sábado, 24 de agosto de 2013

Capítulo 34: Un futuro contigo.

-Cris-
Nos encaminamos hacia las cabañas tras sacar el equipaje de los coches.
Yo, aparte de llevar de llevar arrastrando mi maleta, llevaba a Choco, que estaba como loco.
Se ve que tanto dormir en el viaje le había pasado factura.
-Trae, anda-dijo Carlos, quitándome la correa-Que al final te veo en el suelo.
Estuve por indignarme, pero no lo hice.
Pasamos por un parque y al lado de la piscina.
Sigrid y yo empezamos a decir que queríamos ir, pero Álvaro nos dijo que luego. También tenía razón. Había cosas más importantes que hacer de momento y además, ya habría tiempo para ir.
Nos quedábamos diez días.
Llegamos a las cabañas. Por fueran eran blancas y tenían un porche con una vaya de madera.
Dijimos que cada uno iríamos a la nuestra, desharíamos las maletas y quedaríamos en el parking para coger los coches e ir al pueblo a por comida y cosas que pudiéramos necesitar.
La primera cabaña era la de Álvaro y Sara (el orden iba según el número de la llave), Sigrid y David, Carlos y yo y Dani y Blas.
-¡Hasta luego, vecinos!-dije cuando Carlos y yo, junto al perro, nos quedamos en nuestro porche y Blas y Dani seguían su camino.
Se rieron y siguieron.
-Bueno-dije, girándome hacia Carlos-Pues aquí estamos.
-¿A qué esperas para abrir?
-¿Qué? Pero si la llave la tienes tú.
-Mentira.
-Te la di a ti...
Buscó en los bolsillos y la sacó.
-Ah, cierto.
Abrió y se echó a un lado.
-Las damas primero-dijo, con una especie de reverencia.
Enarqué una ceja.
-Pensé que te habías dejado la caballerosidad en casa.
-Siempre la llevo conmigo.
Me reí.
Choco no se esperó y pasó el primero.
-Sé de uno que no es un caballero.
-Ya le enseñaré.
Pasamos los dos.
Dejamos las maletas en el hall y fuimos a investigar.
No era lo mismo verlo en persona que en fotos.
Había un salón con una mesa, un sillón bastante grande y una televisión subida sobre un estante de madera.
Choco movía la cola, feliz, tumbado en el sillón.
Carlos le dijo que se bajase mientras yo seguía explorando.
Había además un baño, una cocina y dos habitaciones. Una con una cama grande, de matrimonio y la otra con dos camas separadas, y más pequeñas.
-¿Con cuál te vas a quedar?
Miré a Carlos sin entender.
-De habitación, digo. La grande, ¿no?
-¿Por qué me preguntas eso? ¿Es que piensas dejarme durmiendo sola?
-Mm, no quería que pensaras que quería obligarte a nada...
Me reí mientras negaba con la cabeza.
-¡Cómo si pudieras obligarme a hacer algo que no quisiera!
-Tienes razón.
-No hubiera pensando eso. No me gusta dormir sola, te lo dije. Así que el cuarto que tú elijas, será para los dos.
Fingió pensarlo por un momento.
-Creo que Choco se quedará con las dos camas.
-Jajajaja así que duerma cada día en una y no se canse ¿no?
-Claro.
Mientras Choco cotilleaba a su gusto la casa, Carlos y yo cogimos las maletas y nos dirigimos a la habitación.
Aparte de la cama grande, había otra tele, una pequeña mesilla con sillas grandes de mimbre y un armario.
Lo abrí.
-Menos mal que me traje perchas de sobra...
-¿Qué te has traído perchas?
-Claro. Qué te pensabas. Preví que no habría y no quiero tener mi ropa hecha un desastre.
-¿Pero no es así como tienes tu armario en casa?
-Estoy intentando cambiar.
-¿Y ese cambio a qué se debe?
Me encogí de hombros.
-No lo sé, pero si necesitas perchas, te dejo.
-Muy amable.
-Y hay un cajón para ti y otro para mí.
-Para las cosas privadas que no hay ninguna necesidad que conozca, ¿verdad?
Le miré.
-Sí, eso es.
-Jajajajajajaja.
Sacamos la ropa de las maletas y lo colocamos.
Oímos a Choco ladrar en el salón y al momento vino a meterse entre nuestras piernas, por lo que estuvimos a punto los dos de caernos varias veces.
-¿Qué le pasa a este perro?
-Supongo que no conoce esta casa y no se siente seguro en ella. Tiene que coger confianza.
-¿Y ahora quién es César Millán, eh, Cris?
Me reí.
Tras colocar el armario, coloqué mis cosas en el baño y después dejé que él lo hiciera.
-Oh-dijo, enseñándome el gel de chocolate.
Había comprado uno nuevo para traerlo aquí.
-Si quieres usarlo, por mí no hay ningún problema.
-Aw, gracias.
-Si ya has terminado, vamos. No quiero hacerles esperar a los demás.
-Tú y tu puntualidad.
Salimos, dejando a Choco dentro y nos dirigimos a la cabaña de Sara y Álvaro.
-Pero si no hay nadie.-se quejó Carlos.
-Prefiero esperar a que me esperen.
-Qué paciencia, pues, la tuya.
-¿Sabes? Aún no sé cómo voy a sobrevivir a díez días contigo. Va a ser una experiencia muy curiosa.
-Curiosa sobre todo cuando tengamos hambre.
-Jajajaja tienes razón. ¿Qué haremos entonces?
-Supongo que me encargaré yo.
-¡Salvados entonces!
En ese momento saliron Álvaro y Sara.
Se iban riendo de algo y él la abrazaba.
-¡Iros a un hotel!-les gritó el rubiales de mi amigo.
-¡Paganoslo tú!
-Será posible...
Me reí al ver la cara de chafado de Carlos.
-¿Y los demás?-preguntó Sara.
-Impuntuales, impuntuales todos.-dije
-Mujer, dales tiempo.-dijo Álvaro.
No acababa de decir eso cuando apareció la resta.
Volvimos a los coches y, siguiéndome de nuevo, llegamos al pueblo y fuimos al supermercado donde recuerdo que iba a comprar con mis padres y mi hermano cuando estuve allí.
Menos mal que la tienda seguía abierta, sino, nos hubiera tocado buscar otra.
-A ver, Carlos. Piensa qué podemos necesitar para alimentarnos unos díez días.
-Esto, desde luego.
Echó en el carro por lo menos cinco tabletas de chocolate.
-Cómo eres.
-Me negarás que no estabas pensando en lo mismo.
-No te lo niego.
Se rió.
-Y ahora ya sí me pongo a pensar en serio. No te preocupes, comerás bien.
-No estoy preocupada. Confío en ti.
Compramos todo lo que creímos oportuno, lo cargamos en los coches y volvimos.
Había estado sufriendo, preocupándome por Choco, si estaría bien solito en la cabaña, así que, aún los dos cargados hasta arriba de bolsas, le metí prisa a Carlos para llegar.
-Verás como Choco está bien. Está hecho un grande.
Al final él tenía razón y Choco se estaba echando una siesta al lado de la tele.
Nuestros amigos decían de descansar un poco antes de la cena, pero yo, tras ayudar a Carlos a colocar las cosas en la cocina, no quería descansar.
Llevaba tiempo sin ver la playa y me apetecía ir.
Y eso iba a hacer.
-¿Adónde vas?-dijo Carlos al ver que me dirigía hacia la puerta.
-A la playa.
-Pensé que estarías cansada.
-Y lo estoy, pero ya tendré tiempo para descansar. No me apetece quedarme quieta.
Dicho lo cual, abrí la puerta.
-Espera-oí que apagaba la tele-Voy contigo. Tú eres capaz de perderte.
-Sabía que vendrías-dije cuando salió por la puerta.
-Ah, ¿si? Vaya, me volví previsible.
-Tampoco eso, hombre.
-¿Nos llevamos a Choco?-dijo Carlos, viendo cómo este asomaba el hocico por la puerta entreabierta.
-Claro, que venga. Seguro que disfruta como un enano corriendo a sus anchas.
Lo cogimos y seguimos un camino de maderos (que no de baldosas amarillas) hasta llegar a la playa.
Nada más llegar a la arena, Choco la ladró y la pisó con descofianza.
Carlos y yo nos reímos de verle así, aunque al final se decidió y echó a correr como si fuera gratis y casi le perdimos de vista.
-¿Tú le ves?-le pregunté a Carlos.
-Creo que es eso de... Ah, no, es un niño pequeño.
-Vamos tras él, anda. Como se pierda, a ver quién le encuentra.
Me quité los zapatos, los cogí y eché a andar por la arena.
-Tranquila, ya verás como vuelve.-dijo él, siguiéndome- Tiene más miedo de perderte a ti, que tú a él.
-¿Ah, si?
-Hazme caso. Después de todo, soy César Millán.
-Cierto. ¿Tus perros hacen igual? ¿Los echas de menos? Hace tiempo que no me hablas de ti.
-Es verdad. Ellos, bueno. Cuando echan a correr giran la cabeza para ver dónde estoy, me localizan y siguen corriendo. Sí, los echo de menos. Y cierto también. Pero es que creo que de mí te lo conté todo.
-No creo que lo sepa todo sobre ti, pero sí gran parte. ¿Hacen eso? A ver si Choco aprende un poco de ellos. ¿Cuándo les conoceré?
-Pues cuando quieras, ahí están, en casa, con mi madre. Por cierto, ahí viene Choco.
El perro vino, se dejó acariciar y después marchó por delante de nosotros, sin alejarse demasiado.
Yo caminaba por la orilla, y Carlos iba a mi izquierda.
No pude evitar sonreír al recordar algo.
-¿Por qué sonríes así?-me preguntó, curioso.
-Recordaba algo.
-¿Y puedo saber qué?
-Claro. Recordaba el truco que me enseñaste cuando no podía dormir. Decías que cerrara los ojos y me fuera a la playa. Y estabas conmigo. Así que ahora no tengo que cerrar los ojos e imaginármelo, porque está ocurriendo de verdad.
-Creo recordar que estábamos solos en esos momentos.
-Sí. Quizá otro día de estos sea así.
-Y que hacías topless. ¿Eso también?
Me reí y le empujé.
-Eso ya se verá.
-Uhhhh.
Paseamos hablando de los dos. Echaba de menos hablar así, sin nadie, en serio, sobre los dos. Sobre nuestro pasado, presente y futuro. O lo que esperábamos en el futuro.
-¿En serio S y tú pensáis que seréis como la loca de los gatos?
-Bueno, ella sería de los gatos. Yo de los perros.
Se rió.
-Qué va, mujer. No serás así.
-Eso espero. Antes con Blas pensé que no, pero ahora que estoy...
Supe que no debí de haber dicho eso.
-Aún tienes una vida por delante, mujer. No pienses así.
-¿Y tú?
-¿Yo, qué?
-¿Qué futuro quieres tú?
-Uno contigo.
Tropecé, no sé bien con qué ya que no había nada con qué tropezar, y estuve apunto de caer, aunque lo disimulé.
-¿No dices nada?-me preguntó.
-No sé qué decirte.
Él sonrió.
-Me gusta cómo están cambiando las cosas. Antes eras tú quien me quitaba el sueño a mí y quien me dejaba sin palabras. Ahora soy yo quien te lo hace a ti.
-¿Qué crees que significa?
-Eres tú quién debe saberlo.
Iba a decirle que me hacía una idea cuando le sonó el teléfono.
-No me seas cabrón, anda. Sí, claro. Ya vamos los dos.
Y colgó.
-¿Quién era?
-Álvaro, que dice que hoy se cena en su cabaña, así que vayamos para allá.
-Oh, claro. Choco, amor, vamos.
Nos dimos la vuelta y echamos a andar de nuevo.
Me adentré más en el agua, hasta que me cubrió por las rodillas.
-No te vayas muy adentro que a ti te cubre en seguida.
-Si, papá.
Se rió.
-Ven conmigo-dije, tendiéndole la mano.
Me miró, evaluándome, como si intentara adivinar si la retiraría cuando fuera a cogerla.
Finalmente, la aferró y tiré de él para ponerlo a mi altura.
-Tienes las manos muy grandes.
-A mí como me hicieron, quejas, a mis padres.
Me reí.
Fuimos a la cabaña de Sara y Álvaro y vimos que faltaban Sigrid y David.
Choco se adueñó del sillón y Carlos fue a regañarlo.
-¿Y la parejita feliz número 1?
-¿La uno?-preguntó Dani.
-Claro, que la número dos está aquí-dije, señalando con la cabeza a Álvaro y Sara, que trabajaban codo con codo en la cocina.
-Ah, sí. David y S se fueron al pueblo los dos andando. Estarán al caer.
Estábamos poniendo la mesa en el salón cuando los dos aparecieron.
Les aplaudimos.
Mientras comentábamos lo que cada uno habíamos hecho por la tarde, cenamos tranquilamente.
Risas, comida y buena compañía.
¿Podía pedirse algo más?
Tras la cena y tomarnos algo sentados en el porche de la cabaña (había un banco de madera en este y, los que no cabíamos en el banco, nos sentábamos en el suelo) nos dirigimos cada uno a nuestra cabaña.
Dijimos de dar una vuelta, pero estábamos cansados y dijimos que tendríamos tiempo de sobra para eso.
Me tumbé en el sillón.
-Puff-dije.
-Tienes peligro en el sillón.
-¿Ah, si?
-Te dormiste en el mío.
-¿Y eso es peligroso?
-Bueno, al menos en tu casa sí. Qué salto pegaste sobre mí. Felino, incluso.
-Es que soy una gata.
-¿De verdad? ¿Y me entero ahora? ¿Y cómo es que no maullas?
-Miau.
Los dos nos reímos.
-Te lo digo porque a los madrileños nos llaman gatos.
-Entonces Álvaro es un Misifú también...
-Sí. Misifú Gango.
A los dos nos dio tal ataque de risa que Choco se molestó y se fue a la habitación para no oírnos.
-¿Qué hacemos?-dijo, cuando se nos pasó.
-No sé, lo que quieras-dije, con voz somnolienta.
-Vamos a ver qué tienes aquí-dijo, cogiendo mi móvil de la mesa.
-Ehhh, no invadas mi privacidad.
-Toma, invade tú la mía.
Me tiró su móvil encima.
-Au. Pero desbloquéamelo.
-Hazlo tú, no seas vaga.
-Ains.
Me hizo gracia ver que su fondo de pantalla era Choco con el sombrero, la foto que yo le eché.
-Esta foto ya tiene su tiempo, eh.
-Pues cámbiala por una tuya.
-¿Por una mía? ¿Una foto de mí?
-Claro.
-Pero si no tengo...
-¿No? Espera, mírame.
-¿Qué...?
Hizo una foto con mi móvil.
Acto seguido, su móvil vibró.
-Pon esa foto. Te la he enviado por wa.
-Pero cómo eres, de verdad. A ver que mire la foto. Ah, pero si salgo horrible.
-Jo, que yo no hago fotos tan buenas como tú... Haznos tú una.
-Que te peten, no me apetece.
Se rió.
-Veeeenga.
-Que no.
-Pues te peto el wa.
Y empezó a enviarme con mi wa mensajes al suyo propio.
A casi los cien me cansé.
-Vale, vale. Ya voy.
Me levanté, me puse detrás de él, cogí mi móvil y levanté el brazo.
-Sonríe.
Eché la foto.
-Espera, haz otra.
-Claro.
Al hacer la foto, le besé la mejilla.
-Toma, ahí tienes.-dije, tendiéndole el móvil.
Volví a tumbarme en el sillón.
-¿No te has traído la cámara?
-Sí, la traje. Uno de estos días tengo que ponerme a hacer fotos de la playa y eso.
-Bien.
-¿Qué foto de las dos vas a poner?
-No sé, ahora lo miro.
-Mientras lo haces, voy a ponerme el pijama.
Me lo puse y volví al salón.
-Vamos a ver tu música.
-Pero si ya sabes lo que tengo, lo oíste en el coche.
-Lo miro igual. Oh.
Puso "Me enamoré" de Xriz.
-Mira que te gusta esa canción.
-Cuando te vi, así, tan bonita como si fueras un ángel...
-Estaba tirada en la carretera-le dije.
-Me enamoré...
-No hiciste eso.
-Y pude ver...
-No viste nada.
-Que en su mirada ella sintió más...
-No sentí nada.
-Y yo voy a besarte, eh, eh.
-No vas a hacer eso.
-Mi vida voy a darte.
-Eso te lo guardas para ti.
-No te arrepentirás solo ven conmigo...
-Sí, claro, y entonces me pierdo.
Los dos nos reímos.
-¿Ves cosas en mi móvil que te gusten?-le pregunté.
-Me gusta tu foto de fondo.
-¿Ah, si?
-Una foto de S, Sara y tú.
-Las quiero mucho.
-Lo sé y espero que me perdonen, pero he cambiado la foto.
-¿Cuál has puesto?
-Ya lo verás.
Bostecé.
-Estás cansada.
-Un poco.
-Ve a dormir.
-No sino vienes conmigo.
-Iré tras de ti.
Hice un puchero.
-No eres el único que sabe hacerlos.
Se rió y fue hacia mí.
-Venga, vamos a acostarnos.
-Y ahora soy yo quién te dice que eso sonó raro.
-Era mi intención.
-Jajajajaja llévame en brazos.
-¿Que te lleve en brazos?
-Me gusta que me lleven.
-Lo intentaré.
Acabé agarrándome a él cual koala.
Suspiré al sentir sus brazos rodeando mi espalda.
Fue hacia la habitación, pero se detuvo y retrocedió.
-La luz-dijo, apagando el interruptor con el codo.
Llegó al cuarto y me dejó sobre la cama.
Estaba tan cansada que busqué apoyar la cabeza en la almohada y me tapé con la delgada sábana.
-Carlos.
-Estoy aquí, me estoy cambiando.
Oí que abría la ventana y después se tiró sobre la cama, haciéndome rebotar en esta.
-Pero qué bruto eres.
Le oí reírse.
Hablamos un rato hasta que acabé por contestarle con gruñidos y dijo que a dormir.
Me despertó él a la mañana siguiente.
-Niña, ¿cuánto piensas dormir?
-Mmm, Carlos.
-Jajajajaja vamos, enana. Que vamos a ir a la playa.
-La playa no se va a mover de ahí. Me puede esperar.
-Puede, pero yo no. Vamos.
Gruñí, protestando.
Empezó a pincharme el moflete con el dedo, hasta que le mordí.
-¡Ah!
-Miau.
Me miró mal, pero no le salió bien y nos reímos.
Quería quedarme más en la cama pero él me prometió que otro día me dejaría más tiempo (mentira, seguro que solo lo decía para que me levantara, ya le iba conociendo) así que nos levantamos y desayunamos los dos juntos en el sillón.
Tras ello, nos pusimos los bañadores, me puse un vestido de flores y él una camiseta (mientras yo me vestía él sacó al perro) y nos reunimos con el resto donde comenzaban los maderos que bajaban a la playa.
Dani y Álvaro se rieron al vernos.
-Han sobrevivido al primer día, has perdido.
-¡Joder!
Nos dimos todos los buenos días y nos encaminamos a la playa.
Dani cargaba con la sombrilla. Era suya, creo. O de David.
Sigrid y los chicos, menos David, corrieron al agua.
Y cuando digo corrieron, es que echaron a correr para ver quién se metía el primero.
Auryn y sus tontas competiciones.
Sara y yo estábamos bajo la sombrilla, mientras que David estaba tumbado al lado.
-¡Los aburridos, veniros!-nos gritó Carlos, mas le ignoramos.
Yo, al menos, estaba muy ocupada echándome crema. Al tener la piel tan blanca, me quemaría en seguida.
Blas vino al rato.
Dijo que aquellas gentes estaban muy locas y que se venía a hablar con la gente normal.
¿Normales, nosotros? En fin.
Como Blas ocupaba sombrilla, decidí irme al agua y abandonar a mi amiga allí con David y Blas.
Me puse las gafas de sol y fui a la orilla.
-¡Hombre, mirad quien ha decidido honrarnos con su presencia!-gritó Dani.
Decidí honrarle a él, además, con la visión de mi dedo del medio y nos reímos.
Me metí hasta la cintura, como estaban ellos.
No pude evitar reírme al ver a Álvaro, al cual el sol le deslumbraba, con los ojos medio cerrados cual oriental.
-¿Pero ves algo, hermoso mío?
-Creo que iré a por las gafas.
Se fue, se quedó hablando un rato con el equipo sombrilla y luego volvió con las gafas de sol y una pelota hinchable que nos vino a S y a mí con la crema.
-¿Jugamos?
-¿Ellos van a jugar?-le preguntó S señalando a los sombrilleros.
-Dicen que vayamos jugando nosotros y que ahora vienen. A ver, tú, yo y Dani y Cris y Carlos.
-Álvaro, vas a dejar tú de hacer los equipos. ¿Quién te dio a ti la autoridad para ello, eh?-dije.
Empezanos los dos a discutir en plan bien, pero discutiendo.
-A ver, men in black-dijo Dani, supongo que por las gafas que llevábamos-Yo iré con estos dos casos perdidos-(entiéndase yo y Carlos).
-¿Rubios contra morenos?-dijo S.
-Que así sea, vamos.
El juego no era otro que darle a la pelota para que no cayera al agua.
Dani, como siempre, se tomó el juego muy en serio, yo estaba más pendiente de que mi pelo no se mojara y tenerlo divino que del juego y Carlos no hacía más que hacerme de rabiar.
Íbamos empate cuando los demás se dignaron a venir y les aplaudimos mientras se unían al juego.
Quebrantamos las normas de ser rubio para unirse a nuestro equipo dejándole a Blas unirse. Es que sino erámos una minoría muy minoritaria.
Al final no sé quién gano. Dani dijo que nosotros y Álvaro que ellos, pero la verdad era que habíamos perdido la cuenta de los puntos, así que el resultado sería un misterio eterno.
Nos salimos a secarnos, hablando de esto y lo otro, hasta que se nos echó encima la hora de comer.
Dijimos de ir cada uno a su cabaña a comer y, tras descansar, que quedáramos en la piscina.
-¿Qué me preparará el chef Marco hoy para comer?-pregunté.
-Aún no lo sé, lo que pille.
-Anda que... Menudo eres tú.
-Lo sé, ah.
Le dejé en la cocina para que se moviera a su antojo y mientras llamé a mi madre para comentarle qué tal iban las cosas.
Le dije que me pasara con Alberto para que me dijera qué tal se estaban portando Tomás y Paco.
-Tomás no se mueve de su acuario, pero Paco... Se pasa el día en la cocina buscando galletas e insultando a todo el mundo.
-Ya, eso es algo muy común en él, sí.
Comimos los dos con Choco dando vueltas alrededor de la mesa.
Después, nos tiramos los dos en el sillón, cada uno a un lado. Empezó como una tontería, pero al final nos acabamos durmiendo los dos un rato la siesta ahí.
Al despertar, a mí me dio la risa y él, como es un envidioso, pues también se empezó a reír.
-Me duele la mandíbula de tanto reírme.
-Qué exagerada. A mí también.
Volvimos a reírnos.
-¿Crees que estos estarán ya en la piscina?-pregunté.
-Quién sabe. ¿Vamos?
-Sí, cogeré las toallas.
Tiramos los dos hacia la piscina.
Quitando unos niños pequeños, tres abuelos jugando a las cartas y señoras en el césped tomando el sol, de nuestros amigos ni rastro.
-¿Y esta gente?
-Te digo yo que son unos impuntuales de cuidao.
-En realidad, Carlos, no dijimos hora para quedar aquí, solo que cuando descansáramos, viniéramos.
-Pues entonces que no hagan cosas que les cansen.
-¿Cómo que?
Me revolvió el pelo con la mano.
Mira que él sabía lo que me fastidiaba eso.
-Eres demasiado inocente.
-Y dale con que soy inocente. Quizá no tanto como tú te piensas.
Se encogió de hombros.
-Ya me sorprenderás, si eso.
Cogimos unas hamacas y nos tumbamos, aunque rápidamente fuimos al agua porque nos estábamos quedando dormidos otra vez.
-¿Recuerdas en París cuando yo estaba en la hamaca y tú viniste con las toallas?
-Lo recuerdo. Estabas tomando el sol en una piscina cubierta. Eso no se me va a olvidar nunca.
Ambos nos reímos y saludamos a Dani, que aparecía por ahí en ese momento.
-¿Pero te vas a meter o esperas que te empuje otra vez? Estás haciendo cola para usar la escalera.
-Carlos,¿eres tonto o vistes farolas? Solo estás tú. Y bueno, esa señora de ahí. Pero tú en la piscina tienes mucho peligro, no se me olvida lo que hiciste en París.
-Ah, te empujé.
-Sí.
Dani lo empujó por detrás.
-Y ahora me cobro mi venganza.
El blue y yo chocamos los cinco mientras Carlos nos ponía de tontos pa' arriba.
Estábamos los tres nadando, sorteando a los niños pequeños con manguitos y demás cuando aparecieron Sigrid, David y Blas, que se adueñaron de nuestras hamacas.
Qué gente, de verdad.
Estábamos Carlos, Dani y yo hablando donde apenas cubría (para que yo hiciera pie) cuando un niño muy espabilado con manguitos de Bob Esponja se acercó a mí con las manos por delante y me tocó las tetas.
Los tres nos quedamos mirando la surrealista escena hasta que los rubios de mis amigos se echaron a reír y la madre del niño apareció para regañarle y pedirme perdón.
A mi me faltó poco para ponerme a llorar sobre Carlos.
Tras ese incidente vinieron Sara y Álvaro.
Me salí y eché a David de la hamaca para ponerme yo y así estuvimos gran parte de la tarde.
Comenté con David los sitios donde había estado con S al irse al pueblo, por si yo había pasado por allí. Ambos coincidimos en que el paseo marítimo era bastante bonito y dijimos que por qué no íbamos.
-Y así cenamos por allí.
-Buena idea, pero antes tendremos que arreglarnos.
Fuimos todos a las cabañas para ello.
-Me voy a duchar, ¿te vas a duchar luego tú?
-Supongo que sí.
-Entonces no tardaré.
Tardé apenas diez minutos (todo un récord para mí) y salí enrollada en la toalla.
-Te he dejado otra ahí a ti, voy al cuarto.
-Muy bien señorita, lo que usted diga.
Me reí.
-Por cierto-dijo-Qué bien huele a chocolate.
-Mucho estabas tardando en darte cuenta.
Empecé a rebuscar en el armario y sin querer, me di cuenta de que estaba mirando en sus camisetas.
Busqué en lo mío y me acabé poniendo unos pantalones cortos de cintura alta y una camiseta corta que ponía "Me + You".
Me senté en el sillón a esperar a mi amigo.
Choco apoyó la cabeza en mi pierna, le atrapé entre mis manos y empecé a cubrirle de besos.
Dios, si es que era para comérselo.
-Qué besucona te estás volviendo ¿no?
Me giré y ahí estaba Carlos, arreglado de los pies a la cabeza.
-Anda ya. ¿Estás?
-Sí.
-Pues me peino y nos vamos.
Pasé por su lado para entrar al baño.
-Cómo hueles ¿eh?
Se rió.
-Usé tu gel, sí.
-Tuyo también es.
Me peiné y salimos.
Nos reunimos con nuestros amigos y nos encaminamos al pueblo, guiados por S y David quienes tenían el camino hacia el pueblo más fresco.
-Cris.
-Dime, Sara.
Las dos íbamos las últimas, cerrando la comitiva.
-¿Te apetece que cenemos juntas esta noche? Hay algo que quiero decirte.
-Claro. ¿Dónde?
-Eso déjalo de mi cuenta.
-Muy bien.
Llegamos al pueblo y nos dirigimos al paseo marítimo. Nos lo recorrimos entero, de cabo a rabo, paseando y hablando.
Íbamos a volver cuando nos dimos cuenta de que Álvaro y Carlos habían desaparecido. En algún momento del paseo, esos dos se habían marchado.
-Pero ¿y estos?
-¿Les llamamos?
-Bah, ya aparecerán. Y sino, que llamen.
Sara y yo nos despedimos de la resta, que iban a volver a las cabañas andando por la playa.
-¿Qué me tienes que decir? ¿Qué es, qué es, qué es?
-Pero mira que eres impaciente.
-Lo sé.
-Tranquila que ya llegamos y te lo cuento.
Llegamos a donde ella decía y tomamos asiento.
Apenas acabábamos de hacerlo, cuando ella se levantó.
-Tengo que hacer una llamada, ¿no te importa, no?
-Claro que no. Si de aquí no me voy a mover.
-Bien, ahora vengo.
Salió y yo me quedé mirando el lugar.
Un restaurante normal de playa, nada demasiado fuera de lo común.
Mientras esperaba a Sara, esta había salido fuera y esperaba tras la calle.
Carlos y Álvaro llegaron en ese mismo momento.
-¡Joder! La de vueltas que me has hecho dar para venir aquí.
-¿No querías ver el pueblo?
-¿Y para eso teníamos que irnos los dos solos? Sé romántico con Sara, no conmigo.
-Si a esto le consideras tú romántico... Teníamos que hablar. Eso es todo.
-Sí, eso es verdad.
-Y parecías Cris todo el rato haciendo fotos.
-Qué me dejes en paz, anda. Esta te la guardo.
Los dos se rieron.
-Tengo que llamar a Sara para decirle que no se preocupe, ve entrando tú.
-Lo que pasa es que hace rato que no oyes su voz, anda, reconócelo.
Álvaro intentó darle una colleja, pero Carlos, riéndose, la esquivó metiéndose en el restaurante.
"Quién ríe el último ríe mejor" pensó Álvaro, riéndose.
Avanzó la calle y fue hacia Sara, quien le esperaba con una gran sonrisa en la cara.
-¿Ha caído?-preguntó esta antes de darle un beso.
-De cabeza. ¿Y Cris?
-Sino yo no estaría aquí.
Los dos se rieron.
-Anda, vámonos.
Él le pasó un brazo por los hombros y ella, a su vez, le rodeó la cintura y ambos echaron a andar.
Por lo que a mí respecta, seguía esperando a Sara dentro, sentada, como una niña obediente (de eso poco, la verdad)
Oí que la puerta se abría y levanté la cabeza, esperando encontrar a mi amiga, pero me llevé una gran sorpresa al ver a Carlos, que se reía de algo.
-¿Carlos?-dije, levantándome.
Al verme, dejó de reírse.
-¿Qué haces tú aquí?
-Creo que podría preguntarte lo mismo.
-Yo, esto... Vine con Álvaro, le dejé fuera, iba a hacer una llamada.
-Vine con Sara, nos sentamos aquí y me dijo que iba fuera a llamar.
Se me quedó mirando hasta que entendió que él y yo habíamos caído en una encerrona.
-¡Pero serán hijos de sus madres! ¿Cómo se atreven? ¡A mí, que les ayudé...!
-Carlos, tranquilo. Solo te la han devuelto. Supongo que para que sepas lo que se siente.
Siguió refunfuñando.
-Y, bueno, ya que estamos aquí... ¿Nos vamos o nos quedamos?
-Nos quedamos, supongo.
Los dos nos sentamos.
Qué espectáculo habíamos dado a la gente que allí había.
Mi amigo seguía refunfuñando por lo bajo.
Sé que no le había sentado bien, se sentía engañado. Ya le conocía bastante bien.
Aunque verle enfurruñado tenía su cosa. Se le veía mono.
Le agarré la mano que tenía sobre la mesa.
-Eh, vamos, olvídalo. Para una vez que estamos cenando en serio, no en tu casa, en la mía o así, ¿vas a estar de morros?
Se rió.
-Es verdad, tienes razón. Lo siento.
-Nada con tal de que alegres la cara.
Cenamos tratando de pensar en una manera de vengarnos, a cada cual más cruel y retorcida (en realidad, no)
Tras la cena y sin un plan de venganza en claro, bajamos, atravesando el paseo el marítimo, a la playa, para volver a las cabañas.
-¿Seguro que es por aquí?
-¡Qué sí, si es todo recto!
-Aún así, tú eres capaz de perderte.
Le empujé y él me agarró.
-Sabes que tengo razón.
-Sí, vale.
-¿Por qué eres tan pequeña?
-No soy pequeña, soy de tamaño bolsillo. Y las quejas, a mis padres.
-Copiota. ¿Y ahora quién es quien copia las cosas, eh?
-Yo. ¡Qué no me hagas cosquillas!
-Dijiste que en tu casa no, pero sólo ahí...
Le pegué y se estuvo quieto.
Llegamos a las cabañas y nos encontramos con Dani, David y S, sentados en el porche de estos.
-Ey, vosotros dos, ¿dónde os habíais metido?-nos preguntó Dani.
-Por ahí-le respondió Carlos.
Hice un gesto como indicando que ya se lo contaríamos y asintieron.
Carlos siguió andando.
-¿Adónde vas?
O no me oyó o no quiso responder, por lo que le seguí.
Álvaro y Sara se encontraban en su porche.
Él estaba sentado en el banco de madera y ella sobre él, abrazándole. Los dos con cara de no haber roto un plato en su vida, sino dos.
-La cena bien ¿no?-dijo Álvaro.
-¡Pero serás...!
-Relájate, rubito.
La mirada que le echó fue aterradora.
-Yo te mato.
-Tú no matas a nadie-dije, agarrándole del brazo y tirando de él hacia atrás-Tú y yo nos vamos. Adiós, chicos. Mañana hablamos.
-¡Adiós!
Aún agarrándole del brazo, lo llevé hasta la cabaña.
-¿Se puede saber qué ha sido eso?
-No sé, estaba molesto.
-¿O enfadado más bien? Sabes que no lo han hecho con mala intención.
-Sí, claro que lo sé, es solo la sensación de sentirme engañado.
-Lo sé, sé que es eso.
Le acaricié la cara con el dorso de la mano.
-Y además ellos necesitaban ayuda. Tú y yo, no.
Dicho lo cual, entró en la cabaña y le oí poner la tele.
Cerré la puerta y me fui al porche de nuestros amigos.
-¿Qué le pasa al melón?-preguntó Sigrid.
Se lo conté.
-Se le pasará-afirmó Dani.
-Lo sé, ahora quería darle un poco de espacio. Por cierto ¿y Blas?
-Ah, pues se fue a pasear.
-Le imitaré. Ya hablamos luego, o mañana.
Eché a andar sin rumbo, viendo a ver si encontraba a mi amigo. Por suerte (más de la que esperaba) di con él muy cerca de la playa.
Como estaba de espaldas, me puse de puntillas y le tapé los ojos.
-¿Quién soy?
Se rió.
-Cris.
-¡Sí! ¿Qué haces aquí tan solo?
Se encogió de hombros.
-Paseaba y pensaba y eso.
-¿Estás bien?
-Sí, estoy bien. ¿Y tú? ¿Qué tal con Carlos? ¿Se porta bien?
-Ay pobrecito mío, si es más bueno que todas las cosas. Me hace la comida.
Los dos nos reímos.
-¿Y ahora dónde le has dejado?
-Está en la cabaña. Álvaro y Sara nos han hecho una encerrona para que cenáramos juntos y bueno, ahí está.
-¿No es lo que quería?
-Piensa que no nos hace falta ayuda.
-¿Y tú qué piensas?
Suspiré.
-Es complicado.
-Me imagino.
-Sobre todo hablarlo contigo.
-Me lo puedo imaginar.
Nos pasamos un buen rato hablando.
-No le dije que me iba, no sabrá dónde estoy, será mejor que vuelva.
-Vamos los dos.
Echamos a andar y llegamos a mi cabaña.
-Muchas gracias por acompañarme y por lo que hemos hablado.
-¿Te ha servido?
-Creo que sí.
-Ojalá lo haga-me guiñó el ojo-Buenas noches.
-Buenas noches, Blas.
No me había llevado las llaves, las tenía Carlos, así que tuve que llamar a la puerta.
Esperaba que no se hubiera quedado dormido.
Gracias al cielo, me abrió la puerta.
-¿Pero dónde estabas?
-Fui a pasear, me encontré con Blas y estuvimos hablando.
-Ah.
Se tumbó de nuevo en el sillón.
Me senté a su lado y le coloqué el flequillo.
-¿Estás bien?
-Sí.
-No me lo has dicho muy convencido. Vamos, ¿qué te pasa? Nunca te había visto así. ¿Es por lo de la cena?
-No, no es por eso.
-¡Ajá! No es por eso pero algo te pasa. Lo acabas de decir.
-Pero mira que eres, de verdad.
Intentó hacerme cosquillas, pero le golpeé la mano.
-¿Y me lo vas a contar?
-¿Quieres saberlo?
-Quiero saber cada cosa que te pase y así, ayudar a evitarla.
-Pues me pasa que llevo demasiado tiempo sin hacer esto.
Se incorporó, y, poniendo su mano tras mi cabeza, juntó nuestros labios.
La verdad, yo también había echado de menos eso.
Al apartarme, le abracé.
-Espero haberte ayudado.
Álvaro y Sara hablaron largo tiempo en su porche. Entre otras cosas, trataban la reacción de Carlos.
Qué chaval estaba hecho.
Sara se levantó de encima suya y le cogió de la mano, tirando de él.
-Vamos a darnos un baño.
-¿Ahora?-dijo Álvaro, divertido ante la idea.
-Sí, siempre me ha apetecido bañarme en la playa a estas horas.
-Estás loca.
-Ah, pues sino vienes voy yo sola...
-Espera, ¿dónde vas a estas horas? Voy contigo.
Ella sonrió al ver que había conseguido convencerlo.
Se pusieron los bañadores y bajaron a la playa.
Al llegar a la orilla, ella le soltó la mano y se metió directa.
Se giró y, viendo que Álvaro no la seguía, retrocedió hasta llegar hasta él y le abrazó.
-Eres mi nene, mi vida, mi sonrisitas, mi todo.
-¿Sonrisitas?
Los dos se rieron y, tras un beso, entraron juntos en el agua.
A la mañana siguiente, tal y como Carlos me prometió, me dejó dormir hasta que quise. Tampoco fue mucho, porque no tardé mucho en despertarme cuando él lo hizo.
Fuimos a la piscina, donde estaban los demás y me hice una coleta para bañarme.
Carlos y Dani no hacían más que repetir que tuviera cuidado por si volvía el niño de los manguitos de Bob Esponja.
Por suerte, no me lo encontré.
Tras toda la mañana en la piscina, de nuevo fuimos a comer.
Carlos ya había perdonado a Álvaro y Sara por lo de ayer. Les perdonó del todo después de hacerle unas cuantas ahogadillas a Álvaro, todo hay que decirlo.
Comimos y quise echar la siesta, pero Carlos no me dejó. Siguiendo con su habitual costumbre de molestarme para ser feliz, cada vez que cerraba los ojos, me movía para despertarme.
Al final se me acabó pasando la hora y al final no me dormí, así que fuimos a sacar al perro antes de irnos a la playa con todos.
Esta vez Dani no cargó con la sombrilla, el pobre.
Mientras todos se bañaban (esta vez hasta David participó en la carrera hasta la orilla) Sara dijo si la acompañaba a dar una vuelta por la playa y yo accedí, por lo que las dos empezamos a andar por la orilla.
-¿Qué tal las cosas con Álvaro?-le pregunté.
-Oh, pues muy bien.
-Cuánto me alegro. Se os ve bien, sí.
-Lo suyo le costó a Carlos juntarnos como para que encima le defraudáramos rompiendo.
-Cierto es también, sí jajajaja.
-¿Se tomó muy mal lo que hicimos?
-Oh no,no. Él estaba... No era culpa vuestra. Le pasaba otra cosa, nada grave.
-Menos mal.
-Sí.
-¿Y qué tal con él?
-Oh, pues muy bien. Es un niño muy bueno y atento. Ideal.
-¿Elegiste buen compañero de cabaña entonces?
-No tengo ninguna duda de ello. Sólo espero no acostumbrarme demasiado a él estos días para luego en Madrid no...
-Echarle de menos. Ya.
-Sí, eso. ¿Sabes? Creo que le haces a Álvaro muy feliz.
-Ohhh.
Hablando sobre ellos dos, volvimos caminando a donde estaban los demás.
-Ya os dábamos por perdidas-dijo Álvaro, abrazando a mi amiga.
-Gracias por esa confianza de depositada en nosotras, de verdad.
Estuvimos un rato todos juntos, hasta que empezaron a decir de ir a darse un baño en la piscina antes de cenar.
Dije que no me apetecía y Carlos se quedó conmigo mientras los demás se marchaban.
Estaba sentada en la arena, abrazándome las piernas y mi mirada perdida entre las olas.
Él estaba sentado a mi lado, misma posición, y mismo todo.
-Qué bonito el atardecer.-dijo.
Él siempre sacando el tiempo en las conversaciones.
-Sí, es verdad.
-¿Era así como te imaginabas tu playa?
-Sí, así era.
-Estas últimas semanas me has tenido bastante confundido con tu comportamiento y tus actos. No sabía muy bien qué pensar de estos.
-Lo siento.
-Nada, mujer.
Suspiré.
-Te lo he dicho ya varias veces, incluso se lo he dicho a los demás delante tuya. Te quiero. Te lo he dicho, te lo he escrito, si quieres te lo canto... No sé qué hacer para que te des cuenta de ello.
-Me doy cuenta, no hace falta que hagas nada más.
-Pues te lo digo otra vez, te quiero.
Me le quedé mirando, sin saber qué decir, asi que dije lo más inteligente que se me ocurrió.
-Ah.
Él se rió.
-Teníamos cierto premio pendiente de cierta apuesta.
-Es verdad. Bueno, adelante, dime sin miedo. ¿Qué quieres?
-A ti.
Esa sensación de que el mundo se detiene, de que todo se para. De que lo único que se mueve es tu corazón, y que oyes y sientes cada uno de sus latidos.
Esa sensación de dejarte caer y caer. De que nada a lo que te agarres evitará tu caída.
Esa es la sensación que yo tuve al mirar a Carlos a los ojos tras escuchar sus palabras.
-Sí.
-¿Eso es entonces que sales conmigo?





Hello peoplecilla! Soy @Cris_Jbieber :)
Podéis seguirnos en Twitter @Cris_Jbieber & @SigridOneD (Twitter oficial de la novela @Fans_ERN) como ya sabéis y pedirnos que os avisemos si es que no lo hacemos ya.
Muchas gracias por leernos y por todos los comentarios y ánimos que nos dais.
Las endless lover sois muy grandes.
Gracias por hacer posible este "Endless Road" con vosotras, S, y mi galleta.
Ah, y Paco, Choco y Tomás.
No les olvidemos.
Muchos besos y un fuerte abrazo.
Cris.

5 comentarios:

  1. Te quiero Te quiero Te quiero Te quiero!!! Cris y Carlos juntos, por fin!!! Me acabas de hacer to Happy con eso!!! :)) Te adoro enserio!
    Duda, ¿que ha hecho que Cris se de cuenta de que quiere estar con Carlos? Porque antes siempre evitaba el tema y ahora de repente dice que si, me he quedado :O
    Bueno lo de siempre que eres una grandisima escritora, de verdad. Gracias por hacerme desconectar del mundo cada vez que leo un capítulo de esta novela, que sigas escribiendo y que espero el 35!
    Y pensar que cuandoyo llegué ibas por el 'capítulo 13: Sucio secretito' y ya vas por el 34! Cris estoy orgullosa de ti!!
    I love be Endless Lover ;)
    Kisses xx
    @Jezabel_Leon

    ResponderEliminar
  2. Es tan... tan... asdfghjklj Dios yo... Madre mia. Sin palabra. Por fin nos los juntas. Quiero el siguiente. Te ruego, te suplico, que no me dejes mucho tiempo con la intriga. Ay te sigo desde el cap 6 y... Joder. Necesito el proxim. Lo necesito

    ResponderEliminar
  3. Pedazo de capitulo. Me encanta hay q vetme cuando leo la novela y me parto de risa a carcajada limpia. Un besito.

    ResponderEliminar
  4. Hola :) Me gusta mucho vuestra novela, siempre me dejáis con la intriga, eso no puede ser, pero ya se sabía lo de Cris y Carlos, espero impaciente el capitulo 35 :)
    A y otra cosa estoy empezando una novela, voy por el capitulo 3, me gustaría mucho que la leyeras y que opinaras, y si te gusta, porfavor ves expandiéndola, aquí te dejo el link: somebodylovesyou66.blogspot.com
    Un beso ;)

    ResponderEliminar
  5. avisame cuando tengas el siguiente capitulo mi twitter es @claudiahappy

    ResponderEliminar