Volvimos a casa después de
pasear un rato a Choco.
-Es hora de que volvamos.-le
dije a Carlos.
-Si.-me secundó él.-Cris
estará preocupada.
-O echada en el sofá
durmiendo.
Nos reímos bastante al
imaginar a mí amiga así.
Llegamos a casa y llamé al
telefonillo, pero nadie respondía.
-Menos mal que hemos traído
las llaves.
Abrí la puerta, cogimos el
ascensor y, cuando llegamos y entramos a casa vimos a mí amiga tirada en el
sofá de cualquier manera.
Por culpa de nuestras risas
se despertó.
-Ni dormir se
puede.-protestó.
Miramos la hora y vimos que
todavía era muy pronto para hacer la cena, así que pusimos la televisión y nos
pusimos a ver saber y ganar.
-Cris dice que ese hombre es inmortal.
-Cris dice que ese hombre es inmortal.
-Cris tiene razón.-dijo él.
Se nos hizo la hora de cenar
y Cris seguía durmiendo.
Quedamos en que la
despertaría él.
-¿Y por qué yo?-se quejó.
-Porque a mi me pegaría.
-Claro, así las ostias me
las llevo yo.
-Que listo eres.-dije con un
visible sarcasmo.
Le dije que, por favor, llamara a mí amiga.
-Que no, que me va a pegar.
-No te pegará.-le aseguré.
Cuando la llamó solo se
oyeron un par de golpes, menos de los que me esperaba.
Carlos vino, asustado y
traicionado.
-Me dijiste que no me iba a
pegar.
-Yo pensé que estando medio
dormida no tendría fuerzas-le dije sinceramente.
Se sentó en el salón y
empezó a ver las fotos que por éste había.
-¿Y esta?-dijo, riéndose
mientras la cogía.
La miré y se la quité de las
manos.
Él se seguía riendo.
Éramos yo y Cris cuando
éramos crías con la cara pintada con unos bigotitos.
-CHST, CALLA, CALLA. Que
Cris se va a despertar.
-No, ya estoy despierta.
Se quedo mirándonos y
después se puso a perseguirnos por toda la casa, riéndose de nosotros.
-JAJAAAAAAAAAAAAAAJAJAJA QUE
CARA CUANDO LO HE DICHO JAJAJAJA-se reía mi amiga-Ahora en serio, ¿Qué pasaba?
Y le expliqué lo ocurrido.
-¿En serio todavía tienes
esta foto? Tendrá lo menos 14 años.
-Si no más.
Estuvimos un rato hablando,
de que tal lo había pasado en Alicante.
-Pues sin nosotras
fatal-dijo mi amiga-¿Qué esperabas?
Los tres reímos.
Miré el reloj y eran ya casi
las nueve de la noche.
Nadie estaba dispuesto ha
hacer la cena. Ni siquiera yo.
No, demasiado vaga hasta
para eso.
-Venga Carlos, tú te
auto-invitas, tú nos cocinas.
-YO NO ME
AUTO-INVITO.-protestó el aludido-Sigrid me dejo venir.
-Pues Sigrid, como tú le
invitaste sin mi autorización, haces la cena.
La iba a responder pero me
miró intensamente mal, así que me callé.
Me levanté, cogiendo a
Carlos de la oreja.
-AU, AU, AUAUAUAUAUAUAU-se quejaba.
-¿Te pensabas que no ibas a
ayudarme a hacer la cena? Creíste mal.
-Jopé... ¿Qué vamos a hacer?
-No lo sé.-respondí.-¿Unos
sándwiches? ¿Te gustan?
-Bien. Si, me gustan.
-Pues genial, vamos ha
hacerlos.
Estuvimos cerca de media
hora haciendo los sándwiches.
-Ummmm... que bien
huele.-dijo Cris, acercándose a la cocina.-¿Qué es?
-Sándwich.-contesté.
-Vaya por nosotras.
-¿Vaya por nosotras?-dijo
Carlos.-¿No será vaya por Dios?
-Creo que no te quedo claro
que nosotras somos Dios.-le dije.
Cris y yo chocamos los
cinco.
-Que traidoras que sois, de
verdad.-dijo Carlos.
Nos reímos mucho con eso.
-Bueno, a la mesa niños, que
esto ya esta.
-Tú sola lo vas a
llevar.-dijo Carlos. Me cogió un plato.-Vamos.
-Oh gosh, que servicial.
-JAAAAAAAJAJAJAJA.
Lo llevamos todo a la mesa y
nos lo comimos rápidamente.
-Umm, estaba riquísimo.
-Pues Cris, lo ha hecho
Carlos.
-¿¡QUÉ!?-dijo, tosiendo-Va
ser verdad que sabías cocinar.
-¿Quién dijo que no?
Ambas guardamos silencio.
Ambas guardamos silencio.
-Hablaré con los
chicos.-dijo.
-JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJA.
-Callad y vamos a ver una
peli.-dije.
Sorprendentemente, daban una
de Doraemon.
-OH, DEJA ESA, DEJA ESA.
Carlos me miró con miedo.
-¿Te gusta?-dijo.
-LO AMO. DIOS, DÉJALO, DEJA
DORAEMON, AH.
Me miraron con miedo, pero
lo dejaron.
-JAJAJAJAJAJA FASTIDIATE
JAJAJAJAJAJA-dije, refiriéndome al Nobita.
Ellos se alejaron un poco de
mi.
Era totalmente normal,
estaba fangileando por una peli de Doraemon.
Terminó la peli y con ello,
mis fangileos.
-¡GRACIAS A DIOS!-dijo mi
amiga.-¡POR FIN HA TERMINADO!
Carlos y yo nos reíamos.
-Y ahora, a la cama.-dijo
Cris.
Eran casi las dos. Habían
dado dos pelis seguidas de Doraemon.
No podríais aguantar cuatro
horas seguidas de mis fangileos con Doraemon.
Cris no pudo.
-Tú si quieres puedes dormir
aquí, en el sofá cama.
-Anda, si es sofá cama.-dijo
Cris.
Rodé los ojos.
Carlos solo rió.
Le abrí el sofá y le puse
unas sábanas y una manta fina.
-Ahí la tienes.
-Jo, muchas gracias.-dijo mi
amigo.
-Ya ves, que todas las cosas
sean como estas.
Fui a la cama.
Me dormí pero me desperté
porque oía gritos y gruñidos.
¿Qué pasaría en el salón?
Me levanté y salí y vi que
mi amiga también estaba levantada.
Le hice una seña, para ir a
ver lo que pasaba en el salón.
Nos asomamos un poco en la
puerta de éste y vimos que Carlos y Choco estaban “jugando”.
Choco no paraba de gruñir a
Carlos.
Hasta que le mordió.
-¡AU!-dijo Carlos.
Empezó a decir todo tipo de
blasfemias al pobre perro.
Adivinad quién defendió al
perro.
Si, Cris.
-¡TÚ CON MI HIJO NO TE
METAS!
-¡SOY SU TÍO, LE DIRÉ LO QUE
ME DÉ LA GANA!
Cris fue donde Choco y le
quitó de la cama.
Se sentó en la cama y pegó a
Carlos.
-¡Y le vuelves a pegar, ah!
Se fue a su habitación,
bastante... orgullosa de su acción.
Creo que el pobre Carlos
estaba magullado internamente.
Me fui a la cama.
Al día siguiente me levanté
la primera.
Me estaba haciendo el
desayuno y se levantó Cris, bastante feliz.
Sé que estaba feliz porque
me dio un beso en la mejilla.
-Dios, que feliz estás hoy.
La paliza que le distes a Carlos te sentó bien.
-Siiii JAJAJAJAJA.
Se puso el desayuno (eso sí
que sabía hacerlo) y poco después se levanto Carlos. Se levantó como una hora
después que nosotras.
-Ostia.-dijo, mirando el
reloj-Que tarde.
-Son las 11, cariño.-le dijo
mi amiga.
Yo me reí.
Después del comentario de mi
amiga, se puso el desayuno.
Si ya digo, se paseaba como
Pedro por su casa.
-Bueno.-dijo, dejando las
cosas en la cocina-¿Vamos?
-Carlos, no seas tan
tocapelotas.-le dije, haciendo que mi amiga se riese-Primero nos vamos a
vestir.
Él se contentó y se sentó en
el sofá, esperándonos.
No llevábamos cinco minutos
cuando...
-¡VAMOS, QUE HAY PRISA!
-¡CÁLLATE MELÓN!-le dijo
Cris.
Oímos su risa.
Salimos de la habitación.
Cris se puso unos shorts
amarillos, una camiseta blanca, una sudadera de SuperMan y unas converse. (Y su
sombrero, no lo olvidemos)
Yo en cambio me puse unos
pantalones largos con una camiseta. una chaqueta de cuero y mis Vans.
-¡POR FIN!-gritó Carlos
cuando salimos.
Cris le miró intensamente mal.
-Ahora llama a los demás
para que vayan a tu nueva casa.
Él hizo lo que Cris le dijo.
-Que ya van para allá.
Nosotras asentimos.
Bajamos al coche (estaba
cerca, pero...) Llegamos al portal de Carlos y los chicos ya estaban esperando
en la puerta de éste.
Subimos a casa de Carlos y
vimos lo vacía que estaba. (Normal, no había nada de nada)
-¿Por donde empezamos?-dije.
-Por sacar todo de las
cajas.-me dijo Carlos, como si fuese algo obvio. (Que lo era.)
Le miré intensamente mal.
-Bueno... esto....-dijo
Álvaro.-Sacamos la ropa de su maleta,-dijo, señalándose a si mismo y a David.-mientras
vosotros os quedáis aquí, haciendo lo que tengáis que hacer.
Le hicimos caso.
Hubo un momento en el que,
mientras Carlos y Cris sacaban las cosas yo me ocupaba de volver a meterlas.
Blas y Dani intentaban no
reírse.
Cris y Carlos se dieron
cuenta y, en una caja vacía que pillaron me metieron.
-¡AHHH! ¡SOCORRO! ¡AIRE,
AIRE!
Estuve en la caja metida
cerca de veinte minutos hasta que Dani se percató de mis gritos.
-¿Qué haces tú ahí?
-Los sombreritos me metieron
en la caja.
-¡Será posible...!-dijo
Dani.-¿Qué hiciste?
Le conté lo que hice.
-JAAAAAJAJAJAJAJAJAJAJA
Dani se tiró riéndose un
buen y largo rato.
Después del momento, ya
pasado, seguimos poniendo las cosas.
-¿Dónde ponemos esto
Carlos?-dije.
-Por ahí.-dijo, señalando
una estantería.
Seguimos después colocando
las cosas en los armarios, figuritas (que tenía bastantes el chaval).
-Creo que deberías ir a
ayudarles con tu ropa.-le dijo mi amiga a Carlos.
-Por algo es tu ropa.-dije.
No nos hizo ni caso y siguió
a lo suyo.
Al rato vinieron los chicos
de su habitación.
-¡YA ESTA TODO!-gritaron
exasperados.
Nosotras reímos.
Seguimos a lo nuestro
mientras los recién llegados no hacían mas que mirarnos.
-Podríais ayudar.-dije.
-Tú lo has dicho-dijo
David.-Podríamos.
Cris estuvo por echarse
encima de él si no hubiese sido porque Blas le dijo que se estuviese quieta.
Al fin terminamos. Fue
exasperante todo lo que estuvimos ahí, prácticamente, toda la mañana.
-Ahora si que parece una
casa de verdad.-dijo mi amiga.
-¡EH! ¿No lo parecía
antes?-se quejó Carlos.
-No, antes estaba vacía.
Todos nos reímos.
-Bueno... son las dos.-dijo
Cris.
-Oh no.-dijimos Carlos y yo.
-¿Qué pasa?-dijo Dani.
-Vamos a comer y déjalo
así...-le dije yo.
-¿Y adonde vamos a
comer?-dijo David.
-Vamos al restaurante de
José.
-¡BIEEEEEEEN!
Salimos de casa y nos
dirigimos al restaurante de José.
Nada más entramos, nos
saludo.
-¡Hombre! ¡Cuánto tiempo sin
veros!
-Hombre José.-dije.
Fuimos a la mesa que
considerábamos nuestra y esperamos a que José viniese.
Pedimos y, al rato, vino con
la comida.
-¡COMIDA!
Y Carlos se lanzó al plato.
Nosotros lo comíamos con
tranquilidad pero Carlos daba miedo comiendo.
-Carlos, la comida no se va
a mover del plato.
Nos miró terriblemente mal.
Terminamos y llamamos al
camarero y nos dijo que qué queríamos de postre.
-Ah... pues...
¿helados?-dijo mi amiga, mirándonos.
Estuvimos todos de acuerdo y
José nos trajo la carta de helados.
Nosotros ya nos decidimos
(de chocolate todos), menos Dani, que como no se decidía, se dio un capricho.
-Me traes una bola de cada
uno y, si no caben todas, en pila, una encima de otra, que eso a mi no me
importa.
Le miró tan mal que el pobre
niño se tuvo que esconder.
Al rato vino con los helados
e intentando que no se cayese el de Dani.
-¡BIEEN, HELADO!-dijimos.
-JAAAAAAAJAJAJA.
Estábamos comiendo cuando
una bola de helado (de chocolate) decidió suicidarse para llegar a la tarrina
de helado de Carlos.
-¡DAME MI BOLA DE CHOCOLATE!
-¡AHORA ES MÍ BOLA DE
CHOCOLATE!
Empezó una pelea por la bola
de chocolate.
David, Blas y Cris apostaban
por ver quién se quedaba la bola de chocolate, yo intentaba poner paz y Álvaro
grababa.
Todo el restaurante nos
estaba mirando.
Para terminar cualquier
discusión, Álvaro cogió la bola de chocolate y se la comió.
-¡EH!-dijeron Dani y Carlos
a la vez.-¡ERA MI BOLA!
-Me da igual.-dijo Álvaro.
-¡ERES UN ROBA BOLAS!
Dejamos que esos discutiesen
mientras nosotras pagábamos.
-Hasta otra, José.
-Hasta otra, chicas.
Salimos del restaurante y
estábamos hablando cuando Álvaro dijo:
-Dani quiere adoptar un
gatito.
-¿SI?-dije con estrellitas
en los ojos.
Todos me miraron raro.
-Ama los gatos.-aclaró mi
amiga.
-Entonces puedes venir
conmigo a por él.-dijo Dani.
-¿EN SERIO?-él asintió.-Pues
cuando tú digas, iremos.
Yo estaba muy feliz. Saltaba
y corría.
Hasta que me pegué la
hostia.
-JAAAAAAAJAJAAJAJA.
Me levanté como bien pude y
continué mi camino.
Nos encontramos con unas
Auryners que empezaron a fangilear.
Daban miedo.
En cuanto vieron a Blas y a
Cris juntos se formó un círculo alrededor de ellos.
-Cris-
Cuando vi a aquellas chicas
rodeándonos, no supe muy bien qué hacer ni que decir, pero mi instinto fue
soltarle la mano a Blas y meterlas en los bolsillos.
Tras eso, no sabía muy bien
hacia dónde mirar y vi a Carlos riéndose.
Seguramente sería de mí,
maldito.
Esperé algún comentario de
las auryners desagradable por su parte, pero fue todo lo contrario.
Se hicieron fotos con
nosotros dos, con él e incluso conmigo solo.
-¿Dónde te has dejado al
perro, Carlos?-oí que le decía una niña.
Este se río.
-No es mío, yo sólo soy su
tío. Choco es de las niñas-dijo, señalándonos a Sigrid y a mí.
Blas me pasó un brazo por
los hombros, trayéndome de vuelta a la realidad.
-¿Nos vamos?
-Eh, sí, claro.
Nos despedimos de las
fangileantes y nos fuimos.
-Carlos, ¿de qué te reías
antes?-pregunté.
-De ti, ¿de quién sino?
-Ah, qué bueno.
Se llevó una patada en el
culo y David se río.
Álvaro empezó a quejarse de
que dábamos vueltas en círculos y que, para eso, tiráramos para casa.
Le hicimos caso y Choco se
puso loco de contento al vernos.
Y su tío al verle, ni os
cuento.
-Si tanto os queréis, casaos-les
dijo Dani cuando Carlos abrazó al perro.
A mí me entró la risa al
imaginarme la escena, se la conté a los demás y se rieron también mientras
Carlos nos lanzaba su mirada más profunda de odio. De hecho, se parecía mucho a
"Odio en estado puro". Ah, qué lejana me parecía esa foto.
Nos sentamos en el sillón,
David mando en mano, mientras Carlos, como ya era costumbre, estaba tirado en
el suelo con Choco, jugando.
Me metí a Twitter un rato y
localicé unas cuantas fotos de las que nos habían hecho las fangileantes. Me
gustó bastante una que me habían sacado con Blas, así que la puse como fondo de
pantalla de móvil.
Álvaro puso el vídeo de la
pelea por la bola de helado y nos entretuvimos viéndolo, porque era una risa.
Pero más nos reímos cuando
lo subió a Youtube y después lo colgó en Twitter.
-Me voy a sacar al perro.
Todos ignoramos a Carlos,
riéndonos del vídeo como estábamos.
-¿Se viene alguien?
Nada.
-¿Y si me pierdo?
-No eres yo, así que no te
perderás.-le dije.
-Pero de tanto juntarme
contigo, quizá se me haya pegado de ti.
-Pues mira, mejor para ti.
Miró a Sigrid, pero esta
estaba con Dani hablando de lo del gato y no le hacía caso a nadie (a nadie a
parte de Dani, claro, si estaba hablando con él...)
Y entonces me miró a mí.
-Ya he andando mucho, no me
vas a engañar.
Puso ojitos.
-Te he colocado la casa. No.
Un puchero.
-Carlos...
Me miraba.
-Iré pero porque me das más
pena que otra cosa.
-Claro, claro.
-Ahora volvemos.-dije,
despidiéndome.
Salimos a la calle.
-Cuánto tiempo sin andar
contigo a solas.
-¿Lo echabas de menos o
qué?-le dije.
-Como eres... Antes rodeada
de auryners no eras así.
-Que te calles.
Se río.
Llevamos a Choco al parque y
nos sentamos en un banco, mientras veíamos como perseguía a un abuelo con
bastón.
-¿Y qué tal?
Le miré.
-Pues... Bien, ¿y tú?
Se encogió de hombros.
-Bien también, supongo.
-Eso está bien.
-Sí.
Nos miramos y me entró la
risa.
-¿Qué?-preguntó.
-Menuda conversación que
tenemos. Anda, vete a decirle a Choco que no le muerda el bastón al pobre
abuelo.
-¿Qué está haciendo que...?
¡Choco! ¡Estate quieto!
Salió corriendo para
quitarle el bastón a Choco mientras el abuelo decía que qué juventud esta.
Choco, al verle ir, se pensó
que estaban jugando y echó a correr y, viendo que no lo cogía, tuve que ir yo,
coger al perro, quitarle el bastón y echarle una bronca.
-Si no sabes comportarte en
un parque no te vamos a traer más-dije, finalizando mi bronca.
Choco estaba cabizbajo.
O sabía que había hecho mal
o estaba mirando las hormigas que había por el césped (cosa probable).
Tras eso, Carlos le puso la
correa y volvimos a casa mientras nos reíamos del abuelo al que Choco le había
robado el bastón. Es que había tenido su gracia.
-¿Y te acuerdas cómo corría
tras el perro?
-¡Pero si no podía correr!
-Pero lo intentaba, hacía
así.
Lo imitaba y a mí me daba la
risa.
Al final, me dio flato y,
cuando se lo dije, se río, hasta que le entró a él también.
-Eres un envidioso. Me pasa
a mí y tú también quieres.
-No es eso, es que quería
solidarizarme contigo.
-Envidioso, lo tuyo tiene
nombre y se llama envidia.
Y le di un golpe con la mano
donde se dolía del flato.
-¡AH! ¡YA PUEDES CORRER!
Eché a correr hacia el
portal y, como no me alcanzaba, mandó a Choco.
-¡Corre, Choco! ¡Ataca!
Pero Choco pasó de atacar y
se metió al portal tan tranquilo.
Nos miró mal a los dos.
-¿Pasas o qué?-dije,
sujetándole la puerta.
-Sí, sí.
No acababa de pasar cuando
se lanzó a darme, pero le esquivé, mas me atrapó e intentaba darme en el
costado, pero no lo conseguía y me hacía cosquillas, por lo que me reía a
gritos mientras le pegaba para que me soltara y Choco ladraba y saltaba en
círculos a nuestro alrededor.
-JAJA QUÉ TE ESTÉS
QUIJAJAJAJA QUIETO JODER JAJAJAJAJA PARA YA AJAJA
En esto que apareció Carmen
para ver qué jaleo era este que estábamos montando, entre mis gritos y los
ladridos del perro.
Nos la quedamos mirando.
-Esto... Hola, Carmen.
-¿Todo bien por ahí?
Carlos me soltó y detuvo a
Choco, que no callaba.
-Oh, sí, claro-dije,
llamando al ascensor.
Mirándonos de reojo, se fue,
con cara de sospecha.
Nos subimos en el ascensor y
ahí nos partimos de risa.
-¿Tú sabes que le acabamos
de dar cotilleo para todo el portal durante al menos dos semanas?-le dije.
-¿Si?
-Es que Carmen es la portera
el visillo. Se entera de todo y lo cuenta todo. Ya verás, ya te diré cuando
alguna vecina pregunte o diga algo...
-JAJAJAJAJA
Entramos en casa y nos
vieron rojos de reírnos y sujetándonos los costados.
-¿Se puede saber qué habéis
hecho?-preguntó Álvaro.
Carlos se puso a imitar al
abuelo, a mí me dio la risa y me puse a llorar sobre Dani por la risa, Carlos
se río también y ninguno podíamos decir nada.
-¿Pero estáis gilipollas o
qué?
-JAJAJAJAJAJAJAJAJA
Al final nos calmamos y
Carlos se lo pudo contar.
Fue toda una risa.
Cuando nos entró hambre,
acompañé a Sigrid a la cocina para hacer cualquier cosa que se pudiera llamar
cena, pero como los nenes tenían que estar en medio, se vinieron también a la
cocina y yo acabé no haciendo nada (mejor).
-Carlos hazlo otra vez, por
fa.
Y era decirle eso y se ponía
a imitar al abuelo y yo a reírme como una descosida.
Es que le imitaba muy bien.
Una vez cenados, Álvaro y
Sigrid dieron la tabarra para salir, pero Carlos y yo estábamos completamente
destrozados por la paliza que teníamos en el cuerpo por la risa.
-Ah, no, pues os venís. Aquí
nos os vamos a dejar solos que la liáis-dijo Sigrid.
-Como nos conocen-dijo
Carlos mirándome, por lo que me dio la risa y me dolió todo el cuerpo.
Echamos a andar por la calle.
Hacía una muy buena noche.
Ellos andaban delante y,
Carlos y yo, debido al dolor de cuerpo, íbamos detrás, andando a duras penas.
-Parecen zombis-observó
David.
-Parece que se han escapado
de un capítulo de The Walking Dead-dijo Blas.
-Oye que os estoy oyendo,
eh-dije.
-Si andáis normal, aunque os
duela, se os irá antes el dolor-nos aconsejó Dani.
-Tú lo que quieres es que
nos duela más, que te conocemos-le dijo Carlos.
No obstante, le hicimos caso
y algo de razón tenía.
Pasamos por el parque donde
llevamos a Choco esa tarde.
-¿Estará todavía el abuelo?
-Carlos, que te calles, que
me río y no.
-Vale, vale. Era para
traerle otro bastón porque Choco se ha comido la mitad del suyo...
-JAJAJA QUE TE CALLES TE
DIJE.
Dani se paró en la entrada
del parque y se me quedó mirando.
Hasta que entendí.
-Ah, no, ya se lo que estás
pensando y la respuesta es no.
-¿Qué? ¿Por qué?-protestó.
-Te dije que no en París y
te digo que no en Madrid.
Todos nos miraban sin
comprender.
-Quiere jugar a
Slender-aclaré.
-¡SÍ! ¡JUGUEMOS,
JUGUEMOS!-dijeron todos.
Y me sentí traicionada,
claro.
Al final quedamos en que
Dani era "Slender" (o lo iba a intentar) y los demás iríamos en
parejas de dos, porque solos no era plan.
Yo iba con Blas, claro, en
cuanto dijeron que era por parejas me agarré a su brazo como si no hubiera
mañana y Álvaro se juntó con Sigrid.
-¿Y a mí me ha tocado con
este cagao?-dijo David, mirando a Carlos.
-Oye tú, eso debería decirlo
yo.
Todos le miramos.
-Bueno, pues ale, empecemos
a jugar.
-¿Y qué buscamos si no hay
ocho papeles?-preguntó Sigrid.
-Pues ocho papeleras. Y
punto.
-Vale.
Nos perdimos todos
dispersándonos por el parque.
-¿Se puede saber por qué
diantres no encienden las farolas en este parque?
-Aunque lo hagan, la mayoría
están rotas.
-Qué graciosa la gente,
rompiendo farolas.
Nos reímos por lo absurdo de
la conversación.
Andábamos por el parque, de
vez en cuando encontrándonos con alguien (ninguno de nuestros amigos) y yo
seguía agarrada fuertemente de su brazo.
-¿Te da miedo?-preguntó.
-¿Eh? Ah, qué va. Pero me
gusta llevarte agarrado.
Él se río.
Encontramos dos papeleras.
-Y ni rastro de Dani.
-Pues mejor.
En esto que el móvil no
paraba de sonar, no eran otros que los normales de nuestros amigos diciendo por
el grupo tonterías, así que solté a Blas para poder coger el móvil del
bolsillo.
Iba mirando el móvil y el
suelo para no caerme (porque soy una patosa) cuando descubrí, tirado en el
suelo, una foto que me sonaba bastante.
Rápidamente, me agaché y la
cogí, iluminándola con el móvil.
Era una foto de Niall, de
One Direction, de esa colección de fotos que había salido nueva en los kioskos.
Y además, estaba como nueva.
¡Qué contenta se iba a poner
Sigrid cuando se la diera!
-¡Blas mira lo que...!
¿Blas?
Mire hacia delante y hacia
atrás, hacia derecha y hacia izquierda, pero no había ni rastro de Blas.
-¿Blas?-le llamé-¿Dónde
estás?
OH NO, HABÍA PERDIDO A BLAS.
Vale que yo me perdiera,
pero... ¿Perder a Blas? NOOO.
"¿Blas? ¡¿Dónde estás?!
¡TE HE PERDIDO! ¡VUELVE!"
"¿Dónde te has metido?
D: No te muevas, iré a buscarte".
Suspiré.
Blas volvería sobre sus
pasos y me encontraría.
Miré a mí alrededor y vi un
banco y una farola que apenas daba luz.
Me senté en el banco a
esperar y guardé la foto en el bolsillo trasero del pantalón.
¿Y si Dani aparecía por
detrás y me asustaba? Maldito fuera.
No llevaba ni cinco minutos
esperando cuando los arbustos de atrás mía se movieron.
-¿Blas? ¿Eres tú? ¿Dani?
Dani si eres tú, por favor no me asustes que me da miedo.
Me acerqué y salió un perro,
un lobo, un licántropo, Jacob Black, yo qué sé que era, pero me asusté, así que
grité y salí corriendo con las manos en alto mientras el perro, lobo, lo que
fuera, corría detrás.
Corrí de aquí para allá, sin
mirar hacia dónde iba pues las farolas apenas daban luz y oía al chucho que estaba
cerca y, aunque no fuera a comerme, me daba miedo.
Me pareció divisar a Álvaro,
por lo que debería estar Sigrid con él, así que corrí, le llamé y me tiré sobre
él.
-¡Álvaro qué miedo! ¡Hay un
perro ahí! ¡Ayuda! ¡Y me asusté y claro...!
Él me rodeó con sus brazos
mientras yo recuperaba el aliento.
-No pasa nada, mujer. ¿Dónde
está el perro? ¿Era una excusa para abrazarme?
Reconocí la voz y le iluminé
con el móvil.
-¿Carlos?
-Yo.
-¡Suéltame entonces! ¿Qué te
crees que haces?-dije, apartándome.
-Yo nada, si has sido tú
quién se ha tirado encima mía gritando que había un perro.
-Y lo había. Pero ya no
está.
-Sí, claro.
Le miré mal.
-¿Y David?
-¿Y Blas?
-Yo he preguntado
antes-dije.
-Pues no sé, se perdió. ¿Y
Blas?
-Lo he perdido.
-¿Qué lo has perdido? ¿Lo quieres
y así lo cuidas? Vaya...
-Que te calles, me agaché a
coger esto para Sigrid y se perdió.
Le enseñé la foto.
-Eh, es Niall.
-Sí, es que le gusta mucho.
-¿Y a ti?
-Yo soy más de Harry, pero
eso no importa ahora.
Me devolvió la foto y la
guardé.
-Voy a decir por WA que
estoy contigo y que he perdido a Blas, a ver si me encuentra.
-Vale.
Así lo hice.
-Y bueno... ¿Nos quedamos
aquí o andamos?-preguntó.
-¿No te va a dar miedo?
-¿Y a ti?
-Qué va.
-Pues a mí tampoco.
-Pues vamos.
-Pues vale.
Echamos de nuevo a andar por
el parque.
-Apenas veo. Este parque por
la noche es un horror.-comenté.
-¿Te imaginas que sale la
niña de The Ring ahora?
-Sí. La novia de Dani.
-JAJJAJAJAJAJAJAJA ESA ES
BUENA JAJAJAJAJAJA-dijo, riéndose.
Pasamos por el banco donde
estuve sentada.
-Mira, de esos arbustos
salió el perro.
-Pero si hemos estado aquí
esta tarde.
-Ah, pues es cierto. Pero el
perro estaba aquí.
-Pues ya no.
Proseguimos con la marcha y
algo negro saltó, por lo que grité y me tiré sobre Carlos.
-¡AHHH!
A él le entró la risa.
-Es un gato.
-Oh, el amor de Dani y
Sigrid.
El gato me miró mal y se
fue.
-Puedes soltarme o no. Eso
ya como tú veas.
Me le quedé mirando y le
solté, empujándole.
-Por supuesto que te suelto.
Faltaría más.
Caminando, caminando,
encontramos tres papeleras más.
Íbamos hablando de si el
viejo no se nos aparecería en forma de espíritu porque Choco asesinara a su
bastón cuando vi que algo se acercaba.
-Carlos, ¿qué es eso?
-No lo sé, no lo veo.
-Carlos por Dios, qué es.
-No sé.
-¡Carlos que me da miedo!
-JAJAJAJA
-¡No te rías que me da
miedo!
-Te tenía por alguien más
valiente.
Le pellizqué.
La cosa apareció ante
nosotros y le enfoqué con el móvil.
-JAAJAJAJAJAJA Te asustas de
un niño pequeño en triciclo.
-Joder, daba miedo. ¿Y sus
padres? ¿Se habrá perdido? No debería andar por aquí solo, luego hay secuestros
y esas cosas.
-¿Desde cuándo te preocupas
tanto por los niños?
-Desde nunca, ale, busca a
tus padres.
El niño se nos quedó mirando
raro.
-¿Qué no sabes dónde están?
Oh, pobre. Carlos se ha perdido.
-Y nosotros también.
Me reí.
Oímos que llamaban a un tal
Raúl, así que cogimos al niño, y lo llevamos hacia allí, casualmente eran sus
padres, que nos dieron mil tres veces las gracias y regañaron al tal Raúl por
escaparse.
De qué me sonaría a mí eso.
Después de hacer tal buena
acción, seguimos perdidos nuestro camino.
-Qué niño más guapo y majo
era.
-Antes te daba miedo.
Le miré mal.
-¿Te gustan los
niños?-preguntó.
-¿Qué? Los odio. ¿Y tú?
-Bah, no sé. ¿Los odias?
-A ver, odiarles no, pero
los bebés lloran, hacen ruido y se ensucian. Los niños como Raúl, son más
mayores y me gustan más.
-Anda, fíjate.
Nos sonó el móvil y lo
miramos.
Era un WA de Dani en el
grupo.
"Os estoy viendo,
sombreritos :)"
-¡AH CARLOS QUE ME DA MIEDO!
Se rió.
-Bah, que eso lo dice de broma.-dijo,
tratando de tranquilizarme.
-Sí, claro.
-Gallina.
-Que te den.
-A ti.
-Dame tú.-le respondí.
-No que te gusta.
-Ya claro, o a ti.
Nos quedamos mirando mal,
hasta que me dio la risa.
-Eres tonto, pero eso ya lo
sabías.
-¡Eh!
Señalé a un punto por detrás
suya.
-Carlos que me da miedo, que
Dani nos va a asustar y ya verás.
-Que nooooooo. Aquí quién da
miedo eres tú.
Le empujé y nos reímos.
-Sigrid-
-¡OS COGERÉ A TODOS!-gritó
Dani cuando todos salimos corriendo (bueno, corriendo...).
-¡QUÉ TE HAS CREÍDO TÚ
ESO!-le gritó Álvaro.
-No es por nada-le dije-Pero
cuando estábamos en París, jugamos al escondite, tú y yo íbamos juntos y
pillarnos, nos pilló.
-Pero eso fue porque iba con
Carlos y compañía y contaba con ayuda. Esta vez va solo.
Nos encontramos un gato.
-OHHH UN GATO.
Y le eché fotos.
-Al gato mucho y a mí
nada...-dijo Álvaro, viendo como el gato se alejaba.
-Eso suele ser tarea de
Cris, pero si insistes...
Nos hicimos mil dos fotos
hasta que recordamos que teníamos que buscar papeleras.
Hablando de todo y de nada,
dimos con cuatro.
-Pues nos quedan otras
cuatro.
-Qué pereza-dije y él se
río.
Íbamos andando cuando dimos
con un perrillo muy mono y me puse a acariciarlo.
-Jo, Álvaro mira que...
¿Álvaro?
Ni rastro de Álvaro.
Se había esfumado en el
aire. Pero, ¿cómo? ¡Si hasta hace un momento estaba a mi lado!
-¡ÁLVARO!
Nada, se perdió.
El perro echó a correr y me
dejó sola.
Qué cosa más triste de vida.
Llegué hasta un banco en mi
búsqueda de Álvaro y de las papeleras y me senté un rato, porque dar vueltas en
círculos era una cosa muy tonta (que Cris no me oyera decirlo).
Cogí el móvil para leer los
mensajes de WA, que no paraban de sonar, cuando alguien me puso la mano en el
hombro, me asusté, grité y solté golpes.
-¡Ah, ah! ¡Para, Sigrid!
¡Soy yo!
-AHHH ¿Dani?
-Sí, ese mismo. ¿Qué haces
aquí sola? ¿Álvaro salió corriendo al verme? Será cabrón...
Me reí.
-No, no sé dónde está. Se
perdió, así que me senté aquí a ver si aparecía por arte de magia, pero no ha
habido suerte.
-He aparecido yo. No sé si
podemos considerarlo suerte o no.
-Digamos que sí.
Ambos nos reímos.
-Bueno, ¿quieres quedarte
aquí sola o venirte conmigo a por los demás?
-Vaya, dos opciones y no
tengo que morir en ninguna. Me voy contigo, claro.
Nos reímos y echamos a
andar.
"¿Chicos? ¿Alguno ha
visto a Blas? Por favor, se me ha perdido y estoy con Carlos buscándolo."
Dani se rió.
-¿Qué pasa?
Me enseñó el móvil.
-Cris ha perdido a Blas.
-Qué típico de mi amiga.
Pensé que al menos intentaría conservarle a él, aunque fuera. Qué desastre es.
-Y ahora va con Carlos. ¿No
te apetece vengarte por que te metieran en la caja antes?
-¿Qué quieres decir?
-Esos dos son unos cagados.
Vosotros lo decís. Asustémosles.
-JAJAJAJAJA Vale.
-Venga, vamos a buscarlos.
-Pero podemos dar vueltas y
no encontrarlos. Saben perderse bien.
-Bien pensado, S-me
dijo-¿Qué hacemos entonces?
-Mm, Cris dice que busca a
Blas. Digámosle que está más o menos por un sitio y allí les esperamos.
Dani río.
-Vaya, eres retorcida. Me
gusta. Díselo tú. De mí se olería la trampa.
-¿Y de mí no que soy una
traidora?
Los dos nos reímos.
"Sí Cris, yo le he
visto hace nada con Álvaro cerca de la fuente :D"
-¡Corre! ¡Vamos a la fuente!
Echamos a correr hacia allí
y nos escondimos por ahí como buenamente pudimos.
Al cabo de unos minutos,
vimos a Cris, que venía prácticamente corriendo, arrastrando a Carlos del
brazo.
-Ya voy, ya voy, no hace
falta que me arrastres.
-Es por si te pierdes. No
quiero quedarme sola más, que me da miedo. Aunque contigo no es que vaya muy
protegida...
-Puedo protegernos a los
dos, si la ocasión lo requiere.
-Ya, claro. Está por verse.
-Que sí. Confía en mí.
-Vale. ¿Dónde está Blas,
Carlos? No le veo.
-No haberlo perdido.
Le pegó un puñetazo en el
brazo.
Sin articular palabra le
pregunté a Dani "¿cuándo?" y él me indicó con la mano que esperara a
que se acercaran más.
-Que aquí no está, Sigrid me
ha engañado...
-Quizá estaba cuando le vio.
-Tiene sentido.
-Si le llamaras, quedaríamos
con él en algún lado pero no, claro, la niña no quiere escucharme.
-¡¿CÓMO NO LO DIJISTE
ANTES?!
-Si es que eres tonta.
-Te callas o te callo. No
hay más.
Estaban a punto de llegar a
nuestra altura.
Como no tenía forma de
molestar, Carlos le daba con la cabeza a mi amiga en el hombro.
-¿Pero eres tonto o te
entrenas para San Fermín? ¿Dónde vas con los cabezazos? ¿Sabes que podrías
matarme?
-¿Eh?
-Ahí con la cabeza que
parece como las vacas, que estás en celo.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
Dani me hizo el gesto y
saltamos sobre ellos gritando e iluminándonos la cara con el móvil y haciendo
gestos raros al aire.
-¡AHHHHHHHHHH!
Mi amiga se abrazó al brazo
de Carlos, los dos gritaron y se dieron la vuelta para echar a correr.
Bueno, mi amiga echó a
correr, pero Carlos la agarró.
-¡Qué son Dani y Sigrid!
-¡AHHH...! ¿Qué? ¡CABRONES!
¡VERÉIS COMO OS COJA!
Y menos mal que Carlos la
tenía sujeta porque sino, no salimos vivos de esa.
-¡Casi me muero de un
infarto! ¿Ves Carlos? ¿Ves? ¡Te dije que Dani me asustaría!
-Si es feo, no es su culpa.
-¡EH!-dijo Dani,
protestando, y Carlos y yo nos reímos.
-¿Y los demás?-preguntó
Carlos.
-¿Y Blas?
-Perdido-dijimos Dani y yo a
la vez.
-Dios que lloro, no digáis
eso. Necesito volver a verlo, necesito volver con él, lo echo tanto de menos y
no sé dónde está, por aquí solo, rondando, perdido...-dijo mi amiga, con gran
dramatismo.
-Llevo así todo el rato-nos
informó Carlos.
-Bueno Cris, no te deprimas,
vamos a buscarlo.
-Pero nada de asustarlo-dijo
mi amiga mirando mal a Dani.
-No, claro.
Pillamos a Álvaro
vagabundeando solo por ahí y, cuando nos encontramos con David y Blas, Cris se
cargó el factor susto, yendo corriendo hacia Blas.
-¡Estabas aquí! Y yo
buscándote por todo el parque.
-Nunca más te pierdas, por
favor.
-Por ahí-dijo David,
señalando el parque-Hay sitios oscuros por los que podríais ir.
Tras un par de golpes de mi
amiga, no volvió a sostener tal comentario.
Era casi ya la hora de
cenar, así que mi amiga y yo dijimos que nos teníamos que ir a casa, que al día
siguiente había uni, para nuestra desgracia.
-Bien, pues entonces nos
vemos mañana.-dijo Blas.
-¡NO!-dijo Cris. Todos la miraron.-Quiero
decir... acompañarnos a casa, que... nos da miedo.
Los chicos rieron, pero aún
así, nos acompañaron.
Hicimos nuestras miles de
tonterías, pero como no había gente por la calle, no hacía gracia.
-Antes Sigrid y yo nos hemos
estado haciendo fotos.-dijo Álvaro.
-Ese era mi trabajo.-dijo mi
amiga.
-Ah, pero tú no
estabas...-dije.
Les enseñamos las miles de
fotos y se rieron bastante.
-JAAAAAAAJAJAJAJAJA
-Y también vimos un gatito.
-¡NOSOTROS TAMBIÉN!-dijo
Carlos.
-¿Hiciste foto?-me preguntó Dani.
-Por supuesto.
Y se la enseñé.
-Anda, si es el mismo gato
que me encontré con Carlos.
Nos reímos bastante.
Carlos nos contó que Cris se
asustó con un niño en triciclo.
-¡TE DIJE QUE NO LO
CONTARÁS!-le dijo mi amiga.
-En realidad no me dijiste
nada.
Mi amiga se calló, dándole
así la razón.
Al rato Cris dijo:
-¡ANDA! ¡Si yo tenía que
darte una cosa!
Y me dio una foto.
Era de Niall Horan, de One
Direction.
-¡OH! ¡Gracias!-dije.
Al fin, llegamos al portal.
Y nos despedimos de los
chicos.
-Bueno, pues ya nos veremos.
-Por supuesto.-dijo
Álvaro.-No os vais a librar de nosotros.
-No queremos eso.-dije,
riéndome.
Nos dimos dos besos en la
mejilla y se fueron.
-Tengo hambre.
-Que frase mas típica de
Carlos.
-¿Me estas llamando
cabezona?-dijo Cris-¿Acaso quieres morir?
Yo me reí y subí corriendo
las escaleras.
He de decir que yo también
tenía hambre.
Llegamos a casa y, ya
dentro, mi amiga me preguntó que qué había de cenar hoy.
-Hay pizza congelada.
-Pues eso mismo.
Se fue al salón a jugar con
Choco mientras yo hacía la cena.
Me llegó un WA.
“Me aburro” – C.
“Pues ven conmigo a hacer la cena”
“He dicho que me aburro, no que quiera morir”
Que típico de mi amiga.
Al rato las pizzas ya
estaban hechas.
Las corté y llevé al salón.
-¡POR FIN!
Pusimos la tele mientras
comíamos.
Choco no paraba de ladrar.
-¡Sigrid! ¡Dale de comer a
Choco!
Fui a la cocina, a ver si
encontraba la comida.
-¿DÓNDE ESTA LA COMIDA?
-¡EN EL ARMARIO!
Me había dado tanta
información (sarcasmo)
-¿EN CUAL?
-EN EL DE ABAJO.
Empecé a mirar armaritos y
vi la comida de Choco.
Le di un poco, lo justo.
-Ala, ya lo tienes.
Volví al salón, a seguir con
mi pizza.
-¿Ya le diste?
-Si, pero la próxima vez, se
lo das tú.-dije.
Terminamos de comer la pizza
y estuvimos viendo una peli hasta casi la una de la mañana.
Apagué la tele y desperté a
Cris, que se había dormido en el sofá.
-Vamos, Cris, que te has
dormido.
-Maasfkhds.
Estuve cosa de media hora
intentado despertarla.
Al final se levantó y se fue
a la cama.
Yo fui a mi habitación y me
puse el pijama.
Estaba muerta de sueño.
Totalmente normal porque, en ese fin de semana no había dormido casi nada.
Me desperté a la mañana
siguiente.
Puto despertador y su
maldita existencia.
Fui a la habitación de Cris
y la desperté.
-Venga Cris, que ya es
lunes.
Se levantó como si fuese un
zombie y anduvo como pudo.
Se metió al baño y se
vistió.
-¿Y por qué no te cambias en
la habitación si tienes la ropa allí?
Se dio cuenta de mis
palabras, así que salió y fue a la habitación.
Eran casi la hora de irnos y
yo seguía sin vestir.
Me metí corriendo en la
habitación a vestirme, tenía cinco minutos.
-¿SIGUES SIN VESTIR? ¡DATE
PRISA!
Me terminé de vestir y cogí un croissant.
Salimos de casa, y llegamos
justo a tiempo a clase.
Pero antes de entrar, Pedro
se puso en nuestro camino.
-¿Qué quieres Pedro?-le dijo
Cris.
Yo vi a mi profesor y me
dijo que entrase ya.
-Cris, tengo que entrar.
Me despedí y la dejé ahí,
discutiendo con el niño raro.
Entré por los pelos, porque
el profesor estaba a punto de cerrar la puerta.
Me senté rápidamente y el
profesor empezó su clase.
Las horas se me pasaban
lentísimas.
¿Qué estaría haciendo Cris?
Se lo estaría pasando mejor
que yo, eso seguro.
Por fin llegaron las dos del
medio día.
Me llegó un WA de Cris.
“Espérame en la salida.”
Ah, ahora era ella la que
llegaba tarde.
Me quedé pensando en lo que
habría hecho y me empecé a reír.
Llegó ella y yo me seguía
riendo.
-¿De qué te ríes, niña
rara?-me dijo.
-¡Aquí la rara serás tú!
-Ah, no soy yo la que se ríe
sola.
La realidad me dio una torta
en toda la cara.
-Vale. Vamos.
Fuimos a casa y comimos.
No mucho, no tenía hambre.
En cambio Cris comió todo lo
que pudo y más.
-Cris, no sé como no
explotas.
Me miró mal, pero siguió
comiendo.
A las cinco me llegó un WA.
Sería de Cris.
Ah, pues no, era de Dani.
“¿Quieres ir conmigo a lo del gato?”
“’¿Vas a ir ahora?”
“Sino no te avisaría.”
“Va, pues me preparo. Si quieres venir a y media,
eres libre de hacerlo.”
Me cogí la ropa que tenía
colgada en el balcón. Cuando salí Cris me dijo:
-¿Dónde vas?
-He quedado con Dani, para
lo del gato, ya sabes.
-Ah, vale.
Me vestí con unas Supras (me
las compré hace poco), unos vaqueros y una camiseta.
Fui al salón y me dijo Cris:
-¡Y que no pase nada que no
haga yo!
-No pasará nada Cris.
El telefonillo sonó.
-¿Sigrid?
-Ya bajo Dani.
Bajé y estaba esperándome
con el coche.
-¿Vamos?-dijo cuando estaba
subida en el coche.
-Vamos.
Arrancó el coche y fuimos.
-Un amigo que conozco me ha dicho
un sitio, así que vamos a ir allí. No esta muy lejos.
-Nah, tranquilo.
Estábamos en silencio, hasta
que hablé:
-¿Y que gato quieres?
-No sé, el que me guste
cogeré.
-Vamos bien pues.
Nos reímos.
Llegamos al cabo de unos
veinte minutos.
Entramos a lo de adopción
(no me acuerdo como se llamaba).
El amigo de Dani nos saludo.
-Hombre, Dani.-dijo. Me
miró.-¿Quién es?
-Es Sigrid, una amiga. Viene
conmigo para coger al gato.
-Genial.
Nos dijo que le siguiesemos.
-Bueno, aquí están.-nos dijo
el chico.-Tenéis todo el tiempo que queráis.
-Gracias Marcos.
Me separé de Dani y empecé a
mirar todos los gatitos que había.
Me gustaban todos y me los
quería llevar a todos a casa.
-Solo nos podemos llevar a
uno.-dijo Dani, leyendo mis pensamientos.
-Jo.-dije, poniendo un
pucherito.
Uno de ellos me llamo la
atención.
Era gris oscuro. Una cría.
-Me gusta este.
Dani vino donde mí.
-Es bonito.
-Hombre, te tiene que gustar
a ti, sino no tiene sentido.
-Yo no he dicho que no me
guste. Si a ti te gusta, nos lo llevamos.
-Pues... este.-dije,
sonriéndole.
Le dijo al supuesto Marcos
que ese nos llevábamos.
-Pues genial.-dijo.-Cuidadle
bien eh.
-Por supuesto.-dijimos.
Estuvimos un rato hablando
con él. Majo chaval.
Nos fuimos y subimos al
coche.
Yo no soltaba al gatito.
-No se va a escapar.-dijo
Dani, riéndose.
-Da igual. Me gusta llevarle
en brazos.
-A mi nunca me llevas en
brazos.
-Ni lo sugieras.-dije,
riéndome también.
Arrancó el coche por fin.
-¿Y como le vas a
llamar?-dije.
-No sé... no tengo nombre
todavía. Ni siquiera lo había pensado.-me dijo.-¿Tienes tú alguno?
-Si lo tuviese no te
preguntaría.
El rió.
Anduve un rato pensando un
nombre, hasta que, unos diez minutos después, se me ocurrió uno.
-Breaker.
-¿Qué?-dijo, mirándome.
-El gato.-dije.-Se puede
llamar Breaker.
-Pues... me gusta. Es
original.
-Pues como yo, ¿qué
esperabas?
Yo seguía con el gato.
-Toma.-le dije, dándole el
gato.-Me esta llenando de pelos, el condenado.
Él se rió bastante.
Dani dijo de ir a comprarle
las cosas al gato.
-Pues tiene sentido, sino,
moriría de hambre.
Se rió con mi comentario.
Fuimos a una tienda que
conocía para animales.
Dejamos al gato en el coche.
Estaba dormido pero, de todas formas dejamos una ventana un poco abierta para
que respirase.
Entramos en la tienda.
Con la tontería de lo de la
comida y todas sus cosas, nos estuvimos ahí casi hora y media, sino fue mas.
Ya temía que el gato no
estuviese en el coche. Yo y mis suposiciones idiotas.
Al final el gato si que
estaba.
Metimos las cosas en el
maletero y fuimos a casa.
No nos tomo mucho, pero si
que nos intentamos conocer mas.
Nos gustaban los gatos y la
música (obvio). También nos gustaba conocer mundo, entre otras cosas.
Al cabo de un rato llegamos
a casa.
Sacamos todo del maletero.
Él subía las cosas mientras
yo tenía al gato.
Subimos y entramos en casa.
-Cris-
Oí la puerta de la calle cerrarse y me tiré sobre el sillón, suspirando.
Vale, Sigrid se había ido, ¿y ahora qué?
Miré a Choco, que me devolvió la mirada.
-¿Qué hacemos, Choco?
Este ladró.
-Tu idea no me gusta mucho.
Puse un rato la tele, pero no me gustaba nada de lo que echaban, así que la apagué en el mismo momento en el que me sonaba el teléfono y el timbre del portal.
Cogí este primero.
-¿Si?
-Hija, soy tu madre.
-Tiene sentido mamá, un momento, que llaman al telefonillo.
Corrí a cogerlo.
-¿Si?
-¡Yo!
-¿Tú?
-¡Sí! Déjame subir.
-¿Y por qué debería hacerlo, Carlos?
-Porque ayer te salvé del perro.
-No había perro, se fue.
-Que te calles y me dejes subir.
Me reí y le abrí la puerta.
-Ya está mamá, ¿qué querías?
-Oh, nada, solo hablar con mi hija, a la que hace tanto que no llamo...
-Vale.
-Bueno es que quería pedirte algo.
-Lo sabía.
-¿Estás muy ocupada?
-No, la verdad.
-Verás, es que tu tía y yo queremos ir al hospital a visitar a la tía Dolores, ya sabes, está tan mayor que...
-Sí, sí, vale. ¿Y qué pasa?
-Que no podemos llevarnos al niño. No es un sitio para él.
-¿Quieres que cuide del primo? Pero mamá, yo no...
-Lo harás muy bien, hija, ya lo verás. Sigrid te ayudará.
-Pero... ¿Y Alberto?
-De este me fío menos... Así que ven a por el niño.
-Pero mami...
-Vamos hija, no te pedimos nunca nada. Hazlo.
-Buenooo, está bien. Ahora mismo voy.
-Gracias cielo. ¿Y qué tal Blas?
-Está bien mamá, gracias por preguntar. Y por recordar su nombre.
Colgué y justo llamaron al timbre.
Abrí y vi a Carlos ahí.
-¿Por qué has tardado tanto en subir?
-El ascensor no funcionaba-dijo, pasando.
-Me vienes divino. Necesito que me acompañes a mi casa.
-¿A tu casa? ¿No estamos en ella?
-No, bobo, a Torrejón.
-¿Para qué?
Cogí las llaves del coche, le tomé del brazo y salimos.
-Te lo contaré por el camino.
Subimos al coche y él se sentó delante.
Arranqué y me miró.
-¿Y bien?
-Mi madre me ha llamado y tengo que cuidar a mi primo. Y no es plan de hacerlo sola.
-¿Qué? ¿Y Sigrid?
-Con Dani por lo de la cosa del gato, ¿no te acuerdas? No paraban de decirlo ayer.
-Ah, sí, es cierto. ¿Y cuántos años tiene tu primo?
-Ese es el problema. Tiene tres. Y se llama Álvaro.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Mira, un niño como los que a ti te gustan.
-Que te calles.
Llegamos a mi casa y aparqué el coche justo en la puerta del portal.
Subimos.
-¡Hombre, Dani!
-Es Carlos, mamá.
-¡Carlos!
-¿Es este el novio?-preguntó mi tía.
-¡No! A él me lo he dejado en casa. Este es Carlos.-expliqué.
Hicimos las presentaciones pertinentes.
-Y, bueno, ¿dónde está el niño?-pregunté.
Fuimos hasta la que era mi habitación y ahí estaba Álvaro, jugando con unos dinosaurios.
Mi tía me tendió una mochila.
-Ahí tienes todo lo que necesitas. Algo de ropa por si moja con algo, la merienda, es el potito amarillo, el otro es para la cena. No se lo calientes mucho, sino no le gusta, tienes también...
Dejé de escucharla y le pasé la mochila a Carlos.
-Sí, sí, vale, vale. Está bien.
-Toma, la sillita del coche.
Me la pasaron y también se la di a Carlos.
-Y bueno, creo que eso es todo. Toma.
Me dieron a Álvaro, lo cogí en brazos y fui a tendérselo a Carlos.
-Creo que más manos no tengo.-dijo.
-Pues te lo pongo en la chepa. ¿Quieres ir subido sobre Carlos, Álvaro?
-¡Sí, sí!-dijo, dando palmas.
Pero no pude porque la mochila del niño abultaba mucho y el pobre Carlos con más no podía.
Es que también nos dieron el carrito del niño.
-Por si lo sacáis a pasear o algo-explicó mi madre.
-Sí claro y qué más.
Nos despedimos, prometimos cuidar bien del niño y bajamos al coche.
Yo llevaba al niño y Carlos todos los trastos, los cuales guardamos en el maletero.
Después, se lo di para colocar la sillita.
-Ale, dámelo, ya está.
Le sentamos, le abrochamos y nos sentamos delante.
-Puff, la que nos espera.
Carlos se río.
Durante el viaje, estuvo haciendo todo el rato el tonto para entretener a Álvaro pero, la verdad, me entretenía hasta mí y a veces, el niño y yo nos reíamos a la vez.
Llegamos a casa, y Carlos cargó de nuevo con las cosas.
-De verdad, me viniste perfecto. Yo no hubiera podido con todo sola.
-Tengo el don de la oportunidad. ¿Crees que Álvaro se llevará bien con Choco?
-Eso espero.
Entramos en casa y dejé al niño en el sillón mientras ayudaba a dejar las cosas en mi cuarto.
Tras eso, los dos nos tiramos al lado del niño en el sillón mientras Choco venía a saludar al recién llegado.
-¿Y tu novio no viene a verte?
-Yo qué sé, es tu amigo.
-Menudo es Blas... Luego vendrán, seguro.
-Sí, menos Dani.
-Qué pena...-dijo, con sarcasmo y me reí.
Carlos, Choco y Álvaro estuvieron jugando mientras yo me reía y les sacaba fotos hasta que fue la hora de salir de Choco.
-¿Y si vamos al parque?-sugirió Carlos.
-¿Al mismo de ayer? Qué miedo.
-Anda ya.
Y nos reímos.
-Bueno, vale, pero le cogeré la merienda al niño no vaya a ser que le entre hambre.
-Qué atenta. No te reconozco.
Le saqué la lengua.
En un bolso me guardé el potito amarillo del niño, con una cuchara, pañuelos y chocolate. Nunca estaba de más llevar una tableta.
Salimos a la calle sin el carro (es que pesaba mucho y nos daba pereza llevarlo).
Carlos llevaba a Choco y yo a Álvaro en brazos, pero al rato el niño se resistió y quiso ir andando.
-Mira, se parece al abuelo caminando.
-¡No le digas eso al niño!-dije, riéndome.
El pobre quería volar más que correr y de vez en cuando se nos caía al suelo, pero se levantaba y seguía y seguía, hasta que se cansó y me dio la mano para no caerse más veces.
Me señaló unos pájaros.
-Qué bonitos los pipis, ¿eh?
-Que es pequeño, pero no es tonto-me dijo Carlos.
-Tú te callas. Míra qué emocionado está con sus pipis.
-JAJAJAJAJA.
Le tendió la mano a Carlos y este se la dio.
-Venga, a la de tres-dijo-Una...Dos... ¡Tres!
Y le levantamos del suelo, por lo que se partió de risa.
-Más-nos pidió.
Le cogió el gusto a eso de que le levantáramos, así que seguimos con ello y Álvaro se lo pasaba en grande.
Y qué cuadro.
Choco ladrando, Carlos, el niño cogiéndonos a los dos de la mano y yo, partiéndome de risa.
Llegamos al parque y dejamos a Choco siendo feliz corriendo de acá para allá mientras nosotros nos dedicábamos en cuerpo y alma a que Álvaro no se matara en los columpios de la zona infantil.
Quería subir al tobogán y tirarse.
-Subes tú con él.
-¿Yo por qué?-protestó Carlos.
-Porque yo tengo vértigo.
-Y yo.
-Hazlo por el niño.
Al rato ya se estaban tirando los dos por el tobogán y yo haciendo fotos.
Se lo pasaba mejor Carlos que Álvaro, todo hay que decirlo.
-Potito.
-¿Qué quieres, Alvarito?
-Potito.
-Creo que tiene hambre-aclaró Carlos.
-¿Te dedicas a traducir a los niños pequeños?-le pregunté, echando mano al bolso.
-Sí, para que tú los entiendas.
-Ñañañaña, calla. Mira, te traje la merienda. ¿Qué rico, eh? Y toma, para ti también hay-dije, dándole a Carlos el chocolate.
-¡OH!-dijo, cogiéndolo.
Álvaro echó mano al chocolate y le quitó la tableta.
-No, Álvaro, tu primero el potito y si eso ya Carlos te da un trozo.
Pero decía que nos peináramos, que el potito para nosotros, que él se quedaba el chocolate.
Al final conseguimos convencerle y corría con sus dinosaurios en la mano mientras yo corría detrás con la cuchara, intentando darle el potito y Carlos se comía el chocolate y nos miraba sentado en el banco más cercano.
Le dejé en el cajón de arena con otros dos de su especie (es decir, niños de unos tres o cuatro años) y me senté en el banco al lado de Carlos, muerta.
-No eres tan mala con los niños como decías ayer.
Le miré.
-Carlos, cállate.
Se rió.
-¿Por qué?
-Esto no es vida. Los niños te la quitan.
-Qué exagerada.
-Claro, como tú no has tenido que ir corriendo tras el niño para darle de merendar... Cuando te toque, ya me dirás.
-Dios no, por favor.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Y ahora qué, ¿eh? Anda vete a buscarlo mientras yo voy por Choco.
-Vale.
Cogí a Choco y, cuando volví, vi a Carlos con Álvaro en brazos y sus dinosaurios y a dos señoras hablándome.
Me acerqué con curiosidad a ver qué decían.
-Es un niño muy guapo.
-Oh, sí.
-Y muy bueno.
-Claro.
-¿Qué pasa, Carlos?-dije, entrando en la escena.
-Nada, sólo hablábamos de Álvaro-dijo este.
-Oh, mira, tiene la sonrisa de la madre.
-Y la cabeza del padre.
Carlos se empezó a partir de risa y las señoras le miraron sin comprender.
Álvaro le miró con miedo.
-¿Qué? ¡No! Quiero decir... ¡No es hijo nuestro! Es sólo mi primo y él es sólo mi amigo. Lo que es mío es el perro.
-¡Ah! Perdón, pero nosotras pensamos que...
-Sí, como claro, pues...
-No importa, buenas tardes.
Y me llevé a Carlos a rastras, aún riéndose.
-Última vez que haces de canguro conmigo.
-¿Qué? ¿Por qué? Eso que han dicho no ha sido culpa mía.
-Ya.
Me reí.
-Dijeron que Álvaro tenía tu cabeza.
-¿Y?
-Nosotros siempre decimos que tiene la cabeza muy grande. Os ha llamado cabezones así como así.
-JAJAJAJAJA Qué señoras, de verdad.
-Carlos, debes de tener algo que atraes a todas las señoras. A la del hotel, a las marujas del parque... Yo que tú tendría miedo o algo.
-Ya lo tengo.
-JAJAJAJAJAJA.
Tenía los brazos entumecidos porque el niño pesaba, así que le cambié el perro por el niño.
Les miré.
-Eh, pues desde aquí si que se os parecen las cabezas.
Me miró mal y me reí.
Volvimos a casa y nos tiramos cada uno en un sillón mientras Álvaro jugaba con sus dinosaurios y Choco.
-¿Sabes qué?-dije, de repente.
-¿Qué?
-So.
-JAJAJAJAJAJA JODER QUÉ MALO JAJAJAJAJAJA.
Nos reímos como diez minutos de eso.
-Nah, iba a decir que no he preguntando cuándo se llevan al niño.
-¿Ya quieres que se lo lleven? Pobrecito...
-¿Te ha caído bien o qué?
-Sí, es un buen chico.
-Serás un buen padre. Yo en cambio nací sin la aplicación de instinto maternal y tan feliz.
-Ya, claro, no parecía lo mismo cuando corrías tras el niño con el potito.
-Olvídalo por Dios y nunca le cuentes a nadie lo que viste.
-JAJAJAJAJAJAJAJA.
Álvaro se tiró encima de Carlos y reclamó para sí su atención, así que se pusieron a jugar hasta que llamaron al timbre.
Abrí la puerta y vi a Álvaro, Blas y David.
-¡Hola chicos! Pasad, vamos. Tengo visita-dije, dándoles un beso en la mejilla a cada uno.
Se oyó la risa de Carlos desde el salón.
-Mira dónde estaba el cabezón.-dijo Álvaro.
-Hoy me ha sido de mucha ayuda, pero es otra visita. Veréis.
Pasaron al salón y se quedaron mirando a Carlos con Álvaro en brazos, que jugaba a tirarlo por el aire.
-¡Avioneta!-decía y lo tiraba y el niño se meaba de risa.
-¿Qué es esto?-dijo David.
-Un niño, ¿no lo ves?-dijo Carlos, tendiéndoselo.
-Es mi primo-aclaré y se lo conté todo-Y se llama Álvaro.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
Le dimos el niño a Blas para que le diera la paliza a él un poco mientras Carlos y yo contábamos la aventura vivida en el parque.
Al rato no sabíamos qué hacer con el niño en casa, así que cogimos el carro, le montamos y a la calle otra vez.
Lo llevaba David el carro, no os penséis que era yo.
El instinto maternal nulo, como mucho, a ratos.
-¿Y qué estarán haciendo Dani y Sigrid?-pregunté, mirando la hora.
Álvaro se cansó del carro y echó a correr detrás de unos "pipis" agarrado a Álvaro (qué cosas, eh).
-Adoptar gatitos.-dijo David.
-Síiiiiiiii, gatitos.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJA.
-Pero tardan mucho para adoptar un mísero gato.
-Quién sabe, quizá estén adoptando a todos.
-Sí u otras cosas...
-JAJAJAJAJAJA.
-A qué adivino, cosas así decíais de Carlos y de mí cuando nos fuimos por la noche en París, ¿a qué si?-dije.
-Y cosas peores-dijo David.
-Vaya.
Álvaro vino corriendo hacia mí y me tendió los brazos.
-No, vete con Blas o eso, que te cojan ellos.
-Anda, ven, cabezón.-dijo Carlos, cogiendo al niño.
Lo llevó un rato y al siguiente lo dejó en el suelo, Álvaro se quejó, Blas lo cogió, se lo puso en los hombros a Carlos y él niño y él tan felices.
-Yo también quiero que me lleven-dije, hinchando los mofletes.
-No se hable más.
Y de repente David se coló por entre mis piernas y me subió.
-¡AH!
-¿Qué? ¿No tienes vértigo?-preguntó Carlos.
-No, bueno, aquí se está bien.
La gente nos miraba raro.
Un chico llevando un carro sin niño, el niño subido en un duende, Blas, y otro chico llevando a aupa a una niña por la calle.
Un marco peculiar, sin duda.
Cuando David se cansó (el pobre bastante aguantó), Blas estiró los brazos, me agarré a él y me bajó, pero yo me agarré a él con brazos y piernas.
-¿Hoy no quieres andar?-preguntó.
Negué con la cabeza.
Pues ale, otro rato en brazos.
-¿Y a mí nadie me lleva?
-Carlos, envidioso.-le dije.
-En París dijiste que si me llevabas en brazos.
-¡Pero si no puedo contigo!
-No lo has intentando.
-Ni lo voy a hacer, que nos matamos los dos.
-Cobarde.
-Blas, déjame bajar.
-Pero...
-Que me bajo.
David y Álvaro se reían.
-A ver cómo acaba esto.
Carlos le dio el niño a Blas.
-A ver, como peses mucho, te suelto.
-No serás tan cruel-dijo, haciendo uso de sus famosos ojitos.
-No, es cierto. No soy así. ¿Y cómo te cojo? Si no hay por dónde hacerlo.
-JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJA.
Así se reían David y Álvaro.
-A ver así, una, dos, ¡tres! ¡Ah!
Conseguí levantarle del suelo.
-¡Muajajajaja!
Andé dos pasos y me caí de culo con él encima, por lo que nos entró la risa y a Álvaro le dio por aplaudir diciendo que "Más, más".
Nos ayudaron a levantarnos.
-¿Estás bien?-preguntaron.
-Perfectamente, sólo un poco aplastada por el melón.
-Y dale con mi cabeza.
Consideramos que ya habíamos andando mucho y al niño le había dado mucho el aire, así que volvimos a casa y, no acabábamos de tumbarnos en el sillón, rotos, cuando oímos la puerta.
-¡Qué vienen!
Oí la puerta de la calle cerrarse y me tiré sobre el sillón, suspirando.
Vale, Sigrid se había ido, ¿y ahora qué?
Miré a Choco, que me devolvió la mirada.
-¿Qué hacemos, Choco?
Este ladró.
-Tu idea no me gusta mucho.
Puse un rato la tele, pero no me gustaba nada de lo que echaban, así que la apagué en el mismo momento en el que me sonaba el teléfono y el timbre del portal.
Cogí este primero.
-¿Si?
-Hija, soy tu madre.
-Tiene sentido mamá, un momento, que llaman al telefonillo.
Corrí a cogerlo.
-¿Si?
-¡Yo!
-¿Tú?
-¡Sí! Déjame subir.
-¿Y por qué debería hacerlo, Carlos?
-Porque ayer te salvé del perro.
-No había perro, se fue.
-Que te calles y me dejes subir.
Me reí y le abrí la puerta.
-Ya está mamá, ¿qué querías?
-Oh, nada, solo hablar con mi hija, a la que hace tanto que no llamo...
-Vale.
-Bueno es que quería pedirte algo.
-Lo sabía.
-¿Estás muy ocupada?
-No, la verdad.
-Verás, es que tu tía y yo queremos ir al hospital a visitar a la tía Dolores, ya sabes, está tan mayor que...
-Sí, sí, vale. ¿Y qué pasa?
-Que no podemos llevarnos al niño. No es un sitio para él.
-¿Quieres que cuide del primo? Pero mamá, yo no...
-Lo harás muy bien, hija, ya lo verás. Sigrid te ayudará.
-Pero... ¿Y Alberto?
-De este me fío menos... Así que ven a por el niño.
-Pero mami...
-Vamos hija, no te pedimos nunca nada. Hazlo.
-Buenooo, está bien. Ahora mismo voy.
-Gracias cielo. ¿Y qué tal Blas?
-Está bien mamá, gracias por preguntar. Y por recordar su nombre.
Colgué y justo llamaron al timbre.
Abrí y vi a Carlos ahí.
-¿Por qué has tardado tanto en subir?
-El ascensor no funcionaba-dijo, pasando.
-Me vienes divino. Necesito que me acompañes a mi casa.
-¿A tu casa? ¿No estamos en ella?
-No, bobo, a Torrejón.
-¿Para qué?
Cogí las llaves del coche, le tomé del brazo y salimos.
-Te lo contaré por el camino.
Subimos al coche y él se sentó delante.
Arranqué y me miró.
-¿Y bien?
-Mi madre me ha llamado y tengo que cuidar a mi primo. Y no es plan de hacerlo sola.
-¿Qué? ¿Y Sigrid?
-Con Dani por lo de la cosa del gato, ¿no te acuerdas? No paraban de decirlo ayer.
-Ah, sí, es cierto. ¿Y cuántos años tiene tu primo?
-Ese es el problema. Tiene tres. Y se llama Álvaro.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Mira, un niño como los que a ti te gustan.
-Que te calles.
Llegamos a mi casa y aparqué el coche justo en la puerta del portal.
Subimos.
-¡Hombre, Dani!
-Es Carlos, mamá.
-¡Carlos!
-¿Es este el novio?-preguntó mi tía.
-¡No! A él me lo he dejado en casa. Este es Carlos.-expliqué.
Hicimos las presentaciones pertinentes.
-Y, bueno, ¿dónde está el niño?-pregunté.
Fuimos hasta la que era mi habitación y ahí estaba Álvaro, jugando con unos dinosaurios.
Mi tía me tendió una mochila.
-Ahí tienes todo lo que necesitas. Algo de ropa por si moja con algo, la merienda, es el potito amarillo, el otro es para la cena. No se lo calientes mucho, sino no le gusta, tienes también...
Dejé de escucharla y le pasé la mochila a Carlos.
-Sí, sí, vale, vale. Está bien.
-Toma, la sillita del coche.
Me la pasaron y también se la di a Carlos.
-Y bueno, creo que eso es todo. Toma.
Me dieron a Álvaro, lo cogí en brazos y fui a tendérselo a Carlos.
-Creo que más manos no tengo.-dijo.
-Pues te lo pongo en la chepa. ¿Quieres ir subido sobre Carlos, Álvaro?
-¡Sí, sí!-dijo, dando palmas.
Pero no pude porque la mochila del niño abultaba mucho y el pobre Carlos con más no podía.
Es que también nos dieron el carrito del niño.
-Por si lo sacáis a pasear o algo-explicó mi madre.
-Sí claro y qué más.
Nos despedimos, prometimos cuidar bien del niño y bajamos al coche.
Yo llevaba al niño y Carlos todos los trastos, los cuales guardamos en el maletero.
Después, se lo di para colocar la sillita.
-Ale, dámelo, ya está.
Le sentamos, le abrochamos y nos sentamos delante.
-Puff, la que nos espera.
Carlos se río.
Durante el viaje, estuvo haciendo todo el rato el tonto para entretener a Álvaro pero, la verdad, me entretenía hasta mí y a veces, el niño y yo nos reíamos a la vez.
Llegamos a casa, y Carlos cargó de nuevo con las cosas.
-De verdad, me viniste perfecto. Yo no hubiera podido con todo sola.
-Tengo el don de la oportunidad. ¿Crees que Álvaro se llevará bien con Choco?
-Eso espero.
Entramos en casa y dejé al niño en el sillón mientras ayudaba a dejar las cosas en mi cuarto.
Tras eso, los dos nos tiramos al lado del niño en el sillón mientras Choco venía a saludar al recién llegado.
-¿Y tu novio no viene a verte?
-Yo qué sé, es tu amigo.
-Menudo es Blas... Luego vendrán, seguro.
-Sí, menos Dani.
-Qué pena...-dijo, con sarcasmo y me reí.
Carlos, Choco y Álvaro estuvieron jugando mientras yo me reía y les sacaba fotos hasta que fue la hora de salir de Choco.
-¿Y si vamos al parque?-sugirió Carlos.
-¿Al mismo de ayer? Qué miedo.
-Anda ya.
Y nos reímos.
-Bueno, vale, pero le cogeré la merienda al niño no vaya a ser que le entre hambre.
-Qué atenta. No te reconozco.
Le saqué la lengua.
En un bolso me guardé el potito amarillo del niño, con una cuchara, pañuelos y chocolate. Nunca estaba de más llevar una tableta.
Salimos a la calle sin el carro (es que pesaba mucho y nos daba pereza llevarlo).
Carlos llevaba a Choco y yo a Álvaro en brazos, pero al rato el niño se resistió y quiso ir andando.
-Mira, se parece al abuelo caminando.
-¡No le digas eso al niño!-dije, riéndome.
El pobre quería volar más que correr y de vez en cuando se nos caía al suelo, pero se levantaba y seguía y seguía, hasta que se cansó y me dio la mano para no caerse más veces.
Me señaló unos pájaros.
-Qué bonitos los pipis, ¿eh?
-Que es pequeño, pero no es tonto-me dijo Carlos.
-Tú te callas. Míra qué emocionado está con sus pipis.
-JAJAJAJAJA.
Le tendió la mano a Carlos y este se la dio.
-Venga, a la de tres-dijo-Una...Dos... ¡Tres!
Y le levantamos del suelo, por lo que se partió de risa.
-Más-nos pidió.
Le cogió el gusto a eso de que le levantáramos, así que seguimos con ello y Álvaro se lo pasaba en grande.
Y qué cuadro.
Choco ladrando, Carlos, el niño cogiéndonos a los dos de la mano y yo, partiéndome de risa.
Llegamos al parque y dejamos a Choco siendo feliz corriendo de acá para allá mientras nosotros nos dedicábamos en cuerpo y alma a que Álvaro no se matara en los columpios de la zona infantil.
Quería subir al tobogán y tirarse.
-Subes tú con él.
-¿Yo por qué?-protestó Carlos.
-Porque yo tengo vértigo.
-Y yo.
-Hazlo por el niño.
Al rato ya se estaban tirando los dos por el tobogán y yo haciendo fotos.
Se lo pasaba mejor Carlos que Álvaro, todo hay que decirlo.
-Potito.
-¿Qué quieres, Alvarito?
-Potito.
-Creo que tiene hambre-aclaró Carlos.
-¿Te dedicas a traducir a los niños pequeños?-le pregunté, echando mano al bolso.
-Sí, para que tú los entiendas.
-Ñañañaña, calla. Mira, te traje la merienda. ¿Qué rico, eh? Y toma, para ti también hay-dije, dándole a Carlos el chocolate.
-¡OH!-dijo, cogiéndolo.
Álvaro echó mano al chocolate y le quitó la tableta.
-No, Álvaro, tu primero el potito y si eso ya Carlos te da un trozo.
Pero decía que nos peináramos, que el potito para nosotros, que él se quedaba el chocolate.
Al final conseguimos convencerle y corría con sus dinosaurios en la mano mientras yo corría detrás con la cuchara, intentando darle el potito y Carlos se comía el chocolate y nos miraba sentado en el banco más cercano.
Le dejé en el cajón de arena con otros dos de su especie (es decir, niños de unos tres o cuatro años) y me senté en el banco al lado de Carlos, muerta.
-No eres tan mala con los niños como decías ayer.
Le miré.
-Carlos, cállate.
Se rió.
-¿Por qué?
-Esto no es vida. Los niños te la quitan.
-Qué exagerada.
-Claro, como tú no has tenido que ir corriendo tras el niño para darle de merendar... Cuando te toque, ya me dirás.
-Dios no, por favor.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Y ahora qué, ¿eh? Anda vete a buscarlo mientras yo voy por Choco.
-Vale.
Cogí a Choco y, cuando volví, vi a Carlos con Álvaro en brazos y sus dinosaurios y a dos señoras hablándome.
Me acerqué con curiosidad a ver qué decían.
-Es un niño muy guapo.
-Oh, sí.
-Y muy bueno.
-Claro.
-¿Qué pasa, Carlos?-dije, entrando en la escena.
-Nada, sólo hablábamos de Álvaro-dijo este.
-Oh, mira, tiene la sonrisa de la madre.
-Y la cabeza del padre.
Carlos se empezó a partir de risa y las señoras le miraron sin comprender.
Álvaro le miró con miedo.
-¿Qué? ¡No! Quiero decir... ¡No es hijo nuestro! Es sólo mi primo y él es sólo mi amigo. Lo que es mío es el perro.
-¡Ah! Perdón, pero nosotras pensamos que...
-Sí, como claro, pues...
-No importa, buenas tardes.
Y me llevé a Carlos a rastras, aún riéndose.
-Última vez que haces de canguro conmigo.
-¿Qué? ¿Por qué? Eso que han dicho no ha sido culpa mía.
-Ya.
Me reí.
-Dijeron que Álvaro tenía tu cabeza.
-¿Y?
-Nosotros siempre decimos que tiene la cabeza muy grande. Os ha llamado cabezones así como así.
-JAJAJAJAJA Qué señoras, de verdad.
-Carlos, debes de tener algo que atraes a todas las señoras. A la del hotel, a las marujas del parque... Yo que tú tendría miedo o algo.
-Ya lo tengo.
-JAJAJAJAJAJA.
Tenía los brazos entumecidos porque el niño pesaba, así que le cambié el perro por el niño.
Les miré.
-Eh, pues desde aquí si que se os parecen las cabezas.
Me miró mal y me reí.
Volvimos a casa y nos tiramos cada uno en un sillón mientras Álvaro jugaba con sus dinosaurios y Choco.
-¿Sabes qué?-dije, de repente.
-¿Qué?
-So.
-JAJAJAJAJAJA JODER QUÉ MALO JAJAJAJAJAJA.
Nos reímos como diez minutos de eso.
-Nah, iba a decir que no he preguntando cuándo se llevan al niño.
-¿Ya quieres que se lo lleven? Pobrecito...
-¿Te ha caído bien o qué?
-Sí, es un buen chico.
-Serás un buen padre. Yo en cambio nací sin la aplicación de instinto maternal y tan feliz.
-Ya, claro, no parecía lo mismo cuando corrías tras el niño con el potito.
-Olvídalo por Dios y nunca le cuentes a nadie lo que viste.
-JAJAJAJAJAJAJAJA.
Álvaro se tiró encima de Carlos y reclamó para sí su atención, así que se pusieron a jugar hasta que llamaron al timbre.
Abrí la puerta y vi a Álvaro, Blas y David.
-¡Hola chicos! Pasad, vamos. Tengo visita-dije, dándoles un beso en la mejilla a cada uno.
Se oyó la risa de Carlos desde el salón.
-Mira dónde estaba el cabezón.-dijo Álvaro.
-Hoy me ha sido de mucha ayuda, pero es otra visita. Veréis.
Pasaron al salón y se quedaron mirando a Carlos con Álvaro en brazos, que jugaba a tirarlo por el aire.
-¡Avioneta!-decía y lo tiraba y el niño se meaba de risa.
-¿Qué es esto?-dijo David.
-Un niño, ¿no lo ves?-dijo Carlos, tendiéndoselo.
-Es mi primo-aclaré y se lo conté todo-Y se llama Álvaro.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
Le dimos el niño a Blas para que le diera la paliza a él un poco mientras Carlos y yo contábamos la aventura vivida en el parque.
Al rato no sabíamos qué hacer con el niño en casa, así que cogimos el carro, le montamos y a la calle otra vez.
Lo llevaba David el carro, no os penséis que era yo.
El instinto maternal nulo, como mucho, a ratos.
-¿Y qué estarán haciendo Dani y Sigrid?-pregunté, mirando la hora.
Álvaro se cansó del carro y echó a correr detrás de unos "pipis" agarrado a Álvaro (qué cosas, eh).
-Adoptar gatitos.-dijo David.
-Síiiiiiiii, gatitos.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJA.
-Pero tardan mucho para adoptar un mísero gato.
-Quién sabe, quizá estén adoptando a todos.
-Sí u otras cosas...
-JAJAJAJAJAJA.
-A qué adivino, cosas así decíais de Carlos y de mí cuando nos fuimos por la noche en París, ¿a qué si?-dije.
-Y cosas peores-dijo David.
-Vaya.
Álvaro vino corriendo hacia mí y me tendió los brazos.
-No, vete con Blas o eso, que te cojan ellos.
-Anda, ven, cabezón.-dijo Carlos, cogiendo al niño.
Lo llevó un rato y al siguiente lo dejó en el suelo, Álvaro se quejó, Blas lo cogió, se lo puso en los hombros a Carlos y él niño y él tan felices.
-Yo también quiero que me lleven-dije, hinchando los mofletes.
-No se hable más.
Y de repente David se coló por entre mis piernas y me subió.
-¡AH!
-¿Qué? ¿No tienes vértigo?-preguntó Carlos.
-No, bueno, aquí se está bien.
La gente nos miraba raro.
Un chico llevando un carro sin niño, el niño subido en un duende, Blas, y otro chico llevando a aupa a una niña por la calle.
Un marco peculiar, sin duda.
Cuando David se cansó (el pobre bastante aguantó), Blas estiró los brazos, me agarré a él y me bajó, pero yo me agarré a él con brazos y piernas.
-¿Hoy no quieres andar?-preguntó.
Negué con la cabeza.
Pues ale, otro rato en brazos.
-¿Y a mí nadie me lleva?
-Carlos, envidioso.-le dije.
-En París dijiste que si me llevabas en brazos.
-¡Pero si no puedo contigo!
-No lo has intentando.
-Ni lo voy a hacer, que nos matamos los dos.
-Cobarde.
-Blas, déjame bajar.
-Pero...
-Que me bajo.
David y Álvaro se reían.
-A ver cómo acaba esto.
Carlos le dio el niño a Blas.
-A ver, como peses mucho, te suelto.
-No serás tan cruel-dijo, haciendo uso de sus famosos ojitos.
-No, es cierto. No soy así. ¿Y cómo te cojo? Si no hay por dónde hacerlo.
-JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJA.
Así se reían David y Álvaro.
-A ver así, una, dos, ¡tres! ¡Ah!
Conseguí levantarle del suelo.
-¡Muajajajaja!
Andé dos pasos y me caí de culo con él encima, por lo que nos entró la risa y a Álvaro le dio por aplaudir diciendo que "Más, más".
Nos ayudaron a levantarnos.
-¿Estás bien?-preguntaron.
-Perfectamente, sólo un poco aplastada por el melón.
-Y dale con mi cabeza.
Consideramos que ya habíamos andando mucho y al niño le había dado mucho el aire, así que volvimos a casa y, no acabábamos de tumbarnos en el sillón, rotos, cuando oímos la puerta.
-¡Qué vienen!
Bueno chicas, prometi dejaros un comentario aqui porque en los otros no puede, así que alla va:
ResponderEliminarPara empezar, lo de siempre, que me encanta jaja además amo los capitulos largos, son taaaaan geniales.
Otra cosa, también amo vuestra imaginación, que si lo del parque, lo del primo de Cris... Con lo del viejo me he reido muchisimo, es que jajajajajajaj Por cierto, a Carlos con esto del perro se le esta desatando el instinto paternal eh jaja
Como sugerencia personal, quiero mas momentos de Cris y Blas pooooorfi jejej es que me gustan los momentos asi romanticonesxd
Y ya quiero saber que pasa con Sigrid jopeeeeeee, decidlo no? Es que ya nose que pensar, no seais malas plizzz :(
Bueno os dejo de dar la tabarra. Esperare impaciente vuestro siguiente capitulo, que se que no podreis subir en un tiempo, pero no pasa nada, espero sin problemas:)
Un beso chicas!
Y yo te respondo, oh, querida.
EliminarBueno, yo personalmente digo que no me cuesta imaginar muchas de las cosas de la novela porque básicamente me pasan en mi vida, así que es mi vida, más o menos la que leeís.
JAJAJAJAJA El pobre abuelo. Si es que Choco... No podemos descuidarle un momento, la que nos lía.
JAJAJA ¿Qué a Carlos se le desata el instinto paternal? Bueno, pues entonces habrá que hacerle padre pronto JEJEJEJEJE *Coge libreta y apunta*
Sugerencia personal, ¿eh? Está bien, tomo nota *Momentos Bris* Te vas a enterar en el siguiente capítulo, luego no digas, yo te avisé y el que avisa no es traidor (como algunos ej: Carlos, Sigrid, Sigrid, Carlos...)
A Sigrid no le pasa nada. Es que es rara xDD
:D
besosss!
@Cris_Jbieber
Dios! Cuanto me he podido reir con este capituki copón. Esta GENIAL. Seguid asi. Me ha encantado. :) Un beso. (@DeeaGabriela699)
ResponderEliminarPues hija, amo tu vida jajaj que divertida es ojuuuu. Y a Choco hay que ponerle mas vigilancia, con Carlos no vale, no lo vigila.
ResponderEliminarJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Carlos padre? Aiaiaiaiaiai Jajajajajajajajaj no me lo imagino la verdad.
Uiui que vais a hacer en el proximo capitulo eh? :OO jajajaj Amigos traidores, hazte fan!!
En el proximo capitulo tambien habra comentario, I promise.
Un beso:)