domingo, 19 de mayo de 2013

Capítulo 22: Besos y bolos.

-Sigrid-
Dejé a Cris en su habitación pensando en lo que fuese que le ocurría.
¿Habría pasado algo con Carlos? Y, si era así, ¿por qué no me lo contaba? ¿No confiaría en mí?
Fui al salón, puesto que había desayunado en casa de Dani.
Puse la televisión y puse Ahora Caigo, una de las repeticiones que daban en la Nova.
Pasaba el tiempo y yo no sabía que hacer, así que me puse a recoger la sala, que hacía tiempo que no la recogía.
Pasó cosa de hora y media y llamaron a la puerta.
Dejé el escobón y el recogedor en el armarito de la limpieza y fui a abrir.
-¿Carlos? ¿Qué haces aquí?
Antes de que me pudiese contestar apareció Choco por detrás de él.
Choco se fue al salón y se tumbó en el suelo.
-¿Cómo has entrado si no tien...?
-Carmen.
-Ah, todo tiene sentido.
Él se rió.
-Ha hecho las cosas por el camino.
-Pues muchas gracias. Pasa, no te quedes ahí.
Pasó y se sentó en el sofá.
Miraba a un punto fijo, como si estuviese debatiendo algo en su interior. Algo importante.
-¿Podemos hablar?-me dijo al rato.
-Claro, dime.
-Pero aquí no, por favor.
-Mm. Vale. Espera que me vista.-le dije.-Estás en tú casa.
Fui a mi habitación y me puse unos vaqueros, unas supras y una camisa de verano. Cogí una chaqueta de casi verano.
Me dirigí a la habitación de Cris.
-Cris, me voy a dar una vuelta con Carlos.
Me miró.
-Te dejo a Choco, que lo ha traído también.
Me acerqué donde ella y le di un beso en la mejilla a modo de despedida.
Cerré la puerta de su habitación, dejándola sumida en sus pensamientos.
-Vamos.-le dije a Carlos, cogiendo el móvil y las llaves de casa.
Estuvimos dando un largo paseo, en el que ninguno de los dos habló.
Andando y andando llegamos a El Retiro.
Nos sentamos en un banco.
-Tú dirás pues.
-Yo... esto...-dijo.-No sé como decirlo.
Yo me quedé con cara interrogante.
Las veces que Carlos estaba serio se podían contar con los dedos de una mano. Y te sobraban dedos.
Él estaba callado, no hablaba. Y eso me preocupaba.
-Por favor, Carlos, me preocupas.
Él suspiro. Esto no iba a ser para nada bueno.
-Ayer besé a Cris.
Abrí los ojos bastante. Eso no me lo esperaba.
-¿Qué?-dije.
-Y ahora no sé que hacer... se que lo que hice esta mal pero...
Yo no le respondía.
Me sentía mal.
Traicionada.
-¿Cómo has podido?
Carlos me miró.
-Hacerle eso a tu mejor amigo, a... yo... no lo entiendo. No entiendo todavía como has tenido el valor de hacer eso. Por eso Cris no me lo contaba. Me he tenido que enterar por ti. Ni por ella ni por nadie. Por ti.
Él iba a decir algo.
-No. No digas nada. No me hables. Vamos a casa y déjalo así.
Me levanté del banco en el que estábamos sentados y anduve lo más rápido que pude.
Carlos me alcanzó con un par de zancadas suyas.
-Cris-
Sigrid insistió algo más, pero, como no le dije nada, acabó dejándome sola en mi cuarto, sentada en mi cama, con todos los papeles que arranqué de las paredes y lo que había en mi escritorio tirado por el suelo, alrededor de la cama.
Me tumbé y allí me quedé, pensando, en medio de todo aquel caos.
La verdad, me identifiqué bastante con mi cuarto. Caos. Así estaba yo.
Debí de habérselo dicho a mi amiga, sí, debí de haberlo hecho.
¿Y entonces por qué no lo hice?
No sería por temor a que se lo dijera a Blas. No, ella no iba a decírselo.
¿Y entonces?
No quería ver su cara al contárselo. No quería verla porque ya me imaginaba cómo sería, una mezcla de confusión y enojo.
Y no podría culparla por eso. ¿A quién no le iba a sorprender y enojar? Sí me pasaba hasta mí, ambas cosas.
Suspiré.
Un par de minutos habían puesto mi mundo patas arriba.
Cerré los ojos con fuerza y me di la vuelta, al volver a repetirse en mi mente las escenas de los besos con Carlos.
Un par de minutos que quería que nunca hubieran trascurrido, pero, que en mi interior, no quería que desaparecieran.
No sé cuánto tiempo estuve exactamente así, comiéndome la cabeza, con el qué debo hacer, cómo y cuándo, aparte de otras cuestiones, sobre todo referidas a Blas, cuando oí el timbre de la puerta.
Me incorporé en la cama.
Por favor que no sea... Que no sea él, no...
Pero el ladrido de un perro me sacó de toda duda.
Carlos estaba en casa.
Mierda. 
Aún no estaba preparada para verle otra vez, cierto es que, por la mañana todo había ido bien, pero eso había sido antes de que me encontrara sola y pudiera haberlo pensando con claridad.
Por favor, pase lo que pase, que no venga, que no entre. Que no me vea.
Me puse en tensión cuando la puerta de mi cuarto se abrió, pero me relajé, más o menos, cuando vi que era Sigrid.
-Cris, me voy a dar una vuelta con Carlos.
¡Sí! ¡Se iban sin mí! Y no he tenido que verle.
-Te dejo a Choco, que lo ha traído también.
Si que había durado mucho en compañía del perro...
Me dio un beso en la mejilla a modo de despedida y se fue, cerrando la puerta.
Esperé unos segundos y oí la puerta de la calle cerrarse y a Choco gimotear como un alma en pena por el pasillo, por lo que deduje que Carlos se había marchado junto con mi amiga.
¿Y ya está? Se fue así, ¿sin más? ¿Y a mí no me dice nada? ¿Y entonces lo de ayer...? ¡Eh, un momento! ¡Para el carro! ¿No eras tú misma la que decías que no querías verlo y que ojalá no te viera él a ti?
Me enfadé conmigo misma, cogí la almohada y la tiré contra la pared, pensando que eso era lo que Carlos solía hacer (con la diferencia de que la pared sería mi cara).
Pero no podré evitarle siempre. Es mi amigo. Se supone. Aunque no lo fuera, él va con Blas y los demás, tendría que verle obligatoriamente... Y no es que no quiera hacerlo, es que no sé cómo hacerlo. No recordando lo que recuerdo.
Suspiré de nuevo, me levanté de la cama y abrí la ventana del cuarto.
Hacía algo de aire, por lo que algunos papeles, tirados como estaban en el suelo de mala manera, volaron.
Me agaché a recogerlos.
La mayoría eran las frases que tenía apuntadas en las paredes, haciendo compañía a algunas fotos de Sigrid y los chicos que me dio por colgar un día y pósters de Justin.
Y aunque intentara olvidarlo. Eso no se puede olvidar. Pasará el tiempo, pero eso siempre quedará ahí, aunque sea en forma de un pequeño recuerdo. Una anécdota, algo que cuando pasen los años, puedes decir "Eh, ¿recuerdas cuándo...?" y reírte un rato.
Eché mano a una foto que arranqué en mi ataque de locura extraño (Dios, sentí miedo en ese rato) y la miré.
Era la foto que David sacó en París en aquel campo donde estuvimos cuando nos hizo posar a los "sombreritos" y Carlos me robó el sombrero.
Chasqueé la lengua y guardé la foto entre los papeles y demás cosas que cogí del suelo, después, las dejé sobre el escritorio y fui a saludar a Choco.
Nada más abrir la puerta de mi habitación, este estaba ahí, tirado cual largo era. Al verme, se incorporó y se puso a ladrar, feliz.
Me senté en el suelo a su lado y le abracé.
-Tú lo viste todo. ¿Qué te pareció?
Choco me miró y ladeó la cabeza.
-Ah-dije, acariciándole-No sé qué hago hablándole a un perro. Será porque eres el único que no puedes echarme en cara lo que pasó.
Se puso a darme lametones por el brazo, así que me levanté y fui al salón a esperar a mi amiga.
¿Vendría Carlos con ella? Y si lo hacía... ¿Cómo iba a reaccionar? ¿Seguiría todo como antes?
Di un gran suspiro.
Supongo que no lo sabría hasta que nos encontraráramos cara a cara, de nuevo.
-Sigrid-
Al rato estábamos a unos metros de casa.
En nuestro portal había un chaval mirando el panel de pisos.
Al principio no le reconocía pero después supe quien era.
Adrián, (o Adri), un amigo de Cris que también se había echo mi amigo con el tiempo.
Me acerqué a él corriendo.
-¡Adri!
Me miró.
Cuando me acerqué a él me siguió mirando.
-¿Quién eres? ¿Te conozco?
-Si me conoces, si.
Se me quedo mirando.
-¡Anda, si eres Sigrid!
-¡Anda, si no lo sabía!
Me miró mal, pero me abrazó.
-Dios, cuanto tiempo.-me dijo.-¿Vives aquí?
-Sep.-dije, sacando las llaves del portal.-Con Cris.
-Bueno, pero eso ya lo sabía.
Entonces se percató de la presencia de Carlos.
-¿Es Carlos, el de Auryn?-me preguntó.
-Si.
-¿Y COMO NO ME LO DICES, EH, MALA PERSONA?
-AQUÍ LAS CULPAS A CRIS EH, A CRIS, QUE  ES LA QUE ESTA EN CONTACTO CONTIGO.
-JAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJA. Pobre.
Abrí el portal (todavía ni lo había abierto) y subimos a casa.
Adri empezó a gritar y, Carmen, la portera se me quedó mirando raro.
Ya tenía algo más sobre lo que pregonar.
Abrí la puerta y Cris estaba en el salón.
-Cris-
Oí unos gritos por el portal y después, la puerta de la calle.
Choco ladró y me levanté del sillón para ir al hall y ver quién armaba tanto escándalo.
Qué sorpresa me llevé al ir.
-¡Pero si eres...!
-¡CRISTINA VILA DEL VIEJO! ¡¿CONOCES A AURYN Y NO ME LO DICES?! ¡¿SE PUEDE SABER QUÉ TE PASA EN LA CABEZA?!
-Y no es que sólo los conozca, es que...
Le di un codazo para callar a mi amiga.
-SERÁ POSIBLE...
Adri me estuvo gritando cosas de esas durante unos minutos.
-Bueno, yo también me alegro de verte-le dije, cuando me dejó hablar.
-Sí, bueno, yo también.
-¡Abrazo!
Le había tomado a Blas esa manía.
Cuando le solté, vi a Carlos, de pie, serio, apoyado en la pared.
-Hola.
-Hola.
Y ahí quedó la cosa.
-¿Y qué haces aquí?-le pregunté a mi amigo mientras íbamos al salón-¿Todo bien por Torrejón?
-Pues ya que no bajas a vernos ni informas de cosas ni nada, pues tendré que hacerlo yo.
-Si ir voy, fui a recoger al perro, ah, te presento a Chocolate y hace poco fui con Carlos a mi casa.
-Y no se te ocurrió pasarte por la mía a saludar o algo.
-Pues... No, la verdad. Pero ya me conoces. Soy un caso perdido.
-Ya, no hace falta que lo jures.
-¡Eh!
-Para caso perdido él-dijo mi amiga, sin mirarme-Que no me ha reconocido al verme.
-¡Si es que estás muy cambiada!
-Ya, sí, claro.
-Bueno, que da igual, el caso es que eras tú y punto.
Mi amigo miraba a Carlos, el cual estaba sentado en una esquina del sillón, próximo a mí pero sin acercarse, hasta que este se percató de tanta mirada.
-¿Qué pasa?
-Ah, se me olvidó decir que Adri es un enamorao de los Auryn.-expliqué.
-¡TAMPOCO TE PASES!
-¿Me equivoco?
-A ver me gustan las canciones y tal, pero...
-Eso no es lo que decías de Álvaro.
-¿Va a venir?
Me empecé a reír.
-Sí. No sé. Puede.
-Pues le llamas.
-Sí, claro. Corriendo.
Me miró tan mal que me dio miedo.
A su lado, "Odio en estado puro" no era nada.
-No hace falta llamarle, luego vendrá.-informó Carlos.
Sigrid, sin mirarnos a ninguno de los dos, empezó a contarle a Adri cómo habíamos conocido a Auryn.
¿Se podía saber por qué mi amiga me ignoraba? ¿Qué había pasado exactamente durante ese paseo?
¿Y si Carlos le había contando que...? Nah, dijimos que no se lo diríamos a nadie. No creo que hubiese hablado de ello y, además, tan pronto.
-La verdad, tenía a Carlos por alguien que hablaba más.
-No veas que si habla-le dije a mi amigo-Pero no sé qué le pasa hoy. Le habrá comido la lengua el gato.
-Sí, Breaker, no te digo.
-¿Y si me dices, qué pasa?
Nos miramos mal.
-No te asustes, Adri. Siempre son así. Déjales que se maten entre ellos.
-Mientras sólo se maten...
Ellos dos se rieron.
Pasamos así el resto de la mañana, Sigrid ignorándonos a Carlos y a mí y hablando únicamente con Adri, este, hablándonos a ratos a todos y Carlos y yo en el sillón, a un metro, sin hablar.
De vez en cuando, nos mirábamos de reojo o cruzábamos una mirada, para ver si alguno de los dos decía algo, pero ninguno lo hacíamos.
Y eso me recordó a una frase que leí una vez mientras buscaba fotos de photografy en internet.
"No se hablan, pero se miran".
Pues yo no sé qué es peor.
Ese silencio entre nosotros se vio interrumpido cuando Adri se bajó un rato al suelo para jugar con Choco, que ese día había abandonado a Carlos y se había pasado toda la mañana con Adri.
La mirada que le lanzó Carlos a Adri fue épica y no pude hacer otra cosa que reírme.
Pobre, ni Sigrid, ni Choco querían cuentas con él (por razones desconocidas).
Ni yo.
¿Cómo que pobre? ¡Al diablo! Lo que hizo no estuvo bien.
Mi amiga miró el reloj.
-Va siendo hora de comer. ¿Os vais a quedar?-preguntó, refiriéndose, obviamente a Carlos y Adri, pero sin mirar al primero.
Adri respondió que, ya que se había venido desde tan lejos (Torrejón estaba a unos km de Madrid capital) no se iba a ir tan pronto y Carlos respondió con un simple encogimiento de hombros.
Debería hablarle. No me gustaba verle callado, serio, perdido.
La culpa no fue sólo suya, también mía. No teníamos por qué pasar por esto.
Pero aún me parecía demasiado pronto como para volver a la normalidad.
Sigrid no quiso ni mi ayuda ni mi presencia en la cocina, igual que la de Carlos, no así la de Adri, así que nos dejaron a los dos solos en el salón (incluso Choco se fue a la cocina, abandonándonos a madre y tío).
Bien, y ahora, ¿qué?
No quería estar así con él. Ni quería, ni podía.
Separé los labios para hablarle cuando él lo hizo antes, fastidiándolo todo.
-Se lo he dicho a Sigrid.
Me quedé paralizada.
-¿Qué has hecho qué?
-Eso, se lo he dicho.
Entonces entendí por qué mi amiga no me hablaba. Ni a mí, ni a él.
-¡Dijimos que no se lo diríamos a nadie! ¡Lo dijiste!
-Pero necesitaba decírselo a alguien.
-Ah, ¿y yo no?
-Ella no va a decir nada.
-¡No me importa! ¡Eso no me importa! ¡Dijiste que no lo dirías y te ha faltado tiempo para hacerlo!
Me dieron ganas de golpearlo, de estrangularlo con un cojín y de mil dos cosas más, pero no hice nada de eso, me limité a seguirle gritando.
-¡Yo no iba a decir nada! ¡A nadie! ¡Iba a quedar entre nosotros!
-Chsst-dijo, llevándose un dedo a los labios-Te van a oír.
Señaló por detrás de nosotros a la cocina.
-¡Pues me da igual que me oigan! Total, ¿no se lo vas a decir tú? ¡Ah, no, que ya lo has hecho! ¿Entonces qué importa que me oigan?
Tomé aire para seguir con aquello.
-Dijiste que sabías guardar un secreto.
-Y sé hacerlo.
-Ah, claro. Guardas algo tan poco significativo como lo de Blas, ¿y esto no eres capaz de callártelo?
-Pero...
-No digas nada, por favor. Cállate. No quiero escucharte.
-Quiero...
-No quieres nada, pero yo quiero que te calles. Te pedí que hicieras algo, dijiste que confiara en ti y me has fallado. De ti ya no quiero nada.
-No lo dices en serio.
Me levanté del sillón.
-No, la verdad.
Y me fui a mi cuarto dando un portazo justo cuando Sigrid y Adri volvían de la cocina.
-Se pelean más que un matrimonio.-observó mi amigo.
Sigrid asintió.
-¿Era así en el instituto?-le preguntó Carlos a Adri, señalando la puerta de mi cuarto con la cabeza.
-¿Eh? Ah, no. No estaba todo el día enfadada, pero estaba haciendo todo el día el imbécil.
-Bueno, eso no ha cambiado.
Abrí la puerta.
-¡Os he oído!
Y cerré de otro portazo.
Mi amiga suspiró y le pidió a Adri que fuera en mi busca para comer, que quizá a él no le matara.
A Carlos no le dijo nada, pero este entendió por alguna fuerza mística que debía ayudar a poner la mesa y lo hizo.
Adri tocó mi puerta.
-Cris, sal.
-No.
-Sal.
-Sal hay en la cocina.
-Tú y tus chistes malos. Eso tampoco ha cambiado.
-Que me dejes.
-Te dejo si sales.
-Si quieres que salga, vas a tener que sacarme a rastras.
Carlos y Sigrid se quedaron flipando cuando vieron aparecer a Adri, que me tenía de los brazos, arrastrándome por el suelo mientras yo iba con una cara de mala ostia que podría matar a cualquiera que se cruzara en mi campo de visión.
Nos sentamos a la mesa y Sigrid me dejó al lado de Carlos, no sé si intencionadamente o qué, pero fue una crueldad.
Yo no comí, me quedé mirando al plato como si en él fuera a encontrar todas las soluciones a mis problemas (problemas que, básicamente, se reducían a uno que tenía nombre y apellidos, Carlos Pérez Marco)
Carlos sí comió algo, pero apenas habló, dejó el peso de la conversación en Sigrid y Adri, otro que también hablaba lo que no tiene nombre, por lo que la conversación durante la comida no faltó (entre ellos, claro).
-¿Y tú hoy por qué no comes, eh?-dijo mi amiga.
La falta de mi nombre, sustituido por el "tú" en la interrogación, me hizo ver que había hecho un esfuerzo por hablarme y que seguía enfadada conmigo (¿por qué? Si fue Carlos, no yo... Bueno, luego fui yo, pero esa es otra historia...)
Me encogí de hombros.
-¿No te gusta o qué? Es pollo, sí te gusta.
Joer, vale que estuviera enfadada, pero no tenía por qué hablarme como si tuviera tres años y medio.
-Es que no tengo hambre.
-Pero si tú siempre comes bastante.
-Bueno, pues hoy no tengo hambre.
-Déjala, S, mi visita ha sido tan sorprendente...-dijo Adri.
-Eso va a ser, sí.
-¿A qué adivino qué hay de postre?
-¿A qué no?
-Teniendo a Carlos en casa, seguro que algo de chocolate.
-Jo, cómo me conoces-dijo mi amigo el Peter Pan.
Pues nos encontramos con un gran problema, porque a mí el otro día me dio por zampar de la tableta de chocolate que compré y sólo quedaba un trozo.
Adri, Carlos y yo mirábamos el trozo como si fuera lo que más codiciáramos en nuestras vidas.
Adri rápidamente renunció al chocolate al encender mi amiga la televisión, y nos quedamos Carlos y yo en la cocina, con el trozo de chocolate (que no era un trozo, quiero decir que eran cinco, pero vamos, que sólo quedaba eso de la tableta).
La tensión podía palparse en el ambiente, pero yo no sé si era por lo tensos que estábamos el uno con el otro últimamente o si era por el chocolate.
-Esto parece "Tensión chocolatera no resuelta"-dije, recordando el título de una película y modificándolo (sí, porque "Tensión sexual no resuelta"... Como para mencionarlo ahora)
A él le entró la risa.
-En serio, qué malo.
-Bueno, yo al menos lo pienso, no como otros.
Volvimos a clavar la mirada en el chocolate.
Era sencillo, eran cinco trozos.
Compartirlos teníamos claro que los íbamos a compartir porque, aunque cabreados, molestos, tensos... Lo que estuviéramos, los dos no éramos unos egoístas.
La cosa estaba en quién se quedaba tres trozos y quién dos.
Ese era el gran debate.
Ambos estiramos la mano para atraparlo en el mismo momento y nos rozamos, tras eso, retiramos la mano rápidamente como si nos hubiera dado calambre o algo similar.
-Comételo tú.-le dije.
-No, tú.
-Tú.
-Para ti.
-A mí no me discutas, te lo comes tú.
-No me discutas tú a mí, soy cuatro años mayor que tú, por lo tanto, soy más sabio y te digo que te lo comas tú.
-Yo me paso tu edad y tu sabiduría por ahí y te digo, con mi juventud e inexperiencia, que te lo comas tú.
-¡Si os matáis en la cocina, procurad no dejar manchas!-gritó Adri desde el salón.
Pero será traidor.
Amigos a los que hace tiempo que no ves y, cuando les vuelves a ver, te traicionan.
Hazte fan.
Le ignoramos.
-Pues no me da la gana.
-Pues te va a dar.-dije, cogiendo el maldito trozo de la discordia, partiéndolo y dándole a él los tres trozos.
Se me quedó mirando.
-Y no hay más que discutir, yo siempre tengo la última palabra.
Asintió y nos comimos el chocolate en la cocina (no fuera a ser que fuéramos al salón y nos pidieran y ale, a discutir otra vez).
-Siento lo que hice.
Le miré.
-¿Qué de lo que me has hecho exactamente sientes?
-Todo.
-Yo no.
Y salí de la cocina dejándole apoyado en la encimera, pensando sobre eso.
Adri me miró.
-¿Has matado a Carlos?
-No, ahora viene.
-¿Qué le has hecho?
-Si yo te contara...
Me miró con ojos desorbitados.
-¡NADA! Se ha quedado ahí, pensando.
-¿Sobre qué?
-Sobre el chocolate que le di, yo qué sé, ahora cuando venga, le preguntas...
-Vale.
Carlos vino al cabo de dos minutos.
-Adri quiere saber sobre qué has estado pensando en la cocina-le dije, cuando se dejó caer en la misma esquina del sillón de antes, a un metro exacto de mí.
-¿Eh? Ah, no me acuerdo.
-JAJAJAJAJAJAJA.
-Pero aproveché para llamar a los chicos, para decirles que vinieran antes, que había alguien que quería verlos.
Oh, qué detalle el de Carlos.
Me conmovió por unos momentos aquel gesto de Carlos hacia mi amigo.
Estuvimos esperándoles viendo la tele (no me preguntéis qué veíamos, porque mis ojos estaban fijos en la pantalla pero mi mente estaba perdida en otra cosa) y Carlos no volvió a pronunciar palabra.
Joer, ¿y ahora qué demonios le pasaba?
Me entraban unas ganas tremendas de agarrarle de la cabeza y zarandearle hasta que hablara como antes.
Iba a hacerlo cuando llamaron al timbre.
Se salvó.
Adri saltó del sillón con una destreza envidiable y esperó a que Sigrid abriera la puerta.
Nuestros amigos pasaron al salón y nos vieron a los cuatro (contando a Choco, claro)
-Ehhh, pero si hay alguien nuevo aquí-dijo Dani.
Blas se acercó a saludarme y me dio un rápido beso en los labios, lo que hizo que Adri dejara de fangilear por un momento y se me quedara mirando.
-Qué. Es. Lo. Que. Acabo. De. Ver.
-Ah, pues es que...
Y enrojecí.
Se empezó a reír y la risa le duró las "presentaciones" y bastante más.
Tras ello, nos repartimos en los sillones y él se puso a hablar con Álvaro.
David se dejó caer a mi lado y Blas entre Carlos y yo.
Sigrid, aún sin hablarnos a Carlos y a mí (pero ahora al menos conocía el motivo) les contó (ya que yo no decía nada, pensando qué le pasaría a Carlos, que tampoco hablaba) sobre Adri, que él y yo éramos amigos desde pequeños, que éramos mejores amigos desde el instituto y que nos separamos cuando él fue a Guadalajara para estudiar magisterio infantil y yo dirigí mis pasos hacia Madrid para estudiar estudios ingleses.
Tras hablar sobre ello, pasaron a contar experiencias de París y otras cosas más, entre ellas, la anécdota de Carlos y el pato, que le mordió y mi frase de "ARRE PATO".
Qué lejano me parecía aquello.
Ni si quiera estaba con Blas, por aquel entonces.
-Sí, pues eso no es nada. Cris tiene ya experiencia con patos.
-Adri, no, no cuentes eso. Por favor.
-¿QUÉ PASÓ, ADRI? DINOS, DINOS.-le apremiaron todos.
-¡No!
Y, traicionándome de nuevo, les contó que el día del partido donde Mouhrino le metió el dedo en el ojo a Tito, salimos con unos amigos y fuimos a un parque con patos, uno me mordió y se rió de mí y yo, en venganza, le metí el dedo en el ojo (y luego Mou me copió) (Es un hecho verídico).
No sé exactamente cuánto duraron las risas por aquello.
Durante aquellas risas, me percaté de que David apenas había pronunciado palabra en toda la tarde, así que me tiré sobre él.
-David, ¿te pasa algo?
Riéndose todos como se reían, nada se enteraba de nada.
-¿Eh? No, ¿por qué?
-Ah, no lo sé, pensé que algo te pasaba.
-Nah, no te preocupes, no es nada.
-Me alegro entonces.
Y volví a tirarme sobre Blas, como estaba antes (haber, no era estar tirada sobre él era, simplemente, estar apoyada) y Adri nos miró.
-¿Y cuándo ibas a decírmelo, eh, Cris?
-Es que me extrañaba que no lo supieras ya porque eres un cotillo y lo sabes todo de las vidas ajenas.
-Uy, será posible lo que me dijo.
-Ah.
-Aunque yo pensaba que eras más de Dani.
-¿Eh de qué qué pasa conmigo?-dijo él, pasando su mirada de Adri a mí y de mí a Adri.
-¿Por qué todos me decís eso? Mi madre también lo dijo.
-Es que cuando te enseñé una foto para que me dijeras cuál te gustaba más, señalaste a Dani.
-Lo hice sin mirar porque no te callabas.
-Ah, qué bueno.
Choco, falto de atención, se tiró sobre Dani y empezó a cubrirle de besos, Álvaro les miró con envidia y Choco le empezó a repartir besos a él también, y todos se reían.
-¡Carlos!-dijo Blas, dándole una palmada en la espalda-¿Se puede saber qué te pasa? ¡Hoy no dices nada! Y eso es muy raro en ti.
Carlos me miró y lo que le dije con mi mirada no dejaba lugar a dudas.
"Atrévete a decirle que lo que te pasa soy yo y yo le diré que lo que me pasas eres tú".
-N-nada Blas, nada.
-Ya, sí, claro. ¿Y a ti?-dijo, mirándome-Tampoco dices nada.
Miré a Carlos, que me seguía mirando.
-Tampoco me pasa nada.
Blas nos miró a los dos.
-Os habéis vuelto a enfadar otra vez, ¿verdad? ¡Siempre estáis enfadados! Ah, no, venga, arregladlo. Daos dos besos, la mano y en paz.
Nos juntó las cabezas, intentamos evitarlo y como resultado de todo aquello, nos dimos un cabezazo y todos estallaron en risas, menos nosotros dos, que nos miramos mal.
-Bueno, pues daos la mano.
-¡Yo a ese no le doy nada!
-No se la doy, que se la queda.
-Ya, ya te gustaría a ti.
Todos los progresos que habíamos hecho con el chocolate, se perdieron con el cabezazo y nos medio enfadamos los dos.
Y ni el uno, ni el otro volvimos a pronunciar palabra, aunque David tampoco.
Y eso me preocupaba.
Llegó la hora de salir de Choco y dije que lo sacaba yo.
Carlos no dijo de acompañarme, enfadado como estaba o qué sé yo qué le pasaba conmigo ahora, pero me dio igual. Yo tampoco quería ir con él.
-David, ¿vienes conmigo?
-Claro, ¿Carlos te deja tirada o qué?-dijo, levantándose del sillón.
Cruzamos una mirada.
-Algo así. Bueno, ahora venimos.
Salimos los dos a calle.
-Nunca había estado a solas contigo.
-No me quieres, pues a ver...
-¿Eres tonto? ¿De dónde te has sacado eso?
-De ningún lado, jajajaja.
-Pues es mentira. Yo os quiero mucho a los cinco. Con toda mi alma. Incluso a Carlos.
-¿Incluso a él?
-Incluso a él.
-Quién lo diría.
Sonreí.
-Sí, ¿verdad?
Choco empezó a tirar.
Había visto palomas y le apasionaban.
El perro obsesionado con las palomas.
Qué cosa más triste.
-David, a mí no me engañas. Algo anda mal contigo.
-No, en seri...
-No me engañes, porque no me creo excusas. Lo huelo.
-¿Qué?
Y se río.
-¿Es algo que se puede contar?
Se encogió de hombros.
-No lo sé.
-No sabes cómo te entiendo.
Llevamos a Choco a su parque favorito (y el único que había que admitía perros por esa zona) y le solté, por lo que nosotros nos apoyamos en una barandilla que había, observándole correr (persiguiendo palomas. Maldita fuera su obsesión)
-¿Nunca te has puesto en una situación en la que no sabes qué hacer?
Le miré, sorprendida de su pregunta.
-Sí.
-¿Y qué has hecho entonces?
-Esperé.
-¿Esperaste?
-Sí, esperé a ver cómo sucedían los acontecimientos, ya sabes, sin yo decidir cómo intervernir.
Esperaste y Carlos te besó. No sabías qué hacer y le besaste a él.
-Entiendo. Pero... ¿Y si hubieras decidido en lugar de esperar?
-David, ¿qué estás tratando de decirme?
-Nada, sólo quiero saber.
Me quedé pensando.
-Supongo que, entonces, las cosas hubieran sido diferentes.
Él asintió.
-¿Nunca has hecho algo que no le puedas contar a nadie, y eso te mata por dentro, pero, si lo contaras, no te sentirías mejor?
David me miró enarcando una ceja.
-¿Se puede saber qué has hecho?
-Nada, sólo quiero saber.
Me miró evaluándome y yo recé interiormente para que no se diera cuenta de nada.
-¿Estás segura de que no has hecho nada? Mira que precisamente no eres una niña muy buena...
Le pegué en el brazo y se rió.
-Pues... No, no lo he hecho nunca.
-¿Y si lo hicieras, qué harías? ¿Lo dirías aunque eso fastidiara las cosas o te lo callarías?
-Empiezo a estar realmente curioso por el motivo de estas preguntas tuyas.
-A veces me da por pensar, no sé. Pero respóndeme, por favor.
-Si quieres mi opinión, tarde o temprano, todo se acaba sabiendo, tanto lo bueno como lo malo. A veces, esperar como tú dices, no es la mejor solución.
-Tienes razón. ¿Entonces?
-Entonces lo diría antes de que se descubriera.
Asentí.
-El tiempo todo lo cura.
-No todo.
-¿Tan grave es lo que has hecho?
-¡Qué no he hecho nada!
Se rió mientras Choco volvía hacia nosotros.
-Voy a creerte porque no te tengo por una mentirosa, pero tu cara me dice lo contrario.
-¿Y tú? Qué poco te falta sentarte y ponerte a cantar "Yo te esperaré" a lo que sea que es eso que quieres esperar.
-Ahí va.
Ambos nos reímos y conseguí cambiar el tema de conversación, pero, aunque por fuera estaba sonriendo, por dentro no lo hacía en absoluto. Si había recurrido a David en busca de respuestas que aclararan mis dudas, había fracasado, puesto que sólo me había creado más y una cierta inquietud.
Él, ni ninguno de mis amigos, me tenían por una mentirosa, pero tampoco tenían razones para creer que les estuviera ocultando algo.
David tenía mucha razón en algo.
O lo decía ahora y asumía las consecuencias o esperaba a que se descubriera el asunto por sí solo y asumía unas consecuencias mucho peores.
-Sigrid-
Estábamos en el salón todos con Adri, el recién llegado.
-¿Y te vas a quedar mucho?-le pregunté.
-Me vuelvo mañana otra vez. Te recuerdo que, como tú, tengo universidad.
-No hacía falta ningún sarcasmo.
Todos se rieron.
Carlos no paraba de mirarme pero yo en seguida quitaba la mirada.
No me daba la gana de mirarle. Lo que habían echo (los dos, Carlos y Cris) no estaba bien.
Fui a la cocina, dejando a los chicos con Adri. Él tan feliz.
No quería estar ahí. No podía, era algo superior a mis fuerzas, algo que no podía aguantar.
Empecé a juguetear con el Pou que tenía en el teléfono.
Estaba llegando casi al espacio (hay distintos niveles, tierra, casa, cielo y espacio) cuando vino Álvaro y me caí. (A ver, se cayó el Pou, no yo)
-¿Por qué te has ido?
-Por nada. Quería jugar.
-¿Me lo tengo que creer?-me dijo.
-Deberías, si.
Me miró y nos reímos.
Fuimos al salón puesto que oímos la puerta.
Eran David y Cris junto con Choco.
Me senté y ni siquiera miré a mi amiga. No.
Ella, viendo que no la estaba haciendo ni caso me cogió del brazo (a pesar de mis gritos de socorro) y me llevó a su habitación.
-Sé porque no me hablas.
Silencio.
-Y es normal que estés enfadada.
Más silencio.
-Y no me gusta. No lo hice por voluntad propia, ¿vale? Él me cogió y me besó, yo no hice nada.
No la contesté.
-Le di una bofetada. Una fuerte.
-Con eso no arreglas nada.-dije.
Ella no me contestó esta vez.
-Además, no me lo tienes que decir a mí sino a Blas.
-Sabes que no soy así.
-Lo sé. Por eso me enfadé. Porque no os veía a ninguno de los dos capaces de ser de esa manera.
La abracé.
-Pero no vuelvas a hacerlo. Nunca.
Salimos de la habitación.
-¿QUÉ HA PASADO?-dijeron todos.
-Nada, nada. Ala, no seáis como Carmen.-dije.
Los chicos, menos Adri, me miraron mal.
-Bueno...-dijo mi amiga, echándome una mano.-He pensado que podemos ir a la bolera.
-Oh si, buena idea.-dijo Blas.
Se levantaron todos.
-Adri, que vengas, vamos.-le dijo Cris.
-Que no quiero molestar.
-¿Desde cuando te importa a ti cuando molestas y cuando no?
Me miró tan mal que me puse detrás de David.
Al final se levantó.
-Vamos.
Todos nos reímos.
Subimos al bus, porque todos en el coche no cabíamos.
Que vida ésta.
Subimos y hablamos e hicimos tonterías.
-¿Siempre sois así?-dijo Adri.
-Sep.-dijo David.-Siempre.
-Pero siempre son los mismos, lo que yo diga.-dijo Dani.
Me sonó el teléfono y con ello, la canción de “Don’t give up my game” de Auryn.
-Pensé que tenías la de One Direction.-dijo mi amiga.
-¿TE CALLAS?
Contesté.
-¿Sí?
-¡Hooooooooooooooooooooola!
Miré para atrás.
No eran mas que Dani y Cris haciendo el imbécil. Ya era costumbre y todo.
Carlos y Blas les miraban mal desde el asiento de atrás.
Colgué y fui donde ellos. Me puse detrás de su asiento y les cogí del cuello.
-Os quiero taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaanto.
Les deje medio muertos ahí en el asiento.
Al cabo de un tiempo en las que yo estuve todo el rato con el móvil (y los demás haciendo el tonto, todo hay que decirlo) llegamos al centro, que es dónde estaba la bolera.
Salimos del autobús corriendo (y cuando digo eso me refiero a mi, a Cris y a Adri) para ver quién llegaba antes a la puerta.
Sorprendentemente ganó Dani, y eso que ni participaba.
-Dani, tú no has ganado.
-¿Qué? ¿Por qué?-me dijo.
-Porque tu ni siquiera participabas en la carrera, ah.-le dijo mi amiga.
Nos miró verdaderamente mal.
-Cris-
Tras mucho andar en círculos y perdernos repetidas veces por el centro comercial buscando la bolera (algo muy normal dado que me seguían a mí... ¿Qué íbamos a hacer sino perdernos?) Blas tomó la iniciativa y, dando un par de giros y tal, nos plantó en frente de la buscada bolera (ya la podía haber tomado antes, porque me llevaba de la mano y así habríamos evitado perdernos mil dos veces).
Entramos y empezamos a decir que si hacíamos equipos o no, o cada uno por su cuenta.
-Yo creo que es más divertido en grupo-nos dijo la chica que nos atendía.
Todos le miramos mal puesto que nadie le había preguntado.
-Bueno, pues en grupo-dijo David, decidiendo por todos nosotros.
Me puse a mirar el móvil, porque me sonaba (era mi madre, que decía que le mandara fotos de Blas para enseñarle a sus amigas y yo le dije que buscara en Google pero ella quería fotos de los dos. Volví a decirle que buscara en Google o que ya se las pasaría) y, cuando me conecté de nuevo al mundo real, vi que en un papel habína hecho los equipos ya, sin consultarme (me sentí muy poco querida en esos momentos, ah. Qué dramática).
-¿Qué? ¡Aquí debe haber un error!
-A ver, ¿cuál?-dijo Álvaro, muy orgulloso él de haber sido el que había escrito los equipos en el papel que la chica nos tendió (no había vuelto a pronunciar palabra desde que la miramos mal)
-¡Me habéis puesto en el mismo equipo que Carlos!-dije, estampándole el papel en la cara a Álvaro.
-¿Y cuál es el error?-preguntó Adri inocentemente, pues desconocía toda la historia entre Carlos y yo relacionada con los juegos.
Quitando el trivial ese raro o lo que fuera que jugamos en casa, con él perdía siempre en todo. Y era mejor no tentar a la suerte.
-Yo no puedo estar en el mismo equipo que él-dije, señalando a Carlos- Es técnicamente imposible, igual que la noche y el día no pueden coincidir a la vez.
-Qué poética-dijo David.
-Pues da igual, porque los equipos ya están hechos y así se quedan-dijo Álvaro, dándole el papel a la chica.
Le miré tan mal que se escondió tras Blas.
Como ya no había vuelta atrás, los equipos eran Carlos, David, Sigrid y yo y Dani, Blas, Adri y Álvaro el otro.
Nos dieron los zapatos para que nos cambiáramos y Carlos se rió ante mi expresión de asco al verlos.
-Qué cosa más asquerosa. No me los quiero poner.
-Pues juega descalza.
-Claro.
-¡Anda, no seas tan tiquismiquis!-me dijo mi amiga, a la cual David la estaba sujetando para que no se matara.
-Siempre ha sido muy señorita-dijo mi amigo Adri, fiel traidor a mi persona.
-SEXY SEÑORITA. HASTA QUE NOS CAIGA LA NOCHE...
Empecé a cantar la canción "Señorita" de Abraham Mateo y nos dio la risa, pero más nos dio cuando Dani, en su intento de ponerse un zapato que resulta que era mío y por tanto, yo diría que unas 6 tallas menor, chocó con Sigrid y a punto estuvieron de matarse si no fuera por David. Pero eh, hizo gracia.
Superada la difícil prueba de los zapatos, nos dirigimos a la pista.
Aparte de un grupo de chicos de unos doce o trece años y unos señores de unos treinta, no había nadie y teníamos dos pistas para nosotros solos.
Había mesas y sillas para dejar las cosas y una especie de ordenador en cada mesa.
Nos sentamos por equipos y esperamos a que colocaran los bolos y demás.
Cuando las teles se encendieron y aparecieron nuestros nombres (colocados según el orden en el que deberíamos tirar) Carlos pronunció un "¡Eh!" y todos miramos y nos reímos al ver que Dani (porque deduje que había sido él) había bautizado a su equipo como "Los Breakers".
-Claro y nosotros los Chocos, no te digo-dije, con sarcasmo.
Carlos, tras oírme, se tiró encima del ordenador raro y empezó a teclear.
Iba a decirle que qué estaba haciendo, si hackear algo o algo, porque tardaba, pero al rato vi que nos llamábamos "Los Chocos".
Quién me mandaría decir nada.
-Bueno S, que tú empiezas.-le dijo David a mi amiga.
-¡Vale!
Esta fue corriendo, cogió una bola color verde feísimo (¿no la había más fea?) apuntó y tiró la mitad.
La aplaudimos y nos reímos de Álvaro, porque tiró dos bolos.
Este nos amenazó con el puño y dijo que ya veríamos después.
Ninguno nos tomamos muy en serio su amenaza.
Mi amiga consiguió tirarlos todos esta vez y saltó de la felicidad, nosotros le aplaudimos y Álvaro se hundió en la miseria porque tiró otros dos más.
-Bueno, Álvaro, los vas tirando a pocos. Lo importante es que los tiras.
Me miró mal, muy mal, así que me escondí tras Carlos.
-¿Qué haces?-dijo este.
-No te muevas, que estoy escondida tras tu cabeza.
-Ahí va.
David se rió y Sigrid se limitó a sonreír.
-Cris, te toca.
-¿Por qué a mí?
-Porque lo dice la tele-dijo Carlos, señalándola.
-¿Y quién es la tele para mandarme a mí?
-Es Dios.
-Ya, claro, pues mira lo que le hago a Dios.
Toqueteé el ordenador y al instante donde ponía mi nombre, puso Carlos.
-Uy, Carlitos, creo que te toca a ti.
Quiso cambiarlo, pero yo me subí encima del ordenador y le bufé, arañando al aire.
Se fue corriendo asustado a la pista.
Se entretuvo mirando las bolas, hasta que encontró una amarilla.
-¡Póntela al lado de la cabeza! Así, muy bien. Pues no, Blas, no, es más grande.
Dani y Blas se rieron.
-¡No seáis crueles!-les dije.
-Pero si tú eres peor-me recordó Dani.
-Ah, sí, pues también.
Y nos reímos los tres. Crueles que somos.
Mientras tiraba, volví a toquetear en el ordenador y, cuando miró su puntuación (que hizo semi pleno) se encontró con que cambié su nombre a "Melón".
-¡EH!
-A mí no me mires, que yo no fui.
Supongo que no me creyó.
-Venga, ahora sí que te toca a ti. A ver si puedes superarme.
-Y con los ojos cerrados.
Fui hacia las bolas y las miré.
Cogí una, pero pesaba mucho, así que cogí otra, que pesaba más.
Oh, Dios mío.
Carlos y David gritaban desde la mesa metiendo presión.
-¡Hemos visto gente más rápida!
-¡Y yo gente que callada estaba más guapa!
-Lo dice por ti, David.
-Ya, seguro Carlos, seguro.
Abrazando la bola, porque de otra manera no podía cogerla, la tiré con destreza y se me fue fuera.
Nada más eso, se oyó la estridente risa de Carlos tras de mí, me giré y ahí estaba.
-Eso ha sido penoso.
-No tanto como tú.
Encajó rápido el golpe y se río.
La bola volvió a salir y se la quedó mirando.
-¡Si es que eres una bruta, has cogido la de 16!
-¿Y qué?
-¿No sabes que las bolas van por peso?
-¿Peso de qué?
Negó con la cabeza.
-Qué lástima de chica.
-¿Y qué más da lo que pesen?
-Pues contra más pesen, más pesan.
-Tiene sentido.
Me le quedé mirando y nos reímos.
-Si no puedes con una de 16 kg, hazte con otra que pese menos.
-Sí, papá, lo que tú digas.
Se rió al oír que le llamé papá.
Encontré otra que ponía 10 kg y era azul, mi segundo color favorito.
Con esa, conseguí tirar la mitad de los bolos.
Carlos asintió con la cabeza, dándome su aprobación.
Como si a mí me importara eso.
-¡Venga, David! ¡Deja rotos a los Breakers!-dije, volviendo a la mesa.
Los de la otra mesa me miraron mal.
Incluso Blas, pero le lancé un beso y se rió.
David no nos defraudó e hizo pleno.
-¡TENGO QUE GANAR!-dijo Dani.
-No le vendría mal una cura de humildad a Dani-observé.
-No puede ganar en todo. Así no puede ir por la vida.
Volvimos a empezar y, de nuevo, se volvieron a repetir casi las mismas puntuaciones.
Me tocó a mí y me dirigí a por las bolas.
Elegí una morada (¡es que era morada!) sin importarme el peso y, cuando iba a lanzar, Carlos apareció.
-Eh, Cris, creo que necesitarás esto.
Me giré y vi que me había traído la cosa con tres patas que usan los niños pequeños que no pueden con las bolas para lanzarlas.
-Yo te mato. Te lo juro que lo hago.
Tiré la bola sin mirar para tener las manos libres, lo enganché y pretendí tirarle a la pista de cabeza. Seguro que me servía como una buena bola.
Lo impulsé hacia alante, pero no conté con que el suelo resbalaba como demonio y él que se agarró a mí para evitar salir volando. ¿El resultado de todo esto? Acabamos los dos deslizándonos por la pista, tras darnos una leche que fue legendaria.
Y por supuesto, nuestros amigos, los niños esos de doce años y los señores se rieron de nosotros dos.
-Siempre liándola. ¿Veis lo que digo? Siempre son los mismos.
Cómo no, ese era Dani.
Estar tirada en el suelo con Carlos me resultó extrañamente familiar. Aunque claro, esa vez no estábamos en medio de una pista de bolos y él no estaba encima. Y desde luego, no había millones de personas riéndose de nosotros (bueno, vale, puede que no fueran tantas)
-¡Quita de encima! ¡Vamos!
Él se reía, con uno de esos ataques descontrolados de risa tan míticos de París o incluso peor.
Se levantó y me tendió la mano para ayudarme, yo la cogí y, al levantarme, me volví a escurrir y volvimos a rodar por la pista.
Ahí sí que me entró la risa a mí y entonces ya no había manera humana de salir de la pista.
-Yo también quiero hacer la croqueta así-dijo Blas, mirándonos.
Al final, Álvaro se apiadó de nosotros y nos sacó a los dos a rastras de allí (puede que nos hubiéramos reído de él un poco antes, pero tenía un gran corazón)
Tras eso, decidí que Carlos tenía razón y que usaría las bolas que pesaban más o menos lo que yo pudiera sostener.
David se puso a enseñarle a Sigrid la mejor técnica para lanzar y Carlos tuvo una idea.
-Eh.-dijo, dándome en el hombro.
-¿Qué quieres?
-Voy a buscar bolas para ti.
-Vale. ¿De dónde las vas a sacar?
Miró a los niños que jugaban a nuestro lado.
-¿Te vienes?
Me entró la risa y asentí.
Les cambiamos a los niños las bolas que pesaban menos por las nuestras que pesaban más. Para cuando quisieron darse cuenta, ya era tarde y nos habíamos llevado las bolas.
Fui divertido robarle las bolas a los niños con Carlos, nunca pensé que podría ser tan perverso.
-Mira que eres malo, quitarle las bolas a los niños...
-Sí, bueno, tú tampoco me has dicho que no lo hiciera, al contrario, me has ayudado.
-Ya, pero porque las bolas son para mí, los niños me dan igual.
-Y luego el malo soy yo...
Le dejé colocando las bolas robadas y, como David aún seguía enseñándole la ténica a Sigrid, me fui a hacer una visita al equipo contrario y me senté sobre Blas.
-Hola, te echaba de menos.
Me dio un beso en la mejilla y sonreí.
-¿Qué tal por aquí?-dije, tocándole el pelo.
-No nos van mal las cosas, ¿y a vosotros?
-No podemos quejarnos.
Adri y Álvaro estaban en la pista, según creo le tocaba lanzar al primero y Dani estaba sentado a mi lado, mirando algo sin parpadear.
Seguí su mirada.
O miraba las puntuaciones o miraba a Sigrid y David, el cual agarraba a esta para enseñarle cómo tirar de manera adecuada.
Quién sabe, con lo competitivo que era...
-Dani.
Nada.
-Dani.
Suspiré.
-Holaaaaaa, Tierra llamando a Dani.
Le rocé el brazo y ya se percató de que le llamaba.
-¿Eh? ¿Decías algo?
-Sí, bueno, básicamente. Pero ya se me ha olvidado qué iba a decirte.
-Qué cabeza.
-Yo le digo lo mismo.
Miré a Blas y a Dani.
-Ey, ey, ¿qué es eso de poneros en mi contra los dos, eh?
Nos reímos.
-Te toca-me dijo Blas.
-Bah, para qué voy a tirar, si soy muy mala...
-¿Quieres que te enseñe?-se ofreció Dani.
-¿Eh? ¿Y para qué ibas a hacerlo? Soy del equipo rival, ¿recuerdas? Eoo, soy el enemigo.
-Pero antes de ser el rival, eres mi amiga. Debo ayudarte.
Enarqué una ceja y miré a Blas.
¿Qué mosca le había picado a Dani?
-A Carlos le va a dar algo si no vas a tirar...-observó Blas.
Era cierto, estaba ahí, gritando, subido a la mesa, diciendo que me dejara de rollos y besitos y cosas y que moviera el culo hasta ahí.
-Vamos, Dani.
-Con tu permiso, Blas-dijo, agarrando mi brazo y llevándome a la pista como si no supiera ir (quizá pensara que me iba a perder)
Yo me dejé arrastrar, porque la verdad, ya no sabía cuál era mi pista y cuál la del vecino, además, estaba confundida por este cambio en Dani.
-¡Eh!-dijo Carlos, entrecerrando los ojos-¿Qué haces?
-Voy a enseñarla a tirar.
-¿Qué vas a qué? ¡Pero si eres del otro equipo!
Miré a David y a Sigrid, pero estaban inexpresivos.
Cualquiera interpretaba sus rostros.
-¿Y? ¿No puedo?
-Pues...
-Si tú no lo haces, lo hago yo.
-Yo podría hacerlo.
-¡Si no sabes!
-Carlos, déjale que le enseñe y lo que quiera, que el que debería sentir celos es Blas y no tú.
David, Sigrid y Dani se rieron del comentario del primero.
-¿Celoso yo? Anda, sí, claro...
Hablando, se sentó en la mesa, donde no dejó de hablar, pero no oíamos qué decía.
-Bueno, vamos a ello.
-Sí, vale.
-Lo primero, elige bola.
-Ya tengo dos.
Tardó un momento en procesarlo y después nos partimos de risa.
Carlos nos miró mal.
Quizá se pensaba que nos estábamos riendo de él.
-Creo que esas no te van a servir.
-Qué lástima.
Cogí una amarilla que creo que era de 8 kg.
-Bien, ahora inclínate hacia delante.
-¿Así?
-No, así, mira.
Él me colocó.
-¡Dani a ver qué pasa, eh!
-¡Anda y qué te calles, Álvaro!-le dije y le dejé planchado, pues no se lo esperaba.
Pobre, qué repaso de mi parte se estaba llevando hoy.
-¿Y ahora?
-Ahora tienes que mover el brazo así.
-¿Así?
Se rió.
-Menudo desastre.
-¡Eh!
-Trae, te ayudaré.
Se colocó tras de mí y colocó su brazo bajo el mío.
-Así.
Guió mi brazo, solté la bola y vimos como esta iba más o menos recta y tiraba un 80% de los bolos.
-¡Bien!-dije, saltando y aplaudiendo.
-Has cogido la idea, ahora tienes que hacerlo tú sola.
-Jo.
Se rió.
Como no me apetecía buscar bola, le dije que me cogiera alguna y miré a mi equipo.
-¿Qué os pasa? ¿Por qué estáis todos tan serios?
Ninguno me respondió, sólo me miraban.
¿Hice algo mal?
-Carlos, ¿qué te tengo dicho sobre estar serio, ah?-dije, cogiéndole un moflete y tirando de este.
Soltó un mordisco al aire y casi me quedo sin mano.
Volví junto con Dani corriendo por si a Carlos le daba por seguir mordiendo así.
-¿Puedo cambiarme de equipo o ya es tarde?
-¿Por qué?
-Porque mi equipo me odia.
Volvió a reírse.
-En serio, están todos con unas caras más largas...
-Eso es porque vais perdiendo.
-¡Oye!
Tiré.
-Pues mira, con ayuda de tu técnica, vamos empate.
-¡SERÁ POSIBLE!
-Y corre, que te toca tirar.
Se fue corriendo y echó a Adri y Álvaro que estaba tirando bolas sin control con la cosa rara esa que me trajo Carlos antes.
Le tocaba tirar a David, así que me senté con Carlos y Sigrid.
-¿Os pasa algo?
-No-me dijeron los dos a la vez.
Silencio.
-¿Sabéis lo que estaría bien ahora?
-¿Qué?-dijeron.
Daban miedo, decían lo mismo al mismo tiempo.
-Que viniera Justin y cantara Baby.
-Más quisieras tú.
-Ya, pero molaría. Soñar es gratis.
-Ya y ser tonta, también.
-¡Qué ataque más fortuito!-dijo Adri, que pasaba por allí en ese momento.
-¿Qué te hecho yo ahora, Carlos, para que me digas eso?
-¿Acaso hace falta que hagas algo para que me meta contigo?
-Ah, me olvidaba, tienes razón de que eres un imbécil.
-Bueno, yo al menos no tiro al suelo a la gente. Varias veces.
-Yo no me dejo tirar, porque, ¿quién sabe? Quizá te dejes caer.
Sigrid se vio en la necesidad de intervenir porque sabía que, tras nuestras palabras referidas al suceso anterior, estábamos tratando el tema de lo sucedido el viernes en su casa.
-Chicos, ya vale.
-Sí, yo no pierdo mi tiempo con imbéciles. Avisadme cuando me toque tirar.
Me levanté de la mesa y me fui de nuevo con Blas.
-¿Qué pasó?
-Carlos. Me ha echado de allí.
-¿Qué te qué?
-Bueno, su cara me echó. Aquí estoy mejor, al menos, soy bien recibida.
Se rió, pero no preguntó más sobre el tema.
Y le di gracias.
Estaba haciendo el tonto con Álvaro (ya nos habíamos perdonado todo tipo de rencores pasados) cuando comenzó a sonar Baby y todos me miraron.
No me lo podía creer.
¡Mi sueño de oír esa canción en una bolera se estaba cumpliendo!
Me subí a la mesa y me puse a cantar y a bailar, tras eso, salté sobre la otra mesa, sorprendiendo a Carlos, David y Sigrid. Bajé de un salto y bailé por las pistas, mientras la gente me miraba raro, pero no le di importancia.
Sentí pena cuando la canción se acabó.
-Jo, yo la quiero otra vez.
-Como que te la van a poner expresamente para ti-dijo Carlos.-Porq...
Se tuvo que callar porque la canción volvió a empezar y yo aplaudí y bailé. (Esto está basado en otro hecho verídico, ah)
Volví junto con mi equipo hasta que todos se acercaron para resolver una duda.
-Os necesitamos como chicas que sois-dijo Álvaro.
-Valep.
-¿Quién tiene la mejor barba?
-¡¿Qué?!
Nos entró la risa a las dos.
-Sí, venga, elegid.
-¿Y quiénes participan?-preguntó mi amiga.
-Todos menos Carlos. Él no tiene barba.
-Jo tíos, siempre yo.
-Si es que eres el marginado, siempre te lo digo y no quieres creerme.-le dije.
Me miró muy mal, pero yo le puse morritos.
-¡Venga, va, decid!
-Pues no sé...
-A mí me gusta la de Blas.
-¡Ya, claro! ¡A ver qué vas a decir!-dijo Adri.
Yo me encogí de hombros.
Ese "concurso" no lo ganó Dani ni de lejos, sino Blas y Álvaro, pero lo que sí ganó es a los bolos (él y su equipo, claro, pero él fue el que más puntuación sacó)
-¡SÍII! DIJE QUE GANARÍA, SÍII, SÍII, SÍII...
-Sigrid, ¿no oíste tú antes decir que, quienes ganaban, pagaban la cena?-le dije a mi amiga.
-Uy sí, yo también lo oí.
-Y nosotros-dijeron Carlos y David.
-¡¿QUÉ?!-dijeron los demás y nosotros nos reímos.
-Y además luego, el que ganara de los equipos, invitaba a helados, ¿no, Dani?
-¿Quéeeeeeeeeeee?
Se nos quedó mirando a las dos sin entender nada y luego puso una cara de pena muy lastimera.
-¡Ah, qué mono!
Y le abrazamos las dos, mientras los demás se reían.
-Hala, ala, Dani.
-Qué le vamos a hacer si me aman, ah.
-Pero serás creído.-le dije.
-Calla que soy tu maestro a los bolos.
-¡Se acabó!
Y volvimos a reírnos.
-Sigrid-
-Lo prometido es deuda chicos.
-¡Pero que no es justo!-se quejaron los del equipo contrario.
-Ah, nadie dijo que la vida fuera justa.-dijo mi amiga, riéndose.
Al final les perdonamos. (En realidad no, ellos se quejaron diciendo de que era eso de inventar apuestas por ahí) y empezamos a pensar un lugar para ir a cenar.
-¡Podemos ir al italiano del amigo de las niñas!
-¿Las niñas?-dijimos Cris y yo.
Se empezaron a reír como si les fuese la vida en ello.
-De todas formas, ¡no! No se va a ese italiano.-dijo Cris.
-¿Qué? ¿Por qué?-dijeron Carlos y Dani.
-Porque estoy cansada de ese italiano.
-Y del camarero.-dije yo.
-De ese también.
Y nos reímos.
-Todavía es pronto-dijo Blas-¿Qué tal si vamos a comprar algo?
-¡Yo quiero chuches!-dijimos mi amiga y yo.
Los chicos nos miraron raro.
-¿Ahora?-dijo Álvaro.
-No, mañana si te parece.-le dije, dejándole aplastado.
Me miró mal y no me habló durante un rato. Pero uno muy corto, ah.
Salimos del centro comercial y nos encaminamos a un sitio para cenar.
-¿Qué os parece si jugamos a lo de imitar a la gente?-dijo David.
Todo el mundo aceptó su idea así que nos pusimos a ello.
Dani imitó a un abuelo que andaba por ahí, con la cachaba pegando al aire.
Cris y Carlos se empezaron a reír. (Lo más seguro se acordasen de cuando Carlos imitaba al señor del parque al que Choco persiguió).
David y Blas imitaron a un par de extranjeros que andaban por ahí con la camarita sacando fotos a todo lo que podían (como los japoneses, solo que estos no eran japoneses).
Cris y yo imitamos a un par de señoras que no paraban de chismorrear sobre no sé qué cosa.
Eso nos recordó a Carmen.
Y Carlos, juntó con Álvaro y Blas, se subió a una especie de estatua a la que un par de chicas también se estaban subiendo.
-¡Carlos, pon algo de tu parte!-dijo Álvaro.
-Que es que no puedo.-dijo el aludido.
-Le pesará el culo, quién sabe.-dijo mi amiga viendo la escena.
Yo exploté en risas, al igual que Dani, David y Cris.
Al ver que no conseguía subir le dijimos que lo dejará.
-Venga, baja, anda.
-¡Qué no, que yo subo!-dijo Carlos, cabezota.
Al final, entre los seis que estábamos le conseguimos bajar, pero estaba bien agarrado a la estatua.
Cuando al fin le soltamos nos dirigimos a una tienda de chuches.
Desgraciadamente no había ninguna abierta y los chicos se rieron de nosotras.
Seguimos nuestro camino y fuimos a un restaurante.
No era italiano y por eso, Carlos se empezó a quejar.
-¡Yo quería ir al italiano!
-¡Y yo quiero que te calles, pero nadie consigue lo que quiere!-le dijo Cris.
Los chicos y yo nos reímos bastante.
Al final decidimos que nos íbamos a una hamburguesería cercana.
Entramos y nos sentamos en la mesa más apartada que vimos.
-¿Qué desean?-nos dijo el camarero.
-Pues... unas hamburguesas y unos batidos de estos.-dijimos, señalando el menú.
Lo apuntó y se fue con viento fresco.
-¿Qué hacemos cuando nos vayamos?-dijo David.
-¡FIESTAAAAAAAAAAAAAA!-gritó Cris.
Vino el camarero con la cena, repartiéndola entre cada uno de nosotros.
Cenamos y entonces preguntó Cris:
-¿Qué tal va el Twitter de Choco?
-Oh, bien, muy bien. Ya tiene casi 500 seguidores.-le contestó Carlos.
-Si ya digo, con la tontería va a tener más seguidores que nosotros.-dijo Dani, haciendo que nos riésemos
Yo me junté con David, hablando de esto y de aquello.
-¡YA, PESAO VETE A DARLE AMOR A TU GATO O ALGO!
-¿Qué ha pasado, Cris?-dije.-¿Qué le has hecho a Dani, eh?
-¡Si no le hice nada!-se justificó-Que no para de hablar, jo, se parece a Carlos.
-¡EH!-dijeron Dani y Carlos.
Yo me reí y volví con David.
Al rato vimos una discoteca.
-¡FIESTA, FIESTA, FIESTA!-gritábamos Cris y yo.
Entramos a la discoteca cogidas de los brazos (como el día del concierto) empujando a la gente habida y por haber para poder llegar a la barra.
Ya en la barra pedí una bebida de la que no me acuerdo el nombre.
Yo solo veía a todo el mundo bailando. Pero no veía a Cris.
Pedí otra bebida y después fue otra y otra y otra.
Me empecé a sentir mal, así que me bajé de un salto del taburete (¿Por qué no hacen taburetes para bajitas?) y me dirigí a un pasillito que había para ir a los baños.
Me sorprendí cuando vi a Cris y Carlos besándose, ahí en medio.
Me quedé mirándoles hasta que se percataron de mi mirada y dejaron de besarse.
Me di la vuelta, dispuesta a irme, pero me detuvieron, cogiéndome del brazo.
-¡Sigrid, no es lo que parece!-dijeron.
-¡¿Qué no es lo que parece?! ¿Me lo decís en serio? ¡No puedo creer que lo hayáis hecho... Por segunda vez!-me solté del agarre de Cris-Dar gracias a que no se lo voy a decir a nadie porque no soy así, pero no quiero que me volváis a hablar.
Les dejé ahí, con la boca abierta.
Yo, empujando a la gente, muy enfadada, me dirigí a la puerta.
Salí fuera de ahí, decepcionada. Decepcionada porque ellos habían sido capaces.
No quería cuentas con ellos, de ningún tipo.
Oí que se habría la puerta.
Era David.
¿Y que le decía yo ahora? No podía decírselo. Y aunque pudiese, no lo haría, yo no era así.
Oí de nuevo la puerta.
Eran los demás.


5 comentarios:

  1. Oh, me encanta, ¡La espera ha merecido la pena!
    Prefiero a Cris con Carlos, no es por nada, nah.

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  2. Me encanta el capitulo como todos.Es que siempre la tienen que liar los mismos como diria Dani.Espero el otrpo capitulo un besito a las dos.

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  3. Como no nos va a gustar? Esta genial :) Como todos los capitulos hasta ahora. Con muchas ganas de mas, subid cuando podais, por que merece la pena la espera de todo. Escribis genial. Asi como dato. Y vamos lo de siempre, me encanta el CAP. Y quiero saber ya que pasara con Cris, Blas o Carlos y cuando Sigrid encontrara el amor? Ahh son muchas dudas.. Un beso a las doos :)

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  4. Me encanta!!! Como siempre me has dejado con la curiosidad... quiero saber lo que pasará en l próximo capítulo ya! xD Me encanta enserio, seguid así :)

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  5. Pues aqui estoy para dejaros mi aburrido comentario.
    Bueno, lo primero y como siempre, muy buen capitulo chica. Y ahora empiezo con mis cosas jaja primero, a mi Blas me da ya mucha pena el pobre, no se merece eso, no. jajajaja y ya pues que Cris y Carlos esten felices y contentos juntos... Peeeero como os conozco, se que eso no va a pasar en absoluto, asi que me sigo quedando con la intriga de que va a pasar. Despues, Carlos y Cris van para actores, si. La escena de la bolera como si no pasara nada lo demuestra jaja. Despues, de la vida amorosa de Sigrid no decis nada? Para darle emocion tambien a la cosa hombre jajaja Y por ultimo, hacia tiempo que os lo queria decir aunque no sabia como, pero me lo habeis puesto a huevo como se suele decir jaja me encanta que hayais metido a otro personaje, no se si es solo este capitulo o mas, pero me parece una idea genial. Y la cosa era que metierais a un personaje mas, que la historia esta muy bien asi, pero para darle vidilla y eso, no se si me entendeis. Aun asi es solo una opinion, hagais lo que hagais estara genial como siempre. Ale, hasta aqui os djo mi rollo de comentario, y espero con muchas ganas el siguiente.
    Un besazo chicas:)

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