domingo, 11 de agosto de 2013

Capitulo 32: More than friends.

-Cris-
Sin embargo, Álvaro no estaba dispuesto a irse sin arreglar las cosas, por lo que volvió a llamar.
-Sara, abre, por favor.
Le costó un par de llamadas de timbre más, pero finalmente esta acabó abriendo la puerta.
Llevaba puesto el pijama y llevaba los brazos cruzados sobre el pecho.
-Tienes cinco minutos para decirme todo lo que tengas que decirme.
Él asintió y ella le dejó pasar.
Paco, que se encontraba en el salón, al verle, se puso a insultar, como ya era costumbre en él.
-Siento lo que te dije, de verdad. No sé qué pasó por mi cabeza cuando dije esas cosas, además sabiendo que... Fui yo el que sintió algo más después de lo sucedido. No sé bien qué, pero...
Se detuvo, sin saber cómo continuar aunque en su mente había ensayado una y otra vez esta conversación.
-Yo siento lo que te dije, es decir, que eras un creído y un imbécil, pero me sentó muy mal lo que me dijiste. Pero, está bien, no hay problema, te perdono y, la verdad, yo también estoy bastante confundida...
Ambos se quedaron en silencio, hasta que Álvaro sonrió y le extendió una mano.
-¿Amigos?
Ella se la estrechó.
-Amigos.
Tras eso, él se levantó del sillón donde se había sentado.
-Será mejor que me marche ya, he agotado los cinco minutos que me diste.
-Era una cifra aproximada, porque te quedes siete u ocho no creo que pase nada...
Él se rió.
-No que, por lo que veo, te ibas a ir a acostar ya. Me iré. Ah, si ¿quedamos mañana para ir a correr?
-Ah, perfecto.
-Yo te vendré a buscar. Ya hablamos. Buenas noches y, de nuevo, lo siento.
En lo que a mí respecta, tras pasar la noche con Blas en casa, volví temprano a casa de nuevo, ya que le había prometido a Sigrid que iría a comprar con ella.
En casa me cambié de ropa mientras S se despertaba y se arreglaba y nos encontramos frente a la portería de Carmen con Sara y Álvaro, que parecía que volvían a ser amigos.
Carlos podría respirar tranquilo por su apuesta.
-¿Adónde vais tan dispuestos?- les preguntó S.
-Vamos a correr, ¿os venis?-dijo Álvaro.
-Vosotros echad a correr que ya os alcanzaremos nosotras, ya-dije.
-No os venís, ¿no?
-Ya vas leyendo entre líneas, paisano, muy bien.
-¿Y si digo que os invito a desayunar después?
-Buen intento, Álvaro, pero jamás me verás correr.
-Qué lástima. Pues nada Sara, tú y yo solos por lo que veo.
Nos reímos y ya nos íbamos a ir cuando Álvaro recordó algo.
-Ah, si, casi se me olvida. ¿Quereis veniros esta tarde al estudio? Podríais verlo y así escuchar alguna canción.
-¿Hay que ir corriendo?
-Mm, no.
-Entonces vale.-dije, conforme.
Él se rió.
-Luego te mando la dirección por wa.
Después de eso, los dos locos de la pradera se fueron corriendo a correr (válgame la rebundancia) y nosotras nos subimos en el coche (que nos costó encontrar puesto que no recordaba dónde lo acababa de dejar aparcado) y nos fuimos a comprar.
Volvimos a casa cargadas hasta arriba.
Yo dejé disimuladamente las bolsas encima de la encimera y me fui a tirar al sillón, para que S colocara las cosas.
La oí gruñir desde la cocina, sabiendo mi estrategia. No era la primera vez que la llevaba a cabo.
Dijo que si ella colocaba las cosas, a mi me tocaba sacar al perro, asi que cogí a Choco y me fui con él por ahí.
Pasamos por el portal de Carlos y no pude evitar hacer una travesura.
Llamé al telefonillo y, cuando respondió, eché a correr, partiéndome de risa y Choco me siguió, ladrando.
Más tarde le mandé un wa para decirle que había sido yo. Dijo que me mataría, pero no me lo tomé en serio y me reí.
Acababa de llegar a casa cuando recibí por parte de Álvaro la dirección y la hora para ir al estudio. También me dijo que si quería avisar a Adri y Rebe podría hacerlo.
Por supuesto, ninguno de los dos se negó, pero iban por su cuenta y nos encontraríamos allí.
Sigrid, Sara y yo fuimos en mi coche (sólo me perdí dos veces, para mí, todo un mérito)
Luego David se reía de mí con eso.
-¿Qué cuantas veces te perdiste, dices?
-Fue culpa de Álvaro, que me dio la dirección pero no un mapa.
-La culpa es de Blas y Carlos que te prometieron un gps y aún lo sigues esperando.
-Ahí va-dijo Carlos- es verdad. Se me había olvidado.
Negamos todos con la cabeza.
Cuando Rebe y, finalmente Adri, se presentaron, pudimos comenzar el tour guiado por el estudio (Carlos iba hablando y nosotros como si nada detrás)
Luego se pusieron a decir que qué iba a pasar sino nos gustaban las canciones, pero dijimos que se callasen y nos dejasen oír sus voces.
Nos miraron raro, pero pusieron una canción en español que, según Dani, se llamaba "Me gusta".
Adri estaba al borde del fangileo máximo y casi se me muere encima cuando nos pusieron otra, esta vez en inglés, llamada "Make my day".
Ahí S y yo nos pusimos a bailar mientras Adri decía que dejáramos de hacer el tonto, que no oía la canción.
Tras escucharlas un par de veces les comentamos lo que nos parecían y que, si todo el disco era así, sería todo un éxito.
Blas y David se miraron.
-Bueno, nosotros nos vamos ya, nos vemos mañana. S, Cris, vamos.
Mi amiga y yo nos quedamos clavadas en el sitio.
-¿Qué vamos dónde?
-Cenamos los cuatro.
Aún sin enterarnos de mucho, nos despedimos de los demás mientras Carlos decía que se organizaran ellos una cena de parejas y Dani dijo que de eso se olvidara.
Mi mente no estuvo en su sitio durante la cena.
Bueno, hay que decir que llevaba bastante tiempo perdida.
No sé dónde estaba.
No seguía las conversaciones y me encontraba en mi mundo.
Quería conectarme, volver al mundo con Blas, S y David, pero por más que lo intentaba, no era capaz de conseguirlo.
Aquella noche volví a casa con Sigrid en lugar de irme con Blas.
Al irme a acostar esa noche supe que algo sería diferente al día siguiente. No supe decir qué, pero notaba que algo nada agradable se me venía encima.
Mis temores se vieron confirmados cuando Blas me llamó a eso de la tarde y dijo que si podíamos quedar para hablar.
Cuando una pareja quedaba para hablar o bien era el fin de la relación o bien se iban a pedir matrimonio. Difícil veía esa última opción, por lo que solo me quedaba una.
Nos encontramos en el mismo Starbucks donde habíamos quedado la primera vez que quedamos los dos solos.
Qué lejano me parecía todo eso.
Él ya me estaba esperando cuando llegué, aunque aún quedaban unos minutos para la hora que dijimos.
Vaya puntualidad la de Auryn.
Tras pedir algo, nos sentamos en una mesa alejada y me le quedé mirando, sin tocar mi bebida.
No tenía estómago para eso cuando iban a dejarme.
-Tú dirás-dije, queriendo acabar con esto de una vez.
Él suspiró antes de empezar.
-Las cosas no han sido igual desde, bueno... Han sido diferentes.
-Lo sé.
-Estás distante conmigo. No me digas que es con todo el mundo, porque te pasa cuando estamos juntos.
Le sostuve la mirada, pero no dije nada.
Esta vez yo no había hecho nada, tenía la conciencia muy tranquila.
-Y si esto va a seguir así, creo que es mejor que se acabe. Prefiero seguir recordando los tiempos del album a seguir creando nuevos recuerdos vacíos.
Vacía.
Qué buen adjetivo para calificarme a mí.
Enarcó una ceja, esperando mi respuesta.
-Está bien, tienes razón. Si tú crees que es mejor así, por mí está bien. Sólo dime que seguiremos siendo amigos tras esto.
-Por supuesto. De eso no tengo dudas.
Decliné su oferta de acompañarme a casa y me encaminé hacia ella con paso lento y monótomo.
Estaba sin Blas, de nuevo.
Y ahora era oficialmente cierto.
Al llegar a casa y mirar el móvil vi que S me había mandado un wa donde decía que se iba con Dani.
Me descalcé y me tiré sobre el sillón, mirando al techo, intentando asimilarlo.
Aunque por fuera no se me veía muy afectada por la ruptura, la procesión iba por dentro.
Había pasado mucho tiempo a su lado y habíamos vivido muchas cosas juntos.
No podía olvidarme de todo eso sin más.
Había sido una parte muy importante de mi vida y, aunque podría seguir siéndolo, no sería de la misma manera.
Una lágrima corrió involuntariamemte por mi mejilla en el mismo momento en el que llamaron al timbre.
Me la sequé con el dorso de la mano y grité que ya iba.
Era Sara.
-Hombre, Sara. ¿Cómo tú por aquí?
-Venía a hablar con las dos.
-Tu prima no está, se fue con Dani. Pero si yo te sirvo, si quieres, pasa.
Así lo hizo y Choco acudió a saludarla.
-Tú dirás-dije, mirando la escena con las manos en los bolsillos.
-Quería daros las gracias por acogerme en vuestras vidas. Sigrid es mi prima y eso, pero tú me acogiste igual que si fuera de tu familia, como también los chicos.
Me encogí de hombros.
-Si lo hicimos fue porque te lo merecías.
Ella se rió.
-Y que sepas que Álvaro y yo estamos deseando que te vengas con nosotros a correr.
-Pues me parece que vais a tener que desear otra cosa porque yo no me veo corriendo.
-Todo es ponerse.
Me dejé caer de nuevo en el sillón.
-¿Te pasa algo? Te noto... Diferente.
-Acabo de cortar con Blas. Perdona si no estoy feliz ni tirando cohetes ni nada de eso, pero no estoy de humor.
-¿Qué? ¿Y eso?
Me encogí de hombros.
-Él también me veía diferente.
Llamaron al timbre.
-¿Abres tú? No tengo humor ni para volver a levantarme.
-Sí, claro.
Por la reacción alocada de Choco, supe quién sería y no me equivoqué.
Carlos y Álvaro aparecieron en el salón tras Sara.
Saludaron animadamente y yo les respondí con un gruñido.
Ni ganas de hablar tenía.
-¿Qué te pasa?-me preguntó mi paisano.
Tanto Carlos como él interrogaron a Sara con la mirada.
-Blas y yo hemos roto.
-Oh, vaya.
Me dio un abrazo.
Carlos se quedó ahí, de pie, sin hacer ni decir nada.
-Yo, esto, debo irme a trabajar-dijo Sara.
-Ve tranquila, estaré bien.
-Te acompañaré.-dijo Álvaro- ¿Te vienes, Carlos?
-No, yo me quedo.
-Bien, ya nos veremos. Y tú sonríe, eh.
-Antes voy a correr con vosotros.
Fue Carlos el que les despidió y les acompañó a la puerta.
Oí cómo estaba se cerraba y después Carlos volvió al salón.
Yo tenía la mirada perdida en el infinito, aunque miraba al suelo y sus ojos estaban fijos en mí.
-Deberías irte, hoy no es un buen día y no estoy de humor.
Dicho esto me levanté del sillón, me encaminé a mi cuarto y me tumbé en la cama.
Esperé oír sus pisadas por el pasillo y la puerta de la calle cerrarse, pero no lo oí.
Al contrario, apareció en la puerta de mi habitación.
Debí de haber supuesto que harían falta algo más que palabras para que se plantera si quiera la idea de marcharse.
No le dije nada cuando se acercó y se tumbó al lado, aunque dejando un espacio.
Yo no le miraba, estaba tumbada sobre un costado, dándole la espalda.
-Si no quieres hablarme, está bien-dijo-Pero no voy a marcharme. Me quedaré aquí, sin hacer nada, a tu lado, como te prometí que haría.
Tras eso, se calló.
Después de unos minutos, me di la vuelta y me acerqué a él todo lo posible, abrazándolo.
Él me puso un brazo por encima y apoyó su cabeza sobre la mía, como hacía siempre.
Sara y Álvaro estaban en casa de esta, ya que ella quería cambiarse de ropa antes de encaminarse al trabajo.
Él la esperaba en el salón, con los insultos de Paco como banda sonora.
Sara hizo acto de presencia en el salón, ya vestida y preparada y Paco la saludó con la palabra que todo el mundo se pensaba que le habíamos enseñado David y yo (¡qué no fuimos nosotros!), es decir, "sexy".
-Bien, ya estoy ¿nos vamos?
-Ah, sí, un momento.
-Dime.
-Quería darte esto.
Le tendió algo pequeño y envuelto y ella le miró extrañada.
Álvaro hizo ademán para que ella lo cogiera, hasta que finalmente lo hizo y lo abrió.
-Oh.
Era la portada de Álvaro del disco, en el cual había puesto una dedicatoria.
"Para mi leeeeenta, gracias por dejarme entrar en tu vida".
-Muchas gracias, de verdad.
Le abrazó, y él hizo lo mismo, por lo que Paco se puso furioso y, tras el abrazo, ella le besó, dejando a Álvaro muy sorprendido.
-Seguimos siendo amigos-dijo ella-Pero me apetecía agradecerte el regalo de una manera especial y esta me pareció una buena manera de hacerlo.
Él sólo sonrió.
-Y ahora, sintiéndolo mucho, debo irme.
-Ah, sí, claro. Te acompaño.
Al salir por la puerta, él le dio un beso en la mejilla mientras Paco les despedia con un insulto más grande que él.
-¿Y esto?
-Es para agradecerte que me perdonases.
-Quizá deberías agradecerme cosas más a menudo.
-En cuanto me des razones para ello.
Carlos y yo seguíamos en mi cama.
No nos habíamos movido, ni tampoco habíamos hablado.
Finalmente (ya sabemos que Carlos sin hablar no puede vivir), él rompió el silencio.
-¿Cuánto tiempo planeas estar así?
-La verdad, me da igual. El tiempo y todo lo demás ha perdido el sentido para mí.
-Eh, no te pongas así. No voy a dejar que te pongas así.
-Entonces vete, ya te dije que no era un buen momento.
-No me voy a ir.
-Entonces déjame ponerme como me de la gana.
Me di la vuelta para no verle.
-¿Vemos una peli de esas del Edward que te gustan a ti?
-No, no quiero.
-¿Y la de los metros sobre el cielo? Me da miedo solo el nombre pero si quieres verla...
-A mi también me da miedo.
-Entonces ¿la vemos o no?
-No, que a ver si luego no vas a poder dormir y me va a regañar Auryn porque te duermes y no vas al estudio.
-Es ridiculo que nos de miedo una peli de amor.
-Más ridículo es tenerle miedo a los patos.
-Ah, cierto.
Me reí.
-No quieres ver pelis ¿verdad que no?
Negué con la cabeza.
-¿Y qué quieres hacer entonces?
-No quiero hacer nada. Estar aqui y que pasen los años o lo que tenga que pasar.
-Pues yo no quiero eso.
No le contesté.
-¿Vas a contarme qué pasó?
-Ya sabes qué pasó. Cortamos. No hay más.
-Eso lo sé, pero no me has dicho las razones que habéis dado para dejarlo.
-Las cosas... No eran iguales entre nosotros. Y por qué seguir fingiendo que aquello era como antes cuando en realidad no lo era.
-¿Y tú estás conforme con ello?
-Era lo que él quería.
-¿Y lo que querías tú?
-Yo ya no sé ni lo que quiero.
Suspiré.
-No quiero verte mal.-dijo.
-Entonces cierra los ojos.
-Aún así, te sentiría.
-No me sientas.
-No puedo hacer eso. Aparte, tampoco quiero hacerlo. Necesito sentirte y si dejara de hacerlo, moriría.
Giré la cabeza para mirarle.
-¿Lo dices en serio?
-De verdad.
-Entonces tenemos un problema, porque a mí me sucede lo mismo contigo.
Retrocedí, buscando su contacto.
-¿Y desde cuando eso es un problema?
Aquello me recordó algo que Blas y yo dijimos hace tiempo y sentí que el mundo se me caía sobre los hombros, pero, al apretarle el brazo a Carlos, esa sensación desapareció.
Era como si él me sostuviera el mundo para que este no me aplastara.
En ese momento oímos a Choco ladrar fuertemente y cómo algo se caía.
Los dos nos miramos.
-Iré a ver qué pasa.
Se levantó de mi lado y se fue al salón.
Yo, temiendo que le pasara algo, fui tras él.
Los dos nos quedamos pasmados al ver a Paco con el mando de la tele, posado en una silla y Choco tratando de atraparle.
-¡Paco! ¿Qué haces aquí?
-Se habrá escapado por la ventana...
Paco, al vernos, soltó el mando de la tele y se tiró hacia mí.
Por supuesto, se me subió al hombro y empezó a darme con el pico en la mejilla.
-Carlos, que se me va a comer.
-No, mujer, solo te está dando besitos con el pico.
-Pues que se deje de besos, me está clavando las uñas. Paco, déjame, hoy no es un buen día.
Me lo quité de encima y le fue a Carlos.
-Oh, mira, somos amigos.
-Cabrón.
-Oh, sí, Carlos, ya lo veo.
Carlos y Paco empezaron a insultarse mutuamente mientras yo le decía que no se pusiera a la altura del loro, hasta que el pájaro se cabreó (hay que ver el genio que tenía) y quiso picarle la cabeza.
Choco, dispuesto a defender a su padre, ladraba y daba saltos alrededor de Carlos.
Y yo miraba la escena pensando que era muy surrealista.
Paco finalmente se escapó por la ventana y le vimos entrar por una ventana en la de Sara.
Carlos estaba enfadado.
Todo por culpa del loro.
-¿Te ha hecho daño?
-No, pero no me cae bien ese pajarraco. Me odia.
-No te odia, simplemente es un loro tonto. Y si te odia, ya arreglaré cuentas con él.
-Jajajaja eso sería digno de ver.
-¿Ya no estás enfadado?
-No estaba enfadado, solo tenía mi orgullo herido.
-¿Qué orgullo?
Me reí.
Choco no se separaba de Carlos, como si supiera que este había sufrido un ataque y no quisiera moverse de su lado por si este se repetía.
-¿Y tú estás bien?- me preguntó.
-Estaré bien. Solo necesito algo de tiempo.
Él asintió.
-Hay que sacarle-dijo, acariciando a Choco-¿Te vienes?
-Te conozco lo suficiente para saber que no tengo otra opción porque sola no me vas a dejar.
-Me conoces bien, así que vamos.
Tras darme unas palmaditas en la rodilla, se levantó del sillón donde estábamos sentados  y fue a buscar la correa del perro, mientras este le seguía, ladrando.
Suspiré, tratando de organizar mis pensamientos.
¿Qué debería hacer ahora con mi vida?
-¡Cris! ¿Vienes o tengo que llevarte a rastras?
-Estaría curioso ver eso-dije, yendo hacia él.
-Si tú quieres...
-Déjalo para otro día, mejor.
Choco nos arrastró hasta su parque, pero Carlos no lo dejó suelto porque ese día había competición de petanca en el parque y había millones de abuelos (hacía mucho que no exageraba, así que aquí estaba haciéndolo de nuevo) con sus bastones, y ya sabíamos que a Choco le volvían loco.
Aunque no le soltó, de la fuerza que tenía, le iba arrastrando y Carlos se agarró a mí, tratando de impedirlo, pero fue en vano, pues nos arrastraba a los dos.
No queríamos ir donde los abuelos por tres sencillas razones: una, Choco les robaría sus bastones, dos, había abuelas por ahí sueltas y eso para Carlos era peligroso y tres, un abuelo me había atropellado y, desde entonces, no me fiaba de ellos.
Cuando ya lo habíamos dado todo por perdido, se nos cruzó una paloma volando y Choco se lanzó en su persecución.
Tras eso, sacamos a Choco del parque mientras él lloraba, como diciendo que le dejáramos más tiempo.
Hoy tampoco era un buen día para él.
Pasamos por delante del Starbucks donde trabajaba Sara y dijimos de entrar a saludarla, pero mientras lo debatíamos justo en la entrada, salió Álvaro.
-Eh, un gango.-dijo Carlos.
-Eh, un imbécil.-le respondió Álvaro.
-Eh, ¿por qué siempre sois así de tontos?- dije yo, y nos reímos.
-¿Ya estás más animada?
-Bueno... Algo sí.
-Y todo gracias a mí-dijo Carlos, al cual el pecho se le hinchaba de orgullo.
Hablamos un rato en la puerta (bueno, nos apartamos un poco para dejar a la gente pasar) mientras Choco daba la bienvenida o despedía con un ladrido a quién entraba o salía del Starbucks.
Después de declinar la oferta de Carlos de un Franpuchinno (me recordaba algo que en ese momento quería olvidar), fuimos a casa.
Carlos respiró tranquilo cuando vio que Paco no estaba.
-Vivíamos mejor cuando no teníamos ese loro en nuestras vidas.
-Ni que tuvieras que vivir mucho tiempo con él, tú le ves ciertos días y a ratos.
-Cierto es.

-Sigrid-
Dani me llamó para acompañar a Breaker al veterinario.
Yo acepté y le dije que viniese a casa mientras tanto.
No habían pasado diez minutos cuando el timbre ya estaba sonando.
Que rápido era el chico, vaya.
Llamó al interfóno y le abrí, dejando la puerta de arriba abierta.
Supe que había entrado cuando oí la puerta cerrándose.
Ya había terminado de vestirme. Me puse unos shorts negros, una camiseta azul y unas converse del mismo color.
-¡Dani!
Le di un abrazo con el que se soprendió pero que me devolvió.
-Vaya, menuda efusividad. ¿A qué se debe?
No sabía que responderle puesto que no sabía el por qué de eso.
-Simplemente estoy contenta de que estés aquí.
Se rió.
-¿Estás lista ya?
-Si me das dos minutos para plancharme el flequillo sería un detalle.-dije, riéndome.
-Los que quieras.
Fui al baño, cogí las planchas y, como le dije, me lo planché y me lp recogí con un par de horquillas. Podía parecer estúpido hacer eso, pero si no lo hacía, estaría incómoda.
Salí, cogí el bolso y metí el móvil y la cartera.
Antes de meter el móvil en el bolso, le mandé un wa a C avisándole de con quien me iba y para qué.
Abrí la puerta y, mientras bajábamos en el ascensor, le pregunté que si le pasaba algo a Breaker.
Me dijo que no, las vacunas y eso que tenía que ponerle.
Me fijé en la portería y vi que Carmen había salido para ver quien era.
Me saludó y yo hice lo mismo.
-Te sigue cayendo mal.-observó Dani.
-Si, es una jodida cotilla.
Debió oirme, porque miré para atrás e hizo una mueca, haciendo que Dani se riera.
Nos metimos en el coche y vi a Breaker dormido en la parte de atrás de éste.
-Ohhh, que monada.
Dani arrancó y fuimos al veterinario, al mismo al que C y Carlos llevaron a Choco y al que Sara y Á llevaron a Paco cuando se perdió y mi prima le adoptó.
Miré a Dani largo rato hasta que se percató de mi mirada, la cual aparte rápidamente.
-¿Qué?-dijo, riéndose.
Le miré, pero no le contesté.
Ni yo misma sabía el por qué le había mirado.
Llegamos al veterinario y salí para coger a Breaker.
En eso se despertó, me miró y me maulló, dándome un lametón en la cara.
-¡Eh!-dije, riéndome.
Entramos y esperámos a que nos tocase.
Cuando nos tocó, le dieron las vacunas y nos dijeron que el gato estaba muy bien y que no tenía ningún problema.
Pues genial, oye.
Salimos de allí, yo con el gato en brazos de nuevo.
Nos montamos en el coche.
-¿Quieres que te lleve a casa?
-Si, por favor.
Me acercó a casa y me bajé del coche.
Él también se bajó.
Le di un beso a Breaker.
-¿Para que te bajas?-le dije.
-Me tengo que asegurar de que llegas bien a casa.
-Serás tonto.
Le di un abrazo.
-No sé como lo haces, pero siempre me lo paso genial contigo, aunque sea en cosas de estas.
-Me alegro.-dijo sincero.
Le volví a dar un abrazo y un beso n la mejilla.
Se montó de nuevo en su coche y me despidió con la mano, cosa que yo también hice.
Subí a casa.
-Cris-
Carlos  se quedó conmigo hasta que vino Sigrid.
La verdad, no hicimos mucho, solo ver unos cuantos capítulos de Sobrenatural.
Él seguía con sus comentarios mientras veíamos los capítulos y esta vez buscaba hacerme reír, cosa que consiguió.
-Mañana nos vemos, enana.
Y, tras eso, se marchó, dejándome aún más vacía de lo que me había sentido aquella tarde.
-¿Qué tal, Cris? Bien ¿no?
-La verdad es que no.
-¿Qué? ¿Y eso?
Suspiré, antes de volver a decirlo.
-Blas y yo hemos roto.
Y tuve que relatar cómo habían sido las cosas y eso.
Sigrid no sabía qué decirme.
-No pasa nada, S. Todo está bien.
Cené algo y me fui a acostar, sin ganas de nada.
S no dijo nada, sabiendo que nada de lo que dijera me haría sentir mejor.
No acababa de tumbarme en la cama y de apagar la luz, cuando me sonó el teléfono.
Era Carlos.
-Dime, meloncín.
-Jajajaja ¿qué tal estás? Estaba preocupado. Cuando me fui, no tenías buena cara.
-Bueno, no me gustó que te marcharas. Por lo demás, estoy bien, ya te lo dije. En unos días, estaré como nueva. Gracias por preocuparte.
-¿No querías que me fuera? ¿Y por qué no me lo dijiste? Me hubiera quedado.
-No sé. No... No sé ni lo que quiero, ya te lo dije. Estoy como si no estuviera. Necesito centrarme, necesito...
-Unos días.
-Sí, eso es.
-No te preocupes. Aunque estés más rara de lo normal y me vuelvas loco, estaré aquí para ti siempre. Lo digo para que te acuerdes.
-¿Te vuelvo loco? ¿En qué sentido?
-En todos los sentidos en los que me puedes volver loco.
Después de hablar largamente con él, pude dormir tranquilamente, pues no recordé apenas lo ocurrido con Blas aquella tarde, sino que repetí una y otra vez en mi mente la conversación que acabábamos de tener.
A la mañana siguiente, iba como un alma en pena por la casa, hasta que Sigrid se cansó de verme deambulando por ahí y dijo que esa tarde saldríamos las dos como hacíamos antes.

Le dije que vale, claro.
Cualquiera se negaba.
Igualmente me hubiera llevado a rastras.
Estábamos tumbadas cada una en un sillón, mirando cómo Choco destrozaba un balón que le habíamos comprado apenas unos días atrás cuando llamaron a mi amiga al móvil.
S se fue a hablar a la habitación (vete tú a saber por qué) pero yo sorda no era y oí que declinaba la oferta de Dani de quedar porque se iba a ir conmigo, que necesitaba animarme.
Eh, que no estaba depresiva ni nada de eso.
Sólo un poco. Lo normal.
Cuando volvió, decidí ignorarlo y le pregunté si había pensando qué íbamos a hacer en aquella tarde "tan nuestra".
-He pensando que podíamos ir al centro comercial.
-Ah, excelente.-dije, imitando al Señor Burns.
Sobre las cinco, cinco y media o cosa así, nos empezamos a preparar.
Sigrid se puso unos shorts negros y una camiseta negra en la que ponía "Keep Calm and call Batman" en letras amarillas y unas Converse grises.
Yo me puse unos shorts azules y una camiseta de manga francesa blanca con rayas azules y unas manoletinas blancas.
Agarramos las dos el bolso, metimos lo indispensable y, tras despedirnos de Choco y decirle que fuera bueno y dejara en paz a Tomás, nos fuimos.
Saludamos a Carmen, que chismorreaba con unas vecinas.
Si hablar de las vidas ajenas fuera un pecado, Carmen ya tendría un pie en el infierno. Espera. Creo que lo es.
Cogimos el coche y no tardamos más que un rato en llegar.
Miramos varias tiendas.
Sigrid vio un vestido que le encantó.
Yo le dije que pasara a la tienda y yo la esperaba sentada en un banco (el cual tenía pinta de muy cómodo) pero me agarró del brazo y me arrastró dentro (cruel destino)
Cabe mencionar que se acabó comprando el vestido.
-¿Y tú? ¿No te compras nada?
Fruncí el ceño.
-Es que nada me gusta.
Vio una camiseta que la enamoró pero conseguí convencerla para comernos un helado en el McDonald´s antes de entrar en dicha tienda.
Por Dios, necesitaba un descanso.
Más que nada, para tratar de aclarar mis ideas.
Ir como un zombie no era cosa fácil.
Estábamos viendo como un niño se indignaba al ver que en su Happy Meal le había tocado una Barbie cuando me llamaron al teléfono.
Era Carlos.
-Estoy en el centro comercial con S. Oh, no, no puedes venir. Estamos de tiendas. ¿Cómo que por qué? Es una tarde para nosotras. Ah, haber nacido chica. Está bien, pero mira que eres pesado.
Le di un golpecito a mi amiga en el brazo, la cual se lo pasaba en grande viendo como el niño le arrancaba la cabeza a la muñeca y se la tiraba a los de al lado.
-Dice Carlos que si puede venir.
-¿Carlos? Bueno, está bien, pero sólo porque sino no te dejará en paz.
-Dice que vale. Aquí te esperamos.
Se oyó algo así como "¡Bieeeeeen!".
Tras terminarnos el helado y ver el desmembramiento de la Barbie por parte de aquel niño, fuimos a la entrada a esperarle.
Él apareció rápidamente por allí, le saludamos, le contamos lo del niño entre risas (se lo contó S, yo estaba muy ocupada mirando el plano del centro comercial) y seguimos de tiendas.
S nos arrastraba de una a otra.
Una vez, nos metió en una tan grande que se perdió.
No, no fuimos nosotros.
Esta vez fue ella.
-¿Y tú qué?-me dijo Carlos-¿No que a ti te gustaban las compras?
Me encogí de hombros.
-Supongo que no estoy de humor.
-¿Sigues igual?
-Ah, pero, ¿es que hubo cambios?
-En fin.
Encontramos a S comparando dos pantalones piratas exactamente iguales.
-¿Cuál creéis que me va a quedar mejor?
Los dos nos miramos completamente rotos.
Pero si eran iguales.
-Ese-dijimos, señalando a la vez el de la derecha.
Ella se nos quedó mirando.
-A veces, dais miedo. ¡Pero bueno, me lo pruebo!
Cogió eso, un vestido rojo claro (¿para qué querría esta mujer más vestidos?) y una camiseta con el hombro al descubierto y se fue volando al probador, perdiéndose otra vez.
Vaya tela con la niña.
-¿Qué te parece esto?
Carlos me plantó prácticamente una falda roja en la cara.
La aparté un poco para verla bien.
Era bonita.
Llevaba, además, un cinturón marrón.
-¿Tú me ves con esto puesto?
-Sino te lo pones, creo que no.
-Me lo voy a probar sólo porque has tenido el detalle de pensar en mí al verla.
-Tú fíate de mí.
Me metí al probador justo cuando S salía de este.
-Teníais razón con el pantalón, eh.
-Y cuándo no tenemos razón nosotros, S de mi alma. Cuándo no.
Me probé la falda mientras les oía hablar a los dos fuera.
Anda que no hablaban alto.
Salí.
-¿Y bien?
Se callaron y me miraron.
-Perfecta.-dijeron a la vez.
-Ahora sois vosotros los que dais miedo.
Me compré la falda y S el vestido y el pantalón.
Tras esa tienda, dejé que Carlos me fuera asesorando en algunas cosas (una vez me tendió un vestido que llevaba el King África ese) y, para él, todo me quedaba bien.
-¡Pero si es que todo te queda bien!
-¿Incluso el vestido ese?
-Em... Sí.
-Mentiroso.
Cansadas ya de tiendas, nos íbamos a ir (todas las bolsas las llevaba Carlos y el pobre iba que apenas podía con su alma) cuando vimos la tienda de animales y, como niñas pequeñas, dijimos de entrar.
Antes de oír su respuesta, ya estábamos dentro.
Carlos iba a entrar, pero había un loro en la puerta y se entretuvo dándole conversación.
Nosotras vimos los gatitos y un perrito pequeño que había que no hacía más que darle patadas al aire.
Volvimos con Carlos, que estaba muy entretenido con su nuevo amigo y nos fuimos.
-Estaría bien repetir las vacaciones de París. Molaría.-dijo Carlos.
-¿A qué viene eso ahora?-le pregunté.
-No sé, me he acordado.
-La verdad que sí, nos lo pasamos genial en esas vacaciones.-dijo mi amiga.
-Normal, estábamos nosotros.
Le miramos y nos reímos.
-Pues podríamos irnos otra vez. ¿Cuándo tenéis vacaciones?-le pregunté.
-Mm, no lo sé. En una semana o así, creo. Pero no me hagas mucho caso, tendría que mirarlo.
-Pero cambiamos el destino. París, no.-aportó S.
-Sí, estoy hasta el gorro del francés,
-Mm... Gorros...
El pobre Carlos entró con todas las bolsas a casa y, antes de que pudiera dejarlas en algún lado, Choco se le tiró encima, loco de contento por verle y por poco no se fueron él, las bolsas y el perro al suelo.
-Trae, anda.
Le quité las bolsas para que pudiera atender al perro y dejé las que eran mías sobre mi cama y las de S sobre la suya.
-Hemos sido muy malas esta tarde, teniéndote esclavizado-oí que le decía Sigrid a Carlos-¿Y si te quedas a cenar para que intentemos compensártelo?
Que se quede. Por favor, que se quede.
-Mm.
En ese momento hice acto de presencia en el salón y, aún sin decir nada, le supliqué con los ojos que aceptara.
Sonreí al leer en los suyos que en ningún momento había pensado en negarse.
-Claro.
-Bien, estupendo. Veré qué hay y qué puedo hacer.
Fue a la cocina, seguida de Choco, que seguramente iba a ver si algo se caía y se lo podía comer.
-Voy a colocar las cosas.
Dicho lo cual, fui a mi cuarto.
Me reí al ver que me seguía, porque me recordó a lo que había visto con Choco hace un momento.
Se tiró sobre mi cama y estuvo a punto de tirarme las bolsas, por lo que le regañé y él se rió.
-¿Qué tal estás?
Suspiré.
-¿Cuántas veces al día me lo vas a preguntar?
-Hasta que me digas que estás bien.
-Estoy bien.
-Hasta que me lo digas de verdad.
-Lo digo de verdad.
-Tus palabras me dicen una cosa y el tono de tu voz otra.
Ains.
Era inútil discutir con Carlos, básicamente porque esta vez él tenía razón.
Iba a responderle cuando oí que sonaba el timbre.
-Como me deshagas la cama, te vas a enterar.-le dije mientras me dirigía hacia la puerta.
Le oí reírse, a saber en qué estado encontraría mi cama a mi vuelta.
No era por nada, es que me daba mucha pereza hacerla cada mañana, como para hacerla otra vez.
Abrí.
Era David.
-S me ha contado lo de...
-Ah, sí. Ya. A ella la encontrarás en la cocina.
-¡David!-dijo Carlos desde mi cuarto cuando este pasó por delante.
-Hombre, Carlos, ¿cómo tú por aquí?
-Me han tenido esclavizado esta tarde, asi que ahora me invitan a cenar.
David se rió.
-Seguro que te dejaste esclavizar, anda.
Se fue a la cocina.
Comprobé que mi cama estaba intacta.
Menos mal.
Terminé de colocar las cosas mientras Carlos no hacía más que hablar.
Cuando vio que había terminado, se incorporó, pues había estado tumbado en mi cama, me agarró y me tiró sobre la cama.
-¿Pero qué haces?-dije, sonriendo.
-Oh, yo nada. Me cansé de estar aquí solo.
Le pellizqué y después empecé a hacerle cosquillas.
-¿Pero no decías que nada de cosquillas en tu casa?-dijo como pudo, entre carcajada y carcajada.
-Sí, a mí no se me pueden hacer, pero yo sí puedo hacerlas.
-Pues entonces vamos a mi casa y así las reglas cambian.
-Ah, no,no,no.
-Qué cobarde eres.
-¿Yo cobarde? ¡Anda!
-JAJAJAJAJAJAJAJA.
-Vosotros, los de las risas, que la cena ya está.-nos llamó S.
-¡Ya vamos!
En la cena no faltó conversación por parte de todos, dado que incluso yo hablé.
Estaba visiblemente más animada y sí, la presencia de Carlos a mi lado influía en mi estado de ánimo.
Ayudé a David a quitar la mesa (a S y a Carlos les tocó fregar, ah, perdieron al piedra, papel, tijera) y mientras los dos fregaban, estuve hablando con David en el sillón sobre lo ocurrido con Blas.
Estaba perdiendo el ánimo que Carlos me había ayudado a recuperar cuando él y S aparecieron.
Ella fue a sentarse sobre la David, pasándole los brazos por el cuello y yo me levanté y me fui al sillón con Carlos, para dejarles ese a ellos.
No pude evitar pensar que eso de tumbarse y hacerse mimitos en ese sillón justamente, era cosa de Blas y yo.
Aquello jamás volvería a repetirse.
Carlos se dio cuenta que algo había hecho un efecto negativo en mí y me pasó un brazo por los hombros en ademán reconfortante y yo se lo agradecí con la mirada.
David y S estaban demasiado perdidos el uno con el otro como para darse cuenta de ese detalle.
Pusimos Sobrenatural, ya nos quedaban pocos capítulos para acabar la primera temporada y, aunque S había visto alguno y David ninguno, rápidamente se engancharon.
Cuando ya se hizo tarde, David y Carlos se miraron, pero, cuando el primero iba a hablar, S lo hizo antes.
-Tú te quedas, ¿no?
-Ah, sí, si quieres, me quedaré.
Chasqué la lengua.
¿Por qué David y Sigrid se habían empeñado en recordarme a Blas?
-¿Y tú, Carlos?
-¿Qué, yo?
-Sí. ¿Te quedas también?
-Ah, pues...
Me miró, mas yo no dije nada.
-Claro, que mi casa está muy lejos.
-¡Anda, mentiroso! ¡Mi casa sí que está lejos!-dijo David, tirándole un cojín.
Le preparamos de nuevo el sillón-cama a Carlos y, esta vez, tampoco hizo falta prestar pijamas de mi hermano.
Cuando nos fuimos a acostar, Choco se quedó con Carlos, que se quedó, como aquella noche que pasamos con mi primo, viendo un rato la tele y S y David fueron al cuarto de esta.
Aunque solía cerrar la puerta cuando S se desvelaba y se ponía un rato la tele o simplemente se la quedaba viendo un rato más por la noche, para que la luz no me despertara ni me molestara, esta vez no lo hice.
Quería saber cuánto tiempo estaba Carlos despierto.
Al final no aguanté más y fui al salón.
Pensé que estaría viendo un simple programa de televisión, pero me equivoqué, estaba viendo un capítulo de Sobrenatural que ya habíamos visto, concretamente, era de mis favoritos.
Estaba tumbado, dándome la espalda.
-Carlos.-le susurré.
Bastó eso para que se diera la vuelta.
-Cris.
-Sí, así me llaman.
Se rió en bajito.
-¿Qué haces levantada?
Me hacía gracia hablar así, en susurros.
-Este capítulo es de mis favoritos.
-Sí, lo sé. Ven a verlo.
Me dejó un sitio y yo me tumbé a su lado.
-¿Por qué lo estás viendo otra vez?-le pregunté.
-No sé, me gusta.
-Jo, haberme llamado para que lo viera yo también.
-¿Lo pongo desde el principio?
-Jajajaja no, ya déjalo, si va a acabar.
Cuando acabó, pusimos otro que no habíamos visto y tras ese, me levanté y apagué la tele y el dvd.
-Eh, yo quería seguir viéndolo.
-Sí, claro y nos amanece y seguimos aquí con Sobrenatural.
-¿Y qué más da si estás de vacaciones?
-Ya, pero tú no. ¿Se puede saber qué te pasa que cada vez que estás por la noche conmigo no quieres dormir o duermes poco?
-Ahora que lo dices, es verdad. Eres tú, que me quitas las ganas de dormir.
-Encima la culpa será mía.
-No va a ser mía.
Me reí.
-¿Te vas a la cama?-preguntó él, viéndome aún de pie en medio de la oscuridad.
Atrapó el móvil y me iluminó con él.
-Mm, supongo que es lo que debería hacer.
-Ah, ¿si? ¿Y eso por qué?
Tenía razón, ya no estaba con Blas, ya no tenía que dar cuentas de lo que hacía o lo que dejaba de hacer, ya solo era cosa mía.
-Porque tú roncas y das patadas.
-¡Pero serás mentirosa!
-Jajajaja si ya lo sé que no lo haces, tonto. Asi que, ¿me dejas dormir aquí?
-Si Choco deja espacio, deja a ver...
Lo empujó fuera de la cama y Choco le miró mortalmente mal.
Me volví a tumbar.
Nos quedamos los dos en silencio, en penumbra, mirando el techo, hasta que le di un golpe con el brazo.
Él me lo devolvió y yo le di un empujón y me reí, él rió y me lo devolvió y así seguimos hasta que Choco pensó que nos estábamos pegando en serio y se metió en medio a defenderme (cosa curiosa, puesto que yo hubiera puesto la mano en el fuego porque Choco habría defendido a Carlos)
Carlos, que menudo estaba hecho, le encantaba hacerle de rabiar a Choco y me tocaba el brazo o así para que este gruñiera e hiciera ademán de morderle, aunque ambos sabíamos que no lo haría y solo estaban jugando.
Finalmente, el perro volvió al suelo y nosotros dos hablamos e hicimos el tonto hasta que yo bostecé y Carlos dijo que a dormir.
A la mañana siguiente nos despertó David poniendo la tele a todo volumen.
Yo me asusté tanto que grité y todo.
David se descojonó de risa y S le siguió.
Trascurrieron unos días, en los que Carlos prácticamente no se separó de mí y yo se lo agradecí infinitamente.
Necesitaba su presencia a mi lado tanto como el aire para respirar.
Él sabía eso porque yo se lo había dicho.
-No sonrías como un tonto.
-No puedo evitarlo, soy tonto.
-No, para nada. No lo eres.
Él volvió a sonreír.
Pasaba el día conmigo.
Sigrid estaba a veces, con David o incluso Dani, pero gran parte se las veces estaba fuera.
Nosotros nos lo pasábamos en grande con Choco y Tomás, a la que un día,jugando de nuevo a ponérnosla encima, la encontramos en la boca de Choco y Carlos tuvo que luchar a muerte por sacársela.
En ese momento decidí que, por mucho que la fuera a echar de menos, Tomás estaría más segura con Blas.
La próxima vez que le viera, se lo diría.
Pasados unos días, quedamos todos en el bar donde ya habíamos estado otras veces, bailando y eso.
Al principio pensé en no ir, ya que Blas estaría allí y no me veía con fuerzas para volver a verle y actuar como si nada, pero Carlos insistió mucho.
-Yo estaré contigo toda la noche y, si quieres irte, me iré contigo.
Me puse una camiseta negra con una falda roja y cogí mi inseparable chaqueta negra de cuero, con unos tacones rojos de S.
Cuando Carlos me vio (estaba esperando en el salón, David estaba al llegar) sonrió.
-Vaya, pero si esa es...
-Sí, es la falda que me recomendaste. No tienes mal gusto. Debería hacerte mi estilista.
Él rió.
-No me importaría serlo.
-Ya te llevaré entonces de compras más a menudo.
En ese momento llamaron al timbre y Sigrid nos gritó que abriéramos.
Fui yo.
David y yo entramos en el salón cuando S salió, diciendo que ya podíamos irnos.
-Wow, qué guapa.-dijo David, dándole un beso en los labios.
En ese momento Carlos se dio cuenta de que eso a mí no me lo había dicho y me susurró, mientras salíamos por la puerta.
-A ti no te he dicho nada porque ya te dije que tú estás guapa siempre, no importa cómo vayas vestida.
Le pellizque.
-Anda, qué pelota eres.
Al reunirnos todos en el bar, descubrí que Rebe también estaba allí.
Dani la había llamado.
Entramos y pedimos algo.
Estuvimos charlando bastante, todos con todos, incluso crucé alguna que otra palabra con Blas, aunque breves y algo tensas.
Las cosas aún entre nosotros no se habían normalizado, pero lo harían con un poco de tiempo.
-¿Hoy no bailas?-dijo Álvaro.
-Mm, claro que sí.
Eché un trago a mi Coca Cola, lo agarré del brazo y me lo llevé a bailar mientras él fingía pedir que lo rescataran y los demás se reían.
Bailar con él era en parte una excusa para preguntarle por Sara y así interesarme por la apuesta.
Madre, ya empezaba a parecerme a Carlos con eso de la apuesta. Demasiado tiempo con él.
-¿Qué tal las cosas con Sara? Bien por lo que veo ¿no?
Él se rió.
-Van bien, bastante bien, diría yo. ¿Y tú qué tal?
-Bien. Carlos me está ayudando bastante.
-¿Pero tú estás bien?
-¿Tú qué crees?-dije, guiñándole el ojo.
Tras él, agarré a Dani y estuve con él bailando, también preguntándole.
Supe que había vuelto a pasar bastante tiempo con la chica en cuestión, pero no había descubierto nada.
Me choqué de espaldas con S.
-Eh, ¿cambio de parejas?
Ella se rió.
-Venga.
-Eh, David. Que te pensabas que te ibas a librar de bailar conmigo.
-Jajajaja.
Álvaro y Sara fueron los siguientes con los que me encontré bailando al ritmo de Me enamoré, de Charly Rodríguez.
Cuando acabó y David volvió con Sigrid, busqué a Carlos con la mirada, hasta que lo localicé y nuestros ojos se encontraron.
Tras eso, sonreí, levanté el brazo y, con un dedo, le invité a que se acercara.
Él bebió un trago, dejó el vaso, le dijo algo a Dani y se acercó a mí.
Mientras se acercaba, empezó a sonar More than friends, de Inna.

"Wo-ah tonight, tonight we could be more than friends 
Wo-ah tonight, tonight we should be more than friends."

[Esta noche podríamos ser algo más que amigos
Esta noche deberíamos ser algo más que amigos]
 Cuando llegó a mi altura, le pase los brazos por el cuello.
-¿Ya pensabas que tú te ibas a librar de bailar conmigo?
Él sonrió.
-No lo pensé ni por un momento.

"From the first time that I saw the look in your eyes, 
I've been thinking about you for all of this time, 
Wo-ah tonight, tonight we could be more than friends."
[Desde la primera vez que vi esa mirada en tus ojos
he estado pensando en ti todo este tiempo.
Esta noche podríamos ser algo más que amigos]
La canción se colaba por mis oídos y mi mente le daba la razón.
Esta noche podríamos ser más que amigos, deberíamos serlo.
Mientras bailaba con él, aislándome del mundo (había que decir que él seguía bailando mal, pero al menos ya no estaba tieso como un palo como la primera vez) hasta que vi a Blas y Rebe, igual, bailando.
-Cuánto...¿Cuánto llevan así?
-Creo que todo el rato, ¿por?
-Em... Necesito que me de el aire.
Crucé la estancia y salí de allí.
Respiré mientras el aire me revolvía el pelo y me lo ponía en la cara.
Noté algo a mi espalda, me giré y vi ahí a Carlos.
-¿Estás bien?
-Sí, claro. Sólo necesitaba un poco de aire.
Carlos sabía lo que me pasaba y, por eso, no siguió insistiendo.
No hacía ni una semana que habíamos terminado y aún no me había hecho a la idea de que ya no le tenía a mi lado de la misma manera, era normal que algo así me molestara, aunque debería aceptarlo y mirar adelante.
-¿Haces algo mañana?
-Mm, lo de siempre, osea nada.
-¿Quieres que hagamos algo?
-¿Algo como qué?
-Aún no lo sé. Podemos improvisar.
-Improvisar contigo da miedo.
Él se rió.
-Entonces, aunque aún no sé qué podemos hacer ¿quedamos mañana?
-Sí, claro. Ya pensaremos algo.
Nos quedamos en silencio, hasta que él lo rompió.
-Parece que se ha quedado buena noche.
-Sí, eso parece.
-La apuesta sabes que te la gano, ¿no?
-Sí, ya más quisieras tú.
-Jajajajaja que sí, ya lo verás. ¿Puedo preguntarte una cosa?
-Claro.
-¿Qué chocolate te gusta más?
Me reí.
-Qué pregunta más propia viniendo de ti.
Hablamos un rato más fuera, hasta que me hizo entrar, porque yo no quería, pero finalmente tuve que volver.
No me despegué de él y Dani lo que quedó de noche. David no hacía más que decir que los rubios pasábamos mucho tiempo juntos, que tramábamos algo.
David veía conspiraciones por todas partes.
Aquella noche, cuando me acosté, en vez de pensar sobre Blas y Rebe, estuve dándole vueltas a lo que a Carlos se le ocurriría para hacer al día siguiente.
A saber. Estaba loco. Podíamos esperarnos cualquier cosa. Dios quiera que fuera algo normal.
Me despertó Choco, saltando sobre mi espalda.
Le gruñí y le regañé, pero se vio poco afectado porque me chupó la cara de un lenguetazo.
Como Sigrid aún no estaba despierta, le dije a Choco que me siguiera y nos tiramos encima suya gritando.
A mí me pegó una colleja, Choco salió corriendo y no le pasó nada.
Chico listo.
Desayunamos y después me mandó a fregar los baños (por qué a mí, con lo que odio fregar cosas) y, cuando acabé, me mandó a planchar.
Estaba en ello cuando llamaron al timbre.
No me sorprendí al ver que era Carlos.
-¿Y esas pintas que me llevas?-dijo a modo de saludo, mirando mi indumentaria.
Pues una camiseta gris grande feilla ¿qué tenía de malo? No iba a ponerme tacones y falda para fregar los baños y arreglar la casa.
-¿No que siempre estoy guapa no importa cómo vaya vestida?
-Y así es.
-Pero mira que eres pelota. Anda, pasa, estaba planchando.
-¿Tú planchando? ¿Y no has quemado nada?
-Por supuesto que no. Soy patosa, pero a tanto no llego.
-Habría que verte.
-Pues siéntate y mira cómo termino.
-Jajajaja vale. ¡Hola, S!
-¡Hola, Carlos!
Estuvieron hablando un ratejo mientras yo me peleaba con uno de mis vaqueros que no quería plancharse, hasta que S tuvo que seguir quitando el polvo y barriendo las habitaciones.
-Pues en verdad no lo haces tan mal.
-Para que veas. ¿Ya se te ocurrió lo que podemos hacer?
-Sí.
-Sorpréndeme.
-Ah, no es mucho, no se me ocurrió nada mejor.
-Si me dices qué se te ocurrió...
-Ah, ya lo descubrirás.
Decidí no insistir, porque como a Carlos le diera por el secretismo, no iba a decir palabra.
Terminé de planchar y coloqué la ropa con Carlos tras de mí.
-¿Te importa? Este es el cajón de mis cosas privadas que no hay ninguna necesidad que veas.
-¿Qué entendemos por cosas privadas?
-Pues mis cosas.
Se me quedó mirando sin entender.
-Mi ropa interior. Ahora vete.
-Ah, mujer, haber empezado por ahi. Y ya que estas, vístete.
-Que sí, fuera.
Le eché, terminé de colocar la ropa y me vestí poniéndome unos pantalones cortos negros con una camiseta que decía "I love you to the moon and back".
Cogí el móvil y la cartera, pasaba de llevar bolso.
-Ya estoy.
Al ir al salón vi a Carlos y a Choco mirándose fijamente, como echando un serio.
-¿Carlos?
Me miró.
-Ah, ya estás. Nos vamos.
-Sí.
Nos despedimos de Sigrid, que nos dijo que fuéramos buenos y nos fuimos.
-¿Adónde vamos?
-No te lo digo que entonces no quieres ir.
Me quedé parada en medio de la calle con los brazos cruzados.
-Pues si no me lo dices no me muevo de aquí.
Él suspiró, murmurando algo entre dientes que sonó a algo así como "que niña más complicada".
-Vamos al retiro, a visitar a tus queridos amigos.
No dije nada.
Ya que el muchacho se había molestado en pensar algo para los dos, no iba a ser yo quién le dijera que ir a ver patos no era precisamente lo que yo entendía por diversión.
Una vez allí tiramos a andar sin rumbo.
Aquello era tan grande que acabamos perdidos un par de veces.
-¿Y este sitio cómo puede ser tan grande?
-No sé, quién lo construyó o algo alomejor le hacía gracia que la gente sufriera perdiéndose aquí.
-Gente como tú y yo ¿no, Carlos?
-No sé si tan guapa pero sí, como nosotros.
Me reí.
-¿Has pensando en traerme aquí por algo en especial?-pregunté con curiosidad.
-Sé que amas los patos y que no te gusta andar mucho.
-Y como sabes que odio los patos y odio andar me trajiste aquí.
-Sí, algo así.
Negué con la cabeza riéndome.
Estuvimos paseando toda la mañana de acá para allá, hablando. Nos acercamos al estanque y Carlos dijo que no me acercara mucho, que temía por mi vida y que si me caía él no me conocía.
-Ah, osea, que si me ahogo, no me salvas.
-Por supuesto que me tiraría, pero sabes nadar.
-Ponte en el supuesto de que no sé.
-Me tiraría, de eso no tengas duda.
-Ohhh.
Él se rió.
Un pato, que me miraba fijamente desde hacía un rato, empezó a acercarse hacia mí con oscuras intenciones.
-Carlos.
-¿Qué? Ah, el pato.
-Vámonos. Vámonos que me asusto.
A él le dio la risa y a un niño de tres años que teníamos al lado también, nos lo quedamos mirando hasta que el niño dejó de reírse y se fue corriendo con su madre.
A todo esto, el pato estaba que ya me cogía.
-¡Fuera! ¡Deja a la niña en paz!
El pato, obviamente, ignoró a Carlos y se fue a por el niño de antes que tiraba gusanitos al agua.
-Mi salvador-dije, mirando al niño.
Carlos, por supuesto, se dio con un canto en los dientes, pero pronto se recuperó y huimos de allí.
Como siempre que salíamos a la calle, nos encontramos con fangileantes, pero esta vez fue más raro aún porque una niña venía con sus abuelos y estos se empeñaron en salir en la foto.
Tras eso, nos preguntaron si sabíamos donde estaba cierta fuente y yo les dije que sí, les indiqué y se fueron diciendole a su nieta que sus ídolos eran gente maja.
Cuando desaparecieron, Carlos se rió.
-¿Y ahora qué pasa?-dije.
-Que les has mandado a la otra punta del parque, la fuente no está allí.
-¿Ah, si? ¿Y cómo lo sabes?
Me señaló algo que estaba a un par de metros de mí.
Me giré para verlo y reconocí la fuente por la que me habían preguntado.
Carlos se rió más.
-Dios quiera que nunca me encuentre solo perdido contigo.
-¿Si? Pues alomejor te sorprendo.
-O quizá no.
Volvió a reírse.
Yo lo dejé pasar por no discutir.
Comimos por allí.
Pensé que jamás habíamos comido o cenado juntos fuera, siempre había sido o en su casa o en la mía.
En lo referente a Sara, tras intentar dialogar con Paco con poco éxito, se había puesto a limpiar toda la casa y eso le llevó toda la mañana.
Tras comer y zapear un poco en la tele para no ver nada, se durmió un rato en el sillón (Paco no se calló en ese rato) y después, leyó.
Llevaba tiempo leyendo (Paco no hacía más que revolotear en círculos por el salón) cuando llamaron al timbre.
Era Álvaro.
-Hombre ¿cómo tú por aquí?
-Hay que educar a Paco, ¿no?
Ella se rió.
-¿Vienes a eso?
-La verdad es que era una excusa para verte muy mala, debí de haber pensando otra.
-Anda, pasa.
Paco, como ya era costumbre en su vida, se puso como loco insultando a Álvaro.
Le ignoraron por un tiempo, porque estuvieron hablando hasta que, entre risas, se pusieron a intentar enseñarle a Paco bellas palabras (como en su día intentamos David y yo)
Después de fracasar miserablemente, les entró hambre y Sara dijo que tenía galletas, aunque no de las de hechas por ella, sino Oreo y chinchaban a Paco enseñándoles las galletas hasta que este se cabreó, agarró un par y se fue volando con su botín.
-Quiero decirte algo.
-Tú dirás, Álvaro.
-He... He estado pensando mucho, ¿sabes? Congeniamos muy bien. A ambos nos gusta, por ejemplo, hacer deporte. Antes el único deporte que hacía era cuando me picaba con Dani, pero tampoco es plan de estarse picando todo el tiempo o solo, pero con compañía es mucho mejor. Me hizo especialmente gracia cuando nos perdimos ese día. Íbamos tan bien hablando que ni nos fijamos por dónde íbamos. Y bueno, qué decir de las cenas esas organizadas por Carl... Digo, por el destino. Fueron, simplemente, de las mejores cenas que he compartido nunca con nadie. Ese día, el de las galletas, aquí, en tu casa sentí algo que descubrí hace poco y es que te quiero.
Tras eso, se quedaron mirándose fijamente unos instantes.
Ella, asimilándolo, él, esperando su reacción que no se hizo de esperar.
A la vez, como si estuvieran compenetrados, sus labios se buscaron y se encontraron.
Paco lo estaba viendo todo desde detrás del sofá, su escondite favorito.
Al separarse, mínimamente pues sus frentes estaban apoyadas la una sobre la otra y sus labios se rozaban al hablar, los dos sonrieron, mirando los respectivos labios del otro, queriendo repetir de nuevo lo que había sucedido hacía apenas un momento.
-¿Sabes? Soñaba en secreto con esto.
-¿Con qué exactamente?-le preguntó ella, sonriendo aún.
-Con comerte la sonrisa a besos.
Ella sonrió aún más y le besó, justo en el momento en el que Paco se salía por la ventana.
Por mi parte, tras comer con Carlos (los dos nos habíamos recreado bastante hablando, cosa normal en nosotros) fuimos a casa porque él me había dicho que habíamos quedado todos en ella para hablar de lo de las vacaciones.
-Anda ¿y por qué no en tu casa?
-Porque en mi casa no está Choco.
Cuando llegamos a casa, ya estaban todos allí menos Sara y Álvaro, cosa que me extrañó, sabiendo la puntualidad de Álvaro.
-¿Y estas horas de venir?-dijo David, señalando el reloj.
-Anda, calla, que si te cuento todo lo que nos ha pasado hoy... Puff.
Él se rió.
-Luego me lo cuentas.
Crucé una mirada con Blas, pero no le dije nada.
Me hice un hueco en el sillón entre David y Dani (me tiré encima de los dos gritando "¡Mi espacio, mi espacio!" hasta que me hicieron hueco) y empezamos a tratar así por  encima la idea de las vacaciones en espera de Álvaro y Sara.
Estábamos debatiendo posibles sitios y lugares cuando Paco se coló por la ventana y se posó en la cabeza de Choco, que estaba tumbado en el suelo, el cual nos miró a todos como diciendo "Eh, ¿qué tengo en la cabeza?".
-Besos.-dijo.
-¿Qué?-dijo Dani.
-Besos.
-Pero ¿y este dónde ha salido?-dijo David.
-El otro día también se coló en casa-recordó Carlos.
Mientras nosotros mirábamos a Paco subido sobre Choco, Sara, arriba, se dio cuenta de la desaparición de su loro.
-Qué más dará ese loro-dijo Álvaro, tratando de abrazarla, pero ella se levantó.
-¡Hay que buscarlo!
-Ains, vale. Vamos a decirles a estos que nos ayuden.
Bajaron a casa y Blas les abrió.
-¿Paco, dices? Si está aquí dentro.
-¿Qué?
Pasaron al salón y vieron a Paco subido sobre Choco.
-¿Pero se puede saber dónde te habías metido?-le empezó a reñir Sara-Te hemos buscado por toda la casa como unos locos. ¿Cómo se te ocurre irte así? No vuelvas a hacerlo ¿me oyes?
Choco giró la cabeza y la miró con pena, como diciendo "¿por qué me estás regañando?" cuando la riña era Paco, que seguía sobre su cabeza.
Paco estaba ahí, como si la cosa no fuera con él, la mar de tranquilo.
Los demás nos partíamos de risa.
-Besos.-le respondió Paco.
-¿Qué?
-¡Ha dicho besos!-dijo Carlos.
-Aparte de César Millán, ¿ahora te dedicas también a traducir loros?
Todos nos reímos de la respuesta de Sara.
-Lleva todo el rato diciendo eso.-dijo Dani.
-¿Se lo habéis enseñado o algo?
-O hablais o vamos a empezar a pensar cosas raras...
Empezamos todos a hablar y a explicar nuestras teorías.
Ellos dos se miraron y se tomaron de la mano.
-Estamos saliendo.-dijo Álvaro.
Todos nos quedamos callados.
Carlos de repente saltó del sillón y nos asustó a todos.
-¡TOMA, TOMA!-dijo Carlos señalándome y haciéndome un gesto como diciendo que me fastidiara-¡TE GANÉ LA APUESTA, TOMAAAAAA!

-¡Carlos! ¡Cállate, no seas bocas!-dije, tratando de taparle la boca con las manos.
Tarde, claro.
-¿Qué apuesta?-preguntó Álvaro, volviéndose hacia nosotros.
Ambos vimos el peligro en sus ojos.
-Oh, oh.
Quisimos huir (muy lejos sabíamos que no íbamos a llegar) pero Dani nos cortó el paso.
-Bueno, Carlos-dije, mirándole-Explícaselo tú.
-Vamos Carlos, sé un hombre.
-Tú calla, David.
Este se rió.
-Ah, pues nada, que Cris y yo apostamos sobre vosotros dos.
-¿Sobre qué exactamente apostatéis?-inquirió Sara.
-En si salíais o no. Ella dijo que no y yo que sí. Y la he ganado.
Le pellizqué el brazo.
-Ah, tú.
Álvaro le dio una colleja y todos se rieron.
-Eh, pobre de Carlos.-dije.
-Creo que tenéis cosas que explicar-dijo el mi paisano.
-Sí, pero... ¿Hablamos de las vacaciones?-dije, tratando de desviar el tema.
-¡Sexy!-gritó Paco.
Las vacaciones.
Quién me iba a decir que estas serían mejores que las de París. Quizá no mejores. Pero sí distintas. Bastante distintas.
Cuánto iban a cambiar las cosas en esas vacaciones.
Y quizá a peor.
Para algunos.


Hi Endless Lovers! Soy @Cris_Jbieber.
Perdonad el retraso, peeeero es que estaba de vacaciones. Escribí en el móvil, eh. Para que veáis que yo descanso no tengo (¿descanso? ¿Qué es eso? ¿Te lo puedes comer?)
Decir también que gracias por (algunas personas) exigir cuándo debería estar el capítulo. Aquí nadie exige. Aquí hay lo que hay y no hay más.
Como siempre, ya sabéis que podéis seguirme en Twitter (@Cris_Jbieber ) así como al Twitter oficial de la novela @Fans_ERN y que podéis seguir el blog bajo la foto del akjskdfhkgthjkgt de Blas.
Gracias por todo.
Sinceramente vuestra,
Cris.

3 comentarios:

  1. Hola!! Primero que todo felicitarte Cris por el espectacular capítulo, es genial. Tiene una mezcla de momentos tiernos y graciosos, que encajan a la perfección formando un increíble capítulo.
    Los momentos tiernos con lo que me quedo son el de Carlos y Cris en el cuarto y la declaración de Álvaro a Sara, me parecen muy adorables.
    Y de los graciosos con la dedicatoria del disco, el ataque de Paco a Carlos, el momento en que Sara riñe a Paco porque está sobre la cabeza de Choco, y no le interesa mucho lo que le dice su dueña, y el momento en que Carlos se emociona porque ganó su querida apuesta.
    Es un capítulo muy bueno y ya tengo ganas del próximo. Sigue escribiendo así porque lo haces genial.
    Un besazo!!

    ResponderEliminar
  2. Cuando he abierto la pagina (que la tengo en acceso directo) y he visto nuevo cap he flipado. Sepa Dios cuantas veces lo he leido ya. Me encanta que los hagas largos. Cris y Carlos harian buenisima pareja. Este cap es uno de los mejores a pesar de que Blas y Cris terminaran. En serio, felicidades. Hay muchas ganas del proximo.

    ResponderEliminar
  3. Hola! Me encanta tu novela. ¡Es PERFECTA!. Espero que subas pronto el próximo. Saludos.

    Yo también tengo una novela. Me haría muchísima ilusión que la leyerais y comentaseis. Mil gracias.

    http://nuestrahistoriauncaminosinfinconauryn.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar