sábado, 7 de septiembre de 2013

Capítulo 35: Y se lo grito al mundo, ¡te quiero!.

-Cris-
-¿Eso es entonces que sales conmigo?
Al oír eso de sus labios, no pude evitar abrir los ojos desmesuradamente, con gran sorpresa.
Todo lo que habíamos vivido juntos, en calidad de imágenes, pasó por mi mente en un sólo parpadeo.
Imágenes claras, aunque rápidas.
Él bajando de la furgoneta,siendo esa la primera vez que nos vimos,los dos paseando por el hotel a unas horas curiosas para dar un paseo, él en el concierto al que fui con Sigrid y estalló en risas por mi culpa, cambiándonos los sombreros, paseando al perro, cada uno de nuestros besos, nuestras discusiones y nuestras tonterías...
Tantas imágenes, que constituían nuestra historia pasaron ante mis ojos en tan corto espacio de tiempo.
Parpadeé y supe que tenía que darle una respuesta.
-Al principio pensé que eras como un amigo más, alguien con el que te podías echar unas risas, contarle todo y esas cosas de amigos. Pero fuiste evolucionando a... A algo más. De pronto, pasé a necesitarte a mi lado más que a ninguna otra persona. Necesitaba estar contigo o verte, aunque fuera. En definitiva, sólo quería estar contigo. No tenerte cerca me derrumbaba y sólo tú podías sujetarme el mundo para que este no se me cayera encima. Tú eres, para mí, esa pequeña brecha de luz al final de un tétrico túnel. ¿Y sabes? Soy idiota. ¿Qué digo idiota? Más que eso, soy imbécil. Imbécil por no darme cuenta de todo esto hasta ahora, por negarme a aceptar desde un principio que te quería y por haberte hecho pasar todo por lo que has pasado por mi culpa. No puedo cambiar eso, pero te lo puedo decir ahora. Te quiero. Y sí, esto es entonces que salimos.
Me abrazó.
-Dios, lo que me ha costado. Mira que eres complicada en todos sus amplios sentidos.
Le abracé a mi vez y alcé la cabeza.
-¿Y después de todo lo que te ha costado, sólo piensas abrazarme?
Sonrió cuando le besé, por lo que sería correcto decir que le besé la sonrisa.
Mientras, no muy lejos de allí, en la piscina, la gente planeaba qué podíamos hacer.
-Podríamos volver al pueblo.
-Sí, y pasear por el paseo marítimo. Es bonito.
-Pero si vamos, cenamos por allí, que luego me entra el hambre y es muy cansado volver.
-David, cómo eres-dijo Sigrid, besándole.
-Y luego podríamos tomarnos un helado.
-Blas y sus fantásticas ideas.
-Pues si nos vamos a ir, tiene que ser ya, que si tenemos que arreglarnos y eso.
-Pues vamos.
-Ey, pero nos faltan los sombreritos.
-Esos dos, siempre van a su rollo.
-Ahora le mando un wa a Cris para decírselo-dijo S, sacando el móvil mientras recogían las toallas y demás y tiraban hacia las cabañas.
Carlos y yo seguíamos en la playa, sin movernos, ajenos al resto del mundo.
Él estaba sentado, con las piernas abiertas y yo tumbada sobre su tripa, usándola como cojín.
-Dime más cosas cómo las de antes.
-¿Qué cosas?-dije, mirándole.
-Ya sabes.
-Mm-dije, fingiendo pensar- Hay tantas cosas que quiero decirte y no sé por dónde empezar...
-Quizá por el principio.
-Eres mejor que Edward Cullen.
-Mm, lo sabía.
Los dos nos reímos.
-Deja que las cosas que quiero decirte te las diga cuando toquen. Saldrán solas cuando llegue su momento.
-Estaré esperando impaciente.
-Pero de momento, hay algo que quiero decirte.
-Dime.
Le atrapé la cara con las manos y la bajé, obligándole a mirarme.
-Te quiero.
-Dilo otra vez.
-Te quiero.
-Más.
-Te quiero, ¡te quiero, te quiero, te quiero! Y se lo grito al mundo, ¡te quiero!
Se rió.
-Estás muy loca.
-Espera y verás.
Me puse en pie.
-¿Ves a esos dos que se acercan corriendo?
-Sí, claro, los veo.
-¡Ey, vosotros!-agité la mano para que aquella pareja me viera-¡Le quiero!
Señalé en ese momento a Carlos, que se partía de risa y negaba con la cabeza.
La pareja me miró raro, más se rieron y siguieron corriendo.
Carlos se levantó y le abracé.
-Sabes que estás loca.
-Sí, no puedo evitarlo. Y la razón eres tú.
Me besó y, tras eso, empezó a dar vueltas, haciéndome volar.
-¡Qué nos vamos a marear!
-Anda, exagerada.
Le sonreí.
-Te quiero. Y quiero que todo el mundo lo sepa.
-Con los gritos que has dado me extrañaría que alguien de esta playa no lo supiera ya.
-Esa mujer que está allí sentada creo que tiene puesto unos cascos. Vamos a decírselo.
Los dos nos reímos y me vibró el móvil.
Vi mi fondo de pantalla.
Era la foto que eché el otro día en la cabaña. Y él tenía la misma.
-S dice que vamos a ir a cenar al pueblo.
-¿Y vamos a ir?
-Supongo, ¿no?
-Yo quiero estar contigo.
-Oins, yo también. Pero juntos vamos a estar.
-Pero sólo contigo.
-Carlos, sino quieres que mi corazón se me escape del pecho, no me digas esas cosas.
-En ese caso, iríamos juntos corriendo a buscarlo.
Le pellizqué y nos reímos.
-¿Se lo vamos a decir a los chicos y eso?
-¿Qué quieres hacer tú? Si quieres esperar, yo lo entiendo...
-Carlos, no. No debemos esconder toda esta pasión que llevamos dentro.
-Oh, sí, cierto es.
-Jajajajajajaja Además, no creo que pudiera resistirme a ti delante de ellos. No sabría fingir que no hay nada entre nosotros.
-¿Sabes? Me dejas alucinado. Llevamos apenas una hora saliendo y hablas como sí...
-Si quieres, me callo.
-Para nada. Estoy muy feliz de oír todas las cosas estas que dices. Llevaba tiempo esperándote.
-Siento haberme hecho tanto de esperar.
Los dos nos abrazamos y después él me revolvió el pelo.
-Vamos a prepararnos antes de que estos se vayan sin nosotros, que son capaces.-dijo.
Dimos la vuelta, para volver a las cabañas y le agarré del brazo.
-¿Sabes? Los caballeros llevan así a las damas.
-¿Ah, si? Yo pensaba de otra manera.
-¿Cómo?
-Ah, ya te lo enseñaré. Cuando menos te lo esperes.
-Vaya.
-Ahora vamos a pensar cómo se lo contamos a esta gente. Yo te dejo hablar a ti.
-¡Sí hombre, qué morro!
Se rió.
Una vez en la cabaña, me di otra ducha rápida y me puse unos shorts negros, una camiseta de tirantes blanca y una camisa vaquera que me até con un nudo por encima del ombligo mientras Carlos se duchaba.
Me calcé las manoletinas sentada en el sillón, asimilando lo sucedido en la playa.
Dudas no tenía ninguna.
Quería a Carlos. Hacía tiempo que lo sabía pero, por la razón que fuera, quizá cabezonería pura, me había negado a aceptarlo. Hasta que ya no pude negarlo más.
El corazón no entiende de mentiras y engaños a uno mismo.
Le esperé sentada en el banco de madera del porche.
-Ah, aquí estás-dijo cuando salió-Pensé que te habías ido sin mí.
-Por nada del mundo me iría sin ti-dije, poniéndome a su lado.
-¿Sabes? Se me hace muy difícil.
-¿El qué?
-Oír esas cosas de tus labios y no besarlos.
Sonreí y le agarré la mano.
-Ah, tendrás que esperar a que se lo digamos. Lo hemos prometido. A ver qué tal se nos da fingir.
Le guiñé un ojo, le solté la mano y eché a andar hacia la cabaña de Álvaro y Sara, habitual punto de reunión entre nosotros.
De dos zancadas, él se puso a mi lado.
Nos encontramos con el resto de nuestros amigos.
-¡Hombre, pero si son los desaparecidos!
-Anda, a callarse y tirando para el pueblo.
-Qué humor.
-Yo siempre soy así-dije.
Se me hizo algo difícil no estar con Carlos durante el paseo.
Desde luego, él había mejorado sus dotes de actor.
Parecía como si nada entre nosotros hubiera cambiado.
Pero ah, qué poco cierto era eso.
Cenamos en un restaurante muy cercano a la playa. De hecho, la veíamos desde él.
Sigrid sugirió ir a tomar un helado después de cenar, y a todos nos convenció la idea por lo que, después de la velada, nos recorrimos todo el paseo marítimo y nos compramos un helado.
Nos bajamos a la playa a comérnoslo y nos sentamos allí, en la arena.
Carlos y yo consideramos que ya era hora de decirlo, ya que habíamos engañado a nuestros amigos bastante más de lo que nos pensábamos.
Si es que nos merecíamos un Oscar de la academia.
Carlos me dio un golpe con el codo para que yo empezara a hablar.
Qué niño.
Tan valiente para unas cosas, tan cobarde para otras. Tuvo el valor suficiente para decirles a todos que me quería y ahora no tenía valor para decir que salíamos juntos.
Hombres. ¿Quién les entiende?
-Eh, escuchadme.
Todos se me quedaron mirando.
Joer, qué presión.
-Esto...
¿Y ahora cómo diantres lo decía yo sin que quedara muy tonto o empalogoso o cosas de esas...?
Cogí a Carlos, le besé y después me aparté.
-Pues eso.
A Dani le entró la risa y no hubo quien le parara.
-Traducido al castellano, ¿salís juntos?-dijo S.
-Sí, así es.
Empezaron las felicitaciones y las "esto ya lo sabíamos todos, si era cuestión de tiempo...".
Tras eso, ya pude estar agusto todo el rato al lado de Carlos, con el reconfortante peso de su brazo sobre mis hombros.
-¿Y desde cuándo salís?-preguntó el cotilla de David.
-Desde esta tarde, en la playa-contestó Carlos.
-¿Y por qué no lo habéis dicho antes?
-Para ver si os dabáis cuenta.
Los dos nos reímos.
Regresamos a las cabañas andando por la playa y después estuvimos en la cabaña de David y Sigrid, tomándonos algo.
Me había convertido en la sombra de Carlos, siempre pegada a él. Y eso no parecía desagradarle.
Estábamos sentados en el suelo (en el banco del porche no cabíamos) y le acariciaba el pelo mientras tenía la cabeza sobre su hombro.
Sus brazos me rodeaban la cintura y, la mano que me sobraba, estaba sobre sus manos.
-Creo que los prefería como antes y no así, eh-dijo Dani-Así no hacéis tanta gracia sino os peléais y eso.
-Lamentamos no ser tan graciosos a tus ojos como antes-dije.
-En verdad no lo lamentamos.-añadió Carlos.
-Cierto.
Estuvimos con los demás en el porche planeando el día siguiente y hablando. Una vez hecho,tiramos cada uno a nuestra cabaña.
Choco se puso como loco de contento al vernos.
-¿Cuántas veces voy a tener que decirte que no te subas al sillón?
-Eso, sé un padre e imponte.
-Creo que pasa de mí.
-Perro malo.
Le acaricié.
-¿Le sacamos un rato?
-Pues vamos.
Al salir por la puerta, mi mano se deslizó en la suya y la aferré.
No comentó nada al respecto, pero dejó un beso en mi mejilla mientras Choco tiraba con fuerza pidiendo un poco de aire y libertad.
-Suéltale, sino se volverá loco.
-¿Más de lo que ya está?-dijo, divertido.
Nada más soltarlo, Choco corrió hacia la libertad y le perdimos de vista.
-Ya volverá.
-¿Tú crees?
-Seguro.
Caminamos sin rumbo, siguiendo lo que pensábamos que sería el camino elegido por Choco.
Este volviendo corriendo, asustado por algo.
Vimos pasar a un grupo de chavales en bici.
Las bicis a Choco de nunca le habían inspirado confianza. Normal. A mí tampoco.
Por algo no sabía montar y me habían atropellado con una.
-Carlos, ¿dónde está?
-Pero si estaba aquí hace un momento.
-Ya se perdió.
-Salió a ti hasta en eso.
Le pegué en el brazo.
Lo buscamos por un rato y al final lo encontramos sentado en la puerta de la cabaña.
-Lo mato.
-No, mujer, no seas así.
El perro ladró al vernos.
-Si sigue así, se lo mandamos a David y S y que ellos se pasen la noche buscándolo. Porque yo paso.
-Pobrecillo-dijo él, abrazándole.
-Vaya dos que sois-dije, poniendo los ojos en blanco y abriendo la puerta.
Nos cambiamos de ropa y pusimos un rato la tele.
-Deja esto.
-Pero si es una vidente de estas de las cartas...
-Pero mola.
Me miró enarcando una ceja.
-¿Problemas en el amor? ¿En el trabajo? Conchita Hurtado te mostrará tu camino...
-Calla, Carlos, a ver qué dice.
Cambió de canal para fastidiarme, pero el que se fastidió fue él, ya que Conchita estaba como en al menos cinco canales más.
-¿Qué clase de brujería es esta?
Me reí a carcajadas.
Descubrimos que Conchita (como todas las de su especie) era una farsante en potencia, pero a mí me hacía mucha gracia verla ahí, con sus cartas, creyéndose lo que decía.
-Esto hay que verlo más veces.
-Dura de tres a cinco de la mañana.
-¿Tan tarde es ya? Madre mía.
Él se rió y nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente me acordé de Conchita (aunque no para bien) pues tenía bastante sueño.
Nos vestimos y, tras desayunar, nos reunimos con nuestros amigos en el parking.
Álvaro y Dani se estaban señalando el reloj.
-¿Qué fue de esa puntualidad tuya?
Me encogí de hombros.
-A Conchita las culpas.
Se quedaron mirándome raro mientras me metía en el coche, por lo que Carlos les explicó amablemente quién era Conchita.
Fuimos al pueblo.
Habíamos escuchado ayer que en la plaza ponían un mercadillo y, como no había nada mejor que hacer, decidimos acercarnos.
Y así era.
La plaza del pueblo estaba a rebosar de gente y puestecillos (quizá a rebosar no estuviese, pongamos que había unas cuantas personas... Cinco o seis... Es broma, había más)
-Dame la mano o me perderé-le dije a Carlos.
Obvio, era sólo una excusa barata para caminar de la mano.
-Igualmente os perderéis los dos-dijo Dani.
-Bueno, pues danos la mano tú.
-Sí, claro, y me perdéis a mí también.
Todos nos reímos.
Como cabía esperar, no encontramos absolutamente nada que nos agradara, pero al menos dimos un amplio paseo y pasamos la mañana (mañana que según Álvaro ya estaba perdida por culpa de el retraso de Carlos y mío)
Volvimos a las cabañas y comimos en la de Blas y Dani.
Tras una mini siesta en el sillón por mi parte (ellos dijeron que fueron horas, pero no llegaría ni a veinte minutos) fuimos cada uno a nuestras cabañas para ponernos los bañadores e ir a la piscina (dudábamos si ir primero a esta o a la playa pero David acabó eligiendo por todos nosotros, decantándose por lo que estaba más cerca)
Tras unos cuantos baños, nos dirigimos a la playa y nos metimos todos al agua sin pensar.
Dani empezó a perseguir a Sigrid con un alga mientras esta gritaba.
-Y luego Carlos y yo somos los payasos ¿sabéis?-dije.
-Estos no se quedan detrás.
Al final, S le metió una paliza y a Dani se le quitó la tontería del alga, que tiró por ahí y me cayó a mi en la cabeza.
-Será mejor que eches a correr-le advirtió Carlos.
Mas Dani no fue lo bastante rápido y a punto estuvo de comerse tal asquerosidad.
Sino lo hizo, fue porque me daba asco tocarla.
Sara, Blas y Carlos, que hacía rato nos habían abandonado a la resta por las toallas, dijeron que venga, que nos saliéramos ya, que habíamos tenido mucha agua durante todo el día.
Nos encogimos de hombros y salimos.
-Carlos, pásame la toalla.
Me la tiró a la cabeza.
Hay cosas que nunca cambian. Joderme para ser feliz era una de ellas.
-Hemos pensado que podríamos ir a la disco esta noche.
-Sí, en el pueblo hemos visto una y por hacer algo...
-A mi no me apetece mucho ir, la verdad-dije, mientras me secaba-Pero si vosotros queréis ir, por mí no os preocupéis.
Sigrid estuvo cerca de veinte minutos intentando convencerme para que fuera, pero fue inútil.
-Yo os dejo las llaves de mi coche y fuera.
-Wow, conduciré tu coche-dijo Dani.
-Siéntete un privilegiado.
-Lo hago, lo hago.
Los dos nos reímos.
-También estuvimos hablando sobre ir a Elche mañana.-añadió Sara.
Mi cara fue todo un poema.
-Tampoco te apetece ir ¿verdad?-dijo David.
-Para nada.
Se rieron.
-De todas maneras ¿que haría con el perro?
-Por un día que se quede solo...
-¿Mi Choco, solo? Eso ni en broma, Álvaro. Pobrecito. Él también está de vacaciones.
-Pero Criiiiiiiiiiiiiiiiiiis.-S prolongó las "i" durante casi un minuto-Venteeeeeee.
Negué con la cabeza.
-¿Y qué vas a hacer sin Carlos?
-¿Eh?-dijo este-Pero si yo tampoco voy a ninguna parte.
-¿Qué?
-Mucho andar y eso. Muy cansado. Yo me quedo.
-Ese es el espíritu-dije, abrazándole.
-Menudos aburridos que sois.
-¡Aburridos, aburridos!
-Cuando os canséis de gritar en vano, me lo decís.-dije.
-¡Aburridos, aburridos! Venga, ya.
Fuimos todos de vuelta a las cabañas y nos despedimos de ellos.
-Sed buenos esta noche ¿eh? Que no estamos nosotros para vigilaros.
-¡Ja! Lo mismo os decimos.
-Uhhhhh.
Me duché para quitarme la sensación pegajosa de la piel y me lavé a conciencia el pelo, recordando el suceso del alga.
Al salir del baño, Carlos estaba de pie en la puerta con los brazos cruzados.
-Has tardado cincuenta y dos minutos. De reloj contados.
-Ups.
-¿Ups?
-Suelo tardar bastante en la ducha. Ya te toca a ti.
-Pero si no es eso.
-¿Ah, no?
-No. Es que he pasado cincuenta y dos minutos sin ti, pegado a la puerta, escuchándote al otro lado y sin poder llegar a ti.
-No deberías decir esas cosas.-dije, acercándome a él.
-¿Por qué?
-Porque me gustan demasiado.
Le besé y fui al cuarto.
-¡No tardes cincuenta y dos minutos, que no aguantaré sin ti!
Oí su risa por ahí perdida.
Me miré al espejo y estuve arreglándome el pelo.
Él no tardó ni quince minutos.
No sé si tardó tan poco porque solía hacerlo así o para dejarme a mí mal (recordemos que haciendo eso él encontraba una gran felicidad)
-¿Cuánto he tardado?
-Mm. Trece minutos y treinta y siete.
-Weeee.
-Esto no quedará así.
-Jajajaja vale. ¿Qué haces?
-Tortilla.
-¿Qué, qué?
-¡Tortilla!
-No, si te entendí, pero creí haber oído mal. ¿Tú cocinando?
-Para tu información, llevaba practicando un tiempo antes de venir aquí.
-Mm. Tengo ganas de probarlo. ¿Moriré si lo hago?
-Aún no he envenenado a nadie.
-Ese aún suena de una manera muy tranquilizante...
-Que sí, hombre. S ya ha comido varias de las cosas que he preparado y ahí la ves, vivita y colendo ¿no?
Se rió.
Cenamos los dos y los cansinos de nuestros amigos vinieron a intentar convencernos por última vez de que fuéramos con ellos.
-¿Pero vosotros no os ibais?-dije yo.
-Claro. En cuanto me des las llaves.-dijo Dani.
-Ah, es verdad. Se me había olvidado.
Se las di y se despidieron.
-Mañana nos vemos.
-Sí, venga, a pasarlo bien ¿eh? Adiós.
En cuanto se fueron, cogimos al perro y nos fuimos los tres por ahí a pasear.
No andamos mucho, ya que bien sabido es que nosotros no éramos fans en absoluto de andar y nos sentamos en la playa, mientras Choco le ladraba a las olas cuando estas se alejaban y salía corriendo, huyendo, cuando estas volvían.
Era todo un show verlo.
-¿Crees que hicimos bien dejándoles ir solos?
Él se rió.
-Mujer, ya son mayorcitos para saber lo que hacen.
Enarqué una ceja.
-Eso no te lo crees ni tú.
-También es verdad.
Los dos nos reímos y le abracé.
Aparte del sonido de las olas y los ladridos de Choco, poco más se podía oír en la playa.
-No sé cuándo empecé a darme cuenta de lo que sentía por ti. Y supongo que, aunque me di cuenta, no quería creerlo. Pero ya sabes que al corazón no hay quien le engañe.
-Bien lo sé.
-¿Y sabes? Es raro. Se supone que nuestra relación ha cambiado, pero seguimos siendo los mismos, quiero decir, seguimos haciendo las mismas cosas que antes y eso.
-Será porque ya salíamos desde hace tiempo.
-Mentalmente, es muy posible.
-Físicamente ya, se hizo más de esperar.
Nos reímos.
-Sí.
-Y bueno, eso de que hacemos las mismas cosas que antes no es cierto. Antes no podía hacer esto sin que te enfadaras, me pegaras o bien estuviera prohibido.
-¿El qué?
Me besó.
Le devolví el beso y estuvimos así hasta que Choco consideró necesario y se empezó a meter por en medio.
-Maldito perro.
-Comparto tu opinión.
Seguimos allí hasta que nos cansamos y yo empecé a dar la tabarra con que quería ver a Conchita.
-Pero que eso hasta las tres no empieza.
-Bueno, pues vamos con tiempo.
Fuimos a dejar a Choco en la cabaña y estuvimos un rato allí, viendo una peli de Antena 3 muy rara.
-Vámonos.
-Carlos, que va a empezar Conchita ¿adónde quieres que vayamos?
-Nah, era broma. Para ver qué decías.
-Pues qué voy a decir, so loco.
Mientras todo esto tenía lugar, nuestros amigos habían cogido los coches y habían llegado al pueblo.
-Buena hora ¿no?
-Perfecta. Vamos.
Como cabía de esperar, había gente, aunque no demasiada. Aquel no era un pueblo que brillara por la gente joven.
Tomaron algo antes de lanzarse al baile.
-Estas canciones son las que le gustan a Cris-observó David.
-¿Ah, si?-dijo Sara.
-Puff, nos trajo en el coche todo el viaje con un cd de canciones de estas.
-¡Pobres de vosotros!-dijo Blas y se rieron.
Estuvieron muy bien durante toda la noche, aunque se acordaron continuamente de nosotros dos, los ausentes.
-¿Por qué crees que no habrán querido venir?
-Cris no es mucho de esto, la verdad-dijo S.
-Y Carlos se queda por lo que se queda.
-Se queda porque es un vago y, contra menos haga y menos se mueva, mejor.
Nosotros seguíamos en la cabaña, con Conchita.
En realidad la teníamos puesta en la tele pero le hacíamos caso omiso.
-¿Dónde está Choco?
-Primera y última vez que nos lo traemos a algo así. No se comporta.
Me partí de risa.
Lo encontramos en nuestra cama.
-¡Eh! ¡Fuera de ahí!
Carlos se tiró en la cama y los dos se empezaron a pelear.
Negué con la cabeza.
Vaya dos sin remedio.
Al final Choco se fue corriendo a su cuarto, el de las dos camas.
-¿Carlos?
-De aquí ya no me levanto.
-Muy bien, iré a apagar por ahí y ahora vuelvo.
-Aquí te espero.
Al volver a oscuras, me tiré sobre la cama y caí sobre él.
-Au.
-Lo siento, pero haberte movido de sitio.
-Pero por qué me voy a mover, si este es mi lado de la cama.
-Qué va.
-Como que sí.
-Pues tienes razón.
-Ajá-dijo, con voz victoriosa.
Le estuve contando mi infancia hasta que vi que se quedaba dormido y tenía que zarandearle para despertarlo. Me acabó dando pena hacerle eso, así que dije que se acabó y a dormir (la verdad, no sabía por qué hablábamos de mi infancia, con la de temas interesantes que había para tratar)
Pasaba el tiempo y yo no me podía dormir.
Él rodaba de un lado a otro, dormido como un tronco, pero yo nada.
Cogí el móvil y estuve escuchando algo de música, me levanté, fui a la cocina, bebí algo y me tumbé en el sillón, pero decidí que necesitaba estar al lado de Carlos, por lo que volví con él a la cama.
Descubrí, no sin sorpresa, que Choco se había hecho con mi lado de la cama y estaba tumbado tan largo era con Carlos.
Eché a Choco de la cama y me tumbé yo.
Carlos se dio la vuelta y prácticamente se echó encima mía, por lo que no pude evitar reírme.
Se le veía tan guapo dormido.
Le abracé y le toqué el pelo.
Así estuve cerca de una hora.
Hasta que se me ocurrió una idea al ver la hora.
Esperaba que no me matase.
-Carlos, Carlos.
-Mm.
-Despierta.
-¿Qué pasa?-dijo, sin abrir los ojos.
-No me puedo dormir.
-Yo te duermo.
Me abrazó y apoyó su cabeza sobre la mía.
-Mm, creo que no funciona.
-Duérmete o el coco te comerá.
-Eso es para los niños pequeños.
-A ti también como no te duermas, verás.
-Vamos a dar un paseo.
-¿Quieres pasear?
-Como en París. Hagamóslo por los viejos tiempos. Además, es la hora.
Le enseñé el móvil, que indicaba que eran las cuatro y media.
La luz de este le deslumbró, pero le vi reírse.
-Vámonos.
Bostezó, se estiró y salió de la cama.
Le seguí.
Esta vez decidimos no ir descalzos. Esa tradición la tendríamos que romper.
Íbamos a oscuras por la cabaña para no encender ninguna luz que nos hiciera daño a la vista.
Busqué su mano en la penumbra.
Al encontrarla, la aferré.
-¿Tienes miedo?
-Sí. De perderte.-le apreté la mano al decirlo.
-Eso jamás.
Le abracé mientras abría la puerta.
Salimos de la cabaña.
-¿Y si vemos el amanecer?
Se rió.
-¿Estás loca? Queda aún un buen rato para eso.
-Bueno, seguro que encontramos algo que hacer para entretenernos mientras tanto.
-¿Ah si? ¿Cómo qué?
Le besé.
-Como esto.
-Me has convencido.
Reí, victoriosa.
-Iré por una toalla, que luego tendremos frío.
Fui por ella, se la echó a los hombros y echamos a andar.
Pasamos por la piscina (pasamos muy a distancia porque Carlos tenía mucho peligro en esa situación) y pasamos al parque.
Estuvimos en los columpios haciendo el tonto, hasta que dijimos de ir al parking para ver si nuestros amigos habían venido y si Dani había cuidado bien a mi coche.
En efecto, allí estaban los dos coches. Y tal y como les recordaba.
Tras eso, nos encaminamos a la playa.
Carlos no hacía más que hacerme reír a carcajadas y yo intentaba controlarme mientras decía que los vecinos nos iban a matar.
-Hay que hacer las cosas como en París-decía.
Nos sentamos en la playa en el lugar donde siempre nos poníamos y ya empezábamos a considerar como nuestro.
Yo me senté entre sus piernas abiertas, apoyando la espalda en su pecho y le cubrí con la toalla, con lo que él nos tapó a los dos.
-¿Quién me diría a mí que estaría yo en esta situación contigo?
Me reí al escucharle.
-Esto supera cualquiera de los sueños que tenía, sin duda alguna. Y lo mejor es que no tengo que cerrar los ojos para vivirlo. Lo malo de esa técnica era que no estabas cuando los abría. Al menos, no siempre.
-Eso era antes. Ahora sí que estoy.
-¿Por cuánto tiempo?-dije, girándome para mirarle.
-¿Qué te parece para siempre?
Fingí pensármelo por unos segundos.
-Me parece perfecto.
Reía cuando me besó.
Adoraba esos besos. Para mí, eran los más dulces.
Saqué algo de entre la toalla.
-¿Qué es eso?
-¡Sorpresa!
-La cámara. Se me olvidaba quién eras tú y sin qué no podías vivir.
-Anda ya, qué mentiroso. Sabes que llevaba mucho tiempo sin usarla.
-Lo sé.
Hice fotos a diestro y siniestro.
-Deja eso y hazme caso a mí.
-Celoso de una cámara. Lo que hay que oír.
Se rió, apagué la cámara y apoyé la cabeza en su pecho mientras esperábamos a que el sol saliera.
Tras eso, fuimos a dormir por unas cuantas horas.
Al despertar, era la hora de comer.
-Uh, qué tarde.
-¿Es que tienes prisa?
Sonreí.
-Para nada.
Mientras él y Choco jugaban en el suelo, me asomé por la ventana y vi a Dani en el porche, a punto de llamar a la puerta.
-¿Pero tú no te habías ido por ahí a no sé dónde con los demás?
-Qué alegría sientes al verme.
-Normal, ¿tú te has visto la cara?-dijo Carlos, sacando la cabeza por la ventana también y aplastándome.
Nos sacó la lengua y nos mandó muy lejos (manera refinada de mandarnos a la mierda)
-Nos íbamos a ir, pero como vinimos tarde, estábamos cansados y nos vamos mañana mejor.
-Ah, bien.
-¡Seguimos sin querer ir!-le gritó Carlos.
-No, no, si no venía para convenceros, sino para que viniérais a comer con nosotros. ¿A eso si venís?
-Dani, jamás nos negaríamos a algo que nos dieran hecho.
Se rió.
-Pues en mi cabaña os espero.
-¡Ya vamos!
Nos vestimos (no era plan de ir en pijama) y fuimos hacia allá, donde estaban todos.
-¿Qué tal ayer?
-Ah, bien. ¿Y vosotros, aburridos?
-Oye, que no nos aburrimos nada, eh.
-Me imagino.
Estuvimos viendo la tele y jugando a las cartas (David siempre ganaba y Sara y yo pensábamos que hacía trampas, porque no era posible que un solo hombre acumulara tantas victorias) hasta que dijimos de ir a la playa (hoy se pasaba de piscina)
Álvaro y Carlos charlaban animadamente, así que me dijo que fuera yendo yo a cambiarme y ahora él iría.
Asentí y así lo hice pero, cuando me reuní con la resta de mis amigos, faltaban esos dos casos perdidos.
-Era cuestión de tiempo que esos dos se fugaran juntos-dijo Blas y Sara y yo le taladramos con la mirada.
-Nah, ahora nos los encontraremos por aquí, ya vereis-dijo S.
-Y sino, pues tampoco pasa nada.
-Qué malo eres, Dani.
Paseamos de arriba a abajo por toda la playa, cosa que nos llevó su tiempo.
Tiempo del que no tuvimos noticias de Carlos y Álvaro.
Sigrid y yo nos pusimos a gritar al ver una medusa.
-¡No, David! ¡No la toques! ¡Noooooo!
Nos acercó la medusa.
-Es una bolsa de plástico.
-Joder S, a ver cuando te revisas la vista, de verdad...
-¡Pero si has sido tú!
Y me llevé de regalo una colleja.
-Venga, volvamos.
-Sí.
-Dios, ¿de verdad hay que volver? Que está en la otra punta...
-David se está haciendo de los míos.-dije.
-¿Quién será el siguiente?
-Dani, está muy claro.
-¡Clarisímamente!-dijo este.
Nos reímos.
Tiramos hacia las cabañas y, una vez que llegamos, nos despedimos tras prometer que nos veríamos después.
Iba a pasar a mi porche cuando Choco apareció por ahí, muy contento él.
-Cariño mío, ¿qué haces aquí?
Me agaché para abrazarle y acariciarle un poco y reparé en que llevaba un papel doblado en el collar.
-¿Y esto?
Se lo quité y lo desdoblé.
-Será posible.
Había algo escrito con una letra que conocía muy bien.
"¿Qué tal sinos damos un baño? Pero donde hagas pie"
Sonreí y negué con la cabeza.
-Menudo tonto.
Choco no estaba por ninguna parte (últimamente le había dado por desaparecer) así que dirigí mis pasos hacia la piscina, esperando verle allí, pero no le encontré.
En su lugar, di con un papel bajo una concha en una de las hamacas.
"¡Ja! Que te pensabas que esto iba a acabar tan pronto. Me temo que vas a tener que andar más".
-No me fastidies-dije, y seguí leyendo.
"Sí, te fastidio. Búscame. ¿Sabrás encontrarme? Me escondo muy mal"
Me senté en la hamaca, pensando. Qué chico más enigmático.
¿Podría ser...?
Fui al bar de aquel sitio.
Había gente tomándose algo en la terraza y dentro, salvo un camarero, no había nadie más.
Fruncí el ceño.
Pensé que estaría en el bar, después de todo, Blas nos pilló a los dos en el bar cuando jugamos al escondite en París. No podía sino referirse a eso.
Estaba pensando sino estaría por ahí escondido riéndose de mí, cuando dos señoras mayores que estaban tomándose algo en una mesa me llamaron para que me acercara.
-Sí, tiene que ser ella.
-No hay otra.
Me acerqué con algo de miedo. Nunca se sabe qué pueden querer de ti dos abuelillas con cara de amables.
-Hola, hija, mira es que ha pasado un niño muy mono por aquí...
¿Sería Carlos?
-Oins, era monísimo-añadió la otra.
No me quedó ninguna duda de que era Carlos.
Seguía enamorando señoras mayores como sólo él sabía.
-... Y nos dijo que si pasaba una chica como tú, le diéramos esto.
Me tendió un papel doblado por la mitad.
-Para mí es seguro-dije, mostrando los otros que llevaba en la mano.
La señora me lo dio.
-Sale monísimo en la foto. ¿Es tu novio, nena?
¿Foto? Con eso acababa de decirme ella sola que las muy cotillas habían mirado el papel. Cotilllas. Abundaban en el mundo.
Había una foto pegada en el papel bajo una frase.
Era Carlos sentado en el asiento del copiloto del coche, con el pulgar hacia arriba y los pies en el salpicadero.


¡Pero cuántas veces le habría dicho yo que no hiciera eso!
"Ya te vas acercando... ¡Pero corre o me iré sin ti!"
-Como si pudieras hacerlo...-susurré por lo bajo.
Me despedí de las cotillas, les di las gracias y me dirigí hacia el parking.
Él no estaba allí, por supuesto, pero, en el parabrisas, había otro papel doblado.
No pude evitar pensar en que esto era muy parecido a un vídeo de Justin, One Less Lonely Girl. Salvo que la chica había perdido su bufanda y seguía las pistas para recuperarla y yo lo hacía porque Carlos estaría al final de todo esto. Al menos, eso esperaba.
Leí el papel.
"¿Cómo iba a irme sin ti? Simplemente, no puedo hacerlo."
Aquella nota no decía más y me quedé sin saber adónde ir.
Me dirigí hacia las cabañas y en la de recepción vi que había pegado una hoja con una flecha.
-Dios, Carlos. Qué se te pasaría por la cabeza al hacer todo esto.
Sonreí, agarré la hoja y seguí la dirección que me indicaba.
Acabé en el parque.
Cómo no. Típico en él.
Fui al tobogán y descubrí allí otra hoja.
"Si has encontrado esto, es que me conoces demasiado bien"
-O que eres muy previsible.
"Así que si tanto me conoces, ¿dónde estoy ahora?"
Seguí unas cuantas indicaciones más hasta que acabé de nuevo en el porche.
Sobre la barandilla de madera había otra hoja de papel doblada y encima estaba la llave de la cabaña.
La cogí y leí la nota.
":)"
Ah, genial.
Me reí y abrí la puerta.
-¿Carlos?-le llamé.
Dejé la llave y los papeles y me dirigí al salón.
Me sorprendí al ver que la mesa del comedor estaba puesta.
Incluso había varias velas y todo.
Enarqué una ceja y ladeé la cabeza.
¿Me habría equivocado de cabaña?
Supe que no cuando Carlos hizo acto de presencia en el salón.
-¡Ah, pero si ya has llegado! Qué rápida.
-¿Qué es todo esto que has montado?
-¡Sorpresa! ¿A qué no te lo esperabas?
Me reí y le abracé.
-Para nada. Pero ¿cómo...?
-Ah, no, no. Cenamos y las preguntas más tarde.
-Desde luego, con la aventura que he vivido gracias a tus papeles, se me ha abierto el apetito.
-Mi objetivo cumplido.
Ambos nos sentamos y le conté papel por papel todo lo que me había pasado y cómo había ido ensamblando las piezas del puzzle hasta llegar al que había sido mi punto de partida, nuestra cabaña.
-Sabía que las abuelas no me fallarían.
-Sí, bueno, no veas, casi tuve que darles tu foto para que me dejaran irme...
Los dos nos reímos.
-¿Cómo se te ocurrió hacer todo eso? Por cierto, la cena íncreible. ¿Has tenido ayuda?
-La verdad, no lo sé. Sólo sabía que necesitaba tenerte otro rato alejada de la cabaña y qué mejor manera que dejándote notitas por ahí.
-Para haberme visto, de verdad. Qué bien me lo pasé jugando a ser detective.
Se rió.
-Álvaro me ayudó a colocar las notas y eso. También me ayudó con la cena. Pero la mayor parte del mérito es mío.
-Jajajaja así que por eso desaparecísteis.
-Eso es.
-Y yo tan preocupada por vosotros dos y mira lo que estábais haciendo...
Terminamos de cenar y le ayudé a quitar la mesa.
-¿Y Choco?
-Ah, pues se lo dejé a S y a David. Se va a cansar de estar tanto con nosotros, dejemósle que se separe un poco.
-Qué raro oír eso de tus labios, si eres tú quién no se quiere separar de él.
Se rió.
-¿Te hace?-dijo, enseñándome un bote de helado de chocolate.
-Ohhh, me hace, me hace.
Estuvimos comiéndonos el helado en el sillón, hablando de esto y lo otro.
-Ya te has manchado.
-¿Qué dices? ¿Dónde?
-Espera.
Se acercó a mí e inclinó la cabeza.
Sentí su lengua sobre mi pecho, después subió por mi cuello hasta llegar hasta mis labios.
Le besé y le pasé los brazos por el cuello, atrayéndolo hacia mí.
Él se levantó y yo enrollé mis piernas alrededor de su cintura.
Sin dejar de besarme, atravesó la estancia y llegó al cuarto.
Al sentir la próximidad de la cama me dejé caer sobre esta, pero sin soltar el principal de mis agarres.
Sentía aquel frío que sólo una clase de calor podía apaciguar. No había otra manera de vencerlo, si no era con su calor.
Y, para sentirlo, necesitaba deshacerme de ciertos obstáculos.
Le saqué la camiseta.
Fui lenta, ya que no quería dejar de besarle, pero tuve que parar por un instante.
Nada más deshacerme de la prenda, volví a buscar sus labios casi con desesperación.
Los necesitaba.
Dejé que sus manos se colaran por debajo de mi camiseta, pero no pude evitar reírme.
-Me haces cosquillas-le confesé.
Se rió.
-Lo siento. Yo...
-Calla, no hables.
Para asegurarme de que no lo haría, le besé.
Entre beso y beso y caricia y caricia, nos deshicimos del resto de la ropa.
Al sentir su piel contra la mía, sin ningún obstáculo que lo impidiera, suspiré.
Él fue a decir algo (¿sería posible que quisiera decir algo en aquellos momentos?) pero le besé para evitarlo.
Le había dejado decir frases, palabras sueltas, pero ahora mismo no me apetecía uno de esos monólogos suyos de media hora.
Respiré, tratando de mantener mi corazón en su sitio, ya que parecía que luchaba por salírseme del pecho.
-Bésame-le pedí-Bésame y hazlo.
Se rió sobre mis labios mientras accedía a mi primera petición. La segunda no se hizo de esperar.
Me quemaba. Me abrasaba por dentro. ¿No sería lava lo que tenía en mis venas en ese momento?
Al sentirle en mí, no pude evitar suspirar y después repetir su nombre repetidas veces.
Suspiré y empecé a repetir otra cosa, algo que le hizo sonreír.
-Te quiero.
Aquello fue el principio de una larga noche donde dormir no fue precisamente lo que más hicimos.

Desperté a la mañana siguiente al oír unos golpes en la puerta.
Miré a Carlos, que dormía a mi lado y pensé que lo había soñado, pero los golpes se repitieron.
No sin pereza, me levanté, me puse lo primero que encontré y fui a abrir.
Sorpresa que me llevé al ver a Choco ahí sentado, mirándome como diciendo "ya son horas de abrirme, ¿no te parece?"
-Anda, si eres tú. Pasa. Y no te subas al sillón.
Hacerme me hizo caso.
Con lo que yo no contaba es que fuera corriendo y ladrando a la cama y se tiraba sobre Carlos, como si hiciera varios años que no le veía.
-¡Ah!
Como siempre, Choco iba a chuparle la cara.
Había cogido esa estúpida manía y ahora solía hacerlo.
Miré a esos dos peleando en la cama (Choco le iba ganando ya que había conseguido lamerle el flequillo, arg) y supe que eso es lo que había querido desde el principio, que había sido una completa imbécil por no haberlo visto antes.
Que ahora ese chico era la parte más importante de mi vida.
Y que, como le perdiera, todo habría acabado para mí.
Ains, si yo en esos momentos hubiera sabido...



¡Siento el retraso, querid@s! Pero por motivos de la vida, me fue totalmente imposible subirlo antes. Poco más que decir tengo, así que espero que os guste el capítulo y sigamos en este Endless Road tod@s juntos.
Y gracias por ser tan pacientes y hacer posible esta novela. Sois muy grandes.
Sin vuestro apoyo, yo no podría seguir escribiendo, pues no habría razón alguna para hacerlo.
Un beso grande.
@Cris_Jbieber
PD: Conchita Hurtado existe de verdad si queréis verla. Gracias a MCA la descubrí. En todos los canales de 3 a 5 de la mañana.

7 comentarios:

  1. OMG! OMG! OMG! OMG! Te quiero! Te quiero!
    Te quiero! Te quiero! He muerto con este capítulo, ahora si que se puede decir de que lo bueno se hace de esperar, madre mía, estoy emocionada y todo. I love U.
    Que monosos son Cris y Carlos!!! En serio te quiero! Espero el 36!!

    Kisses!! xx
    @Jezabel_Leon

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  2. espero el siguiente me podria haber muerto esperando o podria haber muerto aburrida de no poder leer la continuacion eres mla me has matado pero he resucitado, GRACIAS. ESPERO EL 36

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  3. Dios, siguiente ya, que me dejas con la intriga u.u . Me encanta la novela es asdfgh*-* Siguue asi:)

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  4. OMG! me encanta me encanta me encanta!! Sinceramente te superas en cada capitulo!!!!!!!
    Dios, siguela ya porque me da un ataque! jajajaja
    Espero el próximo con muchas ansias :$

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  5. Como si me haces esperar 5 meses! No dejare de leer esta novela! Me encanta, esta genial enserio. Dios, cuanto hacia que esperaba yo que Carlos y Cris estuvieran juntos. Me encanta, hay cosas que me dejan dudas, y siempre con ganas de mas, como por ejemplo; Al final, que pasa con Dani y la chica de la que supuestamente esta enamorado? Dioos que ganas de maas! (@DeeaGabriela699)

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  6. Holi, primero deciros que no me gusta la novela, ¡me encanta!.
    La encontré por internet y me puse a leerla ( no tengo tiempo, ni leo muy rápido y entre que los capítulos era superhipermega largos tardé bastante en leerla) y me ha alucinado. Totalmente enganchada. Que es, no se, fantástica, bonita, increíble... tendría tantos adjetivos para definirla. Seguid así, las dos.
    Escribís genial (plantearos la idea de ser escritoras, os iría bien, creedme) y sabéis darle emoción.
    Me encanta que queráis que vuestra novela no sea como las demás, que sea diferente y que de algún modo le deis vuestro toque personal ( si se le puede llamar así )
    Hablemos de parejas; Cris y Carlos, los sombreritos, ME EN-CAN-TAN, tan adorableees; Sigrid y David, buueeenoo, yo veía mas a Sigrid con Dani pero a vuestro gusto; Sara y Álvaro, tan monos ellos, al igual que Carlos y Cris, ay *-*
    ¡Juntadme ya a Blasito con alguien! Se que eso se ara esperar...
    Y nada preciosas, que sigais así. Que me encanta y seguro que me seguirá encantando. Vivo enamorada de esta novela :')
    Espero con mucha (muchiiiiiiisima) intriga el próximo capitulo.
    ¡Ah! Y que aquí ya sabéis la existencia de una nueva lectora.
    No desde el principio, pero si hasta el final (Un Endless Road).
    ¡Un beso! ♡

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    Respuestas
    1. Aquí te respondo yo, que hacía bastante que no respondía a nadie por aquí jajajaja
      Gracias por tus palabras. En verdad, gracias.
      Respecto a lo de que escribimos genial me lo tomaré a bien ya que ahora (y desde hace cerca de 10 capítulos, sino son 11) sólo escribo y pienso yo.
      Querida mía, cómo no darle mi toque personal a la novela cuando bastantes de las cosas que en ella pasan o a mí me han pasado o son actos derivados de este tipo de sucesos jejejeje.
      Coincido en algunos puntos sobre tu opinión sobre las parejas. En otros, no tanto, je.
      ¡Ay, Blas! Tranquila que solo no le vamos a dejar. Palabrita de Cris. Y no, mujer. Tampoco se va a hacer de esperar tanto ;)
      Pues no tendrás que esperar mucho (de nuevo palabrita de Cris) porque ya lo estoy escribiendo :D
      Encanta de conocerte, nueva lectora.
      Para mí cuentan de igual manera las que empezaron en enero con la novela como las que empezaron ayer mismo, así que bienvenida a este Endless Road.
      Un besito.
      @Cris_Jbieber

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