlo con cautela para no despertarle.
No veía absolutamente nada, ya que, Álvaro, creo recordar, había corrido las densas cortinas mientras decía que él no podía dormir con absolutamente nada de luz. Ninguno nos opusimos.
Yo no recordé que a veces tengo que levantarme.
Mi móvil estaría en la mesilla de noche o quizá en el bolso y no podía encontrar ninguna de las cosas ahora, así que tendría que ir, a oscuras, al baño.
Sería difícil, pero podría hacerlo.
Me senté con cuidado en la cama, intentando no hacer movimientos bruscos que pudieran despertar a los demás.
Me giré y puse ambos pies en el suelo.
Sonreí.
No podía ser tan difícil.
Intenté dar un paso y pisé algo.
-Tú písame, si te parece bien.-dijo en un susurro la voz de Carlos.
Inmediatamente retiré el pie.
-¡Perdón!-exclamé, en bajito, dando un paso hacia atrás y pisando algo de nuevo.
-Au.
-¿Te he vuelto a pisar? ¡Perdóname! Es que no veo nada...
-¿Adónde vas? ¿Se puede saber por qué estás levantada?
-¿Y tú para qué quieres saber?
-Hombre, estaba durmiendo cuando me has pisado...
-Lo siento, de verdad. Quiero ir al baño, pero no veo.
-Ah. Un momento.
Le oí que cogía algo y, acto seguido, la luz de un móvil le iluminó la cara.
-Toma-dijo, tendiéndomelo.-Así ves.
-Oh, gracias-dije, cogiendo el móvil e iluminándome el camino.
-De nada.
-Bueno... Pues ahora vengo-dije, encaminándome al baño.
-No tengas prisa.
Le pisé a posta.
-¡Eh!-se quejó.
-Uy, perdona, no te vi.
Entré al baño y, cuando salí, le vi ahí, de pie, apoyado en la pared.
Le tendí el móvil.
-Gracias.
-De nada.
Y nos quedamos así, hasta que la luz del móvil nos abandonó y nos quedamos a oscuras.
-¿Quieres salir a dar una vuelta?-sugirió, encendiendo de nuevo la luz del móvil.
-Son las cuatro y media de la mañana.
Sabía la hora porque obvio la miré en el móvil.
-¿Tienes algo mejor que hacer?
-Mm... Pisarte.
Sonrió.
-No, en verdad no.
Sabía que, después de esto, ya no sería capaz de conciliar el sueño.
Él abrió la puerta.
-Después de ti.
-Oh, qué amable.
Salí al pasillo, él salió tras de mí y cerró la puerta.
-¿Vamos?-dijo, indicándome el pasillo con la cabeza.
Suspiré.
-Sí, vamos, total... Son las cuatro y media de la mañana, vamos en pijama y descalzos. Ya qué más da todo.
Echamos a andar por el pasillo.
-Siento haberte despertado pisándote. ¿Te he hecho daño?
-¿Qué? Ah, no. Además, ya estaba más o menos despierto. De hecho, no llegué a dormirme del todo.
-¿Y eso?
-No sé, tenía cosas en las que pensar.
-Serían los remordimientos por haberme tirado la almohada antes.
-Tienes razón, va a ser eso.
Nos reímos, quizá demasiado alto, nos dimos cuenta y bajamos la voz.
No queríamos que apareciera el señor loco de antes, más que nada, porque ahora éramos dos y, si nos mataba, no volveríamos al cuarto y los demás se preguntarían qué fue de nosotros.
-El caso es que esto es raro-dije, así de repente.
-¿El qué?
-Esto. Voy andando por los pasillos desiertos de un hotel de Paris con una celebridad española a unas horas un tanto extrañas, descalza y en pijama. ¿No es raro?
Él se rió en modo mudo.
No quería despertar al señor loco, porque creíamos que estábamos pasando por su puerta. Bueno, en realidad ninguno de los dos teníamos idea de dónde estaba dicha puerta, pero podría ser cualquiera.
-Yo tampoco tengo por costumbre pasear de esta manera y a estas horas con nadie, si te sirve.
-Me sirve, gracias. Así que esto es igual de nuevo para ti que para mí.
-Sí. Sobre todo que me despierten pisándome.
-Ya te dije que lo sentía. Igual que siento lo de haberte tirado el gorro a la piscina.
-¿Cómo era...? Ah, sí. "Deja de disculparte conmigo, cada vez que me hablas, es para pedirme perdón"
-No me copies las frases.
Se rió porque intenté sonar autoritaria, pero fracasé miserablemente.
-Pues tú no me tires los gorros a la piscina.
-Pues tú no me quites el sitio en el restaurante.
-Pues tú no me pises.
-Pues tú no duermas en el suelo.
-Pues tú...
-Para, que nos podemos tirar así toda la noche y parte de mañana.
Llegamos a la sala común, que estaba a oscuras.
Como todo el hotel, prácticamente.
-¿Vemos algo en la tele?-preguntó.
-Dudo mucho que lo que echen a estas horas sea algo que no nos traumatice seriamente.
Aquello le hizo gracia.
Fui saltando de sillón en sillón hasta que salimos de la sala común.
Pasamos por el bar donde nos escondimos con David cuando jugamos al escondite. Estaba cerrado, obviamente.
-¿Sois así siempre?
-¿Qué?-dijo, mirándome.
-Digo Blas y tú. Siempre estáis ahí... No sé. Como lo de antes.
-Ah, sí, bueno... Podría decirse que sí. ¿Y tú y Sigrid? ¿Sois siempre así?
-No sé... Dimelo tú. ¿Cómo me ves?
-En pijama.
Le di un golpe en el brazo y se rió.
Pasamos por la piscina.
-¿Un baño?-sugirió, señalando con la cabeza la puerta de entrada a la piscina.
-Claro, y luego me secas tú el pelo, ¿no?
-Bueno, si es necesario...
-Ven aquí, la piscina no va a estar abierta. Volvamos, estarán preocupados.
-Ellos lo que están es durmiendo. No saben que nos hemos fugado.
-Oh, sí, fugado...
Empujó la puerta y esta, sorprendentemente, se abrió.
-¿Decías?-dijo, mirándome triunfante.
Acto seguido entró.
Si le seguí dentro fue porque no quería quedarme fuera sola con un loco suelto y el camamero ese del restaurante andando por allí y porque Carlos estaba loco y necesitaba alguien que le parara los pies.
Entré y le vi sentado en una hamaca.
-Ya creí que no entrabas.
-Estoy loca, pero no lo suficiente como para quedarme sola con toda la gente rara que hay en este hotel. Aunque bueno, tú no eres precisamente normal...
-Oh, primera vez que te oigo decir algo más o menos bueno de mí.
-Sí no fueras tan... Conmigo algunas veces, quizá diría algo más.
-¿Tan cómo?
-Da igual. ¿No te ibas a bañar? Vamos, entonces.
Se rió y se oyó el eco de su risa por toda la piscina.
Me dio miedo.
-Ah, ¿tú también?
-¿Qué? No. Yo miro como nadas. Es decir, ejerzo de socorrista.
-Pues entonces nada, no me apetece nadar solo. ¿Seguimos paseando?
-¿Cuánto tiempo tienes pensado dormir hoy?
Él fingió que lo pensaba y, para ello, puso una cara bastante graciosa. Lamenté en ese momentos no haberme traído la cámara.
-La verdad es que no tenía pensando dormir nada. ¿Seguimos?
-¿Quieres otro halago? Estás loco.
-¿Sabes un secreto? Las mejoras personas lo están.
-Ah, qué frase más propia. El Sombrerero Loco.
Ambos nos reímos y salimos de la piscina.
Me tendió el móvil y le miré.
-¿Qué?
-Quiero una foto de esto.
-¿Quieres que me ponga a hacer fotos a las cinco de la mañana?
-Creí que te gustaba hacer fotos.
-Anda, trae.
-Ah, no, pero ponte conmigo en la foto. Quiero recordar esto.
-Tengo unos pelos y una cara que no están para fotografiar ahora mismo.
-No importa, la foto es para mí.
-Y luego veré la foto en Twitter o Facebook y a miles de personas con ella de perfil. Sí, vale, si me da igual.
Echamos unas fotos y, cuando estuvo feliz, seguimos.
-¿Salimos fuera?-sugirió.
-Hará frío.
-Pues volvamos entonces. Quizá noten nuestra ausencia.
-Es lo que llevo intentando decirte desde hace rato.
Emprendimos el regreso a la habitación.
-¿Se duerme bien en el suelo?-pregunté.
-¿Por qué? ¿Quieres probar?
-Ah, no sé. Preguntaba.
-¿O quieres dormir con Álvaro?
-Ah, me pillaste.
-¡¿En serio?!
-¡Carlos que era una broma!
Ambos nos reímos.
-Ah, bueno, yo ya pensaba que querías quitarme mi trozo de suelo...
-Ah, no, yo ahí con Blas y los demás estoy bien.
-Ah.
Llegamos a la habitación y él sacó la llave de la puerta del bolsillo.
-Gracias por esta vuelta-dije, antes de que abriera la puerta-Al final me lo he pasado bien.
-Ya saldremos a dar vueltas a estas horas más a menudo.
-Lo mejor ha sido que hemos podido hablar normal, quiero decir, sin pelearlos. Al menos, no demasiado. Sigrid tenía razón. No eres tan payaso como pensaba.
-Voy a emocionarme al final, de verdad, qué cosas más bonitas me estás diciendo esta noche...
Reí.
-Abre la puerta, anda, que tengo sueño.
Entramos en la habitación.
Él iba primero, iluminando el cuarto con el móvil.
Se tumbó en el suelo, al lado de la cama, justo debajo de mí. Es decir, que él hubiera sido el que hubiera muerto si me hubiera caído.
Yo me tumbé en la cama y me tapé.
Blas había cambiado de postura y ya no me daba la espalda.
-Bueno... Pues buenas noches-le dije.
-O buenos días ya, porque para las horas que son...
Nos entró la risa y le tapé a él con una mano la boca y con la otra me la tapé yo, mas cuando nos tranquilizamos, la quité.
-Duérmete.
-Duérmete tú.-me dijo.
-No, tú.
-¡Tú!
-¿Ya peleando otra vez?
-Yo no peleo, intento dormir.
Reí y negué con la cabeza.
-Eres imposible.
Y le di la espalda, mirando a Blas. Me dispuse a dormir.
-Hasta mañana.-dije, dando por finalizada la conversación.
-Querrás decir hasta ahora mismo, cuando estos se despierten...
Me giré y le di un golpe con la mano.
-¡Calla! Que me río y no me duermo.
Se rió en bajito.
-Está bien. Qué descanses.
Le gruñí y, para mi sorpresa, no tardé en dormirme.
-¡Arriba todo el mundo!-dijo Álvaro, corriendo las cortinas y haciendo que la luz del sol se colara dentro del cuarto.
Ellos ya llevaban un tiempo despiertos, ya que llevaban un rato hablando.
Adivinad quiénes seguíamos durmiendo.
-Eh, Cris...-dijo Sigrid, moviéndome.
-Ehdhgff No estoy.-dije, dándole la espalda.
Todos me miraban.
-Siempre le cuesta mucho levantarse.-me disculpó mi amiga.
-Carlos tampoco se despierta-dijo Álvaro, el cuál estaba agachado en el suelo al lado de Carlos, tirado sobre el suelo cuál largo era-Eh, Carlos. ARRIBA.
Este gruñó y empujó a Álvaro, que cayó al suelo de culo.
-Siempre liándola. ¿Veis lo que digo? Siempre son los mismos-dijo Dani.
-Déjadles, tendrán sueño-dijo Blas.
-¿Y por qué? Todos nos dormimos a la misma hora.-dijo David y todos le miraron.
-Tengo que decir algo.-dijo mi amiga-Me desperté porque creí oír algo y ninguno de los dos estaba.
Oh, no.
Al final Sigrid se había percatado de la "fuga".
-¿Qué?-dijo Blas.
-Pues eso. En algún momento de la noche, los dos se fueron.
-Uhhhh.
-¿Os calláis?-dijo Carlos.
-¿Por qué? ¿Tienes sueño, eh, Carlitos?
Le gruñó a David.
-Vamos a ir a desayunar.-intentó Dani, pero sin resultado.
Ninguno de los dos nos levantamos.
-Bueno, pues vayamos nosotros. Dejémosles a ellos durmiendo y luego ya que nos cuenten lo que hicieron-dijo Blas.
-Como que nos lo van a contar.-dijo David.
Se rieron y yo gruñí.
-¿Y les dejamos aquí, solos?-dijo Álvaro.
-Sí, están dormidos.
-O lo aparentan.
Carlos y yo gruñimos a la vez.
Quedaron en que irían a su cuarto a vestirse y se pasarían por Sigrid en unos minutos para bajar juntos.
Les oí cerrar la puerta y a mi amiga buscar algo de ropa y entrar al baño. Una vez vestida, salió, trasteó con algo y echó las cortinas, cosa que le agradecí infinito.
-Ah, que te piso.
-No sería la primera vez, ah. ¿Qué hora es?
-Van a ser las diez y media. Nosotros vamos a bajar a desayunar, pero Cris se queda durmiendo. ¿Vienes?
-No, estoy muerto.
-Está bien. Súbete a la cama entonces, ya no tienes por qué dormir en el suelo.
Le sentí tumbarse y tirar de la sábana para taparse, pero yo la tenía agarrada, así que tuvo que tirar un poco hasta que solté un trozo.
Dieron unos golpes en la puerta.
-Me voy. Que durmáis bien.
Carlos bostezó.
-Eh, sí, vale, gracias.
Y oí la puerta cerrarse.
-Pensé que no se callarían nunca.-dije.
-¡Ah! Si estás despierta.
Me di la vuelta, ya que le había estado dando la espalda.
-Sí, pero estoy hecha polvo... Ya te avisé que esto pasaría.
-Pero valió la pena.
Le sonreí mientras se me cerraban los ojos y él bostezaba de nuevo.
-Sigrid-
Cerré la puerta y ahí estaban, los chicos esperándome.
-¿Vamos?-me dijo David.
-Si, por favor, me muero de hambre.
-Oh, no, ya se está pareciendo a Carlos.
Yo le miré mal.
-Nunca, David, yo soy yo y Carlos es Carlos. ¿Quién es más tonto de los dos?
-Carlos.-dijeron todos al unísono.
-Solo a él se le ocurre irse en medio de la noche.-dijo Blas.
-Con Cris.-dije.
Ellos asintieron.
-Más tonto y no nace.-dijo Dani.
-Eh, pobrecillo, no os metáis tanto con él. Un día, de tanto vacilarle, os meterá una paliza.
Ellos pusieron cara de “¿Qué has dicho?”
-¿Ese? ¿Una paliza?-dijo Blas.-Soñar es gratis.
Yo suspiré. Era increíble.
Llegamos al restaurante y nos sentamos en nuestra mesa.
-Qué silencioso esta todo esto sin Cris y Carlos.
Todos me dieron la razón.
-¿Qué creéis que habrán hecho?-dijo Álvaro.
-De todo menos cosas buenas. Con Carlos nunca se sabe.-dijo Blas.
Todos nos reímos.
Vino el camarero amigo de Cris.
No teníamos ganas de coger nada de desayuno nosotros mismos así que David, el cuál llevaba su amado diccionario español-francés, fue el encargado de comunicarse con el camarero en ausencia de Cris.
Después de quince minutos para pedir el deseado desayuno,tuvimos que esperar otros quince para que nos lo trajeran.
-Venga, vamos a barajear ideas de adonde han podido ir.-dijo David.
Todos le miramos, con una cara diciendo “Qué malo eres” pero nos pusimos a pensar.
-Ah, yo creo que Carlos la ha querido secuestrar y Cris le ha pegado, han tenido una pelea, han venido rotos y por eso ahora no pueden levantarse y tienen que descansar.
Todos nos reímos de la estúpida idea de Dani.
Al rato se me ocurrió a mi algo.
-Yo recuerdo que Carlos le dio su teléfono... Pues creo que igual Cris quería llamar a la policía y no sabía cómo, por eso Carlitos, tan majo él, le dio el suyo sin saber verdaderamente el motivo.
Todos se rieron de mí.
Como si ellos tuviesen ideas mejores.
-Anda, vamos a comer...-dijo Álvaro.
-¡Eh!-dije yo porque me ignoraban.
-A ver, no te ignoramos porque tu idea sea mala, todo lo contrario, era tan bueno que no la vamos a hacer caso.
Yo miré mal a David.
-Tu uso del sarcasmo es frustrante.
-JAJAJAJAJAJA-se rieron a carcajadas.
Yo hinché los mofletes.
Mientras ellos me decían que no me enfadase, (que verdaderamente no estaba enfadada), bajaron Cris y Carlos.
-¡ALELUYA!-gritamos todos cuando les vimos.
Ahora, nos tenían que dar explicaciones.
-Cris-
Abrí un ojo y le vi ahí, despierto.
Al darse cuenta de que le miraba, giró la cabeza y me miró.
-¿No te duermes?
-No puedo.-le confesé.
-Ni yo. Es frustrante.
-Pues sí, porque estoy muy cansada... ¿Por qué cuándo más necesito dormir no puedo?
-Yo tengo sueño y hambre. Pero más hambre.
Suspiré.
-Pues bajemos. Eso sí, nos preguntarán dónde estuvimos.
-¿Y eso?
-Sigrid dijo que se despertó y no nos vio.
-Oh. Bueno, da igual. No hicimos nada malo.
-No, claro. Bueno... Pues me voy a vestir.-dije, destapándome y levantándome de la cama.
-Vale-dijo él, cogiendo el móvil y mirando algo.
Cogí algo de ropa, entré al baño y me cambié rápidamente.
Me hice una coleta baja colocada de forma que el pelo me cayera por el hombro derecho, ya que no era capaz de tener unos pelos decentes.
Salí del baño y él seguía tirado en la cama.
-¿A qué esperas? ¿A que te lleve en brazos?
-Sería un detalle, la verdad.-dijo, levantándose.
-Te toca de nuevo ir en pijama y descalzo por el hotel.
Se rió.
Cogí la llave que había sobre la mesa, la cual creo que había dejado ahí Álvaro para Carlos.
Salimos del cuarto.
Iba a decirle que me bajaba yo y que, cuando se vistiera, bajara él, pero él habló antes.
-Ven conmigo, será mejor que nos enfrentemos a sus preguntas juntos, no vaya a ser que nos falle la coartada.
Me reí.
-Está bien.
Nos metimos en el ascensor con una vieja y un hombre altísimo y cuadrado.
La vieja miró raro a Carlos (no es muy normal ver a alguien recién levantado, despeinado, en pijama y descalzo en un ascensor. Al menos, no en los ascensores que yo frecuento) y los dos nos reímos.
Nos bajamos y andamos por el pasillo.
-Qué mirada más inquietante la de la señora, de verdad-dijo.
-Te desvestía con los ojos.
Me miró con miedo.
-¡Era broma!
-Ah, no me asustes de esa manera.
Se paró delante de una puerta y empezó a buscar por los bolsillos del pantalón del pijama.
Le tendí la llave.
-¿Buscabas esto?
La cogió.
-Dios, ya creí que tendría que bajar a desayunar así. Gracias.
Abrió la puerta y me dejó pasar primero.
La habitación era igual que la nuestra, solo que un poco más grande, para que ellos entraran.
-¿A qué adivino cuál es tu cama?-dije, mientras él buscaba algo de ropa.
-Venga.
-Esa-dije señalando una que, en el cabecero de la cama, tenía un sombrero.
-Ah, pues sí. Bueno, voy a vestirme.
-Claro.
Mientras él se vestía en el baño, yo estuve intentando adivinar a quién pertenecía cada cama y, cuando salió del baño, vestido, peinado y, sobre todo, con zapatillas, decidí preguntarle a ver si había acertado.
-Y esas son de Álvaro, David, Dani y Blas.
-Casi, la de la derecha es la de David.
-Ah, vaya por Dios. Bueno, ¿vamos?
Salimos al pasillo.
-Y ahora hay que hablar de la coartada-dijo él.
-Vale.
-Si preguntan dices que no podías dormir, te pusiste a hablar sola hasta que te contesté, me cogiste el móvi y saliste corriendo, por lo que te perseguí.
Le pegué en el brazo.
-¡No voy a decir eso!
-¿Por qué? Es algo creíble.-dijo, riéndose.-O quizá prefieres decirle que me pisaste cruelmente.
-No te hagas ahora la víctima, que antes me dijiste que no pasaba nada por eso.
Volvió a reírse.
-Todo era broma. Les contaremos lo que hicimos para darles envidia. Y tenemos las pruebas-dijo, mostrándome el móvil.
-Uy, sí, ya verás qué envidia, ellos durmieron el rato que nosotros no.
-Pero nosotros nos lo pasamos mejor.
No le discutí eso.
Entramos en el restaurante o lo que fuera eso y nos dirigimos a la mesa de siempre.
Cuando íbamos a llegar, oímos que gritaban "¡ALELUYA!" y que se ponían a aplaudir.
Nos miramos sin entender nada.
-Aún estamos a tiempo de huir-le dije, por lo que se rió.
Nos sentamos los dos en la mesa.
-Buenos días-dijimos.
-Claro, ahora-dijo Álvaro.
-Mejor tarde que nunca-dije yo.
-Eso-secundó Carlos.
Todos nos miraban, pero nadie decía nada.
-Bueno, hablad-dijo Dani.
-¿Dónde estuvistéis?-dijo David.
-¿Qué hicísteis?-inquirió Álvaro.
-¿Qué hora era?-preguntó mi amiga.
-¿A qué hora volvísteis?- dijo Blas.
-¿Es esto una entrevista?-dije yo, con los que nos reímos.
-Venga, hablad. Si no queréis confesar, vamos a entender entonces que no hicistéis nada bueno...-dijo Álvaro.
-¡Eh, no!-salté-A ver, eran las cuatro y media de la mañana...
-¡Las cuatro y media!-dijo Dani, y nos reímos.
-Sí, y me desperté para ir al baño, pero, como no veía nada, pisé a Carlos y le desperté.
-Me pisaste dos veces, para ser exactos.
-Sí, bueno, las veces que fueran... Me prestó el móvil para que me iluminara el camino y, cuando salí del baño, Carlos estaba ahí y sugirió ir a dar una vuelta.
-¿Una vuelta? ¿A las cuatro y media de la mañana? Ya sabíamos que estabas loco, pero esto ya es...-dijo Blas.
-Eso le dije yo. Pero no tenía nada que mejor que hacer, así que nos fuimos y no sé... ¿Qué hicimos?-le pregunté a Carlos, mirándole.
-Mm... Estuvimos andando por los pasillos, hablando, nos pasamos por la sala común. Sugerí ver la tele, pero al final no lo hicimos y fuimos a la piscina.
-¿Qué fuisteis adónde?-dijo Dani.
-A la piscina-seguí yo-Le dije que estaría cerrada, pero no lo estaba. Quería que nos bañáramos.
-Pero no querías y solo no tenía gracia, así que seguimos con el paseo.
-Me hiciste hacer fotos a las cinco de la mañana.
-También es cierto.
-¿A ver?-dijeron todos.
Carlos les pasó el móvil.
-Dais miedo-dijo David.
Yo miré mal a Carlos y él se rió.
-Bueno, ¿y qué más?-nos apremió Álvaro.
Nos miramos, intentando recordar.
-Emm...
-Pues...
-Ah, ya. Sugeriste que saliéramos fuera, dije que haría frío y volvimos a la habitación a dormir. Y nos dormirmos. Hasta que nos despertásteis. Y ya está.
-Ahhh-dijeron todos.
-Vale, nosotros ya estábamos barajeando otras teorías-dijo Álvaro.
-Sobre todo la de Sigrid. Esa era la mejor.
-¡Eh!-dijo mi amiga, golpeando a David mientras este se reía.
Preferí no saber qué clase de teorías habrían barajeado.
-Bueno, ¿qué quieres?-le pregunté a Carlos-Que yo lo pido y así saludo a mi amigo.
-Qué servicial estás hoy, ¿no? Que si me llevas en brazos, que si me pides el desayuno...
Le pegué y todos se rieron.
Me lo dijo y me levanté a buscar al camarero.
Después de una conversación de más de cinco minutos y medio con él, volví a la mesa.
-¿Se puede saber qué le has dicho para tardar tanto?-preguntó Dani.
-No sé, yo le dije lo que queríamos, hablamos de lo de la cocina y luego dijo que había oído risas por los pasillos de madrugada y que si yo sabía algo, pero le dije que no.
Todos nos reímos de eso.
Estábamos desayunando (obvio solo Carlos y yo, los demás ya habían termiando hacía rato) cuando me sonó el teléfono.
-Es Alberto-informé.
-Anda-dijo Sigrid.
Los demás nos miraban con cara de incertidumbre al no conocer la identidad del tal Alberto.
-Es mi hermano-dije, mientras lo cogía-¿Si? Eeeeeeeey, ¿qué pasa?
Y me puse a hablar con él.
-Si yo te contara lo que nos ha pasado aquí...-dije, mirando a los chicos-Sí, es una lástima que mañana tengamos que volvernos. ¿Cómo que por qué? Porque te voy a tener que volver a ver la cara...
Al oír lo de "mañana tengamos que volvernos" los chicos nos miraron a las dos.
-Ah, ¿vienes tú a buscarnos? Perfecto, entonces mañana te cuento todo, sí. Adiós, feo.
Y le colgué.
-¿Os vais mañana?-dijo David.
Álvaro fingió echarse a llorar sobre la mesa y todos nos reímos. Él al principio no, porque eso echaría por tierra su actuación, pero luego también.
-Sí-dijo Sigrid-No podemos quedarnos más tiempo aquí, vinimos únicamente para estar algo fuera de España y que Cris pudiera echar fotos.
-¿Y cuándo nos lo íbais a decir?-preguntó Carlos.
-No creíamos que tuviese mucha importancia-dije yo, mirando al plato.
-Bueno, no hagamos de esto un drama-dijo Blas- Tenemos los números. Estaremos en contacto.
-¡Claro!-dijo Sigrid.
Cuando Carlos terminó de desayunar, dijeron que debían irse, ya, por fin, a terminar el vídeo. Último día de rodaje.
Nos despedimos y prometimos que luego nos veríamos.
-¿Y ahora qué hacemos?-me preguntó Sigrid, una vez que se marcharon.
-Podríamos devolver el coche que alquilamos y después, comprar algún regalo. Mi madre está empeñada en que quiere que le traiga una miniatura de la Torre Eiffel. Si no se la llevo, quizá me desherede.
A Sigrid le pareció buena idea, así que eso hicimos.
Llevamos el coche y se lo devolvimos al señor bigote considerable y después estuvimos de tienda y tienda, buscando regalos.
Yo iba canturreando "Die Young", de Kesha, todo el rato.
-¿Por qué estás tan feliz hoy?-me preguntó Sigrid mientras mirábamos un puestecillo de la calle.
-¿Yo? ¿Feliz? Qué va.
Encontramos la deseada figura de mamá de la Torre Eiffel y proseguimos nuestro camino.
-¿Sabes? Tenías razón. Carlos no es tan payaso. Es majo.
-Siempre tengo razón.
-Sí, bueno... No la tuviste cuando dijiste que aprobarías el examen de conducir porque el señor Mateo te dijo que eras buena en ello. Suspendiste.
-¡¿Me lo vas a recordar toda la vida?!-dijo, intentando darme una colleja mientras yo reía, corriendo por la calle.
Después de unas cuantas compras, en las cuales compramos recuerdos para todo aquel de quién nos acordamos, comimos en un restaurante de por ahí y nos dirigimos al hotel a hacer las maletas.
En ello estábamos cuando nos sonó el teléfono a las dos.
"Tengo sueño".
No era más que un WA de Carlos, hablando por el grupo.
"Pues haber dormido, tío", le dijo David.
"Si te sirve de consuelo, yo también tengo sueño", dije yo.
"Me sirve, gracias"
"¿Sabes a quién nos hemos encontrado, Carlos?"
"¿A quién?"
"A tu amiga, la vieja del ascensor."
"NOOOOOOOOOOOOOOOOO".
"¿Qué vieja? ¿Qué decis? ¿Por qué hablaís en vuestro idioma?" dijo Blas.
Era cierto, al entrar Sigrid y yo al hotel, en el hall, nos habíamos topado de lleno con la vieja del ascensor. Yo le había contado a Sigrid el suceso con Carlos y ella se rió bastante.
"Una señora, que desvestía a Carlos con la mirada"
"CARLOS HA LIGADOOOOOOOOOO" dijo Dani.
"JAJAJAJAJAJAJAJA" dijimos todos.
Nos dijeron que ellos aún tardarían en venir al hotel, así que, para no quedarnos en el en nuestro último día, salimos a pasear otra vez mientras hablábamos de nuestras cosas, ya que, desde que el destino decidió cruzar nuestros caminos con los de Auryn, no habíamos tenido tiempo para nosotras mismas.
Aunque ya tenía suficientes fotos, no pude resistirme a hacer algunas más. Ya no por el simple placer de hacerlas, sino porque cada paisaje recogido en ellas, cada calle... Guardan recuerdos y, al verlas, me ayudarían a recordar este viaje del cual no querría olvidar ni el más mínimo detalle.
"¿Dónde estáis?" preguntó Álvaro.
"Bajo la Torre Eiffel".
"No os mováis, vamos para allá".
Al rato, aparecieron por allí, cuando ya oscurecía.
-¿Ya estás con la cámara?-me dijo David.
-Lleva toda la tarde con ella-dijo Sigrid.
Me empeñé en hacerles fotos a todos y, después de eso, dimos una gran vuelta, en la cual les contamos los sucesos de aquel día.
Tras la vuelta y tras que Carlos casi se quedó dormido apoyado en una fuente, volvimos al hotel porque había hambre (adivinad quién la tenía).
Cenamos mientras mi amigo el camarero nos miraba casi con pena, como si supiera que ya no nos vería nunca más en la vida (quizá estaba exagerando un poco).
-¿Y cómo se llama?-preguntó entonces David.
-¿Cómo se llama quién?-dije yo.
-El camarero.
-Ah, pues... No sé.
-¿Es tu amigo y no sabes cómo se llama?
Nos reímos.
-No sé, jamás me he parado a preguntárselo. Para nosotros es camarero y punto.
-Pobre señor...
-De pobre nada-saltó Álvaro-Ha tardado media hora en traernos el desayuno hoy.
Después de cenar, Dani y Álvaro no querían quedarse en el hotel y se pusieron pesados con que saliéramos otra vez.
Nosotras, ya que era el último día y tal, aceptamos ya, que, ¿cuándo volveríamos a tener una oportunidad así?
Caminábamos por el hall cuando de repente señalé a un punto y grité:
-¡Mira Carlos! ¡Es tu amiga!
En efecto, la vieja se encontraba allí, en recepción.
-¡Ah, no! ¡ESCONDEDME!-dijo él, tratando de ocultarse tras Dani, pero con resultados nada provechosos, puesto que Dani era más bajito que él.
Nos reímos de ello y salimos fuera.
Después de unas cuantas vueltas, acabamos tomándonos algo en un bar (adivinad quién tuvo que pedirle las bebidas al camarero. En efecto. David y su diccionario español-francés).
Estuvimos hablando de que no importaba que nos fuéramos, que ellos regresarían un par de días después y que ya quedaríamos alguna vez, que esto no era una despedida para toda la vida como la del camarero (eso lo dije yo).
Largo fue el tiempo que pasamos en ese bar, hablando de todo, como si temiésemos que esa sería la última vez que pudiéramos contarles cosas. Como si fuera la última vez que estuviéramos juntos. Por alguna razón que desconocía, aquella simple idea me quitaba de golpe el sueño que, por culpa de Carlos, tenía.
Decidimos volver al hotel, aunque nos daba pena, ya que lo estábamos pasando muy bien, cuando Carlos prácticamente se durmió encima de Blas.
Una vez de vuelta en el hotel, cuando ya nos íbamos a dirigir cada uno a nuestro cuarto, Dani tuvo una revelación divina (es decir, una idea bastante buena, ah).
-¿Y si hacemos como ayer?
-¿Robar Coca Cao?-dijo Carlos, despertándose de repente.
-No, paso de que me echen otra bronca. Digo lo de dormir todos juntos. Es su último día aquí-dijo, mirándonos.
Sigrid y yo nos miramos.
-Por mí bien.
-Perfecto.
-¡Bieeeen!
-Llego a sugerirlo yo y me pegan.-dijo Carlos, por lo que nos reímos.
Acordamos que, como yo ya sabía dónde estaba su cuarto porque fui esta mañana con Carlos, nos pondríamos los pijamas y subiríamos.
Mientras nos dirigíamos a su habitación, fuimos hablando.
-Les voy a echar de menos.-dije yo.
-Y yo. Jamás pensé que podría coger cariño a alguien en tan poco tiempo como a ellos.
-Si es que se hacen querer, ah.
Llamamos a la puerta y Blas abrió.
-Pasen, señoritas.
Vimos a Carlos y a David peleando salvajemente, uno con la camiseta del pijama y el otro con los pantalones. Las prendas les iban ganando la batalla.
-Creo que vinimos en mal momento...-dijo Sigrid y a mí me entró la risa.
Al final, ambos ganaron.
-Hemos estado hablando-dijo Álvaro-Y hemos pensando que podríamos dejaros una cama a vosotras dos, la de Carlos mismo y él y yo dormimos en otra.
-Carlos duerme en el suelo, ahora Carlos se queda sin cama...-dijo Carlos, haciéndonos reír a todos.
-Pobre Carlos-dijo Sigrid, apiadándose de él y de su alma.
-Bueno, pues vale entonces. Con tu permiso, Carlos-dije, tirándome sobre su cama.
-¿Y cómo sabías que era esa?-me preguntó mi amiga y todos me miraron.
-Por el sombrero-dije, señalando el sombrero de la cabecera.
Todos se rieron.
Nos tumbamos todos en nuestras respectivas camas y apagamos las luces. Tras eso, siguieron unos minutos de silencio.
-¡BLAS! ¡¿Dónde estás?! ¡No te veo para hablar!-dije.
-¡Nada de hablar!-dijo Carlos.
-Nada de salir a las cuatro y media por ahí-le dijo entonces Blas.
Nos reímos de eso.
Hablamos largo tiempo, como ayer.
David fue, de nuevo, el primero en caer en las garras del sueño, seguido por Dani, que dejó a Sigrid hablando sola hasta que Álvaro la contestó que Dani había caído en batalla, pero que él podía cogerle el relevo.
Blas, que estaba en la otra punta y yo hablábamos, hasta que de pronto, me dio otra almohada en la cara y me calló para siempre (de nuevo, volvemos aquí a ver una exageración).
-¿Quién ha sido?-dije, quitándome la almohada de la cara.
-Quién va a ser-dijo Blas.
Me levanté, me encaminé con cuidado a la cama de Álvaro y le di con la almohada a Carlos.
-¡Ah!
-Ahora vas y la tiras otra vez.
-JAJAJAJAJAJAJAJA-se rieron Blas, Álvaro y Sigrid.
Parecería imposible, pero conseguimos dormirnos. Fue toda una proeza, pero sí, nos acabamos durmiendo.
Llevaba, lo que a mi parecer eran minutos dormida, cuando alguien me movió.
-Mamá, cinco minutos más.
Oí una risa.
Risa muda inconfundible.
Abrí los ojos, lo cual me costó bastante, y vi una cabeza al lado mía. La amplitud de esta me hizo saber que era Carlos.
-¿Qué haces?-dije.
-Es o ahora o nunca. Hoy es el último día que podremos hacer esto hasta sabe Dios cuándo.
-¿Qué hora es?
-¡Hora de aventuras!
Me reí, aunque quería no hacerlo.
-En serio.
-Las tres. Bueno, casi. No llega.
Suspiré.
Por un lado tenía sueño, pero por otro, él tenía razón. Si no me levantaba, luego estaría toda mi vida lamentándome de aquel craso error (quizá estaba volviendo a exagerar, porque I love exageración).
-Está bien.
-Síiiiii.
Me levanté y me dirigí al baño.
-Déjame lavarme la cara, si no, me dormiré por los pasillos.
-Sí, hazlo, porque yo te dejaría ahí tirada.
-Mala persona, en serio.
Se rió.
Una vez que me hube lavado la cara, salimos de nuevo al pasillo.
-Pues aquí estamos de nuevo, como ayer, descalzos, en pijama y caminando por los pasillos de un hotel desierto con un camarero sin nombre, un loco suelto y una vieja que te quiere violar.
-¡Nooo!
Me reí.
-Al menos, hoy es más pronto que ayer.
-Sí y hoy no me has pisado.
-Puedo hacerlo, si quieres...
-Déjame un rato para que me lo piense.
Hicimos la misma ruta que ayer, pasando por el bar, la sala común envuelta en oscuridad y, finalmente, la piscina.
Me le quedé mirando.
-Ah, no, ya sé por dónde vas.
Se rió.
-Oh, vamos.
-No.
-Sí.
-No.
-Sí.
-Bueno vale, está bien.
-JAJAJAJAJA.
-Ahora que esté cerrada y me río.
Empujó la puerta y esta se abrió.
-La suerte me sonríe. Es la suerte de Auryn-dijo, pasando.
Puse los ojos en blanco y le seguí.
-Hoy te ha costado entrar menos que ayer.-observó.
-Será porque hoy sé a lo que vengo. ¿Qué haces con el móvil?
-Avisar a los demás. A ver si se atreven a venir.
-Sigrid-
Estábamos todos dormidos cuando, de repente, todos nuestros móviles sonaron (Cris y yo nos habíamos subido los nuestros e, incluso, hubo un momento en el que ella y Blas hablaron por WA para que Carlos no tirara más almohadas) y nos despertamos.
-¡EL FIN DEL MUNDO!-dijo Dani.
-No, solo son los móviles-dijo Blas.
-Ah, vale-y se volvió a dormir.
-¿Y Cris y Carlos?-observé, ya que mi amiga no estaba por ninguna parte.
-Ya se volvieron a ir. Siempre liándola-dijo David.
"Estamos en la piscina. Veniros"
-¿Vamos?-dijo Blas.
-Por supuesto que vamos-dijo David mientras Álvaro despertaba a Dani.
-Cris-
-Vendrán, seguro. Aunque sea para espiar, vendrán. No sé si se tragaron del todo la coartada de esta mañana.
Carlos se rió.
-Ellos verán, les contamos la verdad.
Dejó el móvil en la hamaca más cercana.
-¿Cómo estará el agua?-pregunté, acercándome al borde y metiendo el pie.-Uh.
-Bien, ¿no?
-Algo fría, diría yo.
-Bueno... Las damas primero.
-¿Qué?
Y me empujó.
Vi toda mi vida pasar ante mis ojos rápidamente antes de caer al agua.
Estaba fría hasta decir Dios mío.
Saqué medio cuerpo fuera, tirándome sobre el bordillo.
-¡TE MATO!
-AJAJAJAJAJA Vale. Anda, ven que te ayudo.
-Qué amable, gracias-dije, con sarcasmo.
Me tendió una mano y, en cuanto la cogí, tiré hacia atrás y, aunque yo caí al agua de nuevo, él cayó conmigo.
-¡DIOS MÍO!-gritó.
-JAJAJAJAJAJAJA Sufre.
-Diooooooooooooos. Está helada.
-¿Qué hacemos?
-Nademos para entrar en calor.
-Eso en Titanic no funcionó. Casi todos murieron.
-Ala.
-¡Te echo una carrera!
-¡Perderás!
-¡Eso si me dejo!
En esto estábamos cuando entraron los demás.
-¡¿Qué hacéis, pedazo de locos?!-dijo David, al vernos.
-Echamos una carrera-dijo Carlos-Venga, apuntáos.
-Ah, qué bien que nos interrumpieran, porque ibas perdiendo-dije yo.
Me sacó la lengua.
-Venga, meteros, que el agua está caliente, ¿verdad Cris?-dijo, mirándome.
-Por supuesto. Está genial.
-¡Vale, os creo!-dijo Dani, tirándose al agua.
Quizá, después de esto, no nos volviera a creer jamás en nuestras vidas.
-¡AH SEÑOR!-dijo, sacando la cabeza.
-Creo que yo voy a pasar...-dijo Sigrid.
-Tienes razón, yo también.-dijo Blas, siguiéndola a la hamaca.
Atrapó a mi amiga.
-¡AHORA ÁLVARO, AYUDA!
Entre los dos la agarraron y se tiraron los tres.
Una vez todos en el agua, empezamos a jugar y a hacer el cabra.
-Chst, un momento, callad-dijo Blas.
En ese momento, oimos la voz de mi querido amigo el camarero, que preguntaba, en su idioma, si había alguien ahí.
Oh.
Pillados.
¡Hola! Aquí estoy yo, @CrisSombrerita, que he escrito el capítulo. ¿Qué tal? ¿Os gusta? Dios quiera que sí.
Besosss
Me encanta esta genial! Me he enganchado !! Podriais avisarme cuando subais el siguiente por twitter soy @DeeaGabriela699 1 besoo!
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