domingo, 24 de agosto de 2014

Capítulo 44: Aunque los días se hiciesen años.

-¿Cómo que se va?
-¡Tú tenías que saberlo!
Me quedé mirando a Carlos, que ya no se reía.
-No sé de qué me estás hablando...
Acto seguido oí un gruñido y me colgó.
Me quedé mirando el móvil como si en él fuera a encontrar las respuestas a los interrogantes de mi vida.
-¿Mm?
-Era Dani, decía...
-¿Qué decía?
-Decía que S se iba y por qué no se lo dije.
-¿Qué S se va? ¿Adónde?
Me encogí de hombros. No entendía nada.
-Bah, no le hagas ni caso. Estos habrán salido, se habrá emocionado bebiendo y no distingue realidad de ficción.
-Será eso.
-Ya le conoces. Es un caso perdido. Ni te preocupes. S es como tu hermana, si se fuera a algún lado, te lo habría dicho.
-Pues sí, tienes razón.
-¿Y cuándo no?
Tras eso, fuimos a su casa.
-Pues... Tampoco es que me la hayan dejado muy recogida, no-dijo, echando un vistazo a su salón.
Suspiré.
-Lo han dejado todo a estilo con padre.
-En fin... Ya recogemos nosotros mañana.
-¿Mañana? ¿Es que acaso tienes algo mejor que hacer ahora?-dije cruzándome de brazos.
-Se me ocurren un par de cosas...-dijo abrazándome por la cintura.
Me deshice de su abrazo y le di un golpe con la cadera.
-Anda, recoge.
-Mm, vale.
-¿Dónde dejo el pedazo de cuadro este?
-Déjalo en mi cuarto si quieres y luego lo vemos bien y comentamos las fotos.
-¡Ay, eso es muy bonito! Tienes cada idea... Me encanta.
Le di un beso en la mejilla y cogí el cuadro.
-¿Puedes con él? Pesa bastante.
-Pues claro que sí, por quién me tomas.
Le oí reírse mientras me encaminaba a su cuarto.
Resoplando, pues era verdad que pesaba lo suyo, le di con el codo a la luz y dejé el cuadro como pude en un rincón.
-¡Puff!-dije, dejándome caer en la cama y estirándome-Vaya...
En ese momento, toqué algo.
Extrañada, me incorporé.
En una esquina de la cama, había una bonita bolsa.
¿Y eso?
Enarqué una ceja.
Cogí la bolsa y me la puse en las rodillas.
Debía de ser para mí, sino no tenía mucho sentido.
La abrí.
-Pero qué me estás contando...
Me reí, aunque no muy alto para que Carlos no me oyera.
Busqué dentro de la bolsa y encontré una tarjetita.
"Disfruta de este regalo ;)"
Reconocí con facilidad la letra de mi amiga Sara.
-La mato.-dije, sosteniendo el picardías amarillo que me había regalado.
Sonreí.
Se me había ocurrido una idea.
-¡Cris! ¿Dónde estás? No me digas que te has perdido dentro de casa...
Carlos fue a buscarme y se dirigió hacia su cuarto, donde veía luz.
Entró y se quedó parado dentro.
-Pero dónde te habrás metido...
En ese momento, empujé la puerta y la cerré. Había estado escondida detrás.
Él al oír que la puerta se cerraba se giró y me miró sorprendido.
-¿Qué? ¿Te gusta? Me lo han regalado.
-¿Quién?
-¿Acaso eso importa ahora?
Con el codo apagué la luz y me lancé encima de él, derribándolo sobre la cama.
-No, eso ahora no importa.-dijo, antes de que le besara.
-Ya me parecía a mí-dije sonriendo sobre sus labios antes de besarle.
A mediadios de julio hacía calor, pero no era ese el calor que yo sentía.
Sentir sus manos sobre mi piel me hacía estremecerme y besarle con más fuerza.
Consideré que no estábamos en igualdad respecto a lo que a ropa se refería y le quité la camiseta.
Mis manos, a pesar del calor de nuestros cuerpos, estaban frías y, al recorrerle el pecho con ellas, lentamente, en una caricia, tembló y arqueó la espalda.
Con una mano, le empujé hasta tumbarlo de nuevo sobre la cama y me agaché sobre él para susurrarle al oído.
Sus manos recorrían cada centímetro de mi cuerpo que encontraban y mis continuos temblores me hicieron pensar cuánto más podríamos continuar con esto.
Definitivamente, no por mucho más.
-¿Ya me lo quieres quitar? Si me lo acabo de poner...
-Eres tonta.
-Y así es como te cargas estos momentos...
-No-dijo, incorporándose-Así es como los mejoro.
Me besó y se giró, cubriéndome con su cuerpo, desatándome por completo.
Aquella noche estuvo únicamente llena de nosotros, de nuestros cuerpos, formando uno solo, una y otra vez.
Cada noche vivida junto a él era para mí nueva y única, pero aquella fue de las más mágicas a su lado.
Me desperté al girarme y golpearme el brazo con la mesita de noche.
-Ah, joder.
-Mmmm.-gruñó Carlos en sueños-No dejes que se afeite.
Me me quedé mirando raro.
Sí, seguía durmiendo pero ¿qué decía de afeitar? Vaya loco estaba hecho.
Agarré el móvil, que le había dejado en la mesita (esa que me había golpeado tan cruelmente) y me sorprendí al ver la hora.
Jolines, era tardísimo. Pero al segundo caí en la cuenta de que daba igual la hora que fuera porque no tenía nada que hacer. Como si volvía a acurrucarme y dormíamos para todo el día. No pasaría nada. Bueno lo mismo que nuestros amigos pensarían si nos pasaba algo, pero nada del otro mundo.
Miré el wa y descubrí un mensaje de Sara de hacía bastante rato, que me pedía que me reuniera con ella al Starbucks... En 10 minutos.
-¡Mierda!-exclamé.
Mi plan de dormir todo el día se había ido al traste. Bueno, otro día sería.
Salté de la cama, cogí aleatoriamente ropa, le tomé prestada una camiseta y corrí al baño a vestirme y arreglarme.
Estaba cogiendo el bolso que estaba en el salón cuando oí unos inconfundibles pasos a mi espalda y me giré.
-Esa camiseta es mía.
-Jajajajaja sí, ya lo sé. Pero seguro que me la dejas ¿verdad?
-Claro, pero ¿adónde vas?
-Sara me ha dicho que vaya al Starbucks y me quedan 3 minutos para llegar. Tenía pensado ir corriendo y volverme a meter en la cama contigo cuando volviera.
-Me gusta ese plan. No tardes mucho, ¿eh?
-Tú espérame, volveré antes de que te des cuenta.
-Eso ya para mí será una eternidad-dijo, besándole.
-Y otra para mí.
Salí de casa corriendo y tuve que pararme tres veces para coger aire antes de llegar a la puerta del sitio.
Esperé a recuperar el aliento, me coloqué un poco los pelos, me miré un poco en los cristales de la tienda.
Localicé fácilmente a Sara en el mostrador y me acerqué a ella.
-Buenos días
-Buenos...Ah...Días-dije, bostezando.
-¿Qué tal?
-Bien, bien ¿y tú?
-Aquí me ves. Lo de siempre, ¿no?
-¿Qué siempre? Ah, sí, sí. Y un muffin, anda, que no he desayunado.
-¿Y eso?
-Me he despertado hace cosa de... Em... 10 minutos.
-Ahora que lo dices traes cara de sueño.
-Sí, gran parte de la culpa la tiene tu regalo. Para matarte, en serio. Cómo pudiste hacerme eso.
Ella se rió.
-Sí, sí. Tú riéte.
-Me lo vas a tener que contar más detenidamente.
-Pero será posible... A ver qué te piensas que te voy a contar.
-¡Bueno, ni que a mí me importasen ciertas cosas!
-Jajajajaja pues lo parece. A todo esto, ¿a qué se debe esto? ¿Para qué querías que nos viéramos ahora?
-Cómo cambias de tema... Pero no vas a huir. Pues verás, es sobre Sigrid...
-¿La pasa algo?
-Ayer Dani... Oh, mira, ahí viene.
Me giré y vi a mi amiga cruzar la puerta en ese preciso instante.
-Buenos días chicas ¿qué tal? Y tú, desaparecida... No volvistes ayer a casa.
-Te diste cuenta tú también ¿no?
Ella pidió algo y nos fuimos a sentar a una mesa cerca del monstrador, donde Sara nos indicó.
Apenas nos habíamos sentado cuando ella vino también y se sentó en el medio, podríamos decir.
-Voy a ser directa-dijo-¿Adónde vas?
Me quedé mirando a las dos. Me había perdido completamente.
-No es porque quiera...-respondió mi amiga.
-¿Entonces por qué es?
-Pausa, por favor. ¿Alguien puede explicarme de qué va todo esto?-dije, cansada de no entender nada.
-Me voy a La Rioja.-dijo Sigrid.
-¿Por qué?
-Aquí ahora no estoy haciendo nada, no estudio y no trabajo. Sólo estoy en casa. Allí mi madre necesita ayuda. Buscaré un trabajo y la ayudaré como pueda.
-¿Y los estudios?
-Espero estar aquí para cuando el curso empiece.
-Esperas.
-Ya es suficiente duro para mí como para que encima estéis las dos así ¿vale? Son como unas vacaciones alli, me vuelvo a casa por un tiempo. Pensadlo así.
-Hombre, visto de esa manera...
-Pues ya está. No hay más que decir.
-¿Y por qué no me lo dijiste?-dije, sintiéndome traicionada-O a Sara. Ella es tu prima y yo como tu hermana. ¿No nos merecíamos saberlo?
-No es eso. Es... No podía decirlo. No sé. Es duro para mí.
-¿Y cuándo pensabas decirnoslo?-inquirió Sara-¿Pensabas dejar una nota tras marcharte o qué?
-No, más bien... Pensaba decíroslo en el último segundo.
-Ah, pues qué bien.
-Pues sí.
-Ey, no os enfadéis...
-No nos enfadamos.
-Pero sentimos que no has confiado en nosotras.
-Lo siento.
-Y... ¿Cuándo te vas?
El encuentro con Sara y Sigrid se alargó bastante más de lo esperado. ¿Seguiría Carlos esperándome en la cama? Sobre eso iba cavilando mientras volvía a su casa. Desde luego, de ser así, había tenido mucha paciencia.
Llamé al telefonillo y tardó en contestar. De seguro este había seguido durmiendo.
Cuando subí, me había dejado la puerta entreabierta.
Pasé, cerré y dejé lo que llevaba en el salón.
-¿Carlos?-le llamé.
Unos gruñidos me avisaron de que se encontraba en su habitación.
Reí.
No sé de qué me sorprendía, si ya lo sabía.
Fui al cuarto, me quité la ropa y me tiré a su lado.
-Has tardado.
-Sí, un poco.
-Estaba dormido.
-Sí, ya me di cuenta.
Me abrazó.
-¿Y qué quería Sara?
-Sigrid se va, Carlos.
-¿Cómo que se va?
-Se va... Vuelve a casa. Quiere ayudar a su madre.
-Bueno, pero ¿ha dicho cuánto tiempo?
-Sí... Ha dicho que durante el resto del verano. Que aquí en casa está sola y no hace nada y allí podría ayudarla.
-Pues entonces volverá en septiembre cuando comience el curso.
-Ella ha dicho que espera poder estar aquí para cuando eso... Pero ese espera no me ha sonado muy...
-Bueno, Cris, no te preocupes. Hace bien en ayudar a su madre y seguro que en nada la tenemos aquí otra vez soltando collejas y diciendo burradas.
-Jajajaja ¿esa es la visión que tienes de ella?
-Es la visión que da.
-Jajajajajaja, pero, ¿de verdad lo crees?
-Claro que sí. Además, volver a casa le sentará bien. Eso siempre sienta bien.
-Tienes razón.
-Pues claro que la tengo. Y ahora dime por qué demonios tardaste tanto.
-Pero si has estado todo el rato dormido y no te has enterado de nada, anda.
-Da igual, he sido consciente del paso del tiempo y este ha sido prolongado.
-Bueno, nos pusimos a hablar y ya nos conoces...
-Si es que vaya 3 cotorras se fueron a juntar...
-Le dijo la sartén al cazo... Pero bueno, he traido comida china.
-Oh, dios. Te quiero siempre pero ahora...
-Calla, si ya lo sé.
Por otra parte, Sara, tras que Sigrid y yo nos fuéramos, se había quedado pensativa mientras limpiaba con un viejo paño la barra. Cómo habían cambiado las cosas (y su vida) desde que se había venido a Madrid. Comprendía a su prima en lo de tener ganas de marcharse a casa. Yo, al fin y al cabo, tenía a mi familia a una media hora de mi casa, pero Sigrid tení a su familia en La Rioja y la familia de Sara vivía en Castellón. Tampoco es que las primas se vieran muchas veces al año.
Sobre esto estaba pensando cuando vio a un chico que se apoyaba en la barra. Dejó el paño por ahí y se giró para atenderle.
-Buenos días, ¿qué...? Oh.
-Sí, oh. Hola.
-¿Qué haces aquí?
-Estaba en tu casa durmiendo y dije "¿ey por qué no la voy a buscar y comemos juntos?".
-¿Piensas que voy a  ir a comer a algún sitio vestida así?
-Pensé que dirías eso y vine preparado.
Álvaro puso una bolsa de plástico sobre la mesa, Sara la abrió y reconoció dentro ropa suya.
-¿Has urgado en mi armario?
-Es la ropa que tenías por ahí.
-Y será verdad. Dame 5 minutos para que me cambie.
-Aquí espero sin moverme.
Cuando salió con la ropa de recambio, Álvaro estaba sentado en una silla mirando a través de uno de los enormes cristales que hacían de pared de la tienda.
Las cosas estaban raras desde que había vuelto. Lo había echado de menos cada día que no había estado, más y más conforme aumentaba su ausencia, pero ahora que le tenía allí, es como sino estuviera. O al menos, así lo sentía ella.
-Ya estoy.
-Oh, ¿nos vamos entonces?
Ella asintió.
Le dio la mano para caminar junto a él.
Pasearon por Gran Vía y Álvaro tuvo que pararse alguna que otra vez para echarse unas fotos. Cada vez que esto pasaba, Sara se apartaba. No se acostumbraba a esa parte tan importante de la vida de Álvaro.
-¿Qué tal un Vips?
-Suena bien.
Mientras comían, Sara le contó cómo había ido la mañana con S y conmigo y los planes que tenía su prima.
-¿Y tú cómo estás?
-¿Yo?
-Sí, tú. Tu prima a la que hace tanto tiempo que no veías y a la que ahora estabas muy unida se marcha y nosotros no podemos quedarnos.
Sara se le quedó mirando.
-Quieres decir que me quedo sola.
Él asintió.
-No me había parado a pensarlo.
Todo quedó en un abrupto silencio.
-Tengo el trabajo, aunque no por mucho más tiempo y luego cuido al primo de Cris. De momento creo que tengo cosas que me mantengan entretenida.
-Pero estar entretenida no significa estar en compañía.
-Sí, ya lo sé ¿vale?
-Siempre puedes quedar con Adri o Rebe.
-Bueno, ya veré. Y ahora en un rato debemos ir a buscar a Álvaro.
-Tengo ganas de ver a ese niño. ¿Sigue como siempre?
-Sí, ese no cambia. Sigue como siempre.
Tras la comida fueron rumbo a casa a coger mi coche para ir a buscar a mi primo.
Durante el camino Álvaro le estuvo contando cosas de la gira y notó el escaso empeño que Sara ponía en la conversación.
Él esperó en el coche mientras Sara iba en busca de Álvaro versión miniatura, el cuál se puso muy contento de verle.
-¿Y Carlos? Tú aquí ¿y Carlos?
-Vaya, este niño le profesa a Carlos un cariño asombroso.
-Siempre está preguntando por él.
-¿Se lo has dicho?
-No.
-Me pregunto qué cara pondrá cuando lo sepa.
-Lo mismo se asusta.
-Lo más seguro jajajajaja.
Esa fue la única broma entre los dos.
-¿Qué hacemos con él?-preguntó Álvaro mientras salían del coche.
-Hace aire y se está bien, lo mismo le apetece ir al parque.
El niño dijo que a él y sus dinosaurios le parecían bien ir al parque, así que allí se encaminaron.
Álvaro junior se empeñó en ir a asustar a otros niños con sus dinosaurios de juguete, así que cogió cuatro, dos en cada mano y corrió junto a los otros niños.
Sara y Álvaro se sentaron en un banco a la sombra. 
Por primera vez desde que estaban juntos, Álvaro no sabía de qué hablarle y ella no ponía mucho de su parte. ¿Pasaría algo?
-¡Álvaro, no te subas encima de ese niño!
-¡Arg arg! ¡Soy un dinosaurio!
Pero el pequeño dinosaurio no pudo trepar hasta la espalda del otro niño y optó por dale con el dinosaurio que tenía en la mano y salir corriendo.
Sara se levantó para ir a regañarlo.
-Este niño, cada día peor... Eso antes no lo hacía.
-Los niños, ya sabes. Van creciendo y cambiando.
-Sí, tienes razón.
De nuevo el silencio se hizo presente entre ellos. Se dedicaban a vigilar al niño, el cual ahora corría de un lado a otro.
Llevaban un rato así cuando el niño, seguido de otros dos con los que parecia que había hecho buenas migas, fueron a ver a un perrito que andaba por allí cerca.
Este, un yorshike con un lazo en la cabeza bastante llamativo, se puso a ladrar nada más verlos.
-¡Álvaro deja al perro en paz!-dijo Sara, viendo los próximos movimientos del niño.
Pero este como niño que era, extendió la mano para tocarlo.
-Ya voy yo-dijo Álvaro, queriendo hacer algo.
En un par de zancadas ya estaba al lado del niño y lo cogía del suelo.
-¿No te están diciendo que dejes al perro tranquilo?
-Perrito.-dijo extendiendo las manos hacia el perro ladrador.
Álvaro suspiró y ya se iba a girar para volver junto a Sara cuando alguien lo saludó.
-Oh, hola.
Era Martin, el cual se agachó para ponerle la correa al perro.
La última persona que Álvaro se esperaba encontrar allí.
-Hola.
El niño le tiró un dinosaurio al perro y este hizo ademán de cogerlo, pero lo hizo Martin en su lugar.
-Toma.
-Gracias-dijo Álvaro, cogiéndolo él.
-¿Martin?-dijo Sara apareciendo-¿Qué haces aquí?
-Pues aquí ando, paseando a Dulce. ¿Y tú?
-Oh, yo aquí cuidando de este niño.
-¿Haces de canguro?
-Sí, eso es. ¿Vienes a menudo por este parque? No te había visto antes por aquí.
-No, no vengo mucho, la verdad. Hoy he variado un poco la ruta.
Álvaro hacía como que estaba distraído hablando con el niño, pero estaba muy pendiente de la conversación. Aquello no le hacía ninguna gracia.
-¿Por qué no me devolviste la llamada?-preguntó Martin de repente.
-¿Qué llamada? Oh, sí, ya... No lo sé.
-¿Puedo...? Mm, ¿podemos hablar otra vez? 
-Mm, no lo sé...No creo.
-Bueno será mejor que me vaya. Ya nos veremos entonces si eso otra vez.
Se despidió con un gesto de la mano y se fue con su perro.
Sara se giró para hablar con Álvaro, pero este ya se había marchado hacia el banco donde habían estado sentados antes.
Cuando ella se sentó también, ninguno dijo nada. Le dieron de merendar y después estuvieron jugando los dos Álvaros un rato con los dinosaurios.
-Álvaro...
-Luego, cuando se vaya el niño.
-Mm, vale. 
Cuando fue la hora, cogieron de nuevo mi coche y se dirigieron a Torrejón para dejar al niño en su casa.
-Bueno...-dijo Sara una vez que volvió a montarse en el coche tras dejar al niño con mi tía- Y... ¿Te llevo a casa o vas a venir a...?
-Creo que debería ir a casa.
-Bien.
De nuevo silencio en el corto trayecto Torrejón-Alcalá.
-Bueno, ya hablamos. Gracias por traerme.
-De nada.
Álvaro se fue sin más.
Sara, sin embargo, se quedó un rato más en el coche, pensando, antes de marchar de nuevo a Madrid.
Volviendo a mí, había pasado toda la tarde en casa de Carlos.
-En esta foto sales horrible.-dije, señalándole.
-Hombre gracias eh, tú tampoco es que salgas especialmente bien.
-¿Puede ser porque los dos estamos poniendo caras?
-Pues puede, puede ser.
Nos reímos.
Habíamos pasado todo el día en la cama, según Carlos, nos daba pereza salir. Incluso habíamos comido allí, habíamos visto varios capítulos de "Sobrenatural" y ahora nos encontrábamos viendo el descomunal cuadro de fotos que me habían regalado por mi cumpleaños.
-Veo que te ha encantado.
-Es que lo ha hecho. Aparte de ser precioso y muy original, sé la de trabajo que lleva esto... Lo que hace que lo valore mucho más. Tengo que buscar un buen sitio para ponerlo.
-¿No crees que sobre el sillón en el salón quedaría bien?
-Carlos, yo no tengo un sillón pegado a la pared, ya lo sabes.
-Es que no me refería a tu salón.
-Ah.
-Me prometiste que hablaríamos de esto.
-Lo sé. Pero te dije que lo hablaríamos cuando la gira se acabara.
-¿Realmente hay alguna diferencia entre ahora y cuándo se acabe?
-Mm, no. Bueno, a ver. No sé si S va a volver para Septiembre como ha dicho y no querría estar en el piso sola.
-Si S vuelve, ella puede buscarse otra compañera con la que vivir. Eso no impediría que seáis amigas.
-Tienes razón.
-Asi que ¿qué me dices?
-Que tienes unas ganas locas de que Choco viva aquí.
-Me has pillado. Pero tengo más ganas de que lo hagas tú.
Le abracé.
-Vale, en cuanto acabe la gira, viviré contigo.
-¡Yuju!-dijo abrazándome y tirándose encima-¡Pidamos una pizza para celebrarlo!
Se levantó para alcanzar el móvil y fue al salón, donde se asomó por la ventana mientras hablaba.
Le seguí y me estiré, tenía todo el cuerpo agarrotado y medio dormido.
En una estantería al lado de la tele, vi algo que reconocí como uno de mis regalos. Era lo del fin de semana en el balneario.
Me senté a ojear los folletos y demás hasta que Carlos se tiró encima mío, tal era su costumbre.
-¿Qué haces?-preguntó.
-Lo que tú no haces.
-Pues tienes razón, ¿que estás mirando?
-Lo que tú no miras.
Me miró terriblemente mal.
-¿De que has pedido la pizza?-pregunté mientras continuaba ojeando los folletos.
-De lo que tú no la has pedido.
-Oye mira niño vete un rato por ahí...
Me quitó los folletos.
-Anda, pero si es esto.
-¿Cuándo vamos a ir?
-¿Asi que me vas a llevar a mí?
-¡Pues claro! ¿A quién sino?
-Mm. Tienes razón. Pues no sé, en lo que queda de mes y en agosto imposible.
-Bueno pues en septiembre.
-Creo que el primer finde o el segundo del mes lo tenemos libre.
-Pues perfecto entonces.
Empezamos a hacer planes y más planes y a mirar los folletos hasta que vino el de la pizza y cenamos viendo "Scream 3". Porque sí, porque la echaban en la Cuatro.
-¿Sabes? Creo que debería pisar un poco mi casa.
-La estás pisando ya, Cris.
-No, la otra. No creo que le esté prestando mucha atención a S y se va pasado mañana...
-Mm, bueno, pues vamos entonces.
Fue a vestirse pero se paró en medio del pasillo y volvió sobre sus pasos.
-Si Sigrid se va, ¿quién va a cuidar de Choco?
-Sara sigue aquí, ¿recuerdas?
-Ah vale, menos mal.
Y se fue.
Qué tío.
Ya en mi casa mientras Carlos y Choco se revolcaban de amor en el suelo, descubrí a Sara y a Sigrid en el salón.
-¡Hombre! Pero si tienes compañía y todo...-dije, sentándome en el otro sillón.
-Sí, eso parece, ya que otras personas no se han dignado a dejarse caer por aquí...
-Mea culpa-dijo Carlos levantando la mano.
Se levantó del suelo, se sacudió un poco los pelos del perro y se sentó a mi lado en el sillón.
-¿Y tú dónde te has dejado a Álvaro?-le preguntó a Sara.
Quizá debimos habernos fijado mejor en su mirada al oír la pregunta.
-En casa está, en la suya.
-¿En serio? Qué raro. 
-Y bueno, ¿ya habéis sacado al perro?-dije, interviniendo.
-Mm, sí hace un rato.
-Bien.
-Bueno, yo me voy ya-dijo Sara, incorporándose-Estoy algo cansada.
-Claro, ya nos vemos mañana.
Esa noche nos quedamos Carlos y yo con S. Él se resistió a irse y como S tenía su cuarto totalmente vacío y lleno de cajas y nos daba pena dejar que durmiera allí nos fuimos los tres y el perro a hacer una acampada en el salón. 
A la mañana siguiente, desperté con un pie de Carlos en la cara.
En serio este chico era único.
S aún dormía y Choco se recorría el pasillo de arriba a abajo. Era hora de sacarlo a pasear.
Me levanté con cuidado para no despertar a nadie y me iba a encaminar al baño cuando Carlos me agarró del pie.
-¿Adónde vas?
-Joder ¿sabes el susto que me has dado?
-Me hago una idea. Que adónde vas.
-Al baño y a vestirme que el perro tiene que salir ya. ¿Te vienes?
-Sí.
-Vale.
En unos minutos ya estábamos fuera de casa con el perro, Sigrid seguía roncando en el sillón.
-Joder el sueño que tengo-dijo, bostezando.
-Yo también.
-Y en nada otra vez conciertos y viajar y dormir menos y...
-Calla, calla, que me das sueño.
Él iba guiándome, yo le seguía o bueno, más bien Choco nos guiaba, estaba como loco. Le ponía muy contento que lo sacara su padre.
-¿Desayunamos algo?-dijo bostezando otra vez.
-La mano, tonto-dije, tapándole la boca.
-Nmmm mmmmm.
-¿Qué?
-Que no puedo abrazarte y bostezar a la vez.
-Pues no bosteces. No estaría bien que desayunáramos sin S.
-Nos lo llevamos a casa.
-Estás pensando en Starbucks.
-Exacto.
-Además a estas horas ya está Sara.
-Me extrañó que no estuviera Álvaro ayer.
-Bueno, quizás tenía cosas que hacer.
-No, no las tenía. Estuve hablando con él y me estuvo contando sus planes y Sara estaba en ellos.
-¿Ah sí? ¿Qué planes? 
-No quieres saberlos...
-¿Habláis de cochinadas entre vosotros?
-No son cochinadas.
-Pero, osea... Vete a la mierda un rato chico.
Le arrebaté la correa del perro y empecé a andar más rápido para dejarle atrás.
-Jajajajaja Cris anda ven aquí. Cris... Cris anda que era broma. ¡Cris!
Tuvo que correr para alcarzarnos.
-Cris...
Me giré para mirarlo y le sostuve la mirada.
-Al menos espero que hables bien de mí-dije, dándole un puñetazo en el hombro.
-¡Ah! Qué tonta eres en serio jajajajaja.
Sara se sorprendió al vernos por allí (y a esas horas)
-¿Y S?
-La hemos dejado durmiendo.
-Ah, bien.
-Cris, date prisa en pedir, me da pena que Choco esté ahí solo-me metió prisa Carlos.
Puse los ojos en blanco.
-¿Y no deberíamos hacerle algo especial por su marcha?-sugirió Sara.
-¿Algo cómo qué?
-No sé. Las fiestas sorpresas y eso ya están muy vistas y como lo ha dicho tan de repente no tenemos tiempo de prepararle algo muy elaborado...
-Mm, yo creo que ella lo que más valora es estar con nosotros, quizá una simple cena esté bien.
-Suena bien, además es lo único que podemos ofrecerle.
-¿Y dónde?
-Creo que en vuestra casa estaría bien, ella querrá estar allí hasta el último momento.
-Tienes razón.
-Bueno ya lo vamos hablando por wa ¿vale? Que el perro está solo.-dijo Carlos.
Ya en casa con el desayuno, S seguía durmiendo.
-¿La despiertas tú cariño?-le dije a Choco.
Este me miró ladeando la cabeza y se tumbó encima de S, después empezó a olfatearle la cabeza y, como nada surtía efecto, optó por chupetearla.
-Arg, joder...
-Buenos días Bella Durmiente, a falta de un príncipe azul, bueno es un perro para despertarla.
-¿Por qué no te vas un poco a la mierda?
-Mm vale, me iré a tu cuarto.
S gruñó.
-Venga S arriba que hemos traído el desayuno.-dijo Carlos, metiéndose en medio.
Desayunamos los tres en el salón viendo un zapping mañanero.
-¿Y cuál es el plan de hoy?-pregunté.
-Dormir-dijo Carlos.
-Me gusta.
-Yo he quedado con Dani.
-¿Ah si? ¿Cuándo?
-Pues ya mismo. Debe estar al caer.
-Oh. Pues entonces nosotros nos iremos ¿no?
-¿Qué? No tenéis por qué iros.
-No, tranquila, si iremos derechos a hacer una cosa.
-Dormir-aclaré.
-Ah, vale. Pues como queráis.
-¿Se queda a comer contigo?
-Creo que nos iremos por ahí.
-Bueno, ya nos vemos a la tarde. Estamos en contacto. Vamos, Choco, que tú también te vienes. 
Carlos, el perro y yo nos fuimos a casa de este y, como dijimos, fuimos derechos a dormir hasta que David llamó a Carlos al movil y nos despertó.
-Tios que estoy solo y nadie se viene veniros aquí conmigo...
-Joder estábamos durmiendo la siesta.
-Joder pues venís y la dormís aquí.
Carlos me miró.
-Vamos anda.
-Vale ahora vamos, pero no te acostumbres.
-No claro que no, anda veniros.
Fuimos a mi casa a buscar un bañador para mí por si me daba por bañarme en la piscina de David y ya íbamos a pedir un taxi (recordemos que ya no tenía el coche) cuando nos encontramos con Sara en el portal.
-Si quereís yo os llevo.
-Pues nos haces un gran favor, sí.
-¿Tú no te quedas?
-Mm, no tengo que quedarme con tu primo.
-Anda, para un poco con ese niño y estate con nosotros, que no estamos aquí siempre. Ahora llamo yo a mi tia y te libro del crio.
-Vale.
Subió a cambiarse mientras yo llamaba a mi tía.
Me dejó conducir a mí.
Ya en casa de David, descubrimos a Álvaro tomando en sol en la piscina. Vaya.
-¿No que estabas solo?-le dijo Carlos a David.
-Bueno, llegó nada más llamaros vosotros.
-Pero si queréis me voy eh.
-No, ya que estás aquí, quédate.-le dijo Carlos.
-Te peleas con él como lo haces conmigo-dije, enarcando una ceja.
-Los celos son reales-dijo David.
-Y tanto.
En esto que llamaron a Sara por teléfono.
-Uy, ahora vengo.
Se metió adentro a hablar y David fue a tumbarse al lado de Álvaro mientras se seguía riendo de mis supuestos celos.
Miré a Carlos que empezó a hacerme gestos, los cuales interpreté como "¿y a estos qué les pasa?" a lo que le respondí con un sencillo gesto, encogiéndome de hombros.
Carlos y yo nos metimos y estuvimos haciendo largos hablando de qué podríamos cenar hasta que vino Sara, se metió con nosotros y le estuvimos hablando sobre nuestros planes de cena.
-Osea que no tenéis ni idea.
-Pues no.
-Su cena favorita son las pizzas pero pedir unas alomejor es cutre.
-O alomejor es perfecto.
-Pues venga ya está.
-Eyyy-dijo Carlos mojando a David y Álvaro-¿No se mete nadie más?
-Nooooo.
-Pero qué gente más aburrida. ¿Y el resto dónde andan?
-Por ahí.
-Ah, bien. Oye que tenemos una idea para la marcha de S...
-Cuenta.
Después del baño y secarnos nos fuimos a mi casa.
No había ni rastro de S ni de Dani por aquí.
-Cómo mola estamos todos en bañador.
-Qué más da ni que tuvieramos que ir vestidos de gala.
Cuando volvió, junto con Dani, se sorprendió mucho al vernos allí. Pedimos unas pizzas y estuvimos viendo (Sara no las había visto) las fotos de París y también las de las vacaciones.
-Quiero confesar algo sobre las vacaciones-dijo Álvaro y miro a Sara-¿Se lo decimos?
Oh, al fin se hablaban. ¿Qué les habría pasado? Lo mismo como mis mosqueos con Carlos. Esas cosas pasaban. 
-Si quieres que te maten, adelante, díselo.
-¿Qué diga el qué?
Álvaro se rió.
-Que en lo de las cabañas hicimos trampa.
-¿Qué trampa?
-Pusimos a Carlos en todos las papeles, entonces daba igual cuál hubieras sacado porque solo habia un nombre puesto y...
-¡Os mato!
Acto seguido empecé a entrangularle en lo que me recordó a una escena cual Homer y Bart.
-Y yo pensando que había sido el destino...-dijo Carlos.-Y nos la habíais jugado.
Me senté a su lado y fulminé a Sara y Álvaro con la mirada.
-Pero si es lo que tú hacías con nosotros, so melón.
-Ya pero otra cosa es hacerlo yo que soy un Celestino profesional y otra que me lo hagáis vosotros.
-Donde las dan las toman.
-Jo.
Tras eso, decidimos que ya era hora de irse a dormir porque S madrugaba mañana ya que su tren salía temprano y nosotros también íbamos a madrugar ya que la íbamos a acompañar al tren.
Sara la sugirió que subiera a su casa a dormir y Álvaro, Dani y Blas se apuntaron.
-¿Nos apuntamos nosotros?-le dije a Carlos.
-Creo que ellos ya se apañarán sin nosotros, Choco está solo en casa.
Un padre muy preocupado, eso no se lo podíamos quitar.
A la mañana siguiente, quedamos temprano en mi portal para llevar a S al tren.
No podíamos acompañarla al tren propiamente dicho, así que nos despedimos a la entrada.
Se despidió de todos con un abrazo y dijo que volvería en breve, que ni notaríamos que se había ido y que estaríamos en contacto.
Finalmente, se fue.
-Bueno, pues ahora qué hacemos.-dijo David.
-Buena pregunta.
-Yo quiero dormir-dijo Carlos.
-Y por qué a ninguno nos extraña.
-Pues ya tenemos plan, todos a tu casa a joderte la siesta.
-Cabrones que sois todos.
-¿Tú vienes a casa conmigo?-le preguntó Sara a Álvaro.
-Claro.
-Mm vale pero luego comemos todos juntos o algo eh-dijo Dani.
-Vale, vale. Vamos hablando y ya nos decís el plan.
Ellos dos se fueron en el coche de Álv y a mi como me daba pereza conducir se lo dejé a Dani.
A Álvaro le pareció curioso que Sara le dijera así de repente que fuera a casa con ella. Había estado rara estos días.
Paco, como siempre, fiel a sí mismo, se puso a insultar como cada vez que él entraba por la puerta.
-Bueno, ¿qué...?
-No puedo más.
-¿No puedes más?
-No.
-¿Con qué?
-Con esto. No puedo soportar que te vayas, intente acostumbrarme a tu ausencia y aparezcas por unos días haciendo todo mi esfuerzo fuera en vano y que tenga que volver a empezar a acostumbrarme de nuevo.
Él la escuchaba sin decir nada.
-Yo... Yo necesito estabilidad. Necesito a alguien que esté ahí, que esté conmigo. No sabes lo duro que es acostumbrarse a despertar a tu lado y luego no encontrarte...
-Sí lo sé, a mi me pasa.
Hizo como sino le hubiera escuchado.
-Y ahora te vas a volver a ir y vuelta a lo que he hecho estas semanas. Despertar sola e imaginar cómo estarás...
-Hablamos por teléfono. Te llamaba todos los días.
-Pero eso no es suficiente. Yo necesito alguien que esté aquí a mi lado, físicamente, yo...
-Necesitas a alguien como Martín.
Ella se calló al oír eso, no se lo esperaba.
-¿Era él quién te llamó cuando estábamos en casa de David?
-Fue mi madre. Y no, no necesito a alguien como él. Te necesito a ti, pero aquí. Pero no, no me digas que si fuera por ti te quedarías o lo que sea, créeme, ya lo sé.
Se sostuvieron la mirada un rato.
-¿Y entonces qué sugieres?
-Necesito un tiempo. Total, es como si no lo notásemos, tú te vas y yo me quedo aquí. Necesito pensar y necesito, bueno...
-Está bien. Lo he entendido.
-Ah, bien.
-Si es lo que quieres, está bien.
-Vale. Ya cuando vuel...
-No hace falta que digas nada más, me ha quedado todo muy claro. 
Sara se le quedó mirando.
Sabía que le había herido y ella por dentro estaba de igual manera,pero no podía soportar más aquella situación y sentía que tenía que hacer algo. Y ese algo era eso.
-Bueno, pues... Me voy, sino importa.
-Oh, sí, claro.
-Pues si luego vienes con estos, pues ya te veré.
-Claro.
Hizo un gesto con la mano y salió de la casa. 
Ni tan siquiera Paco le insultó a modo de despedida como solía hacer.
Nosotros hacía un rato escaso que habíamos llegado a casa de Carlos. Choco se puso muy contento de ver a los chicos y por razones desconocidas no se separaba de Dani y Carlos andaba refunfuñando por eso.
-¿Qué tal estás?-me preguntó David.
-Yo bien, ¿por?
-Bueno, ya sabes. Estabas muy unida a S y...
-¡Ah, ya! Bueno no puedo evitar estar un poco triste, pero es un poco como estábamos ahora. Yo viajando con vosotros y ella en casa. Ahora por lo menos está con su familia.
-Sí, pero... ¿Entonces por qué se ha llevado todas sus cosas?
-¿Qué quieres decir?
-Si tuviera pensado volver se habría dejado cosas, qué sé yo, libros y demás. Pero sin embargo se lo ha llevado todo.
-Bueno, tampoco es que tuviera muchas cosas, más ropa que otra cosa. Quizá, no sé, no quería separarse de nada. Ella le da mucho valor sentimental a sus cosas. Puede que cada cosa le recordara a esta casa y querría llevarse esos recuerdos.
-Tienes razón.
-Seh.
Choco se puso a ladrar y corrió hacia la puerta.
-Creo que viene alguien.
Efectivamente, llamaron al timbre.
-Ains, qué pereza.-dijo Carlos levantándose y yendo a abrir.-¡Hombre! ¿Tú por aquí tan pronto? Vaya, sí que eres rápido, sí...
-¡Carlos!-le dije, regañándolo.
-Ay, es que es verd... ¿Y esa cara que traes?
Cuando pasó al salón, todos le miramos con curiosidad. Estaba totalmente inexpresivo.
-¿Qué pasa?
Se sentó al lado de Blas y se quedó en silencio.
Carlos se acercó y le zarandeó un hombro.
-Ey, hola. Di algo.
Cogió aire y nos lo dijo, al fin.
-Nos hemos dado un tiempo.
Esa frase me traspasó como una flecha. Un tiempo podía ser bueno, pero en la mayoría de los casos desembocaba en el fin. Y ya podía imaginarme las razones.
Todos se quedaron pensando, en silencio.
-¿Por qué?
-¿Es por el de la llamada esa?
-No, no. Simplemente, bueno... No aguanta que esté fuera de casa tanto tiempo.
Por un lado la entendía, cómo no iba a hacerlo, pero por otro, no lograba llegar a entenderla.
Me senté sobre las rodillas de Blas y le puse una mano en el hombro.
-Lo siento, Álvaro. ¿Ella sigue en casa?
-Sí, supongo.
-Bueno, voy a acercarme a hablar con ella.
-Yo también voy.
-No Carlos, tú quédate. Ahora haces más falta aquí.
-Pero...
Le miré.
-Está bien.
-Supongo que ella te lo habrá dicho todo, pero por hablar con ella no pierdo nada-le apreté el hombro con la mano en señal de ánimo y me levanté.-Bueno, ahora vengo. Dadle un abrazo o algo, anda.
Se tiraron todos a abrazarlo y le perdí de vista.
No llevaba ni medio camino hecho cuando me giré y vi a Carlos siguiéndome.
- ¿Pero no te había dicho yo que te quedaras? Tu amigo te necesita.
-Mi amigo tiene otros cuantos que están con él ahora mismo y yo necesito saber qué ha pasado. Me siento algo mal.
-¿Qué? ¿Por qué?
-A ver no tendrá nada que ver pero yo con la tontería les empecé a juntar y, pues bueno...
-Te sientes un poco responsable. Ya lo entiendo.
Él asintió.
-¿Por qué lo ha hecho? Se quieren. No hay más que verlos.
-No todo el mundo aguanta la distancia, Carlos.
-¿Y si yo no hubiera hecho por traerte con nosotros, nos habría pasado igual? Me comentabas lo mal que estarías...
-Yo te esperaría aunque los días se hiciesen años. Pero eso no quita que lo habría pasado muy mal. Y porque ahora puedo ir, pero si un momento no puedo, siempre te voy a estar esperando. 
Él me pasó el brazo por los hombros.
Sara tardó un rato en abrirnos. Se le notaba que había estado llorando.
Carlos la abrazó y lloró un rato más.
Yo me quedé a un lado, acariciando a Paco.
A veces a Carlos se le daban mejor estos momentos que a mí.
-¿Por qué lo has hecho?-le preguntó cuando se hubo calmado.
Sara suspiró antes de responder.
-Porque no es fácil llevar una relación así. Lo único que tenía es su voz todos los días cuando me llamaba, pero no es suficiente. Y son demasiados días recibiendo algo que no es suficiente y la escasez se impone, lo que hace que cada vez la relación se vuelva más y más fría. Lo he echado tanto de menos... Y ahora estaba aquí y es como sino estuviera conmigo, como si fuera distinto.
-Pero Sara, si le quieres de verdad...
-¿Cómo te habrías sentido tú, Cris, si Carlos se hubiera ido y tú no? Me lo decías, subías aquí a casa y me decías "se van a ir, se irán y mi mundo se irá con él. Me quedaré como una carcasa vacía, la cuál solo sabrá esperar. No querré dormir, no querré comer. Solo esperar" Así que es fácil hablar desde tu lugar, pero habría que verte en el mío.
-Yo siempre le esperaría. Aunque se me fuera la vida en ello.
-Pero yo no soy tú y nuestras relaciones son distintas. Solo necesito algo de tiempo. Hacía tiempo que no tenía una relación así y de repente me veo obligada a estar separada de él y...
No podía seguir.
-Él está mal.
-¿Y yo no?
-Él no puede elegir si se queda o no.
-¡Ya lo sé!
Carlos me miró diciendo que ya era suficiente.
-Si crees que eso a la larga os puede beneficiar a los dos, quizá esté bien. En ocasiones se puede tener la sensación de que las cosas van demasiado rápido y no puedes aguantar su ritmo y necesitas una pausa-dijo- Quizá a veces es mejor pararse un rato a pensar antes de lanzarse directamenta a la piscina.
Y la abrazó de nuevo.
La última frase de Carlos me llamó mucho la atención, pero pensé que era una frase acertada para la situación que nuestros amigos estaban viviendo. Ni se me ocurrió pensar que quizá también podría estar refiriéndose a nosotros.





Sé que he estado desaparecida mucha tiempo y que no tiene excusa, pero sólo puedo decir que más no he podido hacer, apenas he parado quieta este verano y he tenido infinidad de problemas (como por ejemplo que ahora estoy sola en la novela, es decir Sigrid ya no tiene nada que ver en ella) pero ahora que ya he vuelto para quedarme espero poder ser más constante. Gracias a todas las que habéis esperado tan pacientemente :)
@CrisSombrerita



1 comentario:

  1. y me alegromucho de uqe hayas vuelto a subir ^.^
    pero lo de Álv y Sara no se hace :( ais con lo bien que estaban jajajaja pero también hay que entenderla y tiene razón.
    Y como no, tú y esos finales que nos dejan ¿?¿?¿?¿ JAJAJAJA
    Cada vez me gusta más en serio, enhorabuena.

    ResponderEliminar