sábado, 8 de junio de 2013

Capítulo 25: Ni contigo, ni sin ti.

-Cris-
Me desperté antes de que sonara el móvil y le quité la alarma.
Había dormido muy mal esa noche, con mucho calor y bastante pesadillas, pero, ahora mismo, no recordaba de qué iban estas.
Tenía sed, así que me encaminé a la cocina.
Aún quedaba algún rato antes de que Sigrid despertara y debiéramos prepararnos para irnos.
Entré en la cocina, abrí la nevera y busqué algo que beber.
Estaba en ello cuando oí algo a mi espalda, me giré y vi en la puerta a Carlos, tan campante.
Grité y me intenté tapar con la puerta de la nevera puesto que, debido al calor y el agobio procedente de las pesadillas, había dormido en ropa interior.
Él se rió.
-¡¿Qué haces aquí?!-pregunté.
-Estoy aquí.
-¡¿No jodas?! ¡¿Y cómo has entrado?! ¡¿Qué quieres?!
Volvió a reírse.
-Carmen me abrió, vine a sacar a Choco.
-¿Qué esa te abrió?
-Sí, no quería despertaros.
-Qué considerado de tu parte.
-¿Por qué te escondes? Si ya te he visto en bañador.
-¡No quiero que me veas, no es igual!
-Cierto, el bañador no era de Hello Kitty...
Me enfadé tanto que cogí de la nevera lo primero que pillé (un bote de ketchup) y se lo tiré.
Riéndose, lo esquivó y se fue, huyendo.
-Maldito sea, yo lo mato... A ella y a la vieja cotilla esa...
Volví a mi habitación (Carlos estaba en el salón con el perro), me vestí y salí al mismo momento que Sigrid.
-¿Qué hace él aquí?-preguntó, mirándole.
-Ser un imbécil, pero eso lo hace en todos los lados.
-¡Eh, yo sólo quería sacar al perro!-dijo.
-¿A estas horas?-dijo mi amiga, un tanto incrédula.
-Pues sí, es que tenía que madrugar y así aprovecho.
Lo dejamos estar.
-Me voy a vestir-dijo mi amiga, y se fue.
-¿Quieres desayunar algo?-le pregunté a Carlos.
Puede que quisiera matarlo, pero no iba a hacerlo con el estómago vacío.
-Vale.
Nos pusimos a hablar en la cocina mientras desayunábamos y salió el tema de Sara, la prima de Sigrid.
A él le había caído bastante bien y hablaba bien de ella.
Sigrid apareció en la cocina y nos miró raro, como si se sorprendiera de vernos hablando en lugar de estar matándonos o, incluso, besándonos.
-Cris, nos vamos.
-¿No desayunas?
-Mm, no, no me apetece.
-Eso debe ser cosa de David...-dijo Carlos, por lo que Sigrid le metió una colleja.
Hacía tiempo que Carlos no se llevaba algún golpe, ya iba siendo hora.
-Luego le dices a tu amor que eche la llave cuando te vayas-dije, levantándome de la mesa.
-¿Mi amor?
-Carmen.
-¡Arg, no!
Sigrid y yo nos reímos, nos despedimos de él y de Choco y nos fuimos.
Al salir al hall descubrimos allí a Sara.
-¡BUENOS DÍAS!-dije, gritando (y posiblemente despertando a todos los vecinos)
-Buenos días, ¿por qué estás tan feliz hoy?
-¿Yo, feliz? Qué va.
Bajamos y descubrí a Carmen ahí, mirándonos atentamente y descubriendo que nos faltaba Carlos.
Me ponía enferma. En serio, era algo superior a mis fuerzas que alguien especulara con mi vida.
-¿Qué? ¿No tienes nada que mejor que hacer que mirarnos? ¿Te hago una foto y te la firmamos? Te durará más.
-¡Cris!-me regañó Sigrid-Es una señora mayor.
-¡LO QUE ES ES UNA VIEJA CHISMOSA!
Seguí despontrincado contra ella hasta la facultad.
E, incluso allí, seguí metiéndome con ella mentalmente, confiando en que como era bruja de las de antes pudiera leerme la mente y ver lo que pensaba de ella.
Cuando volvimos a casa, al verme, se escondió en la porteria.
Creo que sí que vio mi mente, sí.
-Te tiene miedo-observó Sigrid.
-Si me teme, me respetará.
Nos despedimos de su prima y entramos en casa.
Choco estaba en ella, sano y salvo y de Carlos no había ni rastro.
Me encargué de hacer la comida (estaba haciendo progresos sorprendentes en la cocina) y tras comer, recibí una llamada de mi madre diciendo que no me olvidara que hoy a Choco le tocaba vacunarse.
Pues se me había olvidado por completo.
-Sí, mamá, estate tranquila, luego le llevo, sí, ahora llamo para eso, sí, tranquila.
Pedí hora para llevarlo y fui a decírselo a Sigrid, que estaba tirada en su cama hablando con David por el móvil, pero esta me hizo un gesto con la mano diciéndome que me fuera y que ya se lo diría luego.
Diantres, Sigrid sólo vivía por y para David. Ni yo estaba así con Blas. ¿O sí había estado así? Diablos, no.
Como mi amiga no me hacía caso y a mi perro yo le importaba poco (estaba durmiendo la siesta) me puse a pasar apuntes y, cuando terminé, me puse a leer Ghostgirl.
Había en él una canción en las últimas páginas que consiguió atraer mi atención especialmente. La canción se llamaba "Adiós a tus besos".
"Creí decir adiós a tus besos,
renunciando hoy a tu amor viendo
con mis ojos lo que tú veías,
a tus besos creí decir adiós.
Las cosas que dije y no debía,
esa ansia porque me necesitaras.
Ver con mis ojos lo que tú veías,
¿acaso de tus besos me despedía?
Y es que cuando no estás no puedo evitar pensar que estás hecho para mí.
Eso pienso cuando no estás,
directo desde el corazón de quien
para ti hecho está."
Lo leí varias veces.
No estaba muy bien escrita, pero había algo en esa canción. Algo trataba de decirme pero, ¿qué?
Cogí un subrayador amarillo y la subrayé.
Nada, no lo vi más claro.
Anda, amarillo, el color de Carlos.
Suspiré, hoy no era el día en que descubriría el misterio.
Maldito libro, no paraba de mandarme indirectas.
Pasé las páginas mientras reflexionaba sobre la canción y di con una página a la cual le había doblado una esquina. No recordaba haberlo hecho, más que nada porque no me gustaba hacerle eso a los libros.
"En zona prohibida:
Nos gusta pensar que hay cosas que jamás haríamos. Principios que nos dictamos para que nos guíen por el camino, incluso en los tramos más arduos. No obstante, y dependiendo de lo que esté en juego, es posible que nos descubramos pensando y actuando de una forma que jamás habríamos imaginado ser capaces. Resulta harto sencillo trazar una línea en la arena, pero a veces cuesta encontrarla cuando el viento empieza a soplar".
No me lo podía creer, es como si el libro supiera que...
Jamás pensé que llegaría a mentir a nadie, menos a Blas y muchísimo menos por encubrir a Carlos. Y...
Llamaron al timbre.
Aún pensando en el texto del libro, fui a abrir.
-Hombre, David. Es agradable verte a ti al abrir la puerta y no a Carlos para variar.
Él se rió.
-¿Está Sigrid?
-Ya veo a qué vienes... En su cuarto.
-Gracias.
Me quedé de pie, frente a la puerta, dándole vueltas a lo que el libro quería decirme. Me daba que era algo importante, pero no conseguía descubrirlo.
Mi inconfundible móvil empezó a sonar. Y digo que era inconfundible porque tenía puesto "Nathional Athem" de Lana del Rey y Sigrid a los chicos.
-¿Si?
-¡Hola!
-Oh, no, eres tú.
Carlos se rió.
-¿Sigues enfadada por lo de esta mañana?
-Ah, ¿que pasó algo esta mañana? No me acuerdo. ¿Te conozco?
-Anda, mira que graciosa.
-Me parezco a ti. Bueno, que da igual, ¿qué quieres?
-Hablar.
-Siempre me dices lo mismo, luego sólo hablo yo o...
Estaba jugueteando con el libro entre las manos y se abrió por la parte de la canción.
"Adiós a tus besos"
-¿O?-dijo Carlos, invitándome a continuar.
-Da igual, no importa.
Miré el reloj.
-Tengo que llevar a Choco al veterinario, ¿quieres venirte?
-¿Choco? ¿Al veterinario? ¿Qué le pasa? ¿Está bien?
-Eh, tranquilo. Está bien, sólo es una simple vacuna.
-Voy contigo. Dame cinco minutos.
-Val...
Oí el sonido que me informaba de que me había colgado.
Me encogí de hombros.
En fin.
Fui al cuarto de mi amiga y llamé a la puerta.
-Parejita, me voy a llevar a Choco al veterinario, luego hablamos.
-¡Vale, adiós!
Había algo que no terminaba de cuadrarme en todo esto. Sigrid, David, David, Sigrid.
O quizá era que yo estaba comiéndome la cabeza por nada.
Cogí dinero, a Choco y bajé a esperar a Carlos en el portal.
Carmen nos miró.
Me agaché y acaricié a Choco.
-Chocolate, cariño, cuando veas a esa señora, ládrala.
-¿Ya le estás maleducando?
Levanté la cabeza y vi a Carlos ahí, con las manos en los bolsillos.
-Soy su madre, haré lo que quiera.
Él negó con la cabeza, me incorporé y echamos a andar.
-¿Está muy lejos?
-A un par de manzanas.
-Vale.
Saludé a una vecina.
Otra chismosa.
-¿Y Sigrid?-preguntó.
-Con David en casa.
-Últimamente viven el uno para el otro, ¿eh?
-Hacen bien. Las personas que se quieren, tienen que estar juntas.
-Tienes razón en eso.
Intercambiamos una mirada y, tras eso, se formó un silencio incómodo.
Maldita sea, ¿qué estaba pasando? No debí decir eso.
-Pero tú pasas poco tiempo con Blas. Hay días que ni le ves.
-Experimento lo que es una relación a distancia para cuando tenga que viajar y no esté.
Él hizo una mueca, pero no contestó.
Llegamos a la consulta y estaba repleto de gente con mascotas, desde pajarracos como loros hasta gatos encerrados en jaulas y conejos con mirada asesina (ojos rojos)
Choco se puso a conocer a otros perros y nosotros dos miramos el único sitio libre que había al lado de un señor mayor con un loro posado en el hombro.
-Sientáte tú.
-No, tú.
Bueno, ya veía el comienzo de otra discusión.
Le puse la mano en el hombro, tiré hacia abajo y, como no se lo esperaba, se sentó.
-Pero que...
Intentó levantarse, pero le puse la mano en la cabeza y empujé.
-Tú te quedas sentadito.
Él gruñó.
-¿Y tú qué?
-Yo estoy bien de pie.
-Que me da apuro, siéntate sobre mí si quieres.
Le miré enarcando una ceja.
-Nada raro, jo, no me mires así...
El loro nos miraba muy atentamente.
-Está bien, pero las manos quietas y donde pueda verlas.
Las levantó en el aire y me senté sobre él.
-¿Puedo bajarlas? Se me duermen los brazos.
-Buenooooo, está bien.
El tiempo pasaba y me inquietaba que el loro nos mirara fijamente, como si fuéramos una de esas galletas que les gustaban a los pajarracos.
-Hola.-le dije, finalmente, en un intento de ser amable.
-Para ti mi cola.-me respondió, tan fino el pájaro.
El señor regañó al loro y Carlos se rió tanto que casi me caigo al suelo.
-Eso te enseñará a nunca más hablar con loros.
-Cállate, sólo quería ser amable.
Tras eso, el loro no me dejaba en paz, me hablaba y si no le hacía caso, me daba con la cabeza en el hombro.
-Joer Carlos, es igualito a ti.
-Ya quisiera ser el loro tan guapo como yo.
-Menos ego, señorito.
Al final Paco (que así se llamaba el loro) se me puso en el hombro para hablarme al oído.
-Qué loro más romántico.
-¿Qué te dice?-preguntó Carlos, interesado.
-Galletas, quiero galletas.
-JAJAJAJAJAJAJA.
-Carlos dale conversación a ver si así me olvida un rato.
-Difícil si se ha enamorado de ti.
-Pues que se desamore, no estoy disponible. ¡Vete, Paco!
Me sacudí el hombro y Paco se fue volando a posarse sobre la cabeza de un perro amigo de Choco que echó a correr para quitarse a Paco de encima.
Choco, recordando que estábamos allí, vino a saludarnos.
Casi me tira de encima de Carlos, porque se subió a chupetearle la cara como hacía siempre.
-Te ama demasiado-observé.
-Eso será porque yo soy su padre.-dijo, imitando en algo a Darth Vader.
-¿Qué? Ni hablar. Sigrid es su pa...
-Sigrid con Breaker ya tiene bastante.
Abrí la boca para protestar.
-Soy. Su. Padre.
La cerré, total, ¿para qué? Carlos además de cabezón era cabezota. De nada serviría discutir con él.
Cuando nos tocó, Choco quiso huir, pero Carlos lo arrastró dentro.
El veterinario, un hombre joven de unos treinta años nos dijo que subiéramos a Choco a una mesa (Carlos lo hizo, si hubiera sido yo, aún seguiríamos ahí intentando que lo subiera)
Le examinó y, mientras le hacía, iba haciendo preguntas que Carlos contestaba mientras yo estaba con el móvil.
Al momento de pincharle, Choco lloró y Carlos parecía al borde de lo mismo. Parecía muy dispuesto a ofrecerse voluntario para vacunarse en lugar del perro.
Le di unas palmaditas en la espalda a modo de apoyo (para estas cosas yo era muy sosa, qué le vamos a hacer)
Minutos después, caminábamos de nuevo por la calle, con Choco, ya totalmente recuperado del pinchazo.
-¿Y ahora qué?-preguntó Carlos.
-He quedado con Blas en el parque de Choco, ¿te vienes?
-Eh, acabo de recordar que quedé con Dani hace cosa de diez minutos.
-¿Qué? Antes me dijiste que estabas libre.
-Ah, sí, claro, pero fue antes de acordarme de que tenía algo que hacer.
Hice una mueca.
Algo iba mal.
-Está bien, como quieras.
Nos quedamos un poco pillados, pues no sabíamos si darnos un abrazo, nos besos o qué.
Al final me decanté por una colleja cariñosa y medio abrazo.
Le vi marcharse con la convicción de que no me había dicho la verdad. Con esto de mentir, estaba empezando a detectar cuándo me mentía la gente a mí.
En fin, como él quisiera.
Fui al parque y Blas me estaba esperando en un banco.
Pasé con él el resto de la tarde, hasta que volví a casa, vi que no había nadie en ella y subí, dejando a Choco en casa, a casa de Sara, para ver si había alguien allí.
Sorprendentemente, estaban allí Sigrid, David, Álvaro, Sara y Dani.
Me quedé rota.
-Dani, ¿y Carlos?
-Si tanto preguntas por él, vamos a pensar que te importa.
-¿No quedó contigo?
-¿Qué? Si ese nunca me llama. Creo que ni se sabe mi número.
Miré por la ventana, al infinito.
-Hala, exagerado-dijo Álvaro-Hay veces que lo hace.
-Cris, ¿pasa algo?-dijo Sigrid.
-¿Eh? No, no, qué va, qué va. Líos mentales míos.
Era cerca de la hora de cenar y Sara nos invitó a quedarnos, por lo que ella, Sigrid, su inseparable David y Álvaro se fueron a la cocina y me dejaron en el salón con Dani.
Al rato, ya estábamos compitiendo para ver quién aguantaba más sin respirar, y por ver quién podía decir más palabras que tuvieran "a" seguidas. Competiciones tontas pero eh, así pasabas el rato.
Le llamaron desde la cocina y aproveché para sacar el móvil.
"¡Me mentiste, mentiroso! ¡No quedaste con Dani! ¡Está aquí!"
"Jajaja sí, me equivoqué. Era Álvaro"
"Claro y esa es la razón de que él también esté aquí y no sabe nada de ti. ¿Por qué me has mentido? Si no querías venir, tan solo habérmelo dicho. Ni siquiera te hubiera preguntado el motivo, hubiera aceptado un "no".
Me llamó, así que descolgué y me llevé el teléfono a la oreja, levantándome del sillón y poniéndome a andar.
-Lo siento.
-¿Y con eso lo arreglas todo?
-Lo siento mucho.
Suspiré.
-No debí hacerlo, lo sé.
-Está bien Carlos, está bien. No quiero saber por qué lo hiciste ni nada, sólo quiero que no vuelvas a mentirme. No soporto las mentiras. Prefiero la más absoluta sinceridad, aunque duela más.
-Vale. ¿Me perdonas?
-Me paso la vida perdonándote.
Alguien me dio unos golpecitos en el hombro, me giré y era Sara.
-Te estaba buscando, vamos a cenar ya.
-Ah, vale. Ya mismo voy. Carlos, cállate.
-¿Es Carlos?
-Sí, toma, háblale tú para que me deje en paz de una vez.
Le pasé el móvil y fui con los demás.
David y Sigrid se estaban dando mimitos y Álvaro y Dani fingían que morían y yo me puse a imitarles.
Tras la cena, me apetecía estar sola, así que les dejé a ellos un rato más ahí y yo me bajé a casa.
Aparte, había que darle de cenar a Choco.
Una vez hecho eso, fui al salón, puse la música y me senté en el sillón con el libro de "Ghostgirl" en las manos mientras American, de Lana del Rey inundaba la estancia.
Maldito libro, ¿qué quieres decirme?
Leí y releí la canción y ese pasaje, tratando de descifrarlo, mientras la canción seguía sonando, a medida que me desesperaba más y más.
Al final, acabé tirando el libro sobre la mesa y escondí la cabeza entre las rodillas.
A la mierda.
Empezó una canción que no supre descifrar, me levanté para coger el cd y mirarlo y casi se me cae de las manos al ver que la canción se llamaba Carmen. Dios mío.
Puse en repitición American y le escribí a Carlos.
"Mi querida Lana del Rey tiene una canción que se llama como tu amada."
Y le adjunté la canción.
Al rato, bajó Sigrid.
-¿Qué haces aquí a oscuras escuchando música?
-No lo sé. ¿Dónde te has dejado a David?
-Por ahí. ¿Qué es ese tono que noto en tu voz?
-Es indiferencia.
-¿Se puede saber qué te pasa? Hoy has estado muy rara.
-Nada. Estoy bien.
Me levanté y apagué la música.
-Me voy a la cama, mañana hablamos.
Pero al día siguiente tampoco estuve muy habladora.
"Adiós a tus besos"
-¿Vas a decirme qué te pasa?
-Que soy tonta pero, respecto a eso, no puedes ayudarme.
-Cris...
Le di un abrazo a mi amiga. Uno largo. En silencio. Uno que decía, sin palabras "Ayúdame, por favor, yo no sé cómo hacerlo".
-Y ahora vámonos, llegaremos tarde.
Ese día Peinado volvió a recordarme el concurso ese de la revista. Pesado. Aparte, nos mandó hacer otra presentación como la que yo hice de París, pero esta vez el tema era "cotidiano". ¿Eso cómo te lo comes? Dijo que podíamos interpretarlo como quisiéramos y eso iba a hacer. Viejo loco que estaba, colega.
Todo el camino de vuelta estuve pensando en cómo hacer una presentación "cotidiana". ¿Qué se chutaba ese hombre?
Ayudé a mi amiga a cocinar, pero apenas comí.
Saqué a Choco y, cuando volví, mi amiga no estaba, sin embargo, me había dejado una nota pegada sobre la cara de Carlos (me pregunto si iba con intención) en una foto del corcho que teníamos en la pared.
"Nos vemos esta tarde :) Muchos xx Te quiero"
Miré al perro.
-Nos han dejado solos, cariño, ¿qué hacemos?

Con el don de la oportunidad que le caracterizaba, Carlos me llamó.

-Dios mío, Carlos, me llamas más que los teleoperadores esos para venderme cosas.

Él se rió.
-A ver, ¿qué quieres hoy? Espera, no me lo digas. ¿Hablar?
-¿Cómo diablos supiste? ¿Me lees la mente? Es frustrante.
-Jajajaja a ver, dime, ¿hoy tienes algo que hacer?
-No.
-¿Estás seguro? ¿Completamente seguro? ¿Seguro de que luego no recordarás ninguna falsa quedada con nadie?
-Seguro.
-Entonces ven a casa que te necesito. Y ven bien vestido, bueno, a ver, como vas siempre y peinado.
-¿Eh?
-Es que necesito sacarte fotos, si no te importa. Es para clase.
-Qué excusa para hacer que vaya.
-Llamaré a Blas o a cualquier otro que quiera posar entonces...
-¡Vale, vale! Ya voy.
-¡Gracias! Aquí te espero.
Se me había ocurrido que podía usar a los chicos para la presentación, pero bueno, si David estaba con mi amiga (que apostaba una pierna a que estaban juntos) no iba a molestartes para que vinieran por las fotos, así que se las sacaría conforme pudiera, así que daba igual empezar por Carlos.
Preparé el trípode por si acaso, la cámara y todo. Sí, improvisaría un poco, total, tenía que ser algo "cotidiano", no algo excesivamente preparado.
Llamó al timbre y corrí a abrir.
-¡Hola! Pasa.
-Jajajaja hola.
Se plantó en el salón.
-Bueno, tú dirás.
-A ver, déjame verte.
Deportivas, vaqueros, camiseta y chaqueta.
"Cotidiano", sin lugar a dudas.
-Vale, perfecto. Vamos primero a la habitación.
-Como quieras. ¿Es esto una especie de trabajo o algo así?
-Sí, es una presentación como la que tuve que hacer de las fotos de París, solo que esta se tiene que basar en lo "cotidiano".
-Osea, en cosas del día a día.
-Ajá, una mierda, lo sé, pero yo no elegí el tema.
-¿Y quién lo hizo?
-El profe y Pedro.
-Pelota.
Me reí.
-También lo sé.
Le hice sentarse en mi silla y le distribuí apuntes por la mesa, como si estudiara, tras unas cuantas fotos de ese tipo, le llevé a la cocina para más de lo mismo, después en el pasillo y finalmente en el salón.
-Muchas gracias, con esto, creo que tengo bastante.
-¿Y tú por qué no sales en alguna? ¿No puedes?
-Mm... Pues no me lo había planteado. No me gusta demasiado echarme fotos, no sé.
-Pues deberías.
-Mm, está bien, voy a cambiarme. Si alguna foto sale bien, no quiero que me vean como una pordiosera.
-Oh, qué vocabulario el tuyo.
Me reí y fui a cambiar mi ropa por mis vaqueros rotos, mis Vans (siempre fui más de Converse pero las tenía escondidas por el armario) una camiseta de tirantes blanca y una chaqueta.
-Vale ya est...
Estaba sentado en el sillón, con el libro de "Ghostgirl" abierto entre las manos por las páginas de la canción Adiós a tus besos.
-¡¿Qué haces leyendo eso?!-dije, quitándoselo-¡No deberías hurgar en las cosas de los demás!
-Pero...
Le di con el libro en la cabeza.
-No repliques.
Fui a dejarlo en mi habitación, lejos de sus manos.
-Creí decir adiós a tus besos...
-¡Carlos, no cantes eso!
Se rió.
-Si lo tenías subrayado, sería porque te gustaba o algo.
-Nada, no tiene importancia. ¿Te vas a poner en las fotos conmigo o no?
-Oh, sí, pero posaremos de forma cotidiana, ya lo sabes.
-Claro.
Dejé la cámara programada para que disparara cada x tiempo.
-¿Y cómo nos ponemos?
-No sé, improvisa.
Me reí.
Me apoyé en la pared con las manos tras la espalda y él apoyó un brazo por encima de mi cabeza, mirándome y yo desvié la mirada a un lado.
Empezamos con fotos "serias". Las demás fueron un cachondeo.
Hicimos una conga, Carlos cogió a Choco en brazos y nos pusimos a saltar, después se lo puse en la espalda, Choco decidió peinar a Carlos y empezó a darle con las patas en la cabeza (tras eso, lo soltamos, se escondió en la cocina y ya no volvió más) me subí yo a su espalda, hicimos muecas, otra foto en la que yo le disparaba y él caía al suelo, en otra cogimos dos palos (él bajó corriendo al parque pequeño de al lado) y fingimos un duelo cual Harry Potter, en otra le cogí yo en brazos y después él a mí, fotos sacando la lengua, fotos con los ojos en blanco y así.
Desde luego, nos partíamos de risa.
Tras una foto en la que imitábamos a Carmen, me dio un ataque de risa y me apoyé en él, que también se reía.
Me detuve para coger aire y tratar de calmarme y él hizo lo mismo.
Le miré detenidamente a los ojos, cosa que no había hecho hasta el momento.
Inconscientemente le fui agarrando, atrayéndolo hacia mí, hasta que él decidió acortar esa distancia que nos separaba, que cada vez iba siendo menor y juntar nuestros labios.
Creí decir adiós a tus besos.
Ahora entendí qué quería decirme aquella condenada canción.
Creí que esto se había acabado, que esto no volvería a repetirse. Creí haber dicho adiós a los besos de Carlos cuando, estúpida de mí, los necesitaba.
Pero no podía ser así.
No podía necesitarlos. No me estaba permitido hacerlo.
Le empujé para apartarlo de mí, fui a mi cuarto, cerré de un portazo y me dejé caer, con la espalda apoyada en la puerta, hasta sentarme en el suelo.
Él llamó a la puerta.
-Sal.
-En la cocina.
Le oí resoplar.
-Sal, por favor.
-No-dije, escondiendo la cabeza entre las rodillas.
Oí cómo se sentaba en el suelo y apoyaba la espalda en la puerta.
Y se quedó callado, esperando.
-No podemos seguir así. No podemos. Lo sabes, ¿verdad? Sé que lo sabes.
No me respondió y se levantó.
Por un momento temí que se hubiera ido, pero unos minutos después volví a sentir cómo se sentaba y apoyaba en la puerta y, tras eso, coló por debajo de la puerta una hoja de un cuaderno que le había llevado al salón para fingir que escribía algo.
Cogí el papel y lo leí.
"Lo siento"
Suspiré y me levanté para coger un boli de mi mesa para responderle.
Escrita la respuesta, le colé el papel por debajo de la puerta.
"Yo no"
Volvió a colar el papel.
"Si tú no lo sientes, ni yo tampoco, ¿por qué nos sentimos mal entonces?"
"Porque esto no está bien. Y nosotros deberíamos sentirlo. No hacerlo nos convierte en... No sé cómo decirlo. Él no se merece esto. Ni tú"
"¿Y tú sí?"
Pensé un tiempo la respuesta.
"Nadie se merece que le engañen"
"Si no quieres salir, ¿puedo entrar?"
Abrí la puerta, entró y nos quedamos los dos apoyados en la puerta, sentados en el suelo.
Acabé apoyando la cabeza en su hombro y él apoyó su mejilla en ella.
Me gustaba, ¿por qué no fotografié eso?
Saqué el móvil y lo hice, tras eso, lo dejé en el suelo.
-¿Te das cuenta que esto es un ni contigo ni sin ti?
Él sonrió.
-Lo sé.
-Si estás cerca, mal, pero si no lo estás, peor.
Fue a decir algo algo pero el Nathional Athem de mi móvil le interrumpió.
-¿Si?
-Cris, ¿qué haces?
-Ah, S. Nada, ¿y tú?
-En casa de David.
-Y por qué no me extraña.
-¿Te vienes? Y así me traes el bañador.
-Báñate en bragas, total, si sólo él te verá.
Carlos se rió.
-¿Eres tonta o qué te pasa en la cabeza?
-Soy tonta, ya te lo dije esta mañana.
-¿Hay alguien contigo?
-Ah, sí, Carlos.
-Pues que se venga también.
-Si solo en casa no le iba a dejar.
-Ah y díselo a mi prima, a ver si también se quiere venir.
-Vale, ahora subiré a decírselo.
-Adiós, ahora os veo.
-Bye.
Y colgué.
-Las personas que se quieren, tienen que estar juntas.-me recordó Carlos.
-Pero me da que aquí ciertas personas se quieren demasiado. En fin, sal de aquí, voy a cambiarme.
-Ah, ahora me echas.
-Hombre, aquí no te vas a quedar. Ya viste demasiado ayer por la mañana.
-Sí. Hello Kitty.
Le pegué.
-¡Ah! Vale, ya me voy. Una pregunta, ¿necesitas que te lo ate?
-Ah, pues... Bueno, ya saldré yo cuando necesite tu ayuda.
Cerré la puerta tras de él y me cambié rápidamente, pero abrí cuando le necesité.
-A ver, átamelo.
Él se rió.
-Voy. ¿Cómo lo quieres?
-Atado.
Se destornilló de risa.
-Si, vale, pero, ¿muy fuerte, con tantos nudos...?
-Tú átamelo de manera que no se suelte y ya está.
-Vale. Sújetate el pelo-dijo, echándomelo a un lado.
Sentí el roce de su mano contra mi espalda y me estremecí, pero no porque me disgustara. Al contrario.
Lo ató y, cuando lo hizo, pasó el dorso de la mano desde el nacimiento de mi columna hasta el final de esta y volvió a repetir el mismo camino pero con las yemas de los dedos.
Me solté el pelo para impedir que repitiera el gesto, pero su mano pasó a mi cintura y me giró.
Sabía lo que...Quería que... Pero no.
Le puse un dedo en los labios y le empujé hacia atrás.
-¡No!
Y volví a mi cuarto en busca de mi camiseta.
Me la puse, cogí el bolso, lo llené de cosas innecesarias (algo habría que sirviese) fui al cuarto de Sigrid, cogí su bañador y cogí las llaves del coche.
-Sara-me recordó Carlos.
-Oh, cierto, tenemos que...
-La he llamado mientras te cambiabas.
-¿Y?
-Se viene, por supuesto.
-Vale.
-Ahora cuando esté lista, bajará ella.
-Perfecto.
Él estaba sentado en el brazo del sillón y yo me quedé ahí, de pie, de brazos cruzados.
Suspiré, avancé y le rodeé el cuello con los brazos, en una especie de abrazo, mientras apoyaba mi mejilla izquierda sobre su cabeza.
Una parte de mí no deseaba tenerlo cerca, sabía que aquello no estaba bien, pero otra lo necesitaba y esta contaba con mi favor.
Esto no era nada malo, no podían reprocharme nada.
-Cuando no me odias, se está bien.
Reí.
-Yo no te odio. Sólo me sacas de mis casillas bastante a menudo.
Llamaron al timbre.
-Será Sara, debemos irnos.
Por el tono de mi voz, notó que no me hacía mucha gracia el tener que haber abandonado mi posición.
-Tranquila, te dejaré que me abraces más a menudo.
-¿Y quién te ha dicho a ti que yo quiero eso? Lo que acaba de suceder hoy aquí es un fenómeno que se da cada tres o cuatro vidas.
Me miró raro, pero luego supo que no lo decía en serio y se rió.
Ya iba conociendo mi manera de expresar sentimientos.
Saludamos a Sara y bajamos al coche.
-Carlos.
-Dime.
-¿Cuándo me vas a regalar el GPS que me prometiste? Aún lo estoy esperando.
-¡Es verdad! Tendré que hablar con Blas. Tu cumple era el 1...
-Hasta esa fecha no me espero, lo habláis y lo quiero ya.
-Sí, señora.
Ambos nos reímos y Sara nos miró algo extrañada.
Quién sabe, o quizá mirara raro las pegatinas de huellas de perro que había pegado en el coche.
Carlos y Sara hablaron durante todo el viaje y yo me dediqué a cantar en mi mente y a decir de memoria la canción Adiós a tus besos y el párrafo de En zona prohibida.
Ahora ya sabía qué me decía el libro.
Llegamos a casa de David y Álvaro vino corriendo.
-¡Corred decídme un número!
Los tres nos miramos entre nosotros sin entender un pimiento y parte de otro.
-7.
-13.
-5.
-¡Sí! ¡Ese era! ¡Gracias!
Abrazó a Sara rápidamente y se fue corriendo igual que vino.
-Me da miedo-dijo Carlos.
-Habrá hecho alguna apuesta absurda con Dani, ya sabéis cómo son esos dos, en fin, vamos.
El cabezón asintió, dándome la razón.
Saludamos a la gente que había dentro (que no eran otros que los chicos y mi amiga) y le di a esta su bañador.
Carlos volvió a tener que atarse el bañador con cinco nudos.
Salimos a la piscina y fui hacia Blas, que estaba tumbado en una toalla y me tumbé a su lado.
-Eh, pasan los días y no te veo.
Me besó en la mejilla.
-Si es que no sé dónde te metes, estás desaparecida.
Me dolió pensar que ese tiempo lo usé en Carlos y que, como él dijo, no pasaba con Blas todo el tiempo que este merecía.
-Bueno, pero ya aparecí.
Todos se pusieron a hacer el tonto (pues lo que eran jajaja ay, pobres) y Álvaro le contó a Sara su gran proeza de haber tirado al hombre gordo de la colchoneta a la piscina.
-Casi no salimos vivos de esa.
-Casi.
Blas se fue a medio bañarse y yo me quedé ahí en el suelo tirada, hasta que Álvaro, que estaba andando por ahí, se tropezó y se cayó al lado. Por no levantarse, ahí se quedó.
-Tú eres de Alcalá, ¿no?
-Cris, que a estas alturas de la vida no lo sepas, es muy triste.
-Déjame. Entonces eso significa... Que somos paisanos, porque yo nací allí.
-¡OH!
Y nos dimos un abrazo lleno de drama, como si hiciera veinte años que no nos viéramos (difícil porque hace veinte años yo no había nacido, pero no importa)
Hablamos y hablamos y vimos como Dani les ganaba a todos en una competición de hacer más burbujas en la piscina (las competiciones eran cada vez más ridículas)
Carlos estaba haciendo el idiota con el pelo mojado (con el pelo seco también sabía hacerlo) y se puso a hacerle cosquillas a Sara, la cual, obviamente, se rió.
Sentí como si me atravesaran el pecho con una flecha y me llevé una mano a este, palpándomelo, porque lo había sentido. Sentí, a su vez, como la rabia crecía dentro de mí y, sobre todo, algo peor, mucho peor.
Celos.
Me levanté y me fui de allí a paso rápido sin decir palabra, mientras me fijaba en la mirada de Álvaro. No tenía buena cara.
Sentía la necesidad inminente de golpear algo o a alguien, me daba igual quién fuera o lo que fuera. Por otra parte, sólo quería quitarme del pecho la angustia que en este sentía.
Me desgarraba por dentro. Quemaba. Y me dolía.
Sentí unas manos frías sobre mis hombros, me giré y descubrí el rostro de la persona a la que menos deseaba ver en ese momento.
Carlos Pérez Marco.
De manera brusca, me libré de sus manos.
-Vete.
-No.
-Vete. ¡Vete, vete, vete, vete! 
Acompañé cada "vete" con un empujón.
-¡Maldita sea! ¡Vete! ¿Qué no entiendes?
-No quiero.
-¡Déjame! ¡Lárgate! Olvídame, por favor.
Quiso cogerme de nuevo y retrocedí.
-¡No me toques que chillo, eh!
-¿Más aún?
-¡Vete por ahí a hacerte cosquillitas con la gente y sácame de tu vida!
-Ah, así que te ha molestado.
-¡Me molesta tu cara! ¡Quítate de mi vista!
Me atrapó y me puso la mano en la boca para que no gritara como una loca.
Protesté, pues aunque se había secado apresuradamente, seguía húmedo y me daba frío.
Me arrastró hacia una habitación mientras yo pataleaba (llegué incluso a moderle, pero no surtió mucho efecto) entró, cerró la puerta y me apoyó en ella.
-¿Vas a gritar?
Negué con la cabeza, así que me quitó la mano de la cara.
Empezó a hacerme cosquillas con el pelo, como antes le hiciera a Sara, pero no me reí (lo que me costó aguantarme las ganas fue mítico)
-Estate quieto.
Siguió.
-Quiero irme, quiero que me dejes en paz, quiero volver con los demás, quiero que dejes de hacer el imbécil.
-Y yo quiero que, por una vez, te calles.
-Cállame tú, no pienso hacerlo. Voy a seguir hablando y quejándome hast...
No pude continuar, puesto que me besó.
Le devolví el beso, acompañado, eso sí, de una patada donde más le dolía.
-¡Ah!-dijo, separándose.
Le miré, sonriéndole con malicia, y me fui, dejándole ahí.
Volví a la piscina y todos se habían salido ya.
-¿Qué te pasó?-preguntó Blas.
-Oh, nada, que pensé que me había traido crema, pero luego recordé que no hacía falta.
Penosa yo era para mentir improvisando.
-¿Y Carlos?
-¿Y yo qué sé? Pregúntais como si me importara donde estuviera.
Carlos volvió al rato, mirándome mal.
Que se fastidiara, esa ténica me la había enseñado mi hermano por si algún chico me molestaba algún día o algo. Y qué bien que me había venido.
Estuvimos fuera, en la piscina, el resto de la tarde y, cuando empezó a anochecer, nos metimos dentro de casa y, a petición de Sigrid, David nos puso el ordenador y sacó los micrófonos de jugar al karaoke en la Play que tenía, puesto que tenía un programa para jugar al karaoke en el ordenador. Cualquier canción que quisieras (si estaba disponible, claro) pumba, la buscabas y listo, a cantar.
Pusimos algo de picar y eso cenamos mientras veíamos qué canciones había recomendadas y tal.
-Yo quiero cantar algo de Manolo Escobar.
Todos me miraron muy raro.
-Jo, que era broma.
Álvaro cantó Umbrella de Rihanna y nos reímos mucho porque bailaba a la vez y aquello era un show, a Carlos le hicieron cantar Baby de mi super amigo Justin, Sigrid y David cantaron a dúo (cómo no) una canción empalagosa a la que apenas hicimos caso, Dani dijo que quería la de Little Things y que si no, no cantaba otra, así que cantó esa (para disgusto de David que decía que la obsesión de Dani con esa canción no conocía fronteras)
-¿Y tú qué?-dijo Dani, mirándome.
-No sé, ninguna me convence.
David pasaba canciones y, vi una foto de alguien conocido.
-¡Adam Levine!
Se me quedaron mirando.
Dios, es que Maroon 5 podía conmigo.
-¿Qué canción es?
-Una que canta con Rihanna.
-If I never see your face again, entonces. Ah, me falta alguien.
-Me presento voluntario-dijo Carlos.
Cómo no, debí de haberlo sospechado.
-Vale, tú haces de Rihanna.
-Sí, claro y qué más.
Me reí y acabé haciendo yo de Rihanna (aparte de porque Álvaro decía que él lo había hecho antes y no le daba la gana de que Carlos le copiara, que entre paisanos lo que quiera, pero él no era paisano suyo y yo, en cambio, sí)
Amaba esta canción y ya me la sabía prácticamente de memoria, pero nunca le había dado importancia a la letra. Hasta ahora.
Carlos empezaba.
"You say I’m not your type, but I can make you sway." [Dices que no soy tu tipo, pero puedo hacer que te tambalees]
Y yo le respondí, acercándome.
"But you feel my breath,on your neck. Can’t believe I’m right behind you" [Pero sientes mi aliento, en tu cuello. No puedo creer que estoy detrás tuya]
Acompañé la estrofa pasando los dedos por su nuca.
Pusimos empeño en la canción.
Él se dedicaba a eso. Yo vivía la canción.
Cantamos los dos a la vez, de frente, mirándonos.
"‘Cause you keep me coming back for more 
And I feel a little better than I did before 
And if I never see your face again, I don’t mind 
‘Cause we gone much further than I thought we’d get tonight"
[Porque me haces volver a por más
Y ahora me siento un poco mejor que antes.
Y si yo nunca vuelvo a ver tu cara de nuevo, no me importa
Porque hemos ido mucho más allá de lo que pensé que llegaríamos esta noche]
¿Por qué la canción, el libro...? ¿Por qué todo me hablaba de lo mismo? ¿Por qué demonios todo me hablaba de él?
Tomé aire y seguí.
"Sometimes you move so well 
It’s hard not to give in."
[A veces te mueves tan bien que es difícil no entregarse]
Él me respondió acercándose más, tanto, que tuve que alejarme un poco porque todos miraban. Y ahí no podía perder el control.
"I’m lost, I can’t tell 
Where you end and I begin."
[Estoy perdido, no puedo decir
dónde terminas tú y dónde empiezo yo]
La siguiente frase de la canción me vino perfecta.
"I´m with another man" [Estoy con otro hombre]
Él hizo una mueca antes de responderme.
"I wonder if he’s half 
The lover that I am."
[Me pregunto si él es la mitad de amante que soy yo]
Y siguió cantando, acercándose y agarrándome.
Disimulé un poco, haciendo como que actuábamos, pero yo sabía que aquello era real, muy real.
Y todos lo estaban viendo.
"And if I never see your face again, I don’t mind"
-Ehh, buena canción, sí, buena.-dijo Dani, al acabar.
Sin mirar a Carlos si quiera, volví a sentarme en el sillón donde estaba con Blas y me dediqué a mirar al infinito.
No volví a cantar.
Sara cantó Vendré por ti de Merche y se emocionó cantándola, por lo que no pudo reprimir alguna que otra lágrima y, al darse cuenta, Álvaro (que era el que mejor llevaba eso de dar apoyo) la abrazó y se la llevó a la terraza, para hablar con ella.
"Por eso cuídate y no me dejes de querer,
si tienes un día gris me lo dices
y vendré por ti".
La cabeza me iba a estallar. Demasiados pensamientos, demasiadas preguntas sin respuesta, demasiadas respuestas que sabía y no quería conocer... Mi cabeza era un hervidero de pensamientos y dudas.
Excusándome, salí de casa y fui al coche, apoyándome en este y dejando que el aire que se había levantado jugara con mi pelo y lo moviera a su conciencia.
Saqué el móvil y miré la foto que tenía de fondo de pantalla de Blas y yo. ¿Y esa foto que había hecho con el móvil de Carlos y yo? La miré y no pude evitar sonreír.
Me maldecí por ello. Me maldecí por todo.
-Ey, ¿qué te pasa?
Levanté la cabeza y vi a Carlos ahí.
-¿Se puede saber qué tengo que hacer para que me dejes sola aunque sólo sea un rato?
Se encogió de hombros.
-No sé, pensé que quizá te pasaba algo.
-Y aunque me pasara, ¿qué te importa? Es asunto mío.
-Pues lo que te pase, me importa.
-No debería.
-Pues lo hace.
-Pues que te den. Y ahora déjame sola.
No se movió de ahí.
-Carlos, por favor... Estoy cansada, de verdad. No quiero seguir más con esto. ¿Por qué hacemos esto? ¿Por qué te comportas así conmigo? ¿Por qué estamos así?
Escondí la cara tras las manos de la desesperación.
-Porque te quiero.
Retiré la manos rápidamente y me le quedé mirando, mientras negaba con la cabeza.
Lo decía en serio. Completamente en serio.
-No, no Carlos, no. No digas eso, no es cierto.
-Sí lo es.
-No. No y lo sabes. Crees que sí, pero no. Piénsalo. No tiene sentido.
-Es posible que no lo tenga, pero es así.
Seguí negando con la cabeza.
-No, no. Así sólo nos hacemos daño los dos. No queremos eso. No me quieres.
-Sí lo hago. ¿Qué tengo que decirte, cosas así como "tú eres mi mundo ahora" o "eres mi estrella que me guía" o cosas así para que me creas?
-No.
-¿Y entonces?
-Es que no quiero creerte, porque así es más fácil.
Porque así es más fácil no aceptar que sientes lo mismo.
¡CÁLLATE, MENTE ESTÚPIDA!
-Y aunque fuera verdad, ¿qué pretendías diciéndomelo? ¿Qué algo cambiara? Ya he sido demasiado injusta con Blas y he jugado demasiado contigo. Si te has enamorado, es tu culpa, no mía.
Eso había sido un golpe bajo, muy bajo y lo sabía.
No debí haber dicho eso.
Abrí el coche, lo rodeé, abrí la puerta y me senté en el asiento del conductor.
Él se sentó en el asiento del copiloto y se me quedó mirando.
-¿Estás llorando?-dijo, alargando una mano, que esquivé, echándome a un lado.
-No me toques y sí, estoy llorando. Pero soy libre de hacerlo.
Fue a decir algo, pero le interrumpí.
-Si en verdad me quieres como dices, márchate. Vete. No quiero verte.
Suspiró, salió del coche, cerró la puerta y se marchó.
Agarré con fuerza el volante, tratando de calmarme, pero las lágrimas corrían por mis mejillas.
Quizá lo necesitara. Quizá me sintiera mejor después de haberme deshagodo así.
Tras salir del coche, Carlos volvió a entrar en casa de David y buscó a Sigrid, que estaba junto con David (para extrañarnos), se acercó y le susurró.
-Tu amiga te necesita.
-¿Dónde está?
Unos minutos más tarde, mi amiga se introducía en el coche.
Yo había conseguido calmarme un rato, aunque no demasiado.
-¿Qué te pasa?
-Nada.
-Ah, sí, claro y estás así por nada.
-Me gusta llorar.
-Pero mira que eres tonta.
Abracé a mi amiga y me desahogué agusto.
No volvió a preguntar nada. Quizá sabía más del tema de lo que pensaba que sabía.
Para cuando fue la hora de irnos, ya me había calmado del todo, pero casí se me cae el mundo encima al recordar que tenía que llevar a Carlos en el coche.
Él, muy dipuesto, fue a sentarse delante.
-Atrás-le ordenó Sigrid con una voz muy autoritaria que no dejaba lugar a dudas.
Me miró a mí, no reaccioné y se fue atrás con Sara.
Le dejamos en su casa (por mí hubiera abierto la puerta con el coche en marcha y le hubiera lanzado fuera).
Una vez ya en casa, Sigrid no quiso volver a sacar el tema y nos fuimos a la cama.
Pero, claro está, yo no pude dormir.
"Porque te quiero".
No era posible que Carlos me quisiera, algo le había pasado en la cabeza, algún cable se le había cruzado para que dijera eso. Lo mismo era hasta una apuesta con Dani o algo. Pero verdad no podía ser. Él era demasiado melón... Demasiado... Arg.
No, directamente, no podía ser.
Se estaba quedando conmigo a base de bien.
Pero, ¿y si era cierto? Las cosas que yo le dije... ¡Pero que hubiera sido más rápido! Oh, Dios, ¿qué estaba pensando?
Sólo quería descansar, dormir hasta que todo esto se acabara. Darme cuenta de que no era más que una pesadilla.
Y ahí estaba la otra estúpida parte de mí que se aferraba a la esperanza de que no fuera un sueño, de que fuera real. Muy real.
Me levanté, cogí la cámara, fui al salón, conecté esta a la tele y me puse a ver las fotos de aquella tarde.
Ahí estaban las fotos de los dos, haciendo el tonto.
No debería verlas ahora, no sabiendo lo que sabía... No debería sonreír viéndolas. Ni reírme.
Ni desear repetir esa sesión de fotos una y otra vez.
A punto estuvo de caérseme la cámara al suelo cuando pasé de foto y descubrí una que me sorprendió sobremanera.
La cámara había fotografiado el beso.
Observé la foto atentamente.
Yo le agarraba con tanta intesidad como él a mí.
Desconecté la cámara, volví a mi cuarto, encendí la impresora e imprimí la foto, para después guardarla en el libro de Ghostgirl.
No sabía por qué lo había hecho, ni los problemas que me traería el haberlo hecho.
Como tampoco sabía que, desde ese día, las cosas iban a cambiar, tal y como Carlos quería.
Pero no para bien.
Para ninguno de los dos.



Ey, aquí @Cris_Jbieber. ¿Qué tal va eso? Madre mía, ya 25 capítulos... Quién lo diría cuando empezamos que llegaríamos tan lejos. Gracias por vuestro apoyo y vuestros comentarios (aunque a veces me petéis de manera brutal el Twitter jajaja) y por dejarnos seguir creyendo en Endless Road. Gracias.
Twitter: @Cris_Jbieber 
Podéis seguir también a Choco (@ChocoOfficiall) y al Twitter oficial de la novela (@Fans_ERN)
Gracias, de nuevo.
Besosss.









4 comentarios:

  1. ME-EN-CAN-TA!!! En serio adoro esta novela y todo el drama que hay entre Cris y Carlos :) Seguid así.
    Deseando leer el próximo capítulo!

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  2. AMO VUESTRA NOVELA PORFAVOR SEGUIRLA TAN PRONTO PODAIS

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  3. Dioos! Yo no se que es lo que me he perdido, he estado varios capitulos sin leer y ahora despues de leer estos capitulos, me he quedado tan bien. Me encanta enserio, y cada vez esta mas interesante. Deseando siguiente capitulo. Cada vez se pone mejor la cosa. Un besoo!

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  4. Tengo ganas de más. Está genial. Un beso.

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