Era un día normal, caluroso para esa época del año y soleado en las afueras de Paris.
Cinco chicos se encontraban en una furgoneta, en una carretera comarcal, después de un día de excursión que habían tenido. Estaban allí para trabajar, pero también se merecían un respiro.
-¿Falta mucho para llegar?-preguntó uno de los chicos que estaban sentados en los asientos de atrás.-Estoy muerto.
-Tú siempre estás muerto-le recriminó uno de los chicos que se sentaban delante-Y sí, falta como de aquí a tres años.
-Qué gracioso eres, Blas.
-Uno hace lo que puede.
El chico puso mala cara.
-Pues vale, despertadme cuando lleguemos.
Y dicho esto se apoyó en el chico que tenía al lado, con toda la predisposición de echarse una siesta.
-¡David, tío! ¡Me aplastas!-dijo este en respuesta y le empujó para quitárselo de encima.
-Carlos tío, ni que tuviera tu cabezón...
-Una cabeza grande significa tener espacio para un cerebro grande. Es por eso que tu tienes la cabeza pequeña.
-Ya se están peleando otra vez-dijo el chico que conducía.
-Sí-dijo Blas, dándole la razón-Son peores que un matrimonio.
-A veces, pienso que lo son.
-¡Cállate Álvaro!-les respondieron los dos chicos a la vez, haciendo que el aludido y Blas se rieran.
-AND ALL THESE LITTLE THINGS!-gritó el chico que estaba al lado de Carlos, que hasta entonces había estado ajeno a la situación de sus amigos mirando por la ventana y absorto en su música.
-Dani, ¿cuántas veces has podido escuchar esa canción?-le preguntó David, mientras esquivaba un par de patadas de Carlos.
-Déjame, me gusta.
-Si yo te dejo, el problema que ¡Ah, tú! ¡Estate quieto!
Le quitó el gorro que Carlos tenía en la cabeza.
-¡Dame el gorro!
-¡Pues te estás quieto!
-YOU´LL NEVER LOVE YOURSELF.
-¡No, dame el gorro!
-¡Qué te lo tiro por la ventana, eh!
-HALF MUCH I LOVE YOU.
-¡No!
-Pero, ¿os queréis tranquilizar ahí atrás?-dijo Álvaro mirando por el retrovisor.-Dani, calla, David, dale el gorro, Carlos... Tú cállate también.
-¡Pero si estaba callado!
-Toma tu gorro, anda.-dijo David, devolviéndoselo.
-Pues gracias.
Todo volvió a la normalidad en la furgoneta.
Aunque no por mucho tiempo.
-Me aburrooooooooooooooooooo-dijo Carlos.
-Pues cómprate un burroooooooooooo-le dijo Dani.
-¿Para qué? Ya te tengo a ti.
-¡Serás...!
Y empezaron a pelearse.
-¿Ya estáis otra vez?-dijo Álvaro-Blas, apunta. Nunca más dejarles a esos tres sentados atrás.
-Tomé nota.
-¡Quiero dormir!-dijo David y acabó la discursión entre Dani y Carlos.
-Eh, Álvaro, mira eso-dijo Blas, señalando un punto por delante.
-Será mejor que paremos, ¿no crees?
-Cris-
-Vamos Sigrid, coge mi cámara y empieza a sacar fotos.
-¿Y por qué no las sacas tú?
-Lo haría, pero sino...¿Conduzco con los pies? Si tú condujeras... Pero no lo haces.
-¿Vas a recordarme toda la vida que yo suspendí el examen de conducir y tú lo aprobaste?
-Mm...-finjí que me lo pensaba-Sí.
-Sabes que no fue culpa mía, fue el señor Mateo, que es un imbécil.
-¿Qué dices? El señor Mateo era un buen hombre.
-Lo dices porque te aprobó por "tu cara bonita".
-Es la envidia la que habla por ti y, si no fuera por mi cara bonita, no estaríamos ahora mismo en Paris, en un coche. Asi que dale las gracias a mi cara.
Ella se rió por no darme una colleja.
-Está bien, haré esas malditas fotos.
-Así me gusta.
Cogió mi cámara y, a través del cristal de la ventana del coche, se puso manos a la obra.
Sigrid era mi mejor amiga. La conocí cuando tenía tres años y estábamos en el parque de abajo de casa. Yo tenía cubos y ella tenía palas. Nos necesitábamos mútuamente si queríamos jugar y, gracias a eso, nos hicimos mejores amigas.
Ambas teníamos dieciocho años y éramos bajitas. Teníamos las dos el pelo largo y rizado, aunque ella lo tenía castaño oscuro y yo muy claro. Sus ojos eran marrones, mientras que los míos eran azules.
Ella estudiaba artes escénicas y sabía cantar y tocar la guitarra. Yo estudiaba filología inglesa y, aparte, me interesaba por la fotografía. De ahí que antes la obligara a sacar fotos.
Compartíamos piso en Madrid, pero nos habíamos venido unos días a Paris para darnos un descanso... Y porque Paris tenía de los mejores paisajes para fotografiar.
-¿Qué tal van esas fotos?-pregunté.
-Oh, bien, bien. Van mejor que tu francés.
-Oh, excuse moi emm... Definitivamente soy más de inglés.
-Sí, no hace falta que me lo jures.
-¿Algo de música?-dijo, toqueteando la radio antigua del coche.
El coche ya de por si era una antigualla, pero era lo mejor que habíamos podido conseguir para desplazarnos por Paris unos cuantos días.
-IF YOU WANNABE MY LOVER YOU...
Las dos íbamos cantado cuando, de repente, del capó empezó a salir humo. El coche andó unos metros más y se paró.
Sigrid y yo nos miramos.
-Iré a ver qué le pasa-dije, mientras me quitaba el cinturón y salía.
-¡Espérate, Cris! ¡El chaleco!
-¡Yo no me pongo eso! Tardo más en ponérmelo que en lo que miro qué pasa.
-Pero...
No oí lo que dijo, ya que estaba fuera.
Ella no tardó ni dos segundos en colocarse a mi lado.
Abrimos el capó y examinamos el motor.
-¿Y bien?-me preguntó Sigrid, enarquando una ceja-Aquí tú eres la experta, tú tienes el carnet.
-El motor ha muerto-sentencié.-Y tengo el carnet, pero no tengo ni idea de mecánica.
-¿Entonces cómo sabes que ha muerto?
-Porque el coche no arranca.
-¡Oh, qué brillante eres!
-Y tú cómo usas el sarcasmo. Bueno, da igual. ¿Tienes el número de la grúa o algo?
-Oh, sí, claro, tengo todos los números de Paris en mi agenda. Pues no. ¿Crees que preví que esto pasaría?
-Ya te dije que no podíamos fiarnos del hombre del bigote que nos lo alquiló. Nada bueno viene de los que tienen un bigote tan grande.
Ambas reímos.
-Y bueno...-dijo ella-¿Y entonces qué hacemos?
-Tenemos dos opciones. O nos quedamos aquí y morimos esperando o echamos a andar y esperamos llegar a la ciudad y morimos en el intento. Tú eliges.
-¿Hay que morir en las dos opciones?
-Es inevitable-dijo yo, cerrando el capó, que aún soltaba humo.
-Prefiero quedarme con el coche.
-Y yo, la verdad. Eso de andar no va conmigo.
-Pues nada, esperaremos.
-Sí, ¿quién sabe? Quizá el motor vuelva a la vida solo. Quizá sólo se haya recalentado un poco y, cuando se enfríe, funcione de nuevo.
-¿Eso también te lo enseñó el señor Mateo?
-Sí, en los cinco minutos en los que yo me quedaba para preguntarle dudas. Ya ves.
Ella puso los ojos en blanco y se apoyó en el coche.
-Yo no haría eso, a ver si va a explotar.
-Pero, ¿no has dicho qué...?
-Pero no es cien por cien oficial que eso sea cierto.
Gruñó y se apartó del coche.
-Me aburro.-dijo, pasados unos minutos.
-Y yo. Voy a hacer fotos.
Cogí la cámara y le eché fotos al coche muerto, a Sigrid posando con el coche muerto y la carretera que parecía no tener fin y estaba completamente desierta.
-¿Sabes? Ahora no nos vendría mal que existieran los aliens.
-¿Por qué?-me preguntó, mientras miraba en la dirección en la que veníamos antes de que el coche falleciera.
-Porque así nos abducirían y, al menos, nos sacarían de aquí.
-No creo que nos haga eso falta. Viene un coche por ahí.
Guardé la cámara y tal y miré en su dirección.
-Pues es cierto. ¿Crees que parará?-pregunté.
-No lo sé. Si tiene buen corazón, quizás.
-¿Y si es un asesino, cómo en las películas? ¿Y si nos mata? ¿O si nos hace algo peor?
-¿Hay algo peor que que nos mate?
Me encogí de hombros.
Cuando el coche se acercó, vimos que era una furgoneta.
Y, en efecto, paró.
-Sigrid, que tengo miedo. Prefiero los aliens.
Ella se rió y yo la seguí, nerviosa.
Se detuvo a un metro de nuestro coche y las puertas se abrieron.
De ellas salieron cinco chicos y uno estuvo a punto de caerse al suelo al salir.
-David, despierta, ya no estás durmiendo.
-No me pude dormir por los berridos que dabas, Dani, tío.
Se acercaron a nosotras.
Lo primero que agradecí es que hablaran español. No hubiera podido mantener una conversación con alguien en francés y seguramente hubiera acabado insultándolo sin querer y nos habría dejado tiradas sin piedad.
-Hola chicas-dijo uno alto con barba y ojos oscuros-¿Algún problema?
Sigrid y yo nos miramos.
Le di un codazo, como diciendo "Habla tú" y ella me dio otro como diciendo "¡No, tú!".
-Emm... El coche...Que se nos ha muerto.
-Qué buen sitio para dejaros tiradas, ¿eh?-dijo el que casi se cayó al salir.
-Pues...Sí, la verdad.
-¿Queréis que le echemos un vistazo?-preguntó otro chico.
-Uy, sí, Blas como tú eres tan manitas...-dijo uno que llevaba gorro.
¿Gorro? ¿Un día como hoy?
-Claro, como quieras, pero está muerto, ya lo verás.-dijo Sigrid, por fin.
Se pusieron manos a la obra con el coche los cinco chicos mientras nosotras, cruzadas de brazos, observábamos a un lado.
Pasado un rato, el mismo chico de antes que se ofreció a echarle un vistazo, nos dio su veredicto.
-Oficialmente, está muerto.
-Bueno... Gracias igualmente-dije yo.
-No podemos hacer nada por el coche, pero podemos llevaros. Cabéis en la furgoneta.-dijo el chico con barba alto.
Sigrid y yo nos miramos.
-Sí, bueno, si no es molest...
-¿Y si nos secuestráis?-dije yo, con absoluta desconfianza.
Después de todo, la gente buena en el mundo escaseaba.
Ellos se rieron de mi desconfianza.
-Lo siento... Pero comprenderéis que es normal que desconfíe.
-Por supuesto, es absolutamente normal y comprensible-dijo el supuesto Blas.
-Pero no vamos a hacer eso. Además, no tenemos cara de secuestradores.
-Seguro que se pensó eso por tu cara, Carlos.
-Que te calles Dani. Mi cara es perfecta. Más que la tuya.
-Uhhhh-dijeron todos.
Aprovechando ese pique entre ellos, Sigrid y yo hablamos unos segundos en los que me convenció para aceptar su oferta. Después de todo, yo también quería que me llevaran. La idea de vivir en un coche viejo en una carretera prácticamente abandonada no era muy atrayente. Pero en mi naturaleza estaba el desconfiar.
Interrumpimos la pelea entre ellos.
-¿Sigue en pie la oferta de llevarnos?-pregunté.
-Claro-respondió el chico barbas.
-Entonces, vamos.
Cogimos los bolsos del coche, lo cerramos y ahí lo dejamos, abandonado.
El chico barba y Blas se sentaron delante, en el medio íbamos Sigrid, el chico al que el del gorro le dijo lo de la cara y yo, y detrás iban el que casi se cayó y el niño gorro.
-¿Y de dónde sois?-preguntó Blas-Porque un español tan perfecto en dos francesas...
-Ah, no, somos españolas.-le contestó Sigrid.
Yo le miré raro.
Aún seguía desconfiando de ellos.
-¿De verdad?
-¡Claro! Vivimos las dos en Madrid. Yo soy Sigrid y esta es Cris, mi mejor amiga.
-Ey-dije yo.
-¿Y cómo entonces no nos conocéis?-preguntó el que estaba sentado a mi lado.
Le miré.
-¿Deberíamos?
-Somos Auryn.-dijo asomando la cabeza el niño gorro.
-Un grupo, ¿verdad?-preguntó Sigrid.
La miré como si me hubiera traicionado. Si sospechaba que eran un grupo, ¿por qué no me lo dijo? Entonces no eran secuestradores.
-Efectivamente-dijo el que estaba a mi lado-Pero ya veo que no os gustamos.
-Ohhhh-dijeron todos a la vez.
-Bueno...-intenté arreglarlo, ya que los pobres nos habían salvado de una muerte segura-No es eso, pero Sigrid está puesta en su música y yo, aunque me gusta, soy más de fotografía y música extranjera. Tendréis que perdonar nuestra ignorancia.
Tras esto, se presentaron.
El que conducía era Álvaro, luego estaba Blas, el que estaba sentado a mi lado era Daniel y detrás, estaban David y Carlos, el niño gorro.
Sigrid siempre había sido más abierta que yo y en seguida se puso a hablar con ellos como si nada, yo, en cambio, saqué la cámara y me puse a trastear con ella.
-Cris, ¿qué haces?-me preguntó mi amiga.
-Quiero inmortalizar este momento, el momento en el que pensé que Auryn eran unos secuestradores.
Echamos fotos.
Al principio las echaba yo, pero luego Sigrid dijo que yo también tenía que salir y yo dije que no, que rompería la cámara, pero de nada sirvió y echamos fotos hasta de los asientos.
Se ve que David, al que le dejamos la cámara, se emocionó un poco.
Mientras él trasteaba con la cámara, Dani miraba cosas en su móvil y Sigrid le contaba nuestra historia a Álvaro y Blas, me giré para ver a David en su papel de paparazzi.
-No, mira, deja pulsado y saldrá mejor.
-Ah, pues tienes razón.
Sonreí.
Como para no tenerla, vivía prácticamente por y para la cámara.
-¿Y tú por qué llevas gorro un día como hoy? ¿No se te calienta la cabeza?-le pregunté a Carlos.
-No sé, me gustan.
-Di que no, que los ama-dijo Dani.
-Sí, más que a ti.
-Uhhhh.
-Antes de que paráramos para ayudaros-dijo David-le quité el gorro y amenacé con tirarlo por la ventana. Casi me mata.
-Pues normal, lo llegas a hacer y vas por la ventana detrás de él.
Nos reímos los cuatro de eso.
-¿Me lo dejas? Para una foto.-le pregunté.
La pregunta le sorprendió, pero se llevó la mano a la cabeza y se lo quitó.
-Sí, claro.
-Por favor, si esto es un sueño, no me despertéis.-dijo Dani-Carlos sin gorro. ¡Corre David, echa foto!
-¡Voy, voy!
-Ah, tú, no me metas el objetivo en el ojo. Toma-dijo, tendiéndomelo.
-Gracias.
Me lo puse.
-¿Qué tal me queda?-pregunté, haciendo poses raras.
-Grande, pero normal, con el cabezón que tiene Carlos...
-Dani, te la vas a llevar.
Nos reímos.
-Mira Sigrid, ¿qué tal me queda?
-Eh, uh... Pues...
-Perfecto, puedes decirlo sin miedo.
-Pues te queda perfecto.
-¿Ves? Lo sabía. Échame una foto, por favor.
Después de esa foto, vinieron unas cuantas más.
Álvaro se estuvo quejando porque en la parte sur del coche había fiesta y ahí, en la suya no.
-¿Sabéis una cosa?-dijo Sigrid-Me alegro que el coche se rompiera.
-¿Si? Pues antes no te alegrabas tanto. Casi me matas. Incluso sugeriste que el coche lo rompí yo.
-Anda, exagerada.
Le saqué la lengua.
-¿Puedo quedarme el gorro un rato más? Es cómodo.-le pregunté a Carlos.
-Oh, sí, claro.
Preguntamos qué hacían ellos por estas tierras y nos contaron que estaban grabando un vídeoclip, pero que ese día se lo habían tomado de descanso.
Una vez en la ciudad, les pedimos que nos acercaran al lugar donde habíamos alquilado el coche para decirle al dueño la suerte que había corrido.
-Muchas gracias por el viaje y por vuestra ayuda, de verdad.-les dijimos una y otra vez antes de bajarnos.
-Gracias a ti por el curso de fotografía-dijo David, haciéndome reír.
Tardamos unos minutos en despedirnos, pero nos acabamos bajando y ellos se acabaron yendo.
-Esto...Cris...
-¿Mm?-dije, mientras le abría la puerta para que entrara.
-Sigues teniendo el gorro en la cabeza.
-¡Ay mi madre! ¡No se lo he dado! Ay, pobrecito...
-Bah, seguro que tiene más. No será una gran pérdida para él.
Le contamos al dueño lo que pasó con el coche y él dijo que lo sentía mucho (nosotras no) y nos dio otro sin cobrarnos. Pues normal.
Conduje hasta el hotel y aparqué el coche en el aparcamiento.
-Menudo día, ¿eh?-dije, mientras entrábamos al hall.
-Ya ves-dijo mi amiga.
Estábamos esperando el ascensor cuando oímos unas voces que nos sonaban.
-¿Vosotras?
Nos dimos la vuelta y ahí estaban.
Los secuestradores, digo, Auryn.
-¿Vosotros?-dijo Sigrid- ¿Habéis venido a ayudarnos de nuevo? No se nos ha roto ningún coche esta vez.
-No-dijo Carlos-Quería ver qué tal estaba mi gorro.
¡Hola! ¿Qué tal estáis? Aquí @CrisSombrerita os traigo otra novela.
Espero que os guste y que se los paséis a más auryners xx
otro, siguiente, otro, siguiente, YA! k me muero sin leer, y menos una novela tan perfecta*-* e llorado hasta de reirme xD
ResponderEliminarSiguienteeee me encanta y eo k es el primerooo xd
ResponderEliminar¡Estáis como una cabra! Escribís muy bien, no lo dejéis nunca. Un saludo :)
ResponderEliminarHolaa:) La leere y seguro que me gusta mucho vuestra novela:)
ResponderEliminarDIOS PEDAZO DE CAPÍTULO MUCHACHAAAA. Acabo de descubrir el fic por recomendación de una auryner y me he quedado alucinada. En serio más genial no podías empezar. Lo que me he reído santo dios JAJAJAJAJAJAJA. Me encanta. Aquí tienes una fan más jajajaja. Seguro que llegaré a los recientes muy pronto. Muakas!
ResponderEliminarFdo: @shaypicapiedra.
me llamaras tonta o algo parecido pero esque como ME ENCANTA tu novela y veo que no subes mas capitulos, me la voy a empezar a leer otra vez jijijijiji:)
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