lunes, 6 de mayo de 2013

Capítulo 21: Me pasas tú.

-Cris-
Entraron al salón y nos quedamos mirando los unos a los otros.
-¡OHHHH EL GATO!
Corrimos a verlo.
-¿Y ese niño?-preguntó Dani, mirando a Álvaro, que estaba en mis brazos, mientras todos miraban al gato que llevaba Sigrid.
-¿Este? Ah, es mi primo Álvaro. ¿Te gusta los niños? Sí, ¿verdad? Te lo veo en la cara. Toma, todo tuyo.
Y se lo di.
Todos fangileábamos con Breaker, el súper gato, menos Choco, que le miraba mal desde una esquina y, cómo no, su inseparable tío Carlos, que le hacía compañía.
Una vez pasada la euforia del momento y con Breaker en brazos de mi amiga y Álvaro en los de Dani, que se desvivía con el niño, nos sentamos todos en el salón para comentar cómo había sido la tarde.
Había sitio de sobra en el sillón, ya que Carlos estaba con Choco en el suelo, su lugar favorito, pero yo me senté sobre Blas de lado, apoyando la cabeza en su pecho y rodeándole con mis brazos.
Mientras hablaban, cerré los ojos.
No para dormirme, por supuesto, sino porque estaba divina donde me encontraba.
-Siento interrumpir ese bello momento entre vosotros, pero Cris...
-¡DANI NO LA DESPIERTES! ¡PUEDES MORIR!
-Carlos, no estaba dormida, pero de todas maneras, con esos gritos que pegas, me hubieras despertado... ¿Qué quieres Dani?
-Álvaro tiene hambre. ¿Qué hago?
Álvaro (el de la barba) nos miró raro, se dio cuenta que hablábamos del niño y siguió a lo suyo.
-Ah, pues en mi habitación hay una mochila, en ella encontrarás un potito. No se lo calientes mucho, sino, no le gusta.
-Vale, perfecto. Sigrid, ¿me ayudas?
-¿Eh? Ah, sí, claro Dani. ¿Puedes tenerlo tú un rato, David?-dijo mi amiga, pasándole el gato a David.
-Sí, claro.
Choco y Carlos miraban a David jugando con Breaker.
-Tranquilo, Choco. Yo nunca te cambiaré por ese minino zarraspastroso de Dani.
-Y aquí quién está cambiando a nadie por nadie, atontao-le dijo David.
Volvieron Dani y Sigrid con el niño y el potito y se sentaron ambos en el sillón, Sigrid con el niño en brazos y Dani con la cuchara y el potito.
Al principio, las primeras cucharadas, Álvaro se lo comió bien, pero luego dijo que nada, que eso estaba malo y que él quería otra cosa.
-¿Qué quieres?-le preguntaba Dani.
-Chocoate.
-¿Eh?
-¡Chocoate!
-¡Quiere chocolate! ¿Es que no le entendéis?
Ahí estaba Carlos, el traductor de niños.
-Ha pasado demasiado tiempo junto a Carlos.-dijo Blas.
-Sí, se está volviendo como él.
-Bueno, según las señoras esas, Álvaro tenía su cabeza.-dije yo.
-Sí y tu sonrisa.
-Oye, déjame en paz.
Dani se puso a hacer todo tipo de caras, muy divertidas, por cierto, y Álvaro se despatarraba de risa, así que, entre risa y risa, iba una cucharada y el potito se acabó.
-No sabía que se te daban tan bien los niños-dije, con asombro.
Quién lo hubiera sospechado, visto el panorama.
-Bueno, y qué no se me da bien a mí.
-Ser modesto.-le dijo Álvaro y todos nos reímos.
Tras la "cena" de Álvaro, Dani y Sigrid se pusieron a jugar con él y los demás pudimos descansar.
Bueno, descansar hasta que Carlos miró el reloj.
-¡Choco tiene que salir!
-Carlos, quédate el perro, de verdad, te lo llevas a tu casa y que viva contigo...
-¡DE AQUÍ CHOCO NO SE VA!-dijo Sigrid y Breaker se asustó, por lo que nos reímos.
-Vamos, Cris.
Carlos me cogió del brazo y tiró pero yo, enganchada a Blas como estaba, no me moví.
-No.
-¿Cómo que no?
-No. Sin Blas no me voy.
-Antes te fuiste sin él.
-Porque no estaba.
-Bueno, pues vamos Blas.
-Pero...-empezó este.
-AHORA.
Nos dio tanto miedo que nos levantamos de un salto.
-Os dejamos aquí con el enano, ¿vale?-dije.
-Claro, iros sin preocuparos de nada-dijo Dani, totalmente pendiente del niño.
En esto que David, que había estado jugando a hacerle de rabiar a Breaker, de repenté gritó y todos le miramos pues Breaker se había cansado y le había saltado al pelo.
-AHHHHHHHH.
Para cuando conseguimos quitarle el gato, tenía el pelo hecho unos zorros.
Ninguno lo sabíamos en ese momento pero, desde aquel instante, David se la tenía jurada a Breaker.
Carlos, Choco, Blas y yo nos fuimos tras aquel incidente.
Carlos iba delante con Choco.
No paraba de hablar, se supone que a nosotros, pero los dos no le hacíamos apenas caso.
Yo estaba ida, totalmente perdida en mis pensamientos.
-¿En qué piensas?-me preguntó entonces Blas.
-En ti.
-¿De verdad?
-Tú siempre serás la respuesta cuando alguien me pregunte en qué estoy pensando.
Se río con aquella risa tan peculiar que tenía, que siempre que la oía hacía que el corazón me latiese más fuerte contra el pecho, antes de besarme.
-Y entonces fue cuando ella dijo que... ¿Pero me estáis escuchando? ¿Eh? ¿Hola? ¡Os estoy hablando! Al menos podríais prestarme algo de atención... Yo con vosotros dos no vuelvo a salir. Me dejáis solo.
-Tienes a Choco.-le dije.
Me miró entrecerrando los ojos y no supe identificar qué quería decirme con eso.
-No te enfades tonto-dije, abrazándole por detrás-Estabas diciendo que ella se creyó que de verdad tenía un perro en el veterinario cuando ni siquiera tenía un perro. ¿Ves cómo te estaba escuchando?
-Ah, vale.
Y ya se puso feliz de nuevo.
Esos cambios suyos no me gustaban nada.
Verle serio era como estar observando un cielo despejado y que este, de pronto, se tornase de nubes grises de tormenta.
Al menos, eso me parecía a mí.
-¿Y desde cuándo se le dan a Dani tan bien los niños? Nunca lo hubiera sospechado.
-Ya ves. Dani es así.
-Es que en cuanto han venido los dos y han visto al niño, ni gato ni porras. Sigrid siempre ha tenido más debilidad por ellos, pero...
-A ti te van más los niños con triciclo, Cris, que yo lo sé.
-Carlos, que me olvides. Sácame de tu mente.
-Como mandes.
-Qué obediente.
-¿Te conozco?
Le lancé una patada.
-Oh, venga, no os peléeis más. Siempre estáis igual.
-¡JAAA!-se río Carlos-Blas te ha regañado.
-Y a ti, palurdo.
-Pero no está saliendo conmigo.
-Porque más quisieras tú.
Blas y yo nos reímos de él, porque le dejé roto.
-Cris, ¿no tienes ganas de echar una foto?
-Bueno, ahora que lo dices...
-Pues fotografía un paisaje. Y piérdete en él.
-JAJAJAJA ¿Eso lo has pensado tú sólo o te ha ayudado alguien?
Tras eso, dejó de hablarme.
Hay que ver el tío, cuando le daba, le daba.
Volvimos a casa y Sigrid y Dani seguían con el niño y Breaker exploraba la casa porque David le miraba mal y Álvaro pasaba del gato.
-Qué silencio-dijo Dani una vez que nos dejamos caer en el sillón.
-Es que Carlos no me habla-dije.
-¿Es eso posible?-preguntó Álvaro.
-Eso parece.
Estaba callado.
-Carlos, habla.
Nada.
-CARLOS POR DIOS, CON LO QUE TÚ HABLAS.
Sin resultado.
-CARLOS POR FAVOR, NO PUEDO CONCEBIR LA VIDA SIN OÍRTE, NO ME HAGAS ESTO...-dije, con tono muy dramático y exagerando la escena, tirándome sobre él.
-¿De verdad?
Le miré.
-No, o no sé, pero ya me has hablado.
-¡QUITA!
Me senté de nuevo sobre Blas mientras nos reíamos de la trampa en la que había caído.
Tras esto, llamaron al timbre.
Sigrid fue, porque yo del lado de Blas dije que no me movía.
-Es tu tía. Viene a por Álvaro.
-¡No!-dijo Dani-Que se lleve al otro.
-¡EH!-protestó Álvaro.
-¡NO, A ÉL QUE NO SE LO LLEVE!-dije yo, agarrando a Álvaro del brazo. (Pero no a mi primo, sino a Álvaro, Álvaro. Álvaro Gango).
Mi tía subió y, al igual que hicieron mis padres en su día, se asombró al ver la cantidad de chicos por metros cuadrado que había en nuestra casa.
Se los presentamos a todos, sobre todo con especial interés a Blas, le dimos a Álvaro (a mi primo. Dani la quiso engañar para que se llevase al mayor, pero David y yo le saboteamos el plan) y le contamos lo bien que lo habíamos cuidado.
-Pues si eso, os lo dejo otro día.
-¡SÍ, SÍ, SÍ!-dijeron Dani y Carlos.
-Sí, vale, lo que quieras-dije, aceptando.
Nos despedimos de ella y se fue.
-Bueno-dijo Álvaro-Supongo que ya es hora de que nosotros también nos vayamos.
Y se levantaron los cinco del sillón con una coordinación envidiable.
Agarré a Blas de la mano.
-No, no te vayas. Quédate.
-Pero mañana tienes uni.
-¿Y? No te vayas.
Me miró por unos segundos.
-Pues no me voy. Ale, chicos, hasta mañana.
-¡Qué listo!
-Pues si él se queda, yo también.-dijo Carlos.
-¡Ah, no! Tú ahora te vas.-dije, empujándole hacia la puerta-¿No que no querías hablarme? Pues fuera.
-Me quedo, nos vamos a las cuatro de la madrugada y hablamos.
-Eso el viernes o el fin de semana, mañana debo madrugar.
-¡Nada de irse a esas horas por ahí!-dijo Blas, y nos reímos.
Dani cogió su gato, nos despedimos y se fueron.
Abracé a Blas.
-Al final te has quedado.
-Era lo que querías, ¿no?
Asentí con la cabeza, sonriendo.
Nos quedamos mirando.
-Emm...Esto... Voy a cambiarme de ropa y ver qué tenemos por ahí de cena.-dijo Sigrid, yéndose.
Nos reímos.
-Pobrecita, la hemos echado.
-Marginamos a Carlos y ahora esto.
Me reí.
-Yo también voy a cambiarme y a buscarte el pijama de mi hermano que te dejé la otra vez, que no sé dónde le dejamos.
-Qué cabeza.
-Tú siempre ocupas mis pensamientos. Por eso se me olvidan las cosas.
Me giré para ir a mi cuarto, pero él me agarró de la cintura, me dio la vuelta y me besó.
Me reí sobre sus labios y retrocedí para apoyarme en la pared mientras le agarraba la cara con las manos, atrayéndolo hacia mí.
-Ah, ya recordé dónde está-dije, al separarnos.
Me cambié, le encontré el pijama, se lo di y le dejé cambiándose en mi cuarto mientras yo iba a la cocina, con Choco tras mis pasos.
-S, ¿qué haces?
-La cena.
-¿Puedes ser más específica?
-Filetes de pollo con patatas.
-Gracias.
-¿Y Blas?
La miré entrecerrando los ojos.
-¿Qué quieres de él?
-Nada, idiota, sólo pregunto dónde está, por si lo has perdido otra vez.
-Oye, a veces Carlos y tú os podíais ir los dos muy lejos, eh...
Ella se río.
-¿Y por qué con Carlos?
-Porque así lo pierdo de vista.
-Eres cruel con él.
-Y él es imbécil conmigo.
-¿Quién es imbécil contigo?-preguntó Blas, entrando en la cocina.
Choco ladró y fue hacia él, al mismo tiempo que yo.
-¡Quita, chucho! ¡Yo voy antes!-dije, intentando apartarlo.
Tanto Blas como Sigrid se rieron.
-¿Pero de quién hablábais?
-Nada, Blas. De Carlos.
-Ah.
-A ver, vosotros dos, dejad de abrazaros e ir poniendo las cosas en la mesa.-dijo Sigrid, tirándonos, y no literalmente, vasos, platos y cubiertos.
-¿Qué le pasa?-preguntó Blas mientras íbamos al comedor.
-No sé-dije, encogiéndome de hombros-Le habrá venido la regla.
-JAJAJAJAJAJAJAJA.
-¡¿De qué os reís?!-preguntó desde la cocina.
-¡Nada, nada! ¡Choco, que es muy mono!-dije, mintiendo a más no poder.
Pero era una mentirijilla piadosa, vosotros lo sabéis.
Cenamos mientras jugamos con el resto de Auryn a los anuncios mediante el grupo de WA. Exacto, teníamos puesto todos la misma cadena y, cuando empezaba el programa, para seguir jugando, cambiábamos a otra.
Tras la cena, Sigrid y yo nos jugamos a piedra, papel, tijera lo de fregar los platos y perdí yo.
-No es justo.-protesté.
-Pues hija, te he dado cinco oportunidades. Mi culpa no es si las has perdido todas.
-Oye que he ganado una.
-Menos hablar y más fregar platos.
Hinché los mofletes, fingiendo ofenderme, y me fui a la cocina, acompañada del perro mientras Sigrid y Blas seguían con el juego de lo anuncios.
Choco gimoteaba por detrás mía.
-¿Qué te pasa, corazón? ¿No te hemos dado de cenar a ti? Qué malas que somos, ¿Verdad, cielo?
Le puse comida y le llené de nuevo el cacharro de agua, pero, tras arrasar con la comida, me seguía mirando con cara de pena y lloriqueando.
-Has comido, ¿se puede saber qué mierdas te pasa? ¿Carlos te pasa o qué? Pasas mucho tiempo con ese niño.
Cogí el móvil y llamé a Carlos.
-Hola, fea.
-¿Te llamo y me insultas? Vete al carajo.
Le oí reírse.
-Nada, mujer, que era una broma. Jo, eres como Dani. Os tomáis muy a pecho lo que digo.
-Bueno, no importa. Ya arreglaré cuentas contigo. Aquí tengo a Choco llorando y no sé qué hacer. Ayúdame.
-¿Qué le hiciste?
-¿Qué insinúas, so tonto? ¡Nada! Lloraba, le di de cenar y sigue llorando.
-Si es que él quería que yo me quedara y tú me echaste.
-Sí, claro, ahora yo soy un monstruo sin corazón y blablabla. No es mi culpa que mi perro se haya enamorado de ti, ¡sólo dime cómo lo callo!
-Pues...
-Espera, que te lo paso.
Le puse el móvil al lado de la oreja y, al oír a Carlos, empezó a ladrar y a mover el rabo.
Funcionaba.
Entonces Choco cogió el móvil con los dientes y salió corriendo con él.
-¡EH TÚ! ¡VUELVE AQUÍ!
Le perseguí hasta el salón y Sigrid y Blas miraban cómo perseguía al perro.
-¿Qué haces, loca?
-CHOCO TIENE MI MÓVIL.
Al final me tiré sobre él, forcejeamos en el suelo mientras oía a Blas y a Sigrid apostar sobre si ganaría el perro o yo y al final le quité el móvil.
Lo malo es que estaba totalmente lleno de babas de perro.
-Puag. Carlos, ¿sigues ahí?
-Sigo aquí. ¿Se puede saber qué ha pasado?
-Choco, al oírte, me quitó el móvil y huyó con él. Empiezo a pensar que te ama de verdad.
Se río mientras iba a la cocina, limpiaba el móvil a conciencia y me lo colocaba en el hombro de manera que no se me callera mientras fregaba.
-¿Y qué haces?
-Estoy fregando platos. ¿Y tú?
-Tirado en el sillón viendo la tele.
-Qué vida te das, ¿eh?
-Ya ves. Estoy muerto. Álvaro... Ha sido una paliza.
-Mira, el que decía que yo era una exagerada cuando dije que los niños te quitaban la vida.
-Debí de haberte creído.
-Pues sí. Así aprenderás. Choco, que te vayas, no quiero verte, estoy enfadada contigo.
-Pobrecito.
-No le defiendas que la cosa no va contigo. Es entre madre e hijo.
Se río.
-¿Y Sigrid y Blas?
-En el salón.
-¿Blas no está contigo?
-No.
-JAAAAAAAJAAAA.
-¿Hay alguien contigo en tu casa?
-No.
-Pues entonces no sé de qué te ríes de mí, marginado.
-Hala, tú.
-JAJAJAJAJAAJAJA Pero es que es verdad. ¿Y no te da miedo estar ahí, tú solo?
-¿Cómo lo sabes?
-Pensé que esa era la razón por la que querías que te adoptáramos en casa.
-¿Puedo ir?
-Oh, por supuesto que no.
Y me reí.
-Jo.
-Ya es tarde y no quiero que vayas por ahí solo a estas horas. Te dije que el viernes o el fin de semana, ¿si? O incluso nos haces sitio en tu casa. O sólo a mí, si Sigrid no cabe. Y me llevaré a Choco.
-¿Me lo dices de verdad?
-Carlos, yo no miento.
Bueno, a Sigrid antes con lo de Choco pero eh, no podemos considerarlo una mentira, ¿no?
-¡Bien!
-¿Entonces tenemos planes para este fin de semana? 
-Sí. 
-¿En tu casa o en la mía?
-Cris, eso ha sonado muy mal...
-¡Tú que eres un malpensado!
-JAJAJAJJAJAJAJAJA Me gusta cuando te enfadas así.
-¿Si? Pues qué felicidad.
Se rió de nuevo.
-En la mía, si quieres.
-Vale. La verdad, lo prefiero.
-Y si Sigrid no cabe, no te preocupes. Aún tengo por aquí algunas cajas vacías...
-JAJAJAJAJA Dios, eres malvado. Desconocía esta faceta tuya.
-Ah, hay muchas cosas que no sabes de mí.
-Te llamas Carlos Pérez Marco, vives en Alicante, tu madre se llama Encarni, tu color favorito es el amarillo, calzas un 42, mides 1´70, de pequeño más de una vez tus bromas te han metido en problemas...
-¿Y tú cómo sabes tanto?
-Me lo has contando tú.
-Yo no sé tanto de ti.
-Me llamo Cristina Vila del Viejo, vivo en Madrid, mi madre se llama Ana Isabel, mi color favorito es el morado, calzo un 35, mido 1´55, de pequeña más de una vez me he perdido en el supermercado... ¿Contento? Ya estamos en igualdad de condiciones.
Se rió bastante.
-¿Un 35? ¿En serio?
-Sí, si me pongo tus zapatos pareceré el actor secundario Bob.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
-Me da lástima, pero tengo que dejarte ya. Estoy muy cansada y mañana madrugo.
-Vale, mañana hablamos.
-Claro, ya no concibo la vida sin oírte, ya sabes.
Se rió, nos despedimos y colgué.
Fui al salón y Sigrid y Blas seguían allí.
-¿Qué hacías en la cocina?-dijo Sigrid, mirando el reloj.
-Fregaba los platos y hablaba con Carlos. Ya sabes cómo es, no calla.
Me dejé caer en el sillón al lado de Blas, pero al final me deslicé y me acabé tumbando a su lado.
Apoyé la cabeza sobre él y cerré los ojos.
Esta vez, aparte de porque estaba divina donde estaba, porque estaba mortalmente cansada.
-¡Oins, mirad!-dijo al rato Sigrid.
Y nos enseñó una foto que Dani le había mandado de él y Breaker.

-Ohhhh.
Tras eso, volví a cerrar los ojos.
-Cris, si te vas a dormir, vete a la cama.
-Mm, vale, S. Vente, Blas.
-Voy.
-¿Te vas, Sigrid?
-No-dijo mi amiga, sin levantar la vista del móvil-Ahora me iré.
-¡Venga ya, deja el móvil! Breaker y Dani seguirán ahí por la mañana cuando despiertes-dije, quitándoselo.
-¡EH, DAME! ¡ESTABA HABLANDO CON DAVID!
-Uy, vale, vale, usted disculpe... Vámonos, Blas.
-Hasta mañana, S.
-Adiós, Bris.
-¿Bris?-le pregunté a Blas mientras íbamos a mi cuarto, seguidos por Choco.
-Ha juntado nuestros nombres.
-Qué inteligente, mi amiga.
Nos tumbamos en mi cama y nos tuvimos que adaptar a Choco, que se estiró en esta cuál largo era. Que era pequeño, pero el tío, como abultaba.
-Gracias por haberte quedado, de verdad.
Blas se río.
-No hay de qué, yo quería quedarme.
Le abracé.
-Eres demasiado bueno para mí.
-No digas eso, no es cierto.
-Yo lo veo así.
-Pues no lo veas.
-No, si ver ahora mismo no veo nada...
Ambos nos reímos.
-Te quiero. No te lo digo tanto como me gustaría pero te quiero.
-Lo sé.
-Bendigo el día en que se me ocurrió ir a París por eso de las fotografías. Y, por supuesto, bendigo al hombro del bigote gigante que nos alquiló ese coche que murió en la carretera.
Se río.
-Eh, gracias a eso, pudimos conoceros.
-Bueno, estábamos alojados en el mismo hotel. Quizá hubiéramos coincidido allí por otro motivo.
-Sí, Álvaro hubiera volcado al señor de la colchoneta y nosotras nos habríamos ahogado por el tsunami.
-Podría ser.
-Jajajajajaja. Cualquiera que hubiera sido la manera de conocernos, la bendigo. Habéis cambiado nuestra vida, la de Sigrid y la mía, de una manera inimaginable. Y tú no sólo me la has cambiado, sino que me la das.
Nos besamos y Choco se retorció hasta que consiguió separnos.
-Este perro es lo peor, de verdad te lo digo.
Blas se rió y entonces me percaté de que, por debajo de la puerta, aún se colaba luz del salón.
-¿Y esta niña cuándo se va a ir a dormir?
-Déjala que se vaya cuando quiera.
-Sí, claro.
Nos reímos mientras cogía el móvil de la mesilla de noche.
"¡A la cama ya! ¡Vamos!"
"YA ME VOY YA xP"
Un par de minutos después, la luz se apagó.
-Nada nos dice que desde su cama no sigue hablando con David o con quién sea.-dijo Blas.
-Cierto. Pues nos tendremos que quedar con la duda, porque yo tengo sueño.
Hablamos por un rato, mientras que él me tocaba el pelo y Choco roncaba.
-Blas, por la nuca no, que tengo cosquillas.
-¿Cómo? ¿Así?
-JAJAJAJAJAJAJA NO, PARA, POR FAVOR. AUXILIO. CHOCO, DESPIERTA JAJAJAJAJAJAJAJA NOO QUIETO NOOO.
Le pegué.
-¡Ah!
-¿Te pensaste que a ti no te daría?
-Sí, la verdad.
-Pues ya ves que no. 
Le abracé.
-Eres mi osito.
-¿Eh?
-Es que no tengo peluches.
Nos dio la risa con eso, despertamos a Choco y se fue a dormir al suelo. Si es que a ver, nosotros ya le dijimos que se fuera con Sigrid, pero él quería vigilarnos (creemos).
Desperté y apagué el despertador todo lo rápido que pude para que este no despertara a Blas.
Bien, misión completada con éxito.
Me arreglé, me vestí y fui a la cocina a desayunar, donde vi a Sigrid.
-¡Buenos días!
-Para ti también. ¿Qué tal?
-Oh, bien.
Empecé a contarle mientras desayunábamos la conversación de ayer con Carlos y, cuando habíamos acabado, Blas hizo acto de presencia en la cocina.
-Oh, ¿te has despertado?
-Jo Cris, si le ves ahí, será porque sí...
Taladré  a mi amiga con la mirada mientras abrazaba a Blas y le decía un sonriente "Buenos días".
-¿Te desperté yo al levantarme?
-Sí, pero no importa. Igualmente tenía que levantarme a esta hora. Estamos recibiendo las primeras canciones del nuevo disco.
-¡Qué bien!
-Nosotras tenemos que irnos ya.
-¿Sacas al perro antes de irte?-le pregunté a Blas.
-Claro.
-¡Gracias! Te dejo mis llaves, cuando quieras, me las devuelves.-dije, guiñándole un ojo y dándole un rápido beso antes de seguir a mi amiga hasta la puerta de la calle-¡Adiós!
De camino a la facultad, estuvimos hablando de esto y lo otro, de Breaker, de David, de mí, de ella, de Choco, de Blas, de Breaker otra vez...
Ese día se me hizo largo, como todos, pero algo cambió.
Mi querido profesor de fotografía (por favor, nótese el sarcasmo), cuando me disponía a abandonar la clase (Pedro últimamente salía corriendo al verme, a ver, yo ya sabía que asustaba y daba miedo, Carlos lo decía, pero para llegar a ese extremo...) se me acercó y me tendió una revista.
-¿Qué es esto?
-Creo que te interesará. Léela y me dices.
Por no decirle que "no" y quizá llevarme un suspenso, cogí aquella aburrida revista de fotografía, le di las gracias y salí de clase leyéndola.
¿Qué narices me podría interesar a mí de una revista llena de fotos? Me gustaba hacerlas, no verlas.
-¿De dónde has sacado eso?-me preguntó mi amiga cuando nos reunimos.
-Yo qué sé, me lo dio Peinado. Dijo que me interesaría.
-¿Y te interesa?
-La verdad es que no.
Volvimos a casa (yo mirando aún la revista, pero así por encima...) y, cuando entramos en el portal, Carmen estaba hablando con la vecina del segundo y del quinto y, al vernos aparecer por allí, nos miraron y se callaron.
-¿Todo bien?-les pregunté.
Ellas asintieron con la cabeza y Sigrid y yo nos dirigimos al ascensor.
-Sí, la rubia. Estaba aquí, con el chico que os digo y el perro.
Sigrid y yo nos miramos y nos acercamos a escuchar de qué hablaban.
Oye, si era un buen cotilleo, bienvenido fuera. A veces, pecábamos las dos de cotillas, pero nada, cotilleo sano.
-¿Pero no tenía novio ya?
-¡Es lo que os intento decir! Siempre suben muchos chicos a casa. Cinco, he contado. No sabemos qué harán ahí, pero sí, parece que ella sale con uno moreno.
-¿Y entonces el rubio?
-Les veo mucho sacando al perro juntos, aunque a veces va con Sigrid.
Mi amiga y yo nos quedamos mirando y juntamos dos más dos y, de repente, entendimos todo.
Sigrid intentó agarrarme, pero yo salí de detrás del ascensor dando gritos.
-¡A VER QUIÉNES SOIS VOSOTRAS PARA IR METIÉNDOS EN MÍ VIDA, AH! ¡¿QUÉ OS IMPORTA A VOSOTRAS ESO, VIEJAS SIN VIDA SOCIAL?!
Ellas, al verme, huyeron en estampida por la escalera (siendo señoras mayores muy lejos no iban a llegar...) y Carmen se escondió en la portería.
-¡Y NO SOY RUBIA! ¡SOY CASTAÑA CLARA!
-Cris, ya vale, ya se han ido.
-YA PUEDEN HUIR LAS CONDENADAS PORQUE SE IBAN A ENTERAR, MALDITAS SEAN.
Subimos a casa y yo tenía un cabreo del tres al cuarto.
-A ver la jodida cotilla esa, va a hurgar en mi vida, será posible, si ya se lo dije yo a Carlos, pero ¡ja! No pensé que lo haría, sabía que era cotilla, pero, ¿tanto? Ay madre, si nos controla y todo, te juro que yo la...
-Cris, ya cálmate.
-Me calmaré cuando la mate. A ella y a sus amigas. Sé dónde viven.
Sigrid se rió.
-No vas a hacer nada de eso. ¿A qué se refería con eso de Carlos y Choco?
-Supongo que se refería a cuando me atrapó aquí en el portal y me hizo cosquillas mientras Choco ladraba, pero no es nada raro, quién sabe, si hubiéramos seguido escuchando, seguro que hubiera exagerado o cambiado al escena. No es la primera vez que lo hace. Ahora nos va a dejar por golfas en el edificio.
-Mm, es verdad.
-Yo voto por despedirla. Largo de aquí, fuera.
-JAJAJAJAJA.
Comimos mientras yo seguía con mi cabreo y, tras eso, nos fuimos a comprar porque falta nos hacía.
Al pasar por la portería, Carmen, al verme, se metió corriendo dentro de esta.
-Huye, huye, que no podrás evitarme toda la vida.
-Cris, así das miedo.
-Va a ser que Carlos tiene razón. Pedro, cada vez que me ve, huye.
-¿Y cuándo se tiene que sentar a tu lado en clase?
-Se sienta en el límite de la silla.
-JAJAJAJAJAJA.
Cogimos el coche porque cargar con las bolsas desde tan lejos (unos 50 m, quizás, puede que algo más, pero no mucho) era muy cansado.
Hicimos las compras deprisa, sin pausa y sin perderme a mí (cosa que era importante y bastante complicada).
Volvimos a casa y colocamos la compra, tras eso, me dejé caer en el sillón.
-¿Sigues enfadada?-preguntó Sigrid.
-¿Qué si sigo queriendo matar a quién?
Ella se río mientras Choco la atacaba (es decir, se tiraba sobre ella. Había cogido esa mala costumbre de tirarse sobre todo el mundo. No sé si se lo habría enseñado Carlos, otro que también hacía lo mismo, pero con la cabeza por delante) y entonces le quité el móvil para cotillearle.
-Uyuyuy eh, hablaste con David hasta la una.
-¡EH, NO ME ESPÍES! Luego dices de Carmen.
-Anda, no me insultes.
-Pues no me mires las conversaciones. Yo no miro las tuyas.
-Pues toma-dije, tendiéndole mi móvil mientras subía para arriba en su conversación con David.
-No me interesan tus mensajitos con Blas.
-¿Y quién dice que sólo tengo mensajitos con Blas?
-Bueno, anda trae.
-Si en el fondo, Sigrid, tú también eres una Carmen. No lo nieges.
Me pegó una colleja y seguí leyendo sus mensajes con David en silencio hasta que le sonó el móvil.
-¿Quién es?
-Es Dani.
-Ah, pues dame.
-Nah, lo cojo yo.
-Cris, dame el móvil.
-Yo lo tengo, yo lo cojo.
-¡Pero me está llamando a mí!
-¿Pero quién lo tiene?
Se tiró contra mí para quitarme el telefóno, mientras yo descolgaba y me partía de risa.
-¿Si? JAJAJAJAJAJAJAJA AH, NO AJAJAJAJAJAJAJA
-¿Sigrid? ¿Estás bien?
-Fantásticamente, quitando el pequeño detalle de que no soy Sigrid. Soy Cris. Pero hola, eh. Encantada JAJAJAJA AH, NO ME PEGUES.
-¿Y qué haces con el móvil de Sigrid?
-Le estaba mirando sus conversaciones. Me gusta. Y ¡AH! está intentando quitármelo, pero JAJAJAJAJA no puede.
-Siempre liándola. Carlos también hace eso. Siempre sois los mismos.
-Pero, ¿por qué me insultas? ¿Qué te he hechAHH?
Sigrid consiguió engancharme, me metió una paliza de esas que te dejaban rota por, al menos, una hora,me quitó el teléfono y, para asegurarse de que no se lo volvería a quitar, se fue a la habitación a hablar (o eso o que no quería que la escuchara, quién sabe. Quizá se pensaba que luego le vendería la información a Carmen).
Salió al cabo de un rato y vi que se ponía la chaqueta y se dirigía a la puerta.
-¿Te has enfadado conmigo y por eso te vas?
-No, he quedado con Dani y por eso me voy.
-¿Y David no sufrirá si le digo eso?
Me metió otra paliza.
-He quedado con él por asuntos de Breaker. Dice que Blas está al caer, así que no estarás sola. Luego hablamos.
-Ah...Vale.
Y se fue.
Dios, qué dolor. Qué paliza. Nah, habían sido un par de golpes, pero yo era muy exagerada.
-Claro, asuntos de Breaker. Ahora se pone esa excusa para ligar.
Y me empecé a reír sola.
Merendé chocolate y, cuando volvía al salón, llamaron a la puerta.
Choco fue corriendo, así que debía de ser Blas, por lo que echamos una carrera hacia la puerta y ganó él.
-¡QUITA, CHOCO! ¡FUS!
Abrí la puerta y, en efecto, era Blas.
Le saludé, le abracé y le dejé pasar.
-Ay, no me des ahí, que Sigrid me ha pegado.
-¿Y qué has hecho?
-Yo nada, sólo quitarle el móvil para ver sus conversaciones. Habló con David hasta la una, tenías razón.
-¿Y qué se dijeron?
-La verdad, no me acuerdo. Había muchos emoticonos y tonterías. Quizá hablaban en clave.
Ambos nos reímos mientras pasamos al salón, con Choco ladrando y corriendo de un lado a otro de la casa.
Dios, qué culo inquieto de perro. Cual Carlos.
Nos dejamos caer en uno de los sillones y estuvimos hablando primero de mi día y segundo del suyo.
-¿Y qué tal esas nuevas canciones? ¿Habéis eligido alguna?
-Alguna tenemos sí, pero también tenemos que escribir las nuestras.
-Estoy mucho más deseosa de escuchar esas. ¿Sobre qué escribiréis?
-Aún no nos hemos parado a pensarlo, pero tenemos que pensarlo pronto.
-Si necesitais ayuda... Sigrid piensa muy bien.
Ambos nos reímos y después le estuve contando lo sucedido con Carmen.
-Así que ahora la odio.
-Pensé que érais amigas.
Le miré mal y se río.
-Sí, claro, quedábamos para ir de compras y tejer, ¿no?
-Quién sabe.
-Yo sé.
Me reí y me acerqué a él.
-No sé si voy a poder aguantar mucho más-dijo.
-¿Sin qué?
-Sin besarte.
Le sonreí.
-No aguantes, hazlo.
Y me hizo caso.
Pero llamaron al timbre.
-¿Quién será...?
Fui a la puerta y miré por la mirilla.
-¿Quién es?-preguntó Blas por el salón.
-¡Adivina!
Y abrí la puerta.
-¿Se puede saber qué haces tú todos los días en mi casa?
-Venir a comer chocolate.
-Pues podrías comerte el tuyo, que tienes. Anda, pasa.
-¿Quién er...? Oh.
Blas se interrumpió al ver a Carlos entrar en el salón.
-¡Blas! ¿Cómo tú por aquí?
Me crucé de brazos y le miré.
-No sé, dinoslo tú...
Se nos quedó mirando a los dos y su vista pasaba de Blas a mí, de mí a Blas.
-¿Interrumpí algo, verdad?
Era listo.
-Bah, no tiene importancia.
-Si queréis me llevo al perro y vuelvo en un rato, de verdad que yo...
-Te he dicho que no tiene importancia.
-Que yo no quiero molestar, de verdad, que cojo y...
-¡Qué no tiene importancia!
-¡Ah, vale! Pues si no la tiene, me siento aquí.
Y se tiró en el otro sillón.
Me senté de nuevo al lado de Blas y nos pusimos a mirar a la tele.
Entonces, él me tocó el costado, me reí y le pegué, volvió a darme y así nos pusimos a hacer el imbécil, así hasta que nos volvimos a besar.
-Si que interrumpí algo, sí...
-¿Ya quieres dejar ese tema?
-¿Y Sigrid, a todo esto?
-Jo, Blas, a buenas horas te acuerdas de mi amiga...
-JAJAJAJAJAJAJA-se rió Carlos.
-Se ha ido con Dani. Asuntos de Breaker. Eso me dijo.
-Sí, claro, y ella que lo diga.-dijo Carlos.
-¿Sabes que se tiró hablando por WA con David hasta la una?
-¿Si?
Y empezamos a cotillear.
-Ah, bueno y no te pierdas lo de Carmen.
-¿La portera el visillo?
-Esa misma.
Y se lo conté.
-JAJAJAJAJAJAJAJA
-Y encima va y me dice rubia.
-Es que eres rubia.
-¡NO SOY RUBIA! ¡SOY CASTAÑA CLARA!
-Que me grites a mí no va a cambiar la realidad.
-Blas, yo le mato.
-Y yo no me opongo.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
Se levantó del sillón.
-Voy a sacar a Choco en un momento y vuelvo, así os dejo que sigáis con vuestras cosas.
No sé con qué cosas querría dejarnos, porque volvió al momento.
-¿Ya? ¿Tan pronto has vuelto?
-Era por si me echábais de menos.
Nos reímos y me sonó el teléfono.
-Es David. ¿Sigrid no me pegará si lo cojo?
-JAJAJAJAJAJAJAJAJA.
-Dígame.
-¡Hola, Cris! ¿Qué tal?
-¡Muy bien! ¿Y tú?
-Muy bien, también. Quería decirte que te vengas para casa.
-¿A cuál? ¿A la tuya?
-Sí, es que tengo aquí a Sigrid y Dani y Álvaro ya estab aquí, así que faltaís vosotros y Carlos, que no consigo localizarle. ¿Sabes dónde está?
-¿Qué si lo sé? Sólo escucha.
Me callé y se pudo oír perfectamente su risa desde el salón, ya que yo me había ido a la habitación porque con lo alto que hablaba, no se oía nada.
-¿Está ahí?
-Sí, aquí está con Blas y conmigo.
-Pero si le estoy llamando al móvil y...
-Espera.
Fui al salón.
-Carlos, ¿y tú móvil?
-¿Para qué lo quieres?
-Que te calles y me lo enseñes.
Lo buscó por los bolsillos y por la chaqueta.
-Pues en mi casa está. Me lo he dejado.
-Ah, perfecto. Se lo dejó en casa.
-Y así podía estar yo llamándole. ¿Os venís entonces?
-Sí, claro.
-Tengo piscina, así que tráete un bañador y otro para Sigrid.
-¿Pero estás loco? ¿Tú crees que hace tiempo para bañarse?
-Pues Álvaro se ha bañado...
-¿Se ha bañado o le habéis bañado?
-Él iba andando por el borde... Y le empujamos... Fue un accidente.
-JAJAJAJAJAJAJAJA Claro. Pues eso a Álvaro no se le hace. Os vais a enterar cuando vaya.
-¿Qué pasa aquí, Sigrid defiende a Carlos y tú a Álvaro o qué?
-No sé. Sí, puede.
-¿Y a mí quién me defiende?
-Choco.
Ambos nos reímos.
-Vale, ahora vamos.
-Y con bañador.
-Pero...
-Te vas a bañar con o sin él. Tú verás.
-¿Otro accidente?
-No se pueden evitar.
Me reí.
-Vale, ahora vamos. Y con bañador.
-Bien, ¡adiós!
Colgué y fui al salón.
-Que David dice que vayamos a su casa, que están todos allí y que sólo faltamos nosotros.
-Ah, pues vale.
-Pero que llevemos bañador.
-Él tendrá para dejarnos allí-dijo Carlos, levantándose del sillón.
-Sí, para vosotros sí, pero para mí no, así que te sientas en el sillón y te esperas a que me vista.
Se sentó de nuevo sin decir nada.
-Tardo cinco minutos.
Tardé algo más porque tuve que buscar los bañadores en el armario. A ver, sí que hacía calor, pero David estaba loco. ¿Y que tenía piscina? Pero, ¿qué casaza tenía?
Me puse el bañador y la parte de arriba, pero algo me fallaba. Normalmente, era Sigrid quién me lo ataba pero ahora no estaba.
En fin, qué más daba, fui al salón.
-Blas, ¿me lo atas?
-¿Eh? Ah, claro.
-¿Es que tú no sabes o qué?-dijo Carlos.
-Siempre lo hace Sigrid, pero no está. Y sé, pero siempre lo dejo flojo. Y prefiero no arriesgarme.
Se partió de risa en el sillón.
Blas lo ató.
-¿Así está bien?
-Así está perfecto, muchas gracias. Ya acabo.
Le di un beso en la mejilla y fui a mi cuarto.
Me puse los pantalones cortos amarillos del otro día, manoletinas negras y una camiseta que dejaba al descubierto parte de mi hombro y mi ombligo que decía "I love my boy".
Cogí un bolso y metí en él el bañador de Sigrid y quinientas tres cosas más que encontré por mi encimera.
Fui al salón.
-Ya podemos irnos.
Bajamos al portal y Carmen se nos quedó mirando raro.
-Dadme una buena razón para no matarla ahora.
-Tienes que llevarnos a casa de David-dijo Carlos.
-Vale, me has convencido.
Subimos al coche y Carlos se sentó detrás.
Me fueron indicando el camino.
-Voy a necesitar un GPS para ir a vuestras casas, "casa de David", "casa de Dani"... 
-Te lo regalamos para tu cumple.
-¿Cuándo es?
-El doce de julio. El mismo día que mi madre.
-Pues le regalamos otro a ella.
-Claro.
Y nos reímos.
Al rato, llegamos a casa de David y, al entrar, Sigrid y yo nos fundimos en un dramático abrazo de reconciliación (recordemos que Sigrid se fue con Dani tras darme no una, sino dos palizas).
-Cuánto amor hay entre vosotras, ¿no?-dijo Dani.
-¿Celoso, eh, Dani?-le dije.
A los dos minutos yo estaba enganchada al marco de una puerta con ambas manos mientras Dani tiraba para intentar tirarme a la piscina.
-¡AH, NO, AYUDA! ¡SIENTO LO QUE DIJE! ¡NO IBA EN SERIO!
Carlos pasó por allí, tras haberse puesto un bañador de David que se tuvo que atar con cinco nudos.
-¿Pero qué hacéis?
-¡Ayuda!-dijimos Dani y yo a la vez, aunque claro, con diferentes significado.
Carlos nos miró a los dos, pensando a quién ayudar.
Y me soltó las manos.
-¡SERÁS TRAIDOR! CUANDO SALGA DE ESTA, IRÉ A POR TI.
-Aquí te espero-dijo, despidiéndome con la mano, mientras Dani me arrastraba a la piscina.
-¡Sigrid!-grité, pero mi amiga se había metido en el baño a cambiarse y dudo mucho que saliera a ayudarme.
Llegamos a la piscina.
-¡Dani, no, que está fría y moriré! ¡No lo dije en serio!
-¡Oh! ¡Otro accidente!-dijo David, riéndose.
-Cuando yo te empujé en París, sobreviviste-dijo Carlos.
-A mí no me hables, traidor.
Álvaro vio la escena y acudió en mi ayuda. El resultado fue que él acabó de nuevo en el agua.
Accidentes, como diría David.
Nos reímos del fatal desenlace de Álvaro.
-Bueno, ahora vas tú.-dijo Dani, volviendo al tema principal.
-¡No!
Y me enganché a él con brazos y piernas.
-Pues me tiro, a mí me da igual.
-Al menos, déjame que me quite la ropa, no quiero tenerla empapada.
-Tienes un minuto, sino, al agua con ella.
Se la tiré a Blas, junto con el móvil y todo.
-Dani, por tu gato, no me tires.
A David y a Blas le dio la risa con eso.
-¿Qué pasa aquí?-dijo mi amiga, apareciendo en la escena.
Aproveché para salir corriendo, pero Dani me atrapó.
-SIGRID AYÚDAME.
-¿Y cómo?
-PUES PIENSA.
Dani me arrastraba de nuevo hacia la piscina mientras Sigrid preguntaba por toallas a David, le estiré la mano a Carlos con un tono muy, muy dramático y él la cogió.
-O la sueltas o vas con ella al agua-dijo Dani.
O no tuvo tiempo para pensárselo o no quiso soltar, porque, dicha la frase, me tiró al agua y Carlos, al tenerle de la mano, se vino conmigo.
-JAJAJAJAJA CÓMO HABÉIS CAÍDO, HA SIDO UNA DE...-nos estaba imitando cuando fue Sigrid por detrás y, gritando "EFECTO DOMINÓ", le empujó y cayó al agua.
Dani miró a Sigrid con cara de traicionado, pero no le dio tiempo a reírse mucho, pues David le empujó a ella diciendo "ACCIDENTE" y Álvaro, en venganza, le empujó a él.
-JAAA JAAAAA-se río, antes de que Blas le empujara.
Como no había nadie para empujar a Blas, se salvó de ser empujado, pero, como no se metía, salimos todos, le agarramos y le tiramos.
-¿Me devuelves mi mano?
-¿Eh qué...? ¡Ah! Toda tuya.
Le solté la mano y Sigrid y yo intentamos hacer pie, pero sin resultado.
-David, qué piscina tienes, que no hacemos pie.
-No es mi culpa si no crecéis.
-Dios, Cris-dijo Dani-Te ha dejado planchada.
Me marginé un rato en una esquina de la piscina, ya que David me había dejado rota y sin argumentos, pero al rato vino Álvaro, echándome agua y yo me tiré encima suya a hacerle ahogadillas, pero sin resultado, pues no conseguía hundirle.
Dani, olvidados los rencores, vio mi plan y vino a echar una mano (o dos, porque intentó hundirle con ambas).
Les dejé ahí, matándose mutúamente.
-¿Jugamos a algo?-dijo mi amiga.
-¡Sí! ¡Durmamos la siesta!
Todos me miraron mal. Blas sólo me miró raro.
-Bueno, vale, pues no... ¿Sugerencias?
-¡El tiburóooon!
-Aquí no hay hombres gordos en colchoneta que Álvaro pueda tirar-dijo Dani.
-Ah, ja, ja, ja. Qué gracioso, Dani. Me meo contigo.
-Pero es que tuvo su gracia-dijo Sigrid.
-Sí, el tsunami ese que creó fue bestial.
-Podríamos haber salido con eso en "Lo Imposible".
-Jo Carlos, qué chiste más malo.
No jugamos al tiburón porque en la piscina de David sería imbécil, porque no había espacio para eso, así que jugamos a tirarnos según lo que nos dijeran. Todo era divertido cuando te decían "tírate en forma de canguro, ahora en forma de Obama, ¡ahora como si volaras!" pero todo se complicó cuando la mala gente (oséase, yo y Carlos y no nos olvidemos de David) empezamos a decir que se tiraran como armarios empotrados, fundas de colchón y demás tonterías que se nos ocurrían.
Dani bordó su salto imitando a Breaker. Iba a ser verdad que las mascotas se parecían a sus dueños (aunque aquí sería más bien al revés) y, cómo no, el envidioso de Carlos (porque otro nombre no tenía) se tiró imitando a Chocho, aunque a mí parecer, había imitado a un churro.
No se lo dije por no herir sus sentimientos.
Empecé a tener frío (siempre fue muy friolera. Eso de las mantas en verano y jerseys iba en mi vida) así que me salí y los dejé dentro, jugando a tirar a Sigrid de un lado a otro mientras me amiga soltaba ostias voladoras que, como impactaran en el objetivo, más de uno iba a morir (el que fuera del golpe y nosotros de la onda expansiva) y me fui con Blas, que rato hacía ya que había abandonado a sus amigos en la piscina.
Me dejó su toalla (que en realidad era de David, como la inmensa mayoría de las cosas de su casa), me tapé a conciencia y me apoyé sobre él, mientras él me pasaba ambos brazos por la cintura.
Al final David y Carlos se llevaron la ostia prometida y se acabó el juego de tirar a Sigrid y se pusieron a hacer largos.
-Ahora vengo-dijo Blas.
-Vale.
Cuando Blas me abandonó (exagero, sólo se fue a por el móvil dentro) Carlos salió de agua y tiritaba de frío cual chiuhahua. Mucha cabeza y poco cuerpecino.
-¿Qué te pasa, chiuhahua?
-¿Por qué me llamas así?
-Porque te pareces a uno.
-Anda, qué graciosa eres.
-Mira, me parezco a ti.
-¡No os matéis!-dijo David, echándonos agua.
Y, por culpa de eso, perdió la carrera.
Accidentes, como él diría.
Agarró mi toalla (aunque era de David) y tiró.
-Esta es mi toalla, ¿no?
-Las ganas que tienes tú, cógete otra.
-No veo más.
-Pues las dibujas, yo qué sé, esta es mía.
-Pero tú ya estás seca.
-Pero tengo frío.
-Pues te vistes.
-Pues me dejas en paz con mi toalla y te vas por ahí.
-Pues me muero de frío.
Le miré mal y le tiré la toalla en la cabeza.
-No quiero cargar con eso sobre mi consciencia.
Me metí en casa y me choqué con Blas.
-¿A dónde vas?
-A vestirme, le di mi toalla a Carlos porque se iba a morir de frío y porque es un pesado. Ahora voy.
Estuvimos allí toda la tarde y, a la hora de irnos (Choco se preguntaría dónde diantres estábamos. A lo mejor nos echaba la bronca y todo) Álvaro y Blas dijeron que se quedaban y Dani se había traído su propio coche.
Carlos me miró.
-¿Qué quieres?
-¿Me llevas?
Suspiré.
-Dios mío, sí, vale. Me siento como un chófer.
-Es que eres mi chófer.
-Uy Carlos, creo que te quedas aquí, o te lleva Dani...
-Retiro lo dicho.
-De todas maneras, te necesito para que me indiques cómo volver hasta que me regaléis el GPS que Blas y tú me habéis prometido.
Me indicó con precisión el camino hasta su casa (que no hacia la nuestra).
-Ale, gracias por traerme-dijo, bajándose.
-A ti por ser tan majo.
-Mañana iré otra vez a tu casa. Hoy no me diste chocolate.
-No lo pediste.
-Y así interrumpo más cosas.
Le miré malvadamente mal mientras se reía y caminaba hacia su portal.
-¿Qué interrumpió?-preguntó mi amiga.
-Tonterías en su cabeza.
No le di más detalles y volvimos a casa donde Choco nos ladró un buen rato (ya os dije que nos echaría la bronca).
Carlos volvió a casa al día siguiente, tal y como prometió, para comer chocolate y acordar con nosotras lo de la súper fiesta en su casa.
-El viernes, ¿no?
-Sí, el viernes.
-¡Vale!
Mientras él y Sigrid hablaban (que era lo que mejor se les daba hacer a los dos) me puse a ojear la revista que me dio Peinado, a ver qué diantres me podría interesar a mí de ella.
En un apartado, di con una especie de concurso para la siguiente portada de la revista. Si ganabas, tu foto sería la portada y ganarías dinero y un viaje (para hacer más fotos, seguro). ¿Sería eso lo que querría decirme mi amado (sarcasmo) profesor? Lo más seguro, puesto que había doblado a conciencia una de las esquinas de la página.
-Cris...Cris...
-¡SORDA!
-¡¿Qué leches queréis?!
-Nada, sólo te preguntábamos que a qué hora nos viene bien ir.
-A la que a él le de la gana de acogernos, es su casa.
-¡Veniros ya!-dijo, por lo que nos reímos.
-Que no te corra prisa que aún quedan un par de días.
Días que se nos pasaron volando.
Fui a comprar chocolate al chino de la esquina y, cuando subí (tardé más de lo esperado porque me perdí), Sigrid estaba cantando y bailando, muy motivada ella, limpiando la casa.
-¿Te pasa algo?
-¿Qué? No-dijo.
-¿Te llamó David o qué?
Me pegó tal collejón que empecé a ver las cosas claras desde ese momento (mentira).
Por lo demás, todo fue bien hasta el viernes.
Bueno, no.
Pedro volvió a hablarme como si nada hubiera pasado y Peinado me dijo que me presentara al dichoso concurso. Yo dije que quizá lo hiciera pero, que de ganar, el dinero y el viaje eran míos y él no vería nada de ambos.
Eché mi bolso sobre la cama y abrí el armario.
-Bueno, Choco, nos vamos a pasar la noche a casa de Carlos. No sé si saldremos vivos de esta, mola, ¿eh?
Choco ladró y se puso a dar vueltas alrededor de una silla.
Guay.
Me puse mis mayas negras, una camiseta de tirantes blanca y, encima, una chaqueta vaquera. No podían faltar mis inseparables Converse.
Metí en el bolso, que eran bien grande, todo lo que consideré necesario, pijama ropa de repuesto, cargador de móvil...
Una vez lleno, me lo colgué al hombro y fui a llamar a la puerta del cuarto de mi amiga, pero esta abrió antes de que pudiera llamar y me quedé con el puño en el aire.
-¿Te vas a llevar el coche?-me preguntó.
-Mm, creo que no, ¿por qué?
-Es que tengo que ir a casa de Dani antes.
-¿Por qué? Ah, no, espera, no me lo digas, asuntos de Breaker, ¿no?
Ella se me quedó mirando.
-Pues sí, ¿cómo sabes...?
-¿Qué ha hecho el gato ahora?
-Es muy travieso y...
-Normal, es un gatito. Si quieres os lo dan criado con la ESO y todo. ¿Tienes que salir corriendo cada vez que Breaker lía algo? ¿Qué eres? ¿Su madre?
-Algo así...
-¿La madre de un gato?
-Creo que debes callarte, porque tú dices que eres la madre de Choco.
De nuevo, me encontré sin argumentos.
-Mira, haz lo que quieras.
Se rió.
-Lo iba a hacer. Entonces no te llevas el coche, ¿no? Como Carlos vive aquí al lado...
-No, claro, pero si quieres que te acerce a casa de Dani en un momento... El problema es que no sé dónde está, no sé ir con el coche y Carlos y Blas aún no me han regalado el GPS...
-¿Qué GPS?
-Bah, una historia muy larga.
-Jajajaja, no importa, iré en metro, ya fuimos con ellos. Sabré llegar.
-Está bien, ¿qué le digo a Carlos?
-Que en un rato iré.
-Más te vale. No me dejes allí sola con él mucho tiempo.
-¿Por qué? 
-No sé. Nunca he estado sola con él así. No sabría qué decir ni que conversación dar...
-¡Anda ya! Lo dices para que vaya rápido.
-Cómo me conoces.
-Y sí que has estado a solas con él, mentirosa. Y os ha ido muy bien.
-Ya, que te quieres quedar más tiempo con Dani y...
Me callé porque vi venir la mano.
Le puse la correa a Choco, guardé su comida y sus cosas en una bolsa, bajamos al portal y me despedí de Sigrid con un abrazo y un beso en la mejilla.
-Luego nos vemos.
-¡Claro! ¡Adiós, Choco!
Tras despedir a mi amiga, el perro y yo nos dirigimos a casa de Carlos.
Llamé al telefonillo al llegar.
-¿Quién es?
-Soy yo.
-¿A quién vienes a buscar?
-A ti.
-Ya es tarde.
-¿Por qué?
La gente me miraba raro al pasar.
Normal, le cantaba al telefonillo.
-Porque ahora soy yo el que quiere estar sin ti. Por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mi...
-Carlos, ya, que te emocionas.
-JAJAJAJAJAJA jo, me lo pasaba bien.
-Pues seguimos si me dejas subir.
Abrió la puerta y Choco y yo echamos una carrera por las escaleras.
Él me ganó.
Carlos esperaba con la puerta abierta.
-¿Y Sigrid? ¿Dónde está? Me extrañó no oírla cantar...
-Se ha ido con Dani un momento, cosas de Breaker, ya sabes. Dice que vendrá en un rato.
-Ah, vale.
Entramos en su casa.
-Te dejo esto en la cocina, ¿vale?-dije, señalando la bolsa de las cosas de Choco.
-Claro.
Volví al salón.
-¿Y qué hacías antes de que yo llegara?
-Leía.
-¿Leías?
Me tendió un libro.
-Pero si es Harry Potter. ¿Te gusta?
-¿Y a ti?
-¡Crucio!
-¡Avada Kedrava!
-¡Imperio!
Nos pasamos un buen rato diciendo todos los conjuros que podíamos recordar.
-Eh, eres buena.
-Soy Hermione, ah.
-Pues sí, ¿y yo?
-Tú eres Draco Malfoy.
-¡¿QUÉ?! ¡NO!
-¿No? Es que un Weasly no puedes ser, porque eres rubio, no tienes gafas... O ese o Hagrid.
Me miró muy mal.
Se puso a jugar con Choco (que según nosotros era una versión de Sirius Black) mientras yo le cotilleaba la casa, aunque, la verdad, ya sabía lo que había, puesto que había ayudado a colocarla.
-¿Qué nos vas a hacer de cena?
-La verdad, conservaba la esperanza de que no tuviérais hambre.
Me reí.
Choco se cansó, así que me senté en el sillón a su lado y hablamos, hablamos y hablamos, hasta que Choco me recordó que tenía que salir a la calle. Por supuesto, esta era la parte favorita del día de Carlos.
Antes de darme cuenta, ya estábamos en la calle, con Choco tirando de la correa porque quería perseguir palomas.
-¡Corre, Kevin!
-¿Quién es Kevin?-preguntó Carlos.
-Es la paloma de Louis, de 1D.
-Pues como no vuele, Choco se la merienda y Louis nos va a pedir cuentas... Le hablas tú, que se te da bien el inglés.
-Claro.
Choco quiso ir al parque.
-Choco, sigo enfadada contigo.
-¿Qué ha hecho?
-¿Cómo que qué ha hecho? Le quitó el bastón a ese pobre hombre, me quitó el móvil y ahora tiene la costumbre de quitarme a Blas.
-¿De quitarte a Blas? ¿Acaso le ves competencia?
-Cállate, sé lo que quiero decir.
Se rió, pero al final me convenció para entrar en el parque.
-Pero como lie alguna, la culpa es tuya.
-Yo responderé por él.
Para dejarme a mí mal, claro, el perro se portó divinamente.
-Si es que eres una desconfiada.
-¿Me olvidas? Gracias.
Me dio en el costado, porque sabía que aquello me hacía cosquillas y me molestaba, así que le pegué.
-¡Ah!
-Te estás quietecito.
-Vale.
Pasamos por delante de un McDonald´s.
-¿Sabes? El caso es que no me apetece hacer cena...
-Creo que sé por dónde vas.
-Llama a Sigrid y dile que qué le cogemos.
-Sí, ya voy. Y de paso le digo que cuanto le falta.
Busqué el móvil en el inmenso bolso y no lo encontraba.
-¿Para qué te traes un bolso tan grande? Si cabes tú dentro.
-Para que tú me lleves si me canso, no te fastidia.
Se río.
-¿Lo encuentras?
-No.
-Toma.
Y me dejó el suyo.
-Gracias.
Llamé a mi amiga.
-Dime, Carlos.
-Te digo, pero no soy Carlos. ¿Es que no me reconoces? ¿Qué clase de amiga eres?
-Qué dramática-dijo Carlos, y le pellizqué.
-Ah, lo siento Cris, pero como ponía Carlos pues...
-Excusas, excusas. Bueno, no importa, ¿cuándo vienes? Aquí se te echa de menos.
-Mm, aún me falta un rato.
-Pero, ¿se puede saber qué hizo el gato?
-Oh, nada, pero estamos hablando y eso y estoy aquí con él.
-¿Con quién? ¿Con Dani o con el gato?
-Con ambos.
-Ah. Es que te llamaba a parte porque Carlos está vago hoy y no le apetece hacer cena, así que vamos a coger algo en el McDonal´s y...
-No creo que me de tiempo a llegar para cenar, así que cenar sin mí.
-Pero... Bueno, está bien. Pero ven.
-Claro, luego hablamos.
-Vale, adiós.
Colgué el teléfono y se lo devolví.
-¿Qué dice?
-Que no llegará a tiempo para cenar.
-¿Pero que Dani la ha secuestrado o qué?
Me encogí de hombros.
-Puede.
Cuando salimos del McDonal´s, Choco se alegró de vernos.
-Quiero a tu perro, de verdad.
Abracé a Choco.
-Pues es mío, no me lo robes.
Se rió.
-Nah, mujer, a tanto no llego.
-Ya, claro.
Volvimos a su casa.
-Voy a calentar esto y cenamos, si quieres.
-Vale. ¿No vamos a salir más, no?
-Mm... No creo.
-Entonces voy a ponerme el pijama, así estoy más cómoda.
-Está bien, puedes estar tranquila, no haré un Blas.
-¿Un Blas?
-Sí, ya sabes... Entrar sin llamar.
Le di un golpe en el brazo y se rió.
Fui a su cuarto y me cambié allí.
Sustituí mis mayas y mi camiseta de tirantes por un pantaloncito cómodo gris con un lazito negro y una camiseta negra ajustada de manga corta, que tenía la estúpida manía de dejarme los riñones congelados. Las peleas que teníamos la camiseta y yo eran épicas.
Hice acto de presencia en la cocina.
-¡Hombre, si eres tú! Vigila que el microondas no explote mientras me cambio yo.
-Si me dejas sola con él, quizá explote.
-No creo, sólo serán unos segundos.
-Lo suficiente.
-Confío en ti.
Al rato apareció con unos pantalones grises de pijama y una camiseta negra.
-Esto era lo que llevaba en París, así que no me llames envidioso porque no.
Cerré la boca porque era justo lo que iba a decir, pero él tenía razón.
-Dame unos platos para eso, que ya se calentó.
-¿Y no explotó contigo aquí? Raro.
-Jo, cómo te pasas conmigo.
-Pero si eres tú la que pasa conmigo llamándome melón, cabezón, chiuahua y todas esas bellas cosas que me dices.
-A ver cómo quieres que te llame, si amor, cari y cielo no te gustan...
-JAJAJAJAJAJA.
Casi se le caen los platos de la risa encima de Choco, que salió corriendo de la cocina para salvar su vida.
-Anda, trae-dije, quitándoselos-Que veo que al final lo tiras.
-Si aquí la patosa eres tú, es que me hiciste reír.
-Ya, claro, ahora la culpa es mía.
-Como todo.
-Ya, bueno, vamos con esto que al final veo que lo tenemos que calentar otra vez.
-Yo lo llevo mientras tú mira a ver qué echan en la tele.
-Mm, vale.
Zapeé por todos los canales, pero no vi nada.
-Oye Carlitos que... ¡Oh! ¿Podemos ver esta película, eh, eh? ¿Podemos verla?
-Pero si esta es de dibujos.
-¿Eh? Ah, no, empieza ahora, cuando acabe.
-¿Cuál empieza?
-Grease.
Me miró entrecerrando los ojos.
-¿De qué va?
-Pues...
-¿De amor?
-Básicamente, pero...
Me miró con cara de asustado.
-¡Eh, pero a mí las películas de amor no me gustan! Pero aquí cantan y sale Jhon Travolta y cantan y bailan y la historia es bonita y bailan...
-El caso es que me suena la película, quizá la haya visto. Si no hay otra cosa...
-Es o esto o Sálvame.
-Quiero ver la película, por favor.
Me reí.
-Sí, yo también.
Así que me salí con la mía y acabamos viendo Grease.
-Te pareces a la chica.
-¿Eh, qué?-dije, totalmente embobada con Travolta.
¿Qué? Puede que fuera mayor, pero en la película salía bien joven y muy, muy potente. 
-Que te pareces a Sandy.
La verdad, era un comentario que ya había oído con frecuencia y siempre respondía de igual manera.
-Qué más quisiera yo.
Él se río.
Se supone que la película era para entretener mientras cenábamos, pero, cuando acabamos, nos tiramos en el sillón para seguir viéndola.
Yo canté todas las canciones, sobre todo motivándome especialmente en Summer Love y en Greaselightning.
Carlos me miró divertido.
-Te sabes las canciones.
-He visto la película muchas veces. A mi madre le encanta y, cada vez que la ponían en la tele, me la hacía ver.
-Como tú a mí.
-Ah, yo te di dos opciones, no tenías que morir en ninguna y elejiste.
Él se rió ante la verdad de mis palabras.
En el baile final que hacían los protagonistas, cuando la película ya se acababa, me motivé tanto que acabé saltando del sillón para bailar por todo el salón.
-Estás loca.
-You're the one that I want ooh, ooh, ohh honey.
[Tú eres el único al que quiero]
Él se partía de risa.
Yo bailaba y brincaba por todo el salón mientras Choco me hacía compañía.
Le tendí las manos a Carlos.
-Ah, no, de ninguna manera. En tus locuras no me metas.
-Oh, vamos.
-No.
Pero le agarré y tiré de él hasta levantarle del sillón y al segundo ya estaba saltando y cantando más alto que yo.
Si es que quería hacerse de rogar, que yo lo sé.
Quise imitar a Sandy, ya que estábamos "imitando" el baile (Carlos le daba su toque personal con el paso del pingüino), así que, como ella hacía, me tiré sobre Carlos para que me atrapara (a ella le salió bien y Danny la atrapó, e incluso, cuando le enganchó la cintura con las piernas, dieron vueltas) pero Carlos no se lo esperaba, así que, cuando me tiré sobre él, lo único que nosotros conseguimos fue caernos los dos al suelo.
Una vez tirados en el suelo (yo caí encima de él) nos dio la risa y  no nos podíamos levantar.
Me acabé incorporando para quedar sentada sobre él.
-¿Estás bien?-le pregunté.
-Jajajajaja primero te tiras, ¿y luego preguntas?
-Sí.
-¿Qué pretendías?
-Que me cogieras como en la película, pero me he llevado un chasco.
Se rió.
-Mujer, haber avisado.
-Me lo apunto para la próxima. ¿No te hiciste daño?
Se incorporó, quedando sentado en el suelo conmigo encima.
-No, ¿y tú?
-Yo caí sobre blandito.
Volvió a reírse y yo le acompañé.
Cuando nos calmamos, le toqué el flequillo.
Me encantaba el pelo así, ya lo había dicho.
Él a su vez me tocó el pelo, pasando su mano por toda la longitud de este.
-Lo tienes muy largo.
Y era cierto. Al ser rizado, no lo parecía, pero me llegaba por más de la mitad de la espalda.
-Y rubio.
Le miré mal y se rió.
Volvió a repetir el mismo gesto de tocarme el pelo, pero algo fue diferente esta vez.
Se detuvo en mi nuca.
-No, Carlos, que ahí tengo cosquillas.-dije, avisándole, lo que provocó el sonido de su risa.
Y entonces, colocando la mano detrás de mi cabeza, me atrajo hacia sí hasta que nuestros labios se encontraron.
Fue un encuentro fuerte, como si hiciera tiempo que sabíamos que esto debería haber ocurrido.
Al principio no reaccioné, de lo sorprendida que estaba, pero pronto me recuperé de la sorpresa y reaccioné.
Le crucé la cara de una bofetada.
Se llevó una mano a la mejilla dolorida y se me quedó mirando como si no entendiera qué había hecho para llevarse tal bofetón.
Abrí la boca para explicárselo cuando volvió a juntarnos y, esta vez, yo busqué sus labios.
Debí de haberme detenido en aquel instante, haberle apartado, darle otra bofetada en la mejilla que no le ardía en vez de pasarle los brazos por el cuello para atraerle más hacia mí y seguir con aquello.
Mi cabeza gritaba "¡Detente! ¿Qué haces? ¡Para esta locura inmediatamente, vamos! ¡Esto no es así! ¡No puede serlo!" pero mi corazón me animaba a lo contrario mientras golpeaba cada vez más fuerte en mi pecho, tanto, que me preocupó que él pudiera notarlo.
Me sonó el teléfono y eso me trajo de vuelta a la realidad y me acordé de lo más importante.
Blas.
Me separé rápidamente de Carlos, cogí el teléfono y me dirigí a su habitación a hablar.
-Al final Dani me secuestra y me quedo a cenar con él.
-Pues qué bien.
-Ah, y también a dormir.
-¿Vas a hacer algo más aparte de estar separada de mi todo el día?
-Nah, mañana por la mañana nos veremos.
-Está bien. Que te diviertas.
-¿Y tú qué tal?
-Mañana te cuento.
-No te veo muy animada... ¿Ha pasado algo?
-No, nada, todo bien. Adiós.
Cuando él entró en la habitación, me vio de pie apoyada en el marco de la ventana, la cual se encontraba abierta, mirando hacia algún punto fijo.
Se acercó.
-Esto...Yo... Lo de antes...
-Olvídalo.
-¿Qué?
-Que lo olvides. No tienes que pensar más en eso, olvídalo y ya.
-Pero...
-Pero nada, no hay que hablar más de ello porque está olvidado.
Se calló por unos segundos.
-¿Te pasa algo?
Ese incómodo momento cuando alguien te pregunta qué te pasa y ese alguien es el problema.
-Me pasas tú.
-Y a mí me pasas tú.
Le miré, ignorando su comentario.
-Sigrid no viene.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Dice que ya es muy tarde y que Dani dice que no debe andar sola por ahí, así que la acoje en su casa.
-Al final la ha secuestrado, lo que te dije yo.
-Sí. Anda, volvamos al salón.
Así lo hicimos.
-Vaya, me he perdido el final de la película.
-Como si no te lo supieras ya.
Le miré mal y Choco gruñó.
Entonces recordé que no le había dado de cenar.
-Dale de comer, tiene su comida en la bolsa.
Carlos hizo caso y yo me senté en el sillón, rodeándome las piernas con los brazos.
Me sentía mal, fatal, hecha polvo, destrozada.
Pero supongo que eso era normal, considerando lo que había pasado.
Por una parte, me destrozaba lo que le había hecho a Blas. Eso no estaba bien. Yo no era así. Él no merecía eso. Pero, por otra parte, me rompía completamente no sentirlo en el fondo. A una parte de mí, lo que había sucedido le había gustado y eso me hacía el doble de daño y me confundía.
Estaba hecha de un mar de completas dudas. Y nevagaba a la deriva. Era una naúgrafo.
Carlos se dejó caer a mi lado en el sillón.
-Lo siento.
Yo no.
-Yo no-susurré, de modo que él no pudiera oírlo.
Nos quedamos en silencio, roto únicamente por el sonido de los anuncios de la tele.
-¿Estás enfadada?
-¿Te he hecho daño en la cara?-dije, agarrándole de esta y mirando su mejilla.
-Dije que si estás enfadada.
-Y yo te he dicho si te hice daño.
-Yo pregunté primero.
Nos quedamos mirándonos.
-No-dije.
-No-dijo él.
-Vale.
Y seguimos en silencio.
-Tengo sueño, vámonos a la cama.
-¿Vámonos?-dijo, confundido.
-Sí, claro, no te pensarías que iba a dormir sola, ¿no? No me gusta.
-No, yo pensaba que, esto... Después de lo de antes, no...
-Antes no pasó nada. Al menos, que yo recuerde. ¿Vamos?
Al rato, ya estábamos los dos tumbados en su cama y Choco, tirado abajo de esta.
Aunque había espacio, yo estaba en el borde, dándole la espalda.
De pronto, sentí su brazo sobre mí y me echó hacia atrás, atrayéndome hacia él.
-Es por viene la niña esa del pozo y me da miedo.
-Como si yo fuera a serte de mucha ayuda en ese caso.
-Yo creo que sí.
-Mm.
-Aunque si quieres quito el brazo.
-No. Déjalo así.
Nos quedamos callados.
-De verdad, yo antes...
-Olvídalo.
-Pero no puedo.
-Olvidarlo será lo mejor.
Pero, si tanto le insistía a Carlos para que lo olvidara, ¿por qué no podía dejar yo de repetirlo una y otra vez en mi mente? ¿Por qué yo era la primera que no podía olvidarlo?
¿Y ahora qué le iba a decir a Blas?
Estuve bastante tiempo pensando en ello y, al final, me acabé dando la vuelta y escondí la cabeza entre Carlos y la almohada.
No quería pensar en nada, no quería nada.
Sólo una cosa.
Desaparecer.
-Sigrid-
Salí de casa y me dirigí al metro.
Dani me había llamado para decirme que Breaker estaba haciendo de las suyas (otra vez).
Ese gato nos había salido un poco... liante.
Al rato (bastante largo) llegué a casa de Dani.
Llamé a su telefonillo y me contestó.
-¿Sí?
-Dani, que soy yo. Abre, anda.
Me abrió y subí las escaleras.
-¡Por fin estás aquí! Ayúdame-dijo, desesperado-Breaker no para quieto, me ha estropeado las cortinas, no sé que hacer.
La habitación parecía una leonera.
-¿Qué ha pasado aquí?
-Breaker.
Empecé a llamar al gatito.
-Bsbsbsbsbsbsbs... Breaker... ven aquí cosita.
Dani me miraba raro.
-¿Se llama así a los gatos?-me preguntó.
-Si.-dije.-Bueno... no sé, yo siempre los he llamado así.
Él rió.
Después de encontrar al gato (estaba debajo del sofá) le dije que le iba a ayudar a recoger un poco esto.
-Genial, gracias. Yo solo con esto no podría.-me dijo.
Yo me reí bastante, tanto que me tuve que sentar en el sofá hasta que se me pasará.
Uno de los ataques de risa de Carlos, como diría mi amiga.
En esto que me llegó una mención de mi amiga al Twitter.
“@SigridOneD No sabes lo que te estas perdiendo”
“@Cris_Jbieber Miedo me dais, pedazo de locos”
Después de responder seguí con la tarea.
Estaba poniendo bien todo (todo Breaker no lo había echo. Dani me había confesado que al intentar buscarlo lo había dejado todo hecho una pena) cuando pise no sé qué y casi me caigo si no llega a ser porque me cogió Dani con una fuerza que desconocía hasta el momento.
-Cuidado, anda.
Yo miré el suelo.
-Gracias. Me hubiese matado si no llega a ser por ti.
Él rió.
Me soltó y seguimos a lo nuestro.
Al rato me llamó mi amiga.
-Dime, Carlos.
-Te digo, pero no soy Carlos. ¿Es que no me reconoces? ¿Qué clase de amiga eres?
-Qué dramática-oí decir a Carlos.
-Ah, lo siento Cris, pero como ponía Carlos pues...
-Excusas, excusas. Bueno, no importa, ¿cuándo vienes? Aquí se te echa de menos.
-Mm, aún me falta un rato.
-Pero, ¿se puede saber qué hizo el gato?
-Oh, nada, pero estamos hablando y eso y estoy aquí con él.
-¿Con quién? ¿Con Dani o con el gato?
-Con ambos.
-Ah. Es que te llamaba a parte porque Carlos está vago hoy y no le apetece hacer cena, así que vamos a coger algo en el McDonal´s y...
-No creo que me de tiempo a llegar para cenar, así que cenar sin mí.
-Pero... Bueno, está bien. Pero ven.
-Claro, luego hablamos.
-Vale, adiós.
-¿Qué te ha dicho?-me preguntó Dani.
-Que a Carlos no le da la gana de hacer la cena y se van a cenar a el primer McDonalds que han pillado.
-Pues que bien. ¿Te quedas tú a cenar aquí entonces?
-Tú lo que quieres es que te haga la cena, que yo lo sé.
-Me pillaste...-dijo, riéndose.-Como se hará tarde, si quieres, te puedes quedar a dormir.
Yo asentí, conforme.
Al rato, después de estar hablando un rato decidí llamar a mi amiga
-¿Si?-dijo ella.
-Cris, que soy yo.
-Que intenligente de tu parte.-dijo mi amiga.
-Bueno, menos sarcasmo, eh.-dije.-Al final Dani me secuestra y me quedo a cenar con él.
-Pues que bien.
-Ah, y también a dormir.
-¿Vas a hacer algo más aparte de estar separada de mi todo el día
-Nah, mañana por la mañana nos veremos.
-Jo.-dijo.-Bueno, vale.
Colgué, despidiéndome de mi amiga varias veces.
-Bueno, ya esta.-dije.-¿Qué hora es?
-Casi las nueve.
-Bah, pues vamos a hacer unos sándwiches.
Él rió.
-No tengo ganas de cocinar.
-Cris dice que ahora casi nunca tienes ganas de cocinar.
-Cris habla mas de la cuenta pero si, es verdad.
Fuimos a la cocina y estuvimos cerca de cuarenta y cinco minutos haciendo dos malditos sándwiches.
Después de hacerlos, los hice en la sartén.
-Huelen bien.-dijo Dani.
-Pues como todo lo que yo hago.
-JAJAJAJA
Fui al salón con los sándwiches en mano y le di uno a Dani.
-Tenga usted, que le aproveche.
Se rió y empezamos a comer.
Pusimos un canal aleatorio y daban Grease.
-Apuesto mi alma inmortal a que Cris esta cantando y bailando en estos momentos.
-¿Si?-dijo Dani.
-Ama esta película. Seguro que el pobre de Carlos se la está tragando.
Entonces me llegó un WA.
"You're the one that I want ooh, ooh, ohh honey."
-¿Ves? Te dije que estaba viendo la peli.
Rato después nos fuimos a la cama, estábamos demasiado cansados.
-Eh, Dani...
-Dime.
-No tengo pijama.
-Ah, no es problema.
Fue al armario y me dejó una de sus camisetas.
-Ala, ahí tienes.-dijo, lanzándomelo.-El baño esta ahí.
Me dirigí al baño y me cambié.
Me quedaba como un vestido.
Salí y Dani ya estaba en la cama, esperándome.
Me hizo un hueco y me agarro por la cintura, para que no me cáyese.
-Es que Carlos me contó que te caíste de la cama.
Yo me reí bastante, hasta que por fin me callé y me dormí.
-Cris-
Cuando desperté a la mañana siguiente, lo primero que hice fue recordar lo sucedido entre Carlos y yo y, de nuevo, sentí aquella sensación de división. Estaba completamente dividida entre lo que sentía y lo que creía que debía de sentir.
Totalmente confundida entre dos dudas que deberían estar aclaradas.
-Vas a coger frío así.
Entonces sentí la mano de Carlos en la parte dónde nacía mi espalda, bajándome la camiseta y, allí donde rozó mi fría piel, esta rápido adquirió temperatura.
-Ah, gracias. Esta camiseta tiene la manía de hacer eso.
Me giré para mirarle, pues le daba la espalda.
Tenía cara de recién despertado y el pelo hecho unos zorros.
-¿Qué te ha pasado en el pelo? Estás completamente despeinado-dije, tocándole el flequillo e intentando colocarle, sin apenas éxito, el pelo.
-Me habrás pegado en sueños, qué sé yo.
-Sería algo bastante propio en mí.
Nos reímos.
-¿Qué tal has dormido? ¿Se duerme bien en mi casa?
-Divinamente. Voy a tener que venir más veces.
-Estás en tu casa, cuando quieras.
-¡Bien! Ya tengo casa si Sigrid me echa.
Ambos nos reímos.
-¿Quieres desayunar?
-Si me das de desayunar, pues vale...
-Sí, claro. Tengo chocolate.
-Qué raro.
Él se fue mientras me dejaba desperezarme agusto y hacía algo bueno por la humanidad (es decir, hice la cama).
¿Lo habría olvidado ya?
Desde luego, no daba muestras de que ayer hubiera sucedido nada.
Todo estaba bien, como siempre.
Bien, ahora me tocaba olvidarlo a mí.
Fui al salón y le descubrí tirado en el sillón.
-¿Qué haces?
-Veo mi tele.
-Creía que esta también era mi casa, ¿qué es eso de tu tele?
-Bueno, entonces veo nuestra tele.
-Creí que ibas a hacer el desayuno.
-No, no, yo dije que si querías desayunar, en ningún momento dije que lo haría.
Me crucé de brazos.
-Eres íncreible.
-¿Nos lo haces tú?
-Esta no es mi cas...
-Sí que lo es, no me pongas esa excusa.
-Bueno, lo será, pero no sé dónde están las cosas, así que ven tú.
-Vooooooooooy.
Fuimos los dos a la cocina, seguidos de Choco y me senté en la encimera, observándole mientras se peleaba con dos tazas y el frigorífico.
Él había intentado sacarme el tema varias veces, pero yo no podía olvidarlo. Al menos, no hasta que dijera lo que me recomía por dentro.
-Carlos... Lo de ayer... No estuvo bien.
Se giró y me miró.
-¿Qué voy a decirle yo ahora a Blas? Es tu amigo, yo...
Me tapé la cara con las manos de pura desesperación.
Jamás me había visto en algo así y jamás pensé que pudiera estarlo.
-Eh, eh-dijo, separándome las manos de la cara-Díselo.
-No puedo hacerlo, me... No sé qué hará.
-Entonces dile que fui yo, que la culpa fue mía, deja que se enfade conmigo. Se le pasará.
-No, no-dije, negando con la cabeza y soltándome de su agarre-No. Los dos tuvimos la culpa, no voy a dejar que cargues tú sólo con ello. No le voy a decir nada y tú tampoco lo harás. Nadie sabrá nada. Quedará entre tú y yo.
-Y Choco.
-Sí, claro, y entre el perro. Pero me mata mentirle.
-Siento haberte puesto en esta situación.
-Yo me he puesto dónde estoy, no tú. Ayer pude... Pude haberte parado. Pero no lo hice. Y...-recordé que la segunda vez que nos besamos, fui yo la que buscó sus labios- No importa. Olvidémoslo, mejor.
-Así no te vas a querir venir más a casa...
-No seas tonto, esta también es mi casa, cómo no voy a venir más veces.
Desayunamos, cambiando de tema.
Bromeábamos, pero las risas no eran las mismas, aunque lo intentábamos.
Tenía ganas de ver a mi amiga, así que me vestí y me despedí pronto de Carlos.
-No te vayas, que me dejas solito.
-Anda, tonto, si seguro que nos vemos por la tarde.
-Pero hasta la tarde estaré solo y desolado sin compañía...
-¿Quieres que te deje a Choco aquí? Así tienes una excusa para venir luego a casa.
-¿Ya me quieres tener por allí, eh?
-Lo decía para que no estuvieras solo y desolado, idiota.
Él se rió.
-Vale.
-Me voy, pues. Pórtate bien, Choco.
Carlos me acompañó hasta la puerta.
-Bueno, pues...
-Nos vemos luego cuando me devuelvas a mi perro. Y lo quiero entero, de una pieza, ¿eh?
-Sí, no te preocupes.
Me estiré para darle un beso en la mejilla, pero me quedé mirando sus labios y él lo notó.
Me quedé unos segundos pensando, dubitativa, le besé en la mejilla y salí por la puerta.
-Adiós, Peter Pan.
-¿Peter Pan?
-Sí, es mi nuevo apodo para ti. ¿Te gusta? Es que te pareces.
Él se rió.
-Desde luego, está bien. Pero entonces tú eres Campanilla.
-¿Yo Campanilla por qué?
-Porque eres rubia. Y os parecéis mucho.
Le pegué antes de irme y, con su risa, bajé las escaleras.
El camino que me separaba de mi casa lo hice completamente perdida.
Estaba... Completamente rota.
¿Estaría Sigrid ya en casa?
Abrí la puerta y ella estaba allí.
-¡CRIS!-dijo, dándome un abrazo.-¿Qué tal?
-Hola, yo también me alegro de verte.
-¿Pasa algo?
-No.
-Mentira.
-Te pasa algo.
-¿Por qué nunca me crees cuándo miento?
-Porque te conozco y sé cuándo me estás mintiendo. ¿Qué ha pasado?
-Nada, estoy cansada, ¿vale? Voy a mi cuarto y ahora hablamos.
-Mm, vale. ¿Y Choco?
-Se lo he dejado a Carlos. Casi me llora porque le dejé solo y pues entonces se lo dejé.
Entré en cuarto y cerré la puerta tras de mí.
Tiré el bolso sobre la cama.
"El amor es una emoción demasiado fuerte como para ocultarla durante mucho tiempo. Niégalo y sufre las consecuencias. Admítelo y sufre las consecuencias."
Aquella frase volvió a mi cabeza, al igual que todos los momentos vividos con Carlos, desde que le vi bajar del coche con el sombrero, hasta ayer, tirados en el suelo.
Y eso no tenía que ser así.
Me enfadé y arranqué todos los papeles con frases que tenía pegados en la pared, tras eso, ataqué a todo lo que tenía en mi escritorio y lo tiré por el suelo.
Pero aquello no me hizo sentirme mejor.
Estaba mal, muy mal.
Le había fallado a Blas, pero no sólo a él, sino a mí misma.
Y, con la única persona que podía hablarlo, era con el que le había fallado.
Cuando Sigrid entró en mi cuarto, me vio sentada en mi cama, con la cabeza entre las piernas y estas sujetadas por los brazos.
-¿Qué ha pasado aquí?
No la respondí.
Se sentó a mi lado en la cama.
-Cris, qué ha pasado.
-Nada.
-No mientas.
-No miento.
-¿Te dijo algo? ¿Pasó algo? ¿Os habéis enfadado?
Negué con la cabeza.
-No pasó nada que yo recuerde.
Pero en mi cabeza no hacía más que sucederse, una y otra vez, las mismas escenas, que estaban grabadas a fuego en mi meoria.
O, como diría Sandy, en la película de Grease:
"My head is saying "fool, forget him",
my heart is saying "don't let go"
[Mi cabeza está diciendo "Tonta, olvídale", 
pero mi corazón está diciendo "No le dejes ir"]


¡Hola! Aquí @Cris_Jbieber, que os traigo el 21. Largo, ¿eh? He tenido que quedarme días hasta tarde escribiendo para poder tenerlo, porque estoy estudiando, así que escribo por las noches o cuando tengo un mísero rato. Os agradecemos mucho vuestra comprensión y que no nos presionéis y, a cambio, ¡hay recompensa! ¡Capítulos largos! :D (Podéis seguir a Choco, @ChocoOfficiall)
Besosss.



8 comentarios:

  1. Dios dios dios dios, aaaaah! QUIERO MAS. Haceis que sea adicta a esto.. No es justoo que nos dejeis asi!!! Quiero saber que hay entre Sigrid y Dani, quiero saber que pasara con Cris! Ahh! C-A-P-I-T-U-L-A-Z-O. Como todos los demas vamos. Un beso a las doos! :D

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  2. Cada vez os superais estuvo genial el capitulo y me tiene loca el problema de Cris.Escribe cuando podais un beso

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  3. MADRE DEL AMOR HERMOSO, QUE GENIALIDAD DE CAPITULO. ME ENCANTA, ESTOY SUPER ENGANCHADA. Y no pasa nada si tardais en subir capitul, se entiende :)))
    si me puedes avisr por twiter cuando subais lo agradezco :) @LydiaAlvarez975 :)))

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  4. ME ENCANTA!!! Es increible como me he podido enganchar tanto... está muy interesante Quiero otro capitulo ya!!!
    La novela en si es I-N-C-R-E-I-B-L-E la ADORO!!

    PD: Ya sabia yo que esto entre Cris y Carlos iba a acabar pasando xD

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  5. Hola me encanta vuestra novela os importaria avisarme por twitter cuando subais plis?? Mi twitter es @mariia_3MST graciias :33

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  6. es awesomee!!! siguela pronto pliiisss

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  7. Y si te lees la mia y me dices que te parece? http://elcomienzodealgonuevo15.blogspot.com.es/?m=1
    LA NOVELA ESTA GENIAL, ESTOY ENGANCHADISIMA.

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  8. aaarrg SIN DUDA EL MEJOR CAPIITULOO!!!!!! enserio eres genial como escritora, la escena del beso fue precioosaa. enorabuena:)

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