sábado, 19 de enero de 2013

Capítulo 5: Gorro por gorro y el mundo acabará ciego.


-Cris-
Desperté con dolores por todo el cuerpo, como si me hubieran atropellado con un coche o algo peor.
-Sigrid, ¿estás viva?
-¡Sí!-dijo mi amiga incorporándose de la cama de un salto-¿Y tú?
-Yo no. Llama a un sepulturero.
-¿Qué te pasa?-preguntó, visiblemente preocupada.
-Me duele todo el cuerpo. Como aquí, aquí, aquí y aquí-dije, señalando ciertas partes de este aleatorias.
-Mm... Podrías tener agujetas.
-¿De qué? No sería de nadar mucho ayer...
Reímos.
-Supongo que de esto. De reírte.-dijo.
-Oh, sí vamos, seguro que... JAJAJAJAJAJAJA.
-Oh, no, ya empezamos...
Ignoré los dolores y me levanté.
Tampoco era para tanto, después de todo.
-¿Qué crees que haremos hoy?-dijo Sigrid mientras buscaba mi ropa para vestirme.
-Tenemos dos opciones...
-Oh, no tú y tus opciones... Paso de morir, ¿vale? No sé cuántas veces te lo voy a decir.
-Te iba a decir que podíamos hacer algo con los chicos o irnos a hacer más fotos, pero vale, si quieres morir...
Y puse cara de pena, como siempre que quería hacerme la víctima.
Ella rió.
Nos vestimos y estábamos apunto de salir por la puerta.
-Cris, ¿qué te pasa?
Yo estaba rebuscando por todos los sitios, en la cama, en el baño, detrás de la mesa, en la terraza...
-¿Has visto mi gorro?-pregunté.
-¿Tu sombrero? Emm... No.
-¡No lo encuentro!
-Eres un desastre, ¿sabes?
-Puede que lo sea, pero jamás perdería el gorro. ¡Ayúdame a buscarlo!
Sigrid resopló, pero se puso a buscarlo conmigo.
-No ha podido esfumarse en el aire.-dijo, buscándolo bajo la cama.
-O sí... Maldita sea. ¿Qué habré hecho yo con él?
Llamaron a la puerta.
-Ya voy yo-dije-Tú mira detrás de la tele.
-¿Y cómo ha podido llegar hasta ahí?
-¡Tú mira!
Abrí la puerta y me encontré con Carlos y Dani.
-Ey, buenos días.-les dije.
-¡Buenos días!
Sigrid vino a la puerta y repitió el mismo saludo.
-¿Cómo vosotros por aquí?-preguntó.
-Bueno... Venía a traer esto-dijo Carlos.
Se llevó la mano a la cabeza, se quitó el sombrero que pronto reconocí como mío y me lo puso en la cabeza.
-¡El gorro! ¡Ya creí que lo había perdido!-exclamé bailando con las manos al aire.
-Me estaba haciendo poner patas arriba la habitación buscándolo, ¿sabéis?-dijo Sigrid.
-¿Ves, Sigrid? ¡Ya te dije que eran unos secuestradores! ¿Es por qué yo me quedé sin querer con tu gorro? ¿Era una venganza?
Todos nos reímos.
-No, nada de eso-dijo Carlos-Ayer me lo dejaste y te olvidaste de pedírmelo y como yo siempre lo llevo en la cabeza... Lo siento.
-Deja ya de disculparte conmigo, cada vez que me hablas es para pedirme perdón.
-Es que sólo sabe meter la pata. O, en su caso, el cabezón-dijo Dani.
-¿Me quieres dejar la cabeza ya en paz?
Nos reímos.
Dejé el gorro en la habitación y bajamos a desayunar acompañadas por ellos dos, que intentaban pegarse por otra broma de Dani.
Una vez que entramos en el comedor, divisamos a los demás y nos acercamos a coger algo para desayunar.
-¿Crees que habrá helado como el de ayer?-me preguntó Carlos.
-No sé...¿Le pregunto?-dije, señalando con la cabeza al camarero que estaba allí, haciendo que nos entrara la risa, aunque nada comparado con el ataque de risa de ayer.
No creo que pudiera soportar otro ataque de esos.
Moriría.
-A ver, dejar de liarla, eh. Siempre sois los mismos-dijo Dani, haciéndonos reír.
-Pues pregúntale tú, Dani-le dije.
-Ni sé francés, ni quiero helado para desayunar. Estáis locos.
-No estamos locos-dije yo.
-Sólo queremos helado.-dijo Carlos.
-Dani tiene razón, estáis locos-dijo Sigrid-Además, ¿desde cuándo hay helado en un hotel para desayunar?
-Desde que nosotros queremos-dijo Carlos.
-Vamos Sigrid con los demás. Allá ellos-le dijo Dani y los dos se fueron a la mesa.
-Pues nada...-dije yo.
-Pues eso...
-Sí... Bueno que ayer fui yo, hoy vas tú.
-¿Qué? No. Yo no sé hacer gestos como tú, a mí no me entenderá.
-Pues se lo dibujas. Además, yo no quiero. No me apetece.
-Ya, claro, qué excusa, lo que pasa es que no quieres hacerlo y ya está...
Le pasé mi plato y mi vaso, le miré mal, me di la vuelta y me dirigí hacia el hombre, el cuál tenía un bigote de tamaño medio tirando a grande. Supongo que eso era lo que Carlos iba a decir si le hubiera dejado terminar la frase.
Él se dirigió a la mesa, solo, y colocó lo mío y lo suyo en la mesa.
-¿Y Cris?-preguntó Blas-¿Ya la has vuelto a hacer enfadar?
-¡Si se enfada sola! ¡Yo no hago nada!
-Así es Cris-dijo Sigrid.
Amigas traidoras. Hazte fan.
-¿Y dónde está, a todo esto?-preguntó Álvaro.
-Me dio las cosas y se fue, no sé. Creo que...
En ese momento aparecí, les saludé, puse ante Carlos un plato y me senté al lado de David, único hueco libre y donde estaba colocado mi plato.
-Helado de chocolate para desayunar-le dije-Que te aproveche.
-Soy feliz.
Eso nos hizo reír.
-¿Y cómo lo has conseguido?-preguntó Álvaro, que ya se conocía mis enormes (sarcasmo) habilidades para el francés.
-Un mago nunca revela sus trucos.
-Uhhhhhhhhhhhhh.
Desayunamos mientras hablábamos y veíamos a Carlos con su helado más feliz que un niño pequeño con una bolsa de chuches. O que yo con unas buenas fotos.
-¿Qué planes tenéis para hoy?-preguntó Blas.
-No, no, no-dijo David-No me lo digas. ¿Fotos?
Reí.
-Creo que sí. ¿Por qué?
Se miraron entre ellos.
Menos Carlos, que sólo tenía ojos para el helado.
-No nos queda mucho tiempo aquí y queremos aprovechar, así que hemos pensando coger la furgoneta y pasar el día por ahí-dijo Dani.
-Buen plan-les concedí.
-Y nos preguntábamos si querríais venir con nosotros.-dijo David-Seguro que podrás hacer buenas fotos allá donde vayamos.
-Y así nos reímos un rato-dijo Carlos.
-¿Qué decís?-preguntó Blas.
-Que mantengo la teoría de que queréis secuestrarnos, ah.-dije.
Todos nos reímos.
Hablamos sobre ello y decimos que, si íbamos a estar prácticamente todo el día fuera, deberíamos llevar algo de comer. Más que nada, por si a Carlos le entraba hambre, darle comida para que se callara.
Blas dijo que un par de calles más allá había una tienda y a todos les pareció bien ir.
Menos a David, Dani y a mí. Ellos eran unos vagos. Yo sólo estaba cansada.
-Sin nosotros, iréis más rápido y, estaréis aquí antes-les dijo Dani.
David y yo asentimos con la cabeza.
Salimos del restaurante del hotel y el camarero, el cuál estaba en la puerta, me dijo algo que no entendí, creo que fue una despedida, yo le di con la mano y todo quedó ahí.
-¿Y eso?-preguntó Sigrid.
-Ah, somos amigos.
-¿En serio?
-Ah, claro que sí. No me hizo hacer el idiota haciendo gestos. Sabía inglés.
-Creo que ya sé cómo conseguiste el helado...
-Bueno, da igual.
Pasamos por el hall del hotel.
-¿Seguro que no queréis venir?-dijo Blas.
David, Dani y yo asentimos.
-Bueno... Pues vámonos-dijo.
-Cuidad de mi amiga, eh. Y sobre todo tú-dije, señalando a Carlos-Más te vale no hacerle nada.
-¿Yo? ¿Qué? ¿Por qué dices eso?
-Anda, tira-dijo Álvaro-Luego nos vemos.
Y, con mi amiga, se fueron los tres.
Metí las manos en los bolsillos.
-Bueno...Pues me han dejado con vosotros.-les dije, mirándoles.
-Eso parece. ¿Qué hacemos?-dijo Dani.
Acabamos los tres tirados cada uno en un sillón de la sala común viendo la tele, después de haber subido a coger el bolso para meter la cámara y el sombrero.
Todos los canales estaban en francés, asi que pusimos el tenis.
-Contad algo.-dijo Dani.
-1...2...3...4...-dije.
A David le entró la risa y casi se cae del sillón, pero no. Demasiado vago incluso para eso.
Después de eso, como de ellos ya sabían cosas, les estuve contando algo de mi vida.
En eso estábamos cuando Sigrid y compañía entraron por la puerta.
-¡Aquí estáis!-dijo Álvaro-Os hemos buscado por todas partes...
-¿Ves? Te dije que estarían aquí...-dijo Sigrid.
¡Estaba viva!
-Pues no estábamos muy lejos, eh.-le dijo Dani.
Nos reímos.
-¿Nos vamos entonces?-preguntó Blas.
-En cuanto me levante del sillón, ah...-dije.
-Pues yo te ayudo.
Álvaro vino, me cogió y me cargó al hombro.
-¡Ah! ¡Sigrid, ayuda!
Mi amiga, que se reía de mí, fue rápidamente atrapada por David, que repitió el mismo gesto de Álvaro, se colocó a mi amiga al hombro y echaron a andar hacia el aparcamiento.
-¡Cris, al final tenías razón con lo del secuestro!-dijo Sigrid, con lo que nos hizo reír a todos.
-Intentamos que no se viera demasiado pero... Nos pillásteis-dijo Blas.
Carlos iba el último, riéndose a más no poder.
Daba miedo, con tanta risa.
Abrieron la furgoneta y nos metieron dentro, después, ellos entraron y arrancaron.
-Que sepáis que como secuestradores no tenéis futuro-les dijo Sigrid.
-Sí, mejor seguir cantando...-dije yo.
Ellos se rieron y salimos del aparcamiento.
Álvaro de nuevo conducía y nos dijo que nada de hacer fiestas en la parte sur del coche sin él.
Por supuesto, no le hicimos caso.
A su lado estaba David, ya que, según dijeron mientras se metían en el coche, Carlos y David jamás volverían a estar sentados juntos en la parte de atrás del coche, luego estábamos Sigrid, Blas y yo y atrás Carlos y Dani.
-¡Ajá!-exclamó Carlos de repente (demasiado tiempo había estado callado)-¡Lo encontré!
La intriga del saber el qué habría encontrado nos hizo girarnos.
Llevaba un sombrero en la cabeza.
-Ese no es el que te tiré a la piscina, ¿no?-pregunté.
-No, este es otro. Tengo más.
-¿Pero cuántos más?
-Deberías ver su casa. La tiene llena de ellos.-dijo Álvaro.
-¡No es verdad!
-Aparte de que es un desastre y los tiene todos por ahí tirados...
-¡Qué no es cierto!
-Bueno, vale, yo te creo-le dijo Sigrid.
Lo más seguro es que no, pero así se callaba.
-Ella me cae bien. No como vosotros.
-Ah, qué lástima nos da eso-dijo Blas.
-¿Fotos?-dijo entonces David.
-Anda, toma la cámara... Creo que esto te ha gustado más que a mí.-dije, pasándole el bolso.
-Es que es divertido.
Se lo pasó muy bien haciendo fotos de todo. Del paisaje, de la parte sur del coche, de Álvaro quejándose de la fiesta que hacíamos sin él... Al final tuve que concederle que las fotos eran bastante buenas y le dije que alguna podría usar para mi trabajo.
-Así que como suspenda la chica, ya sabemos de quién es la culpa-dijo Dani.
-No creo que suspenda, tengo el comodín de "Odio en estado puro".
-Oh, cierto.-me dijo, lo cuál nos hizo reírnos.
Pasamos por el lugar donde nos encontramos por primera vez (David le echó una foto, él seguía con la cámara aunque de vez en cuando nos iba enseñando las fotos que hacía) y vimos que el coche no estaba.
Guardamos un minuto de silencio (menos Carlos que no paraba de hablar) por el coche muerto y seguimos nuestro camino.
-Madre mía, cómo calientas la cabeza, ¿no?-dije.
-¿Quién? ¿Yo?-dijo él.
-¡Sí! Madre mía y yo pensaba que Sigrid no callaba nunca, pero a tu lado, se queda corta...
-¡Eh!-dijo mi amiga, que jugaba con Blas a saludar a la gente que pasaba con los coches.
Ya llevaban como unas veinte personas, pero como por esa carretera pasaban pocos coches, tenían poco que hacer.
-Ya te acostumbrarás a tener su voz como ruido de fondo a todas horas...-dijo David.
-Al principio cuesta un poco, pero una vez que te acostumbras, ya se te hace raro si no le oyes-dijo Dani.
-Lo que me faltaba, vamos. Ya no sería como esa famosa frase de "En ocasiones veo muertos", sería "En ocasiones escucho a Carlos".
Les dio la risa con eso mientras Carlos decía que qué había hecho él para merecer eso, pero nadie le contestó y se lo siguió preguntando.
-Aquí paramos-dijo Álvaro, que debía de ser que se moría de ganas de unirse a la fiesta.
Se salió de la carretera y se metió campo a través, aunque no profundizó mucho y detuvo el coche.
Se bajaron del coche y abrieron la puerta.
Blas salió primero y después Sigrid, que pegó un salto.
Yo, al salir, quise hacer lo mismo que ella y bajar de un salto, pero se me enredó el pie en el cinturón y me hubiera dado la leche de mi vida (aparte que David la hubiera fotografiado porque estaba con la cámara) si Blas no hubiera decidido en ese momento salvarme de una muerte segura y me atrapó (tampoco era cosa muy díficil dado mi tamaño).
-Jo Cris, qué patosa...-dijo Sigrid.-No se te puede sacar de casa sin que te mates.
-¿Adónde ibas?-preguntó Blas.
Carlos se reía desde el interior del coche.
No había llegado a caerme pero el ridículo había sido gracioso.
-Quise volar, pero recordé que no sabía-dije, intentando excusarme-Gracias por cogerme al vuelo.
-Un placer.
-¡Ahora yo, Blas! ¡Cógeme!-dijo Carlos, queriendo saltar del coche.
-Tú no, tú puedes matarte. Que te coja Sigrid, que es la que te cae bien.
-Eso-dijimos todos, menos Sigrid.
-Pero es que si le caigo encima, con lo pequeña que es, nos matamos los dos.
-JAJAJAJAJAJAJA.
A mí me dio la risa con eso y me llevó un par de minutos poder parar.
Para cuando paré, Carlos y Dani ya se habían bajado del coche (Dani se hartó y acabó empujando a Carlos fuera del coche).
-Bueno... ¿Y ahora qué hacemos?-dijo David.-Aparte de fotos.
-Te estás volviendo como mi amiga.-le dijo Sigrid.
-Eh-protesté.
A Blas se le ocurrió la magnífica idea de que podíamos dar una vuelta por ahí, ya que todo estaba lleno de árboles y David podría sacar buenas fotos. Carlos al principio no quería abandonar el coche. Nosotros le dijimos que no haríamos como con el otro coche, que a ese volveríamos, pero él dijo que eso no le importaba, que lo que no quería era dejar la comida ahí no fuera a ser que le entrara hambre.
Echamos a andar mientras hablábamos y sonaba cómo David hacía fotos. Ya digo, tenía casi más vocación que yo.
-Pues a mí esto me recuerda a Slenderman-dijo Dani.-Nos falta una lintera y listo.
-No digas eso, que Slender me da miedo-le dije.
-¿Has jugado?
-¡Sí! Nunca cojo más de tres hojas... Siempre me atrapa. Aunque la mayoría de las veces me dejo coger.
-¿Y eso por qué?
-Porque aunque feo, es el único hombre que me persigue.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.-Carlos, que iba detrás, lo oyó y le entró uno de esos ataques de risa.
Los demás también se rieron, pero él seguía y seguía.
-Sigrid también juega, pero ella es mejor que yo.-les conté.
-Ya ves, cogí cinco hojas...
-Ya es un récord.
-Álvaro no coje ni una... Y grita muerto de miedo cada vez que le pilla-dijo David.
-¡Me dijiste que no lo dirías nunca!-le acusó Álvaro.
-JAJAJAJAJAJA.
Carlos seguía solo al final, riéndose.
-Va, Álvaro que no pasa nada. Tu secreto está a salvo con nosotras-dijo Sigrid.
-Menos mal.-dijo, aliviado.
Seguimos andando hasta que me di cuenta de algo.
-Eh, que no se escucha ruido de fondo.
Todos se me quedaron mirando.
-¡Qué no escucho a Carlos!
-Ah, ya.
No estaba por ninguna parte.
-Pero... ¿Y este chaval?-dijo Dani.
-¡Lo ha cogido Slender!-saltó Álvaro.
-Qué gran pérdida...-dijo Blas.
-Dios, que lo hemos perdido.-dijo Sigrid.
-Ya nos encontrará, él tiene experiencia ya en búsquedas-dijo David.
-¿Ah, si?-pregunté yo.
-Si Marco pudo encontrar a su madre, él podrá encontrarnos.
-Joder David, qué malo, en serio-dijo Blas, mientras yo me reía contra un árbol.
-Bueno, vamos a buscarle, anda.-dijo Álvaro.
-Venga.-dijimos todos.
Empezamos a llamarle a gritos, pero no respondía.
-¿Y no podéis llamarle?-dijo Sigrid.
-No hay cobertura.-dijo David.
-¿Veis lo que digo? Siempre son los mismos dando la nota. Una casi se cae y el otro se pierde.
Me giré para mirar a David.
-Dani me odia.
-JAJAJAJAJAJA.
-Oh, no, no empieces como Carlos-le dije.
De repente, se me ocurrió una idea.
-¿Y si ha vuelto al coche? Quiero decir, allí hay comida.
-Podría ser-concedió Álvaro-Eso si ha sabido volver.
-Cuando es cuestión de comida, ese siempre encuentra el camino-dijo Dani.
-JAJAJAJAJAJAJAJA- nos reímos todos.
Emprendimos la vuelta al coche guiados por Blas, que era quién presumía de tener mejor sentido de la orientación, porque si llegan a seguirme a mí... Acabaríamos más perdidos que Carlos.
Llegamos al coche y ahí le vimos, sentado en el capó, con las manos tras la nuca, mirando al cielo inocentemente.
-¡Estás aquí!
Todos corrieron a tirársele encima, menos Sigrid y yo, que no nos íbamos a tomar tantas confianzas.
-¡Ah! ¡Me aplastáis!-se quejó él.
-¡Tío, joder! ¡Qué susto nos has dado!-dijo David.
-Sí, ya pensamos que te había cogido Slender...-dijo Álvaro.
-¿Qué pasó?-pregunté yo-Te ibas riendo por ahí y luego ya no escuchamos nada...
-Ah, no sé, me iba riendo, paré un momento a tomar aire, no os vi, tenía hambre y me volví al coche a comer, hasta que recordé que las llaves las tenía Álvaro y casi me muero aquí.
Una vez pasada la euforia del momento por haberle encontrado, sacaron un par de bolsas del coche y nos sentamos un par de metros apartados de la furgoneta a comer.
Me senté cerca de David y estuvimos viendo las fotos que había hecho mientras Sigrid estaba sentada cerca de mí hablando con Álvaro y Dani. Blas y Carlos se peleaban por vete a saber qué. 
-¡Dámelo!
-¡Qué no!
-¡Yo lo vi antes!
-¡Tú qué vas a ver, anda!
-Sales en pocas fotos-dijo David.
-En las suficientes.
-¿Qué? No, venga, tienes que salir en alguna más.
-Vale.
Le quité la cámara, me puse a su lado, enfoqué y eché una foto.
Volví a tenderle la cámara.
-¿Contento?-pregunté mientras miraba la foto.
-No del todo.
-Ah, está bien... ¿Qué quieres que haga?
-Sólo posa.
Me eché a reír.
-Bromeas, ¿no?
-Claro que no.
-Pero a mí se me da bien hacer fotos, no posar. Eso es casi más cosa tuya.
-Ah, pero yo ya salgo en muchas fotos.
-Oh, está bien... Pero no te rías de mí.
-El que hace eso es Carlos.
-¿Qué decís de mí por ahí?-dijo este.
Le ignoramos, me levanté y andé un par de metros.
-¿Aquí te sirve?-le pregunté a David.
-Perfecto.
-¿Qué hacéis?-preguntó Álvaro.
Pero se respondió solo cuando vio que David sacaba fotos y yo intentaba, sin mucho éxito, posar de manera adecuada. O las poses me salían muy exageradas o poco naturales, pero bueno, al menos él se lo pasaba bien.
Avancé hasta mi amiga, la tomé de la mano y la levanté del suelo.
-¿Qué haces Cris?
-Posa conmigo, que sino me siento sola.
-Mm, bueno, vale.
Al final se acabaron uniendo todos a las fotos (menos David, claro, si no quién las hacía...) y pasamos un buen rato posando, ya que jugamos a que cada uno tenía que decir una pose y así nos divertimos.
-Ahora sólo los sombreritos.
Carlos y yo nos quitamos los sombreros.
-Digo una foto sólo de vosotros.
-Ah.
-Lo podías haber dicho así.
-Menos hablar y más posar.
Los dos nos acercamos para la foto.
-Verás como la lían.-dijo Dani.
Me entró en la risa y hubo que esperar dos minutos a que se me pasara para poder sacar la foto.
Él era una cabeza y algo más alto que yo y sobre eso estaba pensando mientras me colocaba que le pisé un pie.
-Au.
-¡Perdón!
-Ya la están liando.
-JAJAJJAJAJAJA.
Cuando al final fue a echar la foto, en el último momento, Carlos me quitó el sombrero.
-¡Eh!-protesté.-¡Trae!
Me lo mostró por encima de la cabeza y, aunque saltaba, no llegaba a cogerlo.
-¡Trae!
-¡Cógelo!
Y echó a correr con él.
-¡Vuelve aquí!-grité, acudiendo a salvar a mi gorro.
-¡Corre David echa fotos!-dijo Dani.
-¡Voy!
Él corría, pero yo corría más.
Cuando se cansó se detuvo, yo aminoré la marcha, salté, me subí a su espalda, le quité el sombrero de la mano y me bajé, no sin antes quitarle también el suyo.
-Ahora no te lo voy a dar hasta que me de la gana.
Y volví con los demás, que miraban las fotos, riéndose.
Carlos me siguió refunfuñando.
También miraban el móvil de Álvaro.
-Siempre la lían, ya os dije.-dijo Dani.
-¿Qué pasa?-dije.
Nos enseñaron el vídeo del móvil, que no era otra cosa que la persecución por el gorro. La verdad, tenía su gracia, se oían sus risas y mis gritos de loca.
David también nos enseñó las fotos.
-Bueno, ¿salgo ya en suficientes fotos?-le pregunté a David.
-Sí, podría valer.
Nos sentamos otro rato en el suelo, hablando, comentando esto y lo otro y me di cuenta de que tenía el gorro de Carlos en la mano.
-Toma Sigrid-dije, poniéndoselo en la cabeza-Únete tú también a la religión de los sombreros.
El sombrero se le resbaló hasta los ojos.
-No veo-se quejó.
-Bienvenida a mi mundo-dijo Álvaro.
Nos reímos de eso.
Al rato se cansó de llevarlo en la cabeza y se lo devolvió a Carlos, que rebuscaba en mi bolso.
-¡Eh! ¿Qué buscas en mi bolso?
Sacó la mano y vi que tenía una de mis chocolatinas.
-Tú me dijiste que aquí había para cuando quisiera.
-Mm, es cierto. Vale.
Dani, que había estado rebuscando en el coche, sacó una pelota y se puso a hacer toques.
-Ya sé que os voy a ganar, pero, ¿echamos un partido?
-Tanto ego te pasará factura, pero vale. Perderás-le dijo Álvaro.
Esos dos, siempre picados.
-¿De verdad hay que ponerse a correr ahora?-dijo David, que estaba tirado cuál largo era sobre el capó del coche.
-¿No viste la carrera que me pegué yo antes?-dije, mirando a Carlos.
Eso le hizo reírse.
Al final nos acabamos apuntando todos al partido.
-Antes de que elijamos equipos-dije-Quiero decir que con Carlos no quiero ir que pierdo.
-Oh, tranquila, si iba a pedir a Sigrid. Ella sabe reconocer la perfección y me cae bien.-dijo él.
En el fondo seguro que me tenía algo de rencor por bañar su gorro y quitarle ese, que lo sé yo.
-Uhhhh-dijeron todos.
Al final acabé yendo con David y Dani. Sólo éramos tres porque decían que Dani era tan bueno que valía por un Álvaro.
-Yo soy una patata al fútbol-confesé.
-Bueno, tú coges el balón y echas a correr como antes, para que no te cojan. Y luego, me la pasas.-dijo Dani.
-Y si quieres hacerle una entrada a Carlos, te dejamos, tú dale tranquila.-dijo David.
-JAJAJAJAJAJA. Gracias.
Empezamos sacando nosotros, ya que éramos uno menos.
David me la pasó a mí y yo hice caso a Dani y eché a correr como alma que llevaba el diablo, vi venir a Álvaro, no sabía qué hacer, a mí sólo me habían dicho que corriera, así que le di al balón por dar.
Este voló por encima de Álvaro, le dio en la cabeza a Carlos, Dani la cogió con el pecho, controló, Sigrid se apartó y Blas estuvo a punto de pararla, pero no.
-¡Ah!-dijo Dani, cogiéndole la cabeza a Carlos-¡Al fin esa cabeza sirve para algo!
-¡Lo siento!-dije yo.
Él me dio con la mano dando a entender que no importaba.
Seguimos con el partido, que duró bastante rato y acabamos quedando tres dos, ganando nosotros.
Álvaro estaba totalmente hundido en la miseria mientras Dani cantaba, feliz.
Si habíamos ganado había sido por él, sin duda, porque David apenas se movió y yo a veces corría como la primera vez, y nos poníamos a hablar mientras tanto Dani marcaba o regateaba o lo que fuera.
Descansamos un rato tirados en el suelo hasta que el cielo comenzó a teñirse de los colores del anochecer.
-¿Nos metemos entre los árboles a jugar a Slender?-sugirió Dani, mirándome.
-¡Jamás en la vida!
-No que Carlos se pierde y luego tenemos que estar toda la noche buscándolo-dijo Blas.
-A ver si el que se va a perder vas a ser tú.-le dijo este.
-Uhhhhhhh.
Estábamos cansados, asi que decidimos meternos en la furgoneta y volver al hotel.
Nos montamos en el coche y a mí me querían dejar atrás con Carlos.
-A mi no me dejéis con este, que le caigo mal.
-¿No podéis ser amigos un rato? Lo que dure el viaje-dijo David.
-No, Sigrid, cambíame el sitio. A mi me gusta ir en medio. 
-Sí, Sigrid ven que me caes bien.-dijo este, dejándola sitio atrás.
-Ay señor, lo que hay que hacer....-dijo mi amiga, cambiándome el sitio y dejándome con Blas y David, ya que Dani ahora se había sentando alante.
Buena la hora en que decidimos juntar a las dos personas que más hablaban en el mundo en la parte de atrás del coche.
Me puse a mirar el móvil y respondí a unos cuantos mensajes.
Al rato ya se lo había dejado a David para que hiciera fotos porque nos daba pereza sacar la cámara del bolso, que además estaba en la parte de atrás, con los dos loros.
-Aprovecho para infiltrarme en tu agenda y ponerte nuestros números.
-Como tú veas.
-Ah, si a Blas ya le tienes.
-Sí, me lo dio Carlos.
Una vez que lo hizo, me devolvió el móvil.
Carlos y Sigrid seguían hablando, no preguntéis sobre qué, ya que cambiaban constantemente de tema.
Regresamos al hotel y acabamos en la sala común, tirados en los sillones (cada uno en uno no, porque no había tantos).
Blas había estado toqueteando el mando y había descubierto que se podían poner subtítulos en español y comenzamos a ver una película bastante interesante.
Cuando estaba en lo mejor, Carlos empezó a decir que tenía hambre, pero le ignoramos, mas él siguió insistiendo.
-O cenamos pronto o recurriré al canibalismo-amenazó.
-Venga, empieza-dije, empujando a Sigrid encima de él, sin apartar la vista de la tele.
-¡Eh!- protestó mi amiga, dándome un manotazo en el brazo.
-¡Ah!-dije, mirándola.
-Haya paz chicas, haya paz...-dijo Álvaro.
-Ella me ha pegado-dije, acusando a mi amiga.
-¡Tú querías que me comieran!
-¡Tendrá que cenar el niño para callarse!
-Siempre liándola-dijo Dani, que tampoco se perdía nada de la tele.
-Venga, va, me espero.-dijo Carlos.-Y me callo.
-Dios, al fin-dijo David-Creí que nunca te oiría decir esas palabras.
Se encogió de hombros y se puso a mirar algo en el móvil.
Al rato, nos sonó a todos el móvil y lo miramos a la vez, extrañados.
Carlos había creado un grupo de WhatsApp, en el cuál nos había metido a todos y había dicho "¡Tengo hambre!".
A mí me dio la risa, porque el chico original era un rato.
-Pues te comes un codo-le dijo Sigrid.
-¡Qué no llego! Pero si me alcanzas el bolso de Cris quizá haya algo de comer.
-¡Aléjate de mis chocolatinas! xx. - dije yo.
- Pero yo quiero, tengo hambre :(
-Estáis los tres sentados en el mismo sillón-observó Blas, mirándonos, ya que estábamos los tres  hablándonos por el móvil.
-Pues te esperas a la cena, mis chocolatinas son para casos de emergencia.
-Esto es una emergencia.
-Los codos, Carlos, los codos.-dijo Sigrid.
-Noooooooooooooooooooooooooo :(
-Aunque fuera una emergencia, no te doy nada, que te caigo mal.
-No, no, si me caes muy bien. Eres de los míos, ¿recuerdas?
-¡Anda! ¡Claro! Fuera, que no. Sigrid, dile que no.
-Los codos, Carlos, los codos.
-Nooooo.
-Anda vamos a cenar que si no veo que estos tres no van a parar-dijo David.
-¡Bien!-dijo Carlos, feliz.
Después de todo, había vuelto a salirse con la suya, como casi siempre desde que le conocíamos.


¡Hola! :D ¿Qué tal va eso? Soy @CrisSombrerita. Espero que este capítulo os guste y, en definitiva, toda la novela (toda, qué sólo llevábamos cinco capítulos pero ah) Y muchas gracias por todos vuestros comentarios, en serio. Sois amor xx
Besosss.

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