domingo, 18 de agosto de 2013

Capítulo 33: Stole my heart.

-Cris-
Tras felicitar todos a Álvaro y Sara, nos centramos en las vacaciones.
-En primer lugar, ¿montaña o playa?
-Sí, S, o también si destino de interior o extranjero.
-Tienes razón, Dani.
-Yo digo que playa.
-Sí, yo también.
-Y de interior, por supuesto. Yo fuera no me voy.
Mientras todos aportaban su opinión, yo no le quitaba ojo a Choco y Paco, este aún subido en la cabeza del perro, que metían los dos las cabezas en el acuario de Tomás.
-¿Tú qué dices, Cris?-me preguntó David.
Me le quedé mirando, pensando.
-Em, hace tiempo que no voy a la playa y el destino me da igual mientras estéis vosotros.
-Qué profundo-dijo Carlos, fingiendo secarse una lágrima.
Todos nos le quedamos mirando.
-Bien-dijo Álvaro-Pues ahora queda ver a qué sitio de España vamos.
-Alicante, está claro.
-Ya salió el alicantino...-dijo Dani.
Nos pusimos a discutir todos los sitios. Yo apoyaba a Carlos con Alicante y David dijo que nos habíamos compinchado contra él. Lo dicho.
David veía complots donde no los había.
Apunté en un cuaderno los tres lugares que más nos gustaban. Sara, Sigrid y yo miraríamos detenidamente a la mañana siguiente qué podían ofrecernos aquellos sitios y les informaríamos.
Tras tratar aquel tema, nos embarcamos en otros.
Le dije a Blas lo de Tomás, que me costaría separarme de él, pero que era lo mejor por su seguridad. Quedamos en que me mandaría fotos suyas cada cierto tiempo si no iba a verla.
Dicho lo cual, no me enganché a ninguna conversación.
No quería interrumpir a Álvaro y Sara, muy concentrados ellos el uno en el otro, como tampoco quería a David y S.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que mis dos amigas estaban con sus novios y que yo me había quedado sola en ese sentido. Y aquello dolió más.
Deseé que todos se marcharan. Deseé quedarme sola.
Pero no lo estaba.
Carlos no iba a dejar que lo estuviera.
Me dio unas palmaditas en la rodilla, como ya se estaba convirtiendo en su costumbre.
-No dices nada-dijo.
-Ah, sí, bueno.
Enarcó una ceja, como si esperase algo más, quizá una respuesta más convincente.
Pero si la esperaba, por desgracia, no la tenía.
Miré el reloj.
-¿Os quedaréis a cenar?-pregunté, de repente.
Mis amigos se miraron entre sí.
-Sí, claro, por qué no.
-Bien, entonces iré a ver qué tenemos.-dije, levantándome de la mesa y dirigiéndome a la cocina.
-¡Pero no tardes que tenemos que sacar al perro!
-Sí, Carlos.
Curioseba por la nevera y sacaba de esta lo que consideraba oportuno que podría considerarse una cena cuando oí un sonido a mis espaldas y me sobresalté.
-Ah, Dani, eres tú.
-¿Quién sino? ¿Un fantasma? Buuu-dijo, haciendo el tonto.
Me reí.
-No, tampoco esperaba un fantasma.
Me giré, colocando las cosas.
-Creo saber a quién esperabas. Empieza por C, ¿verdad?
Se me cayó el bote que tenía entre las manos. Por suerte, este no se rompió y lo cogí del suelo rápidamente.
Tras ello, apoyé las manos en la encimera, suspirando.
-¿Qué quieres?
Apareció a mi lado.
-Sólo me preguntaba qué te pasaba.
-¿Y por qué iba a pasarme algo?
Se oyeron risas desde el salón y el sonido inconfundible de un beso.
-No sé. Dímelo tú.
-No sé de qué hablas.
-Yo creo que lo sabes de sobra.
Me encogí de hombros.
-¿Qué tal con tu chica misteriosa?
-Mal.-Se oyó otro beso- Bastante mal, diría yo.
-Lo siento.
-Pero no estábamos tratando ese tema.
-¿Por qué te interesa tanto si algo me pasa o no?
-Porque eres mi amiga. Y porque así tengo otra cosa en la que pensar y no en...
-Te entiendo. Ven, que te abrazo. Aprovecha, no suelo regalarlos.
Se rió mientras le abrazaba.
-Y ahora dime qué te pasa.
Suspiré, mientras dejaba las cosas por ahí y negaba con la cabeza.
-Es una tontería.
-Como la mayoría de las cosas que nos afectan.
Qué razón tenía en eso.
-Es... S y David están tan bien y ahora Álvaro y Sara y yo...
-Estás sola.
-Sí, estoy sola.
-Pero eso es porque tú quieres. Podrías estar como ellas.
-Dani, sabes que Blas y yo...
-No estaba hablando de Blas.
Me le quedé mirando, comprendiendo lo que quería decirme.
Tiré la bolsa que tenía entre las manos contra la encimera.
-Dile a S que ya tiene las cosas preparadas.
Sin decir nada más, salí de la cocina y cogí la correa de Choco.
Pasé por el salón sin mirar a nadie y le tiré a Carlos la correa.
-Vamos.
Le esperé fuera.
Me miraba confundido, como si no me entendiera. No podía culparle por eso.
No fue hasta que llevábamos un rato en la calle cuando se atrevió a preguntar.
-¿Qué te pasa?
Pasa que no sé que me pasa. No sé qué siento, ni qué dejo de sentir. Mientras me niego a creer que me gustas, el mundo se empeña en demostrarme que te amo. Gustar y querer son dos cosas muy distintas. Cuando le dices a una persona que te gusta, le estás diciendo que sientes algo por ella, en cambio, cuando le dices que la quieres, le dices que la amas. De una manera u otra. La amas. Y eso es lo que me pasa. Que sé que siento algo por ti. Y no sé si me gustas o te quiero.
-Nada.
-Si te piensas que me vas a engañar, lo llevas claro.
-Ya, pero tenía que intentarlo.
-Así que pensabas engañarme.
-No. No quiero que te preocupes tanto por mí, no quiero que sepas cada cosa que me pasa...
Cada cosa que me pasa por ti.
-Sé que no estás hablando en serio, que lo que te pasa, sea lo que sea, te confunde. Así que no insistiré porque, sea lo que sea lo que te suceda, sé que me lo acabarás contando.
Verás que sorpresa cuando descubras que lo que me pasa eres tú.
David llamó para que volviéramos para cenar.
Después de la cena, agradecí que todos se fueran. Quería estar sola.
Dejé a Sigrid viendo un capítulo de The Walking Dead y me fui a mi cuarto.
Cogí un cuaderno pequeño que tenía a modo de diario y apunté lo sucedido hoy, desde lo del retiro, pasando por Dani y lo que pensé en responderle a Carlos.
Me mordí el labio inferior.
Menos mal que sólo lo pensé.
Hacía tiempo que apuntaba cosas en ese cuadernito. Sobre todo, cosas relacionadas con Carlos.
Preguntas sin respuesta adornaban sus márgenes.
Lo guardé y agarré el móvil.
Me extrañó ver que Carlos me había mandado un audio.
Sonreí al escucharlo.
Era la canción Me enamoré, de Xriz.
¿Este chico estaba tonto o qué?
Tardé en dormirme, puesto que había estado leyendo partes del cuaderno y las dudas y recuerdos me asaltaban.
No recuerdo exactamente lo que soñé, solo fragmentos sueltos.
Llevaba a Carlos de la mano. Quién sabe por qué, quizá solo trataba de llevarme a algún sitio y me llevaba así para asegurarse de que no me perdería. No recuerdo qué pasó, yo no le solté. Su mano se desvaneció de la mía y me quedé aferrando al aire.
Estaba sola. Hasta él me había dejado sola.
En ese momento, me desperté.
Fui a la cocina y bebí algo, tratando de alejar las imágenes del sueño de mi cabeza y aquel sentimiento de soledad que este me había dejado.
Choco me oyó y fue a la cocina.
Le acaricié, le abracé y le cubrí de besos.
Mi perro no me abandonaba.
Fui al salón y puse el DVD. Dentro de este seguía el dvd de Sobrenatural y puse mi capítulo favorito (ahora también el favorito de Carlos)
Me tumbé en el sillón y dejé que Choco se tumbara a mi lado.
A la mañana siguiente, Sigrid me encontró dormida en el sillón, abrazada al perro, que también dormía.
-¿Qué haces ahí?-dijo, despertándome.
Me estiré y Choco se bajó del sillón.
-Mm, no lo sé. Me desperté y vine aquí.
El sueño.
No se me había olvidado.
-Desayuna, anda. Sara estará al caer.
-Siii, vale.
Desayuné con Choco y estaba recogiendo los cacharros cuando llamaron al timbre.
Saludé a Sara y fui a buscar el ordenador y el cuaderno.
Nos pusimos las tres en la mesa del salón y nos pusimos a mirar los sitios que ayer habíamos comentado.
-Yo he estado aquí-dije, viendo un anuncio de Guardamar.
-¿Ah, si?
-Es cierto, ese verano que te fuistes con tus padres y Alberto y te perdiste sola en...
-Sí, Sigrid, sino me pierdo, no soy yo.
Nos reímos.
-Sí, estuve en este hotel. Pero ¿queréis ir a un hotel? Sé que al lado de este había un camping o algo así, que tenía unas cabañas. Las veía cuando caminaba por la playa.
-¿Hace cuánto estuviste allí?-preguntó Sara.
-Mm...-dije, haciendo cuentas mentales-Un par de años, diría yo.
-Bien, miremos esas cabañas que dices.
Las estuvimos mirando y nos convencieron. Vimos fotos de estas por dentro y por fuera, estaban a unos escasos metros de la playa y a pocos minutos del pueblo. Además, por no ser temporada alta, estaban muy bien de precio.
-Yo creo que esto, ¿no?-dijo Sigrid.
-A mi me convence.
-¿Admiten perros?-dije yo, mirando a Choco.
-Ah, ¿que te lo quieres llevar?-preguntó Sigrid riéndose.
-No quiero dejarle.
-Espera, lo miraré-dijo Sara-Sí.
-Me parece a mí que va a ser este sitio, sí.
Apunté todo en el cuaderno, incluido la dirección de la página, le hice una foto y se la mandé a los chicos.
-A ver qué les parece a ellos.
A lo largo de la mañana los chicos nos fueron dando su respuesta afirmativa.
Por la tarde, mientras yo curioseaba en el ordenador sobre el sitio al que íbamos a ir (cosa mejor que hacer aparte de esa no tenía puesto que Sigrid se había marchado con Rebeca y a mí no me había apetecido salir) llamaron al timbre.
-Choco, ve a abrir.
El perro me miró ladeando la cabeza.
-Está bien, ya voy yo.
Me sorprendí al ver que era Álvaro.
-Hombre, paisano. ¿No te has equivocado de piso? Sara vive un poco más arriba.
-No, qué va jajaja. Venía a hablar contigo.
-Qué sorpresa. Pasa, entonces.
-Qué bueno es entrar en una casa sin que me insulten. ¿Y S?
-Quedó con Rebe.
-¿No fuiste con ellas?
-No me apetecía. ¿De qué querías hablar?
Se estaba convirtiendo en rutina para mí esto de cambiar de tema.
-Quería... Necesito tu ayuda.
-Ah, sí, claro. Dime.
-Mañana quiero tener un detalle con Sara, pero necesito que ella no esté.
-Entiendo.
-He pensando, además, que mañana podríamos ir a cenar los cuatro. Carlos y tú nos debéis ciertas explicaciones.
-Ya. Mañana está bien. ¿Cómo quieres que te ayude?
-Mañana, antes de ir a cenar, entreténla. No necesito mucho, quizá unos minutos.
-Eso está hecho.
-Y necesito la llave de su casa, si la tienes.
Enarqué una ceja.
-Uhhh ¿no irás a poner velitas y rosas y cosas de esas, no?-dije, mientras iba a buscar la llave y se la daba.
Él se rió.
-No, no. Nada de eso.
-Ah, menos mal.
-Jajajaja. Ahora voy a ir a hablar con Carlos. ¿Te vienes?
-Ah, sí, vale. Dame unos minutos para que me vista.
-Claro.
-Sigrid-
Tenía el portátil encima de las piernas, viendo una película que me había descargado hace poco. O terminándola de ver.
Justo cuando sonó el teléfono de mi amiga, terminaba la película.
Miré la pantalla.
Anda, si era Rebe.
Cogí el teléfono y descolgué, puesto que mi amiga estaba duchándose.
-¿Si?
-¿Cris? Soy Rebeca.
-Hola Rebeca. Soy Sigrid. Que Cris se esta duchando. ¿Querías algo?
-Oh, bueno... en realidad era para preguntaros si queriáis quedar y eso.
En eso, mi amiga salió del baño vestida.
"¿Quien es?,"-me dijo, moviendo los labios.
-Espera Rebeca, le preguntó.
Tapé el auricular del teléfono.
-Es Rebe y dice que si podemos quedar con ella.
Hizo una mueca.
-No me apetece pero si quieres quedar tú con ella, a mi no me importa.
Esta vez, la que hizo una mueca de desaprobación fui yo.
-En serio, no me importa.-dijo, sonriendo.
-Mm.
Quité la mano del altavoz.
-Rebe, Cris dice que a ella no le apetece, pero yo sigo disponible.
Se rió.
-Por supuesto jaja. ¿Quedamos en el Starbucks que esta donde vuestra casa?
-Claro, ¿en una hora?
-Claro, hasta luego.
Nos despedimos y le devolví el móvil.
-¿Por qué no quieres venir? ¿Te pasa algo?
-No lo sé.-dijo, encogiéndose de hombros.
Fui a mi habitación, para cambiarme de ropa.
Me puse unos shorts de cintura alta azules, una camiseta negra a rayas blancas y unas Converse blancas de Cris que, no se porqué, estaban en mi cuarto.
Quien sabe, ya dije que ella era muy desordenada.
Miré la hora. Tenía tiempo todavía, al fin y al cabo habíamos dicho una hora.
Fui al baño y me ondulé el pelo con un cacharro de esos que tenía pero que nunca (o casi nunca) usaba.
Volví a mi cuarto y cogí el bolso. Metiendo la cartera y lo necesario, pero no encontraba el móvil.
-¡Criiiiiiis! ¿Has visto mi móvil?
Estaba en la cocina y salió al salón (donde yo estaba) para darmelo.
-Un día perderas la cabeza, ya verás.
-No, eso no.
-Ya, porque la llevas sujeta al cuello,sino, ya la hubieses perdido.
La miré terriblemente mal.
Me volví a peinar (me peino cada cinco minutos, así como dato), me despedí de mi amiga con un abrazo, que me dijo que fuese buena y me fui.
Bajé por el ascensor y ahí estaba Carmen.
-Buenas tardes, hija.
-Buenas tardes.-dije, con una sonrisa, sonrisa que ella devolvió.
Quien la entendía. (Yo no)
Llegué al Starbucks justo cuando Rebe llegaba.
-Anda, menuda puntualidad tenemos.
Ambas reímos.
-¿Cogemos aquí algo y vamos a dar una vuelta?
-Por mi guay.-dije.
Entramos y nos pusimos a la cola.
Un señor alto, muy muy alto, entró y se puso detrás nuestra, para la cola.
Al fin nos tocó y pedimos un Frapuchino (y cuando no pedía yo uno de esos) y nos salimos.
Le conté que era de La Rioja, pero que desde muy pequeña me vine aquí, por el trabajo de mis padres y eso. Mas o menos, lo que le conté a los chicos cuando nos dijeron que nosotras de ellos sabíamos muchos pero que ellos de nosotras nada.
-Oh-dijo ella, cuando finalicé mi relato.-Yo vivo aquí desde hace un tiempo. Terminé la carrera de enfermera y eso y me quedé definitivamente al encontrar trabajo en ese hospital.
-Para nosotros, ese hospital nunca tendrá el mismo significado.-dije, haciéndola reír.
Hablando y hablando dimos una gran vuelta. Nos reíamos cada dos por tres por cosas sin sentido.
He de reconocer que me hubiera encantado que Cris estuviese aquí. Echaba demasiado en falta la relación que teníamos antes... antes de todo lo de París.
En esa "gran vuelta" estuvimos mirando tiendas de por ahí cercanas, hasta que me dijo que se tenía que ir porque su turno empezaba dentro de poco.
Yo la dije que vale y que quedaríamos otro día. También le di mi número de teléfono porque solp tenía el de Cris.
Nos despedimos y yo me fui a casa.
Me puse los cascos y con Stole my Heart de One Direction fui a casa.
Llamé, como siempre, a Cris pero no contestaba. Vaya, se había ido.
Puse música.
Made in the USA sonaba por toda la casa.
Decidí terminar un dibujo que había empezado hacía unos días.
Solo tenía los ojos. Unos ojos familiares.
Estuve bastante tiempo dibujando. La imagen estaba en mi cabeza y dibujaba con más rápidez.
Decidí hacerlo en blanco y negro, que era como mejor se me daba.
Terminé justo cuando sonó el interfóno.
Mirando el dibujo que, todavía no me había creído que había terminado y quién había salido, fui a abrir.
-¿Si?
-Hola, soy Dani.
Anda, mira tú.
-Hey, te abro.
Le abrí y dejé la puerta de arriba abierta, como hacía cada vez que erá él.
Volví al salón y terminé de ponerle unas sombras.
Oí como se cerraba la puerta y Dani entraba, viéndome con el dibujo entré las manos.
Se acercó a mí.
-Wow. ¿Ese soy yo?
Yo asentí.
-¿Lo has dibujado tú?
-Si, ¿te gusta?
-Dios, es perfecto. No sabía esto de ti.
Me reí.
-Ay, Dani, hay tantas cosas que no sabes de mí.
Se sentó al lado mío en el sofá.
-Pues me gusta mucho, la verdad.
Lo miré.
-Si tanto te gusta... toma, es tuyo. Te lo regalo.
-¿De verdad? Muchas gracias.
Le sonreí.
-¿Te importa si voy a por algo de beber?
-No, tranquilo. Estás en tu casa.
Se levantó, me volvió a dar las gracias por el dibujo y me dio un beso en la mejilla.
Cuando entró en la cocina a por algo de beber, me toqué la zona besada.
Me alegraba que le hubiese gustado.
Volvió y me dio una coca-cola.
-Pensé que querrías algo de beber.
-Oh, muchas gracias.
Abrí la coca-cola y bebí un poco.
-¿Y por que me has dibujado?
Eso, ¿por qué lo había echo?
-Em... ya sabes, tienes una cara muy fácil de dibujar y eso.
Pero mira que eres mala mintiendo.
En parte no había mentido. Cierto es que no sabía la razón pero lo que le había dicho no era del todo mentira. Tenía una cara fácil de dibujar.
-Oh, pues no lo sabía. Es bueno saberlo.
Y se rió, haciéndome reír a mi también.
-¿Y el motivo de tu visita?
-No tenía nada que hacer y me he dicho "Voy a ir a ver a S y a Cris". Pero por lo que veo Cris no esta.
Me reí, porque mientras lo explicaba,movía las manos todo el rato y hacía caras graciosas.
-Se ha ido antes de que yo llegase.
-¿Antes?
-Es que me fui a dar una vuelta con Rebe.
-¿Y qué tal? ¿Bien?
-Oh, si. Es bastante maja.
-¿Cris no fue?
-Me dijo que no tenía ganas. Es raro. Ella siempre tiene ganas de salir.
Estuvimos hablando de su nuevo disco, que ya estaba casi terminado y que algunas canciones estaban escritas por ellos.
-¿Y qué tal con la chica que te gusta?
-Bien, creo. Intento quedar con ella todo lo que puedo, para acercarme, ya sabes.
Sentía muchas cosas, y ninguna buenas.
-Mientras pases tiempo con ella... es lo importante.
-Supongo que si.
Le dije de poner una película.
No me preguntéis que peli era, porque no estaba atenta.
-¿Helado?-le dije.
-¿Ahora?
-No, en invierno.
Se rió.
-Si, gracias.
Fui a la cocina.
Estaba enfadada, molesta.
Y sabía perfectamente porqué.
Volví con los helados y le di uno.
Terminó la película y nos quedamos sin saber que hacer.
-¿Te parece si te secuestro?-le dije.
-Eso lo tendría que hacer yo.-protestó.
-No en mi casa.
Se rió.
-Me parece bien.
Aplaudí de alegría.
No era por nada pero Cris no estaba y posiblemente no vendría y así no me quedaba solita.
Era la hora de la cena así que le dije que pidiese unas pizzas.
-¿Y por qué yo?
-Porque eres el secuestrado.
Me miró.
-Y porque soy tu amiga y lo haces por mí.
Se rió, mas llamó.
Llegaron las pizzas. Abrí, las cogí, pagué y cerré la puerta.
Tal vez había sido un poco bruta.
Fuimos al salón y pusimos la tele. En la Antena 3 daban una peli (no recuerdo cual) y ese canal dejamos.
Terminó la peli y Dani vio que tenía sueño y me dijo que a la cama ya.
Me recordó a mi madre y me reí, dejándole con cara de confusión.
Se iba a echar en el sofá pero yo no quería dormir sola así que le convencí para que durmiese conmigo.
-Vaaaaaaaaale.
Cogí un pijama de verano.
Se trataba de un pantalón gris corto y una camiseta blanca.
Fui a la habitación y él ya estaba en la cama echado.
AbrÍ la ventana.
-¿No te importa, no?
Negó con la cabeza.
Me eché a la cama.
-Gracias por quedarte.
-Técnicamente me has secuestrado
-Uh, cierto.
Nos reímos.
Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla.
-Buenas noches.-le dije, mientras me giraba al contrario de Dani.
-Buenas noches.-dijo, dándome un beso en la mejilla también.
Él se durmió en seguida, en cambio, yo, estuve dándole vueltas a esta tarde, hasta que me dormí.

-Cris-
Fui a mi cuarto y me cambié rápidamente.
Me puse unos vaqueros cortos, una camiseta de tirantes blanca y una camisa de cuadros desabrochada la cual me hice un nudo.
De un salto me metí en mis manoletinas mientras agarraba el bolso y me echaba un poco de Someday.
-Bien, ya estoy.
Nos fuimos los dos mientras le regañaba por no haberme dicho nada de lo de Sara, que si me hubiera dicho algo yo no habría perdido la apuesta y no tendría que hacer lo que Carlos quisiera.
-¿Cuál era el premio de la apuesta?
-Lo que el otro quisiera. Osea, ahora tengo que hacer lo que Carlos diga. Espero que no se acuerde, no me apetece convertirme en su esclava.
-Ah, no haber apostado.
Le empujé, riéndome.
Llegamos a casa de Carlos, el cual se sorprendió al vernos aparecer por allí. Álvaro le dijo lo mismo que a mí.
-Claro, cuenta conmigo. Llevo ayudándoos todo el tiempo, cómo no voy a hacerlo ahora.
-Con la diferencia-dije yo-De que antes les ayudabas sin que ellos te lo pidieran.
-Bien dicho-dijo Álvaro-Pero aún así, gracias.
-Me debes una ¿eh?
-Te la devolveré.
-Miedo me dais los dos-dije.
-Y tú y yo-dijo Carlos mirándome-Ya hablaremos del premio.
La cara que puse le hizo reír a Álvaro.
-Bueno, me voy-dijo este-Ya hemos hablado de mañana.
-Claro.
-Bien, en eso quedamos.
Se fue y nos dejó solos a los dos.
-Bueno, dime. El premio.
-Ah, no. Dije que teníamos que hablar de eso, no dije cuándo. Me lo reservo.
-Miedo me das. A saber qué querrás.
Se rió.
-De momento, quiero hacer algo.
-Tú dirás.
-¿Y si vamos al cine?
-¿Bromeas? Nos echan. Hablas demasiado.
-Estaré callado.
-Sabes que no puedes. Es superior a tus fuerzas.
-Dame una oportunidad. Soy bueno contigo, me merezco al menos el beneficio de la duda.
Me le quedé mirando y él puso ojitos, lo que me hizo reír.
-Está bien, vamos por mi coche.
-¡Bien!
En apenas un rato ya estábamos viendo la cartelera.
-Te dejo elegir a ti-le dije-Recuerda. Que tenga poco amor.
-De acuerdo. Lo intentaré.
Al final acabó eligiendo una de miedo. Se lo agradecí. Ya iba conociendo mis gustos.
Nada más entrar en el cine había unos cartones promocionando películas.
Me hizo hacerme una foto con un cartel de esos en el que tenia que meter la cabeza para parecer que me la cortaban con un hacha.
Lo que había que hacer para que dejara de ser un pesado.
Cogí una revista de esas que te daban en los cines y él dijo que le esperara ahí sin moverme (sabía que si me movía me perdería) que iba al baño.
Cuando volvió, le esperaba sentada en una mesa de las que por allí había.
-Toma, esto es para ti-dije, dándole un bote de palomitas enorme (el más grande que había)
-Oh, qué detalle.
Así me aseguraba que estaría callado, con la boca llena no solía hablar.
Aparte de eso, había comprado unas Coca Colas y unas chuches, pero esas eran el último recurso.
Dejé que él me guiara hasta la sala.
-Uhh, es la sala número 13.
-¿Eres supersticioso?
-En verdad no. ¿Y tú?
-Tampoco-dije, dándole un golpecito en la nariz con el dedo-Y adoro el número 13.
-Me lo apunto.
Los dos nos reímos.
Estuve a punto de caerme por las escaleras subiendo y él no dejó de repetir por un rato "Qué cosa más patosa de chica".
Estuve por decirle que el patoso sería él por enamorarse de mí. Pero no lo dije. De nuevo, sólo lo pensé.
-¿Quieres a la derecha o a la izquierda?
-La izquierda es considerada siniestra y de mal agüero. De hecho, su nombre en latín lo indica. Siniestra, izquierda. Así que me sentaré ahí.
Se me quedó mirando.
-Y parecías tonta cuando te compramos, me has dejado impresionado.
-¡Eh!
Nos sentamos los dos.
Al lado de él se sentó un señor mayor, mientras que mi lado permaneció vacío.
-Cambíame el sitio-me pidió.
-¿Qué? ¿Bromeas, no?
-¿Qué te dio que todo el rato estás con el bromeas?
Para decir eso puso una cara muy divertida y me reí.
-No lo sé.
-Pues no bromeo. Me está mirando raro.
-Son ojos de deseo. Al igual que aquella mujer, te desviste con la mirada.
El pobre me miró con tal cara y me reí tanto de él que le abracé.
Las luces se apagaron y empezaron los trailers y anuncios.
-¿Quieres?-dijo, tendiéndome el bote.
-Espérate a la película, ya te has comido medio. Y sí, quiero.
-Pues coge.
-¿No me morderás la mano?
-No prometo nada.
-Correré el riesgo.
-Dame la Coca Cola, que no llego.
-¿Ya vas a empezar a hablar? Eres peor que los niños pequeños.
-Quizá porque aún soy uno.
Negué con la cabeza, riéndome.
La película llevaba unos escasos minutos empezada cuando me susurró.
-Si tienes miedo, te dejo agarrarme, eh.
-A ver si me vas a agarrar tú a mí. Es difícil susurrarte al oído. No sé dónde lo tienes con tanto pelo.
Y mientras la pantalla se teñía de sangre, a nosotros dos nos dio la risa.
Acabamos pronto con las palomitas. No conté con que yo también cogería. Una vez, fui a coger un puñado y Carlos me susurró.
-Eso es mi mano.
Era verdad.
Nos dio la risa otra vez en el momento más serio de la película.
Menos mal que gracias a París sabíamos controlar nuestra risa y reírnos en modo mudo, sino, hubiéramos estado perdidos.
Acabadas las palomitas, le di la bolsa de chuches.
Él estaba tan feliz como un niño pequeño. Quizá porque lo era, como antes me había dicho.
Apoyé la cabeza en su hombro.
-¿Estás bien?-dijo, extrañado.
Hacía tiempo que esto no lo hacía.
-¿Yo? Perfectamente.
Se rió.
Ahora era él quien negaba con la cabeza.
-No hay quién te entienda.
-Pero así es mejor. Nunca sabes por dónde voy a salir. Soy misteriosa.
-Claro que lo sé. Por la salida.
De nuevo, nos dio la risa y un hombre de atrás nos dijo que aquello no era una comedia, con lo que nos dio más la risa. Joer pero que no hacíamos ruido. Qué gente. Se quejaba por todo.
Cuando salimos de la peli, aún seguíamos riéndonos.
-¡Eh, niños! ¡Esto no es una comedia!-dijo Carlos, imitando al hombre.
Yo estallé en carcajadas.
-Sí, fue buenísimo.
-Y tú le contestaste que sino era una comedia, se le parecía mucho. Qué mala eres.
-Lo sé.
-¿Te ha gustado la peli?
-Pero si no me he enterado apenas de ella. Entre tus susurros, tus risas y los ronquidos del hombre de al lado tuya... No había quien se enterase.
-Los ronquidos eran lo que más miedo daban. Me ponían los pelos de punta.
-Jajajaja.
-¿Vienes a casa? La peli me ha dado miedo y no quiero dormir solo.
Me crucé de brazos, riéndome.
-Tú tienes mucha cara, me parece a mí.
-Mucha y muy guapa.
Me reí.
-En realidad conservaba la esperanza de que te diera miedo a ti y me lo pidieras tú, pero ya veo que no, entonces...
-Me dejas alucinada, de verdad. Cómo eres.
-¿Vienes o no?
Fingí pensármelo.
-¿Qué me vas a hacer de cenar?
-Así que te interesas por la cena.
Me encogí de hombros.
-¿Qué te apetece?
-Así que me dejas elegir a mí.
-Soy un caballero. La señorita manda.
-Jajaja anda ya.
-¿Se me permite hacer una sugerencia?
-Se te permite.
Me lo dijo y me reí.
-No te apetece cocinar, ¿no?
-Emm... ¿Tengo que responder a eso?
-No lo creo. Bien, vamos entonces.
No mucho tiempo después ya estábamos en su casa y yo buscaba los platos para calentar las hamburguesas mientras él encendía el ordenador.
-¿Entonces voy a dormir aquí? ¿Me secuestras?
-Te secuestro. Nada de salir al exterior, ni de contactar con nadie ni de hablar.
Me le quedé mirando.
-Es broma lo de que no hables.
-Ah, vale. Ya me parecía raro viniendo de ti que me dijeras eso. Pero si me disculpas, voy a desobedecer una de esas órdenes y voy a decirle a S si sacó a Choco.
-Te lo permito solo porque es el perro.
-Tranquilo, que soy toda para ti esta noche.
-Eso sonó raro.
-Pero sonó bien.
Dicho lo cual le dejé pensando sobre eso mientras le escribía a mi amiga.
Quizá no debí de haber dicho eso. Quizá debí de haberlo pensando.
-Se nos acaba la primera temporada de Sobrenatural-oí que Carlos decía con pena.
-Una lástima, con lo guapo que está Sam con ese pelo...-Carlos me miró-¿Qué? Es que en la segunda temporada se lo cambia...
-Bueno, si te sirve, yo lo seguiré teniendo.
-Me sirve, muchas gracias.
Cenamos viendo un capítulo.
-Si voy a quedarme aquí, te agradecería que me dejaras algo para dormir.
-¿Quieres un pijama? ¿En verano?
-No te he pedido exactamente un pijama, solo algo para dormir. Nunca duermo... Ya sabes...
-¿Cómo?
-Ay Carlos, que te den. Dame algo.
-Eso ha sonado muy raro. Demasiado.
Le enseñé mi dedo del medio y se rió.
-Iré por algo. ¿Te basta con una de mis camisetas?
-Sí, pero que me quede algo larga.
-Qué exigente. ¿Y si vienes tú y me ayudas?
-Es tu armario.
-Ah, pero eres tú la que quieres la camiseta.
-Está bien, ya voy.
Entré en su cuarto y, antes de que pudiera reaccionar, me agarró por la cintura y nos tiró a ambos sobre la cama.
-¿Qué...? ¡Jajajajaja!
Antes de que pudiera preguntarle qué hacía, se puso a hacerme cosquillas.
-Ah, ahora las reglas han cambiado.
-Por favor, por favor jajajajajajaja para.
Hasta que no se lo pedí como cien veces no paró.
-Eres tonto-dije, dándole un golpe en el hombro.
-Estoy confundido. Me dices a veces que no lo soy y otras que sí. ¿Qué debería creer?
-Que no lo eres, por supuesto-dije, colocándole el flequillo ya que, yo, trantando de huir, se lo había despeinado-Pero si te dijera lo adorable que eres, te lo creerías demasiado. Y además, no es un insulto.
-Me has dicho muchas cosas desde que nos conocemos, pero nunca que era adorable.
-Quizá porque hasta ahora no había tenido ocasión de decírtelo.
Sonrió.
-Te he dejado ahí la camiseta.-dijo, señalando una esquina de la cama.
-Así que la habías encontrado sin mi ayuda.
-Si quieres busco otra vez. Y me ayudas.
-No. Si elegiste esa, fue por algo.
-Jajajaja sí, porque sé que te quedará bien.
-A mi me queda bien todo, según tú.
-Y es verdad.
Me reí.
Estaba encima de mí, apoyados los brazos sobre la cama a cada lado de mi cabeza.
Mi pecho, al respirar, subía y bajaba contra al suyo, que hacía el mismo rítmico movimiento.
-Hay tensión entre nosotros. ¿La notas tú también?
-Sí, la noto.
-Menos mal, pensé que era el único.
-Quizá debamos besarnos para aliviar esta tensión.
-Sí, quizá debamos, sí.
Ambos sonreímos.
Él se pensaba que bromeaba, pero yo iba en serio. Muy en serio.
Levanté la cabeza y le besé.
Al principio no reaccionó, sorprendido como estaba, pero rápidamente se recuperó de la sorpresa y me devolvió el beso.
Mi respiración se agitó y mi pecho subía y bajaba a un ritmo frenético.
¿Me gustaba? ¿Le quería? ¿O le necesitaba?
Mi manos no estaban quietas.
Le acariciaba el pelo, la cara, exploraban su espalda.
Pero el tacto de la ropa me molestaba, yo quería sentir su piel, su tacto.
Quería sentirle a él.
Pensaba en deshacerme de su camiseta cuando separó sus labios de los míos, sumiéndome en un profundo pesar y en unos enormes deseos de más.
-Te dejé la camiseta ahí.
Me besó de nuevo, se levantó y cerró la puerta tras de él.
Suspiré y dejé caer la cabeza hacia atrás.
No iba a preguntar qué acababa de pasar porque lo sabía de sobra, lo que me preguntaba es qué había estado a punto de pasar.
Y eso no era lo que más me daba que pensar, sino que yo quería que eso hubiera pasado.
-Estás loca, Cris-me dije a mí misma-Pero que muy loca.
Me cambié, me puse su camiseta y fui en su busca.
No se había ido muy lejos, estaba en el salón.
-Me has engañado-dije-Esta camiseta no me queda precisamente larga.
-Qué malo soy que te engañé.
-Bueno, por ser tú, hoy te perdono.
-Soy afortunado, sin duda.
-Jajaja sí, mucho.
Me senté a su lado en el sillón.
Nos quedamos mirando.
-¿Qué?-dije, riéndome.
-Nada-dijo, imitándome.
Nos dio la risa, como en el cine.
Tardamos un rato en calmarnos.
-¿Te apetece hacer algo?-preguntó.
Sí, besarte. Y continuar lo que hemos dejado en el cuarto.
La respuesta de mi mente me dejó bastante alucinada.
Me encogí de hombros.
-¿Sobrenatural?
Se rió.
-Me lees la mente. Pensamos lo mismo.
Si pensamos lo mismo, no sé qué hacemos perdiendo el tiempo hablando...
-Sí. Es que somos parecidos.
Cuando acabó el capítulo, nos fuimos los dos a la cama.
Ninguno comentamos nada de lo sucedido antes.
Yo a él le entendía, o creía entenderle. No quería confiarse. Aunque una nueva relación con Blas por mi parte no era posible, no había que dar nada por sentado. Eso es algo que él había aprendido gracias a mí. Le entendía. ¿Lo hice porque quería o porque quería olvidar? A la que no entendía era a mí. O se está en una relación o no se está. O quieres a una persona o no la quieres. O necesitas a Carlos como el aire para respirar o le necesitas. No hay más.
Estuvimos hablando, comentando la película (o lo poco que nos habíamos enterado de ella) y de las explicaciones que tendríamos que dar en la cena del día siguiente.
Pensé en ello durante toda la noche, intentando alejar así los pensamientos sobre la persona que dormía al otro lado de la cama.
Por la tarde, y ya en casa, preparándome, seguí dándole vueltas a lo del beso.
Había sido yo y solo yo la que tomó la iniciativa. ¿Y por qué? Porque me moría sino lo hacía, me moría sino me besaba. Él me dijo que no intentaría nada, pero eso era cuando estaba con Blas ¿seguiría eso vigente ahora?
Llamaron al timbre.
Era Sara.
Plan entretén a Sara como puedas en acción.
-Ah, qué bueno que llegaste. Te necesitaba urgentemente.
-Sí, el wa que me enviaste me lo dejó claro.
-Es que no sé qué ponerme. Ayúdame.
Ella se echó a reír.
-¿Y eso es tan urgente?
-Para mí, sí. Ah, ¿y cómo tengo el pelo? ¿Divino?
-Bueno...
-¡Ah, tengo que peinarme!
Sonó el timbre mientras yo me encaminaba al baño.
-¿Abres tú, please?
-Claro.
Oí la inconfundible voz de Carlos por el salón y los ladridos eufóricos de Choco.
Me peiné un poco por encima y fui.
-Hola, Carlos. ¿Vamos, Sara?
-Claro.
-Eh, ¿adónde vais?
-Sólo me va a ayudar a elegir qué me pongo.
-Ve así, si estás perfecta.
-Pero si llevo el pijama.
-Perfecta.-repitió.
Negué con la cabeza.
-En fin, vamos.
-¿No necesitas mi ayuda? Recuerda que soy tu estilista.
-Mi estilista y mi perdición eres. Anda, ven. Lo que tienes ganas tù es de mirar en mi armario.
-Me pillaste.
Les dejé a los dos que me aconsejaran. Incluso Choco aportó su opinión, trayendo del cesto de la ropa sucia una camiseta.
Finalemente acabé poniéndome la falda roja y el look del bar.
Me estaba peinando mientras Sara le decía a Carlos que si era muy dado a las apuestas cuando llamaron al timbre.
Era Álvaro.
Al salir, me guiñó el ojo sin que Sara se diera cuenta y supe que todo había ido bien, por lo que Carlos y yo chocamos los cinco.
Carmen nos despidió cuando salimos del portal. La edad la estaba haciendo más amable. Curioso.
Dejamos que Sara y Álvaro fueran guiándonos, ya que nos dijeron que el sitio no estaba lejos.
Iban cogidos de la mano, hablando el uno con el otro.
Suspiré pensando que yo también quería cogerle la mano a Carlos. Pero no tenía excusa para hacerlo.
-Vosotros dos no os vayais muy lejos, que sois capaces de daros a la fuga-dijo Álvaro, girando la cabeza y mirándonos.
-Tranquilo, que no nos iremos a ninguna parte ¿verdad?-dijo, tomándome de la mano.
-Ah, pues claro que no.
Álvaro se rió.
-Bien.
Tras eso, me soltó y, como en mi sueño, me quedé aferrando el aire.
¿Me habría leído de nuevo la mente?
Gracias a Dios no me dio tiempo a seguir pensando sobre eso porque llegamos.
Nos sentamos, y tras pedir, fuimos al tema.
-Bueno, yo empiezo-dijo Sara-¿Se puede saber cómo se os ocurrió apostar sobre nosotros?
-No pensamos que fuera nada serio, sólo era una broma, un juego.
Dejé que Carlos respondiera.
-¿Y esas cenas que organizaste?
-Bueno, para ganar, yo tenía que hacer que os juntáseis y pensé que esa era una buena manera...
-Cuando te dije que dijeras a alguien para que se viniese a Barcelona, ¿dijiste Álvaro aposta?
-Sí. Pensé que era una oportunidad ideal para juntaros que no podía desaprovechar.
Tras esa respuesta, Álvaro y Sara se miraron.
-Gracias-dijeron a la vez.
-¿Por qué?-dijo Carlos.
-Gracias a esos momentos pudimos conocernos más y llegar a donde hemos llegado.
Mientras decía eso, le agarró la mano a Sara, que estaba sobre la mesa.
Al ver eso, apreté las manos y me mordí el labio.
No era fácil ver eso y tener a Carlos al lado.
¿Qué me estaba pasando?
-No hay de qué. Después de todo, nunca he perdido una apuesta y esta no iba a ser la primera vez.
Nos reímos.
-Ah, una cosa-dijo-¿A qué el chupetón te lo hizo él?
-¡Carlos!-dijo Sara mientras este se reía y Álvaro y yo nos mirábamos-Sí.
-Lo sabía. Y si ya os hacíais chupetones sin mi ayuda, ¿cómo es que no salíais?
-Carlos...-le dije.
-¿Qué? Tengo curiosidad.
Ellos dos se rieron.
-Fue haciendo las galletas-explicó Álvaro-Estábamos haciendo el tonto, nos manchamos de chocolate y empezamos a hacernos cosquillas y, bueno, una cosa llevó a la otra, nos besamos y, bueno... Acabamos juntos.
Carlos y yo enarcamos una ceja, tratando de entender eso último.
-Juntos en el sentido de...
-Ya sabéis. Nos dejamos llevar.
Carlos y yo nos miramos, entendiéndolo.
Yo quise haberme dejado llevar ayer.
Luego Carlos se echó a reír y se estuvo riendo cosa de diez minutos, sino más.
- Y si pasó eso entre vosotros-dije yo, ya que había estado muy callada y Carlos se seguía riendo- ¿Por qué no salisteis entonces?
-Bueno, tras eso estábamos algo confundidos y nos enfadamos-me explicó Sara.
-Y tras un período, ese que estuvisteis estudiando y tal, pensamos y nos dimos cuenta de qué nos pasaba.
-Y así estamos ahora.
-Me alegro mucho por vosotros-dije, sonriendo.
Ellos se rieron, dándome las gracias.
-¿Y vosotros qué tal?-preguntó mi paisano.
-¿Nosotros?-dije, extrañada.
Fue como si el mundo se detuviese en aquel mismo momento.
¿Nosotros? ¿Qué significaba eso? Carlos y yo, juntos, en una misma palabra. ¿Qué encerraba esta?
-Las cosas nos van bien-dijo Carlos-Quedamos y nos vemos a veces. Nada más.
Algo en el tono de su voz no me gustó.
Sus palabras eran vacías.
Y la afirmación de que no había nada entre nosotros no sonó bien en sus labios. Ni en mis oídos.
-Ayer nos besamos.-dije yo de pronto.
Los tres me miraron.
No se esperaban eso.
Pero yo no quería que las cosas quedaran así.
-Nada más.
-Sí, eso es verdad.
-¿No os cansáis de estar siempre igual?-dijo Álvaro, riéndose.
-No. Porque esta vez fui yo.
Desde luego, si lo que quería era sorprenderlos y hacerme con la total atención de la mesa, lo había conseguido.
-Te lo tenías muy callado-le dijo Álvaro a Carlos.
-He aprendido a callarme ciertas cosas.
Sara vio que no queríamos seguir ninguno de los dos con aquel tema, así que lo desvió.
-¿Tenéis ganas de que nos vayamos de vacaciones? Yo sí, aunque, ¿qué vamos a hacer con Paco? Aceptan perros, pero dudo que loros...
-Si ese loro va, yo no voy-dijo Carlos, recuperando su humor de antes.
Me sorprendía lo rápido que podía cambiar de un estado a otro. Y todo por la misma razón. Para que yo cambiase también.
-Sí, yo tampoco-dijo Álvaro.
-¿Qué? ¿Pero por qué?-dijo Sara.
-Paso de que me insulte todo el rato.
-Sí, eso. Y a mi me ataca.
-Di algo en su defensa, Cris.
-Lo siento Sara y, aunque a mi me ama, no es precisamente mi tipo y es muy besucón. Prefiero que se quede con mi hermano.
-¡Oh mi pobre loro!
Pasamos el resto de la cena tratando otros temas, no tan íntimos.
Una vez fuera ya, contemplé el cielo.
Una pena que el cielo de Madrid no te permitiera ver las estrellas.
-¿Venís?-dijo Sara.
Carlos respondió antes que yo.
-No, no. Vamos a dar una vuelta antes. Ya nos vemos mañana o cuando sea.
¿Ibamos a dar una vuelta? Primera noticia que tenía. Aquello no estaba planeado.
-Bien. Entonces ya nos vemos.
-¡Adiós!
Ellos dos se fueron y, cuando ya llevaban un buen trecho andado, se pusieron a hablar de nosotros dos. Creo que habría una venganza por la apuesta.
Llegaron al portal.
Carmen, que veía una telenovela del canal ese de telenovelas 24 horas, asomó la cabeza por la portería para verlos.
-¿Crees que podría subir?-preguntó Álvaro.
Sara se rió.
-¿Cómo preguntas eso? ¿Acaso no sabes la respuesta?
-No, ¿verdad? Me voy entonces...
Se dio la vuelta y ella, riéndose, le agarró de la mano y él volvió a girarse.
-Cómo eres, de verdad.
Él sonrió antes de besarla.
Sin soltarse la mano, subieron a casa.
Sólo le soltó al llegar al salón, donde Paco dormía y no le hizo ninguna gracia que le despertaran.
-Voy a ponerme el pijama.
-De aquí no me muevo-dijo Álvaro, tomando asiento en el sillón.
Sara fue hacia su cuarto y, al ir a sacar el pijama de debajo de la almohada, reparó en algo que había en su mesilla de noche.
Era un marco de fotos.
Se acercó y lo cogió para examinar la foto.
Pronto la reconoció, pues era la foto que Carlos les había hecho a los dos en Barcelona.
Dejó el marco en la mesilla y, sin acordarse del pijama, corrió por el pasillo hasta el salón, donde se lanzó sobre Álvaro, que estaba esperando a ver su reacción.
Aunque no sabía que sería esa.
Sara se le empezó a comer a besos y Paco, ya enfadado porque le hubieran despertado, se cabreó más. Sabemos que estaba enfadado porque no dejaba de insultar, pero era ignorado.
-Gracias, de verdad. Gracias.
-Pero si no es para tanto, sólo es un detalle...
-Lo será, pero para mí, significa mucho.
Tras unos cuantos besos más, Sara se levantó, le cogió por la camiseta y tiró de él, hasta que se levantó.
Apagó la luz del salón y lo guió por el pasillo de espaldas hasta su cuarto.
Una vez allí, como Álvaro seguía de espaldas, al dar contra la cama, se sentó en ella.
Sara se sentó sobre él sin dejar de besarle. Sólo paró para poder sacarle la camiseta. Una vez que esta desapareció, dejó que sus manos se perdieran sobre su pecho descubierto.
Álvaro buscaba cómo desabrochar el vestido que ella llevaba y Sara se rió al ver que no daba con la manera.
-Está atado al cuello-le susurró.
Empezó pues a pelearse con el nudo hasta que al fin logró salir victorioso y lo desató.
De nuevo tuvieron que separar sus labios por unos momentos para que él pudiera sacarle el vestido.
Lo tiró al suelo y la besó mientras la abrazaba y giraba a un lado para dejar a Sara sobre la cama. Él estaba sobre ella.
Los besos les llevaban a más y finalmente las últimas prendas que llevaban acabaron desapareciendo. No eran necesarias para lo que iba a ocurrir a continuación.
Sara le pasó los brazos por el cuello y separó sus labios de los de Álvaro apenas unos milímetros para susurrarle algo en estos, incitándole a continuar.
No se lo tuvo que repetir de nuevo.
Unidos como estaban, para ellos, en aquel momento, no había nadie más en el mundo. Únicamente eran él y ella.
Llegada esa unión al final, Álvaro suspiró y la besó.
-Te quiero.-dijo.
Ella le miró un instante antes de besarle y repetir la unión de nuevo.
Carlos y yo paseábamos.
Yo le seguía, me limitaba a andar a su lado sin preguntar si sabía adónde iba.
-¿Y este paseo?-pregunté.
Carlos me miró.
-Pensé que querrías que te diera un poco el aire.
-Ah, sí, bueno. Sí lo necesitaba.
-Y además, quiero hablar contigo de lo que ha pasado en la cena.
-¿Ha pasado algo?
-Prefiero no hablarlo en medio de la calle.
-¿Entonces por qué paseamos?
-Quiero que los dos nos aclaremos antes de hablar.
-A veces no sé yo por dónde vas a salir tú y me descolocas a mí.
-Eso lo he aprendido de ti.
-Creo que te he enseñado muchas cosas.
-Sí, eso es verdad. Quién me iba a decir a mí que tendría tanto que aprender de ti.
-Si me hubieran dicho cuando paseábamos tú y yo solos en París por el hotel por la noche que íbamos a estar así y vivir todo lo que hemos vivido juntos, no me lo hubiera creído.
-Yo tampoco. Bueno, vamos a casa ya. Supongo que esos dos ya habrán llegado.
-¿Querías que fueran solos?
-Creo que eres demasiado inocente.
-¿Yo, inocente? Te equivocas de persona.
-Entonces deberías haber visto su mirada.
-¿Qué había en ella?
-Lo mismo que en la nuestra.
-Entiendo. Vamos a casa, sí.
-¿A la mía o a la tuya?
-S estará sola en casa.
-No podemos permitir eso. Vamos.
Fuimos y encontramos a mi amiga con el ordenador en el salón.
-¡Hombre! Pensé que hoy también secuestrabas a mi amiga toda la noche.
-No, es que esta noche ella se lo esperaba, tiene que ser cuando no lo haga.
-Dejad de hablad de mí como si no estuviera delante-dije, y se rieron-¿Qué has hecho toda la tarde? ¿Y David?
-Había quedado con Dani.
-Ah, vaya. Me equivoqué.
-Se ha ido hace un rato.
Por el tono de la voz, noté algo raro.
-¿Y vuestra cena qué tal?
-Ah, bueno. Ha estado bien.
-Sí, yo me reí mucho.
-Carlos, tú siempre te ríes.
-Ya, pero... Jajajajajajajajaja.
Y empezó a reírse otra vez.
En fin.
S apagó el ordenador y se levantó.
-Voy a salir un momento.
-¿Y eso?
-No, cemento.
Carlos se rió más.
-Ese chiste es mio-protesté.
-Por eso es tan malo. Nah, necesito un poco de aire. Ahora vuelvo, serán solo unos minutos.
-Bien, vale.
Se dirigió hacia la puerta y Choco la siguió.
-¿Te vienes?
Como respuesta, ladró.
-Bueno, pues me lo llevo conmigo.
-Bien, aquí os esperamos.
Se oyó cerrarse la puerta.
Me giré para mirar a Carlos.
-¿Quieres hablar ahora o me da tiempo a ponerme el pijama?
-Ve corriendo. Ya has oído, tenemos unos minutos.
-No tardo.
Fui a mi cuarto y cambié rápidamente mi ropa por mi camiseta negra para dormir y mis pantalones cortos grises.
-Ya estoy.-dije, sentándome a su lado en el sillón-A ver, dime.
Me miró.
-¿Por qué has dicho eso en la cena?
-¿El qué?
-Has hablado apenas un par de veces. Sabes bien a lo que me refiero.
-¿Es que te ha molestado?
-Me ha sorprendido. No esperaba que se lo contaras... Y menos que saltaras con ello de aquella manera.
-¿Es que había otra manera de decirlo?
-Sigues sin contestarme a la primera pregunta.
-Lamento decir que se me ha olvidado. ¿Me la repites?
-¿Por qué has dicho eso?
Suspiré.
-Dijiste que no había pasado nada entre nosotros. Y no era verdad.
-Antes teníamos que callarnos las cosas y ahora podemos decirlas.
-Antes era diferente. Estaba Blas. Ahora ya no le debo cuentas a nadie. Puedo hacer lo que quiera sin dar explicaciones.
-¿Y por eso me besaste? ¿Porque ahora eres libre y puedes hacer lo que quieras?
-No. Te besé porque quería que eso pasase y tú no lo hacías.
Se me quedó mirando.
-¿Y ahora qué quieres que pase?-preguntó.
-¿De verdad tengo que decirlo o vuelvo a robarte uno?
Sin darle tiempo a contestar, me lancé sobre él, tirándolo sobre el sillón y le besé.
Sentí como si las cosas hubieran cambiando. Antes era él quien me los robaba a mí y ahora era yo quién le buscaba para ello.
Sin embargo, no me dejó tiempo para pensar sobre eso, ya que dijo algo que me distrajo.
-Eres demasiado complicada.
-Eso sólo lo hace todo más interesante.
Iba a volver a hablar, pero le callé besándole de nuevo.
En ese momento, oímos la llave de la puerta.
Desde luego, sí que se había ido unos minutos, sí.
Me levanté de encima suya y me senté rápidamente. Él hizo lo mismo.
Cuando S apareció, nos vio a los dos con los móviles.
-Sigrid-
Salí de casa con Choco.
Carmen seguía en la portería (y cuando no estaba, era la pregunta) y sacó la cabeza.
Me vio, me saludó y siguió a lo suyo.
Que mujer mas rara, de verdad.
Llegué al parque y solté a Choco mientras yo me sentaba en el césped, pasando los brazos al rededor de mis piernas.
¿Qué me está pasando?
Era una pregunta que rondaba mucho mi cabeza últimamente.
Y lo más importante, ¿qué me pasó con Dani el otro día?
Otra pregunta mas. Otra que rondaba contínuamente.
Pero lo que mas me fastidiaba era el por qué me molestaba que a él le gustase alguien.
Era libre de hacer lo que quisiera.
Y mas que nada, yo tenía novio... con el que no pasaba tiempo.
Se hartará de la situación. Se hartará de que no pases tiempo con él pero si con otro.
Todo el rato que pensé en ello no saqué nada en claro.
Choco volvió, exigiendo volver a casa.
Le puse la correa y fuimos a casa.
Subí y me encontré a Cris y Carlos en el sofá con los móviles.
-Cris-
-Ya estoy aquí.
-Ya te vemos, ya-dijo Carlos.
-Qué poco has tardado.
-Voy a cambiarme.¿ Eso que noto en tu voz es fastidio, Cris?
-S, creo que deberías ir a Gaes.
-Claro que sí. O tú.
-Pues también.
-Vaya dos que sois-dijo Carlos.
Me le quedé mirando.
¿Qué estaba pasando conmigo últimamente?
Antes las cosas eran como un juego. ¿Y si yo, jugando, había caído? ¿Y si me había enamorado del niño de los gorros? ¿Podría eso haber sucedido? Pero esto no era como con Blas. No sentía lo mismo. ¿O lo sentía y trataba de negarlo?
Sobre esto pensaba cuando Choco quiso darme un beso en la cara, pero calculó mal y me dio un cabezazo.
Carlos se echó a reír.
-Desde luego, ha salido en ti en todo-le dije, frotándome el lugar golpeado.
-Por eso es tan adorable-dijo abrazándolo.
-Vaya dos que sois.
-¿Vemos una peli o algo?-dijo S, apareciendo en el salón- Eh, ¿que haces abrazando a mi hijo?
-Te repito que yo soy su padre.
-Eso no es verdad.
-Sé de dos personas que van a sufrir mi ira como no se callen de una vez-dije, mirándolos.
Ellos entendieron.
-Una peli estaría bien-dijo Carlos-Pero que ella no elija.
Me señaló a mí.
-Eh, tú.
-Jajajajaja.
-Pues S siempre pone pelis de amor amoroso.
-¿Amoroso?
-Sí, como los ositos.
Se me quedó mirando raro.
-Pues entonces elije tú. S, siéntate y no te acerques a las películas.
Me levanté a mirar la estantería y les dejé a los dos medio matándose en el sillón.
-¿Y esta qué tal?
-¿Cuál es?
-Top Secret. Es de risa y naaaaada de amor.
-Adjudicada, corre, ponla.
-¿Hace un helado?-dijo S mientras ponía el dvd- Hay de chocolate.
-A eso nunca se le dice que no-dijo Carlos.
-Pues ale Carlos, ve por ellos.
-Por qué yo, S.
-Ah. Eso es lo que hacen los caballeros.
Suspirando, se fue a la cocina.
Miré a mi amiga.
-¿Los caballeros traen helados?
-¿Y qué sino lo hacen? Él ha ido.
Puse los ojos en blanco y me senté en el sillón a esperar el retorno de Carlos.
Volvió, pusimos la película y nos comimos los helados.
Como S y yo nos sabíamos la película no nos reímos tanto como Carlos, pero aún así también nos echamos unas risas.
Tras la película, le preparamos de nuevo el sillón cama a Carlos porque sabíamos que se quedaba, le dejamos viendo la tele y las dos nos fuimos a acostar.
Creo que las dos teníamos mucho en lo que pensar.
Cerré la puerta de mi cuarto y me acosté.
Llevaba tiempo dando vueltas y con los ojos abiertos como platos cuando supe que no iba a poder dormir, así que encendí la lámpara y cogí el album que hice con las fotos de Carlos y yo, de aquella sesión.
Él no lo sabía, pero yo había seguido poniendo fotos en aquel album.
Las miraba, pensando.
Casi había terminado de verlas cuando dejé de oír la tele.
Guardé el album y apagué la luz.
Cerré los ojos, trantando de dormir.
Ya había tenido demasiados pensamientos por aquel día.
No llevaba mucho tiempo así cuando oí la puerta del cuarto abrirse.
Me giré y vi la silueta de Carlos.
-¿Duermes?
-Si lo hago, este es un sueño algo raro.
Se rió.
Pasó y cerró la puerta tras de él.
-¿Qué quieres?-le pregunté.
-Solo quería estar aquí. Pero si quieres, me marcho.
-No, no te vayas. Quédate.
Se tumbó a mi lado.
Le abracé.
-¿Algo va mal?-preguntó.
-No podía dormir.
-¿Ahora soy yo el que te quita el sueño a ti?
Le abracé más fuerte.
-Sí, creo que sí.
-¿Y hay algo que pueda hacer para ayudarte?
-Quedarte aquí conmigo.
-Eso puedo hacerlo. ¿Algo más?
-Sí.
-Dime.
-Dame un beso.
Sonreí sobre sus labios al sentirlos sobre los míos.
-En la mejilla.
-Ah, me has engañado.
Me reí.
-No te he engañado, tú has entendido lo que has querido.
-Anda ya, sino me lo vas a volver a pedir otra vez, calla y a dormir.
Es que si te lo pidiera, ninguno de los dos dormiríamos en toda la noche.
-Bien, hasta mañana.
-Hasta mañana.
Sara despertó antes que Álvaro.
Le miró mientras se terminaba de despertar.
Estaba ahí, tumbado a su lado, aún profundamente dormido.
Le acarició la cara con una mano y le besó con cuidado para no despertarlo.
Después, se levantó, se vistió y fue a la cocina.
Preparó el desayuno, el cual puso en una bandeja, y se lo llevó al cuarto, donde dejó la bandeja en la mesita.
Álvaro comenzó a despertarse en ese momento.
-Ey, buenos días-dijo ella, sonriendo y acariciándole la cara de nuevo.
-Buenos días-dijo él, y la besó.
-Te quiero-le dijo Sara, cuando se separaron.
Le señaló con la cabeza la bandeja.
Al verla, Álvaro se rió y la besó de nuevo.
Desperté antes que Carlos.
Quizá tuviera que ver que Choco, que ocupaba toda la cama, se despertó y, al levantarse, me pisó.
Maldecí al perro.
Al despertar, reparé en que Carlos tenía un brazo sobre mí, como si de un momento a otro, fuera a escaparme.
Yo, desde luego, por voluntad propia, no iba a moverme de allí.
Le miré.
Durmiendo era aún más adorable que despierto, quizá porque solo así estaba callado.
Sonreí.
Pobre.
Le acaricié el pelo y no se movió.
Seguía dormido.
Del pelo pasé a la cara.
Siempre había pensado que tenía la cara muy suave, como la de un niño.
Me acerqué más.
Si le robaba un beso ahora, uno rápido, no iba a enterarse.
Sonreí mientras me acercaba más.
Ya iba a besarle cuando de repente él se movió, puso una mano tras mi cabeza y juntó nuestros labios.
Me separé.
-¡Creí que estabas dormido!
Se rió al ver que estaba molesta.
-Choco me despertó al levantarse.
-Pues yo pensaba que estabas dormido.
-Te tenía dicho que había mejorado mis dotes de actor.
-Ya lo vi.
Fue a decir algo, pero me levanté.
-¿Te vienes a despertar a S?
-Eso sino se ha despertado ya.
Por suerte para nosotros, seguía durmiendo.
Al despertarla tuvimos que salir corriendo porque casi nos mata.
Apareció mientras desayunábamos.
Por suerte, parecía que no nos guardaba rencor. También es verdad que en ese momento estaba hablando por teléfono.
-Era David-dijo, al colgar.
-Ajá-dijimos los dos.
-Dice que si vamos esta tarde a su casa.
-Claro.
-¿Llamamos a Sara y Álvaro?
-Creo que hoy es mejor dejarlos-dijo Carlos.
Enarcamos una ceja.
-¿Y a Rebe y a Adri?
-A esos sí.
Les llamamos y quedamos con ellos por la tarde en casa de David.
Carlos fue a sacar al perro y se pasó por su casa a cambiarse de ropa y coger un bañador y eso. Decía que estaba harto de tener que atarse con cinco nudos los bañadores de David.
Volvió y se quedó a comer con nosotras.
Por la tarde, nos fuimos los tres en mi coche a casa de David.
De momento sólo estábamos nosotros, los demás no habían llegado.
-¿Y Álvaro y Sara? Pensé que vendrían con vosotros-dijo David.
-Hoy es mejor que les dejemos.
-Jajajajaja claro, Carlos. Tienes razón.
Nos salimos los cuatro a la piscina.
Yo y S nos metimos en el agua y David y Carlos se sentaron en el bordillo.
-En unos días nos vamos de vacaciones.-observó S.
-Es verdad.
-Ya hay ganas.
Estábamos las dos haciendo carreras y Carlos y David apostando cuando llamaron.
Eran Blas y Dani.
Ellos, que no eran tan aburridos como David y Carlos, se metieron con nosotras en el agua.
Al final a ellos dos les acabó dando envidia y se metieron también, hasta que David se fue a abrir porque vino Adri.
A ese nadie le tuvo que decir nada, se metió solo en la piscina.
Más tarde llegó Rebe y ya estábamos todos.
Estuve hablando con ella sobre cuando quedó con Sigrid.
-¿Y cómo que no te quisiste venir, tonta?
-No sé, no me apetecía, estaba algo rara...
-¿Y eso?
-La regla será. Ya sabes cómo funciona eso.
Las dos nos reímos.
Me salí después de que Carlos se hubiera secado.
No quería más problemas con las toallas.
Estuvimos allí toda la tarde y después pedimos unas pizzas para cenar.
Yo no paraba de preguntarme por Sara y Álvaro, pero Carlos me decía que no les llamara.
-¿Qué pasa con ellos hoy, Carlos?-le pregunté al final.
- Están los dos juntos. Déjales.
-¿Todo el día?
Él se rió.
-Ya me dirás a mí si algún día haces igual.
En aquel momento, no entendí aquellas palabras. Pero no tardaría mucho en entenderlas.
Cenamos y nos dimos otro baño nocturno.
Me dio risa ver a Carlos tiritando de nuevo, así que le presté mi toalla, conmigo aún dentro.
Esa era una buena manera de sentir su piel sobre la mía, aunque estuviera fría.
Después de secarnos, fuimos al salón a ver alguna que otra peli de miedo.
Como Adri y yo llegamos los últimos, no había sillón y nos tocó sentarnos en el suelo.
Pusimos alguna de las pelis de Saw.
Adri cuando salía sangre se escandalizaba y se agarraba a alguna pierna o a mí.
Una de esas veces que me agarró, alguien le dio una patada por detrás.
Al mirar, me reí.
Carlos miraba al techo disimuladamente y fingía silbar.
Adri no volvió a hacerlo.
Me acabé cansando del suelo (y de Adri) y me tumbé sobre todos los del sillón a lo Serrano.
Aquella noche, S se quedó con David en casa y yo, tras acercar a Adri a la estación, me llevé a Carlos a casa.
Esa noche, ni si quiera le preparé el sillón del salón, durmió directamente conmigo.
Eso sí, Choco durmió entre los dos. Y si Carlos se acercaba o hacía ademán de hacerlo, solía gruñirle.
Ese perro se había vuelto loco.
Pasaron unos días donde lo dejamos todo arreglado para irnos de vacaciones.
Compramos lo necesario, dejamos a Paco y Tomás con mi hermano, que se quedó flipando con el loro y dijo que tenía que enseñárselo a sus amigos e hicimos el equipaje, entre otras cosas.
Por eso me pareció íncreible cuando terminamos de meter las maletas en mi coche.
-¿Te sabes bien el camino?-me preguntó Álvaro.
-Vosotros dos con la orientación sois un peligro.-dijo Blas.
-Ya saltó el señorito "yo me sé orientar".
Nos reímos de la tontería que dije.
-Sí. Lo he estudiado durante estos días.
-Bien, yo te seguiré a ti.
-Vale.
David, Sigrid, Choco y Carlos irían en mi coche y Blas, Dani, Sara y Álvaro en el de este.
Carlos se sentó alante y dejamos los asientos traseros a la parejita feliz.
Coloqué el espejo.
-No quiero nada raro ahí atrás, ¿eh?
-Ni yo ahí delante.
-¡David!-dije, girándome.
-¿Qué?
Él y S se rieron.
Carlos y yo nos limitamos a negar con la cabeza.
-Lo mejor es que he grabado un cd para el viaje-dije, poniéndolo.
-Oh, no-dijo S por detrás
-¿Oh, no?
-A veces tu música es rara.
-Nah, sin problemas, este cd tiene de todo.
-¿Qué es de todo?-preguntó Carlos.
-Desde ópera y música clásica hasta canciones de Pitbull.
-Oh, Dios.
Me reí y arranqué.
El tiempo pasaba, al igual que las canciones.
Y es que tú a mí me fascinas, algo me sucede cuando pienso en ti. Y es que tú a mi me hipnotizas...
-Vaya cancioncitas te gustan.
Me reí.
Desnúdate lento, que quiero disfrutar tu cuerpo.
-Desde luego, quién diría que te gustaban estas canciones-dijo David y me reí.
-Ay, me gusta el ritmo, eso es todo.
Vino un puente musical y, cuando iba a sonar el estribillo, Carlos lo paró y me quedé cantando sola.
-Y es que tú a mí me fascinas-dije, mirándole por unos segundos-Algo me sucede cuando pienso en ti... ¡Eh, lo quitaste!
Se rieron todos.
-Anda, que alguien le diga a los del otro coche que vamos a parar.
-Vooooy.
Paramos a tomarnos algo y a estirar las piernas.
Tras eso, subimos de nuevo al coche e hicimos el trayecto que nos quedaba.
Aparcamos los coches en el parking a la entrada.
-Pues ya estamos aquí-dijo Dani, estirándose.
Mandamos a Sara y Álvaro a recepción a por las llaves mientras nosotros les esperábamos allí.
No apetecía andar (la cabaña de recepción estaba a penas unos metros)
Al rato, volvieron.
-Bien-dijo Álvaro-Las parejas juntas, así que una llave para nosotros y otra para David y S.
Dicho lo cual, les dio una llave.
Puse mala cara.
-Y con nosotros, qué-protesté.
-Cierto-dijo Sara.-¿A suertes?
-No me gusta sentirme sorteada.
-Podemos hacer unos papeles, ponemos el nombre de los tres y coges tú el papel. Así no te sientes así-sugirió Álvaro.
Me crucé de brazos, visiblemente molesta.
-Es una idea estúpida.
Blas dijo que lo hiciera así, y Sara sacó un blog pequeño que llevaba en el bolso junto con un boli, puso los nombres e hizo los papeles.
Álvaro se los puso en las manos.
-Vamos, coge.
-Esto es estúpido.
-Tienes que coger.
Suspiré.
-Siempre os voy a odiar por esto.
Cogí un papel.
-Vamos, desdóblalo y léelo.-me apremió Álvaro.
Con los ojos en llamas, así lo hice.
Y me quedé flipando al leer el nombre.
-Oh, Dios.
Me giré a mirar a Carlos y volví a mirar a Álvaro.
-¿Voy a tener que convivir diez días con él?
-Es lo que has elegido. Toma.
Me puso la llave entre las manos.
Carlos me pasó un brazo por los hombros.
-Tranquila, mujer. Me portaré bien.
Dani se rió por detrás.
-Eso va a ser peor que Gran Hermano.
Se empezaba a notar la influencia de Adri en su vida.
Apreté la llave en mi mano.
Durante diez días iba a tener que vivir en el mismo sitio que Carlos.
¿Podría hacerlo?
Las vacaciones no habían hecho más que empezar y ya empezaban con esta sorpresa. Al menos, parecía agradable, aunque las vacaciones nos reservaban bastantes más sorpresas. Y no todas precisamente agradables como esta.




Helloooooo! I´m @Cris_Jbieber and dejo ya el inglés, venga. Tengo poco que decir esta vez, así que diré lo de siempre, que me sigáis en Twitter (@Cris_Jbieber) y al Twitter oficial de la novela @Fans_ERN. Deciros que yo no llevo ese Twitter así que no le preguntéis sobre cuándo se sube capítulo ni cosas de la novela, porque no lo sabrá. 
Poco más que decir tengo, salvo que espero que os guste el capítulo :)
Besos.

5 comentarios:

  1. Tu ves normal que me tengas riendome a carcajada limpia (a lo Carlos en París) a las 5 y pico de la mañana? Un día de estos me da un ataque de risa, dejo de respirar y me convierto en una pitufa azul JAJAJAJ xD
    Bueno, pues lo de siempre que me encanta (la super-mega-ultra-adoro) la novela, que te quiero muchísimo y que espero el 34 impaciente (aunque tampoco tengas prisa por escribirlo).
    Y gracias por hacerme desconectar del mundo con tu imaginación, lo necesitaba de verdad :)

    Kisses xx
    @Jezabel_Leon

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  2. De todas las que me estoy leyendo (y son muchas) es la qie más me gusta

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  3. Heellooooouu! Pues, este capitulo me ha encantado, y ademas, estoy muy impaciente por ver que pasa entre Carlos y Cris, y que es lo que le pasa a Sigrid, si le gusta Dani, o por que se siente asi, cuando el habla de esa supuesta chica que le gusta. Aunque sepamos que Sigrid es esa chica. Bueno, pues como todos los demas, es un capitulazo y me encanta. Esperando el siguiente con muchisimas ganas!
    (@DeeaGabriela699) Un besazo a las doos!

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  4. Hola!! Menudo capitulo mas bueno. Las partes de Carlos y Cris son preciosas y muy especiales, se nota que hay algo entre ellos muy fuerte. Sara y Álvaro son muy cuquis, y me da que se vengaran de los sombreritos. Y Sigrid que anda muy pensativa, a lo mejor las vacaiones le ayudan a aclarar sus ideas.
    Choco y Paco que graciosos cotilleando el acuario de Tomás. Y que mania mas grande le tiene Paco a Álvaro. Y que avispado Carlos con el dia que pasaron Álvaro y Sara, que no queria que los molestaran.
    El capitulo es genial y las vacaciones seguro que les ayudan a todos.
    Un besazo!!

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