El gorro de Carlos. Venía por el. ¿No tenía mas o qué?
-Cris, el gorro.
-¡Oh, lo siento! Al final me lo he quedado.
-Despistada.-murmuré.
-¿Dijiste algo?- dijo ella entrecerrando los ojos mientras
me miraba.
-¿Yo?-dije haciéndome la sorprendida.- Que cosas tienes.
Los chicos rieron pero yo me gané una colleja.
-¡Ah! ¿Pero que haces?
Ella, como respuesta, sonrió.
-Bueno, no os peleéis.-dijo Blas. Todos rieron.
-Toma, el gorro. Jo, con lo que me gustaba.-dijo Cris,
triste, pero con una sonrisa.
Carlos, mientras lo cogía, miró a los demás.
¿Qué se le habría pasado por la cabeza?
-Te lo puedes quedar.
Los demás chicos se miraron, sorprendidos.
-No puedo aceptarlo.-dijo mi amiga.-Me puedo comprar uno
donde sea, no te vas a quedar sin gorro por mi.
-¿De verdad?-dijo Carlos.
- De verdad, no puedo aceptarlo.
Carlos sonrió. Seguro que pensaba que mi amiga era, por
decirlo de una manera, muy honesta.
-¡Bueno, chicos!-dije dando una palmada.-Nosotras tenemos
que subir a nuestra habitación a dejar las maletas para irnos después de
compras.- dije ilusionada.
-Esta bien.-dijo David.-Ya nos veremos.
Subimos a nuestra habitación y dejamos las maletas. No nos preocupamos
de dejar la ropa en su sitio, lo haríamos después o cuando nos apeteciese.
Cogimos los bolsos y nos fuimos. De tienda en tienda. Todo
faldas. No soportábamos las faldas, los pantalones cortos sí que nos gustaban
mucho.
No había mucho que nos interesase, la verdad.
Entonces la vi.
-¡Cris, Cris! ¡Mira!
-¿Queeeeeeeeeeeeee?-dijo ella con pesadez.- ¡Oh, oh,
ohhhhh!-Y me arrastró.
Era una tienda de sombreros.
-¡Mira, mira!-dijo.- ¡Cómo el de Carlos!
-¿Quién es la loca ahora, eh?-dije riendo.
Se probó el sombrero.
-¿Me queda bien?
-Eh, uh... Te cabe en la cabeza.-le dije.
-¿Y que me quieres decir con eso?-dijo confundida.
Yo guardé silencio.
Se compró el maldito gorro y salió feliz como una niña con
un chupa-chups saltando.
-¡Yo no te conozco!-la grité.
-¡Pero si ha molado!
Yo la miré.
-¡El gorro ha molado!
-Ya.
Fuimos a un bar-restaurante cercano y pedimos unas crepes y
un café. Estaban muy buenos.
Pedimos un taxi, ya que Cris no había cogido el coche, pero
no la gustaba andar.
Llegamos al hotel totalmente cansadas. Nada más llegar nos
cambiamos al pijama y nos fuimos a la cama. Demasiadas emociones en un día para
alguien como nosotras.
Nos despertamos, bueno, Cris se despertó y saltó encima de
mi cama.
-Cris, para.
No paraba.
-Cris, para.
Y seguía.
-¡Cris, que pares!
Paró.
-Vale, vale, ya paro... Jo, que humores.-dijo.
-No tendría estos humores si una que yo me sé-dije
mirándola-no saltase encima de mi cama todo el rato.
Ella se rió.
-He pensado que podemos ir a la Torre Eiffel.
-¿Para qué?-dije, aún enfadada.
-Ay, no te enfades.-dijo dándome un abrazo y un beso en la
mejilla.
-Vale.
-Decía que podemos ir a la Torre Eiffel para ver las vistas
de París.
-Vale, déjame vestirme.
Ella, feliz de que había conseguido su objetivo, que era ir
con ella a la Torre Eiffel, me dejó vestirme en paz.
-¡Vamos!-gritaba Cris.
-¡Arg! ¡Que la torre no se va a mover eh!
-Da igual, ¡vamos!-dijo con voz de niña pequeña.
Cogió el bolso, el estúpido gorro y yo el bolso y nos
fuimos.
-¡Oh, que bonito es!-dijo suspirando.
-Precioso.-dije.-¿Subimos?
-¡Si, hombre! ¡Con tantas escaleras voy a subir yo, JÁ!
-Pequeña, hay ascensor eh.
-Uh...-se calló un momento.-Ya lo sabía.
Esta vez, la que se ganó la colleja, fue ella.
Llegamos arriba y salió del ascensor lo más rápido que pudo,
pero se calló al suelo.
Yo estallé en carcajadas.
Me miró mal, pero se le paso al momento.
-¡Que vistas!-dijo mirando al horizonte.
-Cris, mira abajo.-dije.
Ella se acercó y miro.
-¡Anda, un mimo! ¡Vamos a ver que hace!
Bajamos corriendo.
-¿Por qué no hemos bajado por el ascensor?-dije.
Cris miró el ascensor como bien pudo y me miró a mi. Ambas
reímos.
-¡El mimo, el mimo!-dijo mi amiga.
Estuvimos un rato mirando el mimo, hasta que nos cansamos de
él.
Nos fuimos del parque y pasamos por un cine. Cris se paró
delante de un anuncio del cine.
-Cris, ¿qué pasa?-dije asustada.
-Mira quién esta en portada del cine.
-Auryn.
-Exacto.-dijo.
Se nos pasó la tontería esa del póster y nos fuimos hacia el
hotel. Allí teníamos el coche, nos aseguramos de que estaba bien y subimos al
hotel. ¿Qué haríamos en París? No teníamos ni idea. Cris estaba empeñada en hacer
fotos allí, pero en estos dos días que llevábamos allí, no habíamos hecho
ninguna. Cris cogió la cámara y salimos otra vez del hotel.
-Cris, es muy tarde, vamos al hotel.
-No, tengo que hacer las fotos. Es para las clases de fotografía.-dijo tiritando.
-¿Cuántas tienes que hacer?-dije, para ayudarla.
-Tengo que hacer lo menos 30.
-Joder Cris. Podrías haberlo dicho antes.-dije un poco
cabreada.-¿Qué tipo de fotos quieres?
-Pues no sé.-me dijo ella.-Fotos bonitas, que nos las vaya a
llevar nadie. Pues entonces la Torre Eiffel es una vista preciosa. Subes y ves
el horizonte. Vaya, que cursi me ha quedado...
Ambas reímos.
Saco unas 15 fotos. Le quedaron todas muy bien, pero como le
dije, podría haberlo dicho antes. Para hacer las fotos decidimos venir aquí.
Fuimos a la parte antigua de París. Cris se quedó
maravillada, era una parte de París que, según ella, nadie se había atrevido a
ir, porque según libros, habían ocurrido muchos crímenes y daba miedo a la
gente.
-Cris, ¿te acuerdas de los aliens de ayer?-dije con miedo.
-Sí...
-¡Por favor, que vengan!-dije gritando.
Me dí cuenta de la soberana tontería que acababa de hacer y
me eché a reír mientras Cris tenía en pensamiento dejarme ahí tirada.
-Anda, vamos ha hacer las fotos.-dijo.
Saco fotos de las casas, que estaban deshabitadas, de los árboles,
de ella con los árboles. Incluso me dijo que saliese yo también, para el
trabajo. Yo al principio no quise, pero después, acepté, ya que Cris casi se
pone a llorar.
Se estaba haciendo muy de noche, y cada vez se oían mas
ruidos. Yo no iba a abandonar, estábamos allí por las fotos e íbamos a hacerlas.
-¿Qué hora es?-pregunté de repente.
-Las...-dijo mirando el reloj.-nueve y media de la noche.
Yo la miré como si hubiese descubierto ella sola que era de
noche.
-Entonces vamos a cenar ya, que tengo miedo.-dije.
-Jo, vale.-dijo.- Al menos ya tengo 26 fotos. Me quedan muy
pocas.
-¿Tienes que hacer las 30 justas?
-Si, o más. Si hago más, me sube nota.
-Ah.
Nos dirigíamos al hotel, que teníamos mucho miedo. Nos
sentamos en un banco, a parte de que teníamos hambre, estábamos cansadas, algo
normal en nosotras.
Entonces vimos a unas sombras que se nos acercaban y nos
empezamos a asustar.
Cuando ya estaba justo a nuestro lado, nos pusimos a gritar.
Se encendió la luz de una farola y vimos que era el niño
gorro, el niño barbas y el niño ojos, es decir, Carlos, Álvaro y Blas.
Ellos se echaron a reír con todas las fuerzas del mundo, y
nosotras, viendo el ridículo que habíamos echo, nos sonrojamos, pero nos reímos
hasta llorar.
-Va a ser verdad que sois secuestradores eh.
-¡Cris! No digas eso, pobrecillos.-dije.
-Si es la verdad jo.-dijo ella, poniendo morros.
Los secuestradores, digo, Carlos, Blas y Álvaro, nos miraron,
pensarían que estábamos locas y que deberían echar a correr, pero no lo
hicieron.
-¿Qué hacéis aquí?-dijo Carlos.
-Aquí, a la niña rizos-Cris me pegó.-se le ha venido a la
cabeza hacer fotos de París a las siete de la tarde para un trabajo de la
universidad. Hemos ido a la parte antigua, y hemos llegado a este banco
asustadas. Entonces, habéis aparecido vosotros, y se nos ha vuelto a venir a la
cabeza la idea de que erais secuestradores o algo peor.-dije con miedo en los
ojos.
Los tres se echaron a reír.
-Tranquila, prometemos no haceros nada malo.-dijo Blas.
-Bien.-dijimos las dos.
-¿Y a donde ibais ahora?-dijo Carlos.
-A cenar.-dijo Cris.
Ellos tres intercambiaron unas miradas y asintieron.
-¿Os podemos invitar a cenar?-dijo Blas.
-Tío, esa no era mi idea. Mi idea era secuestrarlas.
Le pegué un manotazo en el hombro.
-¡Auch!-dijo.
-Así aprenderás, niño gorro, que no hay que decir nada así,
y menos sobre nosotras.
Blas, Álvaro y Cris rieron por cómo le había llamado yo momentos antes.
-Y sí,-dijo Cris.-Podéis invitarnos a cenar.
Nos dieron las manos para levantarnos, pero después nos las
soltaron y nos llevaron a un restaurante francés. (De que iba a ser si no
estando en Francia...)
-¿Qué queréis pedir?-dijo Carlos.
Le dijimos que queríamos y empezamos a hablar.
-A ver si me aclaro.-dijo Blas.-No os fiáis de los hombres
con bigote grande.
Ambas reímos.
-Exacto.
-¿Y para esto media hora?-dijo Cris cuando le dieron la
comida.
-Gracias a Dios que no te ha entendido...-dije.
Me miró mal.
-¿Es mía la culpa de que no sepas francés?-dije.-No,
¿verdad? Pues deja de mirarme mal.
El fondo norte de la mesa rió.
Ella se puso de morros. Había ganado la batalla. En seguida
sonrió de nuevo, iba a tener una venganza segura.
-A todo esto...-dijo Cris.- ¿Y los dos que faltan? Daniel y... David eso.
-Se han quedado durmiendo.-dijo Blas.-Son unos perezosos.
Todos reímos.
Después de cenar nos fuimos cada uno por nuestro lado.
Entonces le dijo Cris a los chicos;
-¿Y si nos secuestran de verdad?
-Si os secuestran de verdad iremos en vuestra busca.-dijo Blas.
-No sé yo si tenerle miedo a ellos o a los secuestradores.-dije yo.
Todos reímos y nos despedimos.
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